CABA
Paro Nacional de Mujeres: la realidad a la hora 13
Por primera vez en la historia hubo un Paro Nacional de Mujeres: la convocatoria tuvo una respuesta masiva. Cortes de calle, manifestaciones en los lugares de trabajo y hasta un paro histórico en el Banco Nación. Imágenes, postales y voces de lo que sucedió en las calles de Buenos Aires de 13 a 14 horas.
Un corte total de la Avenida de Mayo y San José, bajo la lluvia y el viento con que la Primavera adhiere al luto: cientos de mujeres vestidas de negro se suman, y reciben apoyo de automovilistas y motoqueros a los bocinazos. Más mujeres salen de pizzerías y restaurantes para nutrir el corte, igual que mucha de la gente que sale del subte.
Corte en Corrientes y Paraná. Los bombos son los bidones de los dispensers de agua de las oficinas, y los sellos empresariales se usan para batir el parche.
Un paro en el Banco Nación, inédito por no tratarse de un reclamo bancario o salarial. En empresas públicas y privadas en las que las mujeres lograron organizarse en pocos días.
Una ronda conmovedora de cientos de mujeres junto al Obelisco que aplauden mirándose y acompañándose, hasta que saltan al asfalto para cortarle el tránsito a la violencia. Una lleva un cartel: “Perdón por las molestias, pero nos están asesinando”.
Una vendedora ambulante de gaseosas, Sol, grita dentro de un colectivo: “Mujer, escucha, únete a la lucha”. La aplauen.
Una vendedora de paraguas, Mónica, relata que su padre le pegó durante 30 años a su madre, a ella, y a sus nueve hermanos. Y cuando su propio marido le pegó, Mónica se fue a vivir a la estación de Constitución.
Dos chicas suben al subte y ante el silencio del vagón repleto dicen a dúo: “¿Qué pasaría si un día cansadas de que nos maten, nos violen, nos desaparezcan, nos humillen, nos juzguen, nos golpeen, nos maltraten, nos violenten, nos discriminen, nos prostituyan, nos niguneen, nos empobrezcan… qué pasaría si ensayamos rebeldías y las vemos redundar en organización poder y victorias? ¿Qué pasaría si undía decidiésemos no ir a trabajar? Nuestras voces se desgarran gritando Ni una menos. Nos sobran motivos para ir al paro”. El final fue una ovación asombrosa.
Jamás hubo un Paro Nacional de Mujeres. Jamás hubo huelgas contra psicópatas, golpeadores, cobardes, miserables, asesinos, amparados por una cultura, un mercado y un Estado a los que, en un gesto de elegancia, se llama patriarcales.
Pero llegó el 19 de octubre de 2016, un día muy particular. En medio de una ola serial de crímenes, las mujeres salieron a la calle, otra vez, a pronunciar una palabra que parece que todavía no se entiende en toda su magnitud: basta.
Ministerios y zapatos
Hubo paros en los ministerios, casas provinciales, entidades públicas, motorizados en buena parte por ATE. Pero frente a Plaza de Mayo sólo había tres mujeres, que lograron ser una multitud en ese ámbito. Fue enorme la adhesión en el nuevo edificio de la Auditora General de la Nación. En el Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos las mujeres bajaron a la calle hasta con una campana. En el Banco Nación hubo paro motorizado por las comisiones internas. En empresas privadas, como la zapatería Clona, se anunciaba el cierre del local de 13 a 14 en adhesión al paro de mujeres.
En una farmacia una de las empleadas dijo a lavaca: “Claro que adhiero, pero no puedo parar yo sola y arriesgarme a perder el trabajo. Me voy más tarde a la marcha”.
En una pizzería la joven que atendía prefirió no hablar, mientras miraba de reojo al cajero.
En el subte en el que las jóvenes llamaban al paro entre ovaciones, se dio una paradoja indumentaria. El 90% de las mujeres estaba de negro, como se llamó a vestir en este día. El 80% de los varones andaba colorido. Más allá de las casualidades, se reabría el viejo dilema sobre si el hábito hace al monje.
El símbolo de un día
Mónica Gerez, en la esquina de Rivadavia y Callao, vende paraguas a 100 pesos. La charla casual sobre los paraguas deriva a una historia que podría simbolizar todo lo que significa este paro: “Mi padre le pegó a mi madre durante 30 años. Somos 10 hermanos. Vivíamos en Moreno. Una hermana no nació porque mi mamá estaba de ocho meses y él le pegó con una maza en la panza, y mató al bebé. A todos nos pegaba. Me fui de casa cuando tuve pareja. Cuando estaba embarazada mi marido me pegó. Entonces dije: me voy, no voy a hacer como mi mamá. No tenía a dónde ir así que me fui a vivir a la calle, y al poco tiempo a la estación Constitución. No quería volver a lo de mis padres, porque yo camino mal, y mi padre se burlaba y me decía chueca. No quería que me dijeran eso”.
Mónica efectivamente tiene unproblema par caminar: “Es congénito. Los médicos me dijeronque como mi padre se drogaba, eso me hizo nacer con esa malformación. Pero se reía y me discriminaba y medecía chueca”. Mónica logró vivir en un hotel.
Tiene 25 años, tres hijos y otra pareja: “Por ahora, todo bien” ríe. Y reconoce que siempre hay que esrtar atenta.
¿Y sus padres? La mamá de Mónica logró hablar con los vecinos que impulsaron el juicio al hombre golpeador. Hasta lograron filmarlo mientras le pegaba a su mujer. Mónica dice: “Por suerte se pudo hacer. Mi papá hace 3 años que está preso. Le dieron 11 años por eso de la violencia de género. Por pegarle a mi mamá embarazada con la maza no le dieron nada, porque dicen que pasó mucho tiempo y que tendría que haberlo denunciado en su momento”.
Basta de distracciones. Mónica anuncia: “Paraguas, paraguas” a la gente que pasa mirando al piso.
Derechos humanos
Camila García es agente de la Auditoría General de la Nación y habla entre un cúmulo de aplausos que la obliga a alzar la voz en Avenida de Mayo, frente a Plaza Congreso. Dice debajo de un paraguas: “Los derechos de las mujeres se están viendo vulnerados de forma extrema con los femicidios, y esto forma parte de una batalla cultural que viene desde el mismo vocabulario a partir del momento que nacemos. ¿Por qué no podemos ejercer libremente nuestra libertad? Desde que nacemos el vocabulario nos condiciona, en lo que queremos ser, y todo eso influye en la cosmovisión que la sociedad argentina tiene sobre la mujer”.
¿Qué implica en ese vocabulario hablar de un Paro Nacional de Mujeres? “Las mujeres vivimos trabajando, todo el tiempo, y construyendo con nuestros hijos y familias. Esto es algo que tenía que darse. Es significativo. La Auditoría es un organismo colegiado, donde hay muchas visiones, representado por muchas fuerzas, pero hoy estamos acá como trabajadoras. Es sumamente rescatable que nos encuentre a todas unidas, más allá de las diferencias políticas que podamos llegar a tener. Es muy importante porque la única forma de transformas la realidad es a través de la política, también con hombres. La batalla cultural se da en la calle, yendo en contra de ese vocabulario que nos condiciona. Esta situación traspasa lo político: es un derecho humano. Lo que estamos reclamando es un derecho humano”.
Ovarios
Denise, Natalia y Julieta son trabajadoras de la secretaría de Integración Social y Urbana del Gobierno de la Ciudad. Desde el Obelisco cuentan que trabajan en la gerencia operativa de soporte social de Villa 31. Natalia: “Los femicidios de las últimas semanas hicieron que salgamos. Nos están matando y necesitamos decirle a la gente que algo está pasando. Donde trabajamos hubo un femicidio hace tres semanas y no lo vi en ningún medio”.
Denise pone nombre: “Daiana, 19 años, vivía en el playón de la Villa 31 bis. La mató su pareja”. Luego piensa: “La muerte de estas chicas es el tema. Por eso la gente decidió salir a la calle. Se llega a un extremo que ya no es sólo el asesinato de mujeres, es también las violencias cotidianas que vivimos en todos lados. Y es algo que conocemos porque laburamos ahí: a la madre de Daiana la amenazan y está en una situación muy vulnerable. Estas situaciones vemos que llegan después de muchas denuncias previas que no activaron ninguna política pública, porque tampoco hay. A eso se le suma la situación de ajuste que sufrimos”.
¿Cómo se traduce esta discusión en sus trabajos? Natalia: “Esta es nuestra hora de almuerzo, no sabemos qué están haciendo nuestros compañeros. En nuestro trabajo planteamos hacer una actividad de sensibilización de la temática. Nos preguntábamos si se iban a copar con la actividad. También había un cierto temor de decir que íbamos a parar. No sé si tuvimos los ovarios para decir que íbamos a parar, por eso lo propusimos en términos de actividad”.
Diarios golpeadores
La lectura de diarios, para comprender el clima informativo que esperaba al Paro, desgranó algunos asombros:
- El diario zonal La Nación mencionó la concentración alrededor del Obelisco de la tarde, pero olvidó mencionar que luego se dirigiría a Plaza de Mayo.
- En una nota sobre si los políticos argentinos votarían a H.Clinton o a D. Trump, lograron el 5×1: encuestaron a cinco políticos varones y una mujer.
- El periódico contrainformativo Clarín planteó un “fuerte debate” alrededor de la convocatoria, tomando como fuentes de tal discordia ciertos comentarios de Facebook, mostrando a qué se está reduciendo el frasco de la realidad de las empresas periodísticas, y cómo se ejerce el arte de empiojar.
- Se supo que en el afán por desactivar la Procuración General de la Nación, se desactivó también la Unidad contra la Violencia de Género. Se duda aún si fue deliberado, o una equivocación. Tampoco se sabe qué es peor.
En las plazas y en las calles seguía la lluvia. Mientras, se iba gestando el segundo evento del día, convocado a las 17 horas.
CABA
Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.
Por María del Carmen Varela
Fotos Lina Etchesuri para lavaca
Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.
Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.
Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.
Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.
El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.
Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.
Continuará.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
CABA
La vida de dos mujeres en la Isla de la Paternal, entre la memoria y la lucha: una obra imperdible

Una obra única que recorre el barrio de Paternal a través de postas de memoria, de lucha y en actual riesgo: del Albergue Warnes que soñó Eva Perón, quedó inconcluso y luego se utilizó como centro clandestino de detención; al Siluetazo de los 80´, los restoranes notables, los murales de Maradona y el orfanato Garrigós, del cual las protagonistas son parte. Vanesa Weinberg y Laura Nevole nos llevan de la mano por un mapa que nos hace ver el territorio cotidiano en perspectiva y con arte. Una obra que integra la programación de Paraíso Club.
María del Carmen Varela
Las vías del tren San Martín, la avenida Warnes y las bodegas, el Instituto Garrigós y el cementerio de La Chacarita delimitan una pequeña geografía urbana conocida como La Isla de la Paternal. En este lugar de casas bajas, fábricas activas, otras cerradas o devenidas en sitios culturales sucede un hecho teatral que integra a Casa Gómez —espacio dedicado al arte—con las calles del barrio en una pintoresca caminata: Atlas de un mundo imaginado, obra integrante de la programación de Paraíso Club, que ofrece un estreno cada mes.
Sus protagonistas son Ana y Emilia (Vanesa Weinberg y Laura Nevole) y sus versiones con menos edad son interpretadas por Camila Blander y Valentina Werenkraut. Las hermanas crecieron en este rincón de la ciudad; Ana permaneció allí y Emilia salió al mundo con entusiasmo por conocer otras islas más lejanas. Cuenta el programa de mano que ambas “siempre se sintieron atraídas por esos puntos desperdigados por los mapas, que no se sabe si son manchas o islas”.


La historia
A fines de los ´90, Emilia partió de esta isla sin agua alrededor para conocer otras islas: algunas paradisíacas y calurosas, otras frías y remotas. En su intercambio epistolar, iremos conociendo las aventuras de Emilia en tierras no tan firmes…
Ana responde con las anécdotas de su cotidiano y el relato involucra mucho más que la narrativa puramente barrial. Se entrecruzan la propia historia, la del barrio, la del país. En la esquina de Baunes y Paz Soldán se encuentra su “barco”, anclado en plena isla, la casa familiar donde se criaron, en la que cada hermana tomó su decisión. Una, la de quedarse, otra la de marcharse: “Quien vive en una isla desea irse y también tiene miedo de salir”.
A dos cuadras de la casa, vemos el predio donde estaba el Albergue Warnes, un edificio de diez pisos que nunca terminó de construirse, para el que Eva Perón había soñado un destino de hospítal de niñxs y cuya enorme estructura inconclusa fue hogar de cientos de familias durante décadas, hasta su demolición en marzo de 1991. Quien escribe, creció en La Isla de La Paternal y vio caer la mole de cemento durante la implosión para la que se utilizó media tonelada de explosivos. Una enorme nube de polvo hizo que el aire se volviera irrespirable por un tiempo considerable para las miles de personas que contemplábamos el monumental estallido.
Emilia recuerda que el Warnes había sido utilizado como lugar de detención y tortura y menciona el Siluetazo, la acción artística iniciada en septiembre de 1983, poco tiempo antes de que finalizara la dictadura y Raúl Alfonsín asumiera la presidencia, que consistía en pintar siluetas de tamaño natural para visibilizar los cuerpos ausentes. El Albergue Warnes formó parte de esa intervención artística exhibida en su fachada. La caminata se detiene en la placita que parece una mini-isla de tamaño irregular, sobre la avenida Warnes frente a las bodegas. La placita a la que mi madre me llevaba casi a diario durante mi infancia, sin sospechar del horror que sucedía a pocos metros.
El siguiente lugar donde recala el grupo de caminantes en una tarde de sábado soleado es el Instituto Crescencia Boado de Garrigós, en Paz Soldán al 5200, que alojaba a niñas huérfanas o con situaciones familiares problemáticas. Las hermanas Ana y Emilia recuerdan a una interna de la que se habían hecho amigas a través de las rejas. “El Garrigós”, como se lo llama en el barrio, fue mucho más que un asilo para niñas. Para muchas, fue su refugio, su hogar. En una nota periodística del portal ANRed —impresa y exhibida en Casa Gómez en el marco de esta obra— las hermanas Sosa, Mónica y Aída, cuentan el rol que el “Garri” tuvo en sus vidas. Vivían con su madre y hermanos en situación de calle hasta que alguien les pasó la información del Consejo de Minoridad y de allí fueron trasladas hasta La Paternal. Aída: “Pasar de la calle a un lugar limpio, abrigado, con comida todos los días era impensable. Por un lado, el dolor de haber sido separadas de nuestra madre, pero al mismo tiempo la felicidad de estar en un lugar donde nos sentimos protegidas desde el primer momento”. Mónica afirma: “Somos hijas del Estado” .
De ser un instituto de minoridad, el Garrigós pasó a ser un espacio de promoción de derechos para las infancias dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia de Argentina (SENAF), pero en marzo de este año comenzó su desmantelamiento. Hubo trabajadorxs despedidxs y se sospecha que, dado el resurgimiento inmobiliario del barrio, el predio podría ser vendido al mejor postor.
El grupo continúa la caminata por un espacio libre de edificios. Pasa por la Asociación Vecinal Círculo La Paternal, donde Ana toma clases de salsa.
En la esquina de Bielsa (ex Morlote) y Paz Soldán está la farmacia donde trabajaba Ana. Las persianas bajas y los estantes despojados dan cuenta de que ahí ya no se venden remedios ni se toma la presión. Ana cuenta que post 2001 el local dejó de abrir, ya que la crisis económica provocó que varios locales de la zona se vieran obligados a cerrar sus puertas.
La Paternal, en especial La Isla, se convirtió en refugio de artistas, con una movida cultural y gastronómica creciente. Dejó de ser una zona barrial gris, barata y mal iluminada y desde hace unos años cotiza en alza en el mercado de compra-venta de inmuebles. Hay más color en el barrio, las paredes lucen murales con el rostro de Diego, siempre vistiendo la camiseta roja del Club Argentinos Juniors . Hay locales que mutaron, una pequeña fábrica ahora es cervecería, la carnicería se transformó en el restaurante de pastas Tita la Vedette, y la que era la casa que alquilaba la familia de mi compañera de escuela primaria Nancy allá por los ´80, ahora es la renovada y coqueta Casa Gómez, desde donde parte la caminata y a donde volveremos después de escuchar los relatos de Ana y Emilia.
Allí veremos cuatro edificios dibujados en tinta celeste, enmarcados y colgados sobre la pared. El Garrigós, la farmacia, el albergue Warnes y el MN Santa Inés, una antigua panadería que cerró al morir su dueño y que una década más tarde fuera alquilada y reacondicionada por la cheff Jazmín Marturet. El ahora restaurante fue reciente ganador de una estrella Michelín y agota las reservas cada fin de semana.
Lxs caminantes volvemos al lugar del que partimos y las hermanas Ana y Emilia nos dicen adiós.
Y así, quienes durante una hora caminamos juntxs, nos dispersamos, abadonamos La Isla y partimos hacia otras tierras, otros puntos geográficos donde también, como Ana y Emilia, tengamos la posibilidad de reconstruir nuestros propios mapas de vida.
Atlas de un mundo imaginado
Sábados 9 y 16 de agosto, domingos 10 y 17 de agosto. Domingo 14 de septiembre y sábado 20 de septiembre
Casa Gómez, Yeruá 4962, CABA.
Actualidad
Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Se concretó este martes la marcha de personas con discapacidad y familiares, frente a quienes el gobierno hizo más de lo mismo: envió Policía y Gendarmería a amedrentarlos y amenazarlos, pese a que no estaban siquiera rompiendo el protocolo. Los gendarmes y policías tuvieron así la notable actitud de empujar y agredir a manifestantes con discapacidad que estaban reclamando pacíficamente por la motosierra aplicada a sus tratamientos, lo cual rompe toda frontera de la palabra «vulnerable».
Compartimos aquí la crónica realizada por el diario autogestivo Tiempo Argentino al respecto, reflejo de lo que está ocurriendo en el país.
Por Tiempo Argentino
Fotos: Antonio Becerra.
En protesta por el veto presidencial a la Ley de Emergencia, organizaciones de personas con discapacidad concentraron frente al Congreso, rodeado por policías y gendarmes. El reclamo se multiplicó en distintos puntos del país.
“Vallaron todo, nos rodearon de una manera exagerada. No es una movilización agresiva, nunca lo fue. No era necesaria tanta policía, tanta militarización”, criticaba Fernanda Abalde mientras emprendía la retirada de la masiva concentración frente al Congreso contra el veto de Javier Milei a la Ley de Emergencia en Discapacidad. Coordinadora de un centro de profesionales en neurodesarrollo y hermana de una persona con discapacidad a quien le recortaron las pensiones, sufre en carne propia el ajuste y el maltrato sobre el sector, que afecta tanto a prestadores como familias.
“Hay mucho maltrato del sistema a las familias, no es un sistema accesible. No solo en lo económico, es agresivo. Este año fue terrible. Hasta junio no estaban autorizados tratamientos presentados en noviembre del año pasado, por ejemplo. Siempre hubo un golpe a la discapacidad, pero este año fue muy atípico, recortaron muchos tratamientos, demoraron las autorizaciones, se planchó el nomenclador”, enumeró Abalde, coordinadora de Pulsar NeuroSocial y miembro del colectivo de Prestadores en Unidad CABA y GBA. “Es un sector con mucha demanda y se lo está desmantelando. Hay muchas familias que no pueden costear sus tratamientos”, lamentó en diálogo con Tiempo.

Represión como respuesta
La protesta había comenzado 11.30. Pasado el mediodía la concentración ya era masiva y comenzó el operativo represivo, con un número desproporcionado de efectivos de Policía Federal y Gendarmería que empujaban incluso a grupos de manifestantes entre los que había personas en silla de ruedas que gritaban contra el veto y solo portaban carteles por los derechos de las personas con discapacidad.

La Ley de Emergencia en Discapacidad busca revertir un panorama que por estos días es desolador. Según un informe reciente de la Red por los Derechos de las Personas con Discapacidad (REDI), la pensión por invalidez laboral está congelada en $217.000 y una maestra de integración en la escuela común cobra solo $3.000 la hora, con una demora de 180 días. Todo esto, mientras se recortaron pensiones por discapacidad y la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS) proyecta recortar otros cientos de miles. Se trata de pensiones de 270 mil pesos, más un bono que lleva el total a poco más de 300 mil.
“Uno va pidiendo ayuda en la familia, se hace lo que se puede. Pero esperemos que este hombre recapacite”, pidió ante las cámaras Olga, una jubilada que marchó ante el Congreso, dirigiéndose a Milei. “Hay remedios que tuve que suspender. Hay muchas cosas que tienen que cambiar en la casa para poder subsistir. Para poder seguir adelante por mi hija”, dijo a C5N.

Un reclamo federal
La masiva protesta frente al Congreso se replicó también en distintos puntos del país. “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”, había anunciado la Asamblea De Trabajadores de Inclusión (ATI) al convocar para este martes a una Jornada Federal por la Ley de Emergencia en Discapacidad.
Córdoba fue escenario de las protestas más concurridas. Desde la Plaza San Martín de Córdoba Capital, Virginia Els –presidenta de la Cámara de Prestadores de Discapacidad de Córdoba (Capredis)- destacó el gran número de familias que se sumó a reclamar, junto a prestadores, transportistas y profesionales. “El veto incrementó el reclamo. Ahora estamos intentando alzar la voz para que los diputados escuchen el reclamo y vuelvan a votar la ley con los dos tercios necesarios para que se sostenga. Fue algo multitudinario, con mucha más participación de familias que antes”, resaltó.

Los motivos de protesta son varios, pero todos tienen que ver con frenar el maltrato y el ajuste sobre el sector, ante una política cruel que afecta a todos los actores del circuito. “Reclamamos que se actualicen los aranceles, que se contemplen otros criterios para las auditorías. El tema de las prestaciones está en una etapa crítica: las instituciones están cerrando”, advirtió.
El embate contra el sector es tal que está generando un nivel de unidad inédito: “En Córdoba, prestadores, instituciones, profesionales independientes, familias, personas con discapacidad, estamos todos muy unidos. Estamos todos trabajando a la par. Es algo que nunca había sucedido. Nos unió el espanto”, resumió Els.
Franco Muscio, terapista ocupacional al frente de un centro de día en la zona de Sierras Chicas, se acercó a la capital provincial para participar de la protesta. “El servicio es cada vez más precario, una situación alarmante y angustiante y un Estado nacional que no da respuesta. Este año es imposible sostener las prestaciones. Cada vez hay más recortes. No sé cómo vamos a seguir. Las familias son las más perjudicadas”, sentenció ante las cámaras. “Sin espacios como los nuestros, se pierde calidad de vida. Hace diez años que estoy en esto. Nunca había pasado algo así”.

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