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Jeanine, por María Galindo

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Jeanine, por María Galindo

Este es el perfil de la autoproclamada presidenta de Bolivia Jeanine Añez que María Galindo publicó en el diario Pagina Siete. Por la descripción que hace del lugar que ocupa tras el Golpe de Estado y la forma de ejercer el poder del gobierno de facto hoy, la activista de Mujeres Creando es amenazada. Compartimos aquí su mirada y el descargo sobre la reacción que su publicación generó hoy en toda Bolivia.

Jeanine: ¿usurpadora, sustituta, subalterna?

Por María Galindo

El 1979, Lidia Gueiler fue por descarte Presidenta de Bolivia, en una presidencia que estuvo secuestrada por los militares y que derivó en el golpe de Estado de García Mesa; 40 años después Janine Añez se convierte en circunstancias análogas en la segunda presidenta mujer. ¿Qué hay detrás de la foto de ella sonriente con la banda presidencial y retoque de maquillaje? , ¿qué hay en su mirada?, ¿cuáles son sus complejos y temores?

Creció en San Joaquín, una población, que si el Beni no figura en el mapa de poder de Bolivia, su población no figura ni siquiera en el mapa de salud, ni educación; allí no hay nada más que cielo y la tierra. 

La imagino de niña, correteando pata pila o con chinelas heredadas, como la niña morena de entre cientos de niñas morenas que aprenden, antes que a leer, a odiar el color de su piel y sus cabellos, porque a ese remoto lugar donde no llegó el Estado, llegó Barbie y Coca Cola, anunciando felicidad. 

Una de esas niñas barbieficadas es hoy nuestra presidenta, la que gracias a la rubia cabellera logró separarse y distinguirse de su grupo social. Su Rubificación no puede ocultar los pómulos y los ojos rasgados, de un origen que la ha colocado en la historia como enemiga de sí misma. Su odio a lo indio es de todos los odios el más doloroso, porque es un odio contra sí misma.

La palabra puta fue como para muchas de nosotras una de las primeras palabras en entrar como puñal en su vida: se la gritó su hermano, se la grito su padre a su madre y su cortejo le dijo puta también. 

Fue testigo de violaciones sexuales, de toqueteos y acosos sellados siempre con la palabra puta. En ese mundo aprendió a sobrevivir. Su madre le enseñó a disimular, sus tías a sonreír y mantener la frente en alto, aunque lleves el corazón destrozado. Sus vecinas le enseñaron que en Beni ser mujer es una desgracia y que las oportunidades hay que cogerlas al vuelo, como lo hacen las pirañas. 

Aceptó arriesgar el pellejo poniéndole un precio alto a su cargo y cobrando por adelantado. 

Jeanine es una de esas personas que cree que una sonrisa convincente lo puede todo. No es hábil argumentando, pero sí sonriendo. Habla con humildad y miedo, muestra un poquito su debilidad para que no adviertas en ella lo que realmente es capaz de hacer.

Si hubiera sido hombre no hubiera sido un potentado ganadero, hubiera sido el matón, el guardaespaldas o el capataz del patrón.

No es la usurpadora del poder, porque el proyecto de poder en el que está metida no es el suyo; en ese proyecto ella es una ficha y lo sabe. Jeanine es la subalterna, pertenece a ese grupo gigante de mujeres que el día que contemplan o son víctimas de una violación deciden negociar esa violación, negociar su papel en el mundo con los violadores, servir de pantalla, ayudar a tapar el delito, sobrevivir colocándose al servicio del más fuerte.

Los hombres ubican con gran destreza a esas mujeres y las convierten en sus aliadas estratégicas, esa es Jeanine Añez, en ella gobierna el patrón del mal, y es una transacción que ha aceptado con beneplácito.

Las mujeres que se conmueven porque ven a una mujer gobernando el país ven un espejismo. Ser un espejismo es la mayor de sus cualidades, no por nada su verdadera vocación es la de presentadora de televisión: puede presentar un feminicidio y pasar a la farándula con la misma sonrisa.

La Biblia es el único libro que estuvo siempre en su vida, como objeto decorativo, como referencia utilitaria, como suplente del vacío de conocimiento y de información. Así es como la usó el día de su posesión. 

Cumple con el destino de mujer beniana prohibida de pensarse a sí misma; ella ha tenido que pensarse siempre como clan y resolver todos, y cada uno de los dramas de cuanto pariente se ha trepado en sus espaldas. 

También por eso no dudó en aceptar el cargo, porque no hay dinero que alcance para tantas bocas, para tantas ambiciones, para tantas flojeras, para tantos parásitos. 

No es santurrona, ni beata, porque en su clan familiar hay de todo y para todos los gustos, y porque por su cama han pasado suficientes hombres como para quedarse mejor sola que mal acompañada. La fe juega entonces en su vida un papel distinto al moralista; le sirve como el tinte de cabello para dignificarse socialmente, como muletilla en el discurso, y para encomendarse a un ser supremo cuando sale de la casa presidencial, a pisar un campo que ella misma sabe que está minado.

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Pasarse de la raya

La artista y fundadora de Mujeres Creando publicó un perfil crítico de la presidenta de facto Jeanine Añez que cosechó una campaña de odio a la que responde con este texto donde reflexiona sobre la actualidad boliviana en clave feminista.

(por María Galindo desde La Paz) No se ha caído solo Evo Morales, con él se han caído pesadas máscaras, pisamos un terreno lleno de llagas y heridas sociales, caminamos a tientas y todo nos duele porque el cuerpo está inflamado y cansado de mentiras.

Asistimos a un tiempo social que pide a gritos sanación.

¿Qué es esa sanación que necesitamos?

Muchos han optado por un balsámico pastillero de mentiras que pretenden que nos traguemos diciendo: “¡Hemos conquistado la democracia!”. Otra pastilla: “¡Tenemos Presidenta, ¡qué orgullo para las mujeres!”. Otra pastilla: “¡Hemos derrotado a un tirano!». Las mas venenosas proclaman: “¡Los de Senkata no eran personas: eran hordas y querían incendiar El Alto. ¡Había que matarlos!” o “¡Los de Sacaba querían destruir Cochabamba y la policía debió impedir su entrada a la ciudad a bala!». Los medios son los distribuidores de esas balsámicas mentiras que nos hacen tragar en sobredosis y no logramos sanar.

Los cuerpos nos siguen doliendo y la inflamación persiste, los dolores y estertores nos caminan de la cabeza al corazón y del corazón al estómago. ¿quién nos curara, de qué estamos enferm@s?

Mi diagnóstico: estamos enferm@s de odio, por eso Camacho tiene alta preferencia electoral. Estamos enfermos de hipocresía, por eso Chi es candidateable. Estamos enfermos de complejos de inferioridad, por eso Pumari esta inflado como gallo. Estamos enfermos de arribismo, por eso Mesa tiene espacio en el tablero electoral. Estamos enfermos de caudillismo, por eso la fotocopia que es Andrónico funciona. No me preocupan las preferencias electorales: les regalo entero el Estado. Me preocupa el patio del colegio, el callejón de barrio, la discoteca y las camas donde hacemos el amor: esos son los espacios que me interesa curar, cuidar y pensar.

También en mi vida hubo tías que me aconsejaron callar y sonreir, también la palabra puta entró a mis tempranos 5 años de boca de mi padre y mi madre, también en mi vida sonreir fue el remedio que me impusieron. No fui educada para ser presentadora de televisión, sino para ser adorno de salón. No fue por una desgracia peculiar que se cierne sobre mi cabeza, sino porque hay una institución invisible-tangible que se llama “feminidad” en la que somos encajadas con violencia las mujeres. Esa institución tiene peculiaridades propias de cada región y de cada lugar social. Es una institución política del patriarcado que sirve para que ocupemos con beneplácito el papel de servidumbre sexual, económica, intelectual, etc. Muchas sienten que se está denigrando la dignidad de una mujer cuando se critica la institución de la femenidad hecha carne en nosotras porque no logramos separar una de otra.

L@s niñ@s de esta país somos educad@s en el odio de nuestras facciones, de nuestro color de piel y de nuestros cuerpos. Aprendemos frente al espejo y la televisión a odiar al indio que llevamos dentro. Jeanine solo cumple el destino de miles. ¿Cómo nos curamos de ese odio? Una opción es teñirse el cabello, comprarse las cremas blanqueadoras de piel que venden en la puerta de la UPEA y hacernos corregir la nariz como sucede masivamente para las fiestas del gran poder. Otra opción es nombrar el problema y buscar creativos caminos para amar lo que somos.

El lugar de “la sacrosanta familia” en las vidas de las mujeres es otro tema que duele: no podemos estudiar hasta que no estudie el hermano, si envejecen los padres los cuida la hija, si roba el hermano se endeuda la hermana. Cargamos con la familia como clan al que nunca terminamos de satisfacer y guay si le damos la espalda: seremos traidoras expulsadas. ¿No hay ahí adentro tiranías que cuestionar?

Sobre el papel que cumple Jeanine dentro de su gobierno análogo al de Lidia Gueiler, es fundamental que las mujeres debatamos ya de una vez la relación de secuestro con el poder patriarcal. Jeanine no gobierna: gobiernan quienes la necesitan de pantalla. Y si fuera honesta y democrática no hubiera aceptado el cargo porque no le correspondía. Ubíquense: su condición de mujer es útil a los que hoy gobiernan.

Soy culpable, no pido absolución.

Me pasé de la raya: ese es mi oficio.

Vivo donde el insulto llega cansado, sin calzón y sin sentido.

Borrar los límites es buscar, aunque sea a tientas, libertad.


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La Estela: tierra guaraní en escena

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Las actrices Casandra Velázquez e Ivana Zacharski crearon un unipersonal sobre una niña litoraleña que descubre aventuras al amparo del monte misionero. El calor agobiante, la siesta obligatoria, los árboles de yerba mate y las leyendas de ese territorio se cruzan con la inspiración de Clarice Lispector como punto de partida.

Por María del Carmen Varela

A la hora de la siesta el pueblo entra en una pausa obligatoria barnizada por un calor agobiante. Ni el sueño ni el sofoco detienen a la niña, que abandona su cama con sigilo y logra escapar al amparo del monte. Encuentra en la intemperie el abrigo que no es costumbre en su casa. Cada día la espera una aventura distinta, aunque no siempre hay juego y risas. Rebelde, divertida, decidida, busca compañía para sus andanzas y si no la encuentra, transita en soledad.  La salvación a cielo abierto, la naturaleza como sostén y una fascinación: “La Estela”.

La actriz y bailarina Casandra Velázquez y la actriz y directora de teatro Ivana Zacharski dieron luz a esta niña litoraleña sumergida en la vastedad de un paisaje indómito y deslumbrada por Estela, la joven esquiva con mirada de pantera. Ivana y Casandra se conocieron a sus 18 años tomando clases de actuación con Pompeyo Audivert en el Teatro Estudio El Cuervo, poco tiempo después de que cada una viniera a estudiar teatro a la Capital. Casandra nació en Rosario y creció en Venado Tuerto (Santa Fe), Ivana es de Apóstoles, Misiones, donde se desarrolla esta historia que juntas llevaron a escena. Este universo, recorrido por Ivana, de tierras guaraníes surcadas por árboles de yerba mate y leyendas de peligros a la hora de la siesta, fue la inspiración para La Estela.

Ivana tenía ganas de dirigir un unipersonal y eligió a su amiga Casandra para actuarlo. El punto de partida fue un cuento de Clarice Lispector: La relación de la cosa. Casandra: “Los primeros encuentros fueron sin texto, nos acercamos a la obra desde el cuerpo, la respiración y la carne. En los primeros ensayos bailé un montón, unas danzas extrañas, medio butohkas, transpire, canté, corrí, toqué el bajo. Ivana empezó a escribir y yo a probar y actuar todos esos textos e hipótesis, el insomnio estaba presente, la obsesión con el tiempo, los fantasmas del futuro, algo vinculado a la materialidad del agua y el devenir del río. Aparecieron unos cuentos protagonizados por distintas niñas en paisajes litoraleños. Nuestro personaje de ese momento: una mujer en medio del insomnio, se contaba esos cuentos a ella misma para poder dormir”.

La Estela: tierra guaraní en escena

Foto: Gentileza La Estela.

Después de que Ivana hiciera un taller de escritura con Santiago Loza y Andrés Gallina, la historia fue tomando fuerza. Cuenta Casandra que algo se abrió y comenzó a aparecer la trama: “La obra apareció y nos empezó a hablar. Nos metimos adentro de esos cuentos, de esos paisajes y de esas niñas y dejamos de lado todo lo demás. Apareció algo muy mágico entre nosotras, algo de eso que las obras permiten, que es crear un universo común, descubrir conexiones y relaciones nuevas. Sentía que la obra estaba apareciendo y tenía voz propia, apareció el cuerpo de la obra y una forma de narrar”. Casandra recorre el escenario y su fuerza expresiva invita a adentrarse en la historia de esta niña llena de vitalidad y asombro. La vemos en su habitación, presa del calor de la tarde, en busca de libertad y juego, invocando protección divina cuando algo se le escapa de las manos, trabajando en el puesto rutero, pateando una pelota, como se patea a la injusticia, hipnotizada al descubrir la mirada felina de “la Estela”.

El entusiasmo de la juventud, las tragedias inesperadas, las súplicas, el goce de la novedad caben en ese cuerpo palpitante de sueños. Ivana y Casandra apelaron a sus propias vivencias para hilar la narración. Casandra: “Las dos pasamos nuestras infancias y adolescencias medio punkis en distintos paisajes litoraleños, lejos de esta ciudad, sus ritmos y velocidades. Había algo de ese universo común, de elegir siendo muy chicas irnos de las ciudades donde crecimos, que empezó a operar, casi telepáticamente. El ejercicio de revisitar esos paisajes y poblarlos de ficción fue fascinante, mirar el mundo con ojos de infancia nos abrió mucho permiso y nos devolvió mucha vitalidad, nos permitió vincularnos con la violencia, el dolor y la crudeza de crecer desde un lugar de mucho delirio y mucho juego. La obra es bastante impune en ese sentido, el relato no pide permiso, ni da explicaciones, sólo sucede. Justicia poética, decimos, un conjuro de liberación”.

Al cabo de dias de ensayo, la voz de la niña litoraleña comenzó a asomar y Casandra hizo un trabajo específico con la coach vocal Mariana García Guerreiro. El actor Iván Moschner también se sumó a pulir el fluir de la voz. Escuchar radios misioneras, discos y entrevistas a Ramón Ayala y otrxs artistas misionerxs colaboró con esa tarea. La niña que sube el escalón hacia la adolescencia, la que se enfrenta al monte y sus amenazas, se abre paso en la oscuridad con la lumbre de su irreverencia. Salvar y ser salvada, desafiar la imposición de la siesta, para correr a soñar despierta.

La Estela

El Camarín de las Musas, Mario Bravo 960, CABA

Sábados a las 18  hs, hasta el 27 de septiembre

@laestela.obra

@casandravelazqz

@ivanazacharski

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Litio: nace un nuevo documental

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Este viernes 29 de agosto se presentará un nuevo contenido de Cooperativa de trabajo lavaca: Litio. Un documental dirigido junto a Patricio Escobar que refleja la lucha de las comunidades originarias y el paralelismo entre la reforma (in)constitucional de Jujuy, como experimento hacia la Ley Bases votada a nivel nacional.

“Te cuento esta historia, si me prometés hacer algo. ¿Dale?”.

Así arranca el documental Litio, una historia de saqueo y resistencias, que continúa…

Un documental independiente y autogestivo de cooperativa lavaca y dirigido en conjunto con Patricio Escobar, que traza un hilo conductor entre la reforma (in)constitucional de Jujuy votada a espaldas del pueblo en 2023, y lo que pasó un año después a nivel nacional con la aprobación de la Ley Bases y la instauración del RIGI (Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones).

Este proyecto tiene algunas particularidades: por un lado, no se trata de una única pieza audiovisual, sino de varias. Una más larga, de 22 minutos; y otras más cortas, de menos de 6 minutos. Por otro lado, se propone un documental en construcción permanente, al que se le irán agregando nuevas piezas de una cadena extractivista que parece no tener fin. Para esto, creamos una página web (que también estrenaremos el viernes 29) en la que iremos agregando los nuevos eslabones que surjan a futuro relacionados al oro blanco. 

LITIO muestra cómo viven las comunidades de la puna jujeña en la cuenca de las Salinas Grandes y Laguna Guayatayoc, una de las siete maravillas naturales de Argentina, y a la par, zona de sequía y uno de los mayores reservorios de litio del mundo. Dato insoslayable: para obtener un kilo de carbonato de litio se utilizan hasta dos millones de litros de agua. Las imágenes se entrelazan con los ostentosos congresos mineros, la represión policial a las manifestaciones por la reforma (in)constitucional y la resistencia de un pueblo que no otorga la licencia social a la explotación minera.

“¿Cuánto cuesta, cuánto vale… nuestra Pacha?”, cantan las comunidades originarias. Esa bandera hecha canción – y esa pregunta- se construye a través de distintas entrevistas a las comunidades Santuario de Tres Pozos, Lipán, El Moreno, Tres Morros, Potrero de la Puna, así como a otros actores. También evidencia el silencio de las autoridades, que no quisieron hacer declaraciones públicas. “Todas las Salinas están cuadriculadas de pedimentos mineros. Allí viven las comunidades y debajo, en el subsuelo, están las minas”, cuenta Alicia Chalabe, abogada de las comunidades.

El documental plantea una premisa: la reforma (in)constitucional de Jujuy en 2023 impuesta por el entonces gobernador Gerardo Morales –a merced de la explotación del litio, ya que modificó el régimen de agua, de tierras fiscales y de la propiedad privada, y ratificó la propiedad exclusiva de la provincia sobre los recursos naturales, entre los que incluye el subsuelo y el mineral de litio– fue el experimento que sirvió de antesala a la Ley Bases aprobada en 2024. Esta profundizó no sólo la matriz extractivista mediante enormes beneficios fiscales a empresas mineras, petroleras y del agronegocio, sino también las relaciones carnales con Estados Unidos y particularmente con Elon Musk, dueño de la empresa Tesla que construye autos eléctricos, para lo cual el litio es fundamental.

LITIO termina con tres palabras, y se erige como punto de partida:

“Esta historia continuará

¿Dale?”.

Te invitamos a seguir construyendo esta historia, este viernes 29 de agosto a las 20, en MU Trinchera (Riobamba 143, CABA).

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Super Mamá: ¿Quién cuida a las que cuidan?

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¿Cómo ser una Super Mamá? La protagonista de esta historia es una flamante madre, una actriz a la que en algún momento le gustaría retomar su carrera y para ello necesita cómplices que le permitan disfrutar los diferentes roles que, como una mamushka, habitan su deseo. ¿Le será posible poner en marcha una vida más allá de la maternidad? ¿Qué necesitan las madres? ¿Qué necesita ella?

Por María del Carmen Varela

Como meterse al mar de noche es una obra teatral —con dirección y dramaturgia de Sol Bonelli— vital, testimonial, genuina. Un recital performático de la mano de la actriz Victoria Cestau y música en vivo a cargo de Florencia Albarracín. La expresividad gestual de Victoria y la ductilidad musical de Florencia las consolidan en un dúo que funciona y se complementa muy bien en escena. Con frescura, ternura, desesperación y humor, abordan los diferentes estadíos que conforman el antes y después de dar a luz y las responsabilidades en cuanto al universo de los cuidados. ¿Quién cuida a las que cuidan?

La escritura de la obra comenzó en 2021 saliendo de la pandemia y para fines de 2022 estaba lista. Sol incluyó en la última escena cuestiones inspiradas en el proyecto de ley de Cuidados que había sido presentada en el Congreso en mayo de 2022. “Recuerdo pensar, ingenua yo, que la obra marcaría algo que en un futuro cercano estaría en camino de saldarse”. Una vez terminado el texto, comenzaron a hacer lecturas con Victoria y a inicios de 2023 se sumó Florencia en la residencia del Cultural San Martín y ahí fueron armando la puesta en escena. Suspendieron ensayos por atender otras obligaciones y retomaron en 2024 en la residencia de El Sábato Espacio Cultural.

Se escuchan carcajadas durante gran parte de la obra. Los momentos descriptos en escena provocan la identificación del público y no importa si pariste o no, igual resuenan. Victoria hace preguntas y obtiene respuestas. Apunta Sol: “En las funciones, con el público pasan varias cosas: risas es lo que más escucho, pero también un silencio de atención sobre todo al principio. Y luego se sueltan y hay confesiones. ¿Qué quieren quienes cuidan? ¡Tiempo solas, apoyo, guita, comprensión, corresponsabilidad, escucha, mimos, silencio, leyes que apoyen la crianza compartida y también goce! ¡Coger! Gritaron la otra vez”.

¿Existe la Super Mamá? ¿Cómo es o, mejor dicho, cómo debería ser? El sentimiento de culpa se infiltra y gana terreno. “Quise tomar ese ejemplo de la culpa. Explicitar que la Super Mamá no existe, es explotación pura y dura. No idealicé nada. Por más que sea momento lindo, hay soledad y desconcierto incluso rodeada de médicos a la hora de parir. Hay mucho maltrato, violencia obstétrica de muchas formas, a veces la desidia”.

Durante 2018 y 2019 Sol dio talleres de escritura y puerperio y una de las consignas era hacer un Manifiesto maternal. “De esa consigna nació la idea y también de leer el proyecto de ley”. Su intención fue poner el foco en la soledad que atraviesan muchas mujeres. “Tal vez es desde la urbanidad mi mayor crítica. Se va desde lo particular para hablar de lo colectivo, pero con respecto a los compañeros, progenitores, padres, la situación es bastante parecida atravesando todas las clases sociales. Por varios motivos que tiene que ver con qué se espera de los varones padres, ellos se van a trabajar pero también van al fútbol, al hobby, con los amigos y no se responsabilizan de la misma manera”.

En una escena que desata las risas, Victoria se convierte en la Mami DT y desde el punto de vista del lenguaje futbolero, tan bien conocido por los papis, explica los tips a tener en cuenta cuando un varón se enfrenta al cuidad de un bebé. “No se trata de señalarlos como los malos sino que muestro en la escena todo ese trabajo de explicar que hacer con un bebé que es un trabajo en sí mismo. La obra habla de lo personal para llegar a lo político y social”.

Sol es madre y al inicio de la obra podemos escuchar un audio que le envió uno de sus hijos en el que aclara que le presta su pelota para que forme parte de la puesta. ¿Cómo acercarse a la responsabilidad colectiva de criar niñeces? “Nunca estamos realmente solas, es cuestión de mirar al costado y ver que hay otras en la misma, darnos esa mirada y vernos nos saca de la soledad. El público nos da devoluciones hermosas. De reflexión y de cómo esta obra ayuda a no sentirse solas, a pensar y a cuidar a esas que nos cuidan y que tan naturalizado tenemos ese esfuerzo”.

NUN Teatro Bar. Juan Ramirez de Velazco 419, CABA

Miércoles 30 de julio, 21 hs

Próximas funciones: los viernes de octubre

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