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Planes sociales en debate, entre la miseria y la cooptación: la opinión del piquetero más procesado del país

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En el seno del sistema político arde el debate hasta ahora relegado sobre los planes sociales. La vicepresidenta Cristina Fernández planteó el tema en una intervención, empezaron las respuestas, alineamientos y lapsus que no se sabe si son poderosos ni profundos, aunque la realidad es que todos los funcionarios, políticos y gobiernos de los últimos años, macrismo incluido, reforzaron el mecanismo del plan social como respuesta al empobrecimiento de amplios sectores en estado de decadencia y vulnerabilidad, con un ojo puesto en evitar posibles estallidos sociales.

Hay planes y no trabajo, y la propia dinámica del presente refuerza esa especie de destino para un creciente número de personas. El debate incluye el rol de los movimientos sociales, enfrentados con sectores opuestos del mismo oficialismo en un juego de fuerzas en el que, más allá de los argumentos, parecen predominar intereses económicos y alineamientos electorales y partidistas frente a 2023.  

La revista MU realizó un viaje a Salta para conocer la situación de las comunidades wichis (muerte de cientos de niños y niñas por desnutrición y enfermedades relacionadas). De paso, pudimos entrevistar a uno de los piqueteros históricos del país: José Pepino Fernández, fundador de la UTD (Unión de Trabajadores Desocupados) de General Mosconi. Dicha organización en Mosconi (y junto a Cutral Có), protagonizó los primeros piquetes del país tras la privatización de YPF por parte del menemismo, con el saldo masivo de desocupación que significó.

Pepino se ganó un récord que visto hoy es un blasón: ser el hombre más procesado de la Argentina (unas 350 veces) por piquetes y reclamos que buscaron siempre recuperar y generar trabajo, defender derechos, e incluso intentar proteger el medio ambiente.

Las reflexiones de Fernández sobre el rol de los planes sociales como respuesta a las necesidades, y a la vez como mecanismo de desmovilización y cooptación social. La falta de interés real en desarrollar, y el exceso de interés en reprimir los reclamos. El rol de los funcionarios, la clase política y los propios movimientos sociales. El problema de lo narco en provincias como Salta. Ideas sobre la unión y la desunión.

“Es muy difícil construir un país distinto con tantos planes, porque la única solución de fondo que tenemos como nación es mandar a laburar a la gente. Con voluntad y decisión política, en un día ya empezás a recuperar la matriz productiva. Pero no, por miedo deciden mantener y ampliar los planes”.

Aquí, la nota completa publicada en MU como aporte a un debate embotado por panelistas televisivos y radiales (y urbanos) y por especulaciones frente al año próximo.

Debate en el que voces de referentes como este ex petrolero –por su propia experiencia de vida– pueden resultar opinables (de eso se trata) pero a la vez relevantes y descriptivas para comprender los tiempos actuales.  

La nota completa, del último número de MU.

Otros planes

José Pepino Fernández es un histórico de la organización social y la autogestión en Salta y en el país. Despedido por YPF durante el menemismo, fundó la Unión de Trabajadores Desocupados de Mosconi, protagonizó los primeros piquetes y un récord nacional: 350 procesamientos. Aquí, sus inquietudes actuales: cómo generar empleo dignao, cuidar el ambiente, combatir la inflación y no perder autonomía frente a gobiernos y corporaciones.  Por Francisco Pandolfi. Fotos: Nacho Yuchark

El chofer grita en un micro despoblado la llegada a General Mosconi, noreste de la provincia de Salta. El reloj marca las cuatro de la tarde de un martes. Y el termómetro parece que va a explotar. El calor seco penetra por arriba, por abajo, de frente, de costado. Un horno, que no es tal para quienes viven en esta localidad de 16 mil habitantes en el Departamento General San Martín. “Hace calorcito, poco más de 30 grados, pero hoy día no es nada. Cuando hace calor, hace calor”, dice Sandra, de la Unión de Trabajadores Desocupados (UTD). “Acá estamos acostumbrados a los 49 grados o más. Hace un tiempo íbamos por la ruta y se nos reventó una goma de la temperatura que hacía”.

Mosconi no sólo es sinónimo de aire caliente, por momentos irrespirable. Es sinónimo de lucha, de unión, de trabajadores y de desocupados. Es sinónimo de la UTD, organización que nació en abril de 1996 tras el terreno arrasado que dejó la privatización de Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF), en una zona desarrollada principalmente por la explotación petrolera. Hace 25 años, precisamente el 7 de mayo de 1997, se produjo en esta tierra ardiente una pueblada de resistencia hacia las políticas neoliberales, que junto a los levantamientos en Cutral Có fueron referencia a nivel nacional por la innovadora manera de protesta social: corte de ruta y piquete. Un cuarto de siglo después, en Mosconi, en su ladera Tartagal y en el país en general, hay semejanzas que conmocionan y perturban.

José Pepino Fernández tiene 66 años y es referente de la UTD. La integra desde aquellas primeras jornadas de rebelión popular. Trabajó en YPF desde 1975 hasta el 5 de septiembre de 1991, cuando fue despedido junto a cientos de compañeros (de más de 23 mil empleados que YPF tenía en el 91, se pasó a 5.690 en 1995). Recibe a MU en el tinglado principal del movimiento. Allí mismo tiene una piecita donde vive desde el 97. “En Mosconi hay dos estaciones: el verano y la de los ferrocarriles”, arranca rompiendo el hielo que se derrite al instante.

Lleva ese apodo de chiquito, cuando su familia distinguió en una película italiana el parecido con un actor al que llamaban así. Tiene la piel trigueña, el poco pelo color ceniza y parece recién afeitado. Camina a paso lento. Sus ojos verdes hace cuatro años que no ven. Quedó ciego en 2018, cuando salió mal una operación de cataratas. No hubo mala praxis: el desencadenante fue la diabetes que lo atormenta hace décadas, tras haber estado en contacto con fluidos contaminantes cuando trabajaba en YPF. La misma que derivó en que le cortaran el dedo mayor de la mano derecha y un dedo del pie. “Esos líquidos afectan al corazón, al riñón, a la vista. Muchos compañeros han muerto porque trabajábamos sin ninguna medida de seguridad, porque lo único que importaba era seguir produciendo” . 

Ni su enfermedad, ni el paso del tiempo, ni una lucha que lejos de mermar se recrudece, le han borrado su sonrisa. Ni siquiera cuando en lo que dice, no hay nada para celebrar: “Muchas cosas siguen igual que en el 97 en relación al tejido social, como la desocupación, la pobreza, pero la gran diferencia es que ahora hay más droga. Y con funcionarios y fuerzas de seguridad que la venden”. Pone en cifras al flagelo: “Más del 50 por ciento del Departamento de San Martín vive del narcotráfico desde la gestión de Juan Carlos Romero como gobernador de Salta (1995-2007) ¿Vos creés que se va a acabar la droga?”, pregunta de manera retórica. Y vuelve a sonreír, para no llorar.

¿Por qué, después de tanta resistencia popular, muchas cosas siguen hoy igual o peor que ayer?

Porque los funcionarios desarticularon todo. Ellos son los grandes culpables. Bajaron las necesidades con los planes sociales y así lograron dominar a la gente. La solución es que haya trabajo, no planes sociales. De esta manera sólo ganan los empresarios y los políticos, no la gente. Entonces, hasta que no se erradique a este tipo de funcionario, va a ser muy difícil un cambio de raíz. Tenemos un país para hacer lo que queramos, pero se adueñaron de todo, hasta de la tierra. Acá en Salta todos los gobiernos provinciales siempre nos quisieron hacer mierda. Presentamos un montón de proyectos y nunca aceptaron nada. No quieren desarrollar, pero sí te mandan Gendarmería cuando te manifestás. El gobierno actual de Gustavo Sáenz sigue esa línea como representante de la aristocracia salteña.

Planes sociales en debate, entre la miseria y la cooptación: la opinión del piquetero más procesado del país

Imágenes en la sede de la UTD Mosconi. Trabajo y ambiente. El reciclado de botellas plásticas.

Petroleros + comerciantes

La pueblada norteña en Mosconi y Tartagal, que se extendió hasta el 13 de mayo de 1997, tuvo como desenlace el nacimiento de los planes sociales, cual curita para tapar la hemorragia. Una curita que se extendió en el tiempo. Una curita que nunca fue una cura. “Cuando se fue YPF se vino abajo el pueblo. Y en el 97 ya no aguantamos más. Fuimos los petroleros en Mosconi y los comerciantes de Tartagal que estábamos pasando hambre y dijimos basta. Ahí se unió el resto. Había miedo pero la gente tomó conciencia. Y ante la represión nos hicimos más valientes. Así logramos los primeros planes sociales y bolsones”, recuerda Fernández.  

¿Qué opinás sobre el uso actual de los planes sociales, 25 años después de aquella conquista?

Es muy difícil construir un país distinto con tantos planes, porque la única solución de fondo que tenemos como nación es mandar a laburar a la gente. Con voluntad y decisión política, en un día ya empezás a recuperar la matriz productiva. Pero no, por miedo deciden mantener y ampliar los planes. En otro aspecto, es fundamental que la gente que los recibe entienda su origen, que tengan bien claro que no existen porque sí, sino que vienen de una lucha de muchos años.

En la recorrida por los múltiples emprendimientos de la UTD, varios en tinglados que eran de YPF previo a la privatización y el vaciamiento, una mujer quiere hablar. María lleva la historia del movimiento en su cara, con arrugas de sacrificio, con bifurcaciones de esfuerzo, con un entusiasmo jovial que contagia. Tiene 83 años: “Estoy desde el inicio y voy a estar hasta que ya no tenga más fuerzas. Sigo para incentivarme y contagiar a los más jóvenes la cultura del trabajo”. Agrega: “Y sigo, también, porque en estos años Mosconi en vez de progresar ha retrocedido. Vivimos sin agua y con cortes de luz permanentes. No podemos abandonar lo que con tanto esfuerzo construimos”.

La UTD nuclea a 552 personas que llevan adelante distintas labores: carpintería, costurería, limpieza, desmalezamiento, construcción de ladrillos, edificación de casas y de núcleos húmedos (baño y cocina), compactación de plásticos, huertas. “Antes del macrismo éramos más de 3.600, pero lo que hicieron fue manejar los planes según sus intereses, desde arriba, beneficiando a quienes más les respondían y sin pedirle a la gente que trabaje como contrapartida del recurso. Así, mucha gente se ha ido. No sólo buscaron desarticularnos, de fondo lo que generan es que no se estimule la cultura del trabajo”. ¿Cómo se sigue manteniendo la UTD?  “A base de laburo. Acá en Mosconi reemplazamos a los sindicatos como defensores del trabajo y la naturaleza. Y hasta creamos una ley de jubilación por trabajo insalubre”, se jacta Pepino, quien lleva puesta una remera gris con tres consignas universales, imprescindibles y esquivas: “Paz, Pan y Trabajo”.

¿Qué análisis hacés, José, de los movimientos sociales en la actualidad?

El error más grande de las organizaciones es separarse. Y la clave está en volverse a unir. Mi esperanza para el futuro está en que nos juntemos todos los movimientos, no que se acomoden y busquen cargos políticos.

¿A qué le atribuís esa separación?

A dos motivos. Por un lado, es la misma política la que fractura a los movimientos. Los distintos gobiernos aprovechan y a las organizaciones cercanas les dan una mayor tajada, que genera conflicto. Debemos entender que no se puede seguir peleando por una tajada. En segundo lugar, creo que todos quieren mandar, ser jefes, y eso también divide a las organizaciones. Hay mucha ambición de poder, de ganar plata, por eso los terratenientes te hacen mierda.

Ustedes iniciaron la protesta bajo la figura del piquete. ¿Qué opinás de las metodologías que se llevan adelante hoy en los distintos reclamos?

Opino que hay que cortar la ruta. ¿Qué olla? ¿Qué carpa? ¿Qué marcha? Es importante no olvidar que Mosconi también fue el epicentro del comienzo del derrumbe de Fernando de la Rúa y eso no lo logramos solamente haciendo una marcha, sino mediante la acción directa. Cada vez que fuimos a protestar ante alguna empresa nos llevamos puestos de trabajo, porque al privado no le gusta perder plata; le conviene más inventarte un empleo. Entonces me pregunto: ¿vale la pena el corte o no? Es lo más efectivo, porque enseguida vienen a negociar. Si no, te dan vueltas. Te miente uno, te miente el otro, parece que juegan al truco.

Planes sociales en debate, entre la miseria y la cooptación: la opinión del piquetero más procesado del país

Los vehículos con los que logran generar empleo en medio del derrumbe que generan, explica Pepino, la mezcla de droga con modelo extractivo.

Teoría sobre las neuronas

Pepino está sentado en una silla hecha con neumáticos. También hay sillones hechos con neumáticos. Macetas hechas con neumáticos. Mesas hechas con neumáticos. En la UTD se respira la búsqueda permanente por vivir con dignidad. No es gratis: derechito al Récord Guinnes, José Fernández tiene acumuladas más de 350 causas judiciales en su contra. La primera fue en 1998. Las últimas dos, en enero pasado, cuando salieron a cortar la ruta en defensa del agua y el cuidado del ambiente. “¿Cómo puede ser que nos falte el agua dulce cuando tenés tres ríos importantes, como el Pilcomayo, el Bermejo y el Tarija, que atraviesan la provincia? No tener agua es el problema más grande que tenemos en Salta. Lo mismo pasa con la madera: se la llevan toda, sufrimos el desmonte hace años y ni siquiera se esfuerzan por plantar pensando en el futuro”, dice y ya no sonríe, mientras detrás suyo le cuida la espalda un cartel que avisa: “UTD, en defensa de los recursos naturales”.

¿Cuál es la causa de la falta de agua?

La falta de inversión. Ni la mínima e indispensable, existe. No se necesita mucha porque hay enormes cantidades superficiales de agua dulce; agua hay, sólo hay que guiarla. Pero no hacen nada los funcionarios ni las empresas tránsfugas. No respetan nuestra salud, el ambiente, sólo les interesa la guita. No podemos estar pidiendo tener agua, que es la vida del ser humano. No lo podemos aceptar. Y esto no pasa sólo en Salta, sino en la mayoría de las provincias.

Anteriormente hablaste de la acción directa. ¿Por ejemplo?

Luchar contra las grandes empresas, es la única manera de lograr un cambio. Hay que atacar donde más les duele, en la producción. A ellos lo que les interesa es ganar plata. Hay que cortarle a la empresa que produce la leche, cortarle a los barcos para que no salgan por el Paraná, donde se va cualquier cantidad de guita, miles de millones que se escapan por ese río. 

¿Así se gana la guerra contra la inflación?

Claro, parando los barcos, los camiones. Ir a los negocios y hacerles bajar los precios. O parar a los grandes agricultores y hacerles nosotros mismos las retenciones. Atacar con medidas fuertes. 

Pepino esboza esa idea y vuelve a reír. Como si se imaginara la situación. “Muchas veces hacés marchas y no generás nada, porque tenés a los gobiernos que quieren subsistir sin importarle el cómo y no dan respuestas. Hay que ir contra las corporaciones” Y plantea otra solución: “Para pagar la deuda externa y también la interna, alcanzaría con cobrarle a los Menem, a los Romero, la plata que se llevaron por las privatizaciones. Con esa guita solucionamos todos nuestros problemas y volvemos a ponernos de pie”.

Así como Mosconi, Tartagal y Cutral Có fueron referencia y guía para otras luchas populares a fines de los noventa, ¿sentís que alguna marca ese camino hoy? 

La resistencia del pueblo de Chubut a la minería. Esquel es una muestra de la que hay que aprender. Dijeron que no, que no quieren ninguna mina de oro para explotar por 15 años. Quieren agua pura, esquiar en paz por mil años, no por quince. Dejaron claro que aunque los gobiernos sigan haciendo estragos, lo que debe prevalecer en la lucha del pueblo es la continuidad de la vida digna.

¿Cómo seguimos, para dónde vamos?

La gente tiene que volverse a unir. Por eso, acá estamos pensando hacer un movimiento grande para que bajen los precios de la mercadería. Un ejemplo: ¿cómo puede ser que en Mosconi, donde somos productores de combustible, la nafta salga más cara? La respuesta es que de acá se va a Córdoba o a Tucumán para ser procesada y entonces se encarece mucho más. Si la procesáramos acá, sería mucho más barata, pero no hay ningún plan para eso. Y ahí tenemos que estar nosotros, con proyectos e ideas. Ante la desarticulación que existe hoy entre las organizaciones, nosotros proponemos una gran movilización nacional. Porque si se activa algo grande, el pueblo se levanta. Necesitamos la acción directa… y no dejar que se enfríen las neuronas.

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Más allá de tu vereda: un documental sobre personas en situación de calle en CABA

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Más allá de tu vereda.

Así, a secas, es el nombre del documental que acaba de estrenarse. 

No es un documental más. Así se llama el programa de radio de y para personas que viven o vivieron en la calle, que se realiza semanalmente en la organización Sopa de Letras. Esta cobija y aborda la problemática así como la salud mental, desde hace más de 10 años en el barrio porteño de Parque Patricios.

El documental explicita la importancia de la radio, el valor de la comunicación, la potencia de lo colectivo, la necesidad de comunicarse, y que alguien escuche del otro lado, o mejor aún: al lado. Y también refleja la historia de Víctor Rodríguez Lizama, su director, que tiene 64 años y vivió varios en situación de calle.

El Cuervo, como le dicen a Víctor por su fanatismo por San Lorenzo, visibiliza en primera persona junto a otrxs protagonistas lo que se ve a diario, pero no tanto. Lo que se sabe, pero no tanto. 

En Más allá de tu vereda, Víctor entrevista a muchos de los integrantes del programa que se emite en Radio Parque Vida (105.9) desde hace más de tres años.

Marcela dice que antes sólo escuchaba. Y que ahora se animó a decir.

Luciana dice que perdió un poco la timidez. Y que, quizá, eso la ayudó a crear la sección “la música que nos hizo”. 

Cata dice que encontró un espacio para hacer arte. Para animarse a leer sus poesías.

Alicia dice que antes hablaba “poquito”. Y que ahora “habla un poquito más”. 

Lautaro habla cuando llora, emocionado. Dice que no tenía experiencia. Y que ahora se sorprende de sí mismo.

Juan Bautista dice que es el encargado de informar las noticias. Y que ahora sí, alguien escucha su punto de vista.

Cristian dice que está más atento a su alrededor. Tanto, que ahora se anima a opinar.

Víctor dice que hasta no hace mucho, había personas que no agarraban el micrófono. Y que ahora no lo quieren soltar.

Termina el documental, con una última imagen; pantalla en blanco y una sola línea en letras negras.

«A todos los que estuvieron en situación de calle y ya no están».

Hay aplausos, hay felicidad, hay valoración. 

Hay orgullo.

Luego, se abre el micrófono para que quien quiera diga lo que quiera. 

Jorgelina: “Hagamos más radios”.

Adrián: “Podría estar en cualquier otro lado, haciendo cualquier otra cosa en este momento y gracias a ustedes estoy acá, me ayudaron un montón desde lo emocional”.

Cierra Víctor Rodríguez Lizama, con la remera puesta de su San Lorenzo querido y su pelo repleto de canas:

“La finalidad de este documental es mostrar cómo a través de la salud mental podemos llegar a la gente invisibilizada, que está ignorada. Ojalá que se reproduzca en otros lugares, que sirva de herramienta para salir adelante. Hoy hay mucha más gente viviendo en situación de calle. Además de haber vivido mucho tiempo, participé de los censos populares. Recientemente censamos en la comuna 1 (Retiro, San Nicolás, Puerto Madero, San Telmo, Monserrat y Constitución) y sólo acá contamos 1480 personas, por donde vos camines están. En la olla popular que hacemos en el Parque Lezama se ve algo similar al 2001. Más personas en calle y más hambre”.

Detrás del Cuervo hay un pizarrón donde se completa al nombre de su documental: 

“Más allá de tu vereda,

hay otra realidad,

atrás de tu puerta”.

Al costado, un mural con un puñado de palabras escritas en letra cursiva: 

“Hasta que no quede ni una sola persona en situación de calle, 

allí seguiremos estando”.

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La muerte ocurre en vida: se fue Mary, jubilada que no recibía medicamentos oncológicos

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Este domingo a la madrugada murió María Teresa López, asambleísta contra la contaminación en su ciudad natal, Caleta Olivia, luego mudada a Capital Federal y parte del grupo Jubilados Insurgentes. Mary se enfermó de cáncer producto de la contaminación que ella misma denunciaba, y luego fue abandonada por el Estado en modo motosierra: el PAMI se negaba a entregarle medicamentos, pese a amparos judiciales a su favor. Una historia que genera bronca e impotencia, pero que a través del recuerdo de sus compañeras de lucha se revela como una lección de vida, en el más profundo sentido de la palabra: lo colectivo frente a lo personal, la idea de no perder el tiempo, la movilización permanente, la generosidad, la sabiduría, y qué es la muerte.

Por Franco Ciancaglini

Algunos dirán que Mary era bajita y otros que tenía el porte enorme de Nora Cortiñas.
Desde la pandemia solía esconder su sonrisa detrás de un barbijo, aunque sus motivos de alegría eran cada vez menos:

  • su salud era cada vez más delicada;
  • los medicamentos oncológicos no llegaban;
  • y la lucha que encaró desde siempre —primero en su Caleta Olivia natal contra la contaminación, luego contra el sistema de salud público y, al final, como parte del grupo Jubilados Insurgentes— cada vez implicaba poner más el cuerpo.

Fue su cuerpo lo que, este domingo 21 de julio, dijo basta.

Mary se convierte así en algo odioso: un símbolo. Un símbolo de la muerte sistemática que genera un sistema que enferma y abandona. Pero también en un símbolo de lucha por la vida, en el sentido más profundo de la palabra.

La muerte ocurre en vida: se fue Mary, jubilada que no recibía medicamentos oncológicos
Mary junto a Nora Cortiñas.

Contaminada

María Teresa López nació en 1959 en Caleta Olivia, Santa Cruz. Falleció el domingo pasado a sus jóvenes 67 años, en un hotel de la calle La Rioja, en Once, ciudad de Buenos Aires. Sí: vivía en un hotel. Sola, producto del desarraigo que le produjo tener que trasladarse para atenderse de un cáncer de hígado.

Ese fue el diagnóstico médico: una metástasis que avanzó en el último tiempo al ritmo frenético de una motosierra.

La causa que no figura en su partida de defunción es aquella que ella misma denunció hasta el final: a Mary le negaban medicamentos oncológicos indispensables para su tratamiento.

Lo que tampoco figura en su partida es que Mary fue arrancada de su Caleta Olivia natal porque se enfermó, al igual que decenas de personas de esa localidad, producto de la contaminación del agua por actividades extractivas en la zona.

Contaminada

La vida de Mary fue la de una militante social de una estirpe rara: austera, firme, silenciosa, estudiosa, imparable.

Sus compañeros reconstruyen sus historias: que de chica le hicieron un test de inteligencia y un profesional le dijo a su madre que ella era más o menos superdotada; que seguramente podría hacer dos carreras universitarias a la vez; que terminó la secundaria antes de tiempo y luego cursó dos carreras; que se enganchó con el ambientalismo muy joven y empezó a investigar cuando las empresas petroleras negaban la contaminación de las napas de agua.

Formó parte de la Asamblea Ambiental de Caleta Olivia, desde donde luchó sin descanso contra la contaminación provocada por el fracking. Mucho antes de enfermarse, denunciaba que el agua que llegaba a las casas estaba contaminada con petróleo. Lo sabía por la evidencia científica más contundente que tiene una comunidad contaminada: que sus vecinos, familiares y amigos enfermen y mueran.

La muerte ocurre en vida: se fue Mary, jubilada que no recibía medicamentos oncológicos
En Plaza de Mayo, con una bandera contra la megaminería contaminente en Chubut.

Ante los medios Mary describía lo que vivía y veía alrededor: “La gente se muere o queda discapacitada”. En una entrevista para el programa Conciencia Solidaria, precisaba sobre su territorio:

  • “Caleta Olivia… tiene un problema grave: falta de agua potable, y encima está contaminada por la industria petrolera. Los muestreos de agua que hemos sacado y analizado han dado positivo: está contaminada el agua que estamos tomando.”
  • “La situación es muy grave, se está muriendo muchísima gente de esas 11 localidades, 9 están en terrible condición… además tuvimos un caso muy grande de gastroenteritis que afectó a 340 personas”.
    También contextualizó el vínculo entre agua contaminada y salud pública: “Los metales pesados son cancerígenos, mutagénicos, van mutando de una generación en otra… nacen chiquitos con problemas… o fallecen de cáncer».

Denunciaba en Caleta Olivia la presencia de hidrocarburos, arsénico y metales pesados en el agua, además de enfermedades poco frecuentes que, como decía ella, “no tienen cura” y crecen en esa región patagónica. Alertaba con claridad: “No es solamente cáncer, sino Enfermedades Raras o Poco Frecuentes. Muchos pacientes no están bien atendidos… La situación se agrava cuando se trata de estas patologías: solo se ofrecen tratamientos paliativos.”

Un mal día le tocó a ella, ya con la certeza profunda de que la contaminación ambiental fue parte del combustible de su cáncer de hígado.

En agosto de 2015, en un foro en defensa del agua organizado en Comodoro Rivadavia, otras asambleístas como Lidia Campos, de la asamblea contra el fracking de Allen (Río Negro), la conocieron personalmente luego de años de tramar resistencia contra el extractivismo: “En el Foro en Comodoro había gente de todos lados… Y estaba Mary, que ya tenía problemas, como un problema en la boca del estómago… No se sabía bien… Uno tapa esas cosas y habla de la lucha, la salud quedaba en segundo plano. Mary no era de hablar de lo personal; siempre se preocupaba más por lo colectivo».

La muerte ocurre en vida: se fue Mary, jubilada que no recibía medicamentos oncológicos
Lidia y Mary, durante el acampe del Malón de la Paz en Buenos Aires, hace dos años.

La describe así: “Era menuda, callada. Pasaba desapercibida. Pero cuando abría la boca, te dejaba con la boca abierta. Sabía muchísimo. Y tenía una convicción inquebrantable.”

Recuerda Lidia que, en 2019, Mary pasó de la denuncia mediática a la judicial: presentó un amparo colectivo ante la Corte Suprema contra la contaminación del agua con hidrocarburos, arsénico y metales pesados. Denunciaba así, ante el máximo tribunal argentino, el abandono del sistema cloacal, basurales a cielo abierto, y exigía la puesta en marcha de una planta de ósmosis inversa paralizada (actualidadjuridicaambiental.com). En ese expediente Mary detallaba:

  • “Frecuentes interrupciones en el suministro… agua contaminada con hidrocarburos totales y arsénico… napas freáticas contaminadas por fracking…”.
  • Solicitaba medidas cautelares urgentes: provisión gratuita de agua apta, saneamiento cloacal, cierre de basurales y puesta en funcionamiento de la planta de ósmosis inversa.

Esa presentación inédita, que firmó ella misma, reflejaba años de trabajo comunitario, denuncias y… enfermedades. Pero su denuncia fue ignorada, archivada y judicialmente ninguneada: tras seis años, la Corte se declaró “incompetente” y desestimó el recurso, sin resolver la situación de fondo.

Mary no se rindió: en 2020 fue caminando hasta Balcarce 50 para presentar a través de Mesa de Entradas de la Casa Rosada una carta firmada por una red de organizaciones en defensa del agua dirigida a Alberto Fernández, denunciando la contaminación del agua y relacionándola lúcidamente con argumentos que el ex Presidente daba como recomendaciones durante la pandemia.

Lidia Campos es la que recupera y comparte a lavaca este documento, y la que como asambleísta define su legado: “Lo que ella hizo fue histórico. Vale la pena hablarlo para las próximas generaciones… En esta época hemos perdido tanta humanidad que a nadie le importa. Pero acá hay alguien que dio su vida. Dio, literalmente, su vida.”

El último recuerdo que Lidia conserva data del 14 de julio de 2023, durante una jornada de lucha contra Mekorot, la empresa nacional de agua israelí que intentaba desembarcar en Argentina con intenciones sospechosas. Relata Lidia: “Ella estaba afuera del Anexo del Congreso con los Jubilados Insurgentes para protestar… Después fuimos a una confitería. Le pregunté si había comido al mediodía… no había comido nada. Le sugerí unos tostados o medialunas con queso. Pidió un té. Cuando llegó lo que pedimos, no lo pudo comer”. Igual, se sacaron esta hermosa foto compartiendo. Y ese mismo día, antes de despedirse, Mary le regaló una pashmina rosa a Lidia para protegerla del frío.

La muerte ocurre en vida: se fue Mary, jubilada que no recibía medicamentos oncológicos
Carlos Ponce, Mary y Lidia Campos: una amistad atravesada por la lucha ambiental del sur del país.

Abandonada

Cuando se enfermó y vio que su asamblea se desarmaba –entre otras cosas precisamente porque muchos enfermaban- Mary se trasladó a Buenos Aires. Pretendía resistir y atenderse bien, cosa que logró durante muchos años: su lucha logró que PAMI le asignara el Hospital Italiano para su tratamiento.

Tuvo un cáncer controlado que se descontroló al ritmo del deterioro del sistema de salud: primero Macri, luego Fernández, la pandemia y finalmente Milei como garrotazo final.

Desde 2023 su situación empeoró drásticamente. Su compañera Zulema, de Jubilados Insurgentes, relata: “El PAMI decía que tenían medicamentos para esa patología, pero no eran los que había indicado su médica… entonces no los aprobaban. A veces los recursos judiciales salían favorables, pero el PAMI tampoco los entregaba. La impotencia era terrible».

Sino miren este video.

María Teresa López dice claramente: “El mecanismo es simple: es eliminarnos, gastando menos… llegar al déficit cero… matándonos.”

El video la muestra junto a sus compañeros de Jubilados Insurgentes en un reclamo frente al PAMI por sus medicamentos.

Sigue: “Es más fácil eliminarnos de manera nefasta e inhumana… Para mí ustedes son asesinos, y les importa un bledo”.

Hoy, un año y mes después, Mary tenía razón.

Zulema continúa: “Ella no podía hacer la quimio porque la droga fundamental no estaba… íbamos al PAMI con compañeros, hacíamos reclamos, pero no facilitaban nada. Cuando le autorizaban un tratamiento de ocho sesiones, solo le entregaban dos dosis. Nos confesaron que no se molestaban en dar el tratamiento completo porque muchos morían antes… Pero Mary resistía, resistía… llegó un momento en que el cuerpo no resistió más».”

Una de las últimas veces de manifestación ante el PAMI, sin Mary, el personal de seguridad preguntó por ella en la puerta: “¿Cómo está Mary?”

La respuesta era obvia: mal.

Insurgente

Pese al deterioro físico, Mary se unió a los Jubilados Insurgentes. Entendió que el sistema no solo descarta a quienes enferma, sino también a los que ya no pueden “producir”.
Zulema recuerda: “¡Tenía un carácter! Ese carácter es el que la hizo resistir cuando muchos se daban por vencidos”.

Llegó a ese espacio dos años atrás, íntimamente vinculada con su enfermedad. “Se metió en todo lo legal… recursos, fiscalías, Comodoro Py… sabía de litigio ambiental”, dice Zulema.

El 12 de junio de 2024, durante la lucha contra la Ley de Bases, estuvo firme en Plaza los Dos Congresos. “Nosotros la cuidábamos porque estaba débil, pero se escapaba, quería seguir.” Conocía a todos. “Era muy luchadora. Y hablaba con energía. Siempre nos pedía que unamos las luchas».

Lo que posiblemente sea su último legado lúcido: unir las luchas del ambientalismo con las banderas de los jubilados.

Sobre su convicción, Zulema dice: “Cualquier cosita que ella hacía la asumía con total responsabilidad… vino con cartulina, se traía el cartel… Cuando asumió Milei hizo un cartel que decía ‘Toda la clase política es responsable de la debacle del país’, lo diseñó ella misma”.

La muerte ocurre en vida: se fue Mary, jubilada que no recibía medicamentos oncológicos
Un cartelito que le hicieron tras su muerte, Clarisa y Agus, que lo dice todo: «Se lo hicimos porque ella era doña cartelitos, y lo dejamos con ella».

Otra anécdota: “Una vez vino a una reunión, con anotador en mano, ya predispuesta. Algunos comenzaron a hablar de su vida personal, y se enojó. Se levantó, juntó sus notas y se fue. Dijo: ‘acá se pierde tiempo, no van a llegar a nada’. Pero volvió. Con dramas y todo, no quería perder el tiempo: estaba alerta. Era consciente de que la tarea era enorme, y le ponía ímpetu”.

Mary sabía que no le quedaba mucho tiempo y por eso nunca bajó la guardia.

Siguió yendo cada miércoles a las rondas frente al Congreso, siempre con barbijo, para cuidarse y cuidar. Participó del Malón de la Paz, llevó agua, militó con grupos ambientalistas, jubilados y religiosos. Organizó actos, escribió cartas, e insistía en que el 22 de marzo, Día Mundial del Agua, había que salir a las calles. Siempre. Aunque lloviera, aunque doliera.

Porque Mary enseló que la muerte no es algo que ocurre al final: es eso que va sucediendo en vida ante la indiferencia, el silencio de los tribunales, el apagón de las protestas, la descomposición del cuidado, la impunidad de los contaminadores y la complicidad del silencio.

La muerte es el abandono.

La muerte es el olvido.

Y en ese sentido, Mary sigue más viva que nunca.

odas las agrupaciones de jubilados que se juntan los miércoles a protestar en Congreso, preparan un homenaje a Mary y, a través de ella, “a todas las víctimas del sistema y de este plan siniestro de exterminio de los más vulnerables”.

Será mañana, después de la marcha, en un acto en Plaza de Mayo.

Mary: gracias.

Hasta mañana.

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Pablo Grillo: llaman a indagatoria al gendarme Guerrero a seis meses de un disparo criminal

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El 2 de septiembre el gendarme que disparó una granada de gas lacrimógeno por fuera de todos los protocolos de la fuerza deberá comparecer ante la justicia. La decisión la tomó la jueza María Servini de Cubría más de cuatro meses después del hecho. Pablo Grillo luchó por su vida, perdió masa encefálica y hoy se encuentra en plena rehabilitación. Todo lo que deberá explicar Héctor Guerrero y que implica a su principal defensora y la responsable de la violencia estatal: Patricia Bullrich.

Por Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Cuatro meses y una semana pasaron desde el miércoles 12 de marzo. Ese día, durante otra violenta represión a la marcha de jubilados y jubiladas, el Gendarme Héctor Guerrero le disparó fuera de toda legalidad una granada de gas lacrimógeno al reportero gráfico Pablo Grillo, cuyo impacto casi lo mata, y por el que perdió parte de la masa encefálica, estuvo casi tres meses internado en terapia intensiva en el Hospital Ramos Mejía y por el que hoy continúa en proceso de rehabilitación. Cuatro meses y una semana pasaron hasta hoy, lunes 21 de julio, en el que la jueza María Servini citó a indagatoria al gendarme, autor material de lanzamiento, para el próximo 2 de septiembre.

Es decir: entre la ejecución y la audiencia habrán pasado 131 días, casi seis meses, casi medio año. 

El camino de la in-justicia

En un primer momento, la jueza había rechazado el expediente y el caso había pasado al Juzgado Federal N° 12, donde tramitaba otra denuncia por los mismos hechos. Como ese juzgado estaba vacante y subrogado por Ariel Lijo, quien también se declaró incompetente y declinó la competencia, el expediente regresó al Juzgado N° 1 el 28 de marzo y la jueza Servini lo tiene en sus manos desde el 10 de abril, a la vuelta de una licencia. 

La cronología detalla el tiempo que una familia debe atravesar para exigir justicia por un hecho de violencia estatal: desde el 21 de marzo en que el papá, la mamá y el hermano de Pablo se presentaron en la causa como querellantes, solicitaron se llame a Guerrero a declarar “en calidad de imputado, por tentativa de homicidio agravado por abuso funcional, abuso de autoridad e incumplimiento de los deberes de funcionario público”. Pero no hubo respuesta. Por eso, el 6 de junio, reiteraron el pedido con estos argumentos: “Desde el inicio de la investigación, todas y cada una de las pruebas recabadas por el Juzgado corroboran lo que planteamos en nuestra querella del 21 de marzo: el cabo primero Héctor Jesús Guerrero de la Gendarmería Nacional Argentina fue el autor del disparo de la pistola lanzagases que hirió de gravedad a Pablo Grillo el 12 de marzo a las 17.18hs”. Y agregaron: “En el pedido que presentamos ante la jueza Servini ofrecemos una descripción de los hechos y un análisis pormenorizado de los elementos de prueba existentes hasta el momento”.

Y no hubo dos sin tres: el 15 de julio se le volvió a exigir al Juzgado que lo cite a Guerrero. 

Y la tercera fue la vencida: este lunes, Servini citó a prestar declaración indagatoria al cabo Guerrero como autor del disparo con cartucho de gas lacrimógeno calibre 38mm que impactó en la cabeza de Pablo Grillo. La audiencia será el 2 de septiembre a las 10. 

Guerrero es el primer efectivo formalmente imputado en la causa por el operativo policial del 12 de marzo. 

Desde la querella informaron: “El juzgado ordenó la realización de una pericia balística a cargo de la División Balística de la Policía de la Ciudad para reconstruir con el mayor nivel de precisión técnica posible el disparo que hirió de gravedad a Pablo. Si bien la jueza consideró que ya existen elementos de prueba contundentes respecto de la responsabilidad de Guerrero para esta instancia, sostuvo que la pericia es necesaria para afianzar la reconstrucción de la dinámica del hecho”.

 La pericia tendrá como objetivos precisar:

-La trayectoria y velocidad del proyectil que impactó en la cabeza de Pablo Grillo;

-La posición del arma al momento de efectuarse el disparo y el ángulo de salida del proyectil; 

-Analizar si el proyectil impactó previamente contra otra superficie, y si eso alteró su dirección o energía.

-Las ubicaciones de Grillo y de Guerrero al momento del disparo.

El juzgado también ordenó, previo a la pericia, una inspección en el lugar del hecho (la esquina de Hipólito Yrigoyen y Solís) que incluirá un relevamiento fotográfico terrestre y aéreo y la elaboración de un croquis detallado de la escena. 

Además, le prohibió a Guerrero la salida del país.

Compartimos el perfil de Pablo que realizamos en la edición 203 de MU.

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