Nota
Brukman: semana clave
«Esta semana será decisiva, por eso necesitamos que venga gente a apoyarnos», anticipa Yuri Fernández, miembro de la comisión interna de Brukman. Es que la Legislatura porteña debe aprobar el proyecto que plantea la expropiación definitiva de máquinas, marcas y patentes a favor de los trabajadores y la expropiación por dos años del inmueble. A la propuesta ya le dieron el visto bueno las comisiones de Economía y Desarrollo y de Presupuesto. Ahora solo falta el tratamiento en el recinto.
El paisaje es el mismo pero el clima cambió. En la Plaza Sargento Cabral, a 50 metros de la textil Brukman, todavía hay una decena de carpas, cada una con un estandarte rojo que identifica el partido político de sus ocupantes. Están las ollas populares que calientan el guiso y también los huesos. Clavados en la tierra los muñecos de alambre, realizados con perchas durante la semana cultural, resisten los embates del viento. En la puerta de la fábrica todavía se levanta el vallado policial y forma furiosa la custodia que impide el abrazo entre los trabajadores y las máquinas. De este lado del vallado hay dos ruedas de militantes que matean y cuidan que tampoco entren los patrones. Y, sobre todo, está la carpa blanca, donde cada noche en forma rotativa duermen seis obreros que claman volver a entrar a la fábrica de la que fueron desalojados el último viernes santo. Pero a pesar de que el invierno sigue, cambió la temperatura. Aunque nadie se anime aún a descorchar champagne, se respira aire a fin de conflicto.
«Esta semana será decisiva», anticipa Yuri Fernández, miembro de la comisión interna de Brukman. El hombre, menudo y con acento del altiplano, espera que la Legislatura porteña apruebe el proyecto del legislador Enrique Rodríguez, que plantea la expropiación definitiva de máquinas, marcas y patentes a favor de los trabajadores y la expropiación por dos años del inmueble. A la propuesta ya le dieron el visto bueno las comisiones de Economía y Desarrollo y de Presupuesto. Ahora solo falta el tratamiento en el recinto.
El miércoles pasado, Yuri Fernández y su compañera Celia Martínez llevaron la voz cantante en una reunión que se realizó en la Casa Rosada junto a los dos Fernández del Gobierno, Aníbal y Alberto, ministro de Interior y Jefe de Gabinete respectivamente. «Estamos preocupados por el tema. Queremos una solución rápida, vamos a hablar con las autoridades de la Ciudad. En 48 horas tendremos una respuesta», prometieron. Aún los teléfonos de los obreros no volvieron a sonar y por eso todavía permanecen cautos.
Mientras esperan, los trabajadores de Brukman ya formaron una cooperativa, requisito fijado por el gobierno para cederle los bienes. La solución encontrada no es nueva. Hace un año, varios legisladores porteños y algún funcionario porteño les había susurrado a los obreros que ésa podía ser la salida del conflicto. Pero ellos la rechazaron: querían la estatización de la fábrica con el control obrero. Argumentaban, entre otras cosas, que no querían convertirse en patrones y que no sabrían hacerlo.
– ¿Por qué hace un año esta no era una solución válida y ahora sí?
– La solución de la cooperativa no nos cierra mucho. Pero es lo único que nos queda para volver a la planta. Sabemos que no es una solución de fondo pero desde adentro se puede seguir luchando-, dice Yuri Fernández, con cierta pesadumbre.
– Viendo que el posible resultado final es el que se podría haber conseguido antes, ¿valió la pena sostener más de un año el conflicto?
– Rechazar la cooperativa hace un año nos valió de mucho, porque Brukman se convirtió en símbolo nacional e internacional para demostrar que con lucha y organización se puede pelear. Dimos ejemplo de que se pueden abrir caminos. Nunca quisimos esta solución. Es una forma legal para volver a la fábrica. Por necesidad. Ojalá sirva para algo. Desde la fábrica seguiremos luchando por la expropiación definitiva
-¿Para los trabajadores esto es una victoria o una derrota?
-Derrota no es. Es una victoria parcial.
Los trabajadores de Brukman comenzaron a considerar la posibilidad de formar una cooperativa de trabajo después de la feroz represión que siguió al desalojo, hace dos meses. Y decisión definitiva la tomaron cuando advirtieron que era cada vez más difícil mantener la cohesión interna: una decena de obreras abandonaron la carpa cuando consiguieron changas. Necesitaban llevar dinero a su hogar.
«Convocamos a la gente para hacer el aguante este lunes y este martes», avisa Yuri Fernández y agrega: «Tenemos miedo que sobre la hora venga la patronal a llevarse las máquinas». A la vez, el miércoles habrá una jornada de actividades -con radio abierta y maquinazo incluidos- con motivo de cumplirse los 60 días del acampe solidario con los obreros de Brukman. Pero Fernández no quiere hablar todavía de fiesta, mucho menos de fin de conflicto. «No queremos ilusionarnos», dice. Sin embargo, se le escapan algunos pensamientos: «una vez adentro de la fábrica organizaremos algo popular para devolverle el apoyo a la gente que se sacrificó y se solidarizó con nosotros». De la Legislatura depende.
Nota
Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

Hoy se cumplen 23 años de los asesinatos de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki que estaban movilizándose en Puente Pueyrredón, en el municipio bonaerense de Avellaneda. No eran terroristas, sino militantes sociales y barriales que reclamaban una mejor calidad de vida para los barrios arrasados por la decadencia neoliberal que estalló en 2001 en Argentina.
Aquel gobierno, con Eduardo Duhalde en la presidencia y Felipe Solá en la gobernación de la provincia de Buenos Aires, operó a través de los medios planteando que esas muertes habían sido consecuencia de un enfrentamiento entre grupos de manifestantes (en aquel momento «piqueteros»), como suele intentar hacerlo hoy el gobierno en casos de represión de sectores sociales agredidos por las medidas económicas. Con el diario Clarín a la cabeza, los medios mintieron y distorsionaron la información. Tenía las imágenes de lo ocurrido, obtenidas por sus propios fotógrafos, pero el título de Clarín fue: “La crisis causó 2 nuevas muertes”, como si los crímenes hubieran sido responsabilidad de una entidad etérea e inasible: la crisis.

Darío Santillán.

Maximiliano Kosteki
Del mismo modo suelen mentir los medios hoy.
El trabajo de los fotorreporteros fue crucial en 2002 para desenmascarar esa mentira, como también ocurre por nuestros días. Por aquel crimen fueron condenados el comisario de la bonaerense Alfredo Franchiotti y el cabo Alejandro Acosta, quien hoy goza de libertad condicional.
Siguen faltando los responsables políticos.
Toda semejanza con personajes y situaciones actuales queda a cargo del público.
Compartimos el documental La crisis causó 2 nuevas muertes, de Patricio Escobar y Damián Finvarb, de Artó Cine, que puede verse como una película de suspenso (que lo es) y resulta el mejor trabajo periodístico sobre el caso, tanto por su calidad como por el cúmulo de historias y situaciones que desnudan las metodologías represivas y mediáticas frente a los reclamos sociales.
Nota
83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

83 días.
Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.
83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.
83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.
83 días y seis intervenciones quirúrgicas.
83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo.
83 días hasta hoy.
Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro.
Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”.
Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).
Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca.
El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”.
La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».
La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería.
Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.
Esta es parte de la vida que no pudieron matar:
Nota
La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen
Una obra teatral que recurre al milagro como ingrediente imprescindible para una transformación. Un niño santo en un pueblo perdido. Su primera intervención paranormal desata furor y de todas partes van a suplicarle lo imposible. La transfiguración de Miguelito Pepe es un unipersonal con la dramaturgia y dirección de Martina Ansardi en el que el actor Tuco Richat se pone en la piel de varios personajes que dialogan con lo sagrado y lo profano. Este viernes 30 de mayo a las 20.30 podés ver en MU Trinchera Boutique la primera de tres funciones.
Por María del Carmen Varela.
La transfiguración de Miguelito Pepe gira en torno a un fenómeno que sucede en un pueblo norteño. Miguelito, un niño de Famaillá, se convierte de la noche a la mañana en la gran atracción del pueblo. De todas partes van a conocerlo y a pedirle milagros. En todo el pueblo no se habla de otra cosa que del niño santo, el que escucha los pedidos de quien se le acerque y concede la gracia.
La obra tiene dramaturgia y dirección de la activista y artista travesti Martina Ansardi, directora teatral, actriz, bailarina, coreógrafa y socia de Sintonía Producciones, quien la ideó para que fuera itinerante.
Se trata de un unipersonal en el que el actor Tuco Richat se luce en varios personajes, desde una secretaria de un manosanta que entrega estampitas a quien se le cruce en el camino, una presentadora de televisiòn exaltada a un obispo un tanto resentido porque dios le concede poderes a un changuito cualquiera y no a él, tan dedicado a los menesteres eclesiásticos.
La voz de la cantante lírica Guadalupe Sanchez musicaliza las escenas: interpreta cuatro arias de repertorio internacional. A medida que avanza la trama, Richat irá transformando su aspecto, según el personaje, con ayuda de un dispositivo móvil que marca el ritmo de la obra y sostiene el deslumbrante vestuario, a cargo de Ayeln González Pita. También tiene un rol fundamental para exhibir lo que es considerado sagrado, porque cada comunidad tiene el don de sacralizar lo que le venga en ganas. Lo que hace bien, lo merece.
Martina buscó rendir homenaje con La transfiguraciòn de Miguelito Pepe a dos referentes del colectivo travesti trans latinoamericano: el escritor chileno Pedro Lemebel y Mariela Muñoz. Mariela fue una activista trans, a quien en los años `90 un juez le quiso quitar la tenencia de tres niñxs. Martina: “Es una referenta trans a la que no se recuerda mucho», cuenta la directora. «Fue una mujer transexual que crió a 23 niños y a más de 30 nietes. Es una referenta en cuanto a lo que tiene que ver con maternidad diversa. Las mujeres trans también maternamos, tenemos historia en cuanto a la crianza y hoy me parece muy importante poder recuperar la memoria de todas las activistas trans en la Argentina. Esta obra le rinde homenaje a ella y a Pedro Lemebel”.
Con el correr de la obra, los distintos personajes nos irán contando lo que sucedió con Miguelito… ¿Qué habrá sido de esa infancia? Quizás haya continuado con su raid prodigioso, o se hayan acabado sus proezas y haya perdido la condición de ser extraordinario. O quizás, con el tiempo se haya convertido, por deseo y elección, en su propio milagro.
MU Trinchera Boutique, Riobamba 143, CABA
Viernes 30 de mayo, 20.30 hs
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