Nota
Paro Nacional de Mujeres: la realidad a la hora 13
Por primera vez en la historia hubo un Paro Nacional de Mujeres: la convocatoria tuvo una respuesta masiva. Cortes de calle, manifestaciones en los lugares de trabajo y hasta un paro histórico en el Banco Nación. Imágenes, postales y voces de lo que sucedió en las calles de Buenos Aires de 13 a 14 horas.
Un corte total de la Avenida de Mayo y San José, bajo la lluvia y el viento con que la Primavera adhiere al luto: cientos de mujeres vestidas de negro se suman, y reciben apoyo de automovilistas y motoqueros a los bocinazos. Más mujeres salen de pizzerías y restaurantes para nutrir el corte, igual que mucha de la gente que sale del subte.
Corte en Corrientes y Paraná. Los bombos son los bidones de los dispensers de agua de las oficinas, y los sellos empresariales se usan para batir el parche.
Un paro en el Banco Nación, inédito por no tratarse de un reclamo bancario o salarial. En empresas públicas y privadas en las que las mujeres lograron organizarse en pocos días.
Una ronda conmovedora de cientos de mujeres junto al Obelisco que aplauden mirándose y acompañándose, hasta que saltan al asfalto para cortarle el tránsito a la violencia. Una lleva un cartel: “Perdón por las molestias, pero nos están asesinando”.
Una vendedora ambulante de gaseosas, Sol, grita dentro de un colectivo: “Mujer, escucha, únete a la lucha”. La aplauen.
Una vendedora de paraguas, Mónica, relata que su padre le pegó durante 30 años a su madre, a ella, y a sus nueve hermanos. Y cuando su propio marido le pegó, Mónica se fue a vivir a la estación de Constitución.
Dos chicas suben al subte y ante el silencio del vagón repleto dicen a dúo: “¿Qué pasaría si un día cansadas de que nos maten, nos violen, nos desaparezcan, nos humillen, nos juzguen, nos golpeen, nos maltraten, nos violenten, nos discriminen, nos prostituyan, nos niguneen, nos empobrezcan… qué pasaría si ensayamos rebeldías y las vemos redundar en organización poder y victorias? ¿Qué pasaría si undía decidiésemos no ir a trabajar? Nuestras voces se desgarran gritando Ni una menos. Nos sobran motivos para ir al paro”. El final fue una ovación asombrosa.
Jamás hubo un Paro Nacional de Mujeres. Jamás hubo huelgas contra psicópatas, golpeadores, cobardes, miserables, asesinos, amparados por una cultura, un mercado y un Estado a los que, en un gesto de elegancia, se llama patriarcales.
Pero llegó el 19 de octubre de 2016, un día muy particular. En medio de una ola serial de crímenes, las mujeres salieron a la calle, otra vez, a pronunciar una palabra que parece que todavía no se entiende en toda su magnitud: basta.
Ministerios y zapatos
Hubo paros en los ministerios, casas provinciales, entidades públicas, motorizados en buena parte por ATE. Pero frente a Plaza de Mayo sólo había tres mujeres, que lograron ser una multitud en ese ámbito. Fue enorme la adhesión en el nuevo edificio de la Auditora General de la Nación. En el Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos las mujeres bajaron a la calle hasta con una campana. En el Banco Nación hubo paro motorizado por las comisiones internas. En empresas privadas, como la zapatería Clona, se anunciaba el cierre del local de 13 a 14 en adhesión al paro de mujeres.
En una farmacia una de las empleadas dijo a lavaca: “Claro que adhiero, pero no puedo parar yo sola y arriesgarme a perder el trabajo. Me voy más tarde a la marcha”.
En una pizzería la joven que atendía prefirió no hablar, mientras miraba de reojo al cajero.
En el subte en el que las jóvenes llamaban al paro entre ovaciones, se dio una paradoja indumentaria. El 90% de las mujeres estaba de negro, como se llamó a vestir en este día. El 80% de los varones andaba colorido. Más allá de las casualidades, se reabría el viejo dilema sobre si el hábito hace al monje.
El símbolo de un día
Mónica Gerez, en la esquina de Rivadavia y Callao, vende paraguas a 100 pesos. La charla casual sobre los paraguas deriva a una historia que podría simbolizar todo lo que significa este paro: “Mi padre le pegó a mi madre durante 30 años. Somos 10 hermanos. Vivíamos en Moreno. Una hermana no nació porque mi mamá estaba de ocho meses y él le pegó con una maza en la panza, y mató al bebé. A todos nos pegaba. Me fui de casa cuando tuve pareja. Cuando estaba embarazada mi marido me pegó. Entonces dije: me voy, no voy a hacer como mi mamá. No tenía a dónde ir así que me fui a vivir a la calle, y al poco tiempo a la estación Constitución. No quería volver a lo de mis padres, porque yo camino mal, y mi padre se burlaba y me decía chueca. No quería que me dijeran eso”.
Mónica efectivamente tiene unproblema par caminar: “Es congénito. Los médicos me dijeronque como mi padre se drogaba, eso me hizo nacer con esa malformación. Pero se reía y me discriminaba y medecía chueca”. Mónica logró vivir en un hotel.
Tiene 25 años, tres hijos y otra pareja: “Por ahora, todo bien” ríe. Y reconoce que siempre hay que esrtar atenta.
¿Y sus padres? La mamá de Mónica logró hablar con los vecinos que impulsaron el juicio al hombre golpeador. Hasta lograron filmarlo mientras le pegaba a su mujer. Mónica dice: “Por suerte se pudo hacer. Mi papá hace 3 años que está preso. Le dieron 11 años por eso de la violencia de género. Por pegarle a mi mamá embarazada con la maza no le dieron nada, porque dicen que pasó mucho tiempo y que tendría que haberlo denunciado en su momento”.
Basta de distracciones. Mónica anuncia: “Paraguas, paraguas” a la gente que pasa mirando al piso.
Derechos humanos
Camila García es agente de la Auditoría General de la Nación y habla entre un cúmulo de aplausos que la obliga a alzar la voz en Avenida de Mayo, frente a Plaza Congreso. Dice debajo de un paraguas: “Los derechos de las mujeres se están viendo vulnerados de forma extrema con los femicidios, y esto forma parte de una batalla cultural que viene desde el mismo vocabulario a partir del momento que nacemos. ¿Por qué no podemos ejercer libremente nuestra libertad? Desde que nacemos el vocabulario nos condiciona, en lo que queremos ser, y todo eso influye en la cosmovisión que la sociedad argentina tiene sobre la mujer”.
¿Qué implica en ese vocabulario hablar de un Paro Nacional de Mujeres? “Las mujeres vivimos trabajando, todo el tiempo, y construyendo con nuestros hijos y familias. Esto es algo que tenía que darse. Es significativo. La Auditoría es un organismo colegiado, donde hay muchas visiones, representado por muchas fuerzas, pero hoy estamos acá como trabajadoras. Es sumamente rescatable que nos encuentre a todas unidas, más allá de las diferencias políticas que podamos llegar a tener. Es muy importante porque la única forma de transformas la realidad es a través de la política, también con hombres. La batalla cultural se da en la calle, yendo en contra de ese vocabulario que nos condiciona. Esta situación traspasa lo político: es un derecho humano. Lo que estamos reclamando es un derecho humano”.
Ovarios
Denise, Natalia y Julieta son trabajadoras de la secretaría de Integración Social y Urbana del Gobierno de la Ciudad. Desde el Obelisco cuentan que trabajan en la gerencia operativa de soporte social de Villa 31. Natalia: “Los femicidios de las últimas semanas hicieron que salgamos. Nos están matando y necesitamos decirle a la gente que algo está pasando. Donde trabajamos hubo un femicidio hace tres semanas y no lo vi en ningún medio”.
Denise pone nombre: “Daiana, 19 años, vivía en el playón de la Villa 31 bis. La mató su pareja”. Luego piensa: “La muerte de estas chicas es el tema. Por eso la gente decidió salir a la calle. Se llega a un extremo que ya no es sólo el asesinato de mujeres, es también las violencias cotidianas que vivimos en todos lados. Y es algo que conocemos porque laburamos ahí: a la madre de Daiana la amenazan y está en una situación muy vulnerable. Estas situaciones vemos que llegan después de muchas denuncias previas que no activaron ninguna política pública, porque tampoco hay. A eso se le suma la situación de ajuste que sufrimos”.
¿Cómo se traduce esta discusión en sus trabajos? Natalia: “Esta es nuestra hora de almuerzo, no sabemos qué están haciendo nuestros compañeros. En nuestro trabajo planteamos hacer una actividad de sensibilización de la temática. Nos preguntábamos si se iban a copar con la actividad. También había un cierto temor de decir que íbamos a parar. No sé si tuvimos los ovarios para decir que íbamos a parar, por eso lo propusimos en términos de actividad”.
Diarios golpeadores
La lectura de diarios, para comprender el clima informativo que esperaba al Paro, desgranó algunos asombros:
- El diario zonal La Nación mencionó la concentración alrededor del Obelisco de la tarde, pero olvidó mencionar que luego se dirigiría a Plaza de Mayo.
- En una nota sobre si los políticos argentinos votarían a H.Clinton o a D. Trump, lograron el 5×1: encuestaron a cinco políticos varones y una mujer.
- El periódico contrainformativo Clarín planteó un “fuerte debate” alrededor de la convocatoria, tomando como fuentes de tal discordia ciertos comentarios de Facebook, mostrando a qué se está reduciendo el frasco de la realidad de las empresas periodísticas, y cómo se ejerce el arte de empiojar.
- Se supo que en el afán por desactivar la Procuración General de la Nación, se desactivó también la Unidad contra la Violencia de Género. Se duda aún si fue deliberado, o una equivocación. Tampoco se sabe qué es peor.
En las plazas y en las calles seguía la lluvia. Mientras, se iba gestando el segundo evento del día, convocado a las 17 horas.
Nota
83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

83 días.
Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.
83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.
83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.
83 días y seis intervenciones quirúrgicas.
83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo.
83 días hasta hoy.
Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro.
Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”.
Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).
Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca.
El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”.
La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».
La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería.
Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.
Esta es parte de la vida que no pudieron matar:
Nota
La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen
Una obra teatral que recurre al milagro como ingrediente imprescindible para una transformación. Un niño santo en un pueblo perdido. Su primera intervención paranormal desata furor y de todas partes van a suplicarle lo imposible. La transfiguración de Miguelito Pepe es un unipersonal con la dramaturgia y dirección de Martina Ansardi en el que el actor Tuco Richat se pone en la piel de varios personajes que dialogan con lo sagrado y lo profano. Este viernes 30 de mayo a las 20.30 podés ver en MU Trinchera Boutique la primera de tres funciones.
Por María del Carmen Varela.
La transfiguración de Miguelito Pepe gira en torno a un fenómeno que sucede en un pueblo norteño. Miguelito, un niño de Famaillá, se convierte de la noche a la mañana en la gran atracción del pueblo. De todas partes van a conocerlo y a pedirle milagros. En todo el pueblo no se habla de otra cosa que del niño santo, el que escucha los pedidos de quien se le acerque y concede la gracia.
La obra tiene dramaturgia y dirección de la activista y artista travesti Martina Ansardi, directora teatral, actriz, bailarina, coreógrafa y socia de Sintonía Producciones, quien la ideó para que fuera itinerante.
Se trata de un unipersonal en el que el actor Tuco Richat se luce en varios personajes, desde una secretaria de un manosanta que entrega estampitas a quien se le cruce en el camino, una presentadora de televisiòn exaltada a un obispo un tanto resentido porque dios le concede poderes a un changuito cualquiera y no a él, tan dedicado a los menesteres eclesiásticos.
La voz de la cantante lírica Guadalupe Sanchez musicaliza las escenas: interpreta cuatro arias de repertorio internacional. A medida que avanza la trama, Richat irá transformando su aspecto, según el personaje, con ayuda de un dispositivo móvil que marca el ritmo de la obra y sostiene el deslumbrante vestuario, a cargo de Ayeln González Pita. También tiene un rol fundamental para exhibir lo que es considerado sagrado, porque cada comunidad tiene el don de sacralizar lo que le venga en ganas. Lo que hace bien, lo merece.
Martina buscó rendir homenaje con La transfiguraciòn de Miguelito Pepe a dos referentes del colectivo travesti trans latinoamericano: el escritor chileno Pedro Lemebel y Mariela Muñoz. Mariela fue una activista trans, a quien en los años `90 un juez le quiso quitar la tenencia de tres niñxs. Martina: “Es una referenta trans a la que no se recuerda mucho», cuenta la directora. «Fue una mujer transexual que crió a 23 niños y a más de 30 nietes. Es una referenta en cuanto a lo que tiene que ver con maternidad diversa. Las mujeres trans también maternamos, tenemos historia en cuanto a la crianza y hoy me parece muy importante poder recuperar la memoria de todas las activistas trans en la Argentina. Esta obra le rinde homenaje a ella y a Pedro Lemebel”.
Con el correr de la obra, los distintos personajes nos irán contando lo que sucedió con Miguelito… ¿Qué habrá sido de esa infancia? Quizás haya continuado con su raid prodigioso, o se hayan acabado sus proezas y haya perdido la condición de ser extraordinario. O quizás, con el tiempo se haya convertido, por deseo y elección, en su propio milagro.
MU Trinchera Boutique, Riobamba 143, CABA
Viernes 30 de mayo, 20.30 hs
Entradas por Alternativa Teatral

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Relato salvaje guaraní: una perla en el teatro

Una actriz que cautiva. Una historia que desgarra. Música en vivo. La obra Perla Guaraní volvió de la gira en España al Teatro Polonia (Fitz Roy 1475, CABA) y sigue por dos domingos. El recomendado de lavaca esta semana.
Por María del Carmen Varela
La sala del teatro Polonia se tiñe de colores rojizos, impregnada de un aroma salvaje, de una combustión entre vegetación y madera, y alberga una historia que está a punto de brotar: Perla es parte de una naturaleza frondosa que nos cautivará durante un cuarto de hora con los matices de una vida con espinas que rasgan el relato y afloran a través de su voz.
La tonada y la crónica minuciosa nos ubican en un paisaje de influjo guaraní. Un machete le asegura defensa, aunque no parece necesitar protección. De movimientos rápidos y precisos, ajusta su instinto y en un instante captura el peligro que acecha entre las ramas. Sin perder ese sentido del humor mordaz que a veces nace de la fatalidad, nos mira, nos habla y nos deslumbra. Pregunta: “¿quién quiere comprar zapatos? Vos, reinita, que te veo la billetera abultada”. Los zapatos no se venden. ¿Qué le queda por vender? La música alegre del litoral, abrazo para sus penas.

La actriz y bailarina Gabriela Pastor moldeó este personaje y le pone cuerpo en el escenario. Nacida en Formosa, hija de maestrxs rurales, aprendió el idioma guaraní al escuchar a su madre y a su padre hablarlo con lxs alumnxs y también a través de sus abuelxs maternxs paraguayxs. “Paraguay tiene un encanto muy particular”, afirma ella. “El pueblo guaraní es guerrero, resistente y poderoso”.
El personaje de Perla apareció después de una experiencia frustrante: Gabriela fue convocada para participar en una película que iba a ser rodada en Paraguay y el director la excluyó por mensaje de whatsapp unos días antes de viajar a filmar. “Por suerte eso ya es anécdota. Gracias a ese dolor, a esa herida, escribí la obra. Me salvó y me sigue salvando”, cuenta orgullosa, ya que la obra viene girando desde hace años, pasando por teatros como Timbre 4 e incluyendo escala europea.
Las vivencias del territorio donde nació y creció, la lectura de los libros de Augusto Roa Bastos y la participación en el Laboratorio de creación I con el director, dramaturgo y docente Ricardo Bartis en el Teatro Nacional Cervantes en 2017 fueron algunos de los resortes que impulsaron Perla guaraní.
Acerca de la experiencia en el Laboratorio, Gabriela asegura que “fue un despliegue actoral enorme, una fuerza tan poderosa convocada en ese grupo de 35 actores y actrices en escena que terminó siendo La liebre y la tortuga” (una propuesta teatral presentada en el Centro de las Artes de la UNSAM). Los momentos fundantes de Perla aparecieron en ese Laboratorio. “Bartís nos pidió que pusiéramos en juego un material propio que nos prendiera fuego. Agarré un mapa viejo de América Latina y dos bolsas de zapatos, hice una pila y me subí encima: pronto estaba en ese territorio litoraleño, bajando por la ruta 11, describiendo ciudades y cantando fragmentos de canciones en guaraní”.
La obra en la que Gabriela se luce, que viene de España y también fue presentada en Asunción, está dirigida por Fabián Díaz, director, dramaturgo, actor y docente. Esta combinación de talentos más la participación del músico Juan Zuberman, quien con su guitarra aporta la cuota musical imprescindible para conectar con el territorio que propone la puesta, hacen de Perla guaraní una de las producciones más originales y destacadas de la escena actual.
Teatro Polonia, Fitz Roy 1475, CABA
Domingos 18 y 25 de mayo, 20 hs
Más info y entradas en @perlaguarani
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