CABA
Las sin tierra: ¿Quién mató a Rodolfo Orellana?
El crimen de Rodolfo Orellana desnuda el déficit habitacional en la provincia de Buenos Aires , el problema del hambre y el rol de las organizaciones. ¿Cuál es la estafa detrás de la propiedad de los terrenos? El rol de la policía y el termómetro social de las vecinas. Por Lucas Pedulla.
Sobre la mesa de madera sostenida por dos cajones de cerveza hay siete velas encendidas. Es casi la única iluminación de esta sala, sin contar el tenue rayo de sol que se filtra entre los dos portones de chapa que separan la calle de tierra de la casa de Lía Mamani en el barrio 17 de Noviembre, Villa Celina, La Matanza.
ras las velas hay coronas y dos fotos de su marido, Rodolfo Orellana, ubicadas en otra mesa acompañadas de una botella de licor, un bollo de pan en una lata y un vaso de plástico, junto a sus pecheras de la Organización Libres del Pueblo (OLP) y de la Confederaciòn de Trabajadores de la Economìa Popular (CTEP).
Sentada frente al santuario, Lía recuerda la última vez que lo vio: “El 22 de noviembre se corrió el boca a boca en el barrio. Decían que la gente iba a pedir esos terrenos, pero para pagarlos en cuotas. A eso de las tres de la mañana él entró en el cuarto, rápido, agarró un gorrito y una mochila. Yo estaba dormida. ‘Me estoy yendo’, me dijo. ‘No vayas’ , le dije. No tuvimos tiempo para hablar. Salió. Y no volvió más. Después, alrededor de las seis de la mañana, me llaman diciendo que estaba mal. Que la policía no dejaba entrar ambulancias. Lo llevaron al hospital en auto particular. Pero ya estaba fallecido. Murió en el momento, me dijeron”.
Rodolfo ‘Ronald’ Orellana -37 años, papá de tres varones y dos niñas, cooperativista textil de la OLP que fabrica 6.000 guardapolvos para el Ministerio de Desarollo Social- fue asesinado esa mañana de un balazo de plomo en medio de una represión de la Policía Bonaerense a un intento de toma de tierras en la zona de Puente 13, en La Matanza. Las interpretaciones sobre su muerte comenzaron de inmediato: el diario Clarín publicó que la muerte se había dado por una herida de arma blanca en el marco de un enfrentamiento entre vecinos por la ocupación del predio. El procurador general bonaerense, Julio Conte Grand, lo desmintió al día siguiente: “La autopsia preliminar determina el ingreso de un proyectil de arma de fuego por la zona del omóplato de la espalda y orificio de salida en la zona facial a la altura de la nariz, luego de penetrar el maxilar y la zona dentaria”.
Los vecinos afirman que los disparos provenían de una sola dirección: la Bonaerense. La causa por el asesinato tramita en la Unidad Fiscal de Homicidios Dolosos de La Matanza, a cargo de Jorge Daniel Yametti. Lía: “La policía está para cuidar, no para matar. Tengo miedo de que esto quede en la nada. Tiene que hacerse justicia. Tiene que saberse quién lo mató. Dicen que, al escapar de la represión, mi marido se cayó al correr y que ahí me lo mataron. Directamente. No lo dejaron levantarse. No puede ser que lo maten así como a un perro. No puede ser”.

Foto: Nacho Yuchark
Estafas & querandíes
El Registro Nacional de Barrios Populares (RENABAP) relevó que en Argentina hay 4.400 sitios que involucran villas o asentamientos informales en el que -estiman- viven 4 millones de personas. Casi el 38 por ciento se encuentra en el conurbano bonaerense.
El predio de Puente 13 -ubicado en la intersección de Camino de Cintura y la autopista Ricchieri, en Ciudad Evita- es foco de múltiples conflictos desde hace años. Hoy está dividido en tres sectores: A, B y C. En febrero de 2016, el referente de la colectividad boliviana y militante de la CTEP en La Matanza, Iber Mamani, acudió con compañeras y compañeros a un llamado de auxilio en el sector B. Cuenta a MU: “Un vecino nos avisó que estaban desalojando y rompiendo sus casas. Nos encontramos con la Bonaerense y topadoras. Los vecinos nos decían que habían comprado esos lotes y no entendían por qué los estaban echando”. La policía reprimió, Mamani terminó en el Hospital Ballestrini con cinco balazos de goma en las piernas y hubo cinco detenidos.
Comenzaron a estudiar qué había pasado. La titularidad de esas tierras es del Estado a través de la Agencia de Administración de Bienes del Estado (AABE), que hace 50 años había otorgado esos terrenos a un particular al que se le asignó una custodia del lugar. Cuando falleció, la persona que quedó a cargo fue su hija, María Isabel Carballo. “Ella desconoce el contrato y reivindica la titularidad de los terrenos por prescripción adquisitiva, es decir, por usucapión”, explica Pablo Ledesma, abogado de la APDH. La usucapión es la adquisición de alguna posesión que confiere la calidad de dueño a alguien por el mero hecho de tenerla, según plazos que fija el Código Civil y Comercial. Por ese motivo, explican, hay dos procesos judiciales. Uno es del Estado contra la mujer por desalojo. El otro es un juicio de esta particular contra el Estado por esos terrenos.
El conflicto comenzó a echar raíces sobre el territorio y la necesidad de vecinos y vecinas. Mamani: “Carballo vendió una cesión de derecho por esa usucapión a los vecinos. Pero nos dimos cuenta de que la señora nunca tuvo la potestad de la tierra. Era, lisa y llanamente, una estafa”. Los vecinos del sector B, entonces, comenzaron a organizarse. Armaron mesas de diálogo con la Municipalidad, el Consulado de Bolivia y APDH para que la AABE se interiorizara en el conflicto. También convocaron al colectivo Tres Ombúes, una organización dedicada a la preservación de una porción del sector C, declarada Patrimonio Arqueológico porque hay vestigios de un cementerio quedandí. Mamani: “Fueron reuniones con todos los actores, para que quedara en claro que las familias del sector B habían comprado esos terrenos de buena fe. La AABE lo entendió y prometió una solución, con el acuerdo de no seguir loteando ni revendiendo”. El conurbano, sin embargo, tiene sus propias leyes.
Mamani subraya que en el sector A viven entre 20 y 25 familias; en el B, entre 45 y 50; y en C, hay unas 300, ya que es el predio más grande. ¿Qué pasó con el acuerdo de no avanzar? Mamani: “Allí aparece en juego otra persona, Rolando Pardo, un puntero de Lugano, que compró todo el sector C a Carballo para revender, aun sabiendo el estado de esas tierras”. El avance sobre el sector C fue denunciado por el colectivo Tres Ombúes, que observó el deterioro del sitio histórico luego de los negociados. Los vecinos del B, además, denunciaron que Pardo y Carballo los estaban amenazando.
Por ese motivo, la APDH exigió una reunión con el jefe de Seguridad del Municipio y la fiscal general, Patricia Ochoa. Sólo ella los recibió. Cuentan a MU: “A partir de otros hechos de violencia, temíamos que todo terminara en una pelea entre vecinos por culpa de los negociados. Pero nunca nos imaginamos todo lo que pasó”.
La reunión fue un día antes del asesinato de Orellana.

Foto: Nacho Yuchark
Dormir en una comisaría
Las hermanas Rosse Mary y Mirian Calizaya también se enteraron de la toma de los predios de Puente 13 por el boca a boca. “Fuimos porque dijeron que el terreno iba a ser pagado, en cuotas, una vez que nos censáramos”, dice Mirian, 25 años, mamá de Daira Alejandra, tres meses. Ellas fueron antes de las seis de la mañana.
Rosse Mary, 31 años, alquila dos piezas en Villa Celina. “Cada una tiene tres metros por tres. Una la uso para cocina. La otra, para descansar. Tengo dos nenes. Pago 3 mil pesos por cada una. Pero otras compañeras pagan hasta 15 mil por dos piezas. Nunca participamos de ninguna toma, pero lo que nos llevó a muchas personas a ese lugar fue la posibilidad de no vivir más de alquiler en alquiler. Y no queremos nada de arriba, no: queremos pagarlo. Por eso fuimos. Pero hoy la situación está cada vez más difícil”.
Cuando llegaron se encontraron con muchos policías. Algunos vecinos sostienen que vieron a Pardo hablando con los efectivos. Otros, que había varias “personas de civil” dialogando con los uniformados. Y si bien aún no declararon en sede judicial, todos subrayaron a la OLP que los disparos salieron sólo de la Bonaerense. Y, en particular, apuntan a una “oficial rubia”, que sindican como la autora del crimen de Orellana.
Las hermanas Calizaya no tuvieron mucho tiempo para observar. Rosse Mary: “No paraban de disparar. Cuando salíamos, vimos caído a Ronald. También otro vecino tenía un tiro de bala de goma en la cara”. Sin razón, tres mujeres policías tiraron a Mirian al piso. La retuvieron casi una hora. La llevaron a las comisarías de San Justo, Ciudad Evita (la misma que coordinó el operativo, y donde testigos apuntan que vieron efectivos consolando a una “oficial rubia” muy nerviosa) y de La Tablada. También detuvieron a otros tres vecinos.
Allí comenzó otro calvario. Mirian estuvo detenida e incomunicada desde ese jueves hasta el martes. Dice a MU: “Te tratan muy mal, como si hubieras matado a alguien. Me encerraron en una celda vacía. Pared y suelo. Nada más. En la noche me pasaron una colcha, que la había traído la OLP, y así dormí hasta que salí”. Su peor tortura: “No me dejaban amamantar a mi hija. Debía alimentarla cada dos horas”. Sólo pudo verla algunas veces y en pocos minutos. Rosse Mary tuvo que llevarla el sábado al Hospital Garraham por un cuadro de deshidratación, con fiebres y vómitos por una leche que no le era apta. Le rogó al comisario por la situación. La respuesta: “Tu hermana tenía que haber pensado bien antes de usurpar”.
Las mujeres del merendero Sol y Tierra, donde trabajan y militan las hermanas, se movilizaron junto a organizaciones el domingo 2 de diciembre a la puerta de la comisaría. Recién así lograron que los efectivos respetaran el sistema de horas que habían previsto. Tras la liberación, todos afrontan una causa por “usurpación”.
La otra cara
En el merendero Sol y Tierra, Villa Celina, faltan dos horas para las cinco de la tarde. El momento en que llegan 300 niños y niñas -aun de barrios vecinos- tiene a Mirian y Rosse Mary, junto a otras seis mujeres, preparando el arroz con leche y amasando bollos que en minutos se convertirán en pan casero y torta fritas. Este es otro de los espacios de la OLP, junto a las cooperativas textiles (donde trabajaba Ronald) o las de panadería (donde trabaja Lía), que surgió en enero de este año luego de un diagnóstico claro: el hambre, la otra cara de la falta de vivienda.
“Somos más de 100 mujeres que trabajamos acá”, dice María Estela, 36 años. Rosse Mary dimensiona: “De lunes a viernes damos merienda: somos cuatro compañeras por día. A las 14 estamos puntual acá. Nunca repetimos comida. De 17 a 19 repartimos. Luego, limpiamos y dejamos todo listo para el día siguiente. Terminamos a las 20: son seis horas, a veces más. Y los sábados somos ocho compañeras: arrancamos a las 8, a las 12 damos de comer, hasta las 14. Lavamos y ordenamos”.
Los domingos los están dedicando a kermesses donde cada integrante de la organización debe comprar un plato. La recaudación irá a la compra de una heladera o microondas. Diego Markus, referente de la OLP en La Matanza, y compañero de Ronald en la cooperativa textil, apunta: “Peleamos para que el trabajo de las compañeras sea reconocido. Hay otros más tangibles, como la gastronomía o lo textil. Estos son los llamados sociocomunitarios. En términos monetarios, pueden dar pérdida, pero son los que más sirven al barrio. Acá se le da un lugar para que los chicos se recreen, estudien, y eso también tiene que ver con la vivienda digna”.
Rosse Mary pone un ejemplo. “Hay un chico que vive a una cuadra de General Paz. Viene casi todos los días a pie y a pie se va. Serán unas 20 cuadras. Llega, se toma su merienda, come, saca su tupper y se lleva tres o cuatro platos, con la mochilita cargada”. Rosse Mary se toca el pecho: “Tiene 9 años”.
Lo que no se dice
Por la casa de Lía todo el tiempo hay visitas. Ella saluda a cada una con un beso. Y pregunta a compañeros de la organización si tienen noticias sobre lo que más le importa en este momento: a una semana de su asesinato, aún no tiene el cuerpo de su marido para despedirlo en paz. “El día que tenía que ir a retirarlo me retuvieron en la fiscalía, diciendo que tenía que declarar. Sólo quería retirar a mi marido. Soy asmática. Me descompuse. Mi bebé se puso a llorar y no me dejaban dar de tetar”. Fue el único contacto con lo que suele llamarse “la Justicia”.
Markus, fuera de la casa, dice: “Los compañeros no sabían del trasfondo de esos terrenos. La realidad es que el predio tendría que haber estado regulado por el Estado, pero acá el Estado no interviene. Un ejemplo: en Sol y Tierra, la calle, el poste de luz, todo, salió de plata de los vecinos. Y los compañeros viven en piecitas hacinados sólo para estar con sus hijos y producir. Hace unas semanas acá fallecieron tres niños: la mamá vendía en la feria, y por un cortocircuito se prendió fuego la casa. Murieron calcinados. No salió en ningún canal de televisión. Quiero decir: no existe el Estado acá, y sólo cuando está la posibilidad de organizarse y de ir a buscar un terreno vacío,aparece y en su peor versión: matando y encarcelando”.
¿Cómo entender lo que nos muestra este conflicto?
Iber Mamani: Lo que hay que decir acá es que el cómplice perfecto es la policía: saben que en esos predios estaban construyendo. Hay toda una cadena de corrupción pero, en su lugar, dicen que son ocupas y que el problema son los inmigrantes. No es el punto: hablemos de la necesidad que hay en los barrios populares. La gente está pasando una situación económica y habitacional tremenda. Eso no sale en los medios. La gente la está pasando mal. Y, en medio de la desesperación, se enteran de estas cosas y sólo quieren un pedazo de tierra para vivir de forma digna. Parece que hay que recordar que la vivienda es un derecho.
CABA
Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.
Por María del Carmen Varela
Fotos Lina Etchesuri para lavaca
Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.
Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.
Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.
Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.
El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.
Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.
Continuará.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
CABA
La vida de dos mujeres en la Isla de la Paternal, entre la memoria y la lucha: una obra imperdible

Una obra única que recorre el barrio de Paternal a través de postas de memoria, de lucha y en actual riesgo: del Albergue Warnes que soñó Eva Perón, quedó inconcluso y luego se utilizó como centro clandestino de detención; al Siluetazo de los 80´, los restoranes notables, los murales de Maradona y el orfanato Garrigós, del cual las protagonistas son parte. Vanesa Weinberg y Laura Nevole nos llevan de la mano por un mapa que nos hace ver el territorio cotidiano en perspectiva y con arte. Una obra que integra la programación de Paraíso Club.
María del Carmen Varela
Las vías del tren San Martín, la avenida Warnes y las bodegas, el Instituto Garrigós y el cementerio de La Chacarita delimitan una pequeña geografía urbana conocida como La Isla de la Paternal. En este lugar de casas bajas, fábricas activas, otras cerradas o devenidas en sitios culturales sucede un hecho teatral que integra a Casa Gómez —espacio dedicado al arte—con las calles del barrio en una pintoresca caminata: Atlas de un mundo imaginado, obra integrante de la programación de Paraíso Club, que ofrece un estreno cada mes.
Sus protagonistas son Ana y Emilia (Vanesa Weinberg y Laura Nevole) y sus versiones con menos edad son interpretadas por Camila Blander y Valentina Werenkraut. Las hermanas crecieron en este rincón de la ciudad; Ana permaneció allí y Emilia salió al mundo con entusiasmo por conocer otras islas más lejanas. Cuenta el programa de mano que ambas “siempre se sintieron atraídas por esos puntos desperdigados por los mapas, que no se sabe si son manchas o islas”.


La historia
A fines de los ´90, Emilia partió de esta isla sin agua alrededor para conocer otras islas: algunas paradisíacas y calurosas, otras frías y remotas. En su intercambio epistolar, iremos conociendo las aventuras de Emilia en tierras no tan firmes…
Ana responde con las anécdotas de su cotidiano y el relato involucra mucho más que la narrativa puramente barrial. Se entrecruzan la propia historia, la del barrio, la del país. En la esquina de Baunes y Paz Soldán se encuentra su “barco”, anclado en plena isla, la casa familiar donde se criaron, en la que cada hermana tomó su decisión. Una, la de quedarse, otra la de marcharse: “Quien vive en una isla desea irse y también tiene miedo de salir”.
A dos cuadras de la casa, vemos el predio donde estaba el Albergue Warnes, un edificio de diez pisos que nunca terminó de construirse, para el que Eva Perón había soñado un destino de hospítal de niñxs y cuya enorme estructura inconclusa fue hogar de cientos de familias durante décadas, hasta su demolición en marzo de 1991. Quien escribe, creció en La Isla de La Paternal y vio caer la mole de cemento durante la implosión para la que se utilizó media tonelada de explosivos. Una enorme nube de polvo hizo que el aire se volviera irrespirable por un tiempo considerable para las miles de personas que contemplábamos el monumental estallido.
Emilia recuerda que el Warnes había sido utilizado como lugar de detención y tortura y menciona el Siluetazo, la acción artística iniciada en septiembre de 1983, poco tiempo antes de que finalizara la dictadura y Raúl Alfonsín asumiera la presidencia, que consistía en pintar siluetas de tamaño natural para visibilizar los cuerpos ausentes. El Albergue Warnes formó parte de esa intervención artística exhibida en su fachada. La caminata se detiene en la placita que parece una mini-isla de tamaño irregular, sobre la avenida Warnes frente a las bodegas. La placita a la que mi madre me llevaba casi a diario durante mi infancia, sin sospechar del horror que sucedía a pocos metros.
El siguiente lugar donde recala el grupo de caminantes en una tarde de sábado soleado es el Instituto Crescencia Boado de Garrigós, en Paz Soldán al 5200, que alojaba a niñas huérfanas o con situaciones familiares problemáticas. Las hermanas Ana y Emilia recuerdan a una interna de la que se habían hecho amigas a través de las rejas. “El Garrigós”, como se lo llama en el barrio, fue mucho más que un asilo para niñas. Para muchas, fue su refugio, su hogar. En una nota periodística del portal ANRed —impresa y exhibida en Casa Gómez en el marco de esta obra— las hermanas Sosa, Mónica y Aída, cuentan el rol que el “Garri” tuvo en sus vidas. Vivían con su madre y hermanos en situación de calle hasta que alguien les pasó la información del Consejo de Minoridad y de allí fueron trasladas hasta La Paternal. Aída: “Pasar de la calle a un lugar limpio, abrigado, con comida todos los días era impensable. Por un lado, el dolor de haber sido separadas de nuestra madre, pero al mismo tiempo la felicidad de estar en un lugar donde nos sentimos protegidas desde el primer momento”. Mónica afirma: “Somos hijas del Estado” .
De ser un instituto de minoridad, el Garrigós pasó a ser un espacio de promoción de derechos para las infancias dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia de Argentina (SENAF), pero en marzo de este año comenzó su desmantelamiento. Hubo trabajadorxs despedidxs y se sospecha que, dado el resurgimiento inmobiliario del barrio, el predio podría ser vendido al mejor postor.
El grupo continúa la caminata por un espacio libre de edificios. Pasa por la Asociación Vecinal Círculo La Paternal, donde Ana toma clases de salsa.
En la esquina de Bielsa (ex Morlote) y Paz Soldán está la farmacia donde trabajaba Ana. Las persianas bajas y los estantes despojados dan cuenta de que ahí ya no se venden remedios ni se toma la presión. Ana cuenta que post 2001 el local dejó de abrir, ya que la crisis económica provocó que varios locales de la zona se vieran obligados a cerrar sus puertas.
La Paternal, en especial La Isla, se convirtió en refugio de artistas, con una movida cultural y gastronómica creciente. Dejó de ser una zona barrial gris, barata y mal iluminada y desde hace unos años cotiza en alza en el mercado de compra-venta de inmuebles. Hay más color en el barrio, las paredes lucen murales con el rostro de Diego, siempre vistiendo la camiseta roja del Club Argentinos Juniors . Hay locales que mutaron, una pequeña fábrica ahora es cervecería, la carnicería se transformó en el restaurante de pastas Tita la Vedette, y la que era la casa que alquilaba la familia de mi compañera de escuela primaria Nancy allá por los ´80, ahora es la renovada y coqueta Casa Gómez, desde donde parte la caminata y a donde volveremos después de escuchar los relatos de Ana y Emilia.
Allí veremos cuatro edificios dibujados en tinta celeste, enmarcados y colgados sobre la pared. El Garrigós, la farmacia, el albergue Warnes y el MN Santa Inés, una antigua panadería que cerró al morir su dueño y que una década más tarde fuera alquilada y reacondicionada por la cheff Jazmín Marturet. El ahora restaurante fue reciente ganador de una estrella Michelín y agota las reservas cada fin de semana.
Lxs caminantes volvemos al lugar del que partimos y las hermanas Ana y Emilia nos dicen adiós.
Y así, quienes durante una hora caminamos juntxs, nos dispersamos, abadonamos La Isla y partimos hacia otras tierras, otros puntos geográficos donde también, como Ana y Emilia, tengamos la posibilidad de reconstruir nuestros propios mapas de vida.
Atlas de un mundo imaginado
Sábados 9 y 16 de agosto, domingos 10 y 17 de agosto. Domingo 14 de septiembre y sábado 20 de septiembre
Casa Gómez, Yeruá 4962, CABA.
Actualidad
Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Se concretó este martes la marcha de personas con discapacidad y familiares, frente a quienes el gobierno hizo más de lo mismo: envió Policía y Gendarmería a amedrentarlos y amenazarlos, pese a que no estaban siquiera rompiendo el protocolo. Los gendarmes y policías tuvieron así la notable actitud de empujar y agredir a manifestantes con discapacidad que estaban reclamando pacíficamente por la motosierra aplicada a sus tratamientos, lo cual rompe toda frontera de la palabra «vulnerable».
Compartimos aquí la crónica realizada por el diario autogestivo Tiempo Argentino al respecto, reflejo de lo que está ocurriendo en el país.
Por Tiempo Argentino
Fotos: Antonio Becerra.
En protesta por el veto presidencial a la Ley de Emergencia, organizaciones de personas con discapacidad concentraron frente al Congreso, rodeado por policías y gendarmes. El reclamo se multiplicó en distintos puntos del país.
“Vallaron todo, nos rodearon de una manera exagerada. No es una movilización agresiva, nunca lo fue. No era necesaria tanta policía, tanta militarización”, criticaba Fernanda Abalde mientras emprendía la retirada de la masiva concentración frente al Congreso contra el veto de Javier Milei a la Ley de Emergencia en Discapacidad. Coordinadora de un centro de profesionales en neurodesarrollo y hermana de una persona con discapacidad a quien le recortaron las pensiones, sufre en carne propia el ajuste y el maltrato sobre el sector, que afecta tanto a prestadores como familias.
“Hay mucho maltrato del sistema a las familias, no es un sistema accesible. No solo en lo económico, es agresivo. Este año fue terrible. Hasta junio no estaban autorizados tratamientos presentados en noviembre del año pasado, por ejemplo. Siempre hubo un golpe a la discapacidad, pero este año fue muy atípico, recortaron muchos tratamientos, demoraron las autorizaciones, se planchó el nomenclador”, enumeró Abalde, coordinadora de Pulsar NeuroSocial y miembro del colectivo de Prestadores en Unidad CABA y GBA. “Es un sector con mucha demanda y se lo está desmantelando. Hay muchas familias que no pueden costear sus tratamientos”, lamentó en diálogo con Tiempo.

Represión como respuesta
La protesta había comenzado 11.30. Pasado el mediodía la concentración ya era masiva y comenzó el operativo represivo, con un número desproporcionado de efectivos de Policía Federal y Gendarmería que empujaban incluso a grupos de manifestantes entre los que había personas en silla de ruedas que gritaban contra el veto y solo portaban carteles por los derechos de las personas con discapacidad.

La Ley de Emergencia en Discapacidad busca revertir un panorama que por estos días es desolador. Según un informe reciente de la Red por los Derechos de las Personas con Discapacidad (REDI), la pensión por invalidez laboral está congelada en $217.000 y una maestra de integración en la escuela común cobra solo $3.000 la hora, con una demora de 180 días. Todo esto, mientras se recortaron pensiones por discapacidad y la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS) proyecta recortar otros cientos de miles. Se trata de pensiones de 270 mil pesos, más un bono que lleva el total a poco más de 300 mil.
“Uno va pidiendo ayuda en la familia, se hace lo que se puede. Pero esperemos que este hombre recapacite”, pidió ante las cámaras Olga, una jubilada que marchó ante el Congreso, dirigiéndose a Milei. “Hay remedios que tuve que suspender. Hay muchas cosas que tienen que cambiar en la casa para poder subsistir. Para poder seguir adelante por mi hija”, dijo a C5N.

Un reclamo federal
La masiva protesta frente al Congreso se replicó también en distintos puntos del país. “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”, había anunciado la Asamblea De Trabajadores de Inclusión (ATI) al convocar para este martes a una Jornada Federal por la Ley de Emergencia en Discapacidad.
Córdoba fue escenario de las protestas más concurridas. Desde la Plaza San Martín de Córdoba Capital, Virginia Els –presidenta de la Cámara de Prestadores de Discapacidad de Córdoba (Capredis)- destacó el gran número de familias que se sumó a reclamar, junto a prestadores, transportistas y profesionales. “El veto incrementó el reclamo. Ahora estamos intentando alzar la voz para que los diputados escuchen el reclamo y vuelvan a votar la ley con los dos tercios necesarios para que se sostenga. Fue algo multitudinario, con mucha más participación de familias que antes”, resaltó.

Los motivos de protesta son varios, pero todos tienen que ver con frenar el maltrato y el ajuste sobre el sector, ante una política cruel que afecta a todos los actores del circuito. “Reclamamos que se actualicen los aranceles, que se contemplen otros criterios para las auditorías. El tema de las prestaciones está en una etapa crítica: las instituciones están cerrando”, advirtió.
El embate contra el sector es tal que está generando un nivel de unidad inédito: “En Córdoba, prestadores, instituciones, profesionales independientes, familias, personas con discapacidad, estamos todos muy unidos. Estamos todos trabajando a la par. Es algo que nunca había sucedido. Nos unió el espanto”, resumió Els.
Franco Muscio, terapista ocupacional al frente de un centro de día en la zona de Sierras Chicas, se acercó a la capital provincial para participar de la protesta. “El servicio es cada vez más precario, una situación alarmante y angustiante y un Estado nacional que no da respuesta. Este año es imposible sostener las prestaciones. Cada vez hay más recortes. No sé cómo vamos a seguir. Las familias son las más perjudicadas”, sentenció ante las cámaras. “Sin espacios como los nuestros, se pierde calidad de vida. Hace diez años que estoy en esto. Nunca había pasado algo así”.

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