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Pintar la resistencia

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El Taller Popular de Serigrafía(TPS) se hizo un lugar en San Telmo. Nació en una asamblea y se extendió como una expresión artística del trabajo social del barrio. Su labor es retratada en esta nota por la historiadora Mabel Bellucci.

Tomar las calles no encierra solamente revueltas y movilizaciones de aquellos sectores explotados o colectivos subalternos. Además, abre puertas para la creación artística en su más amplia expresión, que hasta hace poco tiempo atrás, se encontraba encorsetada a partir de la apuesta por parte del estado en implementar eventos monumentales y con ello legitimaba sus políticas culturales.

Por lo tanto, desde el 19 y 20 de diciembre de 2001 ( y mucho antes también) Tomar las calles adquirió otra significado: fueron reapropiadas por caras nuevas, con propuestas inaugurales y modos díscolos de presentar el arte como herramienta catalizadora de interpretar y protagonizar este nuevo escenario histórico, bajo un juego interactivo: contaminar y contaminarse de los acontecimientos.

En 2002, surgió, en la Asamblea Popular Plaza Dorrego en San Telmo, el Taller Popular de Serigrafía. A raíz de una jornada recordatoria de los trágicos sucesos del 24 de Marzo de 1976, se desarrolló una caravana que a lo largo de su recorrido se detenía en los puntos sensibles del barrio, es decir, en las viviendas de los familiares de los desaparecidos. Se entendía que era el homenaje más conmovedor que podían brindar los vecinos a sus víctimas. Sin embargo, pese al amplio consenso de la propuesta, dos jóvenes serigrafistas redoblaron la puesta y propusieron llevar a cabo un taller abierto de serigrafía y durante la marcha pegar los afiches recién impresos.

De esa idea repentina, fueron apareciendo otras y otras más, a las que se sumaron artistas plásticos, músicos, cineastas y pintores. En la actualidad, el TPS está integrado por alrededor de 15 personas jóvenes y no tan jóvenes, entre 21 a 35 años, que bocetan y discuten colectivamente las consignas y los dibujos.

Ellos y ellas se reconocen hijos directos del 19 y 20 a través de la dinámica horizontal, sin referencialidades, autogestiva y anónima que caracterizan a los nuevos movimientos, movimientos que se están expresando- a igual que el arte- en escenarios libres.

Se podría hacer un agregado: el TPS dispone de una modalidad de acción directa ya que con su técnica se diseñan imágenes que reflejan el espíritu de las luchas con una recepción totalmente positiva. Más aún, se percibe una demanda en aumento y un reconocimiento popular de sus productos culturales. Aunque, a decir verdad, en sus inicios no tenían previsto provocar un efecto político de alto impacto a partir de lo que ellos mismos habían elaborado.

Sus impresiones en afiches, paredes, remeras, buzos y delantales de los propios interesados, develan idearios románticos y otros más coyunturales por remitirse al contexto. No es difícil imaginar que el TPS se entusiasma cuando ve que el cuerpo de la gente cambia su gris cotidiano por el desafío luciente de sus producciones. Así, logran representar en imágenes, con significados abiertos, el ánimo revulsivo de las protestas como también un diálogo artístico con el destinatario.

Su técnica de impresión posibilita una recepción inmediata y de cierta masividad como también no requiere de un gran despliegue de montaje. Es más: su infraestructura móvil consiste en tinta, charlón, diluyente, emulsión, mangueta, estopa y papeles de diarios para envolver. Esta disponibilidad de materiales tan a mano, les permite integrarse de manera espontánea en aquellos conflictos sociales irruptivos, sea en el bloqueo de un puente, en un corte de avenida, en la proximidad de una fábrica que estaba recuperada por sus trabajadoras, en un asentamiento piquetero o en una asamblea vecinal .

Dicen al pasar, que tomaron las experiencias del Taller de Gráfica Popular, movimiento de grabado en madera que tuvo su expansión durante la revolución mexicana, en 1910. En tanto que sus parentescos locales deberían rastrearse en el Grupo Capataco, hacia finales de los´70.

Les queda un punto a resolver: saben de la existencia de un colega neuquino que también se dedica a la serigrafía como espejo de las luchas populares. Sería cuestión de presentarlos.

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De la idea al audio: taller de creación de podcast 

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Todos los jueves de agosto, presencial o virtual. Más info e inscripción en [email protected]

Taller: ¡Autogestioná tu Podcast!

De la idea al audio: taller de creación de podcast 

Aprendé a crear y producir tu podcast desde cero, con herramientas concretas para llevar adelante tu proyecto de manera independiente.

¿Cómo hacer sonar una idea? Desde el concepto al formato, desde la idea al sonido. Vamos a recorrer todo el proceso: planificación, producción, grabación, edición, distribución y promoción.

Vas a poder evaluar el potencial de tu proyecto, desarrollar tu historia o propuesta, pensar el orden narrativo, trabajar la realización sonora y la gestión de contenidos en plataformas. Te compartiremos recursos y claves para que puedas diseñar tu propio podcast.

¿A quién está dirigido?

A personas que comunican, enseñan o impulsan proyectos desde el formato podcast. Tanto para quienes quieren empezar como para quienes buscan profesionalizar su práctica.

Contenidos:

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Modalidad: presencial y online por Zoom
Duración: 4 encuentros de 3 horas cada uno
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Docente:

Mariano Randazzo, comunicador y realizador sonoro con más de 30 años de experiencia en radio. Trabaja en medios comunitarios, públicos y privados. Participó en más de 20 proyectos de podcast, ocupando distintos roles de producción. También es docente y capacitador.

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Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

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Hoy se cumplen 23 años de los asesinatos de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki que estaban movilizándose en Puente Pueyrredón, en el municipio bonaerense de Avellaneda. No eran terroristas, sino militantes sociales y barriales que reclamaban una mejor calidad de vida para los barrios arrasados por la decadencia neoliberal que estalló en 2001 en Argentina.

Aquel gobierno, con Eduardo Duhalde en la presidencia y Felipe Solá en la gobernación de la provincia de Buenos Aires, operó a través de los medios planteando que esas muertes habían sido consecuencia de un enfrentamiento entre grupos de manifestantes (en aquel momento «piqueteros»), como suele intentar hacerlo hoy el gobierno en casos de represión de sectores sociales agredidos por las medidas económicas. Con el diario Clarín a la cabeza, los medios mintieron y distorsionaron la información. Tenía las imágenes de lo ocurrido, obtenidas por sus propios fotógrafos, pero el título de Clarín fue: “La crisis causó 2 nuevas muertes”, como si los crímenes hubieran sido responsabilidad de una entidad etérea e inasible: la crisis.

Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

Darío Santillán.

Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

Maximiliano Kosteki

Del mismo modo suelen mentir los medios hoy.

El trabajo de los fotorreporteros fue crucial en 2002 para desenmascarar esa mentira, como también ocurre por nuestros días. Por aquel crimen fueron condenados el comisario de la bonaerense Alfredo Franchiotti y el cabo Alejandro Acosta, quien hoy goza de libertad condicional.

Siguen faltando los responsables políticos.

Toda semejanza con personajes y situaciones actuales queda a cargo del público.   

Compartimos el documental La crisis causó 2 nuevas muertes, de Patricio Escobar y Damián Finvarb, de Artó Cine, que puede verse como una película de suspenso (que lo es) y resulta el mejor trabajo periodístico sobre el caso, tanto por su calidad como por el cúmulo de historias y situaciones que desnudan las metodologías represivas y mediáticas frente a los reclamos sociales.

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83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

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Pablo Grillo
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83 días.

Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.

83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.

83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.

83 días y seis intervenciones quirúrgicas.

83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo. 

83 días hasta hoy. 

Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro. 

Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”. 

Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).

Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca. 

El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”. 

La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».

La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería. 

Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.

Esta es parte de la vida que no pudieron matar:

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