CABA
Hola Pajarito
Un flamante mito urbano, surgido un sábado frío de agosto, sostiene que falleció Rogelio García Lupo, Pajarito, uno de los grandes periodistas que ha dado este oficio tantas veces infausto, y algunas veces maravilloso. Pero en lugar de los clásicos «adiós», o “hasta siempre”, tal vez convenga decir “hola”, como un gesto en defensa propia que permita conocer y reconocer su trabajo, sus ideas y sus andanzas.
La noticia parece confirmar cierta estadística que nos confió hace muchos siglos una maga llamada María Elena Walsh: “Muere mucha gente buena, pero pocos hijos de puta”. Pajarito, que en noviembre debería cumplir 85 años, era poseedor de tecnologías escasas en el gremio: humor, seriedad, talento, profundidad, generosidad, estilo. Nos honró como lector de Mu, pero mucho más, y desde mucho antes, nos honró con su afecto. Aquí, la nota que hicimos con él en 2009: la publicamos hoy para celebrar una vida y, quién sabe, para escaparle al frío.
Diario sin motocicleta
Testigo de la historia en tiempo real, formó parte del grupo de jóvenes que ingresó al nacionalismo, pasó por la Cuba revolucionaria, y se conmovió con el peronismo en resistencia. Ese fue el trayecto que Rogelio “Pajarito” García Lupo compartió con Rodolfo Walsh, su amigo, a quien recuerda como un periodista ético e interesado en temas que los medios ignoraban. Perón, Frondizi, Scalabrini Ortiz, John William Cooke, Jauretche, la noche del 17 de octubre, lo que los jóvenes nacionalistas pensaban de Evita, Jorge Masetti, Operación Masacre, Héctor Ricardo García, el Che Guevara, García Márquez, el diario de la CGT de los Argentinos… algunos de los nombres y temas en esta recorrida por la vida de un maestro. Por Sergio Ciancaglini.
Hay un periodista que vive.
Sé qué es lo que consigue atraerme en esa historia difusa, lejana, erizada de improbabilidades. Rogelio García Lupo mira desde atrás de sus cejas, que caen sobre esos ojos cómplices que han seguido la historia en tiempo real. Va a hablar sobre Rodolfo Walsh, y sobre él mismo. Cada uno decidirá en qué medida va a hablar sobre una historia que nos toca, nos acaricia o nos golpea a todos.
Nació en 1931. Walsh en el 27. En 1944, cuando Rogelio estaba en 1º año y Walsh en 5º, se conocieron en las reuniones de una de las organizaciones más estridentes de la derecha, la Alianza Libertadora Nacionalista. “Había una inyección de juventud producto de la crisis mundial, la guerra, el interés por la política. En el 45 el nacionalismo llenaba el Luna Park con 25.000 personas. Y los partidos de la Unión Democrática marchaban con grandes retratos de Churchill, Roosevelt y Stalin. Los aliados que habían ganado la guerra traían el triunfo de la democracia, con el comunismo adentro. La Alianza era antibritánica, y tenía un núcleo de irlandeses y descendientes –más antibritánicos todavía- entre los que estaban Walsh y tipos peligrosos como Guillermo Patricio Kelly”. El niño Rogelio miraba asombrado, por ejemplo, a un personaje apodado El Capitán que narraba sus peripecias con Pancho Villa en México: “Contaba cómo habían invadido Estados Unidos, nosotros escuchábamos embelesados”. Muchos los consideraban fascistas: “Había fascistas sin duda, con ideología elaborada, y gente joven que no lo era, pero estaba contra el capitalismo y el comunismo. Era un ideario no muy democrático, más bien autoritario. Un punto clave era el neutralismo con relación a la guerra, idea en la que se encuentran los nacionalistas no fascistas, pero también gente de izquierda y de FORJA”.
FORJA, el grupo de jóvenes radicales yrigoyenistas creado por Arturo Jauretche tenía un lema: los argentinos queremos morir aquí. “Pero la Liga Obrera Revolucionaria Troskista que presidía Liborio Justo planteaba algo parecido. Liborio me ha contado que ellos planteaban no ir a la guerra, pero sí jugarse la vida por la revolución social”. En la ALN el adolescente Rogelio conoció a dos chicas cuyos novios de entonces militaban allí, Silvina Bullrich y Beatriz Guido. Con Walsh, un joven flaco de anteojos, se empezaban a reconocer en los actos. “Nos tratábamos de usted. Hola compañero, hola camarada”. El flujo de la época les hizo dirigir la atención hacia la figura de Juan Domingo Perón. “Pero para decírtelo brevemente, nos gustaba el coronel Perón, y no nos gustó el general Perón”. El coronel fue preso en 1945 y se produjo el 17 de octubre. Gente pobre, obreros, trabajadores cruzando el Riachuelo. No se trató de multitudes de leyenda, pero aquella movida cambió la historia al poner en el centro, frente al poder, a los nuevos protagonistas de la política: “Serían unas 25.000 personas. Nosotros, los nacionalistas, fuimos desde Belgrano en tranvía. Después ocurrió el tiroteo del diario Crítica, las balas rompieron vidrieras, nos estábamos desbandando, y nos metimos en Las Delicias, una bombonería frente al Castelar Hotel. Nos quedamos escondidos hasta las 6 de la mañana, cuando el ejército nos hizo salir. Pasamos la noche comiendo bombones de fruta”. Tras esa jornada entre las masas y las masitas, Perón fue liberado y en febrero de 1946, ya era el general que ganó las elecciones a presidente.
El entusiasmo por Perón se les esfumó rápido. “En el 47 se suscribieron las actas de Chapultepec, todo un acercamiento a Estados Unidos, restricciones a la soberanía nacional. Fuimos a protestar al Congreso y nos metieron a todos presos”. Eran unos 150, los pusieron en un patio interno del propio Congreso. Llegó un diputado para saludarlos: “Era un flaco vestido de negro, John William Cooke, que venía de una formación también nacionalista y después sería el Gordo Cooke, ya como delegado de Perón y nexo con la revolución cubana”. Otro que se acercó a los jóvenes antinorteamericanos fue Arturo Frondizi. “Todo era interesante” dice Rogelio.
Muchos de sus amigos y compañeros de andanzas ya eran empleados públicos. ¿Hoy se hablaría de cooptación? “Sí, cooptados, no sé si resignados, pero haciendo un esfuerzo por defender lo que para nosotros era indefendible”. Hubo un tiempo de dispersión que incluyó a varios de los que no se resignaban a ese peronismo que acaso estaba en su mejor momento. La ALN desbarrancó entre los que se convirtieron en empleados públicos, y el ingreso del sector fascista conducido por Guillermo Patricio Kelly al ministerio del Interior que manejaba Ángel Borlenghi. “Se convirtió en una oficina del ministerio, con empleados a sueldo, una institución no sé si parapolicial, pero sí parapolítica”.
Rodolfo y Rogelio se encontraban de vez en cuando “sabiendo que esa película no era para nosotros”. No eran gorilas, pero eran antiperonistas. ¿Cuál era, por ejemplo, la percepción sobre Evita, la mujer del puño crispado? “Yo tenía la idea de que esta señora hacía un tipo de filantropía propia de lo que mi abuelo contaba que hacían los conservadores en la provincia de Buenos Aires. Mi abuelo había sido boticario en Avellaneda. Conocía el mundo de Alberto Barceló. Veía a Eva como una prolongación de los conservadores. Para mí era un paternalismo llevado a un nivel inaceptable, y también Rodolfo la veía así”.

Evita, Jauretche y Gelbard
Eva muere en 1952. Rogelio fue exonerado como escribiente de Tribunales por no usar la corbata de luto. Simultáneamente iban conociendo a otras personas que pensaban parecido, y que aún no eran calles: Raúl Scalabrini Ortiz y Arturo Jauretche, por ejemplo. “Eso me motivó un realineamiento, una nueva visión del nacionalismo como cosa democrática. Pero además, eran esas personas de conducta. Scalabrini Ortiz vivía modestamente. Y Arturo también aunque tenía más dinero porque su mujer era una heredera. La honradez tenía mucha importancia para nosotros, porque el peronismo de pronto se encontró reproduciendo lo que se había criticado de la década infame”. Jauretche venía siendo perseguido por Evita. “Ella pensaba, y supongo que Perón también, que al respaldar al coronel Domingo Mercante (gobernador bonaerense) como candidato a vicepresidente, Jauretche planteaba una sucesión que no pasaba por Eva, lo cual era cierto. Jauretche creía que colocar a Eva en la fórmula traería un inevitable golpe militar. Terminó dejando la presidencia del Banco Provincia”.
Rogelio, echado por el peronismo, recaló en dos revistas peronistas. De abogado en potencia, a periodista. Trabajó en Continente y en Opinión Económica, órgano de la Confederación General Económica que acababa de fundar José Ber Gelbard (que sería ministro de Economía en 1973). Rogelio hizo campaña contra los contratos petroleros con la California Standard Oil acompañando a Adolfo Silenzi de Stagni (hombre de batirse a duelo defendiendo ideas como la de la soberanía sobre los recursos naturales). Rogelio fue preso en 1955. Después de un mes en Devoto, Gelbard pidió por García Lupo al ministro Borlenghi: “Que se quede un poco más. La cárcel educa a los jóvenes” fue la respuesta. Rogelio ríe: “tenía razón, me tocó estar preso con los comunistas y pude hacer una cantidad de amigos”.
Tanto Walsh como García Lupo apoyaron el golpe de 1955. “Rodolfo estaba influido por el hermano, que era oficial de la Armada y estaba en la conspiración contra Perón”. Las revistas peronistas cerraron, Rogelio entró a Noticias Gráficas, su primera experiencia en diario, en el que ubicó a Osvaldo Bayer –con quien habían hecho una amistad epistolar- como corresponsal en Berlín. Recupera la relación con otro amigo de la ALN, Jorge Masetti. Se sistematizó un lugar de encuentro, el bar La Paz de avenida Corrientes. “Íbamos nosotros, el periodista peronista, Rubén Arbo y Blanco, y como al lado estaba la revista Así, venía Héctor Ricardo García, que nunca consumía nada. Sólo escuchaba”. Discutían sobre periodismo, libros, películas, todas cosas que parecen esfumadas en etapas más actuales del trabajo de prensa: “Esta es una época cínica”.
Walsh en 1957 comienza el trabajo y la experiencia de Operación Masacre. “En realidad yo iba enterándome del trabajo a medida que se publicaba en las revistas. Rodolfo estaba en pareja con Estela Poupée Blanchard que era muy amiga mía, así que nos veíamos mucho”. Operación Masacre sólo pudo ser publicada en el periodismo nacionalista (Mayoría) y la primera edición la realizó otro hombre de la derecha, Marcelo Sánchez Sorondo. “También publicó algunas notas Leónidas Barletta en Propósitos, periódico paralelo del Partido Comunista. Es muy difícil explicar estas cosas a los que hacen investigaciones sobre los orígenes ideológicos de Rodolfo, pero era lo que pasaba”. A Rodolfo le interesaba publicar lo que estaba denunciando, y valoraba a quien se animara a hacerlo.
¿Cuánto de raciocinio metódico, cuánto de primicia, y cuánto de sensibilidad por las víctimas hubo en Operación Masacre? “Creo que lo principal fue su emoción frene a una gran injusticia. Un gran tema periodístico, y un gran tema ético”. Walsh se encontró con uno de los sobrevivientes de los fusilamientos de José León Suárez, y vio las cicatrices: “Me sentí insultado” escribiría luego. Rogelio: “Le hizo tomar una posición, pero además cortó cualquier expectativa que pudiéramos tener en la Revolución Libertadora. Los fusilamientos te hacían reencontrar con la historia argentina del siglo XIX, la violencia expuesta a lo bestia”.
¿Querés conocer al Che?
El curso acelerado sobre decepciones continuó con la llegada de Arturo Frondizi al poder. Rogelio trabajó para esa campaña, también Jauretche. García Lupo y Walsh se dedicaron juntos al trabajo con la comisión parlamentaria que investigó el crimen de un abogado, historia que merece todo un capítulo aparte y que Walsh transformó en libro: El caso Satanowsky.
Jorge Masetti fue a La Habana como enviado de Radio El Mundo, logró subir a la Sierra Maestra. Entrevistó a Fidel Castro y a Ernesto Guevara. Masetti había trabajado para el peronismo, que había creado Agencia Latina. El Che había trabajado para la misma agencia como fotógrafo de los Juegos Panamericanos de México. Masetti y Guevara criaron una amistad y una idea inspirada en la Agencia: Prensa Latina. La toma del poder fue en 1959, Masetti viajó a La Habana y volvió con la misión de formar un equipo para la agencia. Lo planteó en la mesa de La Paz. “Los peronistas de la mesa decían. Esos barbudos son todos gorilas, y ustedes que los defienden también. Claro, la revolución había sido aplaudida por La Prensa y por La Nación. Pero Masetti decía que la revolución era nacionalista y democrática. Y los comunistas estaban en contra”. El embrollo absoluto: “Lo que pasa es que Fidel venia de la falange española, y nosotros de la ALN, había amplias posibilidades de entenderse”.
Rogelio vivió en La Habana con Rodolfo y Poupée. “Fue una etapa muy atractiva, trabajábamos mucho y siempre había algo de qué maravillarse”. Rogelio había llegado junto a Carlos Infante, propietario de Radio Rivadavia. “Me instalé en lo de Rodolfo y al rato me llama Infante. ¿Querés conocerlo al Che? A la medianoche te paso a buscar. Fuimos al ministerio de Industria. Infante llevaba una bolsa. La puso arriba del escritorio. Eran cinco kilos de yerba Flor de Lis que la hermana de Infante le mandaba a Guevara. Nos quedamos hablando hasta las cuatro de la mañana”. ¿Primera impresión? “El Che era amable, seductor. Un argentino de clase alta bien educado y muy cálido. Totalmente igualitario, conversabas como charlamos vos y yo ahora. Creo que hablamos de las idas y venidas de los militares en el continente. Era un tipo con una atracción imposible de resistir, y convencido de que estaba embarcado en una revolución más allá de Cuba”. El Che no andaba con boina. “Mucho calor, imaginate, la boina era para los viajes a Praga. Venía siempre a Prensa Latina a informarse y charlar un poco”.
Se ha conocido cierto tono pasional con que Walsh describe a La Habana, y sus contactos a veces como prostituyente con mujeres cubanas. Rogelio elige la elegancia: “Bueno, Poupée a veces viajaba”.
Conocieron a Fidel en el centro de una especie de planicie blanca, como nevada. “Había estallado un polvorín, fuimos con Rodolfo, y cuando llegamos todo era blanco. En el medio estaba Fidel con el hermano de Camilo Cienfuegos, caminamos hacia ellos y Fidel nos empezó a gritar: ¡no enciendan candelas! Si prendíamos un fósforo íbamos a parar al Océano Pacífico”.
La vida cubana empezó a tornarse políticamente pesada. “Tomaban fuerza los comunistas y se creó una situación donde el Che era incómodo, con un proyecto continental que no encajaba con lo que quería la Unión Soviética. Al Che era difícil limarlo. Era un intocable. Pero Prensa Latina era un lugar de poder que el Partido Comunista quería controlar. Eso no tenía solución, porque además en la interna podían decirte, fatalmente: oye chico, tú eres extranjero. Creo que fue algo que a la larga funcionó también contra el Che. Me volví en octubre del 60. En marzo siguiente volvió Rodolfo. Masetti ya no estaba en la agencia, reemplazado por un español que era un soldado del PC que ordenó incinerar todo el archivo de los dos años de trabajo. Eso enfureció al corresponsal en Nueva York, Gabriel García Márquez. El español hacía higiene ideológica. Pero fue una operación doble, donde también los comunistas argentinos operaban contra el Che”.

Los muchachos peronistas
García Márquez ha elogiado a Walsh por su descubrimiento de las claves secretas de los mensajes del gobierno de Guatemala al de Estados Unidos, para coordinar acciones contra Cuba. De vuelta en Argentina, Walsh publicó una nota –y las claves- en Che, revista que dirigían Pablo Giussani y Julia Chiquita Constenla. Rogelio viajó a Punta del Este en 1961 a la reunión de la OEA con Jacobo Timerman, enviados ambos por Alejandro Romay de Canal 9. Allí se reencontró con Guevara, que confundió a Rogelio con Rodolfo y le dijo con más ánimo de broma que de reproche: “Este melenudo nos echó a perder una clave muy bonita que teníamos”. Rogelio advierte: “Yo tenía pelo en esa época”.
En tiempos de Onganía, Rogelio fue prohibido y trabajó en lo que consideraba su segundo oficio: la publicidad. “En 1968 Rodolfo hizo un viaje a Europa y cuando volvía, en Madrid, pudo ir a visitar a Perón, quien lo presentó con Raymudo Ongaro, de los gráficos, y creador de la CGT de los Argentinos. Nació la idea del semanario CGT de los Argentinos”. Walsh había sufrido una transformación a partir de Operación Masacre. ¿Se había incorporado al peronismo? “Yo creo que nuestra generación ya no estaba para meterse en el peronismo. Pero mucha gente que venía de la Federación Juvenil Comunista apareció cantando la marcha peronista porque era una estrategia de entrismo político”. ¿Fue el caso de Rodolfo? “Fue más bien la idea de contribuir a un proceso donde, confirmando la heterogeneidad ideológica del peronismo, se podía empujar en la misma dirección sin mezclarse demasiado”. Rogelio se levanta, busca y entrega para publicar en Mu sus ejemplares originales del semanario. “Rodolfo me llamó a mí, y a Horacio Verbitsky. No había que uniformizar el estilo. Cada uno escribía como quería, pero lo más claro posible, nadie quería pasar por intelectual y la idea era llegar a los trabajadores”. No había jerarquías en el grupo. “Todos escribíamos, titulábamos, o llevábamos paquetes de periódicos si hacía falta”. Eran tiempos de dictadura, y de internas gremiales feroces, donde del otro lado rugía el metalúrgico Augusto El Lobo Vandor. Walsh, denunció al vandorismo en el periódico, en una serie de notas que culminaron en otro libro, ¿Quién mató a Rosendo? Por lo tanto a veces iba armado al taller. Cuando el semanario, tras 50 números de 35.000 ejemplares cada uno, fue prohibido por los militares, el grupo decidió editarlo clandestinamente. “Yo todo esto lo hacía gratuitamente, así que iba muy trajeado desde mi trabajo publicitario, al taller clandestino que me había recomendado Jorge Abelardo Ramos. Hicimos cinco números clandestinos, de mil ejemplares cada uno. Era simbólico, para demostrar que podíamos eludir la prohibición”. ¿Por qué la decisión de entrar al semanario? “Y… era muy interesante estar ahí, pese a todos los problemas”.
Rogelio traza un retrato de su amigo Walsh “Un tipo discreto. No le gustaba demasiado exteriorizar sus estados de ánimo. Era muy fácil convivir y trabajar con él. Te imaginás que en La Habana uno se podía levantar con cara de palo, pero con él era todo llevadero. Yo lo veía como un tipo muy abierto. No sé cómo lo verían los demás. Leía mucho, pero siempre pensando que podía servirle para el trabajo, más que por placer. Tenía un humor irlandés, muy irónico, pero además tenía un nivel cultural superior al medio. En Cuba fue a entrevistar a Ernest Hemingway, porque era el único que podía hablar en inglés con él. Se formaba pensado en su inserción posterior en el mercado de trabajo”.
Rogelio pasó a Primera Plana en 1970 firmando con seudónimo porque seguía prohibido, y Walsh se acercaba cada vez más al Peronismo de Base que había creado Ongaro, luego a la Juventud Peronista, y a Montoneros. “Yo intuyo que debe haberle influido la decisión de su hija Vicky de participar en política. No digo que haya sido determinante, pero la idea de acompañar a la juventud tenía que ver con que en esa juventud estaba su propia hija”. Para Rogelio, había otro razonamiento en la propuesta armada que jamás logró digerir: “Nunca entendí la idea de asimilar la experiencia cubana a la Argentina. Este era un ejército muy estructurado, un aparato tremendo de control de la sociedad. En Latinoamérica, el único ejército que desentonaba porque no era fuerte ni profesional, era el cubano, con el liderazgo de Fulgencio Batista, sargento estenógrafo ascendido a general en jefe. Era una fuerza más bien policíaca. Los dirigentes cubanos tienen responsabilidad en haber alentado la idea de que en otros países los ejércitos podían ser derrotados del mismo modo”. Fracasó hasta Guevara. “Llevó a la práctica la idea y lo pagó con su vida en 1967. Pero la guerrilla argentina mantenía esa lógica cubana”.

La opción armada
Rogelio cuenta que habló mucho en esos años sobre la opción armada con Arturo Jauretche, que ya en 1973 dirigía Eudeba y llevó a García Lupo con él. “Analizábamos las noticias en tiempo real. Muertos todo el tiempo, enfrentamientos y esta lógica de la lucha armada. Jauretche decía que luchar contra el aparato represivo del Estado era absurdo. Se trataba en todo caso de ver cómo fragmentar el frente cívico militar de la derecha, pero no de modo armado. Había participado en 1933 del al alzamiento radical en Paso de los libres. Terminó preso, y presenciando el fusilamiento de sus compañeros. Decía que nadie imagina el grado de barbarie de la represión y de la burocracia del Estado aplicada a matar enemigos, si no lo vivió alguna vez”.
¿Cómo comprender hoy las razones de la generación del 70 para elegir aquellas opciones políticas? “Creo que esa generación participó de una revolución cubana recalentada, con un mito: si ellos pudieron, por qué no nosotros. Eso se juntó con la obsesión de Perón por volver. Hay un momento en que Perón parece un revolucionario cubano. Todo se mezcla. Tal vez algunos grupos de izquierda marxista analizaban las cosas con más frialdad, pero también ellos se embarcaron en ese torrente”.
En 1973 cae Salvador Allende en Chile. “¿Cuál es el balance de la generación setentista? Otro dogma. Esa era la demostración de que por las urnas no se va al socialismo, sino que hay que tomar las armas. Ese golpe funcionó como una vitamina militarista en la generación del 70. Lo que pasa es que todo es más fácil de ver ahora que en el momento”. Pero Walsh mismo había comenzado a cuestionar el militarismo y la lucha armada encerrada en su propia lógica y su propio discurso. “Efectivamente, él terminó planteando manejar la crisis políticamente y no intentar romper el cerco militarmente, porque no había la menor posibilidad”.
Portada
Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso
La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes […]

La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes salvaron de que los uniformados la pasaran por arriba. En medio del narcogate de Espert, quien pidió licencia en Diputados por “motivos personales”, las imágenes volvieron a exhibir la debilidad del Gobierno, golpeando a personas con la mínima que no llegan a fin de mes, mientras sufría otra derrota en la Cámara baja, que aprobó con 140 votos afirmativos la ley que limita el uso de los DNU por parte de Milei.
Por Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla.
Fotos: Juan Valeiro.
Un jubilado de setenta y tantos eleva un cartel bien alto con sus dos manos.
“Pan y circo”, dice.
Pero el “pan” y la “y” están tachados, porque en este miércoles, como en esta época, lo que falta de pan sobra de circo. El triste espectáculo lo ofrece una vez más la policía, hoy particularmente la de la Ciudad, que desplegó un cordón sobre Callao, casi a la altura de Sarmiento, para evitar que la pacífica movilización de jubilados y jubiladas llegara hasta la avenida Corrientes. Detrás de los escudos, aparecieron los runrunes de la motorizada para atemorizar. Y envalentonados, los escudos avanzaron contra todo lo que se moviera, con una estrategia perversa: cada tanto, los policías abrían el cordón y de atrás salían otros uniformados que, al estilo piraña, cazaban a la persona que tenían enfrente. Algunos zafaron a último milímetro.
Pero los oficiales detuvieron a cuatro: el jubilado Víctor Amarilla, el fotógrafo Fabricio Fisher, un joven llamado Cristian Zacarías Valderrama Godoy, y otro hombre llamado Osvaldo Mancilla.



Las detenciones de Cristian Zacarías y del fotógrafo Fabricio Fisher. La policía detuvo al periodista mientras estaba de espaldas. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
En esa avanzada, una jubilada llamada María Rosa Ojeda cayó al suelo por los golpes y fue la rápida intervención de los manifestantes, del Cuerpo de Evacuación y Primeros Auxilios (CEPA), y de otros rescatistas los que la ayudaron. “Gracias a todos ellos la policía no me pasó por encima”, dijo. Su única arma era un bastón con la bandera de argentina.
Como en otros miércoles de represión, la estrategia pareciera buscar que estas imágenes opaquen aquellas otras que evidencian el momento de debilidad que atraviesa el Gobierno. Hoy no sólo el diputado José Luis Espert, acusado de recibir dinero de Federico «Fred» Machado, empresario extraditado a Estados Unidos por una causa narco, se tomó licencia alegando “motivos personales”, sino que la Cámara baja sancionó, por 140 votos a favor, 80 negativos y 17 abstenciones, la ley que limita el uso de los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU) por parte del Presidente. El gobierno anunció un clásico ya de esta gestión: el veto.
Por ahora, el proyecto avanza hacia el Senado.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
El poco pan
La calle preveía este golpe, y por eso durante este miércoles se cantó:
“Si no hay aumento,
consiganló,
del 3%
que Karina se robó”.
Ese tema fue el hit del inicio de la jornada de este miércoles, aunque hilando fino carece de verdad absoluta, porque las jubilaciones de octubre sí registraron un aumento: el 1,88%, que llevó el haber mínimo a $326.298,38. Sumado al bono de 70 mil, la mínima trepó a $396 mil. “Es un valor irrisorio. Seguimos sumergidos en una vida que no es justa y el gobierno no afloja un mango, es tremendo cómo vivimos”, cuenta Mario, que no hay miércoles donde no diga presente. “Nos hipotecan el presente y el futuro también, cerrando acuerdos con el FMI que nos impone cómo vivir, y no es más que pan para hoy y hambre para mañana, aunque el pan para hoy te lo debo”.
Victoria tiene 64 años y es del barrio porteño de Villa Urquiza. Cuenta que desde hace 10 meses no puede pagar las expensas. Y que por eso el consorcio le inició un juicio. Cuenta que otra vecina, de 80, está en la misma. Cuenta que es insulina dependiente pero que ya no la compra porque no tiene con qué. Cuenta que su edificio es 100% eléctrico y que de luz le vienen alrededor de 140 mil pesos, más de un tercio de su jubilación. Cuenta que está comiendo una vez por día y que su “dieta” es “mate, mate y mate”. Vuelve a sonreír cuando cuenta que tiene 3 hijos y 4 nietos y cuando dice que va a resistir: “Hasta cuando pueda”.

A María Rosa la salvó la gente de que la policía la pasara por arriba. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
El mucho circo
Desde temprano hubo señales de que la represión policial estaba al caer. A diferencia de los miércoles anteriores, la Policía no cortó la avenida Rivadavia a la altura de Callao. Tampoco cortó el tránsito, lo que permitió que los jubilados y las jubiladas cortaran la calle para hacer semaforazos. Después de media hora, cuando la policía empezó a desviar el tránsito y la calle quedó desolada, comenzó la marcha, pero en vez de rodear la Plaza de los Dos Congresos como es habitual, caminó por Callao en dirección a Corrientes, hasta metros de la calle Sarmiento, donde se erigió un cordón policial y empezó a avanzar contra las y los manifestantes.
Desde atrás, irrumpieron con violencia dos cuerpos en moto: el GAM (Grupo de Acción Motorizada) y el USyD (Unidad de Saturación y Detención), pegando con bastones e insultando a quienes estaban en la calle. “Vinieron a pegarme directamente, mi pareja me quiso ayudar y lo detuvieron a él, que no estaba haciendo nada”, cuenta Lucas, el compañero de Cristian Zacarías, uno de los detenidos.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
Cercaron el lugar una centena de efectivos de la policía porteña, que no permitieron a la prensa acercarse ni estar en la vereda registrando la escena.
“¿Alguien me puede decir si la detención fue convalidada”, pregunta Lucas al pelotón policial.
Silencio.
“¿Me pueden decir sí o no?”.
Silencio.
Un comerciante mira y vocifera: “¿Sabés lo que hicieron a la vuelta? Subieron a la vereda con las motos”.
Otro se acerca y pregunta: “¿A quién tienen detenido acá, al Chapo Guzmán?”
“No”, le responde seco un periodista: “A un pibe y a un jubilado”.
La Comisión Provincial por la Memoria confirmó las cuatro detenciones (fue aprehendida una quinta persona y derivada al SAME para su atención) y cuatro personas heridas. El despliegue incluyó la presencia también de Policía Federal, Prefectura y Gendarmería detrás del Congreso mientras el despliegue represivo fue «comandado por agentes de infantería de la Policía de la Ciudad». El organismo observó que después de semanas donde el operativo disponía el vallado completo, en los últimos miércoles el dispositivo dejó abierta una vía de circulación que es la que eligen las fuerzas para avanzar contra los manifestantes.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
También se hizo presente Fabián Grillo, papá de Pablo, que sufrió esa represión el 12 de marzo, en esta misma plaza, y continúa su rehabilitación en el Hospital Rocca. “Su evolución es positiva”, comunicó la familia. El fotorreportero está empezando a comer papilla con ayuda, continúa con sonda como alimento principal, se sienta y se levanta con asistencia y le están administrando medicación para que esté más reactivo. “Seguimos para adelante, lento, pero a paso firme”, dicen familiares y amigos. El martes, la jueza María Servini procesó al gendarme Héctor Guerrero por el disparo. El domingo se cumplirán siete meses y lo recordarán con un festival.
Pablo Caballero mira toda esta disposición surrealista desde un costado. Tiene 76 años y cuatro carteles pegados sobre un cuadrado de cartón tan grande que va desde el piso del Congreso hasta su cintura:
- “Roba, endeuda, estafa, paga y cobra coimas. CoiMEA y nos dice MEAdos. Miente, se contradice, vocifera, insulta, violenta, empobrece, fuga, concentra. ¿Para qué lo queremos? No queremos, ¡basta! Votemos otra cosa”.
- “El 3% de la coimeada más el 7% del chorro generan 450% de sobreprecios de medicamentos”.
- El tercer cartel enumera todo lo que “mata” la desfinanciación: ARSAT, INAI, CAREM, CONICET, ENERC, Gaumont, INCAA, Banco Nación, Aerolíneas, Hidrovía, agua, gas, litio, tierras raras, petróleo, educación. Una enumeración del saqueo.
El cuarto cartel lo explica Pablo: “Cobro la jubilación mínima, que equivale al 4% de lo que cobran los que deciden lo que tenemos que cobrar, que son 10 millones de pesos. No tiene sentido. Por eso, hay que ir a votar en octubre”.
Pablo mira al cielo, como una imploración: «¡Y que se vayan!».

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
Artes
Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro

La revista Llegás lanza la 8ª edición de su tradicional encuentro artístico, que incluye 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas. Del 31 de agosto al 12 de septiembre habrá espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. El festival llega con una victoria bajo el brazo: este jueves el Senado rechazó el decreto 345/25 que pretendía desguazar el Instituto Nacional del Teatro.
Por María del Carmen Varela.
«La lucha continúa», vitorearon este jueves desde la escena teatral, una vez derogado el decreto 345/25 impulsado por el gobierno nacional para vaciar el Instituto Nacional del Teatro (INT).
En ese plan colectivo de continuar la resistencia, la revista Llegás, que ya lleva más de dos décadas visibilizando e impulsando la escena local, organiza la 8ª edición de su Festival de teatro, que en esta ocasión tendrá 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas, en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. Del 31 de agosto al 12 de septiembre, más de 250 artistas escénicos se encontrarán con el público para compartir espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia.
El encuentro de apertura se llevará a cabo en Factoría Club Social el domingo 31 de agosto a las 18. Una hora antes arrancarán las primeras dos obras que inauguran el festival: Evitácora, con dramaturgia de Ana Alvarado, la interpretación de Carolina Tejeda y Leonardo Volpedo y la dirección de Caro Ruy y Javier Swedsky, así como Las Cautivas, en el Teatro Metropolitan, de Mariano Tenconi Blanco, con Lorena Vega y Laura Paredes. La fiesta de cierre será en el Circuito Cultural JJ el viernes 12 de septiembre a las 20. En esta oportunidad se convocó a elencos y salas de teatro independiente, oficial y comercial.
Esta comunión artística impulsada por Llegás se da en un contexto de preocupación por el avance del gobierno nacional contra todo el ámbito de la cultura. La derogación del decreto 345/25 es un bálsamo para la escena teatral, porque sin el funcionamiento natural del INT corren serio riesgo la permanencia de muchas salas de teatro independiente en todo el país. Luego de su tratamiento en Diputados, el Senado rechazó el decreto por amplia mayoría: 57 rechazos, 13 votos afirmativos y una abstención.
“Realizar un festival es continuar con el aporte a la producción de eventos culturales desde diversos puntos de vista, ya que todos los hacedores de Llegás pertenecemos a diferentes disciplinas artísticas. A lo largo de nuestros 21 años mantenemos la gratuidad de nuestro medio de comunicación, una señal de identidad del festival que mantiene el espíritu de nuestra revista y fomenta el intercambio con las compañías teatrales”, cuenta Ricardo Tamburrano, director de la revista y quien junto a la bailarina y coreógrafa Melina Seldes organizan Llegás.
Más información y compra de entradas: www.festival-llegas.com.ar

CABA
Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.
Por María del Carmen Varela
Fotos Lina Etchesuri para lavaca
Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.
Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.
Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.
Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.
El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.
Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.
Continuará.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
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