Nota
Plaza de los prostituyentes
Plaza Once cambió de nombre. Desde este miércoles pasó a llamarse Plaza de los Prostituyentes. Fue así rebautizada para denunciar el tráfico y la explotación sexual, en una acción pública que sirvió para lanzar Ninguna mujer nace para puta, el libro que escribieron la boliviana María Galindo y la argentina Sonia Sánchez. Fue una mezcla de escrache colorido, con pinturas sobre el piso: “La prostitución no es un trabajo”. Una procesión posterior, por avenida Corrientes, finalizó en el Centro Cultural Ricardo Rojas, donde Liliana López Foresi fue la conductora del acto de presentación de este trabajo editado por lavaca que analiza los cimientos de una nueva forma de construir vínculos que permitan a las mujeres organizarse y rebelarse.
Plaza Once, desde este miércoles, pasó a llamarse Plaza de los Prostituyentes. Una centena de mujeres decidió rebautizarla para denunciar el tráfico y la explotación sexual, en una acción pública que sirvió para presentar Ninguna mujer nace para puta , el libro que escribieron la boliviana María Galindo y la argentina Sonia Sánchez y que acaba de editar lavaca.
Mujeres de todas las edades, acompañadas por un grupo minoritario de hombres, se calzaron una banda cruzada en el pecho que las consagraba como Miss Puta. La excepción era Galindo cuya banda lucía los colores de la bandera boliviana y la leyenda “Eva”, en letras doradas. Cada manifestante, además, enarbolaba una escoba, ese símbolo que caracterizó durante siglos a las brujas, esas rebeldes que eran estigmatizadas, acusadas de pactar con el diablo, y que durante la inquisición solían terminar en la hoguera
Las escobas habían sido disfrazadas de mujeres. Estaban cubiertas por vestidos de diversos colores y modas. Y cada una llevaba en su pecho, como estandarte, un cartel con la consigna “Ninguna mujer nace para puta”. “Estamos aquí para rebautizar esta plaza, una zona liberada para fiolos y policías”, anunció Sonia Sánchez, una de las autoras del libro. “Estamos aquí para construir teoría y propuesta –agregó María Galindo, la responsable de elaborar el concepto y la propuesta que refleja la consigna Ninguna mujer…-, pero no desde la Academia ni desde el púlpito. Las nuevas teorías se crean en la calle. Salen de la calle y vuelven a la calle”.
Sánchez y Galindo hablaban mientras agitaban con ambas manos sendos envases de aerosol. De pronto, los destaparon y marcharon hacia el centro de la plaza rodeadas de todas y todos los manifestantes. La autora boliviana escribió sobre el piso, en perfecta caligrafía manuscrita, el título del libro: “Ninguna mujer nace para puta”. La autora argentina era la encargada de fijar consignas y conceptos: “La prostitución no es un trabajo” o “Acá mandan los fiolos”. Entre pintada y pintada, Sonia proclamaba: “En esta plaza yo he sido explotada. Acá el hambre me hizo prostituta. Este libro para mí es una dulce revancha. Esta es la toma de la palabra directa: por mí no van a hablar más los fiolos ni los parásitos. Decimos basta, la prostitución no es un trabajo; es explotación sexual y es un gran negocio”.
Forros
Mientras las autoras hablaban al pie del mausoleo a Rivadavia, en un cantero de la plaza se reunían dos decenas de mujeres en situación de prostitución convocadas por abogados y militantes –que repartían preservativos entre las mujeres- de la Central de Trabajadores Argentinos. Ninguna de ellas participaba de la actividad ni quería emitir opinión sobre la acción publica que transcurría a diez metros de distancia. “Acompañamos a las chicas tienen algún problema con la policía”, explicaba un abogado vinculado a la central sindical.
“Para organizarnos y tomar la plaza no pedimos permiso a los políticos, los intelectuales, los sindicatos. Tomamos la calle, el espacio público, para desestructurar radicalmente el sistema y construir un lugar donde todas y todos podamos pensarnos felices”, arengó Galindo.
Enseguida, las manifestantes formaron una extensa fila india encabezada por las autoras y comenzaron una procesión que arrancó a contramano por la avenida Jujuy. Las mujeres llevaban vinchas con la leyenda “todas tenemos cara de puta” y acariciaban el cielo con sus escobas. También portaban retratos de Romina Tejerina –la joven que fue condenada a 14 años de prisión por matar a su bebé nacido, producto de una violación- y una serie de mujeres en estado de prostitución que tenían sus rostros tapados con las cajas de alimentos que el gobierno les provee. “Este es un estado proxeneta, que te da forros y alimentos para que te sigas prostituyendo, en vez de darte un trabajo que te saque de la calle”, señalaba Sonia.
El subcomisario sorprendido
Muchos transeúntes miraban sorprendidos y preguntaban con asombro “¿Qué es esto?” Dos hombres de remera roja, sentados en una esquina de la plaza se lamentaban: “Justo que vinimos a ver su levantábamos algo, enganchamos la manifestación”. Otros, leían las consignas de las pancartas y preferían el chiste fácil y poco sutil. Pero ellas, no se amilanaban y los interpelaban.
La procesión dobló en Corrientes y cortó la calle a la altura de Azcuénaga. Mirando a los autos que tronaban sin cesar sus bocinas, gritaron: “Ninguna mujer nace para puta”. Y siguieron caminando a paso firme hacia el Centro Cultural Ricardo Rojas, al 2000 de Corrientes, donde se realizó la presentación del libro.
La sala Leopoldo Sosa Pujato quedó totalmente sobrepasada. Todas las sillas estaban ocupadas. Había gente en el piso, muchísimos vieron el acto de pie, y muchos se quedaron afuera. “Soy feminista y acuerdo con todo esto. La prostitución es un trabajo, el fiolo explota sexualmente a la mujer y la policía y el Poder Judicial son cómplices. Hay 4.000.000 de mujeres que anualmente son ingresadas al circuito de la explotación sexual”, explicaba una mujer mayor canosa que se había apoderado de la primera fila.
Afuera, se había acercado un subcomisario, preguntando por los organizadores. El hombre, preocupado, había dejado apostado a decenas de efectivos en la puerta del centro cultural: “¿Qué van a hacer?”, preguntó con autoridad. “Presentar un libro”, fue la respuesta que obtuvo. Las cejas del comisario se arquearon. “¿Y después?”, continuó el interrogatorio. “Terminará el acto y cada uno se irá a su casa”, le contestaron. “¿Y para qué me mandaron acá con 40 hombres?”, masculló sin que nadie pudiera darle esta vez una contestación.
El silencio y la subversión
Adentro, custodiada por las escobas que fueron prolijamente colocadas a su espalda, Liliana López Foresi oficiaba como maestra de ceremonias en el acto de presentación. “Me parece fantástico la eliminación de eufemismos y que sean las propias protagonistas quienes hablen de sus problemas y no otros que los interpretan, resignificando sus palabras y construyendo otra realidad”, abrió la periodista, elogiando el libro.
Desde entonces, Galindo y Sánchez se alternaron en el micrófono para desgranar una y otra los principales conceptos del libro. “Este trabajo no es la patética recolección del testimonio de nadie. Es un desafío, ¿cómo nos vamos a organizar las mujeres? Estamos hartas del fracaso de nuestras organizaciones y movimientos, por eso es necesario repensar todo. ¿Vamos a convertirnos en un sujeto político? ¿Seremos subversivas o seguiremos siendo convidadas de la mesa patriarcal? Este libro es un planteo político, ideológico y filosófico. La anfitriona del cambio social es la puta, que no ha sido excluida sino omitida en todos los sistemas económicos, políticos e ideológicos. Por eso la puta puede desarticular y ser altamente subversiva”.
Sánchez eligió hablar del silencio. Dijo que la mujer ya llega muda a la prostitución, una práctica que simplemente fortalece un silenciamiento que se ha construido año tras año. “Esta mudez está hecha de violencia psicológica y física. Y mientras nosotras callamos hablan todos: el Estado proxeneta, el sindicalismo proxeneta y el fiolo, que está en la casa de todos. Recuperar la palabra es un acto de rebeldía y desobediencia. Por eso para mí este es un día muy feliz”. La sala empezaba a llenarse de atención, entrecortada con los aplausos.
Juntas, revueltas y hermanadas
La autora argentina también habló sobre la soledad de la puta y sobre los parásitos que viven de ella: “¿Quiénes son los parásitos? Políticos, policías, la Iglesia, las empresas, el Estado, los abogados, las ONG, las trabajadoras sociales, las psicólogas. Produce dolor nombrar a los parásitos, porque ves la mierda y las mentiras que te han rodeado. No se olviden que el parásito es el que vive de tu esfuerzo físico y mental. Los desafío a que encuentren sus propios parásitos. ¿Ustedes son capaces de nombrarlos?”
“El tema de las putas no es exclusivo de las putas”, agregó Galindo cuando volvió a tomar el micrófono y pidió un esfuerzo conceptual: “Basta de interpelar a la puta, interpelemos el libre albedrío de ser marido y prostituyente, de ser cura y prostituyente, de ser hermano y prostituyente. En el pacto prostituyente-prostituta –que no es un pacto-, ¿dónde te colocas tú?”
La boliviana también habló del espacio político que ocupa el libro. “¿Qué sentido tiene colocarse en las filas de inclusión que plantea el neoliberalismo?”, se preguntó. “El espacio político desde el que hablamos es insólito, indigesto, insoportable, inaceptable. Es la alianza entre quienes tenemos prohibido aliarnos. Somos indias, putas y lesbianas. Juntas, revueltas y hermanadas. No tiene valor juntarse desde el concepto que somos todos iguales. Primero porque es una ficción, después porque sería una homogeneización que haría tabla rasa con nosotras. Ninguna lesbiana es lesbiana y punto, ninguna puta es puta y punto. Ninguna madre es madre y punto. Eso sería solamente vernos desde el lugar que el sistema nos asignó”.
Con esa intervención de Galindo, seguida de una ovación, finalizó la presentación del libro en el Rojas. Pero la marcha de las putas continúa. El viernes 8 a las 20, habrá una nuevo encuentro en el auditorio de la Facultad de Ciencias Sociales (Ramos Mejía 841), el sábado 9 a las 10 la reunión será en el Comedor Felices Los Niños, del Bajo Flores (teléfono 4918-9907) y el último encuentro se llevará a cabo el miércoles 13 a las 19 en el Instituto Gino Germani, Uriburu 950.
Nota
Volvió Julian Assange: “Me declaré culpable de haber hecho periodismo”
El fundador de Wikileaks dio hoy su primer discurso público desde que fue liberado tras 14 años de encierro. “Puede que mis palabras fallen o mi presentación carezca de brillo, el aislamiento me ha pasado factura, estoy tratando de aliviarlo y expresarme en este entorno es un desafío”, comenzó disculpándose ante la audiencia. Acompañado de su esposa y abogada, trazó un detallado racconto de lo que representa su caso hoy, haciendo eje en los peligros de la persecución al periodismo y los límites a la libertad de prensa; señaló a la justicia, a la inteligencia y a los poderes “transnacionales” como parte del esquema de amedrentamiento, a favor del ocultamiento de la verdad: “Veo más impunidad, más secretismo, más represalias por decir la verdad y más autocensura”, sintetizó. Resumimos aquí sus palabras incómodas, que volvieron a ver y echar luz.
Por Bernardina Rosini
Estrasburgo, Francia. En el Consejo de Europa y bajo la mirada atenta de los parlamentarios de 46 estados de la organización de derechos humanos de Europa, habló Julian Assange. Es el primer discurso público que realiza desde su liberación el pasado mes de junio, tras 14 años de encierro —primero en la embajada de Ecuador en Londres, y luego en la prisión de Belmarsh, en el Reino Unido—, enfrentándose a la extradición a Suecia y a Estados Unidos.
El escenario elegido por Assange para su regreso a la vida pública no pudo ser más simbólico. El fundador de WikiLeaks es una figura emblema de la libertad de expresión, y lo expresado esta mañana no fue tanto una declaración personal como una advertencia sobre los peligros que enfrentan el periodismo y las democracias hoy.
Sentado junto a Stella, su esposa, madre de sus hijos y su representante legal, Assange expuso con voz pausada pero firme. Esta aparición fue una excepción dentro de su esquema de recuperación: “La experiencia del aislamiento durante años en una celda pequeña es difícil de transmitir. Te quita el sentido de identidad”, dijo Assange. “Tampoco puedo hablar todavía de las muertes por ahorcamiento, asesinato y negligencia médica de mis compañeros de prisión. Puede que mis palabras fallen o mi presentación carezca de brillo, el aislamiento me ha pasado factura, estoy tratando de aliviarlo y expresarme en este entorno es un desafío”, se disculpó ante la audiencia.
Periodismo en el banquillo
Julian Assange no brindó más detalles que aquella mención sobre su encierro. Su mensaje, claro y directo, apuntó más bien al papel del periodismo en las democracias contemporáneas y al ataque sistemático que éste sufrió en las últimas décadas.
“Finalmente elegí la libertad por sobre una justicia irrealizable”, afirmó Assange al explicar por qué aceptó el acuerdo que lo liberó: “Quiero ser totalmente claro: no soy libre porque haya funcionado el sistema. Soy libre porque me declaré culpable de haber hecho periodismo” y detalló: “Me declaré culpable de buscar información de una fuente. Me declaré culpable de obtener información de una fuente y me declaré culpable de informar al público cuál era esa información. No me he declarado culpable de nada más”.
En sus palabras Assange no solo reflejó su lucha personal, sino que también expuso una verdad más amplia: el sistema judicial, que debiera proteger la verdad y la libertad de prensa, se convirtió en un instrumento para silenciar o inmovilizar oponentes. ¿Nos suena?
“Después de años de encierro y enfrentar una pena de 175 años de prisión sin ninguna solución efectiva, no podré buscar justicia por lo que me hicieron debido a que el gobierno de los Estados Unidos insistió por escrito en su acuerdo de culpabilidad en que no puedo presentar una demanda ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos o incluso en virtud de la Ley de Libertad de Información”.
La intervención de Assange resaltó las fallas fundamentales del sistema legal internacional, que fue utilizado como arma en su contra. “La persecución transnacional es una amenaza real”, subrayó. Los poderosos, según él, han aprovechado los vacíos y contradicciones en las normativas internacionales para perseguir y reprimir a quienes exponen sus crímenes: “Molestamos a uno de los poderes constitutivos de los EE.UU.: el sector de la inteligencia, quienes tuvieron el suficiente poder para forzar una reinterpretación de la Constitución americana. Mi ingenuidad fue creer en la ley; después de todo, las leyes son solo trozos de papel y pueden reinterpretarse por conveniencia política”.
“La criminalización de las actividades periodísticas es una amenaza para el periodismo de investigación en todas partes”, alertó Assange, llamando la atención sobre el peligro que representa este tipo de persecución para la democracia y esperando que su testimonio sirva para visibilizar las debilidades del sistema de garantías existente. Además de señalar los desafíos por delante, Assange compartió su análisis sobre el periodismo y las noticias desde que está en libertad: “La verdad parece ahora menos discernible y lamento todo el terreno que se ha perdido durante ese período de tiempo. Cómo se ha socavado, atacado, debilitado y disminuido la expresión de la verdad. Veo más impunidad, más secretismo, más represalias por decir la verdad y más autocensura”.
La persecución transnacional y el impacto en la libertad de expresión
Julian Assange es más que una figura en el ojo del huracán. Su caso sienta precedentes peligrosos para la libertad de expresión y para la justicia a nivel global. En su discurso ante el Consejo de Europa, Assange denunció la persecución feroz que ha enfrentado, no solo como individuo, sino como un periodista que expuso verdades incómodas. “Ningún individuo tiene la menor esperanza de defenderse de los vastos recursos que puede desplegar un Estado agresor”, afirmó con dureza, señalando cómo su lucha contra el aparato judicial estadounidense revela la fragilidad de las garantías jurídicas cuando un poder decide imponer su voluntad extraterritorialmente.
Assange también reflexionó sobre la naturaleza del periodismo y el rol de quienes buscan la verdad: “Entiendo el debate que hay a la hora de diferenciar a un activista de un periodista. Para mí, la clave es ser siempre preciso. Todos los periodistas deben ser activistas de la verdad”. Este comentario enfatiza la importancia de no solo informar, sino también de actuar con responsabilidad, profesionalismo y precisión en un mundo donde la información se ha convertido en un campo de batalla.
Lo que comenzó como una acusación de espionaje se transformó en una guerra jurídica que desafía los límites del derecho internacional. Assange dejó en claro que la criminalización del periodismo de investigación, especialmente cuando involucra a potencias mundiales, es una amenaza latente. A través de su caso, se desvelaron las inconsistencias y abusos de los sistemas legales, los cuales se tornan herramientas para reprimir voces disidentes en nombre de la seguridad nacional.
La situación que Assange tiene resonancias directas con los procesos de lawfare que afectaron a figuras políticas América Latina, y la violencia creciente contra periodistas críticos del gobierno de nuestro país. El uso de herramientas legales como mecanismo de persecución política y judicial para silenciar voces críticas interpela nuestra actualidad. En su intervención, Assange también subrayó la necesidad de una respuesta colectiva: “Es vital estar juntos para hacer frente a las amenazas a la libertad de prensa”, en un llamado a la unidad frente a la creciente represión a nivel global.
La advertencia de Assange no debiera diluirse: los derechos de quienes exponen la verdad están bajo ataque, y las democracias que no los protegen se arriesgan a morderse la cola. La criminalización del periodismo no solo pone en peligro la libertad de expresión, sino que erosiona los pilares de sociedades abiertas e informadas.
Lo que está en juego es el futuro del periodismo y su capacidad para desafiar el poder: eso es lo que, una vez más, nos dejó claro Assange hoy.
Gracias.
Nota
Crónica de una causa armada: condenaron por “usurpación” a 7 integrantes de una comunidad mapuche
Después de agradecer a la Gendarmería, “que nos facilitó las instalaciones” (ya que las audiencias se realizaron dentro de un Escuadrón de esa fuerza), la Justicia Federal condenó a 7 mujeres de la comunidad mapuche Lafken Winkul Mapu por una supuesta “usurpación” de hectáreas pertenecientes al Parque Nacional Nahuel Huapi. La comunidad plantea que se trató de una recuperación que incluso fue homologada por el propio juez Hugo Greca que ahora firmó la condena (y agradeció a Gendarmería). La síntesis de la ausencia de justicia según una de las abogadas: “Tenemos una Justicia armada a medida del poder, que no tiene que ver con los gobiernos sino con los grandes intereses turísticos y de la megaminería”. Pese a la condena, la prisión de las mujeres queda en suspenso. Lo que molesta en el sur, la postura de las condenadas y una causa armada que tiene en el medio otro crimen impune: el de Rafael Nahuel. La voz de una de las acusadas tras la sentencia: “Nos quiere cortar la vida y viene por todo. Acá estamos y acá estaremos nosotras, mujeres y niños, porque eso es lo que más les molesta: que sigamos resistiendo”.
Por Francisco Pandolfi
Unos segundos antes del veredicto, se obsequiaron algunos agradecimientos, verbales y sin pudor.
“Primero a Gendarmería Nacional, que nos facilitó estas instalaciones. También al Comandante Principal García, jefe del escuadrón, y al Comandante Mayor Morales. Nos dieron comodidad, café, agua, nos mantuvieron bien”.
Ahora sí, después de las palabras de juez Hugo Greca (titular del Juzgado Federal de Coronel Roca), las condiciones parecían dadas para la lectura de una sentencia sobre un juicio exprés, que sólo tuvo tres audiencias. Exprés XXL. Exprés al cuadrado. Un juicio oral que arrancó el jueves pasado.
Que continuó el viernes y que finalizó hoy, con los últimos testimonios, los alegatos y con un fallo que se pronunció en un ámbito inapropiado: el escuadrón 34 de Gendarmería, en la ciudad rionegrina de Bariloche. Un salón que estuvo revestido para la ocasión: rodeado de un desmedido despliegue de efectivos de seguridad.
La causa (armada)
Este lunes se juzgó a siete integrantes de la comunidad mapuche Lafken Winkul Mapu, por la usurpación de un predio de siete hectáreas del Parque Nacional Nahuel Huapi, en septiembre de 2017. Una rectificación a la palabra “usurpación” la hace la comunidad, porque plantea el quid de la cuestión: no lo llaman usurpación, sino recuperación. “Nos acusan de usurpar nuestro territorio”. Y explican: “Fue parte de una reivindicación ancestral con el objetivo principal de estar en el territorio donde está nuestro Rewe (sitio sagrado de conexión con otras energías) en donde la Machi (guía espiritual y sanadora del pueblo mapuche), se levantó hace siete años en la lof Lafken Winkul Mapu”.
En ese proceso de recuperación, el 25 de noviembre de 2017 fue asesinado uno de los integrantes de la comunidad: Rafael Nahuel recibió un disparo por la espalda, del grupo Albatros de la Prefectura Naval. Por ese crimen fueron condenados cinco prefectos a 4 y 5 años de prisión.
Antes de comenzar el juicio, desde la defensa que llevó adelante la Gremial de Abogados y Abogadas, habían anticipado: “La sentencia ya está redactada y firmada, de antemano. Vamos seguramente a una condena porque todo esto forma parte de una ofensiva instrumentada hacia el pueblo mapuche”. La presunción tenía un basamento evidente: la causa judicial la reactivó el actual gobierno nacional al erradicar un pacto preexistente que reconocía al Rewe como sitio sagrado. El juez Hugo Greca –el mismo que hoy dictó el veredicto– había homologado el acuerdo conciliatorio firmado en junio de 2023 entre Horacio Pietragalla, secretario de Derechos Humanos de la Nación en ese entonces, y Alejandro Marmoni, expresidente del Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI).
El fallo
En los alegatos, desde la Gremial exigieron la absolución, apoyándose en los tratados internacionales y las leyes nacionales que amparan los derechos mapuche. Y expresaron que el juez tenía “la oportunidad de aportar al proceso histórico”, así como abonar a “una solución dialogada y pacífica. Si hay condena, el conflicto territorial y de cosmovisión va a seguir”.
Sin embargo, luego de los agradecimientos a Gendarmería se escuchó “la condena de dos años de prisión cuya ejecución se dejará en suspenso” a Martha Luciana Jaramillo, María Isabel Nahuel, Yéssica Fernanda Bonnefoi, Romina Rosas, Mayra Aylén Tapia, Joana Micaela Colhuan y Gonzalo Fabián Coña, por considerarlos coautores penalmente responsables del delito de usurpación.
La farsa actual
Gustavo Franquet es uno de los abogados defensores. Desde Bariloche le dice a lavaca: “Esta condena compromete internacionalmente al Estado, por violar todo tipo de tratados y convenciones nacionales e internacionales, inclusive la Constitución Nacional. Que los condenen por usurpación es negar su realidad de pueblo originario, es negar su propia existencia, es negar sus derechos particulares. Con esta resolución se ponen del lado colonialista, así que por supuesto que vamos a apelar, y si es necesario iremos hasta la Corte Suprema”.
Una de sus compañeras, Laura Taffetani, agrega sobre la resolución del juez Hugo Greca: “El juicio fue una farsa y forma parte de esta nueva versión de la Campaña del Desierto que venimos denunciando hace años. En las audiencias quedó claro el desequilibrio que hubo entre la querella de Parques Nacionales y la Fiscalía en comparación a nosotros. Todo lo que pidieron ellos fue todo lo que el juez condenó, excepto el tema del Rewe. El fiscal había pedido que los miembros de la comunidad no pudieran ir al lugar sagrado, y eso el juez no lo aceptó”.
En relación a lo que muestra la condena: “Tenemos una Justicia armada a medida del poder, que no tiene que ver con los gobiernos sino con los grandes intereses turísticos y de la megaminería”.
Después de la sentencia, en la puerta del cuartel de Gendarmería se improvisó una ronda donde hablaron las mujeres mapuche, en medio de un viento bien patagónico –de esos que no entienden de primaveras: “Aunque nos hayan condenado en suspenso, esta lucha no se termina acá, hay que seguir por el Rewe, por todos nosotros y por nuestros pichis (pequeños)”, dice María Nahuel. La Machi Betiana Colhuan Nahuel –que era una de las acusadas pero en la primera audiencia fue absuelta porque era menor en 2017–, continúa, con énfasis: “Esta lucha viene de nuestros ancestros y la continuaremos. No nos vamos a rendir, seguiremos firmes hasta que dejemos esta tierra. Otras comunidades se levantarán y vamos a resistir desde los distintos territorios”.
Romina Rosas fue la última en tomar la voz y en dar su propia sentencia: “No tenemos que bajar los brazos pese a que el winka (blanco invasor) nos quiere cortar la vida y viene por todo. Acá estamos y acá estaremos nosotras, mujeres y niños, porque eso es lo que más les molesta: que sigamos resistiendo, con nuestra verdad y con nuestras palabras”.
Nota
Comenzó un vergonzoso juicio a 7 mujeres de la comunidad mapuche Lafken Winkul Mapu: “La condena está escrita de antemano”
El gobierno nacional – con Patricia Bullrich como figura estelar de la persecución mapuche- vuelve a la caza de la comunidad que supo iniciar un proceso de recuperación de tierras en el Parque Nacional Nahuel Huapi. Barrido un acuerdo preexistente entre el Estado y la Lafken Winkul Mapu, que había sido homologado por la justicia, impulsa un juicio que comenzó hoy para condenar por “usurpación” a siete mujeres. Increíblemente, o no, el proceso ocurre dentro de un cuartel de Gendarmería, fuerza que hoy montó un show para amedrentar a las mujeres, sin lograrlo: en esta nota, las imágenes del vergonzoso operativo, y de la dignidad mapuche. “La sentencia ya está redactada y firmada, de antemano”, asegura a lavaca uno de los defensores de la comunidad . “Vamos seguramente a una condena porque todo esto forma parte de una ofensiva instrumentada hacia el pueblo mapuche”. El recuerdo de Rafael Nahuel, y el genocidio que continúa.
Por Francisco Pandolfi. Foto de portada: Eugenia Neme. Fotos de la audiencia de hoy: Alejandra Bartoliche
Foto: Alejandra Bartoliche
La causa judicial la reactivó el actual gobierno nacional, que barrió un acuerdo preexistente que sí reconocía el Rewe como sitio sagrado.
Los efectivos de Gendarmería empiezan a llegar a raudales, por dos motivos concretos.
1-El lugar: el Escuadrón 34 de Gendarmería Nacional.
2-El contexto: hoy comenzó el juicio oral contra la comunidad mapuche Lafken Winkul Mapu por la usurpación de un predio en Villa Mascardi.
La conexión entre el punto 1 y el 2, aunque sorprenda, es que efectivamente el juicio se desarrolla dentro del cuartel de Gendarmería.
El por qué de la decisión se impone como pregunta.
La respuesta de las autoridades: “Por seguridad”.
No hay que ser muy observador para notar la desproporción de las fuerzas esta mañana, en la antesala del inicio de la primera audiencia: decenas de gendarmes, por un lado. Por el otro, las siete mujeres acusadas de la comunidad.
Antes de comenzar el juicio, Gustavo Franquet, de la Gremial de Abogados y Abogadas que defienden a las personas imputadas, le dice a lavaca: “La sentencia ya está redactada y firmada, de antemano. Vamos seguramente a una condena porque todo esto forma parte de una ofensiva instrumentada hacia el pueblo mapuche”.
Las otras dos audiencias que conforman al Juicio Oral serán mañana viernes y el lunes 30. No serán en el Juzgado Federal de San Carlos de Bariloche, como dice la transmisión online por donde se puede ver lo que pasa en la sala.
Serán, también, en el Escuadrón 34 de Gendarmería Nacional.
Foto: Alejandra Bartoliche
El contexto
Martha Luciana Jaramillo, María Isabel Nahuel, Yéssica Fernanda Bonnefoi, Romina Rosas, Mayra Aylén Tapia, Joana Micaela Colhuan, Gonzalo Coña y Betiana Colhuan son integrantes de de la Lof Lafken Winkul Mapu y están acusadas de usurpar un predio de siete hectáreas del Parque Nacional Nahuel Huapi en septiembre de 2017. En ese proceso fue asesinado Rafael Nahuel, uno de los integrantes de la comunidad: el 25 de noviembre tras un disparo por la espalda de un efectivo del grupo Albatros de la Prefectura Naval. Por ese crimen fueron condenados cinco prefectos a 4 y 5 años de prisión (https://lavaca.org/notas/crimen-de-rafael-nahuel-condenan-a-los-prefectos-a-4-y-5-anos-de-prision-pero-la-familia-apelara/).
La comunidad mapuche no la llama usurpación, sino recuperación. Y plantea que aquella recuperación “fue parte de una reivindicación ancestral”.
Lavaca viajó al lugar y entrevistó a estas mujeres, quienes narraron largamente cómo este proceso es una reivindicación ancestral basada en el reconocimiento del Rewe.
El Rewe es un altar, un sitio sagrado de conexión con otras energías en donde la Machi, guía espiritual y sanadora del pueblo mapuche, se levantó hace siete años en la lof Lafken Winkul Mapu. La Machi se llama Betiana Colhuan Nahuel y desde su Rewe atendía a quien fuera a curarse. Ella era una de las acusadas, pero hoy fue absuelta porque era menor (16 años) al momento del hecho.
La causa judicial la reactivó el actual gobierno nacional, que barrió un acuerdo preexistente que sí reconocía el Rewe como sitio sagrado. El juez Hugo Greca había homologado el acuerdo conciliatorio firmado en junio de 2023 entre Horacio Pietragalla, secretario de Derechos Humanos de la Nación en ese entonces, y Alejandro Marmoni, expresidente del Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI).
Foto: Alejandra Bartoliche
El comienzo del juicio oral
En la puerta del Escuadrón 34 de Gendarmería, a la salida de la primera audiencia –que se extendió hasta pasadas las seis de la tarde–, el abogado defensor Gustavo Franquet le cuenta a lavaca: “Lo fundamental de hoy fue, que en el momento de las excepciones, de la parte preliminar al juicio, la defensora de la Niñez que intervino de oficio pidió que se sacara a la Machi Betiana de la causa por haber sido menor de edad”. La fiscalía y el juez Hugo Greca estuvieron de acuerdo.
La mayoría de las declaraciones de hoy fueron de policías federales que intervinieron en el operativo de desalojo. “Y al final estuvo el plato fuerte –dice Franquet–, porque declaró el que era intendente del Parque Nacional Nahuel Huapi, Damián Mujica, quien hizo la denuncia contra la comunidad. En la audiencia de hoy quedó claro que desde el primer momento la intencionalidad del Parque fue criminalizar a la comunidad, porque en vez de dialogar con ella como plantea su reglamento interno, hicieron la denuncia penal y la fiscalía ordenó el desalojo violento, que luego terminó con el asesinato de Rafael Nahuel”.
Franquet hace un silencio y cuenta: “Hoy Mujica dijo dos o tres veces que Rafael Nahuel falleció y no: a Rafael Nahuel lo asesinaron”.
¿Cómo sigue el juicio? Mañana, en la segunda audiencia, seguirán declarando los testigos y si hay tiempo empezarán los testimonios de las personas imputadas. Para el lunes están previstas las últimas testificaciones, los alegatos y, tras un cuarto intermedio, el juez dará la sentencia.
Cierra Franquet: “Más allá de lo que dictaminen, de ninguna manera ocurrió una usurpación y hay pruebas de esto. No fue una usurpación: fue una recuperación ancestral”.
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