Nota
Mosconi: la batalla entre un pueblo y las multinacionales
Salta es el escenario de una lucha que mezcla recursos, medio ambiente y derechos humanos, y que expulsó de la vida laboral a miles de personas en medio de una indiferencia cómplice. Diez detenidos de la UTD de Mosconi fueron liberados tras 52 días en un infierno cotidiano pero aún hay varios procesados, cuando el que está en falta con ellos es el gobierno. Una visita a la cárcel, el asombroso trabajo de la UTD, y los detalles de un despojo de recursos que hipoteca el futuro.
Todavía no tengo claro si viajar a Salta representa un viaje al futuro o al pasado, pero sí que la distancia recorrida es algo que puede medirse en kilómetros de indiferencia. Una palabra que no expresa tan solo el desinterés, sino la confusión que se produce al mezclar indiscriminadamente y en una misma bolsa verdades a medias, simplificaciones y mentiras intencionadas. Artimañas, en últimas instancia, con las que se pretende adornar una realidad que allí surge sin máscaras.
El significado de Salta hoy es, fundamentalmente, el que le otorga haberse convertido en un mirador privilegiado desde el cual ver la batalla entre un pueblo y las multinacionales.
Lo aquí resuena a consigna, allí es una postal animada.
Escribir sobre Salta hoy, entonces, significa derribar un muro detrás del cual se oculta algo que siempre estuvo allí.
Lo evidente.
Ese es el sentido de este viaje y esta nota.
En el mundo de las finanzas globales,
la tarea que se asigna a los gobiernos estatales
es poco más que la de grandes comisarías
Zygmunt Bauman
En Tartagal son las 6 de la mañana. La oscuridad es negra y tibia y en las calles no hay madrugadores, sino unos pocos trasnochados. Un hombre pregunta si buscamos a Pepino Fernández, el máximo referente de la Unión de Trabajadores Desocupados de Mosconi, la legendaria UTD, símbolo del movimiento piquetero argentino, cuna de la protesta social aguerrida, desafiante, multitudinaria. Allí está, dice señalando al pequeño grupo que duerme acurrucado en el piso, entre cartones, desde hace 50 días, frente a las puertas del juzgado. Solo hay yerba y una bolsa con pedazos de pan para el desayuno con el puñado de familiares esposas, hijos, madres, padres- que comienzan a compartir las palabras, las lágrimas y el mate. La sucesión de relatos trazan el dolor que tienen en común.
El 2 de diciembre, entre las 6 y las 7 de la mañana, grupos de no menos de 30 uniformados irrumpieron en sus casas pateando las puertas y sacudiendo el sueño familiar. Encañonaron a las mujeres, hicieron llorar a los niños y arrastraron a los hombres a la calle, así como estaban, en calzoncillos, sin entender qué pasaba. De a poco, fueron descubriendo que los allanamientos estaban vinculados con lo que diez días antes había despertado la furia de Mosconi.
Aquel 21 de noviembre, un piquete encabezado por Pepino Fernández en una punta y Mario Rearte, en la otra, ya llevaba quince días bloqueando las entradas de los depósitos de combustibles que las petroleras tienen en Campo Durán, a varios kilómetros de Mosconi. Reclamaban el pago de la deuda de los ex empleados de la estatal YPF, que desde hace años eluden las autoridades. Aquel 21 de noviembre, entonces, unos trescientos gendarmes rodearon a los piqueteros y un cronista radial comenzó a relatar lo que allí se suponía que pasaba: habían detenido a Pepino, lo habían golpeado, lo estaban metiendo a las patadas en un patrullero, ahora mismo tenía la cara ensangrentada.
El relato no era verdadero, pero en Mosconi nadie lo sabía.
Fue suficiente para que todo el pueblo saliera a la calle a reclamar, con rabia, la liberación de su referente más querido. En medio de la protesta, sin policías ni gendarmes en todo el pueblo, las oficinas de Tecpetrol la empresa petrolera del Grupo Techint- y Refinor de Repsol- comenzaron a incendiarse y algunos aprovecharon el desmadre para saquearlas.
Un día después, el diario El Tribuno de Salta, detallaba: a la cabeza de los asaltantes marcharon Juan Carlos «Hippie» Fernández (hermano de «Pepino») y Oscar «Piquete» Ruiz, de activa participación en los recurrentes cortes de ruta que se producen en la zona desde hace más de un quinquenio. El diario iniciaba así una campaña con nombres y apellidos de quienes señalaban como responsables del incendio. En una de las notas, incluso, escribe ocho nombres que califica de peligrosos.
Durante los días siguientes, la policía recuperó en diferentes operativos algunos de los objetos robados, pero no precisamente en la casa de los dirigentes señalados por el diario. Curiosamente, en estos allanamientos no se realizaron detenciones.
Tres días después de la revuelta, ya en Buenos Aires, Pepino y Rearte se entrevistaron con el ministro del Interior, Aníbal Fernández y el secretario general de la presidencia, Oscar Parrilli, quienes le pidieron tiempo para dar una respuesta. El principal reclamo de los ex trabajadores de YPF sintetizaba el diario Clarín en su edición del día 25 de noviembre- es el pago de las acciones del Programa de Propiedad Participada (PPP), que se estableció cuando fue privatizada la petrolera. Hay una ley la 25.471 que reconoce la deuda y un decreto del pasado 4 de mayo, que fijó las indemnizaciones en 23 mil pesos a cada trabajador. Los ex empleados consideran que ese monto debería ser de entre 70 y 80 mil pesos, y rechazan además el pago con Boden 2016. En tren de ganar tiempo, el Gobierno prometió estudiar soluciones a los reclamos.
Tres días después, en conferencia de prensa y desde la Casa Rosada, los dos funcionarios anunciaron una nueva oferta: 39.000 pesos para cada uno de lo 8.500 ex empleados de YPF. Se cobrarían a mediados de diciembre.
En realidad, era un error.
El ministerio de Economía sacó mal las cuentas y la liquidación será por solo 23.000 pesos, en bonos y no se sabe cuándo reconoció veinte días después Parrilli en privado.
Pero aquel 2 de diciembre, en Mosconi nadie sabía nada.
El director del penal de Tartagal autoriza la visita a los presos en un día y un lugar excepcional. Es sábado y las visitas son los miércoles y domingos. Es una cárcel, pero la reunión se hará al aire libre, en la zona de la huerta que cultivan los detenidos que están próximos a terminar su condena.
Debajo de un robusto árbol de paltas hay una mesa, sillas y bancos de madera. Un gato duerme y un par de gallinas dan vueltas, alborotadas. La abogada de la UTD, Mara Puntano nos ha llevado hasta allí, logrando incluso lo imposible: desplegar cámaras de video, fotos y grabadores.
Por el camino sembrado de girasoles se asoman los cuatro hombres. Oscar Piquete Ruiz y Rubén Sedan llevan al hombro dos máquinas cortadoras con las que emprolijan el césped del penal. Son las máquinas de la UTD, que les llevaron sus compañeros para que el tiempo de detención se convierta allí también- en eso que ellos llaman trabajo comunitario.
Detrás lo siguen Carlos Cabral y Hugo Carabajal, con la cabeza gacha.
Sentados en los bancos, abrazados por sus esposas, escuchan las novedades que les trae la doctora Puntano.
-Hasta el día de hoy no hay una causa legal para que ustedes estén presos.
Los cuatro hombres lloran. Sus mujeres, también.
Sedan es el primero en hablar. Con la cara mojada y los mocos colgando, arranca su monólogo diciendo: Nos pegaron mal. La policía nos gritaba que porque somos cortadores de ruta teníamos que desaparecer. Estamos peleando contra un pulpo demasiado grande, contra esas empresas multinacionales que se llevan todo y a cambio te donan un tarro de pintura. Estaba preparado para muchas cosas, pero no para esto. Porque siempre fui de frente, nunca robé nada y ahora acá veo cómo hay gente que está presa desde hace cinco o seis meses y todavía no sabe por qué. ¿Qué podemos esperar nosotros, entonces, de la justicia? ¿Cuánto tiempo nos van a tener? Yo el único antecedente que tengo es por un choque. Nosotros solo somos luchadores sociales que peleamos por trabajo y dignidad. Somos gente que no nos dejamos atropellar por las empresas y los políticos. Dejo para Dios que juzgue al que dijo que yo estaba ahí, a esa gente que me está haciendo sufrir, que mortifica a mi familia, a mis hijos.
Sedam se hunde en el silencio y la voz de Carbajal es la que resuena, húmeda y acongojada. Solo dice:
– Quiero que me dejen vivir tranquilo. Tengo 23 años. Los cumplí hace dos días, encerrado. Quiero estar con mi familia y con mi hijo. Quiero terminar mi casa. ¿Por qué estamos acá? ¿Por qué?
Ahora es Piquete Ruiz el que intenta pensar por todos en voz alta:
– Ese día en Campo Durán había 300 milicos y en Mosconi, ni uno. Todos nos conocen bien. Siempre hablamos a cara limpia y siempre pedimos lo mismo: trabajo. A los 10 nos están inventando cosas para ver cómo nos pueden retener. En estos días me han hecho tres estudios ambientales y en mi casa no han encontrado más que la pobreza que tengo. Ninguno de nosotros somos ángeles, todos tenemos errores, pero no somos delincuentes. Y acá estamos.
Acá estamos repite en voz baja Cabral.
En la comisaría de Tartagal también hay un árbol. En el centro del patio desnudo, los mangos dulces y jugosos caen generosos para animar la espera, mientras una comisaria del departamento judicial robusta y brutal- realiza de mala gana el trámite de autorización para visitar fuera de día y horario a los detenidos. Allí están Ramón Maldonado, Antonio Vargas, Rubén Gordiola, Omar Salinas y Daniel Valencia, a los que solo puede verse de a uno, en un pasillo impregnado de olor a cloaca, con la cabeza escondida entre los hombros, la mirada alerta por la presencia policial que los aterra. No es el perfume a mierda, sino a miedo lo que impresiona a quienes solo pueden arrancarles unas palabras.
-¿Qué necesitan?
-Que nos dejen ir al baño. Tenemos que hacer nuestras necesidades en bolsitas porque por más que pidamos, no nos sacan. Somos seis en una celda en donde apenas entran cuatro.
La comisaria avisa que el tiempo terminó con un grito marcial:
-Presos, a sus celdas.
En su despacho nos espera otro comisario, que abre la conversación con una frase inesperada:
-Que estos muchachos estén injustamente detenidos no depende de nuestra voluntad, sino del juez. Miren cómo está este edificio: destruido. El año pasado la gente lo quemó y apenas si se pudo acondicionarlo para seguir funcionando. Así estamos.
Así estaban, entonces, los presos de la UTD.
Llevaban 51 días encerrados por orden del juez Nelson Aramayo, que ese sábado, a las 24 horas, daba por terminada su labor: comenzaban sus vacaciones.
La UTD no es un movimiento.
Es un pueblo.
También puede decirse, sin exageraciones, que es un hombre: Pepino Fernández.
Así de inmensa y pequeña a la vez, la UTD es un símbolo de resistencia piquetera que expresa la riqueza y la pobreza, las limitaciones y las potencialidades de una protesta que en algunos casos logró congregar tras de sí cinco mil personas y en otras, siete.
Cinco mil fueron los que cortaron la ruta en el 96, el 2000 y en el 2001 también.
Siete los que cortaron las rutas de acceso a los depósitos de las petroleras, en Campo Durán, el pasado noviembre.
Entre una y otra cifra, la constante es un trabajo sostenido día a día que los ha convertido en eso que algunos llaman una municipalidad paralela, capaz de realizar obras, concretar proyectos y arrancar dineros a las empresas y los gobiernos para financiarlas.
En la sede de la UTD, Pepino y su hermano, el Hippie, despliegan sobre la mesa un largo plano que lleva por título mapa conceptual de Mosconi. Está dibujado con precisión de cartógrafo o ingeniero y pintado con colores escolares. Explica el Hippie:
– Las multinacionales están aquí solo para llevarse nuestros recursos naturales. No han instalado una sola industria ni generado puestos de trabajo. Al contrario: sus únicas inversiones importantes fueron para digitalizar el control de los pozos. De esta forma, necesitan solo dos puestos de trabajo por pozo, en turnos de 12 horas. De esta forma, también, solo ellos pueden controlar lo que sacan.
Las cifras le dan la razón.
Las regalías que retiene el Estado argentino son las más bajas de América Latina: 12 por ciento. Colombia retiene el 18, Perú el 35 y Venezuela había llegado al 51 por ciento. Ese 12 por ciento sufre, además, el descuento de los gastos de transporte y almacenamiento, algo que en general no se incluye en otros países. Y se cobra mediante un régimen de «declaración jurada», es decir que los propios operadores declaran cuánto extraen.
En cuanto a la relación entre los beneficios que obtienen las empresas y los puestos de trabajo que generan, basta leer la información que por ejemplo- la propia Tecpetrol, del Grupo Techint, ofrece en su página web:
La Empresa obtuvo ganancias por más de US$ 55,4 millones (Abril 2001-Marzo 2002) y emplea a más de 520 personas.
Algo así como diez puestos de trabajo por cada millón de dólares de ganancia neta.
La UTD tiene, también, no solo el diagnóstico, sino el remedio a los problemas que origina esta desproporción.
El diagnóstico: con fecha agosto de 2003 Pepino Fernández entregó en mano al presidente Kirchner una carpeta que detalla la situación de Mosconi. El informe comienza con la siguiente introducción:
Ante la falta de fuentes de trabajo, consecuencia de las privatizaciones a gran escala que caracterizaba al modelo neoliberal, como en otras partes del país, se desembocó y profundizó la crisis social y política que provoca cortes de ruta y su represión excesivamente violenta. (
) Este informe tiene como objetivo detallar los problemas judiciales, sociales, políticos y económicos más urgentes desde nuestro punto de vista como desempleados, luchadores sociales y pobladores de esta zona, que en nuestro entender seriamente ahogan el derecho humano a una vida digna, a la que queremos defender sin miedo a persecución, violencia o muerte.
A continuación, trazan el cuadro de situación:
Fallecidos:
Como consecuencia de las represiones violentas de las protestas en General Mosconi, la gendarmería nacional es responsable por las muertes de cinco habitantes de esta localidad. Los fallecidos son:
Orlando Javier Justiniano, 21 años, mayo 2000.
Alejandro Sebastián Gómez, 19 años, mayo 2000.
Aníbal Verón, 37 años, noviembre 2000.
Antonio Santillán, 27 años, junio 2001.
Oscar Barrios, 17 años, junio 2001.
Heridos:
Entre mayo y noviembre de 2000: más de 35 heridos.
En junio de 2001: 6 personas con heridas de bala (una de ellas incapacitada permanentemente por una herida de bala recibida durante la represión)
Encausados:
Desde 1999 hasta el 2003 hay 108 encausados, 6 procesados y 14 imputados.
Desempleo:
El desempleo en la zona llegó a un índice del 80%.
Trabajo
Actualmente hay alrededor de 8.000 beneficiarios de planes sociales en Mosconi. Tienen la exigencia de cumplir con cuatro horas diarias laborales. Carecen de provisiones sociales, tales como cobertura médica, seguros de vida y accidentes, indumentaria apropiada, etc. Aunque la UTD negoció exitosamente con algunas de las empresas de la zona para lograr contratos de empleo que beneficien a los desempleados, tales empleos son breves, temporarios, sufren de imprevisión básica alimentaria, higiénica, etc.
Salud:
Mosconi posee un solo hospital para atender a más de 20.000 personas. Emplea solo a 10 médicos y no cuenta con la infraestructura adecuada.
Educación:
Hay cuatro escuelas, más una para alumnos con dificultades de aprendizaje y otra que cubre educación secundaria para adultos. Todas prestan sus servicios en edificios con serios inconvenientes de estructura y condiciones sanitarias insatisfactorias.
Infraestructura urbana y rural:
A pesar del PBI que genera el departamento para la provincia, Mosconi carece de una red de cloacas, plantas depuradoras y purificadoras. La mayoría de las calles no están pavimentadas.
El agua:
La red de cañerías tiene más de 60 años. Al no poder abastecer las necesidades mínimas e indispensables, los cortes de suministro domiciliario son diarios. Sin embargo, estos cortes no se descuentan de las facturas, por lo cual los habitantes pagan por un servicio que no se presta. Estos cortes afectan también los emprendimientos comunitarios de huertas y viveros, dificultando seriamente la creación de fuentes de trabajo alternativas.
Gas:
Mosconi es actualmente el segundo productor de gas del país. Sin embargo, solo un 30% de su población tiene servicio de gas natural, instalado por sus propios esfuerzos y pagando los vecinos el costo. La mayoría de la población consume gas en garrafa, a altos precios. La paradoja es que el gas que se extrae de Mosconi se envasa a miles de kilómetros de la ciudad y los vecinos deben pagar, luego, el gas envasado de su suelo encarecido por el transporte de las garrafas.
El Hippie saca de un portafolio una docena de carpetas que apoya sobre la mesa de madera. Son los proyectos de la UTD para Mosconi. Ideas pensadas, desarrolladas y presupuestadas, que van desde la erradicación de ranchos, creación de circuitos turísticos, planes de reforestación, plantas de procesamiento de los actuales desechos de combustibles o un polo petroquímico hasta la construcción de la obra pública más estratégica: un reservorio de agua, con trazado de acueducto incluido.
-Muchos de nuestros recursos naturales ya están prácticamente perdidos. La destrucción de bosques y la extracción sin control de gas y petróleo, por ejemplo. Tenemos reservas, es cierto, pero los cálculos más optimistas dicen que, a este ritmo, en 20 años en Mosconi ya no queda nada. En el futuro, el recurso natural central será el agua. Esa es nuestra riqueza del mañana. Aquí en la zona hay una reserva de agua dulce subterránea y una cuenca natural que, si la protegemos de la contaminación que están produciendo las multinacionales hoy, podrían constituirse en toda una fuente de reservas no solo para nosotros, sino para toda la región.
Una de las carpetas contiene un informe sobre la contaminación del agua en la zona. Detalla la relación entre determinados productos, las consecuencias y enfermedades que produce y en una tercera columna- en qué los utilizan las empresas que trabajan en la región. Una segunda parte describe cuáles de estos productos fueron encontrados en los pozos de Laguna del Cielo, Las Lomitas y Tranquitas, que descargan sus desechos en los ríos de la zona. En otra carpeta, archivaron los certificados de defunción, los resúmenes médicos y las fotocopias de las dos primeras páginas del DNI de todos los muertos que dejaron Mosconi en el año 2000.
Así trabaja la UTD.
Relacionando un problema, investigándolo, soñando con su solución.
Y convirtiendo el piquete en una herramienta para exigir ser escuchados.
Muchas veces obtuvieron así los recursos necesarios para concretarlos.
Pero una vez hechos realidad, la UTD no se queda con nada.
-Nosotros no tenemos ni personería. No tocamos dinero- explica Pepino- Hace poco conseguimos 400 hectáreas para instalar proyectos productivos, pero las repartimos entre diferentes sectores: cooperativas, comunidades indígenas, organizaciones sociales. Aquí viene gente a pedirnos trabajos y nosotros nos organizamos y los hacemos. Cosas para la comunidad. Pero no pedimos nada a cambio: ni que sean parte de la UTD, ni que vengan a un corte, ni que participen de una reunión. Nada.
Un ejemplo: la universidad.
Una de las carpetas alberga el proyecto que imaginaron: una universidad destinada a carreras relacionadas con las necesidades de la zona. Hay fotos de los tres lugares que propusieron para establecerlas, aunque no figura allí la batalla que tuvieron que dar para arrancarle a las empresas los 800 mil pesos necesarios para concretarla. Ya lleva un año de funcionamiento, gracias a un convenio firmado con la Universidad Católica de Salta y a las becas para los alumnos que pagan las petroleras.
La UTD hizo todo.
Pensó, escribió, luchó, negoció.
Pero la Universidad no está en sus manos. Es propiedad de la comunidad de Mosconi y la administra su municipalidad. El único signo de participación de la UTD en su creación es su nombre: JUVEGOSABA.
Una sigla que se arma con las dos primeras letras de los apellidos de los cinco muertos por la represión en Mosconi: Justiniano, Verón, Gómez, Santillán y Barrios.
Es lunes y desde hace 24 horas la jueza que tiene en sus manos el destino de los 10 presos de la UTD es Ana María Fendi de Lusia. Una mujer pequeña, escuálida, con trayectoria en los juzgados de familia. Tiene sobre su escritorio un Código Penal señalado en estratégicas páginas con papelitos amarillos. En su despacho hay una sola silla, una computadora nueva, un escritorio de fórmica y un piso repleto de expedientes. Son las dos de la tarde y acaba de hablar con los familiares de los detenidos por primera vez, durante diez minutos, para explicarles que todavía no vio el expediente. Lo repite otra vez, delante nuestro, con una risa nerviosa, tratando de evitar definiciones. No dice nada, en cambio, cuando se le pregunta si no existe un conflicto de intereses en esta causa, al ser su marido gerente de una de las empresas petroleras demandantes.
La relación entre la justicia local y las empresas es así: familiar y estrecha. El abogado de Tecpetrol, Pluspetrol y Pan American, por ejemplo, es Antonio Restom. Ex secretario de Derechos Humanos de la provincia de Salta, fue también candidato a diputado en las últimas elecciones. Perdió y el gobernador Romero lo convirtió ahora en su delegado personal en los actos oficiales que se realizan en Tartagal.
Las últimas palabras de la jueza, antes de enmudecer, fueron didácticas. Explica que se investigan hechos graves, algunos de ellos no excarcelables; que la secretaria es quien está redactando el dictamen y que, según las reglamentaciones provinciales, tiene un plazo de tres meses para expedirse sobre la situación de los detenidos.
-Entiendan que recién es lunes, el primer día hábil desde que tomé la causa.
Es lunes, sí, y no faltan meses sino horas para que los 10 detenidos de la UTD sean liberados.
Es lunes, sí, y en Buenos Aires, una movilización de más de 3.000 personas se planta frente a las oficinas de Tecpetrol para gritar libertad a los presos de la UTD.
Es lunes, sí, y en Tartagal, una movilización de casi 500 personas recorre las calles para gritar libertad a los presos de la UTD.
Es lunes, sí, y cuando la columna arranca, Pepino Fernández mira alrededor y por primera vez en 52 días sonríe:
-Mirá. Los comerciantes no cierran. Los vecinos nos miran a la cara. Ahí hay unos que nos están aplaudiendo.
Pepino dice entonces:
-Se rompió. Algo se rompió.
El martes 20 de enero, a las diez de la noche, los 10 detenidos de la UTD de Mosconi fueron liberados.
Tres fueron sobreseídos y siete, procesados.
Todos, dos días después, regresaron al penal a terminar el trabajo que habían comenzado.
Y así fue.
Ahora, detrás del muro de la cárcel puede verse el césped prolijamente cortado.
Nota
Cien

Desde que se inició este año desde el Observatorio de Violencia Patriarcal Lucía Pérez registramos 100 femicidios, casi 1 por día.
La víctimas fueron desde mujeres de 83 años, como Ana Angélica Gareri, en Córdoba, a una adolescente como Pamela Romero, de 16, en Chaco; y una bebé de 3 años en González Catán.
En este 2025 ya registramos 85 tentativas de femicidio.
En el 2025 registramos en todo el país 77 marchas y movilizaciones que se organizaron para exigir justicia por crímenes femicidas.

En nuestro padrón de funcionarios denunciados por violencia de género, podés encontrar el registro clasificado por institución estatal y provincia. Hasta la fecha, tenemos contabilizados 161 funcionarios del Poder Ejecutivo, 120 del Poder Judicial, 72 del Poder Legislativo, 71 de las fuerzas de seguridad y 71 de la Iglesia Católica.

En el padrón que compila datos oficiales sobre denuncias de violencia de género, podés encontrar datos sobre cantidad de denuncias por localidad y la frecuencia con que la recibimos. Un ejemplo: este mes la Oficina de Violencia Doméstica (OVD) de la Corte Suprema de la Nación informó que durante el primer trimestre de este año recibió un promedio de 11 denuncias por día de violencia contra las infancias.

Otro: el Ministerio Público Fiscal de Salta informó que no alcanzan al 1% las denuncias por violencia de género que son falsas.
En nuestro padrón de desaparecidas ya registramos 49 denuncias.

Lo que revela toda esta información sistematizada y actualizada es el resultado que hoy se hace notorio con una cifra: 100.
Más información en www.observatorioluciaperez.org
Nota
5 años sin Cecilia Gisela Basaldúa: crónica desde Cruz del Eje
Pasaron cinco años del femicidio de Cecilia Basaldúa en Capilla del Monte. Tres años de un juicio que absolvió a un imputado sin pruebas. Cuatro fiscales, cuatro policías presos y numerosas movilizaciones, desde Buenos hasta Córdoba, para exigir la verdad, ese compromiso que aún es la certeza que falta.
Fotos y crónica de María Eugenia Morengo para cdmnoticias.com.ar
25 de abril. Cruz del Eje. El GPS calcula unos 2 kilómetros. La entrada a la ciudad está envuelta de un aire viscoso. Una avenida se extiende en silencio y después de atravesarla, la llegada a los Tribunales se convierte en un ritual: una reminiscencia de lo que fue, una promesa de lo que debe ser. El pedido por Verdad y Justicia, es una demanda que crece. Cada letra se ubica en el mismo lugar que ocuparon tres años atrás. Las escaleras de la justicia cruzdelejeña son de un cemento gastado. Raspan, duelen.

¿Qué pasó en Capilla del Monte? El papá y la mamá de Cecilia, Daniel Basaldúa y Susana Reyes, están cargados de bolsas, llenas de carteles con el rostro de su hija, multiplicado. Son como una red que se estira a lo largo de esos 868 kilómetros que conectan a Buenos Aires con el noroeste de Córdoba. El camino recurrente que transitan para llegar a la verdad..
Sin previo aviso, adentro del edificio de Tribunales Daniel y Susana se anuncian. Quieren ver al todavía fiscal Nelson Lingua, quien aún está a cargo de la investigación de la causa, antes de que asuma como nueva fiscal, Sabrina Ardiles. Afuera todavía se respira la niebla. La espera alerta a los policías. Quieren saber si van a venir más personas.
– Lo hacemos para cuidarlos –dice la mujer de uniforme.
Piden datos, intentan tomar nota de lo que es una rutina inventada.
–La policía a nosotros no nos cuida –reacciona Susana y en un intercambio sin sentido, se alejan.
Silvia Rivero es la prosecretaria de la fiscalía, se acerca afuera y los llama. El fiscal se hizo un lugar en la agenda del día viernes. Adentro, el reflejo del piso de tribunales es como un espejo que se extiende, entre mocasines, tacos, alpargatas y zapatillas.
La preocupación de la familia es evidente. El recibimiento del fiscal es cordial. Se explica ante los recientes cambios que pronostican para el mes de mayo a Sabrina Ardiles, como la persona que estará sentada en el mismo sillón inmenso de cuerina, desde donde ahora, les habla Lingua. La dra. Rivero, también explica, y confirma que nunca se dejó de investigar. La necesidad de la confianza es una tregua durante esa hora de reunión, los tecnicismos se suspenden y las palabras se abren en una cronología de datos, guardados en la memoria indeleble de Daniel Basaldúa.

La medida del tiempo de la causa, son las fojas de expedientes que se acumulan. La inspección judicial realizada en el mes de agosto del año 2024, por los posibles lugares donde Cecilia pudo haber estado en Capilla del Monte antes de su muerte, dejó en evidencia la dudosa hipótesis de la anterior fiscal de Instrucción de Cosquín, Paula Kelm, quien había asegurado que Cecilia había llegado por sus propios medios al lugar donde apareció sin vida. Mientras que en el transcurso de estos años, cada vez son más los policías que estuvieron en la búsqueda e investigación, presos por violencia de género:
Adrián Luquez, ex sub comisario, detenido por amenazas con armas de fuego a su pareja. Hoy en libertad, se fue a vivir a San Luis. Ariel Zárate, ex sub comisario de la Brigada de Investigaciones de la Departamental Punilla Norte –preso por violencia de género. Diego Concha, ex director de Defensa Civil, encargado de la búsqueda –condenado a prisión perpetua por el crimen de Luana Ludueña y por la causa de violencia de género hacia su ex mujer, y Diego Bracamonte, ex comisario departamental, a cargo del operativo de la búsqueda –preso por violencia de género.
El tiempo de la justicia es una curva enredada, en apariencia, inofensiva. El tiempo de la justicia es el de las burocracias que definen su forma de proceder. El tiempo, es de una lentitud que lastima. Las letras se vuelven a guardar.
Son las cuatro de la tarde y el sol avanza en la siesta de Capilla del Monte. En la plaza San Martín, alrededor del Jardín de la Memoria, se arman los gacebos, se pone un aguayo, se llena de flores. Rojas, amarillas, lilas, celestes, el monte aún está florecido. Contrayerba, lavanda, romero, palo amarillo, incayuyo, ruda, los sahúmos se arman. Una compañera comienza a preparar el fuego.
Más lejos, sobre la calle Pueyrredón, en la puerta de la Secretaría de Turismo, la concentración crece. Llegan de todas las direcciones. Con tambores y repiques, con banderas y ofrendas. Una combi estaciona, descienden vecinos y vecinas que subieron en Córdoba y en distintas partes del Valle de Punilla.

La batucada suena, es un comienzo en cuenta regresiva. La marcha avanza a contramano. Hay una indignación que toma el ritmo de los tambores, trepa en el repique y todo se hace canción. La calle techada de Capilla del Monte es un anfiteatro de barricadas. Los sonidos viajan a través de la mejor acústica para el reclamo: ¡Vecino, vecina, no sea indiferente nos matan a Cecilia en la cara de la gente. Cecilia presente!

“Este es un día especial y este lugar es especial porque tiene mucho que ver con lo que le pasó a Cecilia”, comienza Daniel en la puerta de la comisaría de Capilla del Monte, “hay muchos policías involucrados en el caso. Ya lo hemos denunciado muchas veces, pero parece que no alcanza”, dice mirando a los uniformados que permanecen parados como granaderos.

Daniel les recuerda que durante el año pasado, la policía de Capilla debió haber realizado notificaciones a tres personas para declarar en los Tribunales de Cruz del Eje, pero no lo hicieron. Las testimoniales pudieron efectivizarse, porque intervinieron los abogados de la querella, Daniela Pavón y Gerardo Battistón. En ese mismo reclamo, la abogada Pavón se acerca y también hace pública la falta de atención institucional que hay para las víctimas de violencia de género en la localidad.

La familia de Ezequiel Castro, asesinado por la policía de Córdoba, se adelante y los abraza. Alguien grita que ahí mismo, en la comisaría, apareció ahorcado Jorgito Reyna, hace 12 años, atado con la manga de su campera a la reja de una ventana, pocos centímetros más alta que él. Que su causa, también sigue impune y que los golpes que tenía no fueron suficientes para demostrar que lo habían torturado. Que a pesar de no bajar los brazos, las familias sienten que el duelo es un proceso tan profundo, como inacabado.

Susana y Daniel permanecen frente a una multitud, observan hacia adelante y hacia atrás. Saben que la comisaría es señalar lo que siempre llega al mismo lugar: complicidad. “A las chicas les pedimos que no tengan miedo, que denuncien -acentúa Susana- que no se dejen asustar con los policías ni con nadie, nadie tiene derecho a venir a violentarnos”.
El espacio público es un canal clave para recordar que los asesinos de Cecilia están libres, “y que muchos andan dando vueltas por acá”, dice Daniel y remarca que no dejarán de venir a Capilla del Monte, hasta que los responsables del femicidio de su hija, estén presos.
La llegada a la plaza San Martín es un círculo de candombe que la nombra. Hace cinco años que se insiste en las mismas palabras, como un tajo que se abre en el cemento, una cicatriz que se agranda en medio de la incertidumbre: ¿Qué pasó con Cecilia?
Tal es el encubrimiento que las responsabilidades se hacen obvias.
La ronda se acerca al altar. Es un asedio a la justicia que falta. Desde el micrófono se invita a dejar una ofrenda en memoria de Cecilia, a conjurar entre todas y todos ese momento, esa memoria. En el centro de una plaza que se anochece, resuena una voz grabada -desde algún punto del Abya Yala- Lolita Chávez, lideresa maya de los pueblos K’iche de Guatemala, habla entre los yuyos que comienzan a perfumar lo que no se puede detener. Cada rama seca que se enciende se hace una intención, un pájaro que se dispara, restos del día que se van:
“Hoy 25 de abril levantamos nuestra fuerza sagrada, y nuestro poder popular feminista. Reconociendo la memoria, la historia, el vientre en la sangre, de Cecilia Basaldúa. Ese femicidio no debe quedar en la impunidad (…). Con la fuerza de nuestras ancestras, con los fuegos sagrados que encendemos, levantamos nuestra expresión de indignación y lo comunicamos a los cuatro puntos cardinales. Para que nunca más haya este tipo de violencias contra nuestras vidas”.
Las copleras y la poesía toman el escenario. Las y los músicos hacen de Cecilia esa canción y en el centro del caldero caliente, el humo abre el cielo: hay una memoria que se desprende y una vida que cambió de idioma.

En medio del algarrobo que sostiene los carteles de Memoria, Verdad y Justicia, una placa de cerámica con el rostro de Cecilia, también observa. El día queda atrás y en el fondo de la noche, las palabras todavía están en suspenso, son un silencio que pronto dirá.
Nota
Imágenes de la marcha a Plaza de Mayo: los jubilados siguen haciendo lío

Jubilados y jubiladas se movilizaron desde el Congreso de la Nación hasta Plaza de Mayo en una nueva jornada de reclamos y denuncia por los ingresos de pobreza que perciben y el fin de la moratoria previsional, cuya prórroga sigue durmiendo en Diputados. Como siempre, los carteles manuscritos fueron una forma de expresión y creatividad. En uno se leía: «Francisco está feliz. Jubilados haciendo lío!!!»
La marcha comenzó nuevamente con un operativo desproporcionado con las cuatro fuerzas federales -PFA, Gendarmería, Prefectura y PSA- que reprimió la protesta pacífica: la Comisión Provincial por la Memoria contabilizó una persona detenida y 13 heridos por efectos de los gases lacrimógenos, entre ellos jubilados y trabajadores de prensa.
Frente a la Rosada, realizaron un acto donde distintas agrupaciones de jubilados se manifestaron contra el acuerdo con el FMI y cantaron por la salud de Pablo Grillo.
«Hasta el próximo miércoles», saludaron los jubilados y jubiladas.
La próxima semana, la marcha contará con la participación de los gremios de la CGT como previa al Día del Trabajador y la Trabajadora del 1 de mayo.

Foto: Juan Valeiro para lavaca

Foto: Juan Valeiro para lavaca.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.

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