CABA
Macarena Sánchez, futbolista despedida de UAI Urquiza: “Que la AFA se haga cargo”
Fue despedida del equipo donde jugaba y le inició acciones legales al club y a la Asociación de Fútbol Argentino. Su caso explotó en las redes, pero su reclamo no solo sigue sin respuesta sino que fue amenazada con una foto de un revólver ensangrentado. Lo que hay detrás: las diferencias abismales entre el fútbol masculino y el femenino, los derechos laborales y el aborto legal. Historia y presente de esta deportista y estudiante de Trabajo Social que se jugó un partido difícil y ya quedó en la historia del fútbol argentino.
Macarena tiene seis años y en el edificio donde vive, en la provincia de Santa Fe, la mayoría de los vecinos son varones. Todas las tardes van a la plaza que queda a la vuelta y llevan una pelota. Ella también va y juega, aunque sienta los ojos sobre sus pies: aunque a Macarena tiene facilidad para cualquier deporte, el fútbol le tira más.
“Siempre me miraron como si fuese un bicho raro que está ahí jugando un deporte que no es suyo, que no debe, que no corresponde”.
A los ocho, sus amigos comienzan a asistir a escuelitas de futbol. Para ella no hay: no hay escuelitas para mujeres. Recién a los quince, a casi el doble de edad de cuando sus amigos empezaron, puede arrancar a entrenar.
“Ahora tampoco ha cambiado mucho”.
Lo hace en la Universidad Litoral de Santa Fe, pero en la provincia no hay liga de futbol femenino. Lo único que existe es un torneo universitario una vez al año que dura un par de semanas. Macarena entrena pero no puede competir, porque en ese torneo solo participan las estudiantes. Durante dos años solo entrena. Y así llega hasta Colón, donde dura seis meses porque la actividad en el club cierra, y pasa a jugar en Club Atlético Logia, su último club en su provincia.
Estamos en enero de 2012 y ella viaja a Buenos Aires para probarse durante una semana en UAI Urquiza, uno de los equipos más importantes del llamado fútbol femenino, después de que el entrenador Diego Guacci la conociera en un amistoso. Mientras tanto, en Santa Fe se inaugura la liga de fútbol femenino.
“Cuando venís del interior a jugar el torneo de acá que es el más competitivo, notas mucho la diferencia en todo: estructura, desarrollo, condiciones, forma de entrenamiento. Te das cuenta de que todo lo que te entrenaste estaba muy lejos de lo que es el entrenamiento de acá. Así y todo sigue habiendo un montón de falencias, imagínate el interior, está mucho menos desarrollado”
Macarena Sánchez queda fichada en el club UAI Urquiza. Macarena Sánchez viaja en febrero porque sabe desde siempre que quiere dedicarse al fútbol y para hacerlo tiene que estar en Buenos Aires. Sufre estar lejos de su familia. Tiene tres hermanas Constanza, Emilia y Soledad, con las que comparte un tatuaje. Extraña a sus amigas. Mira la ciudad como una locura constante, otro ritmo, otros horarios. Una vez le roban en la calle y la gente alrededor pasa caminando por al lado como si nada, está asombrada. Su vida se parece a la de un adolescente del fútbol masculino. La diferencia es que, si tiene suerte, el pibe va a tener un contrato millonario. A ella nunca le va a pasar.
“En ese momento el club no me ofrecía nada, ni vivienda, ni trabajo, ni viático. Era solamente jugar y pertenecer”.
Entonces sus padres le dicen que no pueden bancarla más económicamente como hicieron durante el primer año. Macarena empieza a emplearse de otra cosa: trabajar ya trabaja de futbolista. No es ella sola. Muchas otras jugadoras trabajan para mantenerse mientras se entrenan y dedican al futbol. Lo naturaliza durante años.
“Es algo que le pasa a muchas jugadoras de todos los equipos, por ahí sienten que tienen que estar agradecidas con los clubes”.
Pero es 2015 y el movimiento de mujeres irrumpe en las calles y cuestiona todo. En Medellín, Colombia, UAI Urquiza gana la medalla de bronce de la Copa Libertadores. Mientras tanto, en las calles de Argentina el grito #NiUnaMenos crece. Esa potencia le abre a Macarena la cabeza y la mirada. Decide nombrarse feminista mientras descubre que lo es desde hace mucho.
“Siempre me proclamé como una luchadora de los derechos de las mujeres. Cuando era chica mi vieja laburaba en Derechos Humanos, ahora está en la Defensoría del Pueblo; ella tenía que ir a laburar a barrios y nos llevaba a todas. Nos inculcó la conciencia de clase y la de género”.
El feminismo le cambia la manera de ver el fútbol, que hasta ese momento era una prioridad absoluta en su vida.
“Obviamente es mi carrera, pero el fútbol está tan contaminado que le empecé a tomar un poco de distancia. Está muy contaminado como un negocio masculino, y al ser la mujer tan relegada en este deporte lo empecé a ver con otros ojos”.
Macarena, como delantera de UAI Urquiza, sale tres veces campeona, además de ganar la Libertadores: 2012, 2014 y 2017/2018. Empieza un año intenso. Se anima y decide comenzar la carrea de Trabajo Social en la UBA. No se arrepiente. Mientras cursa se da cuenta de que tiene ahora muchas más herramientas. Cursa con gente que trabaja muchas horas, con gente mayor que no tuvo posibilidad de estudiar antes, y se siente una privilegiada. Lo que aprende enseguida lo lleva al fútbol.
“Siempre relacioné al fútbol con la política, con lo social. Al ser un deporte popular generalmente lo practica una clase baja y media. Siento que siempre todo tiene que ir de la mano, no puede ser un deporte y ya. Tiene que haber algo atrás relacionado con lo social, de sacarte de una vida de mierda que estás viviendo”.
El debate por la legalización del aborto entra al Congreso: después de siete presentaciones anteriores por primera vez tendrá tratamiento parlamentario. Macarena ata fuerte el pañuelo verde a su vida. La ola verde le transforma vínculos, y se acerca a chicas más jóvenes que ella. El 13 de junio, mientras se vota en la Cámara de Diputados, Macarena va a la plaza Congreso. El día después sube dos fotos con su hermana Constanza, ojos brillosos y el pañuelo en el cuello. Escribe: “Somos el grito de las que no tienen voz. Somos las nietas de los pañuelos blancos y las hijas de los pañuelos verdes”.
El proyecto obtiene media sanción. El 9 de agosto, 34 senadores votan por la clandestinidad. Macarena vuelve a postear desde la calle. Esta vez escribe: “¡Vas a ser la mujer que te de la gana de ser!”
“Me resultó chocante ver cómo compañeras no se interesaban en el tema, no estaban metidas, no tomaban ninguna postura. Entiendo que en el deporte no es un tema fácil tomar alguna postura en temas sociales o políticos, influye en tu carrera. Cada unx pone en la balanza lo que considera más importante: una convicción o el deporte. Yo siempre elijo poner en la balanza mis ideales, mis convicciones por más que influya en mi carrera deportiva: es mucho más importante que un juego”.
En este mismo agosto de 2017, viaja a Chile. Es el Primer Foro Sudamericano de Jugadoras de Fútbol y ella está invitada. La mayoría de las colegas que conoce son profesionales pero el encuentro le sirve para entender que la región comparte problemas similares. Se entera de otras realidades, por ejemplo de una jugadora de la selección brasilera que está en pareja con otra jugadora y quiere ser madre, pero lo que debe tomar para quedar embarazada se cruza con su carrera deportiva: le saltaría el dopping. En Colombia la liga es profesional pero dura tres meses y las jugadoras raramente tienen contrato anual; la mayoría durante nueve meses tiene que buscarse otros trabajos. Poco después, en octubre la selección Argentina agota en 18 horas cerca de 15.000 entradas para el partido contra Panamá en la cancha de Arsenal. Macarena termina el año con esa radiografía del futbol femenino al palo.
En diciembre juega el último partido en UAI Urquiza. Arranca el año. El primer día tuitea: “Un 2019 nacional, popular, democrático y feminista. Que el fútbol femenino sea profesional y el aborto sea legal, carajo”. Es 5 de enero y suena el teléfono. Es su entrenador, le dice que no va a ser tenida en cuenta por una decisión futbolística. Hace algunos días, Racing y Gustavo Bou decidieron interrumpir el préstamo del delantero por bajo desempeño: hubo resarcimiento económico. Hace menos días, Boca y Fernando Gago -se rompió el tendón de Aquiles en la final de la Copa Libertadores 2018- analizaron ponerle fin al vínculo: el club que preside Daniel Angelici debe pagarle al jugador porque, por más que esté lesionado, no puede echarlo. Estamos a mitad de campeonato y Macarena se queda sin club y sin la posibilidad de ir a otro, tiene que esperar seis meses. Nadie quiere pagarle por interrumpir su ciclo deportivo. Entonces esta historia pasa a ser histórica.
“Hacen y deshacen como quieren porque no tenemos nosotras de dónde agarrarnos y se abusan de eso. Firmamos una planilla, que es la que firman todas las jugadoras, que te habilita a jugar el torneo y eso se renueva cada temporada. Pero no es nada: es una firma”.
Macarena llama a su hermana mayor, Soledad, buscando contención. Ella es abogada y feminista. La tranquiliza y al día siguiente le cuenta las opciones que puede activar. Macarena decide entonces y después de 80 años de que el futbol masculino sea considerado profesional, iniciar una demanda contra su club y contra la Asociación del Futbol Argentino, AFA.
“Al club para ser regularizada y reconocida como jugadora profesional, y a la AFA por el cese de la inacción y su consecuente intimación al club. Que la AFA se haga cargo, deje de hacer nada e interceda”.
Es casi fin de mes y Macarena postea en sus redes un comunicado contando que no es más jugadora de la UAI Urquiza y sobre el inicio de las acciones legales. El tema explota. En redes sociales, en medios, el caso salta las fronteras y se publican notas en otros idiomas. Se habla de una acción histórica que puede sentar precedente. Ricardo Pinela, presidente de la Comisión de Fútbol Femenino de AFA, renuncia. Desde 1991 esa Comisión es dirigida por varones. Llueven apoyos de jugadoras de todos los clubes y todos los tiempos. Macarena no sabe cómo seguirá su carrera. Antes de que termine enero, mediante un Decreto de Necesidad y Urgencia, la Secretaría de Deportes es reemplazada por la Agencia de Deportes Nacional. Ella escribe en su Twitter: “Necesitamos deportistas sin miedo”. Mientras tanto del lado de sus acciones legales: silencio.
“No hubo respuesta, hay que ir a la conciliación obligatoria cuando termine la feria”.
Es febrero y sucede: terminó la feria judicial. Eso que llamamos justicia comienza a activarse. Llueven apoyos de jugadoras de todos los clubes, y de todos los tiempos. También aparecen, en las redes sociales, agresiones e insultos. La última es una amenaza de muerte, junto a una foto de un revólver ensangrentado: “Maca, hay muchas personas enojadas por tus denuncias. Hay bastante dinero por tu cabeza, vas a morir muy pronto”. Un día después UAI Urquiza saca un comunicado repudiando las amenazas y aclara que el entrenador le comunicó que no sería tenida en cuenta por su rendimiento futbolístico. Nada dice sobre por qué no se la considera una trabajadora.
Macarena no sabe cómo seguirá su carrera, pero según escribió en una carta el 21 de enero cuando publicó las denuncias, su deseo es colectivo: «El fútbol será feminista, disidente y profesional».
“Feminista porque creo que las mujeres deberíamos empezar a alzar más la voz, a romper con toda esta estructura del fútbol de hace años, con todo este estereotipo que nos impusieron de siempre. Y disidente porque creo que habría que darle otra identidad al fútbol, diferente a la que estamos acostumbradas, saliendo un poco de todo lo que es esta contaminación, el machismo, tomado como un negocio de hombres”.
Este partido todavía se está jugando.
Más allá del resultado, Macarena anotó un verdadero golazo.

Foto: Lina Etchesuri
CABA
Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.
Por María del Carmen Varela
Fotos Lina Etchesuri para lavaca
Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.
Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.
Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.
Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.
El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.
Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.
Continuará.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
CABA
La vida de dos mujeres en la Isla de la Paternal, entre la memoria y la lucha: una obra imperdible

Una obra única que recorre el barrio de Paternal a través de postas de memoria, de lucha y en actual riesgo: del Albergue Warnes que soñó Eva Perón, quedó inconcluso y luego se utilizó como centro clandestino de detención; al Siluetazo de los 80´, los restoranes notables, los murales de Maradona y el orfanato Garrigós, del cual las protagonistas son parte. Vanesa Weinberg y Laura Nevole nos llevan de la mano por un mapa que nos hace ver el territorio cotidiano en perspectiva y con arte. Una obra que integra la programación de Paraíso Club.
María del Carmen Varela
Las vías del tren San Martín, la avenida Warnes y las bodegas, el Instituto Garrigós y el cementerio de La Chacarita delimitan una pequeña geografía urbana conocida como La Isla de la Paternal. En este lugar de casas bajas, fábricas activas, otras cerradas o devenidas en sitios culturales sucede un hecho teatral que integra a Casa Gómez —espacio dedicado al arte—con las calles del barrio en una pintoresca caminata: Atlas de un mundo imaginado, obra integrante de la programación de Paraíso Club, que ofrece un estreno cada mes.
Sus protagonistas son Ana y Emilia (Vanesa Weinberg y Laura Nevole) y sus versiones con menos edad son interpretadas por Camila Blander y Valentina Werenkraut. Las hermanas crecieron en este rincón de la ciudad; Ana permaneció allí y Emilia salió al mundo con entusiasmo por conocer otras islas más lejanas. Cuenta el programa de mano que ambas “siempre se sintieron atraídas por esos puntos desperdigados por los mapas, que no se sabe si son manchas o islas”.


La historia
A fines de los ´90, Emilia partió de esta isla sin agua alrededor para conocer otras islas: algunas paradisíacas y calurosas, otras frías y remotas. En su intercambio epistolar, iremos conociendo las aventuras de Emilia en tierras no tan firmes…
Ana responde con las anécdotas de su cotidiano y el relato involucra mucho más que la narrativa puramente barrial. Se entrecruzan la propia historia, la del barrio, la del país. En la esquina de Baunes y Paz Soldán se encuentra su “barco”, anclado en plena isla, la casa familiar donde se criaron, en la que cada hermana tomó su decisión. Una, la de quedarse, otra la de marcharse: “Quien vive en una isla desea irse y también tiene miedo de salir”.
A dos cuadras de la casa, vemos el predio donde estaba el Albergue Warnes, un edificio de diez pisos que nunca terminó de construirse, para el que Eva Perón había soñado un destino de hospítal de niñxs y cuya enorme estructura inconclusa fue hogar de cientos de familias durante décadas, hasta su demolición en marzo de 1991. Quien escribe, creció en La Isla de La Paternal y vio caer la mole de cemento durante la implosión para la que se utilizó media tonelada de explosivos. Una enorme nube de polvo hizo que el aire se volviera irrespirable por un tiempo considerable para las miles de personas que contemplábamos el monumental estallido.
Emilia recuerda que el Warnes había sido utilizado como lugar de detención y tortura y menciona el Siluetazo, la acción artística iniciada en septiembre de 1983, poco tiempo antes de que finalizara la dictadura y Raúl Alfonsín asumiera la presidencia, que consistía en pintar siluetas de tamaño natural para visibilizar los cuerpos ausentes. El Albergue Warnes formó parte de esa intervención artística exhibida en su fachada. La caminata se detiene en la placita que parece una mini-isla de tamaño irregular, sobre la avenida Warnes frente a las bodegas. La placita a la que mi madre me llevaba casi a diario durante mi infancia, sin sospechar del horror que sucedía a pocos metros.
El siguiente lugar donde recala el grupo de caminantes en una tarde de sábado soleado es el Instituto Crescencia Boado de Garrigós, en Paz Soldán al 5200, que alojaba a niñas huérfanas o con situaciones familiares problemáticas. Las hermanas Ana y Emilia recuerdan a una interna de la que se habían hecho amigas a través de las rejas. “El Garrigós”, como se lo llama en el barrio, fue mucho más que un asilo para niñas. Para muchas, fue su refugio, su hogar. En una nota periodística del portal ANRed —impresa y exhibida en Casa Gómez en el marco de esta obra— las hermanas Sosa, Mónica y Aída, cuentan el rol que el “Garri” tuvo en sus vidas. Vivían con su madre y hermanos en situación de calle hasta que alguien les pasó la información del Consejo de Minoridad y de allí fueron trasladas hasta La Paternal. Aída: “Pasar de la calle a un lugar limpio, abrigado, con comida todos los días era impensable. Por un lado, el dolor de haber sido separadas de nuestra madre, pero al mismo tiempo la felicidad de estar en un lugar donde nos sentimos protegidas desde el primer momento”. Mónica afirma: “Somos hijas del Estado” .
De ser un instituto de minoridad, el Garrigós pasó a ser un espacio de promoción de derechos para las infancias dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia de Argentina (SENAF), pero en marzo de este año comenzó su desmantelamiento. Hubo trabajadorxs despedidxs y se sospecha que, dado el resurgimiento inmobiliario del barrio, el predio podría ser vendido al mejor postor.
El grupo continúa la caminata por un espacio libre de edificios. Pasa por la Asociación Vecinal Círculo La Paternal, donde Ana toma clases de salsa.
En la esquina de Bielsa (ex Morlote) y Paz Soldán está la farmacia donde trabajaba Ana. Las persianas bajas y los estantes despojados dan cuenta de que ahí ya no se venden remedios ni se toma la presión. Ana cuenta que post 2001 el local dejó de abrir, ya que la crisis económica provocó que varios locales de la zona se vieran obligados a cerrar sus puertas.
La Paternal, en especial La Isla, se convirtió en refugio de artistas, con una movida cultural y gastronómica creciente. Dejó de ser una zona barrial gris, barata y mal iluminada y desde hace unos años cotiza en alza en el mercado de compra-venta de inmuebles. Hay más color en el barrio, las paredes lucen murales con el rostro de Diego, siempre vistiendo la camiseta roja del Club Argentinos Juniors . Hay locales que mutaron, una pequeña fábrica ahora es cervecería, la carnicería se transformó en el restaurante de pastas Tita la Vedette, y la que era la casa que alquilaba la familia de mi compañera de escuela primaria Nancy allá por los ´80, ahora es la renovada y coqueta Casa Gómez, desde donde parte la caminata y a donde volveremos después de escuchar los relatos de Ana y Emilia.
Allí veremos cuatro edificios dibujados en tinta celeste, enmarcados y colgados sobre la pared. El Garrigós, la farmacia, el albergue Warnes y el MN Santa Inés, una antigua panadería que cerró al morir su dueño y que una década más tarde fuera alquilada y reacondicionada por la cheff Jazmín Marturet. El ahora restaurante fue reciente ganador de una estrella Michelín y agota las reservas cada fin de semana.
Lxs caminantes volvemos al lugar del que partimos y las hermanas Ana y Emilia nos dicen adiós.
Y así, quienes durante una hora caminamos juntxs, nos dispersamos, abadonamos La Isla y partimos hacia otras tierras, otros puntos geográficos donde también, como Ana y Emilia, tengamos la posibilidad de reconstruir nuestros propios mapas de vida.
Atlas de un mundo imaginado
Sábados 9 y 16 de agosto, domingos 10 y 17 de agosto. Domingo 14 de septiembre y sábado 20 de septiembre
Casa Gómez, Yeruá 4962, CABA.
Actualidad
Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Se concretó este martes la marcha de personas con discapacidad y familiares, frente a quienes el gobierno hizo más de lo mismo: envió Policía y Gendarmería a amedrentarlos y amenazarlos, pese a que no estaban siquiera rompiendo el protocolo. Los gendarmes y policías tuvieron así la notable actitud de empujar y agredir a manifestantes con discapacidad que estaban reclamando pacíficamente por la motosierra aplicada a sus tratamientos, lo cual rompe toda frontera de la palabra «vulnerable».
Compartimos aquí la crónica realizada por el diario autogestivo Tiempo Argentino al respecto, reflejo de lo que está ocurriendo en el país.
Por Tiempo Argentino
Fotos: Antonio Becerra.
En protesta por el veto presidencial a la Ley de Emergencia, organizaciones de personas con discapacidad concentraron frente al Congreso, rodeado por policías y gendarmes. El reclamo se multiplicó en distintos puntos del país.
“Vallaron todo, nos rodearon de una manera exagerada. No es una movilización agresiva, nunca lo fue. No era necesaria tanta policía, tanta militarización”, criticaba Fernanda Abalde mientras emprendía la retirada de la masiva concentración frente al Congreso contra el veto de Javier Milei a la Ley de Emergencia en Discapacidad. Coordinadora de un centro de profesionales en neurodesarrollo y hermana de una persona con discapacidad a quien le recortaron las pensiones, sufre en carne propia el ajuste y el maltrato sobre el sector, que afecta tanto a prestadores como familias.
“Hay mucho maltrato del sistema a las familias, no es un sistema accesible. No solo en lo económico, es agresivo. Este año fue terrible. Hasta junio no estaban autorizados tratamientos presentados en noviembre del año pasado, por ejemplo. Siempre hubo un golpe a la discapacidad, pero este año fue muy atípico, recortaron muchos tratamientos, demoraron las autorizaciones, se planchó el nomenclador”, enumeró Abalde, coordinadora de Pulsar NeuroSocial y miembro del colectivo de Prestadores en Unidad CABA y GBA. “Es un sector con mucha demanda y se lo está desmantelando. Hay muchas familias que no pueden costear sus tratamientos”, lamentó en diálogo con Tiempo.

Represión como respuesta
La protesta había comenzado 11.30. Pasado el mediodía la concentración ya era masiva y comenzó el operativo represivo, con un número desproporcionado de efectivos de Policía Federal y Gendarmería que empujaban incluso a grupos de manifestantes entre los que había personas en silla de ruedas que gritaban contra el veto y solo portaban carteles por los derechos de las personas con discapacidad.

La Ley de Emergencia en Discapacidad busca revertir un panorama que por estos días es desolador. Según un informe reciente de la Red por los Derechos de las Personas con Discapacidad (REDI), la pensión por invalidez laboral está congelada en $217.000 y una maestra de integración en la escuela común cobra solo $3.000 la hora, con una demora de 180 días. Todo esto, mientras se recortaron pensiones por discapacidad y la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS) proyecta recortar otros cientos de miles. Se trata de pensiones de 270 mil pesos, más un bono que lleva el total a poco más de 300 mil.
“Uno va pidiendo ayuda en la familia, se hace lo que se puede. Pero esperemos que este hombre recapacite”, pidió ante las cámaras Olga, una jubilada que marchó ante el Congreso, dirigiéndose a Milei. “Hay remedios que tuve que suspender. Hay muchas cosas que tienen que cambiar en la casa para poder subsistir. Para poder seguir adelante por mi hija”, dijo a C5N.

Un reclamo federal
La masiva protesta frente al Congreso se replicó también en distintos puntos del país. “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”, había anunciado la Asamblea De Trabajadores de Inclusión (ATI) al convocar para este martes a una Jornada Federal por la Ley de Emergencia en Discapacidad.
Córdoba fue escenario de las protestas más concurridas. Desde la Plaza San Martín de Córdoba Capital, Virginia Els –presidenta de la Cámara de Prestadores de Discapacidad de Córdoba (Capredis)- destacó el gran número de familias que se sumó a reclamar, junto a prestadores, transportistas y profesionales. “El veto incrementó el reclamo. Ahora estamos intentando alzar la voz para que los diputados escuchen el reclamo y vuelvan a votar la ley con los dos tercios necesarios para que se sostenga. Fue algo multitudinario, con mucha más participación de familias que antes”, resaltó.

Los motivos de protesta son varios, pero todos tienen que ver con frenar el maltrato y el ajuste sobre el sector, ante una política cruel que afecta a todos los actores del circuito. “Reclamamos que se actualicen los aranceles, que se contemplen otros criterios para las auditorías. El tema de las prestaciones está en una etapa crítica: las instituciones están cerrando”, advirtió.
El embate contra el sector es tal que está generando un nivel de unidad inédito: “En Córdoba, prestadores, instituciones, profesionales independientes, familias, personas con discapacidad, estamos todos muy unidos. Estamos todos trabajando a la par. Es algo que nunca había sucedido. Nos unió el espanto”, resumió Els.
Franco Muscio, terapista ocupacional al frente de un centro de día en la zona de Sierras Chicas, se acercó a la capital provincial para participar de la protesta. “El servicio es cada vez más precario, una situación alarmante y angustiante y un Estado nacional que no da respuesta. Este año es imposible sostener las prestaciones. Cada vez hay más recortes. No sé cómo vamos a seguir. Las familias son las más perjudicadas”, sentenció ante las cámaras. “Sin espacios como los nuestros, se pierde calidad de vida. Hace diez años que estoy en esto. Nunca había pasado algo así”.

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