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La aventura del cine: Laura Citarella y Laura Paredes

La directora y la actriz de Trenque Lauquen, la película del momento, revelan aspectos de la trama, de las fórmulas de su filmación, de lo que cuesta hacer cine hoy, y de la potencialidad de hacer algo que quede para siempre. Argentina 2023: nuestro cine sigue escribiendo su propia historia. Por María del Carmen Varela.
En un mundo donde un minucioso sistema de satélites permite señalar con precisión una posición en términos de latitud y longitud para saber dónde estamos y adónde queremos o debemos ir, Laura decide perderse. Probablemente, lo que desee no es tanto perderse como no ser encontrada. La tierra no se la traga, sino que besa sus pies y ella se entrega al camino. Porque Trenque Lauquen, la película dirigida por Laura Citarella, protagonizada por la actriz Laura Paredes y con guion de ambas es, entre otras tantas cosas, un homenaje a la aventura, una gran madeja de donde puede tirarse para devanar las hebras que formarán los entramados de nuevas historias. Cuatro horas y media divididas en dos partes y cada una en seis capítulos son el resultado de un proceso creativo que llevó más de una década, desde el momento en que germinó la idea hasta que sonó la claqueta y la ¡acción! se plasmó en los cuerpos de un elenco de ensueño. Además de Laura Paredes, forman parte de este film Elisa Carricajo, Verónica Linás, Rafael Spregelburd, Ezequiel Pierri, Juliana Muras, entre otrxs.
Las Lauras habían trabajado ya juntas en Ostende, película estrenada en 2012, también con dirección de Citarella y actuación de Paredes. Allí la protagonista pasa unos días en esa localidad balnearia gracias a un concurso radial y mientras espera la llegada de su novio, su aguda capacidad de observación la induce a ser espectadora de lo impensado. Entre Ostende y Trenque Lauquen se arma una saga.
En la primera aparecía una observadora que establecía hipótesis sobre lo que ocurría ante sus ojos y en la segunda, Laura —la actriz y el personaje comparten nombre— adquiere en cambio un rol activo; avanza, se involucra. “Se va entregando a las situaciones y, paradójicamente, no poner mucha voluntad le da carácter. Las cosas la empiezan a impregnar y ella sigue adelante como si nada de eso le generara mucho peso, como si bailara entre las tramas con mucha liviandad”. La ficción tenía el desafío de dibujar con el lápiz de la verosimilitud, ya que la realidad suele ser implacable: hablamos de mujeres que desaparecen.
Citarella refiere a la sensibilidad de esa chica que “tiene la pulsión de irse”. Dice: “Eso suele estar atravesado – según quien lo esté mirando – por la locura, por la idea de que si una mujer se va es ‘porque está loca’. La figura de una mujer en el medio del campo, yéndose, es una imagen muy enigmática: estaba bueno repensar esa figura. La idea de alguien que se va, se pierde y que esa pérdida es algo intencional, del mundo de la voluntad del personaje. La ficción parte de esa figura. El relato se construyó casi de atrás para adelante”.
Perderse es cada vez menos habitual, por más empeño que se le dedique, pero sí es posible empaparse de ese estado de fluidez, la sensación de un viaje permanente, allí donde el cuerpo se encuentre. Paredes y Citarella compartieron a la distancia, durante época de vacaciones, la lectura del libro de escritora estadounidense Rebecca Solnit Una guía sobre el arte de perderse, donde podemos seguir reflexionando sobre las mil y una posibilidades de apelar al juego y al instinto. Dice Solnit: “Perderse es estar completamente presente, y estar plenamente presente es ser capaz de encontrarse sumergido en la incertidumbre y el misterio. Y no es acabar perdido, sino perderse, lo cual implica que se trata de una elección conciente, una rendición voluntaria, un estado psíquico al que se accede a través de la geografía”.

Familias rodantes
Su novio Rafael y Ezequiel, su compañero de trabajo, la buscan por toda la ciudad. Eso nos quedará claro apenas comenzada la película; luego iremos recopilando más información. Uno verborrágico, algo petulante, el otro callado y de perfil bajo, ambos comparten un genuino interés por encontrarla. La tranquila atmósfera de Trenque Lauquen —donde la Laura de la ficción fue a ejercer su profesión de bióloga — propone un mapa en el que va marcando lugares significativos: la radio donde participaba de un programa con la columna “Mujeres que hicieron historia”; el bar de sillas tapizadas en el que se reunía con Ezequiel; la biblioteca de la que se llevaba prestados libros de biografías femeninas como Autobiografía de una mujer sexualmente emancipada, escrito en 1923 por la política marxista y feminista rusa Aleksandra Kollontai.
Esa ciudad también representa mucho para Citarella, ya que ahí vive parte de su familia y es el ámbito donde pasaba los veranos cuando era una niña. “Es un lugar idílico para mí: la vacación, los amigos de verano, mi abuela, mis primos viviendo en la misma manzana. Conozco bien el lugar y cuando nos sentamos a escribir, era muy fácil decir qué construye el retrato de Trenque Lauquen”.
En el film actúa su tío Rolo, que interpreta a un conductor radial que no puede despegarse de las palabras y entrega tarde el programa. En la vida real, Rolo tiene un programa de radio allá y no se priva del placer de entrevistar a su sobrina cada vez que va de visita.
Además de intentar dilucidar qué pasó con Laura y el porqué de su partida, durante la primera parte de la película se cuela y cobra magnitud una irresistible historia amorosa. En un libro que le prestaron en la biblioteca Laura descubre una carta camuflada, y prestando atención a algunos detalles, logra encontrar más correspondencia de una pareja que pertenece al ámbito de los amores clasificados como prohibidos. ¿Está Laura recolectando material para su tesis? ¿Persigue algún fin concreto con esta entusiasta búsqueda? ¿Forma parte de una investigación que merezca algún premio? No, las horas dedicadas a esta tarea meticulosa no se relacionan con lo útil en términos mercantilistas. La curiosidad, el apasionamiento, la intriga son los condimentos que le dan sentido a ese fervor.
Desbordada, le cuenta a Ezequiel y encuentra un cómplice dispuesto a saborear con ella la fruta jugosa de ese amor de antología. La protagonista de esta historia dentro de la historia se llama Carmen Zuna y quien la encarna es Citarella. “Cuando Carmen empieza a crecer en el relato —cuenta Paredes— dijimos: ¡vos tenés que ser Carmen Zuna!”. Citarella: “Contábamos con los materiales. Era cuestión de completar algunas lagunas que se armaban en el relato pero esa mujer embarazada ya estaba filmada: tuvimos un viaje a Italia con Ezequiel, mi compañero y actor en Trenque Lauquen y Lucía, nuestra hija. Eso nos permitió sumar mucho más material a la secuencia”. Ese material está incluido dentro del romance de riesgo. La película registra también el crecimiento de Lucía, que aparece siendo muy pequeña y en otro tramo del relato, siendo una niña que juega con “Pepón”, el hijo de Paredes y el cineasta Mariano Llinás. “La película todo el tiempo se alimentaba de sus propios elementos, de su propio rodaje, de las personas que hacían la película. Por eso algunos hablan de un esquema de trabajo ‘familiar’, porque es un traslado de una vida doméstica al cine. Hay una escena de un pianista, que es mi hermano tocando Chopin. A veces tomás decisiones de producción o inventás escenas con las cosas que te rodean. De eso está lleno Trenque Lauquen”, explica Citarella.

¿Es larga una película?
En la primera parte Rafael y Ezequiel se preguntan qué pasó con Laura, la añoran, la buscan. La película vuelve sobre sus pasos y somos testigxs del arrebato que le provocan las cartas. En la segunda parte otra historia acapara la atención y se posa sobre el terreno de lo sobrenatural: una noticia conmociona a la ciudad, un ser en apariencia mitad humano mitad animal aparece en la laguna. De esta manera Laura se topa con dos científicas -interpretadas por Elisa Carricajo y Verónica Llinás- y se inmiscuye en esta nueva fábula de la criatura que come flores amarillas.
La aparición fantástica impacta, conmueve, nos ubica en otro plano, nos hace dudar de lo que asumimos como natural, como real, e interpela hasta nuestra propia esencia. ¿Cómo se vuelve de esa sensación?
Cuando las Lauras se juntaron en Trenque Lauquen a elaborar el guión intuyeron que la película iba a ser larga: “La cantidad de cosas que pasaban no se sostenían en una hora y media —cuenta Citarella— y no queríamos sacrificar nada. La disrupción del relato de los dos hombres buscando a Laura tenía que estar, la irrupción de lo fantástico tenía que estar, las cartas, el retrato del pueblo, los medios. Hubo un momento en que la película se transformó en una mole gigante, cargada, llena de cosas y veíamos que no estaba fácil. En ese momento hicimos una reestructuración. Decidimos que la película empezara con la figura de una mujer que se fue, atravesada por la mirada de dos hombres enamorados que la buscan”. Agrega con respecto a la duración: “No hay capricho, no hay intenciones deliberadas de hacer películas de cuatro horas. Los procesos manifiestan su necesidades. Es el tiempo que necesita este relato para ser narrado. Las películas son mucho más que lo que cualquiera de nosotras tenga para decir y ahí está la magia. Es un objeto que tiene conexión directa con el mundo, donde nosotras, que hicimos la película, desaparecemos, y pasa otra cosa”.

El vigor de filmar
Laura Paredes forma parte de la compañía teatral Piel de lava, integrada también por las actrices, dramaturgas y directoras Elisa Carricajo, Pilar Gamboa y Valeria Correa, quienes brillan actualmente en la obra Petróleo. Junto a Mariano Linás, Agustín Mendilaharzu y Alejo Moguillansky, Laura Citarella integra por su parte la productora audiovisual El Pampero Cine, que cuenta con 22 películas en su haber. Hacer cine independiente requiere, entre otros menesteres, de delirio y constancia. “Hay mucho vigor para hacer películas en Argentina —reconoce Citarella— ante cada dificultad, los directores, directoras, productores, saben como seguir sosteniendo ese espacio. El cine independiente tiene grandes herramientas para defenderse. Después está el cine mainstream. Y el gran problema, me parece, lo están viviendo los que trabajan en estructuras medianas. Está siendo muy difícil poder producir películas juntando fondos como antes, coproducciones y apoyos de acá y apoyos de allá. La fórmula se volvió: o la hacés con tus amigos como si fueras una banda de rock, en seis años mientras vivís la vida, con entrega, con amor, de manera más colectiva o alguien se adueña del proyecto con un único presupuesto – lo suficientemente alto como para adueñarse – y hacés la película con esa plata. Las estructuras medianas están en riesgo.
El INCAA ayudaba; ahora hay incertidumbre y lo que termina pasando es que muchos cineastas terminan haciendo telefilms, series u otros formatos para sobrevivir. Abandonan un poco el oficio. Incluso está siendo dificil conseguir gente para trabajar porque son las estructuras, no del cine, sino de otras ramas audiovisuales las que están pudiendo garantizar solidez económica”.
Presentada en el Malba y en la sala Lugones, Trenque Lauquen agota localidades a las pocas horas de ponerlas a la venta. Participó en los Festivales de Cine de Venecia y de Viena; fue exhibida en San Sebastián, Nueva York y en el Festival Internacional de Mar del Plata, donde resultó ganadora como Mejor Largometraje Latinoamericano; y próximamente lo será en Toulouse y Clap, Francia.
Trenque Lauquen llevó tiempo, esfuerzo e imaginación. Amor, familia y talento. Un acto de fe que propone rescatar algunos aderezos que escasean en estos tiempos: azar y misterio. Paredes rescata: “Correr los límites”. Citarella recomienda: “Preguntarnos cómo sería perderse y cómo el cine puede abordar esa pregunta”.
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Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

(Escuchá el podcast completo: 7 minutos) Coca Cola, Nestlé, Danone & afines nos hacen confiar en ellas como confiaríamos en nuestra abuela, nos cuenta Soledad Barruti. autora de los libros Malcomidos y Mala leche. En esta edición del podcast de lavaca, Soledad nos lleva a un paseíto por el infierno de cómo se produce, la cuestión de la comida de verdad, y la gran pregunta: ¿quiénes son los que realmente nos alimentan?
El podcast completo:
Con Sergio Ciancaglini y la edición de Mariano Randazzo.
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Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después
Otro miércoles de marcha al Congreso, y una encuesta: ¿cuál es el pronóstico para el domingo? Una pregunta que no solo apunta a lo electoral, sino a todo lo que rodea la política hoy, en medio de una economía que ahoga: la que come en el merendero; el que no puede comprar medicamentos; el que señala a Trump como responsable; la que lo lee en clave histórica; y los que aseguran que morirán luchando, aunque sean 4 gatos locos. Crónica y fotos al ritmo del marchódromo.
Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla
Fotos Juan Valeiro
El domingo son las elecciones legislativas nacionales pero también es fin de mes, y Sara marchó con un cartel que no necesitaba preguntas ni explicación: “Soy jubilada y como en un merendero”.
Tiene 63 años, es del barrio Esperanza –Merlo, oeste bonaerense–, y para changuear algo más junta botellas y cartón, porque algunos meses no le alcanza para medicamentos: “El domingo espero que el país mejore, porque todos estamos iguales: que la cosa cambie”.

El miércoles de jubilados y jubiladas previo a las elecciones nacionales de medio término –se renuevan 127 diputados y 24 senadores– tuvo, al menos, tres rondas distintas, en una Plaza de los Dos Congresos cerrada exclusivamente para manifestantes. Nuevamente el vallado cruzó de punta a punta la plazoleta, y los alrededores estuvieron custodiados por policías de la Ciudad para que la movilización no se desparramara ni tampoco avanzara por Avenida de Mayo, sino que se quedara en el perímetro denominado “marchódromo”. Un grupo encaró, de todas formas, por Solís, sobrepasó un cordón policial y dobló por Alsina, y se metió de nuevo a la plaza por Virrey Cevallos, como una forma de mostrar rebeldía.
Unos minutos antes, un jubilado resultaba herido. Se trata de Ramón Contreras, uno de los rostros icónicos de los miércoles que llegó al Congreso cuando aún no estaba vallado después de la marcha por el recorte en discapacidad, y mientras estaba dando la ronda alrededor del Palacio un oficial lo empujó con tanta fuerza que cayó al suelo. “Me tiraron como un misil –contó a los medios–. Me tienen que operar. Tengo una fractura. Me duele mucho”. La Comisión Provincial por la Memoria (CPM) presentó una denuncia penal por la agresión: “Contreras fue atacado sin razón y de manera imprevista”.

La violencia desmedida, otra vez, sobre los cuerpos más débiles y más ajustados por un Gobierno que medirá esa política nuevamente en las urnas. Jorge, de 69 años, dice que llega con la “billetera muerta”. Y Julio, a su lado, resume: “Necesito tener dos trabajos”.
Juan Manuel es uno de esos jubilados con presencia perfecta cada miércoles. Una presencia que ninguna semana pasa desapercibida. Por su humor y su creatividad. Tiene 61 años y cada movilización trae mínimo un cartel original, de esos que hacen reír para no llorar. Esta vez no sólo trae un cartel con una inscripción; viene acompañado de unas fotocopias donde se leen una debajo de la otra las 114 frases que creó como contraofensiva a la gestión oficialista.
La frase 115 es la de hoy: “Milei es el orificio por el que nos defeca Trump”.

Muestra la lista que arrancó previo a las elecciones de octubre de 2023. Sus primeras dos creaciones:
- “Que no te vendan gato por león”.
- “¿Salir de la grieta para tirarse al abismo?”.
Y elige sus dos favoritas de una nómina que seguirá creciendo:
Sobre el veto al aumento de las jubilaciones: “Milei, paparulo, metete el veto en el culo”.
Sobre el desfinanciamiento de las universidades: “Milei: la UBA también tiene las facultades alteradas”.
Juan Manuel le cuenta a lavaca lo que presagia para él después de las elecciones: “Se profundizará el desastre, sea porque pierda el gobierno o porque gane, de cualquier forma tienen la orden de hacer todo tipo de reformas. Como respuesta en la calle estamos siendo 4 gatos locos, algo que no me entra en la cabeza porque este es el peor gobierno de la historia”.

Sobre el cierre de la marcha, en uno de los varios actos que se armaron en esta plaza, Virginia, de Jubilados Insurgentes y megáfono en mano, describió que la crisis que el país está atravesando no es nueva: “Estuvo Krieger Vassena con Onganía, Martínez de Hoz con la última dictadura, Cavallo con Menem, Macri con Caputo y Sturzenegger, que son los mismos que ahora están con este energúmeno”. La línea de tiempo que hiló Virginia ubica ministros de economía con dictaduras y gobiernos constitucionales en épocas distintas, con un detalle que a su criterio sigue permaneciendo impune: “La economía neoliberal”.
Allí radica la lucha de estos miércoles, dice. Su sostenibilidad. Porque el miércoles que viene, pase lo que pase, seguirán viniendo a la plaza para continuar marchando. “Estar presente es estar activo, lo que significa estar lúcido”, define.

Carlos Dawlowfki tiene 75 años y se convirtió en un emblema de esa lucidez luego de ser reprimido por la Policía a principio de marzo. Llevaba una camiseta del club Chacarita y en solidaridad con él, una semana después la mayoría de las hinchadas del fútbol argentino organizaron un masivo acompañamiento. Ese 12 de marzo fue, justamente, la tarde en que el gendarme Héctor Guerrero hirió con una granada de gas lacrimógeno lanzada con total ilegalidad al fotógrafo Pablo Grillo (todavía en rehabilitación) y el prefecto Sebastián Martínez le disparó y le sacó un ojo a Jonathan Navarro, quien al igual que Carlos también llevaba la remera de Chaca.
Carlos es parte de la organización de jubilados autoconvocados “Los 12 Apóstoles” y habla con lavaca: “Hoy fui a acompañar a las personas con discapacidad y me di cuenta el dolor que hay internamente. Una tristeza total. Y entendí por qué estamos acá, cada miércoles. Y sentí un orgullo grande por la constancia que llevamos”.
La gente lo reconoce y le pide sacarse fotos con él. “Estás muy solicitado hoy”, lo jode un amigo. Carlos se ríe, antes de ponerse serio: “Hay que aceptarlo, hoy somos una colonia. Pasé el 76 y el 2001, y nunca vi una cosa igual en cuanto a pérdida de soberanía”. De repente, le brota la esperanza: “Pero después del 26, volveremos a ser patria. Esperemos que el pueblo argentino tenga un poquito de memoria y recapacite. Lo único que pido es el bienestar para los pibes del Garrahan y con discapacidad. A mí me quedarán 3, 4, 5 años; tengo un infarto, un stent, así que lucho por mis nietos, por mis hijos, por ustedes”.

Carlos hace crítica y también autocrítica. “Nosotros tenemos un país espectacular, pero nos equivocamos. Los mayores tenemos un poco de culpa sobre lo que ocurrió en las últimas elecciones: no asesoramos a nuestros nietos e hijos sobre lo que podía venir y finalmente llegó. Y en eso también tiene que ver la realidad económica. Antes nos juntábamos para comer los domingos, ahora ya no se puede. No le llegamos a la juventud, que votó a la derecha, a una persona que no está en sus cabales”.
Remata Carlos, antes de que le pidan una selfie: “Nosotros ya estamos jugados pero no rendidos. Estos viejos meados -como nos dicen- vamos a luchar hasta nuestra última gota. Y cuando pasen las elecciones, acá seguiremos estando: soñando lo mejor para nuestro país”.

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La Ley del Cáncer: avanza un proyecto que permite fumigaciones con agrotóxicos a 10 metros de viviendas

Una Ley Nacional que proviene del sector del agronegocio avanza en la Cámara de Diputados, impulsada por la UCR y la Coalición Cívica. Se trata de la norma que regula, entre otras cosas, la aplicación de agrotóxicos. El punto clave de este proyecto legislativo figura en el artículo 9, donde se establecen distancias mínimas para fumigar desde los 10 metros para aplicaciones terrestres y con drones, y 45 metros para aplicaciones aéreas. La primera reunión informativa contó solo con oradores promotores de la iniciativa y solo dos voces críticas; crónica de esa reunión y la opinión del médico Damián Verzeñassi, la enfermera del Garrahan Meche Méndez, el abogado Marcos Filardi y Sabrina Ortíz, vecina fumigada y abogada que acaba de presentar un escrito para convocar a audiencias públicas y foros de debate para evitar que se apruebe esta Ley que prioriza el negocio a la salud social y medioambiental. FRANCISCO PANDOLFI
Esta semana se presentó en la Cámara de Diputados el proyecto de ley nacional “de presupuestos mínimos de protección ambiental para la aplicación de productos fitosanitarios”. Es decir, de agrotóxicos.
El proyecto fue escrito por la Red de Buenas Prácticas Agrícolas, integrada por más de 80 instituciones públicas y privadas vinculadas con el agronegocio, y dentro del recinto encabezan la iniciativa los diputados Atilio Benedetti (UCR – Entre Ríos), presidente de la Comisión de Agricultura en la Cámara de Diputados, y Maximiliano Ferraro (Coalición Cívica). La nueva norma ya cuenta con el acompañamiento de 32 legisladores, entre un abanico variopinto que engloba a La Libertad Avanza, Unión por la Patria, UCR, PRO, Coalición Cívica, Encuentro Federal, entre otros partidos.
El punto clave de este proyecto legislativo figura en el artículo 9, donde se establecen distancias mínimas para fumigar desde los 10 metros para aplicaciones terrestres y con drones, y 45 metros para aplicaciones aéreas.

Exposiciones sin consenso
El martes pasado se llevó a cabo una primera reunión informativa en la cual las y los oradores sólo fueron personas, organismos y corporaciones a favor de la iniciativa.
En la comisión conjunta realizada entre Agricultura y Ganadería y Recursos Naturales y Conservación de Ambiente Humano hubo entidades gubernamentales, de productores, de ingenieros agrónomos, de acopiadores, de empresas de tecnología agropecuaria y ONG a favor de la ley. Maximiliano Ferraro expresó que “el proyecto no tiene una mirada sectorial”. Y que “nace de un diálogo. Un diálogo y consenso, que podemos ampliar”.
Sin embargo, se dijo, no hubo invitaciones a voces disonantes.
Las únicas dos ponencias que no se alinearon al lobby de la producción con plaguicidas fueron el diputado Juan Carlos Giordano (Izquierda Socialista – FIT Unidad) y su par Blanca Osuna (Unión por la Patria). Dijo Giordano: “Deben darle espacio a quienes estamos en contra de esta ley. Hay una lista de un montón de organizaciones que quieren venir a exponer las barbaridades que ocurren por el uso de agrotóxicos. Fumigar a 10 metros de ninguna manera puede ser una buena práctica agropecuaria”. Dijo Osuna: “Es indispensable escuchar voces de otros sectores, estamos en falta si no. Los expertos científicos deben estar acá, están ausentes en este proyecto. Primero debe estar la salud, luego la producción”.
La evidencia del modelo
Tras el encuentro del martes, distintos actores se manifestaron en contra del proyecto. Damián Verzeñassi es médico generalista y es el director del Instituto de Salud Socioambiental de la Universidad Nacional de Rosario, desde donde se hicieron desde 2010 a 2019 más de 40 campamentos sanitarios en diversos pueblos de Santa Fe, Entre Ríos y Córdoba para relevar puerta a puerta la situación de la salud en localidades fumigadas. ¿Qué demostraron esos resultados? Que en las comunidades rurales se multiplicaban los trastornos endócrinos, los abortos espontáneos, las malformaciones y el cáncer. Opina Damián: “Si se aprueba esta ley permitiría que se fumigue a 10 metros con productos que pueden generar cáncer de mama, cáncer de tiroides, alteraciones endocrinas en las glándulas, disminución de la capacidad de nuestro sistema inmunológico de defendernos. Por ejemplo, el herbicida atrazina está prohibido en 37 países, pero en Argentina está autorizada. Este tipo de cosas avala la ley que quieren aprobar”.
Sin embargo, el diputado por la Libertad Avanza Pablo Ansaloni, que proviene de la Unión Argentina de Trabajadores Rurales y Estibadores (UATRE) dijo en la reunión informativa: “Desde nuestra actividad, que la vengo ejerciendo durante 30 años, manipulamos el cereal y estamos en contacto todos los días con el fitosanitario. Podemos dar fe que no tenemos ningún enfermo”.
Meche Méndez es enfermera de Cuidados Paliativos del Hospital Garrahan y desde hace años viene dando una pelea (casi en soledad) para que exista una historia clínica ambiental que pueda demostrar la relación de los agrotóxicos con las enfermedades. Le dice a lavaca: “El sistema de salud sigue sin considerar el daño, en muchos casos irreparable, que los tóxicos utilizados desde hace décadas en el modelo extractivo están produciendo en el ambiente, los territorios y por ende en los cuerpos de quienes los habitamos, atendiendo los síntomas y/o la enfermedad una vez producida, pero sin asociarlo cómo posibles causa”.
Sobre el proyecto de ley, analiza Méndez: “Sólo puedo compartir mi absoluto rechazo. Ya está comprobadísimo por la ciencia sin conflicto de interés que la deriva (movimiento de plaguicidas en el aire) no tiene control, que los venenos enferman y matan. Necesitamos medidas aún más protectoras de las que tenemos actualmente y sobre todo dejar de usar esos tóxicos. Hago un llamado urgente a los profesionales de la salud, a las sociedades científicas supuestamente comprometidas con la salud y el ambiente a que se expidan y rechacen esta posibilidad criminal de echar venenos a 10 metros”. Remata: “Se sabe que produce cáncer, malformaciones, daños genéticos, un montón de enfermedades y síntomas. Esto no puede salir de la Cámara de Diputados”.
María Luisa Chomiak, de Chaco, es la única diputada de Unión por la Patria que acompañó con su firma este proyecto. Argumentó: “Lo suscribí porque se necesita tener esta discusión. Toda iniciativa es perfectible y no hay nada más importante que la salud. Si se prioriza esto, celebro que estemos discutiendo este tema”. Sin embargo, en el proyecto no figura que la reducción de las distancias va en sentido contrario al principio de «no regresión en materia ambiental» que establece la Ley General de Ambiente y tratados internacionales como el Acuerdo de Escazú. Ni tampoco informa las pruebas científicas ya demostradas sobre la consecuencia de los plaguicidas: desde los efectos letales del glifosato en embriones anfibios, constatado por el ex titular del Conicet Andrés Carrasco, hasta los estudios de Delia Aiassa en la Universidad de Río Cuarto sobre daño genético, que comprobaron el riesgo aumentado de contraer cáncer. A partir de estas investigaciones hubo fallos judiciales en distintos puntos del país prohibiendo las fumigaciones terrestres a menos de 1.095 metros y las aéreas a menos de 3.000.
Antecedentes que enferman
Una de esas localidades es Pergamino, al norte de la provincia de Buenos Aires. Allí vive Sabrina Ortiz, una de las tantas personas que se enfermó por agrotóxicos. Perdió un embarazo de casi 6 meses y tuvo dos ACV. Sabrina tiene una particularidad notable: como no encontraba abogados que la defendieran, estudió Derecho y se recibió. Fue amenazada; le mataron a su perro como amedrentamiento. Después de años de denuncias y estudios científicos, la Justicia federal confirmó que el 3 de diciembre de 2025 comenzará el juicio oral contra tres productores agroindustriales por delitos de contaminación ambiental, según la Ley de Residuos Peligrosos (N° 24.051). En la causa se documentaron daños a la salud vinculados a la exposición crónica a sustancias como glifosato, atrazina y clorpirifós.
Sabrina, junto a varios colegas, acaba de presentar un escrito colectivo de abogadas y abogados de Pueblos Fumigados en donde solicitaron a las presidencias de las comisiones de Agricultura y Ganadería y de Recursos Naturales de la Cámara de Diputados de la Nación que convoquen audiencias públicas, foros y videochats de debate antes de tratar el proyecto de ley.
Marco Filardi es abogado especialista en derechos humanos y temas ambientales y es parte de la Cátedra Libre de Soberanía Alimentaria de la Facultad de Medicina de la UBA. Le dice a lavaca: “Esta norma manda un mensaje a todas las provincias de que este (10 metros fumigación terrestre y dron, y 45 metros aérea) es el estándar mínimo, el piso ambiental y eso no lo podemos aceptar. Gran parte de nuestra población está expuesta cotidiana, sistemática y estructuralmente a la aplicación de más de 7.000 formulados comerciales con autorización vigente por el Senasa (Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria) en una cantidad de más o menos 500, 600 millones de litros de agrotóxicos al año. Tenemos el triste privilegio de ser el país que más agrotóxicos por persona y por año usa en el mundo y los resultados están en los cuerpos, están en los territorios”.
Desde los impulsores de la iniciativa no contactaron a científicos, ni profesionales de la salud, ni abogados, ni a ninguna de las organizaciones ambientales. Como por ejemplo la coordinadora “Por una vida sin agrotóxicos Basta es Basta”, de Entre Ríos, que se moviliza todos los martes desde 2018 frente a la Casa de Gobierno en Paraná. “La ley nacional es un ‘copy-paste’ de la que ya tenemos acá, aprobada a finales de 2024 y en la que habilitan fumigar a 5 metros de los cuerpos de agua, a 10 de las plantas urbanas y a 15 de las escuelas rurales. Ellos se amparan en las buenas prácticas agrícolas sin basarse en ninguna evidencia científica, a diferencia de todos los trabajos publicados en Argentina y en el mundo donde se demuestra el impacto que tiene el uso de los venenos sobre la salud y los ecosistemas, más allá de la dosis y la distancia. Lo que genera el daño es la presencia del veneno y si hay evidencia científica ya está: no hay más que hablar”.


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