Nota
Comunidad Ava Guaraní: cultivar la resistencia
Luego de cuatro desalojos -dos en los últimos 6 meses- diez familias de la comunidad Ava Guaraní El Tabacal han vuelto a sembrar La Loma. A pesar de las amenazas y las continuas vigilancias policiales y privadas, empujados por la necesidad y la decisión de recuperar sus tierras, los guaraníes cosechan sus plantas tradicionales, elaboran carbón, recogen plantas medicinales, se bañan en sus ríos; “habitan” La Loma aunque le impidan “vivir” allí.
(reporter desde Hipólito Irigoyen)
Luego de cuatro desalojos -dos en los últimos 6 meses- diez familias de la comunidad Ava Guaraní El Tabacal han vuelto a sembrar La Loma. A pesar de las amenazas y las continuas vigilancias policiales y privadas, empujados por la necesidad y la decisión de recuperar sus tierras, los guaraníes cosechan sus plantas tradicionales, elaboran carbón, recogen plantas medicinales, se bañan en sus ríos; “habitan” La Loma aunque le impidan “vivir” allí.
Dividir para reinar. 512 años después del inicio de la colonización, ésta sigue siendo una práctica útil para los opresores. Como si la historia se empecinara en matarnos varias veces con las mismas armas: corrupción, mentiras, engaños, cooptación. Aún no tenemos vacunas para estas enfermedades, pero la comunidad guaraní se esfuerza en construir los anticuerpos necesarios.
En asambleas de más de 50 personas discuten la separación de aquellas personas que han traicionado a la comunidad a favor del gobierno y de la empresa El Tabacal. Discutiendo quiénes serán sus nuevos caciques y fortaleciendo su organización comunal.
El gobierno nacional, empujado por las marchas y reclamos, les ha propuesto presentar un proyecto de ley de expropiación de La Loma. Esta ley -que puede tardar un mínimo dos años en ser aprobada- tiene como obstáculo principal el antecedente de expropiación a favor de la comunidad Kolla, de San Andrés, que el Ingenio El Tabacal ya ha sufrido hace unos años. En aquella oportunidad, el gobierno provincial expropió parte del territorio kolla a la empresa, pero nunca pagó. El Tabacal, entonces, inició un juicio de restitución de las tierras al estado provincial. Con o sin ley, la comunidad Ava Guaraní continuará luchando por la tierra hasta las últimas consecuencias, según sus propias palabras.
Como una isla de selva en medio de un mar de monocultivos transgénicos y azucareros, La Loma guaraní se alza en verde resistencia. Allí, en las tierras altas de Salta, casi donde el país se cae de cara sobre su costado más indio; allí donde la tierra se desangra por gasoductos y oleoductos; allí donde la selva se desnuda forzosa por la entrada de las topadoras y donde la gente solo recibe a cambio de su expolio más pobreza y contaminación; allí, justo en medio, se alza La Loma.
Allí están y ahí son los Ava Guaraní hoy.
Y mientras allí estén y sigan siendo, seguirán resistiendo.
Volver a la tierra, cultivar, cosechar, es un sueño, pero de esos sueños urgentes que saltan rabiosos de las camas y se escapan de la noche sin esperar futuros prometidos. Saltan de inmediato sobre aquello que les pertenece.
Defender un sueño urgente, ayudar un sueño urgente, solidarizarnos con un sueño urgente, es lo que podemos hacer todos los tratamos de liberar nuestros sueños de la noche y extenderlos por todas las realidades y días.
Por eso todas y todos y en todas partes, allí donde haya sueños rebeldes que intentan escapar de la cama y las noches, debemos –y podemos- hacer algo.
Abrir los ojos.
Extender las manos.
Y cultivar, junto a los Ava Guaraníes, la resistencia.
ALERTA SALTA es una delegación compuesta por seis personas que representan a diferentes organizaciones internacionales que tiene como propósito informar sobre la situación de los 10 detenidos de la UTD de Mosconi y el desalojo de la comunidad Ava Guaraní de El Tabacal.
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Docente:
Mariano Randazzo, comunicador y realizador sonoro con más de 30 años de experiencia en radio. Trabaja en medios comunitarios, públicos y privados. Participó en más de 20 proyectos de podcast, ocupando distintos roles de producción. También es docente y capacitador.




Nota
Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

Hoy se cumplen 23 años de los asesinatos de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki que estaban movilizándose en Puente Pueyrredón, en el municipio bonaerense de Avellaneda. No eran terroristas, sino militantes sociales y barriales que reclamaban una mejor calidad de vida para los barrios arrasados por la decadencia neoliberal que estalló en 2001 en Argentina.
Aquel gobierno, con Eduardo Duhalde en la presidencia y Felipe Solá en la gobernación de la provincia de Buenos Aires, operó a través de los medios planteando que esas muertes habían sido consecuencia de un enfrentamiento entre grupos de manifestantes (en aquel momento «piqueteros»), como suele intentar hacerlo hoy el gobierno en casos de represión de sectores sociales agredidos por las medidas económicas. Con el diario Clarín a la cabeza, los medios mintieron y distorsionaron la información. Tenía las imágenes de lo ocurrido, obtenidas por sus propios fotógrafos, pero el título de Clarín fue: “La crisis causó 2 nuevas muertes”, como si los crímenes hubieran sido responsabilidad de una entidad etérea e inasible: la crisis.

Darío Santillán.

Maximiliano Kosteki
Del mismo modo suelen mentir los medios hoy.
El trabajo de los fotorreporteros fue crucial en 2002 para desenmascarar esa mentira, como también ocurre por nuestros días. Por aquel crimen fueron condenados el comisario de la bonaerense Alfredo Franchiotti y el cabo Alejandro Acosta, quien hoy goza de libertad condicional.
Siguen faltando los responsables políticos.
Toda semejanza con personajes y situaciones actuales queda a cargo del público.
Compartimos el documental La crisis causó 2 nuevas muertes, de Patricio Escobar y Damián Finvarb, de Artó Cine, que puede verse como una película de suspenso (que lo es) y resulta el mejor trabajo periodístico sobre el caso, tanto por su calidad como por el cúmulo de historias y situaciones que desnudan las metodologías represivas y mediáticas frente a los reclamos sociales.
Nota
83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

83 días.
Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.
83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.
83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.
83 días y seis intervenciones quirúrgicas.
83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo.
83 días hasta hoy.
Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro.
Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”.
Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).
Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca.
El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”.
La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».
La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería.
Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.
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