Nota
Nora Cortiñas en Es La Política: “Este destrozo que están haciendo es un crimen de lesa humanidad”
La Madre de Plaza de Mayo Línea Fundadora fue la invitada de una nueva emisión de Es La Política, el programa producido por lavaca y Canal Abierto. Desde su inicio en la búsqueda de su hijo Gustavo hasta la crítica al proyecto económico del Gobierno actual: “Yo voy a vivir para verlos en la cárcel”. La independencia para la defensa de los derechos humanos. El feminismo. La desobediencia civil. Cómo vencer a miedo. Y qué significa la resistencia en esta época.
-Un señor alemán hace mucho dijo que las personas que luchan toda la vida son las imprescindibles. Por eso hoy estamos con una persona imprescindible. Nora Cortiñas es Madre de Plaza de Mayo Línea Fundadora. Nora -o Norita- es Memoria Verdad Justicia, rebeldía, marcha, valentía, acompañamiento, independencia, inteligencia, afecto. Es cerebro y corazón. El trayecto que va desde su hijo Gustavo a las y los 30.000. Y es la agenda en tiempo presente de todo crimen, de todo conflicto y de toda injusticia. Nora es mujer del pañuelo blanco y pañuelo verde. Y lleva desplegada una bandera: la de la sonrisa. Cree que en Plaza de Mayo, en cada jueves de ronda y verdades, hay una especie magia. Por eso queremos preguntarnos si esa magia es política.
-Te falto un adjetivo: resistencia. Las madres lo venimos haciendo desde hace 42 años, ya se van a cumplir 43. Pura resistencia. Y visceral. Salir a la Plaza no es costumbre. En todo caso hay compromiso, pero cuando amanecés, cuando te levantás cada día, todo lo que vas haciendo es política. Todo es en base a ese entorno político para sobrevivir. Eso es el estado espiritual.
–¿Cuándo te diste cuenta de ese despertar político?
-Cuando se llevaron a Gustavo empecé a salir a la calle para estas actividades políticas. Mucha gente decía, cuando nos veía o escuchaba: “Las madres hacen política”. Ahí no me daba cuenta. Decía: “No, bueno, pero la gente se confunde”. No, no se confundía. Después de mucho tiempo nos dimos cuenta las Madres que fue un movimiento colectivo, y lo sigue siendo: no es de una sola madre, cada madre tiene su rol por el tiempo y la actividad que tuvimos. Pero todo fue político, todo lo que hicimos, hasta el día de hoy. Porque hoy seguimos pidiendo y se fueron variando los títulos de los pedidos: hasta que aparezcan, encontrarnos, cada tramo era algo. Ahora tenemos que pedir qué pasé con todos: cada uno, mujeres y varones. Que los jueces abran las gavetas, que digan qué paso aquí, a quién dieron en falsa adopción a los bebés que fueron apropiados de sus madres embarazadas cautivas. ¿Qué hicieron los jueces? Pedimos que se abran todos los archivos, qué pasó con todos y cada uno de los detenidos y detenidas. Que una vez por todas se den los nombres de todos los que participaron, cuántos políticos que hoy se pavonean tuvieron que ver con la época del terrorismo de estado y con esa brutal represión. Donde la metodología es la desaparición de forzada de persona, el crimen de crímenes: es un crimen que no prescribe y no es amnistiable, que perdura en el tiempo. Todos los días el desaparecido está desaparecido.
-¿Por qué creés que no se dan a conocer?
-Todo tiene que ver. ¿Cuántos represores y genocidas hay sueltos? Y el peligro es que vuelvan a cometer los mismos delitos. No es una venganza, desde luego los crímenes los tienen que pagar. Pero es para que no estén libres para repetir esa historia tan siniestra que tuvimos en la Argentina.
-¿Cómo fue ampliándose tu mirada sobre los derechos humanos? ¿Qué relación ves entre eso que pasaba en la dictadura cívico militar religiosa con lo que pasa desde la vuelta de la democracia?
-Las Madres en realidad fuimos aprendiendo un poco qué era la política. Después tuvimos la solidaridad de organismos que se fueron formando a medida que avanzaba la represión y ese terrorismo de estado. La APDH, la Liga Argentina de los Derechos del Hombre, Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos, y así se fueron creando organismos que componían políticos y políticas. Por eso no todos son iguales, y fuimos aprendiendo qué era la política. Lo que siempre nos cuidamos, al menos las Madres de Línea Fundadora, fue hacer política partidista, porque cuando un organismo hace política partidista no puede defender los derechos humanos. En realidad, los derechos humanos los violan los estados y los partidos y gobiernos, entonces si vos tenés un partidismo, ¿cómo vas a defender a las personas que le violan esos derechos? Se confunde todo, no sirve. Siempre tuvimos un criterio de no hacer política partidista, pero sí aprendimos a ver y organizar la política, a analiza la circunstancia, las actitudes y las aptitudes de los políticos, cómo tomaban y encaraban la defensa de los derechos humanos, pero eso costó muchos años.
“Las Madres fuimos las primeras feministas”
-¿Cómo vivís vos con el estallido que tuvo el feminismo?
-Yo no era feminista. No entendía el feminismo. Hace muchos años, cuando era mucho más joven, las imágenes que mandaban del feminismo eran de Europa, y yo me acuerdo de algunas fotos que las mujeres salían a la calle y para mostrar libertad revoleaban el corpiño. Decía: ¿esto es el feminismo? No entendí por muchos años. Ahora, hará hace unos años, cuando empecé a salir a la calle, cuando se llevaron a Gustavo, que además de ser una nueva ama de casa como se hacía antes (ahora eso ya no existe) me di cuenta que tenía derechos y tenía deberes. Es un poco de ignorancia de la vida fuera de las cuatro paredes de mi casa. Gustavo me decía a veces: “Mamá, vos no ves más que adentro de tus cuatro paredes”. Hasta que salí a la calle y vi de las cuatro paredes para afuera. Ahí empecé a caminar con mujeres. Y no todas las mujeres de esa época, cuando nosotras salíamos a la calle, nos querían. Algunas mujeres nos encontraban exageradas en enfrentar esa dictadura siniestra, criminal. Era una cosa un poco arriesgada. Demasiado. No las mujeres políticas que tuvimos alrededor, que también fuimos aprendiendo de ellas, de ir a los encuentros de mujeres donde intercalás tus vidas con otras mujeres y vas viendo que hay afuera de esas cuatro paredes. Digamos que ahí empezó la mirada al feminismo. Igual les voy a decir: las madres fuimos las primeras feministas, en enfrentar a la dictadura. Salimos a la calle visceralmente, no era que planificamos con un mapita y protocolo, no, salimos a la calle a enfrentar lo peor que había en el país y que eran los genocidas en esa Casa de Gobierno. Yo me doy cuenta ahora, como me doy cuenta que también nosotras ejercitamos la desobediencia civil, pero ahora me voy dando cuenta.
-Nombraste recién al miedo. ¿Qué te da miedo o qué es el miedo para vos?
-El miedo es que siga una política de hambre como tenemos, un país con desocupados, un país pobre. Tengo miedo de que un día seamos como muchos de los países pobres y miserables del mundo. Tengo miedo que como seres humanos se vaya degradando tanto la política hasta llegar como estamos viendo ahora en Argentina el hambre en la calle, en la cara de niños, de mujeres, de hombres. Ese terror al hambre. Porque no es miedo: es terror al hambre. A la hambruna que pasaron otros países de posguerra. Nosotros no tenemos por qué. Ahora en la Rural se pasaron ventilando que somos un país para alimentar 400 millones de personas, de ser humano, y acá en Argentina los millones que se mueren de hambre hoy, en pleno siglo 21. Eso son los miedos. De que además el hambre puede provocar la ira de los pueblos y lleve a un desastre.
El miedo y la desobediencia civil
-Pensaba en la idea de desobediencia civil.
-Y que nos costó, porque se llevaron a las madres de los presos políticos. Después a las tres fundadores de Madres. A las dos monjas francesas. No fue gratis esa desobediencia.
-La “madre” en ese momento estaba en las antípodas de la idea de política y rebeldía.
-Por eso digo que fue visceral, no fue un plan político salir a la calle a buscar a nuestros hijos. Te llevan un hijo y una hija, te amputan, te sacan una parte de tu cuerpo. Ahí no medís: ¿qué miedo podes tener si te llevaron una parte de tu vida? Ahí es cómo se revierte el miedo, y viene la dicha muy fuerte que esa lucha por la desobediencia civil ante cualquier cosa que quieran frenar.
-Decías del miedo que tenés de que continúe esta política de hambre. ¿Qué pasa cuando ves que este gobierno fue electo por los votos?
-Creo que hay hacia el ser humano un manejo a través de la política. En este caso la gente va absorbiendo una propaganda y no es que la gente sea imbécil porque vota esto. Llega a un grado de inconciencia, escucha propaganda que deforma y la misma gente que es víctima de esta política termina diciendo: “no, pero yo lo voy a votar porque a lo mejor le doy la oportunidad”. Ya le diste. Cuatro años. Hay una cosa de inconciencia, no es que la gente sea ignorante y lo vota. No llega a eso. Hay otro camino que hace que escuche: por eso se invierte mucho dinero en la propaganda, por eso los que van a hacer la propaganda a los políticas estudian y hacen esos shows que vimos estos días. Y mucha gente en ese show dice: “Y bueno, es lo que tenemos”. Esa frase medio ridícula. Y no creo que la gente toda sea imbécil, ignorante. Pone el voto y hay una cosa interna que hace que lo malo lo siga probando. Un poquito para los psicólogos.
La lucha y una cerverza
-¿Este gobierno es lo que esperabas o hicieron más?
-Hicieron más. Uno sabía que era un gobierno de derecha. Tienen tantos que así que tengo miedo que a veces vuelvo atrás en las historias de los países y me hace acordar al nazismo cuando empezó. Yo no quiero ser pesimista o negativa, me resisto, digo no, tengo que tener esperanza de que el pueblo va a resistir, vamos a salir adelante, ¿pero qué? ¿Nos falta que la gente siga votando? ¿Nos falta otra etapa? Y eso sí me da miedo. Porque me hace acordar mucho a los años 74 y 75: estos días llega un amigo mío plástico, que estaba haciendo monolito para Santiago Maldonado y lo provoca gendarmería, y hacen todo un show de que lo están persiguiendo. Le tiran abajo la puerta de la casa, lo sacan a los tirones y después dicen resistencia a la autoridad. No cometió ningún crimen, lo meten preso y lo tienen sin defensa posible porque los jueces primero escuchan a la policía. Esa deformación de la realidad sí me asusta, porque estamos desprovisto de derecho. No hay Estado de Derecho: ¿dónde golpeas una puerta acá cuando corres peligro todos los días cuando salis a la calle? Porque las madres salimos a la calle y el miedo de que nos pasara algo ya les había pasado a nuestros hijos e hijas. Y así cuando le paso a Azucena Villaflor, a Ester Careaga, Mary Ponce de Bianco, que también salían todos los días a la calle. Entonces todo esto te hace volver al pasado, que yo no quiero volver. No queremos más dictadura y terrorismo de estado ni percusiones de orden político.
-¿Cómo se sale de esto? ¿Qué crees?
-Luchando. La calle. Todos los días. Llenar las calles. Todos los jueves llenemos la Plaza de Mayo. Una propuesta hago. Con carteles y carteles, que el mundo entero reciba qué está pasando en Argentina. La resistencia.
-Pensaba en tu agenda, que es la agenda social de la Argentina.
-Yo levanté la bandera de mis hijos. Recogí las banderas de los 30 mil y no voy a ningún lado por obligación: voy por compromiso. A la Plaza de Mayo los jueves, porque tengo un compromiso. Tiene magia la Plaza. Te encontrás, te mirás a los ojos, te abrazás. Yo digo que vamos los buenos. Y se encuentra la gente, a lo mejor tiene ese ratito, quizá a tomar café. O una cerveza. Según, porque una tampoco es una monja. Pero las monjas deben tomar cerveza también.
“Van a ir a la cárcel”
-¿Tenés esperanza todavía?
-Sí, tengo esperanza. Una fuerza espiritual muy grande que me da mi familia. Ya mis nietas son adolescentes y tengo un compromiso de vida y un compromiso con este pueblo que lucha todos los días como luchaba Gustavo y los 30 mil. Me olvide de contarles algo: también estoy luchando hace muchos años contra la deuda externa. No es de ahora. Ahora es obscena, no la vamos a poder pagar nunca. Pero como nos enterraron hasta acá, quizá un día al Fondo Monetario Internacional (FMI) no le importa si no pagamos la deuda. Ellos cobran los intereses que nosotros no sabemos cuánto son. Pero un día sale un paquetito, y se lo llevan con tierra y todo. Y no quieren que paguemos la deuda porque sabe que tenemos que pedir todos los días un poco más. Entonces en una ventanilla pagamos los impuestos y ganancias, en la otra están para darte la platita que pedís. Es un trueque. Y mientras tanto el hambre funde en nuestro país. Además, este gobierno, al hacer una deuda por 100 años, ¿qué se creyó que era el pueblo? ¿De piedra? ¿No pasar por el Congreso?
-No es que le salen mal las cosas: está planeado así.
-Está planeado. Le está saliendo bien. Pero bueno, así les va a ir a ellos. Van a ir a la cárcel, porque no se la van a llevar de arriba. Este destrozo que están haciendo a la república, al pueblo, y a la credibilidad de la gente es un crimen de lesa humanidad. Porque perjudica a toda la humanidad. Y no se la van a llevar de arriba. Yo voy a vivir para verlos en la cárcel, voy a hacer un esfuerzo.
-¿Qué es para vos la política?
-Es una herramienta que nos dicen que es para defender la democracia. No quiero que la política haga con el pueblo lo que se le dé la gana. No quiero eso: quiero vivir en un estado de respeto a todos los seres humanos, de respeto a todos los derechos que tenemos y que realmente se muestre que somos un país civilizado y no queremos que seguir hundiéndonos en este pozo en el que estamos ahora. Que así sea.
Mirá el programa completo acá
Nota
83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

83 días.
Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.
83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.
83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.
83 días y seis intervenciones quirúrgicas.
83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo.
83 días hasta hoy.
Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro.
Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”.
Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).
Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca.
El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”.
La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».
La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería.
Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.
Esta es parte de la vida que no pudieron matar:
Nota
La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen
Una obra teatral que recurre al milagro como ingrediente imprescindible para una transformación. Un niño santo en un pueblo perdido. Su primera intervención paranormal desata furor y de todas partes van a suplicarle lo imposible. La transfiguración de Miguelito Pepe es un unipersonal con la dramaturgia y dirección de Martina Ansardi en el que el actor Tuco Richat se pone en la piel de varios personajes que dialogan con lo sagrado y lo profano. Este viernes 30 de mayo a las 20.30 podés ver en MU Trinchera Boutique la primera de tres funciones.
Por María del Carmen Varela.
La transfiguración de Miguelito Pepe gira en torno a un fenómeno que sucede en un pueblo norteño. Miguelito, un niño de Famaillá, se convierte de la noche a la mañana en la gran atracción del pueblo. De todas partes van a conocerlo y a pedirle milagros. En todo el pueblo no se habla de otra cosa que del niño santo, el que escucha los pedidos de quien se le acerque y concede la gracia.
La obra tiene dramaturgia y dirección de la activista y artista travesti Martina Ansardi, directora teatral, actriz, bailarina, coreógrafa y socia de Sintonía Producciones, quien la ideó para que fuera itinerante.
Se trata de un unipersonal en el que el actor Tuco Richat se luce en varios personajes, desde una secretaria de un manosanta que entrega estampitas a quien se le cruce en el camino, una presentadora de televisiòn exaltada a un obispo un tanto resentido porque dios le concede poderes a un changuito cualquiera y no a él, tan dedicado a los menesteres eclesiásticos.
La voz de la cantante lírica Guadalupe Sanchez musicaliza las escenas: interpreta cuatro arias de repertorio internacional. A medida que avanza la trama, Richat irá transformando su aspecto, según el personaje, con ayuda de un dispositivo móvil que marca el ritmo de la obra y sostiene el deslumbrante vestuario, a cargo de Ayeln González Pita. También tiene un rol fundamental para exhibir lo que es considerado sagrado, porque cada comunidad tiene el don de sacralizar lo que le venga en ganas. Lo que hace bien, lo merece.
Martina buscó rendir homenaje con La transfiguraciòn de Miguelito Pepe a dos referentes del colectivo travesti trans latinoamericano: el escritor chileno Pedro Lemebel y Mariela Muñoz. Mariela fue una activista trans, a quien en los años `90 un juez le quiso quitar la tenencia de tres niñxs. Martina: “Es una referenta trans a la que no se recuerda mucho», cuenta la directora. «Fue una mujer transexual que crió a 23 niños y a más de 30 nietes. Es una referenta en cuanto a lo que tiene que ver con maternidad diversa. Las mujeres trans también maternamos, tenemos historia en cuanto a la crianza y hoy me parece muy importante poder recuperar la memoria de todas las activistas trans en la Argentina. Esta obra le rinde homenaje a ella y a Pedro Lemebel”.
Con el correr de la obra, los distintos personajes nos irán contando lo que sucedió con Miguelito… ¿Qué habrá sido de esa infancia? Quizás haya continuado con su raid prodigioso, o se hayan acabado sus proezas y haya perdido la condición de ser extraordinario. O quizás, con el tiempo se haya convertido, por deseo y elección, en su propio milagro.
MU Trinchera Boutique, Riobamba 143, CABA
Viernes 30 de mayo, 20.30 hs
Entradas por Alternativa Teatral

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Relato salvaje guaraní: una perla en el teatro

Una actriz que cautiva. Una historia que desgarra. Música en vivo. La obra Perla Guaraní volvió de la gira en España al Teatro Polonia (Fitz Roy 1475, CABA) y sigue por dos domingos. El recomendado de lavaca esta semana.
Por María del Carmen Varela
La sala del teatro Polonia se tiñe de colores rojizos, impregnada de un aroma salvaje, de una combustión entre vegetación y madera, y alberga una historia que está a punto de brotar: Perla es parte de una naturaleza frondosa que nos cautivará durante un cuarto de hora con los matices de una vida con espinas que rasgan el relato y afloran a través de su voz.
La tonada y la crónica minuciosa nos ubican en un paisaje de influjo guaraní. Un machete le asegura defensa, aunque no parece necesitar protección. De movimientos rápidos y precisos, ajusta su instinto y en un instante captura el peligro que acecha entre las ramas. Sin perder ese sentido del humor mordaz que a veces nace de la fatalidad, nos mira, nos habla y nos deslumbra. Pregunta: “¿quién quiere comprar zapatos? Vos, reinita, que te veo la billetera abultada”. Los zapatos no se venden. ¿Qué le queda por vender? La música alegre del litoral, abrazo para sus penas.

La actriz y bailarina Gabriela Pastor moldeó este personaje y le pone cuerpo en el escenario. Nacida en Formosa, hija de maestrxs rurales, aprendió el idioma guaraní al escuchar a su madre y a su padre hablarlo con lxs alumnxs y también a través de sus abuelxs maternxs paraguayxs. “Paraguay tiene un encanto muy particular”, afirma ella. “El pueblo guaraní es guerrero, resistente y poderoso”.
El personaje de Perla apareció después de una experiencia frustrante: Gabriela fue convocada para participar en una película que iba a ser rodada en Paraguay y el director la excluyó por mensaje de whatsapp unos días antes de viajar a filmar. “Por suerte eso ya es anécdota. Gracias a ese dolor, a esa herida, escribí la obra. Me salvó y me sigue salvando”, cuenta orgullosa, ya que la obra viene girando desde hace años, pasando por teatros como Timbre 4 e incluyendo escala europea.
Las vivencias del territorio donde nació y creció, la lectura de los libros de Augusto Roa Bastos y la participación en el Laboratorio de creación I con el director, dramaturgo y docente Ricardo Bartis en el Teatro Nacional Cervantes en 2017 fueron algunos de los resortes que impulsaron Perla guaraní.
Acerca de la experiencia en el Laboratorio, Gabriela asegura que “fue un despliegue actoral enorme, una fuerza tan poderosa convocada en ese grupo de 35 actores y actrices en escena que terminó siendo La liebre y la tortuga” (una propuesta teatral presentada en el Centro de las Artes de la UNSAM). Los momentos fundantes de Perla aparecieron en ese Laboratorio. “Bartís nos pidió que pusiéramos en juego un material propio que nos prendiera fuego. Agarré un mapa viejo de América Latina y dos bolsas de zapatos, hice una pila y me subí encima: pronto estaba en ese territorio litoraleño, bajando por la ruta 11, describiendo ciudades y cantando fragmentos de canciones en guaraní”.
La obra en la que Gabriela se luce, que viene de España y también fue presentada en Asunción, está dirigida por Fabián Díaz, director, dramaturgo, actor y docente. Esta combinación de talentos más la participación del músico Juan Zuberman, quien con su guitarra aporta la cuota musical imprescindible para conectar con el territorio que propone la puesta, hacen de Perla guaraní una de las producciones más originales y destacadas de la escena actual.
Teatro Polonia, Fitz Roy 1475, CABA
Domingos 18 y 25 de mayo, 20 hs
Más info y entradas en @perlaguarani
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