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Incendios en Córdoba: zona de catástrofe 

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La provincia se encuentra en “estado de alerta ambiental” y varias localidades ya fueron catalogadas como “zona de catástrofe” ante la multiplicación de focos de incendio: al menos 12 mil hectáreas en el departamento de Calamuchita y otras 4 mil de la reserva natural de La Calera fueron consumidas por el fuego. Apenas dos dimensiones de lo que se muere cuando avanza la especulación, la desidia, el modelo extractivo y el cambio climático, y se retira el Estado. Qué está pasando en Córdoba como un microclima de la región, que registra la mayor cantidad de focos de incendio desde hace 26 años.

Por Bernardina Rosini desde Córdoba. Fotos y videos de @brigadachiviquin

Córdoba arde. Se suceden las escenas de espanto; le siguen paisajes de desolación, y cifras de aquellas pérdidas que habilitan el recuento: ¿qué se pierde? Y la pregunta: ¿qué está pasando? Villa Berna, Intiyaco y Los Cocos son las localidades donde bomberos y brigadistas trabajan intensamente en este momento, midiendo el comportamiento del viento, sin pronóstico de lluvia a la vista.

El recuento

El fuego que devora la zona de Capilla del Monte comenzó el miércoles 18 en el pueblo vecino de San Esteban; trepó implacable por el cerro Las Gemelas y, “durante la madrugada del viernes descendió agresivamente hacia Capilla del Monte”, según describió Fabricio Díaz, intendente de la localidad, tras haberse evacuado con su familia, al igual que otras 60 personas.

Este relato corresponde a uno de los tantos focos activos a la fecha, pero la ola de fuegos comenzó mucho antes: el 2 de septiembre, en Villa Yacanto, departamento de Calamuchita, se desató un incendio que en 48 horas recorrió 86 kilómetros, consumió 12.600 hectáreas y dejó a su paso más de 20 viviendas afectadas. Simultáneamente hubo 14 focos más en distintos puntos de la provincia. Apenas tres días después, el jueves 5, otro incendio arrasó con un tercio de la reserva natural militar de La Calera: 4 mil hectáreas de monte nativo preservado. 

El gobernador Martín Llaryora se presentó en la zona afectada del norte de Punilla junto con el ministro de Gobierno, Manuel Calvo, y el ministro de Seguridad, Juan Pablo Quinteros. Allí anunció la declaración de “zona de catástrofe” y que el gobierno provincial será querellante en la investigación que busca determinar las causas del fuego. Al unísono con el ministro de Seguridad Quinteros, hablaron de “todo el peso de la ley” para quienes provocan los incendios y a la necesidad de “revisión de las escalas penales existentes”. Quinteros añadió que “el 99% de los incendios forestales son ocasionados por el hombre”, un mantra repetido ante cada emergencia ígnea. 

Esta postura política parece estar centrada en mantener la narrativa de los incendios forestales como un problema de seguridad, aislándola de la problemática ambiental. 

iMÁGENES TOMADAS DESDE LA RUTA, EN LA ZONA DEL DEPARTAMENTO DE CALAMUCHITA, UNA DE LAS MÁS AFECTADAS.

La negación 

El 24 de mayo pasado  el gobierno de Córdoba declaró el estado de alerta ambiental por riesgo de incendios hasta el 31 de diciembre, prohibiendo el encendido de cualquier tipo de fuego y toda actividad que pueda iniciar incendios en tierras públicas de la Provincia. Esta resolución advierte que, durante otoño e invierno, la sequía se agrava con heladas tempranas y olas de calor recurrentes, afectando especialmente a las zonas serranas y agro-ganaderas. 

A pesar del estado de alerta declarado, se investiga la responsabilidad de las fuerzas armadas en el incendio de la reserva de La Calera de quienes se presume negligencia ya que habrían realizado prácticas de tiro en un lugar de alto riesgo de incendio, incluso habiendo sido advertidos tan solo unos días antes: “Fuimos a evaluar el lugar y les dijimos: ‘Saquen los blancos de acá y tiren en otro lado porque van a hacer cagada’. Dos días después se incendió todo el sector. Fueron negligentes”, contó un bombero a medios locales.

A pesar del reconocimiento de inicios de fuego accidentales o negligentes, no se puede obviar que los incendios forestales son una consecuencia directa de la convergencia de factores como la sequía extrema, las altas temperaturas exacerbadas por el cambio climático y la mencionada intervención del ser humano que implica un arco que va desde la negligencia, quemas ilegales, a la falta de planificación territorial y la especulación inmobiliaria. 

En este contexto, resulta paradójico que hace apenas dos semanas y en medio de la racha incendiaria, el gobernador presentó la creación del Gabinete Provincial de Cambio Climático, un órgano liderado por el Ministerio de Ambiente y Economía Circular, que tiene como función principal desarrollar e implementar el Plan Provincial de Respuesta al Cambio Climático (PPRCC). Sin embargo el flamante gabinete no emitió ningún comunicado ni ha mostrado gestión alguna frente a una situación reconocida como catastrófica. Tampoco la ministra de Ambiente Victoria Flores visitó las zonas afectadas, evidenciando la falta de articulación entre las políticas ambientales y la realidad de la provincia.

El alto de las llamas, alimentado por la sequía. Un informe provincial había previsto que esto sucedería, pero no se tomaron medidas.

Incendios récord 

Córdoba se inscribe en una problemática regional: los incendios que estuvieron afectando desde la selva amazónica en Brasil hasta los bosques secos de Bolivia las últimas semanas, establecieron un nuevo récord anual para la región. Según datos de satélite analizados por la agencia brasileña de investigación espacial Inpe, se registraron 346.112 focos de incendio en lo que va de año en Sudamérica, superando el récord de 2007 de 345.322 focos, registro de datos que se remonta a 1998. Es decir, la mayor cifra en 26 años.

Las predicciones del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente no son alentadoras: anticipan que los incendios extremos podrían aumentar hasta un 14% para 2030, un 30% para 2050 y un 50% para fines de siglo y no sólo se espera mayor nivel de ocurrencia sino de mayores magnitudes. Según el informe “Propagándose como un incendio forestal: la creciente amenaza de incendios excepcionales en paisajes” el factor clave en la intensidad de los incendios forestales es la temperatura de la superficie. Dice: “Al intensificar su principal factor impulsor, el calor, el cambio climático causado por el hombre aumenta los incendios forestales. Por tanto, el calor del cambio climático seca la vegetación y acelera la quema”. 

La Secretaría de Gestión de Riesgo Climático y Catástrofes, dependiente del Ministerio de Ambiente de la provincia, publicó en julio su segundo informe en el año, llamado “Áreas afectadas por incendios forestales”. Allí anticipa que para los meses de agosto y septiembre “se espera un contexto mayormente seco en todo el territorio provincial”.  Este contexto, a pesar de ser alertado con meses de antelación, no parece haber ayudado: los ecosistemas arden y las comunidades afectadas se enfrentan a un escenario devastador, sin un plan de contingencia visible que ofrezca alguna esperanza de control, mitigación o recuperación.

Movilizaciones en la paz, bolivia, para visibilizar el tema de los incendios y reclamar medidas urgentes: la voz de una joven que se viralizó en redes.

Hace una semana cientos de personas se manifestaron en La Paz, Bolivia, para exigir medidas contra los incendios, portando pancartas que decían «Bolivia en llamas» y «Bolivia se nos quema, es hora de actuar». «Por favor, dense cuenta de lo que está pasando en el país, hemos perdido millones de hectáreas» lloraba una mujer mirando a cámara «millones de animales han muerto quemados». El dolor y los ruegos de los afectados son comunes.

Córdoba arde como un microcosmos de una problemática que ya no es distante ni ajena. 

El fuego se extiende. 

Y la combinación de sequías extremas, políticas ambientales insuficientes y recortes presupuestarios no parecen augurar un futuro mejor.

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De la idea al audio: taller de creación de podcast 

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Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

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Hoy se cumplen 23 años de los asesinatos de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki que estaban movilizándose en Puente Pueyrredón, en el municipio bonaerense de Avellaneda. No eran terroristas, sino militantes sociales y barriales que reclamaban una mejor calidad de vida para los barrios arrasados por la decadencia neoliberal que estalló en 2001 en Argentina.

Aquel gobierno, con Eduardo Duhalde en la presidencia y Felipe Solá en la gobernación de la provincia de Buenos Aires, operó a través de los medios planteando que esas muertes habían sido consecuencia de un enfrentamiento entre grupos de manifestantes (en aquel momento «piqueteros»), como suele intentar hacerlo hoy el gobierno en casos de represión de sectores sociales agredidos por las medidas económicas. Con el diario Clarín a la cabeza, los medios mintieron y distorsionaron la información. Tenía las imágenes de lo ocurrido, obtenidas por sus propios fotógrafos, pero el título de Clarín fue: “La crisis causó 2 nuevas muertes”, como si los crímenes hubieran sido responsabilidad de una entidad etérea e inasible: la crisis.

Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

Darío Santillán.

Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

Maximiliano Kosteki

Del mismo modo suelen mentir los medios hoy.

El trabajo de los fotorreporteros fue crucial en 2002 para desenmascarar esa mentira, como también ocurre por nuestros días. Por aquel crimen fueron condenados el comisario de la bonaerense Alfredo Franchiotti y el cabo Alejandro Acosta, quien hoy goza de libertad condicional.

Siguen faltando los responsables políticos.

Toda semejanza con personajes y situaciones actuales queda a cargo del público.   

Compartimos el documental La crisis causó 2 nuevas muertes, de Patricio Escobar y Damián Finvarb, de Artó Cine, que puede verse como una película de suspenso (que lo es) y resulta el mejor trabajo periodístico sobre el caso, tanto por su calidad como por el cúmulo de historias y situaciones que desnudan las metodologías represivas y mediáticas frente a los reclamos sociales.

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83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

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Pablo Grillo
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83 días.

Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.

83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.

83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.

83 días y seis intervenciones quirúrgicas.

83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo. 

83 días hasta hoy. 

Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro. 

Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”. 

Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).

Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca. 

El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”. 

La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».

La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería. 

Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.

Esta es parte de la vida que no pudieron matar:

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