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Gore Vidal presentado por Manuel Vázquez Montalbán

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Gore Vidal. La escritura del exiliado interior, prólogo por Manuel Vázquez Montalbán al libro Patria e imperio selección de artículos de Gore Vidal. (editados por Edhasa, Barcelona, 2001).

José María Valverde, el poeta, catedrático e historiador literario, despacha a Gore Vidal como un escritor norteamericano, más o menos perteneciente a la generación de Norman Mailer, nacido en 1925, capaz de escribir un excelente libro, Williwaw, sobre el tema de la guerra y publicarlo en 1946, a los veintiún años de edad: «…luego se ha dedicado a versátiles experimentos de personajes extraños o remotos, en novelas históricas como Juliano (1964) o de indecente verosimilitud… Myra Breckinridge (1968) sobre una transexual…». Valverde glosa la pieza teatral de Vidal Visita a un pequeño planeta, representada en 1957, en plena década de desvelamiento de autores como Miller, Tennessee Williams o Albee.

La década de los veinte se dedicó a engendrar una pléyade de literatos norteamericanos llamados a suceder la hegemonía de la llamada «generación perdida» y si Gore Vidal como autor teatral tuvo que ganarse un espacio entre autores como los citados, en novela no lo tuvo más fácil. Son sus compañeros de promoción: Mailer, Updike, Capote, Burroughs, Bellow, Carson McCullers o Salinger. En casi todos estos novelistas domina la exposición o el análisis del conflicto entre el yo y el nosotros, entre lo subjetivo y lo objetivo y el reconocimiento melancólico de la impotencia para controlar las relaciones de dependencia, sean interpersonales, sean sociales. Gore Vidal explicita su voluntad de combate contra lo que le disgusta, no lo padece, lo convierte en un arma arrojadiza. Comparte con Mailer la voluntad de diagnóstico sobre el presente de la vida y la política norteamericana y una cierta aspiración a transgredir arremetiendo contra los tópicos del canon virtual e histórico, aunque Vidal frente a Mailer aparece más convocado por el efectismo irónico provocador que por la transgresión ensimismada que trata de convocar insumisión civil.

Nacido en NuevaYork, escritor de éxito desde los veintiún años, dedicó una parte de su producción a escribir novelas policíacas con el seudónimo Edgar Box, exceso paracultural que no se hubieran atrevido a asumir otros escritores de cejas altas, como no hubieran osado presentarse como candidatos demócratas al Congreso en 1960. Gore Vidal lo hizo, consiguió 70.000 votos más que el futuro presidente Kennedy, y utilizó la experiencia para escribir una farsa teatral, The best man (1963), y algún ensayo recogido en sus compilaciones continuadas. El análisis del poder y sus excesos constituye una de las materias primas de este escritor, así como la defensa de la homosexualidad, a veces en directo, otras mediante la satirización de la cultura reproductiva y la moral de las apariencias: City and the Pillar (1948) o Myra Breckinridge (1968) o el libro Pink Triangle and Yellow Star and Other Essays (1982).

A pesar de esta militancia por la homosexualidad, el imaginario de Gore Vidal que se tiene en todo el mercado literario universal está muy condicionado por Raquel Welch. La presentada como sex symbol femenino máximo después de la muerte de Marylin Monroe fue la intérprete de la versión cinematográfica de Myra Breckinrídge y un factor importante para conseguir transmitir a millones de espectadores de todo el mundo la propuesta ambigua de la novela y el nombre de su autor. Su literatura va por un camino diferente de la calificada como comprometida y podría connotarse como literatura de intervención, condicionada por las provocaciones directas del desorden de las conductas, disfrazado de orden por el establishment, aunque a veces el autor recurra a la fabulación de personajes históricos, pero siempre con la voluntad de llamar la atención sobre algo que le provoca y le obsesiona en la contemporaneidad. Esta escritura de intervención es un valor obvio ya añadido a la propuesta literaria, y tal vez por eso Vidal padece la maldición de lo pretextual, es decir, ser leído desde una información previa sobre la finalidad denunciatoria o concienciadora de su escritura. Si esta característica de Vidal se percibe en sus novelas o en sus piezas teatrales, son casi consustanciales a sus ensayos que, desde Rocking the boat (1962) hasta compilaciones publicadas treinta años después, nos lo revelan como un formidable expositor de agravios y de crítica a la sociedad norteamericana, crítica ejercida hasta el punto de su larga residencia en Italia, a la manera de los exiliados morales de la generación perdida y que ha provocado que muchas veces los periodistas norteamericanos le hayan preguntado: «¿Cómo puede usted decir cosas tan terribles de Estados Unidos viviendo en Italia?» Vidal suele responder que paga sus impuestos en Estados Unidos y que el cincuenta por ciento de lo que gana contribuye, por ejemplo, a pagarle el sueldo al general Brown del Pentágono, estadista y militar, así como celoso estudiante del panfleto antijudío El protocolo de los sabios de Sión.

Estamos en presencia de Patria e Imperio, selección de siete ensayos políticos a cargo de Eduardo Iriarte Goñi, que alcanza escrituras de Vidal hasta de 1994 y por lo tanto un balance suficiente de sus obsesiones y su estrategia expositora: El estado de la Unión, 1975, El estado de la Unión, 1980, La segunda revolución americana, El día en que el imperio americano se quedó sin gasolina, El Estado para la Seguridad Nacional, Patriotismo, La unión del Estado. En cada uno de estos ensayos hay ideas fuerza dominantes y en todos ellos queda implícita o explícita la obsesión dominante en Gore Vidal: la crítica de la democracia norteamericana y el papel de Estados Unidos en el mundo, sea según la tónica de los McKinley y Theodore Roosevelt a fines del siglo XIX, sea según el espíritu de Guerra Fría contra la URSS que iniciara un presidente en teoría tan anodino como Harry Truman. Si se lee el primer ensayo propuesto, El estado de la Unión, 1975, se toma contacto con el estilo de Vidal desde siempre y para siempre. Recoge sus experiencias como conferenciante por diferentes lugares de Estados Unidos predicando contra el doble orden establecido, la doble verdad y la doble moral: «…cerca del ochenta por ciento de la actividad policial en Estados Unidos tiene que ver con la regulación de nuestra moral privada. Con eso me refiero a controlar lo que bebemos, comemos, fumamos y nos metemos en vena: por no hablar de regular con quién y cómo mantenemos relaciones sexuales, con quién y cómo nos acostamos. De resultas de ello nuestra policía se encuentra entre las más corruptas del mundo occidental». Provocador donde los haya, pero moviendo con solvencia la brida del sentido del humor, Vidal es capaz de proponer la liquidación de la brigada antivicio, legalizar el juego, también las drogas siempre que se vendan previa receta médica y a precio de coste, revisar la política imperial que empezó con la anexión virtual de Cuba y la factual de Filipinas: «El pueblo filipino no quería que lo gobernáramos, de modo que matamos a tres millones de filipinos, el mayor acto de genocidio hasta Hitler». Al tiempo que Gore Vidal nos explica cómo se bombardea a un público adicto o no, revela sus trucos y en ocasiones sus angustias de profeta. Por ejemplo, cuando en una conferencia está cuestionando el derecho social a tener muchos hijos, introduce la reflexión: «Recurro al truco barato de sacar a colación a la señora Burton para mitigar la tensión que se está creando. La mayor parte del público cree en el derecho a tener cuantos hijos le parezca y que limitar la población por ley resulta una imposición terrible…», apenas un breve descanso para dejar al público K.O. al decirles que probablemente el fascismo sólo aparece como una palabra sin sentido para cualquier norteamericano, pero el concepto real, añade, está presente en Estados Unidos y con su intento de dominación mundial está frenando o usurpando libertades reales en todo el mundo.

Si de la lectura del primer trabajo ofrecido se pueden extraer las constantes de Vidal, más interesante me parece, en éste y en los demás ensayos, el inteligente juego que establece entre lo que afirma y cómo
razona o relativiza lo que afirma en función de lo que considera que haya podido metabolizar la conciencia de sus receptores. Es como si estuviera construyendo un discurso sin dar concesiones, pero teniendo en cuenta, sobre la marcha, el feedback que supone en el sujeto cocreador, el público. Vidal ensaya sus trucos y nos explica la eficacia de la compensación mediante alivios retóricos como la ironía y la búsqueda de la complicidad in situ con el receptor. Vayámonos del primer trabajo antologado al último, que se titula precisamente La unión del Estado, puesto que el autor explica que si ha escrito con tanta abundancia sobre el estado de la Unión, es legítimo que ahora lo haga sobre la unión del Estado, proposición que podría llevarnos a la perplejidad tras comprobar el radicalismo crítico antiestatalista, entre el anarquismo y Jefferson, que connota la ideología de Vidal. No. Gore no se ha vuelto estatalista, al contrario, ofrece como una posible solución a los problemas de Estados Unidos la descapitalización de Washington y dispersar los centros de poder para acercarlo a la ciudadanía. Llega a proponer la supresión del impuesto sobre la renta y de Washington como capital federal, y transmitir la responsabilidad de cómo administrar lo recaudado desde las regiones autónomas. El título del artículo se convierte en un bumerán, porque Vidal descalifica la posibilidad de esa Unión de Estado que sólo se ha conseguido, históricamente, mediante la fuerza, desde el principio de que el Estado es quien tiene el monopolio de la violencia.

En este último artículo de la antología, Vidal reseña que los tres candidatos a la presidencia de Estados Unidos en las elecciones de 1992, Clinton, Bush y Perot, han utilizado ideas suyas sobre el Estado y sobre la necesidad de relativizar el papel centrípeto de Washington. Algún candidato así lo ha reconocido y el autor lo administra en parte para dudar de la eficacia de sus ideas cuando son utilizadas como retórica para alcanzar el poder. Vidal se agarra al clavo ardiendo de la descentralización, utilizando a Jefferson como su profeta particular y entregándose a la esperanza de que «alguna vez veremos algo parecido a una democracia en nuestra sección de Norteamérica; tradicionalmente siempre hemos sido una república gobernada de arriba abajo por el dinero, pero, al menos, dentro de las regiones habrá más diversidad de la que hay en la actualidad y, sobre todo, el pueblo tendrá por fin la sensación de que ya no es víctima de un gobierno lejano, sino que tanto él como sus impuestos están por fin en casa». De la obsesión del dinero como factótum de poder operante de arriba abajo pasaríamos a la del dinero como posible factótum de libertad operante de abajo arriba. ¿Se pueden hacer experimentos con cosas tan serias como el dinero, sobre todo dentro de una sociedad construida según las pautas del capitalismo punta? Tal vez estas visiones un tanto desterradas de Gore Vidal traduzcan una vez más la tensión regeneracionista de los escritores norteamericanos que pasaron del exilio interior al exterior, ya que desde Henry James, la mejor literatura norteamericana buscó en el exilio exterior la resolución a los problemas creados por el exilio interior, y la diáspora fue una de las características de excelentes escritores posteriores, se llamaran Eliot, Hemingway o Kerouac. No es Vidal un crítico sistemático de Estados Unidos como podría serlo un marxista o un fascista, y es la suya una mirada a la vez ilustrada y regeneracionista. ¿Cómo puede usted criticar tan duramente Estados Unidos si vive en Italia? suelen preguntarle los periodistas más patrióticos, sin atender al hecho de que vivir en Italia es como habitar en una de las provincias más singulares del mismo imperio y que en el punto de vista distanciador de Vidal influye tanto la nostalgia de la pureza constitucional del origen de Estados Unidos, de ahí sus frecuentes citas de Jefferson, como la rebeldía de un personaje singular que exige el derecho a vivir su diferencia.

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Pablo Grillo: llaman a indagatoria al gendarme Guerrero a seis meses de un disparo criminal

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El 2 de septiembre el gendarme que disparó una granada de gas lacrimógeno por fuera de todos los protocolos de la fuerza deberá comparecer ante la justicia. La decisión la tomó la jueza María Servini de Cubría más de cuatro meses después del hecho. Pablo Grillo luchó por su vida, perdió masa encefálica y hoy se encuentra en plena rehabilitación. Todo lo que deberá explicar Héctor Guerrero y que implica a su principal defensora y la responsable de la violencia estatal: Patricia Bullrich.

Por Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Cuatro meses y una semana pasaron desde el miércoles 12 de marzo. Ese día, durante otra violenta represión a la marcha de jubilados y jubiladas, el Gendarme Héctor Guerrero le disparó fuera de toda legalidad una granada de gas lacrimógeno al reportero gráfico Pablo Grillo, cuyo impacto casi lo mata, y por el que perdió parte de la masa encefálica, estuvo casi tres meses internado en terapia intensiva en el Hospital Ramos Mejía y por el que hoy continúa en proceso de rehabilitación. Cuatro meses y una semana pasaron hasta hoy, lunes 21 de julio, en el que la jueza María Servini citó a indagatoria al gendarme, autor material de lanzamiento, para el próximo 2 de septiembre.

Es decir: entre la ejecución y la audiencia habrán pasado 131 días, casi seis meses, casi medio año. 

El camino de la in-justicia

En un primer momento, la jueza había rechazado el expediente y el caso había pasado al Juzgado Federal N° 12, donde tramitaba otra denuncia por los mismos hechos. Como ese juzgado estaba vacante y subrogado por Ariel Lijo, quien también se declaró incompetente y declinó la competencia, el expediente regresó al Juzgado N° 1 el 28 de marzo y la jueza Servini lo tiene en sus manos desde el 10 de abril, a la vuelta de una licencia. 

La cronología detalla el tiempo que una familia debe atravesar para exigir justicia por un hecho de violencia estatal: desde el 21 de marzo en que el papá, la mamá y el hermano de Pablo se presentaron en la causa como querellantes, solicitaron se llame a Guerrero a declarar “en calidad de imputado, por tentativa de homicidio agravado por abuso funcional, abuso de autoridad e incumplimiento de los deberes de funcionario público”. Pero no hubo respuesta. Por eso, el 6 de junio, reiteraron el pedido con estos argumentos: “Desde el inicio de la investigación, todas y cada una de las pruebas recabadas por el Juzgado corroboran lo que planteamos en nuestra querella del 21 de marzo: el cabo primero Héctor Jesús Guerrero de la Gendarmería Nacional Argentina fue el autor del disparo de la pistola lanzagases que hirió de gravedad a Pablo Grillo el 12 de marzo a las 17.18hs”. Y agregaron: “En el pedido que presentamos ante la jueza Servini ofrecemos una descripción de los hechos y un análisis pormenorizado de los elementos de prueba existentes hasta el momento”.

Y no hubo dos sin tres: el 15 de julio se le volvió a exigir al Juzgado que lo cite a Guerrero. 

Y la tercera fue la vencida: este lunes, Servini citó a prestar declaración indagatoria al cabo Guerrero como autor del disparo con cartucho de gas lacrimógeno calibre 38mm que impactó en la cabeza de Pablo Grillo. La audiencia será el 2 de septiembre a las 10. 

Guerrero es el primer efectivo formalmente imputado en la causa por el operativo policial del 12 de marzo. 

Desde la querella informaron: “El juzgado ordenó la realización de una pericia balística a cargo de la División Balística de la Policía de la Ciudad para reconstruir con el mayor nivel de precisión técnica posible el disparo que hirió de gravedad a Pablo. Si bien la jueza consideró que ya existen elementos de prueba contundentes respecto de la responsabilidad de Guerrero para esta instancia, sostuvo que la pericia es necesaria para afianzar la reconstrucción de la dinámica del hecho”.

 La pericia tendrá como objetivos precisar:

-La trayectoria y velocidad del proyectil que impactó en la cabeza de Pablo Grillo;

-La posición del arma al momento de efectuarse el disparo y el ángulo de salida del proyectil; 

-Analizar si el proyectil impactó previamente contra otra superficie, y si eso alteró su dirección o energía.

-Las ubicaciones de Grillo y de Guerrero al momento del disparo.

El juzgado también ordenó, previo a la pericia, una inspección en el lugar del hecho (la esquina de Hipólito Yrigoyen y Solís) que incluirá un relevamiento fotográfico terrestre y aéreo y la elaboración de un croquis detallado de la escena. 

Además, le prohibió a Guerrero la salida del país.

Compartimos el perfil de Pablo que realizamos en la edición 203 de MU.

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De la idea al audio: taller de creación de podcast 

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Todos los jueves de agosto, presencial o virtual. Más info e inscripción en [email protected]

Taller: ¡Autogestioná tu Podcast!

De la idea al audio: taller de creación de podcast 

Aprendé a crear y producir tu podcast desde cero, con herramientas concretas para llevar adelante tu proyecto de manera independiente.

¿Cómo hacer sonar una idea? Desde el concepto al formato, desde la idea al sonido. Vamos a recorrer todo el proceso: planificación, producción, grabación, edición, distribución y promoción.

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Contenidos:

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  • Producción periodística, guionado y realización sonora. Estrategias de publicación y difusión.
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Modalidad: presencial y online por Zoom
Duración: 4 encuentros de 3 horas cada uno
No se requiere experiencia previa.

Docente:

Mariano Randazzo, comunicador y realizador sonoro con más de 30 años de experiencia en radio. Trabaja en medios comunitarios, públicos y privados. Participó en más de 20 proyectos de podcast, ocupando distintos roles de producción. También es docente y capacitador.

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Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

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Hoy se cumplen 23 años de los asesinatos de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki que estaban movilizándose en Puente Pueyrredón, en el municipio bonaerense de Avellaneda. No eran terroristas, sino militantes sociales y barriales que reclamaban una mejor calidad de vida para los barrios arrasados por la decadencia neoliberal que estalló en 2001 en Argentina.

Aquel gobierno, con Eduardo Duhalde en la presidencia y Felipe Solá en la gobernación de la provincia de Buenos Aires, operó a través de los medios planteando que esas muertes habían sido consecuencia de un enfrentamiento entre grupos de manifestantes (en aquel momento «piqueteros»), como suele intentar hacerlo hoy el gobierno en casos de represión de sectores sociales agredidos por las medidas económicas. Con el diario Clarín a la cabeza, los medios mintieron y distorsionaron la información. Tenía las imágenes de lo ocurrido, obtenidas por sus propios fotógrafos, pero el título de Clarín fue: “La crisis causó 2 nuevas muertes”, como si los crímenes hubieran sido responsabilidad de una entidad etérea e inasible: la crisis.

Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

Darío Santillán.

Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

Maximiliano Kosteki

Del mismo modo suelen mentir los medios hoy.

El trabajo de los fotorreporteros fue crucial en 2002 para desenmascarar esa mentira, como también ocurre por nuestros días. Por aquel crimen fueron condenados el comisario de la bonaerense Alfredo Franchiotti y el cabo Alejandro Acosta, quien hoy goza de libertad condicional.

Siguen faltando los responsables políticos.

Toda semejanza con personajes y situaciones actuales queda a cargo del público.   

Compartimos el documental La crisis causó 2 nuevas muertes, de Patricio Escobar y Damián Finvarb, de Artó Cine, que puede verse como una película de suspenso (que lo es) y resulta el mejor trabajo periodístico sobre el caso, tanto por su calidad como por el cúmulo de historias y situaciones que desnudan las metodologías represivas y mediáticas frente a los reclamos sociales.

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