Nota
La marcha de la generación verde
Las protagonistas fueron las jóvenes. El color: verde. El grito, fuerte y claro: Aborto Legal Ya. La canción: «El patriarcado se va a caer». La multitud se expresó con el cuerpo, el color y las batucadas que desbordaron el Congreso hasta dejar en claro lo que todas quieren: que las escuchen y vean, juntas y en el espacio público, como protagonistas de un cambio inevitable. Nuestra crónica y el reportaje fotográfico de M.A.F.I.A. para lavaca.
Mirar lo que pasa a través de los ojos de la generación que está desbordando hoy las calles es una tarea fácil y compleja a la vez. Las chicas hablan hasta por los cachetes pintados con purpurina, pero lo que dicen es tan interesante que hace falta algo más que poner la oreja para comprender qué significado tiene cada palabra. Chiara, Laura y Angélica llegaron con una docena de compañeras del secundario. Cada una se pintó a la otra: los ojos, los labios y las uñas de color verde. Cada una lleva un pañuelo atado al cuello, al pelo o al brazo. Lo advirtió Ofelia Fernández en el recinto del Congreso: es el uniforme de esta generación.
Tomaron el tren, caminaron desde Constitución y al llegar a la 9 de Julio se apropiaron, como todas, de la avenida.
Van cantando, van de la mano y van contentas.
La lluvia no las moja: las riega. Florecen a cada paso.
El frío no las congela. Las hace arder.
Gritan cada vez más fuerte y en cada batucada -que hay por todos lados- sacuden las caderas para bailar al ritmo de una jornada que ellas están convirtiendo así en histórica, porque le impregnan su ritmo. ¿Cuál es? «Hay que moverse», responden. «Son días importantes y no te podés quedar sentada. Está en juego nuestro futuro y no se lo podemos dejar en manos de nadie». La que responde en Chiara, seria.
¿De dónde vienen? «Vivimos en un barrio tranca, de Lomas, que está peor que nunca porque la gente se amarga, mal.» ¿Qué entristece al barrio? «La gente está sacada porque no tiene ninguna esperanza». ¿Ustedes sí? «Nosotras no sé si tenemos esperanza, pero por lo menos tenemos en claro qué cosas tienen que cambiar y no vamos a esperar a que las cambien los mismos que hicieron todo mal». La que responde es Laura. ¿A quién se refiere? ¿A los políticos, a los mayores, a su familia? «A todos. Mi familia me apoya, pero yo le digo a mi mamá que tiene que hacer algo más por ella, que venga a las marchas, que esto es por todas. La echaron del trabajo, está haciendo de todo un poco, y eso la cansa. Le digo que se viene a las marchas se va a poner las pilas, pero la entiendo: no tiene un grupo que la banque y eso hace todo más difícil. Nosotras estamos todo el tiempo juntas, charlando de todo, apoyándonos en todo y eso te hace la vida más fácil. Te da fuerzas. Te da energía. Si una se cae, las otras te levantan.» ¿Qué las hace caer? «A mí me tirá abajo que te la hagan tan difícil cuando las cosas son tan claras. Mirá lo que pasa hoy. Tenés que ser muy careta para no darte cuenta que si viene tanta gente acá, con este día así, es porque el aborto legal no es una moda, sino una necesidad. ¿Por qué no votan la ley entonces? ¿Qué se imaginan que va a pasar si no la votan? ¿Quieren que festejemos que se caguen de risa de nosotras? A veces pienso que lo hacen para provocar un desastre. Escucho los que hablan de ´las dos vidas´ y no sé si reirme o llorar. Son cínicos: creen que no nos vamos a dar cuenta que lo único que les importa es que nos callemos la boca. Y no se dan cuenta que ya es imposible: nosotras no vamos a callarnos más.» La que habla Angélica.
Las tres tienen 16 años.
¿Cuantas como ellas hay hoy?
Miles es decir poco.
Algunas llevan cartulinas con frases que impactan.
«Existo porque resisto»
«El porno es la escuela de la violación».
«Mujer no me gustas cuando callas».
«Basta es basta».
«Nos queremos vivas, libres y sin miedo».
Otras se abrazan para ocupar el ancho de la avenida de Mayo al ritmo de una coreografía de can can.
Muchas buscan dónde meterse en la columna que ocupa más de 15 cuadras y mientras ven pasar banderas, organizaciones y consignas eligen dónde estar. No es casual que, a pesar de no ocupar la cabecera, la columna de la Campaña Nacional por el Aborto legal, seguro y gratuito se convierta en la más nutrida: más de dos cuadras, mayoría de jóvenes, contenidas por una infinita tela verde que funciona como resguardo, pero también como invitación: el verde es su color.
Cantan que el patriarcado se va a caer, que saquen sus comentarios de nuestros ovarios, que no son ni tuyas ni yuta y que No es No. Esas demandas son las que unen a las manifestantes «sueltas» y a las acciones artísticas que, a lo largo de la Avenida de Mayo, denuncian la violencia, con la convicción de que ellas mismas van a frenarla.
Las acciones conmemorativas y agitadoras del Ni Una Menos comenzaron el sábado en distintos puntos del país. Y mujeres de todas las coordernadas levantaron firmes su pañuelo verde. El mensaje sigue siendo Basta, pero en este caso el pedido se dirige a un Congreso que debe representarlas y todavía no se pronuncia a favor. Esta catarata de concentraciones que unió provincias hoy terminó frente al Palacio legislativo con una marea que les lanzó un solo grito que tuvo un solo color: verde furioso.
Pedimos así algo muy concreto: que se se legalice el aborto ya.
Las chicas cantan ahora lo que hay que cantar: «Ahora que estamos juntas/ahora que sí nos ven».
Verlas es comprender.
No son especiales, no son únicas, no son diferentes.
Son.
Y son muchas.
Y están bailando.
Se va a caer.
Nota
83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

83 días.
Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.
83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.
83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.
83 días y seis intervenciones quirúrgicas.
83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo.
83 días hasta hoy.
Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro.
Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”.
Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).
Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca.
El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”.
La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».
La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería.
Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.
Esta es parte de la vida que no pudieron matar:
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La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen
Una obra teatral que recurre al milagro como ingrediente imprescindible para una transformación. Un niño santo en un pueblo perdido. Su primera intervención paranormal desata furor y de todas partes van a suplicarle lo imposible. La transfiguración de Miguelito Pepe es un unipersonal con la dramaturgia y dirección de Martina Ansardi en el que el actor Tuco Richat se pone en la piel de varios personajes que dialogan con lo sagrado y lo profano. Este viernes 30 de mayo a las 20.30 podés ver en MU Trinchera Boutique la primera de tres funciones.
Por María del Carmen Varela.
La transfiguración de Miguelito Pepe gira en torno a un fenómeno que sucede en un pueblo norteño. Miguelito, un niño de Famaillá, se convierte de la noche a la mañana en la gran atracción del pueblo. De todas partes van a conocerlo y a pedirle milagros. En todo el pueblo no se habla de otra cosa que del niño santo, el que escucha los pedidos de quien se le acerque y concede la gracia.
La obra tiene dramaturgia y dirección de la activista y artista travesti Martina Ansardi, directora teatral, actriz, bailarina, coreógrafa y socia de Sintonía Producciones, quien la ideó para que fuera itinerante.
Se trata de un unipersonal en el que el actor Tuco Richat se luce en varios personajes, desde una secretaria de un manosanta que entrega estampitas a quien se le cruce en el camino, una presentadora de televisiòn exaltada a un obispo un tanto resentido porque dios le concede poderes a un changuito cualquiera y no a él, tan dedicado a los menesteres eclesiásticos.
La voz de la cantante lírica Guadalupe Sanchez musicaliza las escenas: interpreta cuatro arias de repertorio internacional. A medida que avanza la trama, Richat irá transformando su aspecto, según el personaje, con ayuda de un dispositivo móvil que marca el ritmo de la obra y sostiene el deslumbrante vestuario, a cargo de Ayeln González Pita. También tiene un rol fundamental para exhibir lo que es considerado sagrado, porque cada comunidad tiene el don de sacralizar lo que le venga en ganas. Lo que hace bien, lo merece.
Martina buscó rendir homenaje con La transfiguraciòn de Miguelito Pepe a dos referentes del colectivo travesti trans latinoamericano: el escritor chileno Pedro Lemebel y Mariela Muñoz. Mariela fue una activista trans, a quien en los años `90 un juez le quiso quitar la tenencia de tres niñxs. Martina: “Es una referenta trans a la que no se recuerda mucho», cuenta la directora. «Fue una mujer transexual que crió a 23 niños y a más de 30 nietes. Es una referenta en cuanto a lo que tiene que ver con maternidad diversa. Las mujeres trans también maternamos, tenemos historia en cuanto a la crianza y hoy me parece muy importante poder recuperar la memoria de todas las activistas trans en la Argentina. Esta obra le rinde homenaje a ella y a Pedro Lemebel”.
Con el correr de la obra, los distintos personajes nos irán contando lo que sucedió con Miguelito… ¿Qué habrá sido de esa infancia? Quizás haya continuado con su raid prodigioso, o se hayan acabado sus proezas y haya perdido la condición de ser extraordinario. O quizás, con el tiempo se haya convertido, por deseo y elección, en su propio milagro.
MU Trinchera Boutique, Riobamba 143, CABA
Viernes 30 de mayo, 20.30 hs
Entradas por Alternativa Teatral

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Relato salvaje guaraní: una perla en el teatro

Una actriz que cautiva. Una historia que desgarra. Música en vivo. La obra Perla Guaraní volvió de la gira en España al Teatro Polonia (Fitz Roy 1475, CABA) y sigue por dos domingos. El recomendado de lavaca esta semana.
Por María del Carmen Varela
La sala del teatro Polonia se tiñe de colores rojizos, impregnada de un aroma salvaje, de una combustión entre vegetación y madera, y alberga una historia que está a punto de brotar: Perla es parte de una naturaleza frondosa que nos cautivará durante un cuarto de hora con los matices de una vida con espinas que rasgan el relato y afloran a través de su voz.
La tonada y la crónica minuciosa nos ubican en un paisaje de influjo guaraní. Un machete le asegura defensa, aunque no parece necesitar protección. De movimientos rápidos y precisos, ajusta su instinto y en un instante captura el peligro que acecha entre las ramas. Sin perder ese sentido del humor mordaz que a veces nace de la fatalidad, nos mira, nos habla y nos deslumbra. Pregunta: “¿quién quiere comprar zapatos? Vos, reinita, que te veo la billetera abultada”. Los zapatos no se venden. ¿Qué le queda por vender? La música alegre del litoral, abrazo para sus penas.

La actriz y bailarina Gabriela Pastor moldeó este personaje y le pone cuerpo en el escenario. Nacida en Formosa, hija de maestrxs rurales, aprendió el idioma guaraní al escuchar a su madre y a su padre hablarlo con lxs alumnxs y también a través de sus abuelxs maternxs paraguayxs. “Paraguay tiene un encanto muy particular”, afirma ella. “El pueblo guaraní es guerrero, resistente y poderoso”.
El personaje de Perla apareció después de una experiencia frustrante: Gabriela fue convocada para participar en una película que iba a ser rodada en Paraguay y el director la excluyó por mensaje de whatsapp unos días antes de viajar a filmar. “Por suerte eso ya es anécdota. Gracias a ese dolor, a esa herida, escribí la obra. Me salvó y me sigue salvando”, cuenta orgullosa, ya que la obra viene girando desde hace años, pasando por teatros como Timbre 4 e incluyendo escala europea.
Las vivencias del territorio donde nació y creció, la lectura de los libros de Augusto Roa Bastos y la participación en el Laboratorio de creación I con el director, dramaturgo y docente Ricardo Bartis en el Teatro Nacional Cervantes en 2017 fueron algunos de los resortes que impulsaron Perla guaraní.
Acerca de la experiencia en el Laboratorio, Gabriela asegura que “fue un despliegue actoral enorme, una fuerza tan poderosa convocada en ese grupo de 35 actores y actrices en escena que terminó siendo La liebre y la tortuga” (una propuesta teatral presentada en el Centro de las Artes de la UNSAM). Los momentos fundantes de Perla aparecieron en ese Laboratorio. “Bartís nos pidió que pusiéramos en juego un material propio que nos prendiera fuego. Agarré un mapa viejo de América Latina y dos bolsas de zapatos, hice una pila y me subí encima: pronto estaba en ese territorio litoraleño, bajando por la ruta 11, describiendo ciudades y cantando fragmentos de canciones en guaraní”.
La obra en la que Gabriela se luce, que viene de España y también fue presentada en Asunción, está dirigida por Fabián Díaz, director, dramaturgo, actor y docente. Esta combinación de talentos más la participación del músico Juan Zuberman, quien con su guitarra aporta la cuota musical imprescindible para conectar con el territorio que propone la puesta, hacen de Perla guaraní una de las producciones más originales y destacadas de la escena actual.
Teatro Polonia, Fitz Roy 1475, CABA
Domingos 18 y 25 de mayo, 20 hs
Más info y entradas en @perlaguarani
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