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Macarena Sánchez, futbolista despedida de UAI Urquiza: “Que la AFA se haga cargo”

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Fue despedida del equipo donde jugaba y le inició acciones legales al club y a la Asociación de Fútbol Argentino. Su caso explotó en las redes, pero su reclamo no solo sigue sin respuesta sino que fue amenazada con una foto de un revólver ensangrentado. Lo que hay detrás: las diferencias abismales entre el fútbol masculino y el femenino, los derechos laborales y el aborto legal. Historia y presente de esta deportista y estudiante de Trabajo Social que se jugó un partido difícil y ya quedó en la historia del fútbol argentino.

Macarena tiene seis años y en el edificio donde vive, en la provincia de Santa Fe, la mayoría de los vecinos son varones. Todas las tardes van a la plaza que queda a la vuelta y llevan una pelota. Ella también va y juega, aunque sienta los ojos sobre sus pies: aunque a Macarena tiene facilidad para cualquier deporte, el fútbol le tira más.

“Siempre me miraron como si fuese un bicho raro que está ahí jugando un deporte que no es suyo, que no debe, que no corresponde”.
A los ocho, sus amigos comienzan a asistir a escuelitas de futbol. Para ella no hay: no hay escuelitas para mujeres. Recién a los quince, a casi el doble de edad de cuando sus amigos empezaron, puede arrancar a entrenar.

“Ahora tampoco ha cambiado mucho”.

Lo hace en la Universidad Litoral de Santa Fe, pero en la provincia no hay liga de futbol femenino. Lo único que existe es un torneo universitario una vez al año que dura un par de semanas. Macarena entrena pero no puede competir, porque en ese torneo solo participan las estudiantes. Durante dos años solo entrena. Y así llega hasta Colón, donde dura seis meses porque la actividad en el club cierra, y pasa a jugar en Club Atlético Logia, su último club en su provincia.
Estamos en enero de 2012 y ella viaja a Buenos Aires para probarse durante una semana en UAI Urquiza, uno de los equipos más importantes del llamado fútbol femenino, después de que el entrenador Diego Guacci la conociera en un amistoso. Mientras tanto, en Santa Fe se inaugura la liga de fútbol femenino.

“Cuando venís del interior a jugar el torneo de acá que es el más competitivo, notas mucho la diferencia en todo: estructura, desarrollo, condiciones, forma de entrenamiento. Te das cuenta de que todo lo que te entrenaste estaba muy lejos de lo que es el entrenamiento de acá. Así y todo sigue habiendo un montón de falencias, imagínate el interior, está mucho menos desarrollado”

Macarena Sánchez queda fichada en el club UAI Urquiza. Macarena Sánchez viaja en febrero porque sabe desde siempre que quiere dedicarse al fútbol y para hacerlo tiene que estar en Buenos Aires. Sufre estar lejos de su familia. Tiene tres hermanas Constanza, Emilia y Soledad, con las que comparte un tatuaje. Extraña a sus amigas. Mira la ciudad como una locura constante, otro ritmo, otros horarios. Una vez le roban en la calle y la gente alrededor pasa caminando por al lado como si nada, está asombrada. Su vida se parece a la de un adolescente del fútbol masculino. La diferencia es que, si tiene suerte, el pibe va a tener un contrato millonario. A ella nunca le va a pasar.
“En ese momento el club no me ofrecía nada, ni vivienda, ni trabajo, ni viático. Era solamente jugar y pertenecer”.
Entonces sus padres le dicen que no pueden bancarla más económicamente como hicieron durante el primer año. Macarena empieza a emplearse de otra cosa: trabajar ya trabaja de futbolista. No es ella sola. Muchas otras jugadoras trabajan para mantenerse mientras se entrenan y dedican al futbol. Lo naturaliza durante años.
“Es algo que le pasa a muchas jugadoras de todos los equipos, por ahí sienten que tienen que estar agradecidas con los clubes”.
Pero es 2015 y el movimiento de mujeres irrumpe en las calles y cuestiona todo. En Medellín, Colombia, UAI Urquiza gana la medalla de bronce de la Copa Libertadores. Mientras tanto, en las calles de Argentina el grito #NiUnaMenos crece. Esa potencia le abre a Macarena la cabeza y la mirada. Decide nombrarse feminista mientras descubre que lo es desde hace mucho.
“Siempre me proclamé como una luchadora de los derechos de las mujeres. Cuando era chica mi vieja laburaba en Derechos Humanos, ahora está en la Defensoría del Pueblo; ella tenía que ir a laburar a barrios y nos llevaba a todas. Nos inculcó la conciencia de clase y la de género”.
El feminismo le cambia la manera de ver el fútbol, que hasta ese momento era una prioridad absoluta en su vida.
“Obviamente es mi carrera, pero el fútbol está tan contaminado que le empecé a tomar un poco de distancia. Está muy contaminado como un negocio masculino, y al ser la mujer tan relegada en este deporte lo empecé a ver con otros ojos”.
Macarena, como delantera de UAI Urquiza, sale tres veces campeona, además de ganar la Libertadores: 2012, 2014 y 2017/2018. Empieza un año intenso. Se anima y decide comenzar la carrea de Trabajo Social en la UBA. No se arrepiente. Mientras cursa se da cuenta de que tiene ahora muchas más herramientas. Cursa con gente que trabaja muchas horas, con gente mayor que no tuvo posibilidad de estudiar antes, y se siente una privilegiada. Lo que aprende enseguida lo lleva al fútbol.
“Siempre relacioné al fútbol con la política, con lo social. Al ser un deporte popular generalmente lo practica una clase baja y media. Siento que siempre todo tiene que ir de la mano, no puede ser un deporte y ya. Tiene que haber algo atrás relacionado con lo social, de sacarte de una vida de mierda que estás viviendo”.
El debate por la legalización del aborto entra al Congreso: después de siete presentaciones anteriores por primera vez tendrá tratamiento parlamentario. Macarena ata fuerte el pañuelo verde a su vida. La ola verde le transforma vínculos, y se acerca a chicas más jóvenes que ella. El 13 de junio, mientras se vota en la Cámara de Diputados, Macarena va a la plaza Congreso. El día después sube dos fotos con su hermana Constanza, ojos brillosos y el pañuelo en el cuello. Escribe: “Somos el grito de las que no tienen voz. Somos las nietas de los pañuelos blancos y las hijas de los pañuelos verdes”.
El proyecto obtiene media sanción. El 9 de agosto, 34 senadores votan por la clandestinidad. Macarena vuelve a postear desde la calle. Esta vez escribe: “¡Vas a ser la mujer que te de la gana de ser!”
“Me resultó chocante ver cómo compañeras no se interesaban en el tema, no estaban metidas, no tomaban ninguna postura. Entiendo que en el deporte no es un tema fácil tomar alguna postura en temas sociales o políticos, influye en tu carrera. Cada unx pone en la balanza lo que considera más importante: una convicción o el deporte. Yo siempre elijo poner en la balanza mis ideales, mis convicciones por más que influya en mi carrera deportiva: es mucho más importante que un juego”.
En este mismo agosto de 2017, viaja a Chile. Es el Primer Foro Sudamericano de Jugadoras de Fútbol y ella está invitada. La mayoría de las colegas que conoce son profesionales pero el encuentro le sirve para entender que la región comparte problemas similares. Se entera de otras realidades, por ejemplo de una jugadora de la selección brasilera que está en pareja con otra jugadora y quiere ser madre, pero lo que debe tomar para quedar embarazada se cruza con su carrera deportiva: le saltaría el dopping. En Colombia la liga es profesional pero dura tres meses y las jugadoras raramente tienen contrato anual; la mayoría durante nueve meses tiene que buscarse otros trabajos. Poco después, en octubre la selección Argentina agota en 18 horas cerca de 15.000 entradas para el partido contra Panamá en la cancha de Arsenal. Macarena termina el año con esa radiografía del futbol femenino al palo.
En diciembre juega el último partido en UAI Urquiza. Arranca el año. El primer día tuitea: “Un 2019 nacional, popular, democrático y feminista. Que el fútbol femenino sea profesional y el aborto sea legal, carajo”. Es 5 de enero y suena el teléfono. Es su entrenador, le dice que no va a ser tenida en cuenta por una decisión futbolística. Hace algunos días, Racing y Gustavo Bou decidieron interrumpir el préstamo del delantero por bajo desempeño: hubo resarcimiento económico. Hace menos días, Boca y Fernando Gago -se rompió el tendón de Aquiles en la final de la Copa Libertadores 2018- analizaron ponerle fin al vínculo: el club que preside Daniel Angelici debe pagarle al jugador porque, por más que esté lesionado, no puede echarlo. Estamos a mitad de campeonato y Macarena se queda sin club y sin la posibilidad de ir a otro, tiene que esperar seis meses. Nadie quiere pagarle por interrumpir su ciclo deportivo. Entonces esta historia pasa a ser histórica.
“Hacen y deshacen como quieren porque no tenemos nosotras de dónde agarrarnos y se abusan de eso. Firmamos una planilla, que es la que firman todas las jugadoras, que te habilita a jugar el torneo y eso se renueva cada temporada. Pero no es nada: es una firma”.
Macarena llama a su hermana mayor, Soledad, buscando contención. Ella es abogada y feminista. La tranquiliza y al día siguiente le cuenta las opciones que puede activar. Macarena decide entonces y después de 80 años de que el futbol masculino sea considerado profesional, iniciar una demanda contra su club y contra la Asociación del Futbol Argentino, AFA.
“Al club para ser regularizada y reconocida como jugadora profesional, y a la AFA por el cese de la inacción y su consecuente intimación al club. Que la AFA se haga cargo, deje de hacer nada e interceda”.
Es casi fin de mes y Macarena postea en sus redes un comunicado contando que no es más jugadora de la UAI Urquiza y sobre el inicio de las acciones legales. El tema explota. En redes sociales, en medios, el caso salta las fronteras y se publican notas en otros idiomas. Se habla de una acción histórica que puede sentar precedente. Ricardo Pinela, presidente de la Comisión de Fútbol Femenino de AFA, renuncia. Desde 1991 esa Comisión es dirigida por varones. Llueven apoyos de jugadoras de todos los clubes y todos los tiempos. Macarena no sabe cómo seguirá su carrera. Antes de que termine enero, mediante un Decreto de Necesidad y Urgencia, la Secretaría de Deportes es reemplazada por la Agencia de Deportes Nacional. Ella escribe en su Twitter: “Necesitamos deportistas sin miedo”. Mientras tanto del lado de sus acciones legales: silencio.
“No hubo respuesta, hay que ir a la conciliación obligatoria cuando termine la feria”.
Es febrero y sucede: terminó la feria judicial. Eso que llamamos justicia comienza a activarse. Llueven apoyos de jugadoras de todos los clubes, y de todos los tiempos. También aparecen, en las redes sociales, agresiones e insultos. La última es una amenaza de muerte, junto a una foto de un revólver ensangrentado: “Maca, hay muchas personas enojadas por tus denuncias. Hay bastante dinero por tu cabeza, vas a morir muy pronto”. Un día después UAI Urquiza saca un comunicado repudiando las amenazas y aclara que el entrenador le comunicó que no sería tenida en cuenta por su rendimiento futbolístico. Nada dice sobre por qué no se la considera una trabajadora.
Macarena no sabe cómo seguirá su carrera, pero según escribió en una carta el 21 de enero cuando publicó las denuncias, su deseo es colectivo: «El fútbol será feminista, disidente y profesional».
“Feminista porque creo que las mujeres deberíamos empezar a alzar más la voz, a romper con toda esta estructura del fútbol de hace años, con todo este estereotipo que nos impusieron de siempre. Y disidente porque creo que habría que darle otra identidad al fútbol, diferente a la que estamos acostumbradas, saliendo un poco de todo lo que es esta contaminación, el machismo, tomado como un negocio de hombres”.
Este partido todavía se está jugando.
Más allá del resultado, Macarena anotó un verdadero golazo.

Macarena Sánchez, futbolista despedida de UAI Urquiza: “Que la AFA se haga cargo”

Foto: Lina Etchesuri

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83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

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Pablo Grillo
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83 días.

Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.

83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.

83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.

83 días y seis intervenciones quirúrgicas.

83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo. 

83 días hasta hoy. 

Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro. 

Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”. 

Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).

Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca. 

El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”. 

La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».

La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería. 

Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.

Esta es parte de la vida que no pudieron matar:

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La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen

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Una obra teatral que recurre al milagro como ingrediente imprescindible para una transformación. Un niño santo en un pueblo perdido. Su primera intervención paranormal desata furor y de todas partes van a suplicarle lo imposible. La transfiguración de Miguelito Pepe es un unipersonal con la dramaturgia y dirección de Martina Ansardi en el que el actor Tuco Richat se pone en la piel de varios personajes que dialogan con lo sagrado y lo profano. Este viernes 30 de mayo a las 20.30 podés ver en MU Trinchera Boutique la primera de tres funciones.

Por María del Carmen Varela.

La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen

La transfiguración de Miguelito Pepe gira en torno a un fenómeno que sucede en un pueblo norteño. Miguelito, un niño de Famaillá, se convierte de la noche a la mañana en la gran atracción del pueblo. De todas partes van a conocerlo y a pedirle milagros. En todo el pueblo no se habla de otra cosa que del niño santo, el que escucha los pedidos de quien se le acerque y concede la gracia. 

La obra tiene dramaturgia y dirección de la activista y artista travesti Martina Ansardi, directora teatral, actriz, bailarina, coreógrafa y socia de Sintonía Producciones, quien la ideó para que fuera itinerante.

Se trata de un unipersonal en el que el actor Tuco Richat se luce en varios personajes, desde una secretaria de un manosanta que entrega estampitas a quien se le cruce en el camino, una presentadora de televisiòn exaltada a un obispo un tanto resentido porque dios le concede poderes a un changuito cualquiera y no a él, tan dedicado a los menesteres eclesiásticos.

La voz de la cantante lírica Guadalupe Sanchez musicaliza las escenas: interpreta cuatro arias de repertorio internacional.  A medida que avanza la trama, Richat irá transformando su aspecto, según el personaje, con ayuda de un dispositivo móvil que marca el ritmo de la obra y sostiene el deslumbrante vestuario, a cargo de Ayeln González Pita. También tiene un rol fundamental para exhibir lo que es considerado sagrado, porque cada comunidad tiene el don de sacralizar lo que le venga en ganas. Lo que hace bien, lo merece.

Martina buscó rendir homenaje con La transfiguraciòn de Miguelito Pepe a dos referentes del colectivo travesti trans latinoamericano: el escritor chileno Pedro Lemebel y Mariela Muñoz. Mariela fue una activista trans, a quien en los años `90 un juez le quiso quitar la tenencia de tres niñxs. Martina: “Es una referenta trans a la que no se recuerda mucho», cuenta la directora. «Fue una mujer transexual que crió a 23 niños y a más de 30 nietes. Es una referenta en cuanto a lo que tiene que ver con maternidad diversa. Las mujeres trans también maternamos, tenemos historia en cuanto a la crianza y hoy me parece muy importante poder recuperar la memoria de todas las activistas trans en la Argentina. Esta obra le rinde homenaje a ella y a Pedro Lemebel”.

Con el correr de la obra, los distintos personajes nos irán contando lo que sucedió con Miguelito… ¿Qué habrá sido de esa infancia? Quizás haya continuado con su raid prodigioso, o se hayan acabado sus proezas y haya perdido la condición de ser extraordinario. O quizás, con el tiempo se haya convertido, por deseo y elección, en su propio milagro. 

MU Trinchera Boutique, Riobamba 143, CABA

Viernes 30 de mayo, 20.30 hs

Entradas por Alternativa Teatral

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Relato salvaje guaraní: una perla en el teatro

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Una actriz que cautiva. Una historia que desgarra. Música en vivo. La obra Perla Guaraní volvió de la gira en España al Teatro Polonia (Fitz Roy 1475, CABA) y sigue por dos domingos. El recomendado de lavaca esta semana.

Por María del Carmen Varela

La sala del teatro Polonia se tiñe de colores rojizos, impregnada de un aroma salvaje, de una combustión entre vegetación y madera, y alberga una historia que está a punto de brotar: Perla es parte de una naturaleza frondosa que nos cautivará durante un cuarto de hora con los matices de una vida con espinas que rasgan el relato y afloran a través de su voz.

La tonada y la crónica minuciosa nos ubican en un paisaje de influjo guaraní. Un machete le asegura defensa, aunque no parece necesitar protección. De movimientos rápidos y precisos, ajusta su instinto y en un instante captura el peligro que acecha entre las ramas. Sin perder ese sentido del humor mordaz que a veces nace de la fatalidad, nos mira, nos habla y nos deslumbra. Pregunta: “¿quién quiere comprar zapatos? Vos, reinita, que te veo la billetera abultada”. Los zapatos no se venden. ¿Qué le queda por vender? La música alegre del litoral, abrazo para sus penas.

Relato salvaje guaraní: una perla en el teatro
Gabriela Pastor en escena. Detrás, Juan Zuberman interpreta a un ciego que toca la guitarra.

La actriz y bailarina Gabriela Pastor moldeó este personaje y le pone cuerpo en el escenario.  Nacida en Formosa, hija de maestrxs rurales, aprendió el idioma guaraní al escuchar a su madre y a su padre hablarlo con lxs alumnxs y también a través de sus abuelxs maternxs paraguayxs. “Paraguay tiene un encanto muy particular”, afirma ella. “El pueblo guaraní es guerrero, resistente y poderoso”.

El personaje de Perla apareció después de una experiencia frustrante: Gabriela fue convocada para participar en una película que iba a ser rodada en Paraguay y el director la excluyó por mensaje de whatsapp unos días antes de viajar a filmar. “Por suerte eso ya es anécdota. Gracias a ese dolor, a esa herida, escribí la obra. Me salvó y me sigue salvando”, cuenta orgullosa, ya que la obra viene girando desde hace años, pasando por teatros como Timbre 4 e incluyendo escala europea.

Las vivencias del territorio donde nació y creció, la lectura de los libros de Augusto Roa Bastos y la participación en el Laboratorio de creación I con el director, dramaturgo y docente Ricardo Bartis en el Teatro Nacional Cervantes en 2017 fueron algunos de los resortes que impulsaron Perla guaraní.

Acerca de la experiencia en el Laboratorio, Gabriela asegura que “fue un despliegue actoral enorme, una fuerza tan poderosa convocada en ese grupo de 35 actores y actrices en escena que terminó siendo La liebre y la tortuga” (una propuesta teatral presentada en el Centro de las Artes de la UNSAM). Los momentos fundantes de Perla aparecieron en ese Laboratorio. “Bartís nos pidió que pusiéramos en juego un material propio que nos prendiera fuego. Agarré un mapa viejo de América Latina y dos bolsas de zapatos, hice una pila y me subí encima: pronto estaba en ese territorio litoraleño, bajando por la ruta 11, describiendo ciudades y cantando fragmentos de canciones en guaraní”.

La obra en la que Gabriela se luce, que viene de España y también fue presentada en Asunción, está dirigida por Fabián Díaz, director, dramaturgo, actor y docente. Esta combinación de talentos más la participación del músico Juan Zuberman, quien con su guitarra aporta la cuota musical imprescindible para conectar con el territorio que propone la puesta, hacen de Perla guaraní una de las producciones más originales y destacadas de la escena actual.

Teatro Polonia, Fitz Roy 1475, CABA

Domingos 18 y 25 de mayo, 20  hs

Más info y entradas en @perlaguarani

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