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Gore Vidal presentado por Manuel Vázquez Montalbán
Gore Vidal. La escritura del exiliado interior, prólogo por Manuel Vázquez Montalbán al libro Patria e imperio selección de artículos de Gore Vidal. (editados por Edhasa, Barcelona, 2001).
José María Valverde, el poeta, catedrático e historiador literario, despacha a Gore Vidal como un escritor norteamericano, más o menos perteneciente a la generación de Norman Mailer, nacido en 1925, capaz de escribir un excelente libro, Williwaw, sobre el tema de la guerra y publicarlo en 1946, a los veintiún años de edad: «…luego se ha dedicado a versátiles experimentos de personajes extraños o remotos, en novelas históricas como Juliano (1964) o de indecente verosimilitud… Myra Breckinridge (1968) sobre una transexual…». Valverde glosa la pieza teatral de Vidal Visita a un pequeño planeta, representada en 1957, en plena década de desvelamiento de autores como Miller, Tennessee Williams o Albee.
La década de los veinte se dedicó a engendrar una pléyade de literatos norteamericanos llamados a suceder la hegemonía de la llamada «generación perdida» y si Gore Vidal como autor teatral tuvo que ganarse un espacio entre autores como los citados, en novela no lo tuvo más fácil. Son sus compañeros de promoción: Mailer, Updike, Capote, Burroughs, Bellow, Carson McCullers o Salinger. En casi todos estos novelistas domina la exposición o el análisis del conflicto entre el yo y el nosotros, entre lo subjetivo y lo objetivo y el reconocimiento melancólico de la impotencia para controlar las relaciones de dependencia, sean interpersonales, sean sociales. Gore Vidal explicita su voluntad de combate contra lo que le disgusta, no lo padece, lo convierte en un arma arrojadiza. Comparte con Mailer la voluntad de diagnóstico sobre el presente de la vida y la política norteamericana y una cierta aspiración a transgredir arremetiendo contra los tópicos del canon virtual e histórico, aunque Vidal frente a Mailer aparece más convocado por el efectismo irónico provocador que por la transgresión ensimismada que trata de convocar insumisión civil.
Nacido en NuevaYork, escritor de éxito desde los veintiún años, dedicó una parte de su producción a escribir novelas policíacas con el seudónimo Edgar Box, exceso paracultural que no se hubieran atrevido a asumir otros escritores de cejas altas, como no hubieran osado presentarse como candidatos demócratas al Congreso en 1960. Gore Vidal lo hizo, consiguió 70.000 votos más que el futuro presidente Kennedy, y utilizó la experiencia para escribir una farsa teatral, The best man (1963), y algún ensayo recogido en sus compilaciones continuadas. El análisis del poder y sus excesos constituye una de las materias primas de este escritor, así como la defensa de la homosexualidad, a veces en directo, otras mediante la satirización de la cultura reproductiva y la moral de las apariencias: City and the Pillar (1948) o Myra Breckinridge (1968) o el libro Pink Triangle and Yellow Star and Other Essays (1982).
A pesar de esta militancia por la homosexualidad, el imaginario de Gore Vidal que se tiene en todo el mercado literario universal está muy condicionado por Raquel Welch. La presentada como sex symbol femenino máximo después de la muerte de Marylin Monroe fue la intérprete de la versión cinematográfica de Myra Breckinrídge y un factor importante para conseguir transmitir a millones de espectadores de todo el mundo la propuesta ambigua de la novela y el nombre de su autor. Su literatura va por un camino diferente de la calificada como comprometida y podría connotarse como literatura de intervención, condicionada por las provocaciones directas del desorden de las conductas, disfrazado de orden por el establishment, aunque a veces el autor recurra a la fabulación de personajes históricos, pero siempre con la voluntad de llamar la atención sobre algo que le provoca y le obsesiona en la contemporaneidad. Esta escritura de intervención es un valor obvio ya añadido a la propuesta literaria, y tal vez por eso Vidal padece la maldición de lo pretextual, es decir, ser leído desde una información previa sobre la finalidad denunciatoria o concienciadora de su escritura. Si esta característica de Vidal se percibe en sus novelas o en sus piezas teatrales, son casi consustanciales a sus ensayos que, desde Rocking the boat (1962) hasta compilaciones publicadas treinta años después, nos lo revelan como un formidable expositor de agravios y de crítica a la sociedad norteamericana, crítica ejercida hasta el punto de su larga residencia en Italia, a la manera de los exiliados morales de la generación perdida y que ha provocado que muchas veces los periodistas norteamericanos le hayan preguntado: «¿Cómo puede usted decir cosas tan terribles de Estados Unidos viviendo en Italia?» Vidal suele responder que paga sus impuestos en Estados Unidos y que el cincuenta por ciento de lo que gana contribuye, por ejemplo, a pagarle el sueldo al general Brown del Pentágono, estadista y militar, así como celoso estudiante del panfleto antijudío El protocolo de los sabios de Sión.
Estamos en presencia de Patria e Imperio, selección de siete ensayos políticos a cargo de Eduardo Iriarte Goñi, que alcanza escrituras de Vidal hasta de 1994 y por lo tanto un balance suficiente de sus obsesiones y su estrategia expositora: El estado de la Unión, 1975, El estado de la Unión, 1980, La segunda revolución americana, El día en que el imperio americano se quedó sin gasolina, El Estado para la Seguridad Nacional, Patriotismo, La unión del Estado. En cada uno de estos ensayos hay ideas fuerza dominantes y en todos ellos queda implícita o explícita la obsesión dominante en Gore Vidal: la crítica de la democracia norteamericana y el papel de Estados Unidos en el mundo, sea según la tónica de los McKinley y Theodore Roosevelt a fines del siglo XIX, sea según el espíritu de Guerra Fría contra la URSS que iniciara un presidente en teoría tan anodino como Harry Truman. Si se lee el primer ensayo propuesto, El estado de la Unión, 1975, se toma contacto con el estilo de Vidal desde siempre y para siempre. Recoge sus experiencias como conferenciante por diferentes lugares de Estados Unidos predicando contra el doble orden establecido, la doble verdad y la doble moral: «…cerca del ochenta por ciento de la actividad policial en Estados Unidos tiene que ver con la regulación de nuestra moral privada. Con eso me refiero a controlar lo que bebemos, comemos, fumamos y nos metemos en vena: por no hablar de regular con quién y cómo mantenemos relaciones sexuales, con quién y cómo nos acostamos. De resultas de ello nuestra policía se encuentra entre las más corruptas del mundo occidental». Provocador donde los haya, pero moviendo con solvencia la brida del sentido del humor, Vidal es capaz de proponer la liquidación de la brigada antivicio, legalizar el juego, también las drogas siempre que se vendan previa receta médica y a precio de coste, revisar la política imperial que empezó con la anexión virtual de Cuba y la factual de Filipinas: «El pueblo filipino no quería que lo gobernáramos, de modo que matamos a tres millones de filipinos, el mayor acto de genocidio hasta Hitler». Al tiempo que Gore Vidal nos explica cómo se bombardea a un público adicto o no, revela sus trucos y en ocasiones sus angustias de profeta. Por ejemplo, cuando en una conferencia está cuestionando el derecho social a tener muchos hijos, introduce la reflexión: «Recurro al truco barato de sacar a colación a la señora Burton para mitigar la tensión que se está creando. La mayor parte del público cree en el derecho a tener cuantos hijos le parezca y que limitar la población por ley resulta una imposición terrible…», apenas un breve descanso para dejar al público K.O. al decirles que probablemente el fascismo sólo aparece como una palabra sin sentido para cualquier norteamericano, pero el concepto real, añade, está presente en Estados Unidos y con su intento de dominación mundial está frenando o usurpando libertades reales en todo el mundo.
Si de la lectura del primer trabajo ofrecido se pueden extraer las constantes de Vidal, más interesante me parece, en éste y en los demás ensayos, el inteligente juego que establece entre lo que afirma y cómo
razona o relativiza lo que afirma en función de lo que considera que haya podido metabolizar la conciencia de sus receptores. Es como si estuviera construyendo un discurso sin dar concesiones, pero teniendo en cuenta, sobre la marcha, el feedback que supone en el sujeto cocreador, el público. Vidal ensaya sus trucos y nos explica la eficacia de la compensación mediante alivios retóricos como la ironía y la búsqueda de la complicidad in situ con el receptor. Vayámonos del primer trabajo antologado al último, que se titula precisamente La unión del Estado, puesto que el autor explica que si ha escrito con tanta abundancia sobre el estado de la Unión, es legítimo que ahora lo haga sobre la unión del Estado, proposición que podría llevarnos a la perplejidad tras comprobar el radicalismo crítico antiestatalista, entre el anarquismo y Jefferson, que connota la ideología de Vidal. No. Gore no se ha vuelto estatalista, al contrario, ofrece como una posible solución a los problemas de Estados Unidos la descapitalización de Washington y dispersar los centros de poder para acercarlo a la ciudadanía. Llega a proponer la supresión del impuesto sobre la renta y de Washington como capital federal, y transmitir la responsabilidad de cómo administrar lo recaudado desde las regiones autónomas. El título del artículo se convierte en un bumerán, porque Vidal descalifica la posibilidad de esa Unión de Estado que sólo se ha conseguido, históricamente, mediante la fuerza, desde el principio de que el Estado es quien tiene el monopolio de la violencia.
En este último artículo de la antología, Vidal reseña que los tres candidatos a la presidencia de Estados Unidos en las elecciones de 1992, Clinton, Bush y Perot, han utilizado ideas suyas sobre el Estado y sobre la necesidad de relativizar el papel centrípeto de Washington. Algún candidato así lo ha reconocido y el autor lo administra en parte para dudar de la eficacia de sus ideas cuando son utilizadas como retórica para alcanzar el poder. Vidal se agarra al clavo ardiendo de la descentralización, utilizando a Jefferson como su profeta particular y entregándose a la esperanza de que «alguna vez veremos algo parecido a una democracia en nuestra sección de Norteamérica; tradicionalmente siempre hemos sido una república gobernada de arriba abajo por el dinero, pero, al menos, dentro de las regiones habrá más diversidad de la que hay en la actualidad y, sobre todo, el pueblo tendrá por fin la sensación de que ya no es víctima de un gobierno lejano, sino que tanto él como sus impuestos están por fin en casa». De la obsesión del dinero como factótum de poder operante de arriba abajo pasaríamos a la del dinero como posible factótum de libertad operante de abajo arriba. ¿Se pueden hacer experimentos con cosas tan serias como el dinero, sobre todo dentro de una sociedad construida según las pautas del capitalismo punta? Tal vez estas visiones un tanto desterradas de Gore Vidal traduzcan una vez más la tensión regeneracionista de los escritores norteamericanos que pasaron del exilio interior al exterior, ya que desde Henry James, la mejor literatura norteamericana buscó en el exilio exterior la resolución a los problemas creados por el exilio interior, y la diáspora fue una de las características de excelentes escritores posteriores, se llamaran Eliot, Hemingway o Kerouac. No es Vidal un crítico sistemático de Estados Unidos como podría serlo un marxista o un fascista, y es la suya una mirada a la vez ilustrada y regeneracionista. ¿Cómo puede usted criticar tan duramente Estados Unidos si vive en Italia? suelen preguntarle los periodistas más patrióticos, sin atender al hecho de que vivir en Italia es como habitar en una de las provincias más singulares del mismo imperio y que en el punto de vista distanciador de Vidal influye tanto la nostalgia de la pureza constitucional del origen de Estados Unidos, de ahí sus frecuentes citas de Jefferson, como la rebeldía de un personaje singular que exige el derecho a vivir su diferencia.
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La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen
Una obra teatral que recurre al milagro como ingrediente imprescindible para una transformación. Un niño santo en un pueblo perdido. Su primera intervención paranormal desata furor y de todas partes van a suplicarle lo imposible. La transfiguración de Miguelito Pepe es un unipersonal con la dramaturgia y dirección de Martina Ansardi en el que el actor Tuco Richat se pone en la piel de varios personajes que dialogan con lo sagrado y lo profano. Este viernes 30 de mayo a las 20.30 podés ver en MU Trinchera Boutique la primera de tres funciones.
Por María del Carmen Varela.
La transfiguración de Miguelito Pepe gira en torno a un fenómeno que sucede en un pueblo norteño. Miguelito, un niño de Famaillá, se convierte de la noche a la mañana en la gran atracción del pueblo. De todas partes van a conocerlo y a pedirle milagros. En todo el pueblo no se habla de otra cosa que del niño santo, el que escucha los pedidos de quien se le acerque y concede la gracia.
La obra tiene dramaturgia y dirección de la activista y artista travesti Martina Ansardi, directora teatral, actriz, bailarina, coreógrafa y socia de Sintonía Producciones, quien la ideó para que fuera itinerante.
Se trata de un unipersonal en el que el actor Tuco Richat se luce en varios personajes, desde una secretaria de un manosanta que entrega estampitas a quien se le cruce en el camino, una presentadora de televisiòn exaltada a un obispo un tanto resentido porque dios le concede poderes a un changuito cualquiera y no a él, tan dedicado a los menesteres eclesiásticos.
La voz de la cantante lírica Guadalupe Sanchez musicaliza las escenas: interpreta cuatro arias de repertorio internacional. A medida que avanza la trama, Richat irá transformando su aspecto, según el personaje, con ayuda de un dispositivo móvil que marca el ritmo de la obra y sostiene el deslumbrante vestuario, a cargo de Ayeln González Pita. También tiene un rol fundamental para exhibir lo que es considerado sagrado, porque cada comunidad tiene el don de sacralizar lo que le venga en ganas. Lo que hace bien, lo merece.
Martina buscó rendir homenaje con La transfiguraciòn de Miguelito Pepe a dos referentes del colectivo travesti trans latinoamericano: el escritor chileno Pedro Lemebel y Mariela Muñoz. Mariela fue una activista trans, a quien en los años `90 un juez le quiso quitar la tenencia de tres niñxs. Martina: “Es una referenta trans a la que no se recuerda mucho», cuenta la directora. «Fue una mujer transexual que crió a 23 niños y a más de 30 nietes. Es una referenta en cuanto a lo que tiene que ver con maternidad diversa. Las mujeres trans también maternamos, tenemos historia en cuanto a la crianza y hoy me parece muy importante poder recuperar la memoria de todas las activistas trans en la Argentina. Esta obra le rinde homenaje a ella y a Pedro Lemebel”.
Con el correr de la obra, los distintos personajes nos irán contando lo que sucedió con Miguelito… ¿Qué habrá sido de esa infancia? Quizás haya continuado con su raid prodigioso, o se hayan acabado sus proezas y haya perdido la condición de ser extraordinario. O quizás, con el tiempo se haya convertido, por deseo y elección, en su propio milagro.
MU Trinchera Boutique, Riobamba 143, CABA
Viernes 30 de mayo, 20.30 hs
Entradas por Alternativa Teatral

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Relato salvaje guaraní: una perla en el teatro

Una actriz que cautiva. Una historia que desgarra. Música en vivo. La obra Perla Guaraní volvió de la gira en España al Teatro Polonia (Fitz Roy 1475, CABA) y sigue por dos domingos. El recomendado de lavaca esta semana.
Por María del Carmen Varela
La sala del teatro Polonia se tiñe de colores rojizos, impregnada de un aroma salvaje, de una combustión entre vegetación y madera, y alberga una historia que está a punto de brotar: Perla es parte de una naturaleza frondosa que nos cautivará durante un cuarto de hora con los matices de una vida con espinas que rasgan el relato y afloran a través de su voz.
La tonada y la crónica minuciosa nos ubican en un paisaje de influjo guaraní. Un machete le asegura defensa, aunque no parece necesitar protección. De movimientos rápidos y precisos, ajusta su instinto y en un instante captura el peligro que acecha entre las ramas. Sin perder ese sentido del humor mordaz que a veces nace de la fatalidad, nos mira, nos habla y nos deslumbra. Pregunta: “¿quién quiere comprar zapatos? Vos, reinita, que te veo la billetera abultada”. Los zapatos no se venden. ¿Qué le queda por vender? La música alegre del litoral, abrazo para sus penas.

La actriz y bailarina Gabriela Pastor moldeó este personaje y le pone cuerpo en el escenario. Nacida en Formosa, hija de maestrxs rurales, aprendió el idioma guaraní al escuchar a su madre y a su padre hablarlo con lxs alumnxs y también a través de sus abuelxs maternxs paraguayxs. “Paraguay tiene un encanto muy particular”, afirma ella. “El pueblo guaraní es guerrero, resistente y poderoso”.
El personaje de Perla apareció después de una experiencia frustrante: Gabriela fue convocada para participar en una película que iba a ser rodada en Paraguay y el director la excluyó por mensaje de whatsapp unos días antes de viajar a filmar. “Por suerte eso ya es anécdota. Gracias a ese dolor, a esa herida, escribí la obra. Me salvó y me sigue salvando”, cuenta orgullosa, ya que la obra viene girando desde hace años, pasando por teatros como Timbre 4 e incluyendo escala europea.
Las vivencias del territorio donde nació y creció, la lectura de los libros de Augusto Roa Bastos y la participación en el Laboratorio de creación I con el director, dramaturgo y docente Ricardo Bartis en el Teatro Nacional Cervantes en 2017 fueron algunos de los resortes que impulsaron Perla guaraní.
Acerca de la experiencia en el Laboratorio, Gabriela asegura que “fue un despliegue actoral enorme, una fuerza tan poderosa convocada en ese grupo de 35 actores y actrices en escena que terminó siendo La liebre y la tortuga” (una propuesta teatral presentada en el Centro de las Artes de la UNSAM). Los momentos fundantes de Perla aparecieron en ese Laboratorio. “Bartís nos pidió que pusiéramos en juego un material propio que nos prendiera fuego. Agarré un mapa viejo de América Latina y dos bolsas de zapatos, hice una pila y me subí encima: pronto estaba en ese territorio litoraleño, bajando por la ruta 11, describiendo ciudades y cantando fragmentos de canciones en guaraní”.
La obra en la que Gabriela se luce, que viene de España y también fue presentada en Asunción, está dirigida por Fabián Díaz, director, dramaturgo, actor y docente. Esta combinación de talentos más la participación del músico Juan Zuberman, quien con su guitarra aporta la cuota musical imprescindible para conectar con el territorio que propone la puesta, hacen de Perla guaraní una de las producciones más originales y destacadas de la escena actual.
Teatro Polonia, Fitz Roy 1475, CABA
Domingos 18 y 25 de mayo, 20 hs
Más info y entradas en @perlaguarani
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Fin de campaña de Adorni: crónica de un país olvidado
Todo lo que se narra a continuación sucedió mientras, en el Congreso, la policía reprimía a mansalva a jubilados, periodistas –incluido Lucas Pedulla, integrante de lavaca– y personas que se acercan a movilizarse cada miércoles. Fin.
Crónica de Franco Ciancaglini. Fotos de Sebastian Smok.


La historia comienza así: el partido del gobierno La Libertad Avanza organizó un acto de cierre de la campaña del vocero presidencial y candidato a legislador porteño Manuel Adorni, en Plaza Mitre, Recoleta.
El montaje del escenario afirma: “Adorni es Milei”.
Se espera que ambas personalidades estén y hablen hoy.
Pero falta para eso.
Media hora antes de la convocatoria, en distintas esquinas de la avenida Libertador, hay grupos de personas que, muy organizadas, esperan.
En las esquinas la mayoría va vestida de negro pero, en un acto de magia política, luego se las verá llegar a la plaza con la misma remera violeta, puesta arriba de sus verdaderas remeras o incluso de buzos y camperas.
Un notero de TN primero y luego de C5N hablaron con estas personas, que confesaron haber sido convocadas para trabajar en “prevención” bajo la promesa de una paga de 25 mil pesos.
El Whatsapp de la convocatoria, revelado a cámara por uno de ellos, decía: “Ahy (sic) un acto político de 17 a 21. 25 mil pesos. El que quiere se anota”.
Finalmente no era para prevención, sino para “presencia”.
Pero lo peor no es nada de esto, sino que finalmente no les pagaron los 25 mil, sino que quisieron darles 10 mil; ante la presión, algunos recibieron 20 y otros, nada: “Porque no me quiero poner la remera esa sucia no me quieren pagar”, denunció el más sincero ante las cámaras.
Fin.


Lo cierto es que estas columnas de unas 50 personas cada una fueron las que lograron ocupar una plaza Mitre que estaba semivacía.
Temprano, los remera violeta se negaban a hablar con la prensa, aún disciplinados por la promesa de la paga. Luego, ante la deflación de lo prometido descargaron su bronca ante las cámaras dejando en evidencia cómo trabaja el puntero Sebastián Pareja en la provincia de Buenos Aires, de donde provenían estas personas, para el cierre de una campaña porteña.
Alicia es jubilada pero no está marchando alrededor del Congreso, sino que está acá, colándose entre los violetas para saltear unas vallas y pasar más rápido hacia el sector del escenario. Hace un año y medio que se afilió al partido en la Comuna 13 Belgrano, Núñez. Habla de Milei como obnubilada, apurando su paso como ansiosa por la posibilidad de verlo en vivo. Faltan, al menos, dos horas.
Describe a Milei como un “bocho en economía” y se ríe al recordar que en la última elección, hace dos años, votó al actual jefe de gobierno, Jorge Macri. Está claro que no repetirá voto: “Está la ciudad muy abandonada. Mucho linyera, ratas por todos lados. En mis 82 años nunca había visto ratas en la ciudad”. Voto cantado: Adorni, a quien define como “alguien muy correcto”.
Sobre el otro Macri, el Mauricio, dice que “en su momento gobernó bien” pero ahora lo ve fuera de escena. No está al tanto de sus últimas apariciones contra Caputo, Karina y al propio Presidente, o no le interesan.
Alicia prefiere no hablar más y busca un lugar cerca del escenario para ver a su Presidente.


Lucía y Paula, también jubiladas, vinieron de Vicente López y prefieren mirar la escena desde atrás de todo. Es que llevan dos perritos de raza, o de diseño: Coca y Cola. ¿Qué les gusta de Milei? “Te puede gustar o no pero él habla desde el sentimiento. De lo que sentimos muchos”, dice Paula. Lucía suma: “Me gusta porque va a fondo”.
Sobre Mauricio Macri: “Yo lo voté. Ahora, de política no entiendo mucho, pero me da un poco de tristeza porque creo que tienen (con Milei) más coincidencias. Pero tiene que haber una oposición con responsabilidad. Tal vez Macri sea la oposición”.
Marta también es jubilada de 87 años bien llevados. Por qué vino acá (y no al Congreso): “Porque quiero escuchar quiero informarme quiero saber. Son tantos años de lo otro, que esto merece una oportunidad”.
Sigue sola: “El tono no me gusta. Cuando dice malas palabras es un mal ejemplo para la juventud”.
Qué le pedirías al gobierno a nivel Ciudad: “Por favor que saque las villas. La 31 es infernal”. Se pregunta y se responde: “¿Porque avanzaron tanto? Porque les han dado plata”.

¿Marra? “Sí, me gusta. Qué paso ahí, no sé. Me gusta, te soy sincera, pero ahora hay que unir fuerzas”.
¿Está de acuerdo con la medida anti-inmigratoria? “¿Vos te podés hacer ciudadano dinamarqués, o paraguayo? Acá entran todos. Los chorros, los burros. Y si no les gusta que se vuelvan a sus países”.
¿Y la pobreza? Marta cambie el eje: “Basta de decir ‘hagan lío’. Francisco se terminó. Basta de decir la iglesia de los pobres. Pepe Mujica era comunista. Se han hecho ricos con los pobres”.
Precisamente Mujica pareciera que no. Ella: “No sé. Déjame dudar. Pero basta”.
¿Qué representa para vos Mujica y qué Milei? “Apoyo a Milei y lo nuevo. Y que dios nos ayude”.
¿Y si sale mal? “Creo que ya no voy a estar con vida. Que se arreglen los que quedan”.
Fin.

A su lado hay un joven con una pala gigante. Posa sonriente para decenas de cámaras. Parece haber logrado su objetivo: llamar la atención.
Se llama Santiago y se tomó dos colectivos desde “la zona más fea de la provincia”, Florencio Varela, donde vive. Tiene 21 años, camisa manga larga a cuadros y una enorme mochila roja sobre la que ató un pañuelo celeste.
Cuenta sobre el sentido de la pala: “Hay que trabajar en este país. Nada se puede conseguir gratis. Todo es trabajo en la vida”.
De qué trabaja: “Soy Rappi y Pedidos YA”. ¿Cuánto gana? “Un poco, mi mamá me decía: muy bien Santiago, ese dinero lo sacaste de tus esfuerzos”. No dice números. Y finalmente revela que ahora ya no trabaja.
Al joven de la pala lo interrumpe Franco, otro joven, vestido de traje, que quiere sacarse una foto con el instrumento. Me da la cámara y posa de mil maneras para fotos que luego subirá a su Instagram. Franco Vera, sabré después, es un joven militante que ha irrumpido hace pocos meses en el colegio Nicolás Avellaneda de Palermo –estando él domiciliado en el conurbano- para postularse como Presidente del centro de estudiantes de la institución.
Franco Vera es de estatura pequeña pero en el debate del centro de estudiantes miró a sus contendientes de la lista oficialista, asociada al peronismo, y al ver que eran 8 personas dijo: “Yo estoy solo pero me la aguanto”. Primera gran ovación del público que recién lo conocía en un debate que ganó con comodidad con palabras clave como fútbol, Messi, Dios, diversidad.
Su lista, hasta antes del debate compuesta por él solo, se llama Ruge el cambio.

Ahora tiene una decena de seguidores, más después de su segunda jugada: hacerle una cámara oculta a la directora. En la cámara, subida a las redes, se ve cómo la mujer lo apercibe por una serie de hechos difíciles de entender desde afuera, supuestas actitudes de Franco desde que llegó al colegio. Es cierto, se lo nota sobre excitado y concentrado en su carrera estudiantil. Y si bien el video no lo muestra, él asegura que el objetivo de la directora es censurar a Ruge el Cambio para que no se presente –y gane- las elecciones del centro.
Así utilizó la cámara oculta para denunciar la censura institucional.
Su historia merece un documental aparte, que no entra en esta nota. Sobre la elección porteña, él no puede votar. Y pese a las preguntas sobre la actualidad él hablará como representante de los jóvenes de LLA en tono candidato y pedirá que sea a través de videos: “Menos Estado es menos peso al sector público. O sea… Si una persona no capacitada no nos sirve, ¿para qué lo vamos a tener como empleado? Necesitamos tener personas capacitadas. Hay que aprender en esta batalla cultural que los que nos gobiernan son personas normales, no son entes superiores, no tienen título de nobleza”.
¿Los Menem no serán parte? A Franco no le entra una bala: “Los jóvenes somos el cambio” responde en casete y mostrando su sonrisa de dientes con aparatos. Corta la charla para seguir sacándose fotos que subirá tanto a su Instagram como al de la agrupación Ruge el cambio, actividad que le sale muy bien: durante la tarde noche logrará cosechar selfies con personajes como el Gordo Dan o el diputado Martín… Menem.
Fin.




Otras celebridades que se llevan las miradas:
El Zorro con la bandera de Argentina.
Mickey Mouse con un cartel que dice “Aguante Adorni”.
Lila Lemoine vestida como playera de YPF.
Una mujer que tiene tatuada en la cara, justo arriba de su ceja, la palabra “Castrate”. Hay que acercarse bien para entender bien de qué va… o no tanto. En su cachete izquierdo amplía las siguientes consignas:
- Castrá
- Adoptá callejeritos
- Educá
- No compres
- No + piroctenia
Son tatuajes.
En la cara.
Fin.

Franco Carcedo es autor de un libro recién salido del horno que se llama Milei: Conexiones filosóficas. Lo escribió junto a su esposa en La Pampa, donde vive, de donde llegó hoy 7AM y a donde vuelve hoy mismo a las 22. Vino, además de para ver a Adorni y Milei con el objetivo concreto de vender su libro. Lleva 5 ejemplares en la mano, y cuenta que ya vendió otros 5. “Es un camión”, anuncia. Y cuenta sobre su contenido: “El libro relaciona distintos acontecimientos que sucedieron durante la vida de Javier Milei, lo que hizo y muchas veces lo que dijo y dice”. ¿Un ejemplo?
Lo que sigue es literal y no está trucado ni escrito maliciosamente: es parte del libro editado por la editorial Dunken, que cualquiera puede comprar. Dice Franco: “Cuando habla de la felicidad él sin saberlo está hablando de algo que dijo Oscar Wilde en 1888”. ¿Cómo? “Cuando Milei dice que la felicidad es no tenerle miedo a la muerte. Oscar Wilde dice algo parecido”.
La pido mejor hojear el contenido; al inicio hay dos citas. Una de Napoleón que dice: “Los hombres excepcionales son parte de un momento excepcional”. Y otra de Javier Milei: “No seré reconocido como economista sino como rockstar”. Ahí nos vamos entendiendo.

En el libro, profundiza Franco, “hay referencias a Nietzche, Maquiavelo, hay cosas de Spinoza… y la frutilla del postre”. Atención: “La cita de Wilde de la felicidad es de 1888. Milei en 1998 funda una banda que se llama Everest. ¿Sabés cuantos metros tiene el Everest? 8848.88”. Ante mi mirada atónita, Franco Carceda prosigue: “Pero hay más. El día que nació Milei se jugó un partido amistoso para homenajear a Arsenio Erico (futbolista paraguayo muy querido en Independiente). En ese partido debutan Bianchi, Carrascosa y César Laraignée. Ese día nació Milei”.
¿Y entonces? Franco Carceda repite: “El día que nació Milei ellos debutan con la casaca argentina”.
¿Pero cuál sería la conexión filosófica: “Es algo piola porque Milei es fanático de Boca y Bianchi es casi el máximo ídolo de Boca, con Riquelme y Palermo, ponele”.
Vuelvo a pedirle el libro. Sobre el nacimiento de Milei, se informa también que nació el mismo día que el guardameta ruso «Araña» Yasín (¡dos arqueros!) y que se editó un álbum del conjunto Jackson 5 de donde saltaría a la fama Michael Jackson.
Fin.


Equivalencias y bebidas.
Una señora envía videos a un grupo y le responden “como quisiera estar ahí”, “cuidate” y le ponen emojis de un león.
Una nena con la careta de Milei y una motosierra posa para las fotos mientras la mamá, al lado, tiene una careta de Adorni, un caniche y muchos pañuelos celestes atados a la mochila, como si los hubiera llevado para hacerse unos pesos.
Un remera violeta grita “viva la libertad” y otros remera violeta, alrededor, lo miran y estallan en carcajadas. Él también.
Franco Vera me contará luego, orgulloso y dolorido, que le tocó la mano a Milei pero que eso le costó que, literalmente, que los seguridad lo tiraran al piso y le pisaran la cabeza: “Estoy bendecido”.
Suena en el escenario un tema con acordes punk cuya letra asegura que Milei es “el último punk” y “el último superhéroe de la libertad”; eso significa que están al caer el Presidente y también Adorni, a quien nadie parece esperar demasiado. Menos que nadie, los remera violeta.
Aparece más allá otro contingente de remeras violetas que ahora llevan bengalas violetas y tocan bombos violetas, siguiendo a una bandera sostenida por jóvenes prolijos y sonrientes sin remera violeta.
La inscripción de la bandera en la cabecera dice «Jóvenes LLA» y otra atrás “Lugano”. La entrada es de cancha: se canta “el domingo cueste lo que cueste” y “un minuto de silencio para Macri que está muerto”.
Otro de los hits son “El que no salta es radical” y uno que cambia la palabra “Perón” por “León”.

Un hombre de 40 y pico, vestido de traje, es el que saca las canciones y agita.
Lidera a la barra hasta meterla en el centro mismo del escenario.
Mientras este cronista anota otras cosas, como la presencia de francotiradores en las terrazas de Recoleta y al lado del escenario, se ve que el hombre sale del tumulto, ofuscado.
Le han robado el celular.
Habla con una persona de seguridad, que abre las manos en señal de “no puedo hacer nada”.
El hombre está visiblemente afectado, dice “no lo puedo creer” y pide un celular para “dar de baja las tarjetas”.
Consigue una cómplice, a quien le confesará lo que él cree es la razón del robo:
-Es que está lleno de negros.
Fin.
