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Julio Nudler: «¿Qué derecho tenemos a la conciencia?»

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El mismo día en que la organización Periodistas se disolvía, tras la ruptura provocada por un comunicado insostenible en el que afirmaban que Julio Nudler no había sido censurado por Página/12, el propio Nudler relató a lavaca sus dilemas como profesional: ¿qué hacer cuando uno se entera –a través de empresarios, que a la vez son cómplices- de situaciones de corrupción en el gobierno? Las tarifas en los ministerios, la complicidad periodística y la libertad, según uno de los más respetados columnistas económicos.

La cita estaba prevista para las 9.30 en un bar de nombre inquietante: Sálvame María, cerca de Barrancas de Belgrano. A las 9.26 sonó el celular del cronista. Llamaba Julio Nudler desde el tren que lo traía de Beccar:
-Me estoy atrasando. Llegaré en diez minutos. Te pido perdón. Todo esto es un loquero.
A las 9.36 Julio entraba en el café, con una noticia: «A las 10.30 me tengo que ir al médico». Julio tiene un cáncer, pero se le nota también una vitalidad y un entusiasmo que no logran derrotar ni la enfermedad, ni la falta de sueño: «Desde que empezó todo esto hubo noches que no toqué la cama. No es que no dormí: me dormía delante de la computadora. Es raro, escuchás otras cosas. A las cuatro y media de la mañana empiezan a cantar los zorzales. Antes había calandrias. Ya no».
El insomnio se lo debe a la denuncia de censura que realizó Nudler y que se conoció a través de un mail que envió a seis amigos.
-¿Sabés por qué escribí ese mail? Porque me levantaron el Panorama Económico y yo sé que con lo de la enfermedad, esos amigos que son lectores de Página, al no encontrar la nota, se iban a asustar. Y al escribir, fue saliendo todo.
-¿Cómo es su situación actual en Página/12?
-No quiero subrayar el tema de Página porque creo que el diario se estaba suicidando con su postura de alineamiento ciego con el oficialismo. Tan indisimulado que incluso resulta estúpido y contraproducente para el diario, y para el propio oficialismo.
-Eso era lo que expresaba en su mail …
-Pero en Página trabajan una cantidad de compañeros que tienen diversas actitudes frente a la censura que abarca a todas las secciones, desde Espectáculos hasta el suplemento Radar. Los que toleraban mejor esa censura, ahora piensan que yo estoy poniendo en riesgo su fuente de trabajo. Es una conclusión equivocada, porque los que ponen en riesgo la fuente laboral son los responsables del medio, al tomar esa política suicida que ya estaba determinando un gran descrédito, lectores que decían «este es un house organ del gobierno»… Pero bueno, yo quiero recalcar una y otra vez que el problema no es Página/12, sino la falta de instituciones republicanas en este país, con un gobierno que a la vez es corrupto y corruptor, que manipula los medios con todas las armas que tiene a su alcance y con
medios que se dejan corromper para hacer su negocio. Y entre todos traicionan al lector, al oyente, al televidente.
Pero esa es una cuestión que trasciende a Página. Me parece mucho más decisivo para la desvirtuación del periodismo en la Argentina, lo que hace el grupo de Clarín u otros grandes medios que lo que pueda hacer Página, que es un medio marginal. Valioso, testimonial, pero marginal al fin. Yo quiero decir esto, porque uno de los mecanismos para soliviantar y volcar a la gente contra alguien es convencerlos de que ese alguien los está atacando. Esto lo hizo Hitler con los judíos: los judíos nos atacan. Lo hace Bush ahora: decirle a los norteamericanos que hay un tipo llamado Saddam Hussein que los está atacando con armas de destrucción masiva, le granjea inmediatamente el apoyo a la invasión a Irak.
-Porque provoca la reacción defensiva.
-Que es la más peligrosa de las reacciones. Es una reacción asesina. Pasó muchas veces en la historia de los pueblos y se seguirá dando porque es un mecanismo humano, y el que lo sabe explotar consigue lo que quiere.
-Y en este caso el enemigo de Página sería Nudler.
-Claro, la estrategia de Tiffenberg (Ernesto Tiffenberg, director del periódico) y compañía es decir: «Nudler nos está atacando». Eso es peligroso no solo para mí, sino que es gravemente peligroso para el diario y para la idea de que los periodistas tengamos alguna defensa en este país. Porque fuera de tener el derecho de no revelar la fuente, que aparece cuando ya estamos en un juicio o algo así, no tenemos establecidos nuestros derechos en la vida cotidiana. ¿Qué derecho tenemos a la conciencia? ¿Qué derecho tenemos a la libre expresión? No está dicho en ningún lado. El colmo de esto es que una organización como Periodistas considera que lo que me pasó fue un acto de no censura.
Siempre dije que en Página tuve más libertad que en otros medios. No me refiero sólo a la libertad de denunciar cosas, sino en un sentido más amplio. Si yo trabajara en algún gran diario, debería limitarme a escribir sobre economía. Y debería someterme a un cierto estilo de escritura y de códigos al que finalmente se ajustan todas las notas. En cambio en Página pude escribir en las más diversas secciones, desde Deportes a Cultura, con una amplia libertad de estilo. Eso hizo que yo me enamorara del diario, porque es así como me gusta hacer periodismo: no estar todos los días repitiendo la misma nota.
-A las estructuras jerárquicas esas ideas sobre la libertad las ponen un poco tensas.
-Pero yo estoy haciendo una experiencia con La Marcha, unos fascículos y cd’s sobre el primer peronismo, y estoy probándome una vez más algo. Si reunís a un grupo de gente y les fijás como regla de juego libertad plena, creatividad como objetivo fundamental, y ausencia de jerarquías en cuanto a las decisiones, el resultado es fantástico.
-¿Cómo se aplica la ausencia de jerarquías para decidir en un oficio que suele ser tan verticalista como el periodismo?
-Digamos, yo soy el director de la colección. Pero cuando la diagramadora dice «no estoy de acuerdo, me gusta de esta manera», se hace como ella dice.
-Pero eso, Julio, es porque mandan las mujeres.
-No, es porque me subordino porque hay un valor superior en juego. Si ella se sale con la suya, va a seguir siendo creativa. Si yo me salgo con la mía, ella se va a sentir alienada con respecto al producto, ya no le pertenece.
-Es un gran tema de la época, la horizontalidad en los grupos como modo de relacionarse para producir.
-Claro, y del otro modo, ¿qué habría logrado? Nada, salvo achatar el producto. Y la censura es la forma más extrema de autoritarismo. La forma más desalentadora y vejatoria que pueda existir. La consecuencia de la censura y la autocensura está a la vista en diarios como Clarín, con periodistas a los que uno termina juzgando injustamente por lo que sale publicado. Pero esa gente podría hacer un diario espectacularmente mejor, a condición de tener libertad para trabajar, estímulo a la creatividad. No digo que todos sean Maradona. Pero ya sabemos que cuando juntás al mismo equipo de fútbol que te aburrió mortalmente el domingo, los ponés en un potrero y les decís «jueguen como quieran, muchachos», hacen un partidazo. Porque para estar en la Primera, hay que saber jugar, salvo los acomodados por la corrupción futbolística. Y uno dice ¿por qué este tipo no me alegra la vista cuando juega? Porque está metido en un esquema que lo reprime, le quita libertad. Pero en el potrero juegan bárbaro.
-No estoy de acuerdo Julio. Es cierto que en un ambiente de libertad y creatividad la cosa mejoraría. ¿Pero no pasa también que muchos de esos periodistas descansan en echarle la culpa a la empresa, resignándose con mucha presteza a ser obedientes y dóciles?
-Es cierto, y encima ese periodista ni siquiera ve al dueño. En Clarín hay varias napas de jefes. Su lucha, o su resistencia, por usar términos un poco dramáticos, ni siquiera se daría con el dueño, sino con un tercer jefe, con mucho más espacio para discutir. Ahora, ese tercer jefe tiene que estar dispuesto a defender eso frente al segundo, y así sucesivamente. Pero las señales que tiran las empresas en general son de subordinación y valor. Hay otro aspecto en lo que decís que es muy cierto: los periodistas no somos carmelitas descalzas, y muchos colegas hacen su negocio a partir de situaciones como estas. Hay desestímulos que conducen a que el periodista llegue a la conclusión de que los 2.000 pesos los va a ganar haga o no haga, y que es mucho más rentable intentar el cuentapropismo periodístico, comprar un espacio en el cable, conseguir auspicios para ganar plata con eso, con lo cual se transforma si no en un empresario, en un micro empresario. Y deja de ser periodista para entrar en una relación casi necesariamente espuria con las empresas. Y ocurre el caso Aeropuertos Argentina 2000. Si aparece como auspiciante de ese espacio, cosa que ha sido masiva, cualquier noticia que pueda afectar a Eduardo Eurnekián, propietario de Aeropuertos Argentina 2000, va a ser callada. Es decir: Aeropuertos Argentina 2000 no pone esa condición al dar un aviso de 1.000 pesos por mes. Pero es una condición tácita. El que hace el programa sabe que si dice algo que desagrade a Eurnekián, el mes que viene no va a contar con ese auspicio, y dice: hay tantos temas, para qué meterme con Eurnekián.
Fijate un caso notable. La Nación publicó un reportaje a un italiano que empieza en tapa. El italiano dice que el problema en la Argentina es que los ricos no pagan impuestos. Entonces uno piensa que está muy bien que La Nación, que está dirigido básicamente a lectores ricos, aparezca esto. Pero nunca apareció el tema de Eduardo Eurnekián, quien según la AFIP ha denunciado ante la justicia, y es uno de los más grandes evasores de impuestos de la Argentina. No lo digo yo, lo dice la AFIP. Yo he tratado ese tema en Página/12 con la mayor libertad. Pero La Nación no se hizo eco de eso. Uno puede decir que es por celos, porque era mi nota. Pero no. El tema estaba ligado a una noticia sobre unas jornadas internacionales de administración tributaria organizadas por el gremio de la DGI y saboteadas por Alberto Abad, el capo de la DGI, porque él no quería que se tratara el caso Eurnekián, que es muy sofisticado y atrae el interés de los tratadistas internacionales en temas de evasión impositiva. No era una noticia mía. Era un evento objetivo. La Nación no le dedicó una línea, y Clarín tampoco. Entonces La Nación publica lo que dice el italiano sobre que los ricos en la Argentina no pagan impuestos, y a nosotros nos parece bien y valiente que lo publiquen. Pero cuando hay un rico concreto, ahí no.
-Es más fácil indignarse en abstracto, que denunciar casos concretos.
-¿Pero ahí está el gobierno de por medio? No. ¿Le podemos echar la culpa a Alberto Fernández? No. Ahí es cuestión de que una gran empresa no le pisa la manguera a otra.
-El suyo, ¿fue un acto de censura?
-Obviamente el acto de censura existió. Venía soportando actos de censura en forma de supresión de párrafos en notas mías, o la supresión de una foto del banquero Jorge Britto. Pero con esto, he pasado a ser un proscripto. No sólo un censurado. Ojo, por ahí mañana sale una nota mía. Nadie me comunica fehacientemente cuál es mi situación. En este mismo tiempo apareció dos veces con mi firma la sección Des Economías, en el suplemento Cash, en el que suelo tocar temas marginales, con un poco de humor. Pero estoy proscripto para evitar el peligro de que me meta con alguien que no me debo meter. Es como las leyes raciales de Nüremberg. Uno se podía casar con quien quisiera, siempre que no se casara con la persona incorrecta.
-Eres libre de hacer lo que yo quiera.
-Claro, si te casás con una judía, no.
-Los directivos del diario dicen que lo invitaron a hablar amenamente para que fundamentara su columna, y que usted rechazó esa posiblidad.
-No, yo no rechacé nada. Pregunté: ¿de qué vamos a hablar? Me respondieron: de establecer reglas de juego. Ahí me puse firme y dije que mis reglas de juego son el ejercicio responsable de una plena libertad de expresión.
-¿Era una charla cara a cara?
-No, fue una charla telefónica con Tiffenberg, cuando me llamó indignado para reprocharme muy acaloradamente, haber mandado una nota de semejante carácter a las 23.45, cosa que consta en la computadora. Y llegó inmediatamente porque yo enseguida llamo a sistemas para confirmar que el material ha llegado. A los diez minutos me llamó Tiffenberg hecho un basilisco, y me reprochó esto. Y yo le pregunté para qué quería que la mandara más temprano. Evidentemente, para censurarme. Y como ya me lo había hecho varias veces, yo obviamente trataba de dificultarle la tarea al censor, cosa que haría cualquier censurado. Pero dificultarle la tarea no era afectar al diario, porque mis notas en general, y habrá algo de vanidad en lo que digo, pero muchas veces ni siquiera van a corrección, porque yo escribo correctamente y porque nunca mando una nota sin haberla releído por lo menos dos veces, aunque la nota sea larguísima. No tengo errores de ortografía y creo que tengo una gramática correcta dentro de lo que se puede pedir. De modo que cuando es tarde no hay que perder tiempo pasando por corrección. Sí por censura.
Un argumento de Tiffenberg es que yo mandé la nota vencidos todos los horarios de cierre. Quiero aclarar que él, cuando contestó con su célebre editorial, lo cerró a las 2.30 de la madrugada. De modo que cerró dos horas cuarenta y cinco minutos después que yo, con otra diferencia: mi nota no afectaba la salida normal del diario. La suya hizo que Página perdiera toda la circulación del interior. Por otro lado, cualquier día en que Martín Granovsky esté a cargo de la redacción, se le puede preguntar a cualquier compañero de Página/12 qué pasa con el cierre. El entierro es fabuloso. A la 1.30 ni siquiera se sabe todavía cuál es la tapa.
-Otro argumento es: Nudler dijo que se volvió loco y rompió los códigos.
-Quiero aclarar esto. Yo creo que los periodistas respetamos escrupulosamente algunos códigos que sin querer, o a veces queriendo, nos convierten en cómplices de todo este estado de cosas. Es como el cura y el secreto de confesión. Viene alguien y le confiesa al cura que ha comprado un arma y que dentro de media hora va a matar a la suegra. ¿Qué hace el cura con ese secreto? Es un secreto de confusión… mirá qué lapsus… secreto de confesión. Tiene por un lado que preservar el secreto, y por el otro la vida de esa mujer: un dilema.
Nosotros, los periodistas, sobre todo los que andamos en economía, nos enteramos de muchísimas cosas que son, entre comillas, impublicables. ¿Por qué no las publicamos, o no lo intentamos siquiera? Porque nos fueron dichas informalmente en un pasillo, o porque nos advirtieron que no era para publicar. O ni siquiera nos lo advirtieron pero por la forma en que se nos dijo, o por la relación que tenemos con esa fuente… o porque si lo decimos no tenemos pruebas y nos van a querellar, y nos vamos a meter en líos y corremos peligro, o nos pueden expropiar la casa. Hay una serie de razones por las cuales información muy jugosa y que consideramos fehaciente y confiable, nos la guardamos. Nunca llega al lector. A la larga, con esos códigos que respetamos tan escrupulosamente, triunfa el sistema de la corrupción que nos hunde a nosotros mismos, a nuestras familias, y a todos los argentinos. Tienen que salir personajes como Pontaquarto, Scilingo, alguien que se vuelva «loco» entre comillas. Pero no un periodista. Los periodistas somos muy sensatos, racionales, nunca nos piantamos, y con eso le hacemos un juego extraordinario a la corrupción.
Últimamente supe de dos o tres casos que me resultaron particularmente repugnantes. Por ejemplo, cómo estaba tarifado todo en el Ministerio de Economía y en el Ministerio de Planificación Federal, según el hombre que es tenido como «cajero» de Lavagna, al que todos llaman el «Ratón» Pérez. Un alto empresario me lo ha ratificado. Este hombre, Pérez, le decía al empresario que si no estaba de acuerdo con el precio, con la coima que debía pagar por una cierta medida, se la fuera a pedir al ministro De Vido, pero que le iba a costar el doble.
Eso es lo concreto. ¿Yo lo vi? No ¿La persona que me lo dice es una fuente indubitable? Sí. Es más, he estado reunido con él en una torre de Catalinas. Es el presidente de una multinacional importante en la Argentina, y hemos tenido una conversación magnífica durante dos horas. Yo le dije: si estamos tan de acuerdo ¿por qué no me apoya en esto? Yo lo denuncio y usted sale y lo ratifica. Y me dice: no puedo. ¿Por qué? Me explica: si él lo hace, afecta gravemente a la filial de la empresa para la cual trabaja. Porque en la Argentina se cometea, o no se puede ser empresario a ese nivel. ¿Qué hace, entonces? Él no se siente en condiciones de cambiar el país. Pero además, él viene pagando hace años, como todos estos empresarios. Y dice: si yo denuncio esto, voy a estar reconociendo que he cometido reiteradamente el delito de cohecho. Y voy a ir preso. ¿Puedo ir preso por esto?
Entonces yo escucho eso que me dicen, y pienso: y yo, ¿para qué soy periodista? ¿Para qué sirve que sea periodista? Entonces, a qué llamo yo volverme loco o brotarme, o que lo digan los demás. Y… que me inviten a un programa de televisión de cable para hablar de la colección La Marcha, que estoy sacando. Me dicen que hable de economía, de la negociación del fondo, de la deuda… y en ese momento me asalta un hastío. Y les digo: tengo algo más interesante para hablar. Y cuento esto. En vez de «Ratón» Pérez hablo de un pequeño roedor, en fin, doy todos los indicios. En vez de Julio De Vido hablo de un ministro cuya mujer es síndica general adjunta de la Nación. Es decir, los nombro sin nombrarlos. Al otro día yo esperaba una cédula judicial enviada por el roedor, pero en lugar de eso recibo una llamada de Armando Torres, vocero del Ministerio de Economía, diciéndome que el señor Pérez, funcionario de Economía, me invita a tomar un café. Eso ocurre en el día que voy a partir a Boston. Le digo que no puedo, porque no tenía tiempo.
Pero eso me dio una nueva visión de la realidad. Si en vez de querellarme me invita a tomar un café ¿cómo es la cosa? Lo mismo me había pasado con alguien que me llama de parte de Miguel Pesce, flamante vicepresidente del Banco Central, del cual yo había dicho algunas lindezas, y que es otro instrumento que Alberto Fernández puso en la SIGEN por cuarenta días, lo cual es una absoluta inmoralidad tratándose de un organismo clave en la lucha contra la corrupción. Después se entendió por qué lo hizo, esperando para meter a Claudio Moroni, que es su secuaz en todo el negocio del seguro que manejó desde el Estado con Menem desde el 89 al 95 y que después manejó el propio Moroni que ahora, como premio a sus actos de corrupción, es nombrado al frente del organismo que tiene que luchar contra la corrupción. Eso me sacó. Realmente.
Y fijate cómo continúa la cosa: dentro de los superpoderes que le dan a Alberto Fernández, recibe el superpoder de pagarle mediante el INDER (Instituto Nacional de Reaseguros, en liquidación) las deudas que tiene con el sector asegurador. O sea, esto ya estaba publicado en el diario Página/12, que también lo dirigía Tiffemberg, ahí está publicado todo el detalle de las tropelías de Alberto Fernández y Moroni favoreciendo desde el Estado a un sector tan corrupto como el del seguro, notas que no motivaron ninguna querella de ellos ni al diario ni a mí, lo cual algo está diciendo de la documentación de esas notas que ahora Tiffenberg en su editorial dice que debían ser más investigadas.
Alberto Fernández ahora con los superpoderes tiene la potestad, sin control parlamentario, de pagarle a esas compañías a las que él quería que se le pagaran en su momento 1.200 millones de dólares, cuando Roberto Guzmán, liquidador del INDER entre el 94 y el 96, haciendo cuentas en serio, concluyó que en bruto se les debía 500 millones, o sea 700 millones de dólares menos de lo que quería pagarles Fernández. Y además las compañías tenían un montón de deudas con el INDER que el organismo ni siquiera se había molestado en calcular. Por ende, la deuda neta del INDER con las compañías era imprecisable, y podía muy bien ser que el neto fuera una deuda de las compañías con el INDER y no al revés. Por alguna razón el INDER fue declarado en liquidación en 1992 y en el 2004 todavía no ha sido liquidado. ¿Por qué? Porque entre que las compañías piden cualquier disparate, y que hay funcionarios como Guzmán, que acaba de morir, de una honestidad intachable, que se le han cruzado en el camino a esos corruptos, nadie se ha atrevido a poner el gancho, pensando que tarde o temprano si este país se regenera un poco, va a ir preso. Entonces eso sigue empantanado 12 años después. Alberto Fernández tal vez lo desempantane, pero cuidado, que nos pueden estar estafando en cientos de millones de dólares.
-Usted decía que hay aspectos positivos del gobierno…
-Sí, lo de derechos humanos, o la relación con el FMI… bah, más o menos, porque le estamos pagando más que nunca. Pero bueno: esas son cosas discutibles.
-Pero esos argumentos supuestamente favorables hacen que mucha gente que apoya al gobierno, decía en su carta, no quiera ver el costado que usted denuncia como corrupto.
-Claro, es una gran estupidez tomar esa actitud de pensar «roban pero hacen».
-Lo que está diciendo es: roban.
-Roban, roban, roban. Eso no cambió. El bochorno con China también tiene que ver con la corrupción oficial. Yo lo juzgo en la misma dirección. Yo creo que Moroni en la SIGEN es incompatible con China. Si va a entrar un montón de plata en lugares como Enarsa, hay que tener mecanismos de control muy bien aceitados de cómo se maneja la plata. Fijate: en la SIGEN tenés a Moroni, que fue el gran compinche de Alberto Fernández para favorecer a las aseguradoras en contra de los asegurados y en contra del Estado. Ahora el Parlamento le da plenos poderes a Fernández para pagarle a través del INDER a las aseguradoras. Y el que tiene que fiscalizarlo es Moroni. Bueno: dos más dos es cuatro. Este es un gobierno poco serio, como era el de Menem, pero este proclama que es un país en serio.
-Si se sigue el hilo de su denuncia, la pregunta natural es, recordando viejos lemas, ¿roban para la corona?
-No sé, yo no investigo esos temas. Pero uno trata de razonar. ¿Para qué están tarifadas las cosas en el Ministerio de Economía, o en el de Planificación?. Si hay cajas paralelas, uno puede suponer que gente con aspiraciones, como Lavagna o Kirchner, necesitan financiamiento independiente. Mi tímida conclusión, tentativa, es que muchas de estas familias se convierten en millonarias. Ahí está el caso de Arafat, con una fortuna de miles de millones y una lucha feroz de la viuda con la dirigencia palestina. Yo pienso que con el tiempo vamos a tener luchas parecidas en torno de Carlos Menem, y quién sabe si en torno de los actuales. Entramos en un terreno muy pantanoso.
-¿Y la comparación con China?
-Se dice que China va a aportar fondos asociándose a Enarsa, que es una empresa estatal nueva y cae en el ámbito que los organismos de control tienen que fiscalizar. En el ambiente empresario, apenas surgió lo de China, el primer comentario fue averiguar de qué nivel serían las cometas. No es que lo diga yo, es lo que la gente da por cierto. Y no nos olvidemos que, por lo que se sabe, China es un país bastante corrupto, entonces un negocio con China puede implicar jugosos retornos para funcionarios de ambos lados. No digo que los vaya a haber, pero no estoy tranquilo si los organismos de contralor están paralizados. Entonces digo: China, así, no va. Para que tengan sentido inversiones y permitan el desarrollo hay que hacer determinadas cosas. Vos construyendo caminos solamente no te desarrollás. Argentina es un país muy corrupto donde efectivamente no hay seguridad jurídica, y entonces no puede funcionar el capitalismo para que haya más bienestar. Hay enormes pozos de evasión, y entonces tampoco puede haber equidad. Porque la plata que evade un Eurnekián, es plata que se podría usar para que en los hospitales haya buena atención, que las escuelas estén equipadas. Son miles de millones. Pero ¿cómo va a haber equidad si hay una evasión monstruosa que es posible no tanto por las normas, sino por la actuación de funcionarios corruptos en el Poder Ejecutivo y el Judicial?
Si no resolvemos ese problema institucional, todo lo demás no va a servir para nada. Durante el menemismo hubo enormes inversiones en la Argentina, y terminamos en un colosal desastre. Los chinos no van a invertir lo que dijo Kirchner, pero, aunque lo invirtiera, este país no se va a desarrollar con eso. Mucho más importante es que haya instituciones funcionando, y eso implica que no haya corrupción, o que haya la menor corrupción posible. Y no que el gobierno esté asociado con la corrupción.
-¿Añorá alguna época como periodista? ¿La Opinión, La Razón o alguno de sus otros trabajos?
-Añoro la época de Página/12.

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5 años sin Cecilia Gisela Basaldúa: crónica desde Cruz del Eje

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Pasaron cinco años del femicidio de Cecilia Basaldúa en Capilla del Monte. Tres años de un juicio que absolvió a un imputado sin pruebas. Cuatro fiscales, cuatro policías presos y numerosas movilizaciones, desde Buenos hasta Córdoba, para exigir la verdad, ese compromiso que aún es la certeza que falta.

Fotos y crónica de María Eugenia Morengo para cdmnoticias.com.ar

25 de abril. Cruz del Eje. El GPS calcula unos 2 kilómetros. La entrada a la ciudad está envuelta de un aire viscoso. Una avenida se extiende en silencio y después de atravesarla, la llegada a los Tribunales se convierte en un ritual: una reminiscencia de lo que fue, una promesa de lo que debe ser. El pedido por Verdad y Justicia, es una demanda que crece. Cada letra se ubica en el mismo lugar que ocuparon tres años atrás. Las escaleras de la justicia cruzdelejeña son de un cemento gastado. Raspan, duelen.

5 años sin Cecilia Gisela Basaldúa: crónica desde Cruz del Eje

¿Qué pasó en Capilla del Monte? El papá y la mamá de Cecilia, Daniel Basaldúa y Susana Reyes, están cargados de bolsas, llenas de carteles con el rostro de su hija, multiplicado. Son como una red que se estira a lo largo de esos 868 kilómetros que conectan a Buenos Aires con el noroeste de Córdoba. El camino recurrente que transitan para llegar a la verdad..

Sin previo aviso, adentro del edificio de Tribunales Daniel y Susana se anuncian. Quieren ver al todavía fiscal Nelson Lingua, quien aún está a cargo de la investigación de la causa, antes de que asuma como nueva fiscal, Sabrina Ardiles. Afuera todavía se respira la niebla. La espera alerta a los policías. Quieren saber si van a venir más personas.

      – Lo hacemos para cuidarlos –dice la mujer de uniforme.

Piden datos, intentan tomar nota de lo que es una rutina inventada.

–La policía a nosotros no nos cuida –reacciona Susana y en un intercambio sin sentido, se alejan.

Silvia Rivero es la prosecretaria de la fiscalía, se acerca afuera y los llama. El fiscal se hizo un lugar en la agenda del día viernes. Adentro, el reflejo del piso de tribunales es como un espejo que se extiende, entre mocasines, tacos, alpargatas y zapatillas.

La preocupación de la familia es evidente. El recibimiento del fiscal es cordial. Se explica ante los recientes cambios que pronostican para el mes de mayo a Sabrina Ardiles, como la persona que estará sentada en el mismo sillón inmenso de cuerina, desde donde ahora, les habla Lingua. La dra. Rivero, también explica, y confirma que nunca se dejó de investigar. La necesidad de la confianza es una tregua durante esa hora de reunión, los tecnicismos se suspenden y las palabras se abren en una cronología de datos, guardados en la memoria indeleble de Daniel Basaldúa.

5 años sin Cecilia Gisela Basaldúa: crónica desde Cruz del Eje

La medida del tiempo de la causa, son las fojas de expedientes que se acumulan. La inspección judicial realizada en el mes de agosto del año 2024, por los posibles lugares donde Cecilia pudo haber estado en Capilla del Monte antes de su muerte, dejó en evidencia la dudosa hipótesis de la anterior fiscal de Instrucción de Cosquín, Paula Kelm, quien había asegurado que Cecilia había llegado por sus propios medios al lugar donde apareció sin vida. Mientras que en el transcurso de estos años, cada vez son más los policías que estuvieron en la búsqueda e investigación, presos por violencia de género:

Adrián Luquez, ex sub comisario, detenido por amenazas con armas de fuego a su pareja. Hoy en libertad, se fue a vivir a San Luis. Ariel Zárate, ex sub comisario de la Brigada de Investigaciones de la Departamental Punilla Norte –preso por violencia de género.  Diego Concha, ex director de Defensa Civil, encargado de la búsqueda –condenado a prisión perpetua por el crimen de Luana Ludueña y por la causa de violencia de género hacia su ex mujer, y Diego Bracamonte, ex comisario departamental, a cargo del operativo de la búsqueda –preso por violencia de género.

El tiempo de la justicia es una curva enredada, en apariencia, inofensiva. El tiempo de la justicia es el de las burocracias que definen su forma de proceder. El tiempo, es de una lentitud que lastima. Las letras se vuelven a guardar.

Son las cuatro de la tarde y el sol avanza en la siesta de Capilla del Monte. En la plaza San Martín, alrededor del Jardín de la Memoria, se arman los gacebos, se pone un aguayo, se llena de flores. Rojas, amarillas, lilas, celestes, el monte aún está florecido. Contrayerba, lavanda, romero, palo amarillo, incayuyo, ruda, los sahúmos se arman. Una compañera comienza a preparar el fuego.

Más lejos, sobre la calle Pueyrredón, en la puerta de la Secretaría de Turismo, la concentración crece. Llegan de todas las direcciones. Con tambores y repiques, con banderas y ofrendas. Una combi estaciona, descienden vecinos y vecinas que subieron en Córdoba y en distintas partes del Valle de Punilla.

5 años sin Cecilia Gisela Basaldúa: crónica desde Cruz del Eje

La batucada suena, es un comienzo en cuenta regresiva. La marcha avanza a contramano. Hay una indignación que toma el ritmo de los tambores, trepa en el repique y todo se hace canción. La calle techada de Capilla del Monte es un anfiteatro de barricadas. Los sonidos viajan a través de la mejor acústica para el reclamo: ¡Vecino, vecina, no sea indiferente nos matan a Cecilia en la cara de la gente. Cecilia presente!

5 años sin Cecilia Gisela Basaldúa: crónica desde Cruz del Eje

“Este es un día especial y este lugar es especial porque tiene mucho que ver con lo que le pasó a Cecilia”, comienza Daniel en la puerta de la comisaría de Capilla del Monte, “hay muchos policías involucrados en el caso. Ya lo hemos denunciado muchas veces, pero parece que no alcanza”, dice mirando a los uniformados que permanecen parados como  granaderos.

5 años sin Cecilia Gisela Basaldúa: crónica desde Cruz del Eje

Daniel les recuerda que durante el año pasado, la policía de Capilla debió haber realizado  notificaciones a tres personas para declarar en los Tribunales de Cruz del Eje, pero no lo hicieron. Las testimoniales pudieron efectivizarse, porque intervinieron los abogados de la querella, Daniela Pavón y Gerardo Battistón. En ese mismo reclamo, la abogada Pavón  se acerca y también hace pública la falta de atención institucional que hay para las víctimas de violencia de género en la localidad.

5 años sin Cecilia Gisela Basaldúa: crónica desde Cruz del Eje
Susana, Daniel y Daniela Pavón

La familia de Ezequiel Castro, asesinado por la policía de Córdoba, se adelante y los abraza. Alguien grita que ahí mismo, en la comisaría, apareció ahorcado Jorgito Reyna, hace 12 años, atado con la manga de su campera a la reja de una ventana, pocos centímetros más alta que él. Que su causa, también sigue impune y que los golpes que tenía no fueron suficientes para demostrar  que lo habían torturado. Que a pesar de no bajar los brazos, las familias sienten que el duelo es un proceso tan profundo, como inacabado.

5 años sin Cecilia Gisela Basaldúa: crónica desde Cruz del Eje

Susana y Daniel permanecen frente a una multitud, observan hacia adelante y hacia atrás. Saben que la comisaría es señalar lo que siempre llega al mismo lugar: complicidad. “A las chicas les pedimos que no tengan miedo, que denuncien -acentúa Susana- que no se dejen asustar con los policías ni con nadie, nadie tiene derecho a venir a violentarnos”.

 El espacio público es un canal clave para recordar que los asesinos de Cecilia están libres, “y que muchos andan dando vueltas por acá”, dice Daniel y remarca que no dejarán de venir a Capilla del Monte, hasta que los responsables del femicidio de su hija, estén presos.

La llegada a la plaza San Martín es un círculo de candombe que la nombra. Hace cinco años que se insiste en las mismas palabras, como un tajo que se abre en el cemento, una cicatriz que se agranda en medio de la incertidumbre: ¿Qué pasó con Cecilia?

Tal es el encubrimiento que las responsabilidades se hacen obvias.

La ronda se acerca al altar. Es un asedio a la justicia que falta. Desde el micrófono se invita a dejar una ofrenda en memoria de Cecilia, a conjurar entre todas y todos ese momento, esa memoria. En el  centro de una plaza que se anochece, resuena una voz grabada -desde algún punto del Abya Yala- Lolita Chávez, lideresa maya de los pueblos K’iche de Guatemala, habla entre los yuyos que comienzan a perfumar lo que no se puede detener. Cada rama seca que se enciende se hace una intención, un pájaro que se dispara, restos del día que se van:

 “Hoy 25 de abril levantamos nuestra fuerza sagrada, y nuestro poder popular feminista. Reconociendo la memoria, la historia, el vientre en la sangre, de Cecilia Basaldúa. Ese femicidio no debe quedar en la impunidad (…). Con la fuerza de nuestras ancestras, con los fuegos sagrados que encendemos, levantamos nuestra expresión de indignación  y lo comunicamos a los cuatro puntos cardinales. Para que nunca más haya este tipo de violencias contra nuestras vidas”.

Las copleras y la poesía toman el escenario. Las y los músicos hacen de Cecilia esa canción y en el centro del caldero caliente, el humo abre el cielo: hay una memoria que se desprende y una vida que cambió de idioma.

5 años sin Cecilia Gisela Basaldúa: crónica desde Cruz del Eje

En medio del algarrobo que sostiene los carteles de Memoria, Verdad y Justicia, una placa de cerámica con el rostro de Cecilia, también observa. El día queda atrás y en el fondo de la noche, las palabras todavía están en suspenso, son un silencio que pronto dirá.


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Imágenes de la marcha a Plaza de Mayo: los jubilados siguen haciendo lío

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Con poquito aportás muchísimo ¡Sumate!

Jubilados y jubiladas se movilizaron desde el Congreso de la Nación hasta Plaza de Mayo en una nueva jornada de reclamos y denuncia por los ingresos de pobreza que perciben y el fin de la moratoria previsional, cuya prórroga sigue durmiendo en Diputados. Como siempre, los carteles manuscritos fueron una forma de expresión y creatividad. En uno se leía: «Francisco está feliz. Jubilados haciendo lío!!!»

La marcha comenzó nuevamente con un operativo desproporcionado con las cuatro fuerzas federales -PFA, Gendarmería, Prefectura y PSA- que reprimió la protesta pacífica: la Comisión Provincial por la Memoria contabilizó una persona detenida y 13 heridos por efectos de los gases lacrimógenos, entre ellos jubilados y trabajadores de prensa.

Frente a la Rosada, realizaron un acto donde distintas agrupaciones de jubilados se manifestaron contra el acuerdo con el FMI y cantaron por la salud de Pablo Grillo.

«Hasta el próximo miércoles», saludaron los jubilados y jubiladas.

La próxima semana, la marcha contará con la participación de los gremios de la CGT como previa al Día del Trabajador y la Trabajadora del 1 de mayo.

Imágenes de la marcha a Plaza de Mayo: los jubilados siguen haciendo lío

Foto: Juan Valeiro para lavaca

Imágenes de la marcha a Plaza de Mayo: los jubilados siguen haciendo lío

Foto: Juan Valeiro para lavaca.

Imágenes de la marcha a Plaza de Mayo: los jubilados siguen haciendo lío

Foto: Juan Valeiro para lavaca.

Imágenes de la marcha a Plaza de Mayo: los jubilados siguen haciendo lío

Foto: Juan Valeiro para lavaca.

Imágenes de la marcha a Plaza de Mayo: los jubilados siguen haciendo lío

Foto: Juan Valeiro para lavaca.

Imágenes de la marcha a Plaza de Mayo: los jubilados siguen haciendo lío

Foto: Juan Valeiro para lavaca.

Imágenes de la marcha a Plaza de Mayo: los jubilados siguen haciendo lío

Foto: Juan Valeiro para lavaca.

Imágenes de la marcha a Plaza de Mayo: los jubilados siguen haciendo lío

Foto: Juan Valeiro para lavaca.

Imágenes de la marcha a Plaza de Mayo: los jubilados siguen haciendo lío

Foto: Juan Valeiro para lavaca.

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Foto: Juan Valeiro para lavaca.

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Escritos sobrevivientes: Un nuevo libro escrito por ex detenidos desaparecidos

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Con poquito aportás muchísimo ¡Sumate!

Este 24 de marzo, a 49 años del golpe, la editorial lavaca publica Escritos sobrevivientes, un libro creado junto a un grupo de personas que estuvieron secuestradas y desaparecidas en distintos centros clandestinos de represión durante la última dictadura militar. Se presenta el próximo viernes 28, pero ya podés pasar a buscarlo por MU (Riobamba 143) desde hoy. En este texto, Claudia Acuña cuenta qué representa esta obra parida en colectivo y en medio de aires negacionistas.

Por Claudia Acuña

Este libro representa muchas cosas y todas y cada una nos parecen decisivas para estos tiempos desesperados.

Ni sé por dónde comenzar a enumerarlas, así que sin orden de importancia ni cronológico enumero algunas, aunque sin duda me faltarán otras que invito a que completen quienes lo lean.

Lo primero, para mí, es reconocer el valor social, político, histórico y ético que merecen las personas detenidas-desaparecidas por la dictadura cívico militar que azotó este país desde el 24 de marzo de 1976. No olvidamos esa fecha gracias a ellas, pero no siempre se las nombra con la relevancia que han tenido para construir verdad, justicia y memoria.

A algunas de ellas he tenido el honor de escucharlas y verlas testimoniar en los juicios de lesa humanidad, pero también en los diferentes procedimientos contra la impunidad que crearon y sostuvieron para que esos juicios sucedan.

Una y otra vez.

Una y otra vez.

Una y otra vez.

Hasta lograrlo.

Solo a una pude agradecerle con palabras y lágrimas el esfuerzo, el coraje y el legado que recibíamos por su esfuerzo, pero fundamentalmente por sus vidas consagradas a hacer posible lo imposible. Fue en la puerta de los tribunales de Comodoro Py, mientras los altoparlantes transmitían la primera condena a los genocidas responsables del centro de detención clandestino y de tortura que funcionaba en la Esma. Ahora, con este libro queremos extender esas gracias a cada una, a cada uno.

Sé, porque comprendí la lección que nos daban, que no puedo afirmar que lo hicieron solo ellas, ellos. Esa es otra de las cosas que representa este libro: el saberse parte – y reconocerlo siempre- de algo más grande, más importante y más trascendente no solo del yo, sino incluso del núcleo colectivo en el que nos organizamos, reflexionamos y tomamos fuerza para resistir. Nuestras fuerzas individuales y nuestras construcciones políticas suman, activan, empujan, pero alcanzan sus objetivos cuando sincronizan con la necesidad social, con la época y con la Historia. Tienen alas porque tienen raíces y mueven al mundo hacia lugares mejores porque se sabe más grande y más poderosa que lo que nos rodea.

Eso que aquí las y los autores definen como “subjetividad sobreviviente” nos advierte eso: somos nuestros cuerpos y la sombra que proyectan, lo que hacemos y lo que soñamos, nuestras obras y nuestra imaginación, nuestros saberes y nuestra intuición, pero también y además aquellos cuerpos, proyecciones, hechos, batallas ganadas y perdidas, que nos anteceden y desbordan para fortalecernos y sostenernos de pie. Aquello que ilumina la oscuridad es la memoria sensible: de eso se trata este libro, además.

Otra: el valor de las utopías. En los momentos más aterradores hemos gritado “Aparición con vida y castigo a los culpables”. Bueno: la noticia es que hemos tenido éxito y aquí están las personas que cuando pronunciábamos esas palabras mágicas no podíamos abrazar. Algunas de ellas son las que el tercer sábado de cada mes vimos ingresar a nuestra trinchera durante el largo y desalentador año 2024. Para nosotros ese taller de escritura significó una cita con la esperanza, cada vez. Y una comprobación: el futuro se construye con el hacer colectivo, cada vez.

Por último: este no es un libro de testimonios sobre el horror de la dictadura, sino su contracara o quizá, lo que se puede pensar después de cruzar el abismo de la impunidad.

Quizá.

Me falta todavía superar la alegría de haberlo logrado, de sostener con las manos esta pequeña utopía realizada en tiempos de saqueo de recursos simbólicos y materiales, en las cuales sólo proponerlo sonaba casi irresponsable, para poder encontrar las palabras certeras, que expresen lo que representa que personas empobrecidas y violentadas podamos hacer lo que querramos financiadas sólo por el deseo y la convicción, que siempre es política.

Quizá la palabra exacta sea una sola: Argentina.

La presentación

Escritos sobrevivientes y compila una serie de textos producidos en un taller de escritura que tuvo lugar en MU durante 2024. Estos relatos abordan historias marcadas por lo que el grupo denomina «subjetividad sobreviviente». El resultado es un conjunto de textos poéticos, políticos y filosóficos, de una potencia y belleza conmovedoras.

Participan: Rufino Almeida, Margarita Fátima Cruz, Graciela Daleo, Lucía Fariña, Mercedes Joloidovsky, Eduardo Lardies, Susana Leiracha, María Alicia Milia, Claudio Niro, Silvia Irene Saladino, Stella Maris Vallejos e Inés Vázquez.

Así lo resumen sus autoras y autores: «Un grupo de compañeras y compañeros, ex detenidos desaparecidos por el terrorismo de Estado, nos reunimos en un taller de escritura para crear textos enfocados en la subjetividad sobreviviente, mientras la voz del poder alimenta el negacionismo y la reiteración del sufrimiento popular por variados medios».

El libro se presentará el próximo viernes 28 de marzo a las 20 horas en Mu Trinchera Boutique, Riobamba 143.

Podés conseguirlo desde hoy, 24 de marzo, también en MU.

Escritos sobrevivientes: Un nuevo libro escrito por ex detenidos desaparecidos
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