Nota
Lo imposible tarda un poco más
Por Raquel Robles. A todas esas Madres que no llegaron a ver la cara de pánico con la que entraban a Tribunales los asesinos de sus hijos.
Cuando uno de estos genocidas va preso te das cuenta el peso que significa la posibilidad de encontrártelos en la calle, en un bar, en el cine, en el supermercado. Es sólo ese particular alivio el que te hace posible saber que la impunidad es ese collar de melones que te hace andar despacio. O haciendo demasiada fuerza para ir igual de rápido que los demás. Los escraches, entre otras cosas, sirven para compartir algo de ese peso. Todos tenemos que indignarnos si un genocida anda libre. Tal vez no todos sepan de ese miedo animal, de ese miedo niño a uno mismo ante la posibilidad permanente de verlos cara a cara. Otra vez esa cara.
Hace ya unos cuantos años decíamos, a modo de arenga a veces, con la
certeza de las grandes pasiones otras, que lo imposible sólo tarda un
poco más. Y en ese imposible entraba, claro, que los milicos fueran
presos. Tanto habían dolido las leyes de impunidad que a nuestro
alrededor todo sabía a fracaso. También recuerdo que decíamos que éramos
jóvenes y que teníamos tiempo. Ahora, después de tanto empujar este
mueble tan pesado, este mueble sin rueditas, sin siquiera una frazada
para hacerlo deslizar, de pronto este envión nos toma casi por sorpresa.
Cuántas imágenes se agolpan detrás de la frente cuando se piensa en la
posibilidad de que los genocidas estén presos. En la memoria de nuestra
historia breve (porque qué son ocho años en la vida de una organización)
son miles los recuerdos que se pueden evocar. El primer escrache, todos
mojados frente a la casa de Magnaco, médico torturador de la Esma.
Repartiendo volantes ante el gesto asustado de unos vecinos que nos
decían detrás del vidrio, agolpados en el palier que no podía ser que
ese propietario tan correcto hubiera entregado bebés a militares
robándoselo a desaparecidas, o controlado el ritmo de las torturas para
que los detenidos no se murieran antes de tiempo. La cara impertérrita
de Astiz cuando le gritamos asesino. La noche del 23 de marzo de 1996
cuando sacamos pecho y enfilamos hacia Tribunales con nuestras antorchas
encendidas, y nos dimos vuelta y nos codeamos incrédulos porque atrás
había tanta, tanta gente que era inútil ponerse a contar. Y también las
veces que fuimos pocos, las veces que nos decepcionamos, las veces que
el camino estuvo lleno de piedras y no hacíamos más que tropezar.
La historia de los últimos treinta años nos ha acostumbrado tanto a la
derrota, a la mecánica de volvernos a levantar, que miramos torcido
cuando metemos un gol. ¿No será que nos corrieron el arco para que la
pelota entrara justo? ¿No será que es una jugada maestra para que
mientras nosotros festejamos con la tribuna, en nuestro arco, con otra
pelota nos están dele embocar y embocar? No. Esto no es un regalo de
nadie, esto es una victoria. Esto es que las Madres dejaron una fosa
alrededor de la pirámide de Plaza de Mayo de tanto rondar. Esto es que
los que estuvieron en los campos de concentración van cosiendo las
heridas en cada denuncia, en cada pelea que vuelen a pelear. Esto es que
las esposas y los esposos, y los hermanos y las cuñadas, y los tíos y
las sobrinas, ocuparon la silla vacía con la lucha nuestra de cada día.
Esto es que nosotros estamos juntos y vamos a los barrios a hacer
escraches, buscamos a nuestros hermanos y hermanas (y a veces hasta los
encontramos), levantamos lasbanderas de nuestros padres y sus
compañeros, aprendemos de sus errores, los amamos hasta la locura. Esto
es que hay tantos y tantas que no se conforman ni se conformaron nunca
con la mediocridad de lo posible, con la crueldad de lo injusto. Esto es
nuestro. Nuestros son los muertos. Y nuestra es esta victoria.
El 12 de agosto se trata en el Congreso la nulidad de las leyes de
impunidad. Vamos a quedarnos ahí hasta que salga, hasta que esos
¿representantes? levanten la manito de una vez por todas. Vamos a salir
todos a tomar la calle, a tomar lo que nos pertenece. Después seguiremos
con la Corte Suprema, para que las declare inconstitucionales. Y después
iremos a cada juicio para que vayan presos de verdad, en una cárcel
común, cadena perpetua. Y después pelearemos para que sufran su castigo
los cómplices, los ideólogos, los beneficiarios. Y después y mientras
tanto seguiremos luchando para que las desigualdades que indignaron a
nuestros padres y sus compañeros no existan y nuestro pueblo sea feliz.
Ya desensillamos. En tanta oscuridad algunas luces pequeñas empiezan a
encenderse. No sabemos si esto es la claridad, pero de lo que sí estamos
seguros es que siempre, después de la noche, amanece.
Compañeros, compañeras, a levantar la copa, a dejarse embriagar un poco
por las burbujas. Hagamos algunas locuras, besemos las bocas prohibidas,
bailemos hasta el amanecer. Nos lo merecemos. Mañana, con el pecho
abierto y los brazos tatuados de tanto amor, miremos de frente a
nuestros hijos, a los que tenemos, a lo que vendrán, a los que todavía
son el sueño que nuestros padres no sueñan, y volvamos a empezar.
Volvamos a luchar por más imposibles. Porque, recordemos, lo imposible
sólo tarda un poco más.
* Integrante de H.I.J.O.S. publicado en el diario Página 12
Nota
Pablo Grillo: llaman a indagatoria al gendarme Guerrero a seis meses de un disparo criminal

El 2 de septiembre el gendarme que disparó una granada de gas lacrimógeno por fuera de todos los protocolos de la fuerza deberá comparecer ante la justicia. La decisión la tomó la jueza María Servini de Cubría más de cuatro meses después del hecho. Pablo Grillo luchó por su vida, perdió masa encefálica y hoy se encuentra en plena rehabilitación. Todo lo que deberá explicar Héctor Guerrero y que implica a su principal defensora y la responsable de la violencia estatal: Patricia Bullrich.
Por Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
Cuatro meses y una semana pasaron desde el miércoles 12 de marzo. Ese día, durante otra violenta represión a la marcha de jubilados y jubiladas, el Gendarme Héctor Guerrero le disparó fuera de toda legalidad una granada de gas lacrimógeno al reportero gráfico Pablo Grillo, cuyo impacto casi lo mata, y por el que perdió parte de la masa encefálica, estuvo casi tres meses internado en terapia intensiva en el Hospital Ramos Mejía y por el que hoy continúa en proceso de rehabilitación. Cuatro meses y una semana pasaron hasta hoy, lunes 21 de julio, en el que la jueza María Servini citó a indagatoria al gendarme, autor material de lanzamiento, para el próximo 2 de septiembre.
Es decir: entre la ejecución y la audiencia habrán pasado 131 días, casi seis meses, casi medio año.
El camino de la in-justicia
En un primer momento, la jueza había rechazado el expediente y el caso había pasado al Juzgado Federal N° 12, donde tramitaba otra denuncia por los mismos hechos. Como ese juzgado estaba vacante y subrogado por Ariel Lijo, quien también se declaró incompetente y declinó la competencia, el expediente regresó al Juzgado N° 1 el 28 de marzo y la jueza Servini lo tiene en sus manos desde el 10 de abril, a la vuelta de una licencia.
La cronología detalla el tiempo que una familia debe atravesar para exigir justicia por un hecho de violencia estatal: desde el 21 de marzo en que el papá, la mamá y el hermano de Pablo se presentaron en la causa como querellantes, solicitaron se llame a Guerrero a declarar “en calidad de imputado, por tentativa de homicidio agravado por abuso funcional, abuso de autoridad e incumplimiento de los deberes de funcionario público”. Pero no hubo respuesta. Por eso, el 6 de junio, reiteraron el pedido con estos argumentos: “Desde el inicio de la investigación, todas y cada una de las pruebas recabadas por el Juzgado corroboran lo que planteamos en nuestra querella del 21 de marzo: el cabo primero Héctor Jesús Guerrero de la Gendarmería Nacional Argentina fue el autor del disparo de la pistola lanzagases que hirió de gravedad a Pablo Grillo el 12 de marzo a las 17.18hs”. Y agregaron: “En el pedido que presentamos ante la jueza Servini ofrecemos una descripción de los hechos y un análisis pormenorizado de los elementos de prueba existentes hasta el momento”.
Y no hubo dos sin tres: el 15 de julio se le volvió a exigir al Juzgado que lo cite a Guerrero.
Y la tercera fue la vencida: este lunes, Servini citó a prestar declaración indagatoria al cabo Guerrero como autor del disparo con cartucho de gas lacrimógeno calibre 38mm que impactó en la cabeza de Pablo Grillo. La audiencia será el 2 de septiembre a las 10.
Guerrero es el primer efectivo formalmente imputado en la causa por el operativo policial del 12 de marzo.
Desde la querella informaron: “El juzgado ordenó la realización de una pericia balística a cargo de la División Balística de la Policía de la Ciudad para reconstruir con el mayor nivel de precisión técnica posible el disparo que hirió de gravedad a Pablo. Si bien la jueza consideró que ya existen elementos de prueba contundentes respecto de la responsabilidad de Guerrero para esta instancia, sostuvo que la pericia es necesaria para afianzar la reconstrucción de la dinámica del hecho”.
La pericia tendrá como objetivos precisar:
-La trayectoria y velocidad del proyectil que impactó en la cabeza de Pablo Grillo;
-La posición del arma al momento de efectuarse el disparo y el ángulo de salida del proyectil;
-Analizar si el proyectil impactó previamente contra otra superficie, y si eso alteró su dirección o energía.
-Las ubicaciones de Grillo y de Guerrero al momento del disparo.
El juzgado también ordenó, previo a la pericia, una inspección en el lugar del hecho (la esquina de Hipólito Yrigoyen y Solís) que incluirá un relevamiento fotográfico terrestre y aéreo y la elaboración de un croquis detallado de la escena.
Además, le prohibió a Guerrero la salida del país.
Compartimos el perfil de Pablo que realizamos en la edición 203 de MU.
Nota
De la idea al audio: taller de creación de podcast
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De la idea al audio: taller de creación de podcast
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Docente:
Mariano Randazzo, comunicador y realizador sonoro con más de 30 años de experiencia en radio. Trabaja en medios comunitarios, públicos y privados. Participó en más de 20 proyectos de podcast, ocupando distintos roles de producción. También es docente y capacitador.




Nota
Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

Hoy se cumplen 23 años de los asesinatos de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki que estaban movilizándose en Puente Pueyrredón, en el municipio bonaerense de Avellaneda. No eran terroristas, sino militantes sociales y barriales que reclamaban una mejor calidad de vida para los barrios arrasados por la decadencia neoliberal que estalló en 2001 en Argentina.
Aquel gobierno, con Eduardo Duhalde en la presidencia y Felipe Solá en la gobernación de la provincia de Buenos Aires, operó a través de los medios planteando que esas muertes habían sido consecuencia de un enfrentamiento entre grupos de manifestantes (en aquel momento «piqueteros»), como suele intentar hacerlo hoy el gobierno en casos de represión de sectores sociales agredidos por las medidas económicas. Con el diario Clarín a la cabeza, los medios mintieron y distorsionaron la información. Tenía las imágenes de lo ocurrido, obtenidas por sus propios fotógrafos, pero el título de Clarín fue: “La crisis causó 2 nuevas muertes”, como si los crímenes hubieran sido responsabilidad de una entidad etérea e inasible: la crisis.

Darío Santillán.

Maximiliano Kosteki
Del mismo modo suelen mentir los medios hoy.
El trabajo de los fotorreporteros fue crucial en 2002 para desenmascarar esa mentira, como también ocurre por nuestros días. Por aquel crimen fueron condenados el comisario de la bonaerense Alfredo Franchiotti y el cabo Alejandro Acosta, quien hoy goza de libertad condicional.
Siguen faltando los responsables políticos.
Toda semejanza con personajes y situaciones actuales queda a cargo del público.
Compartimos el documental La crisis causó 2 nuevas muertes, de Patricio Escobar y Damián Finvarb, de Artó Cine, que puede verse como una película de suspenso (que lo es) y resulta el mejor trabajo periodístico sobre el caso, tanto por su calidad como por el cúmulo de historias y situaciones que desnudan las metodologías represivas y mediáticas frente a los reclamos sociales.
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