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Chomsky: “Porque los Estados Unidos no quieren la democracia, sino el caos en Iraq”

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Por Noam Chomsky. Publicado por The Guardian en febrero del 2003 este reportaje en donde solo hay una pregunta, refleja la caracterización de Chomsky sobre la guerra, analizando el contexto mundial y local del Imperio.

Publicado por The Guardian en febrero del 2003 este reportaje en donde solo hay una pregunta, refleja la caracterización de Chomsky sobre la guerra, analizando el contexto mundial y local del Imperio.

Noam Chomsky: Las manifestaciones [por la paz] fueron otro indicador de un fenómeno muy destacable. Por todo el mundo y en Estados Unidos existe una oposición a la inminente guerra a un nivel sin precedentes en la historia estadounidense y europea en cuanto a su amplitud y a los sectores de la población que engloba.

Nunca antes, que yo sepa, ha existido una oposición tan masiva a una guerra antes de que ni siquiera hubiese empezado. Y cuanto más nos acercamos a la región, mayor parece ser la oposición. En Turquía las encuestas indican cerca de un 90% de oposición, en Europa ésta es bastante amplia, y en EE.UU. los datos que vemos en las encuestas son sin embargo bastante engañosos porque no tienen en cuenta otro factor que diferencia a EE.UU. del resto del mundo. Este es el único país donde Sadam Hussein no sólo es criticado y despreciado sino además temido. Desde septiembre las encuestas han mostrado que aproximadamente un 60-70% de la población piensa literalmente que Sadam Hussein representa un peligro inminente para su supervivencia.

De hecho no hay razón objetiva por la cual EE.UU. debería tener más miedo de Sadam que, digamos, los Kuwaitíes, pero existe un motivo -este consiste en que desde septiembre se ha producido un redoble de la propaganda que intenta hacer creer a la gente que Sadam no sólo es una persona terrible sino que además va a venir a por nosotros mañana si no le detenemos hoy. Y eso llega a la gente. De modo que para comprender la oposición actual a la guerra en EE.UU. debemos extraer ese factor, el factor del miedo irracional creado por la propaganda masiva. Si lo hacemos creo que encontraremos que la oposición es muy similar a la del resto del mundo.

Lo que no se destaca en la cobertura de la prensa es que simplemente no existe precedente, o nada parecido a un precedente, para tal oposición pública a una guerra. Y ésta se extiende mucho más allá, no es sólo una oposición a la guerra, es una falta de confianza en los líderes. Quizá hayan visto un estudio publicado por el Foro Económico Mundial hace un par de días que analiza la confianza en los líderes, la más baja es la que se refiere a los líderes estadounidenses. Sólo tienen la confianza de poco más que la cuarta parte de la población y creo que eso refleja la preocupación por la temeridad, la violencia y las amenazas que se desprenden de las acciones y los planes de la actual administración.

Estas cuestiones deberían ser centrales. Hasta en Estados Unidos hay una impresionante oposición a la guerra y una correspondiente disminución de la confianza en los líderes que la están conduciendo. Esto se viene desarrollando desde hace un tiempo pero está alcanzando ahora un estado inusual, y , volviendo a las manifestaciones del fin de semana, nunca antes había ocurrido. Si lo comparamos con la guerra del Vietnam, el estado actual de la guerra de Irak se corresponde aproximadamente con el de 1961, esto es, antes del comienzo de la guerra, en 1962, cuando EE.UU. bombardeó Vietnam del Sur y condujo a millones de personas a campos de concentración, a la guerra química y demás. Pero no hubo protesta. De hecho la protesta fue tan pequeña que poca gente lo recuerda.

Las protestas no comenzaron a desarrollarse hasta varios años más tarde cuando extensas zonas del sur de Vietnam fueron sometidas a bombardeos de saturación con aviones B-52, había cientos de miles de tropas allí y cientos de miles habían sido asesinados. Incluso después de esto, cuando las protestas finalmente se desarrollaron en EE.UU. y Europa, éstas se centraron casi siempre en una cuestión colateral -el bombardeo del norte de Vietnam fue indudablemente un crimen, aunque fue mucho más intenso en el sur, que siempre fue el objetivo de EE.UU., y seguía siéndolo.

Esto también es reconocido, incidentalmente, por el gobierno. Cuando cualquier administración toma posesión lo primero que hace es llevar a cabo una valoración de la situación a nivel mundial – “¿Cual es el estado del mundo?”- por parte de los servicios de inteligencia. Esta información es secreta y sale a la luz unos 30 ó 40 años más tarde cuando es desclasificada. Pero cuando llegó la primera administración Bush en 1989, partes de su informe de inteligencia fueron filtradas, y son muy reveladoras sobre lo que ocurrió precisamente respecto a estas cuestiones en los 10 años siguientes.

Las partes que fueron filtradas hablaban de enfrentamientos militares con enemigos mucho más débiles, reconociendo que éstos eran los únicos a los que estábamos dispuestos a enfrentarnos, los únicos que queríamos que existieran. De tal modo que en enfrentamientos con enemigos mucho más débiles Estados Unidos debe ganar “con decisión y rapidez” porque de otro modo el apoyo popular se erosionará, ya que se considera que este es muy frágil. No es como en los años sesenta, cuando el gobierno podía librar una guerra larga y brutal durante años y años destruyendo prácticamente un país sin protesta alguna. Ahora no, ahora tienen que ganar. Tienen que aterrorizar a la población para que sientan que hay una gran amenaza para su existencia y llevar a cabo una victoria milagrosa, contundente y rápida sobre el enorme enemigo y después pasar al siguiente.

Recordemos que las personas que llevan ahora las riendas en Washington son en su mayor parte Reaganianos reciclados, que básicamente están reviviendo el guión de los años ochenta -para utilizar una analogía adecuada-. En los años 80 impusieron programas domésticos muy dañinos para la población en general y que fueron muy impopulares. La gente se opuso a la mayoría de sus programas domésticos y la manera como consiguieron implantarlos fue manteniendo a la población en un continuo estado de pánico.

Así que un año fue una base aérea en Granada que los rusos querían usar para bombardear los Estados Unidos. Suena ridículo pero esa fue la mentira de la propaganda y funcionó.

Nicaragua estaba a “dos días de marcha de Tejas” -un puñal apuntando al corazón de Tejas-, para utilizar la frase de Hitler. De nuevo podría creerse que la gente se moriría de risa. Pero no fue así. Este argumento fue utilizado continuamente para asustarnos -Nicaragua quizá nos conquiste en su camino hacia la conquista del hemisferio-. Se declaró una emergencia nacional por la amenaza que representaba Nicaragua para la seguridad nacional. Que si asesinos a sueldo libios rondaban las calles de Washington para matar a nuestro líder – que si narco-terroristas hispanos-. Una cosa tras otra fue urdida para mantener a la población en un permanente estado de miedo mientras llevaban a cabo sus mayores guerras terroristas.

Recordemos que la misma gente declaró en 1981 una guerra contra el terror que se convertiría en el núcleo central de la política exterior estadounidense enfocada fundamentalmente en Centroamérica. Llevaron a cabo una guerra contra el terror en América Central donde acabaron matando a unas 200.000 personas y dejando cuatro países devastados. Desde 1990, cuando EE.UU. se hizo con ellos de nuevo, se han hundido más aún en una profunda pobreza. Ahora están haciendo lo mismo por los mismos motivos -están llevando a cabo programas domésticos a los que la población se opone contundentemente porque les perjudica.

Pero las aventuras internacionales, la invención de enemigos que están a punto de destruirnos, no son nuevas, nos son familiares. No lo inventaron ellos, otros han hecho lo mismo a lo largo de la historia. Pero se han convertido en maestros de este arte y lo están volviendo a hacer ahora.

No quiero sugerir que no tengan motivos para querer tomar el poder en Irak. Por supuesto que los tienen, motivos muy antiguos que todo el mundo conoce. Controlar Irak pondrá a EE.UU. en una posición muy poderosa par
a extender su dominio sobre las mayores reservas energéticas del mundo. No es una razón pequeña.

Pero fijémonos en el momento concreto. Es realmente chocante que la avalancha de propaganda comenzara en septiembre -¿qué ocurrió en septiembre? Fue cuando comenzó la campaña para el congreso y estaba claro que los republicanos no iban a ganar dejando que dominaran los asuntos sociales y económicos. Hubieran sido arrollados. Tenían que hacer exactamente lo mismo que hicieron en los ochenta; sustituirlos por asuntos de seguridad y en el caso de una amenaza a la seguridad la gente tenderá a cerrar filas en torno al presidente -una figura fuerte que nos protegerá de horribles peligros.

La dirección más probable que esto tomará [después de una guerra con Irak] será Irán, y posiblemente Siria. Corea del Norte es un caso diferente. Lo que están demostrando al mundo con gran claridad es que si quieres impedir una agresión estadounidense, más te vale tener armas de destrucción masiva (ADM), o una amenaza de terrorismo creíble. Ninguna otra cosa les detendrá -no les pararán fuerzas convencionales. Esa es una lección terrible, pero es exactamente la que se está enseñando.

Durante años, expertos de los medios de comunicación convencionales han estado destacando que EE.UU. causa la proliferación armamentística con sus aventuras ya que los demás no pueden protegerse si no es con ADM o la amenaza del terror. Kenneth Waltz es uno de los que subrayaba esto recientemente. Pero hace años, incluso antes de la administración Bush, comentaristas de primera línea como Samuel Huntington de Foreign Affairs, la principal revista del establishment, destacaban que Estados Unidos estaba siguiendo un curso peligroso. Huntington hablaba sobre la administración Clinton pero apuntaba que, para gran parte del mundo, EE.UU. es considerado ya como un estado criminal y el mayor peligro para su existencia. De hecho una de las cosas sorprendentes sobre la actual oposición a la guerra, repito sin precedentes, es la amplitud con la que se extiende por todo el espectro político. Las dos mayores publicaciones sobre política exterior, Foreign Affairs y Foreign Policy acaban de publicar en sus ediciones más recientes artículos muy críticos de distinguidas figuras de los medios de comunicación mayoritarios oponiéndose al recurso de la guerra en este caso.

La American Academy of Arts and Sciences rara vez se posiciona en asuntos de actualidad controvertidos y acaba de publicar un largo monográfico de su comité de seguridad internacional sobre este tema, en el que da una descripción de lo más cordial de la posición de la administración Bush para después desmontarla línea a línea entrando en terreno resbaladizo -mucho más de lo que me hubiera gustado- pero consiguiéndolo con éxito.

Existe mucho miedo y preocupación por este aventurismo, al que un analista llamaba “tontas fantasías de sillón”. Mi preocupación es más bien “¿cómo va a afectar a los iraquíes?” y “¿cómo va a afectar a la región?” pero estas preocupaciones son del tipo “¿cómo nos va a afectar a nosotros?”.

Matthew Tempest: Se volverá contra ellos mismos la propaganda si no se establece la democracia en Irak después de la “liberación”?

Chomsky: Tiene razón al llamarlo propaganda. Si esta es una de las finalidades de la guerra, ¿por qué entonces no lo dicen?, ¿por qué están engañando al resto del mundo?, ¿qué sentido tienen entonces los inspectores de la ONU? De acuerdo con esta propaganda todo lo que estamos diciendo en público es pura farsa -no nos importan las armas de destrucción masiva, no nos importa el desarme, tenemos otro objetivo en mente que no os decimos y que consiste, de repente, en que vamos a llevar la democracia a Irak por medio de la guerra. Pues bien, si este es el objetivo dejemos de mentir sobre ello y pongámosle fin a toda la farsa de las inspecciones y demás, y digamos simplemente que ahora estamos en una cruzada para llevar la democracia a países que sufren bajo gobiernos tiranos. De hecho esta es una cruzada tradicional, es lo que hay detrás de los horrores de las guerras coloniales y sus equivalentes modernos, y nosotros tenemos un historial muy rico mostrando cómo funciona esto. No es algo nuevo en la historia.

En este caso particular no se puede predecir qué pasará una vez comience la guerra. En el peor de los casos quizá ocurra lo que las agencias de inteligencia y las organizaciones de ayuda predicen -esto es, un aumento del terrorismo como disuasión o venganza, y para el pueblo iraquí, que apenas supera el límite de la supervivencia, podría significar la catástrofe humanitaria sobre la que las organizaciones de ayuda y la ONU nos han estado advirtiendo.

Por otro lado es posible que ocurra lo que los halcones de Washington esperan -una victoria rápida, ausencia de combates que comentar, imposición de un nuevo régimen, con una fachada democrática y asegurarse de que EE.UU. tenga grandes bases militares en Irak así como el control efectivo del petróleo.

Las posibilidades de que consientan algo parecido a una democracia real son mínimas. Hay grandes impedimentos en su camino -impedimentos que motivaron que Bush nº1 se opusiera a las rebeliones de 1991 que podían haber derrocado a Sadam Hussein. Al fin y al cabo, podía haber sido derrocado entonces si EE.UU. no hubiera autorizado a Sadam a aplastar las rebeliones.

Un problema importante es que prácticamente el 60% de la población es chiíta. Si hay algún tipo de gobierno democrático, ellos tendrán algún tipo de voz, de hecho la voz mayoritaria respecto a cuál ha de ser el gobierno. No son pro-iraníes pero lo más probable es que la mayoría chiíta se uniera al resto de la región intentando mejorar las relaciones con Irán y reducir el nivel general de tensión en la región reintegrando a Irán en ella. Ha habido movimientos en ese sentido entre los estados árabes y la mayoría chiíta en Irak probablemente lo haría. Eso es lo último que quiere EE.UU. Irán es el próximo objetivo.

No quiere una mejora de las relaciones. Es más, si la mayoría chiíta obtiene por primera vez una verdadera voz en el gobierno, la minoría kurda querrá algo similar. Y querrá la realización de sus justas demandas de un mayor grado de autonomía en las regiones del norte. Turquía no va a tolerar eso. Turquía ya tiene miles de tropas en el norte de Irak básicamente para prevenir una evolución de ese tipo. Si hay movimiento hacia Kirkuk, considerada por ellos como su capital, Turquía se moverá para bloquearlo y EE.UU. le apoyará con toda seguridad igual que le apoyó en sus masivas atrocidades contra los kurdos en las regiones del sudeste durante los años noventa. Lo que al final tendremos será, o bien una dictadura militar con una fachada democrática, como por ejemplo un parlamento que vota mientras el ejército lleva las riendas entre bastidores -no sería nada nuevo-, o bien la entrega del poder a las manos de alguien como la minoría Sunni, quien ya lo tuvo en el pasado.

Nadie puede predecir nada de esto. Lo que ocurrirá cuando se empieza una guerra no se sabe. La CIA no puede predecirlo, Rumsfeld no puede predecirlo, nadie puede. Podría ocurrir cualquiera de estas cosas. Por eso la gente cuerda reniega del uso de la violencia a menos que existan razones abrumadoras para ello, los peligros son simplemente demasiado grandes. Sin embargo sorprende que ni Bush ni Blair presenten algo parecido a esto como su objetivo a lograr con la guerra. ¿Acaso han acudido al consejo de seguridad y han propuesto una resolución para llevar la democracia a Irak mediante el uso de la fuerza? Por supuesto que no. Porque saben que se reirían de ellos.

Bush y su administración dijeron ya en noviembre al consejo de seguridad abierta y directamente que la ONU será “relevante” si nos otorga la autoridad para hacer lo que queramos, para usar la fuerza si queremos, y si la ONU no lo hace será irrelevante. No podía ser más claro.

Dijeron que ya
tenemos la autoridad para hacer lo que queramos, o venís a respaldar esa autorización o sois irrelevantes. No podía haber una forma más clara y explícita de informar al mundo de que no nos importa lo que piense, haremos lo que queramos. Esta es una de las principales razones por las que la autoridad de los líderes estadounidenses se ha hundido según la encuesta del Foro Económico Mundial.

Otros países probablemente participarán en la guerra de Estados Unidos, pero lo harán por miedo.

Título original: Chomsky On The Anti War Movement
Autor: Matthew Tempest y Noam Chomsky
Origen: The Guardian, 4 de febrero de 2003
Traducido por Juan Aballe y revisado por Mateu Llas

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Un abrazo contra la motosierra

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Sin presupuesto actualizado (“cada 10 pesos del año pasado, hoy tenemos 2” informa el rector de la UBA) las universidades y los hospitales en “modo ahorro” deben cortar la luz, los ascensores, reducen cirugías, no tienen insumos. La imagen del Clínicas, uno de los más importantes del país: “Los pacientes se están quedando sin comida”. Hoy una gran concentración frente a ese hospital escuela simbolizó un abrazo en defensa de la salud y la educación pública, mientras el gobierno nacional juega a pelearse con las prepagas, y el de la Ciudad a subvencionar a quienes mandan a sus hijxs a colegios privados. ¿Qué pasa con lo público? ¿Cuándo comenzó el desastre? Distintas voces (directores de hospitales, rectores de universidades, trabajadorxs) relatan la realidad y los datos motosierra; la organización como única salida; y el canto “la UBA no se vende”, mientras la realidad, o los números, parecen indicar otra cosa.

Por Francisco Pandolfi

Un abrazo contra la motosierra

“Se defiende, la UBA se defiende”, fue uno de los hits / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Clarisa y Caetana acaban de salir de cursar dermatología. Clarisa tiene 24 años y lleva puesto un ambo azul marino. Caetana, de 23, uno verde oscuro. Son alumnas desde hace seis años de la Facultad de Medicina y hace tres caminan por los pasillos del Hospital de Clínicas, ya en la etapa de las prácticas. “Hace un rato terminamos una clase en la que no teníamos vendas”, dice Clarisa. Su compañera agrega: “El otro día, en un práctico, nos faltaba vaselina para curar las úlceras; sí, vaselina, probablemente el producto más básico y barato que se necesita”.

Alrededor de ellas hay una multitud, con ansias de visibilizar la gravedad de la situación.

Clarisa, Caetana y la marea contra el ajuste / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

“Estamos funcionando al 30%”, comparte Marta, médica desde hace 38 años en el Clínicas.

“Los pacientes se están quedando sin comida”, cuenta Susana, auditora. 

“Soy empleado de limpieza del hospital, monotributista, trabajo cinco días por semana, siete horas por día y mi sueldo no supera los 150 mil pesos”, confiesa Diego Ruiz.

“Ya debimos reducir las cirugías y no atender a algunos pacientes”, expresa Marcelo Romo, el director del Hospital de Clínicas.

“Estamos económicamente por debajo de un 80% sobre el presupuesto que deberíamos tener. Cada 10 pesos del año pasado, hoy tenemos 2”, precisa Ricardo Gelpi, rector de la Universidad de Buenos Aires.

Un abrazo contra la motosierra

Susana Dionisio, y la esperanza que genera el juntarse / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Tiempos de abrazos

“La biblioteca destinada a la educación universal es más poderosa que nuestro ejército”. José de San Martín.

Al libertador de la patria se lo homenajea con su nombre en calles y avenidas; clubes deportivos, teatros y centros culturales; plazas y parques; hospitales y universidades.

Y también en un hospital-escuela: el Hospital de Clínicas José de San Martín, dependiente de la Universidad de Buenos Aires y dedicado a tres ejes clave para el desarrollo de cualquier sociedad: la asistencia, la docencia y la investigación.

Son tiempos de clases abiertas; de paros y movilizaciones; de una marcha nacional universitaria a realizarse el próximo martes 23 de abril. Son tiempos de contar en cuántos meses y en cuántos días las universidades se quedarían sin presupuesto hasta cerrar sus puertas.

Son tiempos de abrazos.

Uno de ellos se forma con un montón de brazos, este jueves por la mañana, en la puerta del Hospital de Clínicas. Médicos, docentes y no docentes, estudiantes, profesores, le brindan un espaldarazo simbólico al Hospital de Clínicas, ubicado en el límite de los barrios porteños de Recoleta y Balvanera. Sobre la Avenida Córdoba, miles de personas se reúnen en la puerta principal para reclamar por el recorte presupuestario en todas las universidades del país, y en particular de las universidades escuelas.

Hay equipo en el Hospital de Clínicas /Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Los cuerpos aplauden. Están vestidos con guardapolvo blanco; con ambos celestes y azules; con chaquetas bordós y verdes. De fondo, un telón negro enorme sirve de súplica para estos momentos. Es un ruego a la sociedad toda; y una exigencia, también, puertas adentro: “Defendamos la UBA”. Delante de la banderota se sostienen grandes letras blancas, hechas con cartulina, a mano, a pulmón, a necesidad de que el reclamo se vea un poco más. “La salud se defiende”, se lee, mientras se canta al unísono: “No se vende, la patria no se vende”. Minutos después, se cambia sólo una palabra: “No se vende, la UBA no se vende”.

Pero la realidad no parece indicar lo mismo. 

Problemas de fondos

Luego del abrazo, se rodea al hospital y en otra de las puertas de la institución, sobre la calle Paraguay, se lleva a cabo una conferencia de prensa. Marcelo Romo, el director del Hospital de Clínicas, va al hueso: “Ya tuvimos que optimizar los recursos, que son insuficientes; no podemos comprar insumos, ni hacer transferencias porque no hay licitaciones de presupuesto que avalen las compras. Mientras, tenemos un montón de pacientes internados”. Sigue: “Es muy difícil no usar la luz en un hospital; no usar los ascensores cuando los pacientes necesitan usarlo… Lo mismo pasa con la calefacción. El año pasado estábamos orgullosos de haber comprado y cambiado la caldera, y este año no sabemos si va a funcionar, porque el modo de ahorro va a estar en el gas, en la luz, en todo”.

Le cambia la cara. Se tensa, aún más. “Poner a un hospital en modo ahorro es una agresión al médico. Es muy difícil mi lugar, el tener que decirle a mis colegas si pueden atender o no a alguien. No estamos haciendo una buena medicina con estas cosas”.

Un abrazo contra la motosierra

Marcelo Romo y Ricargo Gelpi en conferencia de prensa /Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

A su lado está el rector de la UBA, Ricardo Gelpi, acompañado por el Secretario de Hacienda Matías Ruiz. Juntos, definen lo terrible: “La UBA tiene dos partes principales en las que se divide el presupuesto. Una es la salarial, que consume entre el 85% y el 90%; y después está el gasto de funcionamiento, que consume entre el 10 y el 15%”. Desmenuzan: “En lo salarial hubo un recorte en términos reales ajustado por inflación del 35%, lo que significa que si en noviembre un docente o un trabajador cobraba 100 pesos, hoy cobra 65”. 

Sobre los gastos para el funcionamiento: “Lo dividimos en salud y en educación. En educación este año las partidas arrancaron congeladas al presupuesto del año 2023; hubo una actualización parcial del 70% desde marzo; pero en términos interanuales eso significa un 58% de actualización, comparado con una inflación de casi un 300% interanual. Por el lado de la salud, empezamos el año sin presupuesto, ya que la partida devengada del año 2023 no había sido asignada hasta esta semana”.

Tomar la calle en defensa propia / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Peligro de cierre

¿La partida ya firmada –pero aún no depositada–, es un remedio? “No, para los hospitales universitarios será de la misma magnitud nominal del año pasado. O sea, no es una actualización, ni un incremento”. Subraya el rector: “Estas partidas no están ajustadas por inflación, lo que significa que sólo podrán estirar un tiempo esta situación, pero estamos lejos de estar conformes. Si se mantiene esa partida, podremos funcionar como venimos dos o tres meses más. Y después, así las cosas, la UBA cierra, porque si no hay plata, no hay plata”.

El Secretario de Hacienda suma un dato, que agudiza el cuadro: “El pago de la energía eléctrica en el último año se multiplicó por siete. Y si comparamos con febrero de este año, sólo los últimos dos meses, se multiplicó por cuatro”. Y ejemplifica con una cuenta que no cierra: “El crecimiento del gasto, sumado a las partidas congeladas, hace que crezca más rápido el gasto que tenemos la universidades y empeorando cada vez más el funcionamiento”. 

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La educación, la salud y la ciencia, en juego; en venta / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

“El mal funcionamiento es de hace años”

La falta de recursos no empezó en la era Milei. Marta, médica desde hace 38 abriles, describe: “El mal funcionamiento viene de años, como consecuencia de malas administraciones anteriores. Y ahora, este recorte presupuestario es el tiro de gracia”. ¿En qué se venía mal? “De 12 quirófanos funcionan 5 y hay numerosas salas cerradas; cada vez se va achicando más la estructura, deteriorando y no hay presupuesto para mantenerlo”. 

Clarisa, alumna, añade: “El edificio tiene un montón de falencias, es muchísima la cantidad de arreglos que harían falta y esto viene desde hace años. Con este recorte, el único futuro que veo es que se caigan las paredes… Me da mucho miedo e impotencia”.

Florencia trabaja hace 10 años y el amor que siente por la entidad viene de familia: “Mi mamá trabajó ahí; mis dos hijos fueron a ese jardín; le salvaron la vida dos veces a mi mejor amiga; curaron a mi papá, a mi abuela”.

Admite que el hospital “siempre tuvo pocos recursos; siempre hubo carencia de insumos”. Profundiza: “La situación no viene bien hace mucho; las personas que deben hacer el presupuesto no valoran la calidad humana ni la cantidad de atenciones que se realizan por día. El hospital siempre tuvo lo básico, y en muchas oportunidades debimos conseguir insumos por fuera, siempre tardó en llegar el material que se necesitaba”.

Carteles, ruido, sonrisas: estrategias contra el recorte / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Orgullo nacional 

El Hospital de Clínicas es considerado uno de los hospitales más importantes de la Argentina y de América Latina. Se fundó en 1881 y allí se realizaron varios procedimientos por primera vez. Algunos hitos que nacieron entre sus paredes que hoy yacen descascaradas: la aplicación de la insulina, el cateterismo cardíaco, las residencias médicas, las punciones de riñón, las operaciones filmadas. Dice la médica y hoy auditora Susana Dionisio: “En este hospital se formaron la mayor parte de los médicos de renombre que hay en toda la medicina prepaga”. Suma otro caso testigo: “Hay que acordarse de acontecimientos como el de la AMIA, cuando fue el atentado fue este hospital el que recibió a la mayoría de los heridos, y fue gracias a este hospital que se salvó a muchísima gente. Entonces, podés hacer un comité de crisis, pero si al mismo tiempo desfinanciás a la educación, está muy mal. El presidente se merece un juicio político y la oposición tiene que pararse y ser una oposición real, sino perdemos la democracia”.

Marta Cora Eliseht es médica de obstetricia del hospital de Clínicas y docente de la Facultad de Medicina. “El Clínicas es fundamental, un orgullo nacional; no sólo cumple funciones asistenciales, sino también de docencia en áreas de pregrado y postgrado; esta es la sede de infinidad de carreras. Somos especialistas en obstetricia y atendemos muchos embarazos de alto riesgo, casos que no se atienden en otros lados”. 

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Marta es médica en el Clínicas desde hace 38 años /Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

En el hospital trabajan más de 3.200 empleados y se atienden alrededor de 365 mil personas al año. En lo educacional, cursan por año cerca de 1500 alumnos. “Hay cinco cátedras y estudiamos 300 personas promedio en cada una. Este es el hospital escuela más grande del país”, explican Clarisa y Caetana, estudiantes de medicina. 

Las palabras de Sofía, que integra la comisión interna, laten: “El Hospital Escuela literalmente es el corazón de la UBA, donde se retroalimentan la ciencia, la investigación, la educación, pero sobre todas las cosas la salud pública, con todo lo que conlleva ese concepto de gratuidad e inclusión. Queremos seguir brindando la atención de calidad a los y las pacientes, pero sobre todas las cosas contar con un financiamiento que nos permita que nuestra casa, como así consideramos al hospital, siga funcionando. No queremos tener el privilegio de pisar la UBA, sino el derecho de seguir en ella”.

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Una que pedimos (casi) todxs /Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Un dolor inenarrable

El hit se vuelve a cambiar: “Universidad de los trabajadores, y al que no le gusta se jode se jode”, se vocifera con angustia y con firmeza, en un clamor popular que hiela la sangre. Las y los laburantes le dan magnitud al problema. La obstetra Marta Cora Eliseht dice: “En el sector no tenemos espéculos, vidrios para hacer papanicolaou, guantes, gasas, algodón, lo básico. Los profesionales de la salud estamos intentando conseguir donaciones de entidades privadas para suplir las faltas”. Sintetiza: “Estamos sufriendo un ataque artero a la universidad pública”.

Susana Dionisio es médica desde hace 49 años. Quince los trabajó en el Clínicas, donde ahora es auditora. “Sentimos un dolor que no se puede narrar. Los pacientes se están quedando sin comida y solidariamente se intenta ayudar entre sindicatos, médicos y administrativos, pero los insumos médicos no los podemos comprar. Ya se está cortando la luz a cierta hora, no se puede creer”. 

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La potencia de Elsa Carrizo, la potencia de lo colectivo /Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Elsa Carrizo es delegada general de la comisión interna del Hospital de Clínicas. Tiene puesto un guardapolvo blanco, que lleva el logo de la institución. Se lee: “Fundado en 1881”. Dice: “Trabajamos con obras sociales, pero es impresionante la cantidad de gente sin obra social que viene, alcanza con ver las colas que se forman a la mañana. Ya no tenemos insumos ni para el mantenimiento, ¿con qué vamos a limpiar? Hay un combo de muchísimas necesidades en el hospital”.

“Últimamente no nos estuvieron entregando secadores”, detalla Diego Ruiz, empleado de maestranza. Cobra menos de 150 mil pesos por mes y sólo el monotributo para facturar (no está en planta permanente) le cuesta alrededor de 18 mil. “Estamos en una situación de mierda, personalmente para mí es imposible llegar a fin de mes”.

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Diego cobra menos de 150$ por mes. Y no es una joda / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Tomás trabaja en el área de personal hace 5 años y es delegado de la comisión interna. “No hay paritarias y los sueldos quedan muy bajos. Tenemos poco más de 300 contratos que salen del bolsillo del hospital y son los que más corren peligro. Estamos hace un par de meses sin aumento y no hay respuesta del gobierno ni comunicación. Estamos estancados, no da para más”.

Carolina Nadal es empleada desde hace 30 años. Hoy es la jefa del departamento de Trabajo Social. “El presupuesto que se está ejecutando es el del año pasado y esto es inviable en términos de sostenimiento, de todo lo que se necesita para que funcione el hospital de manera integral. El gobierno va a tener que responder de una manera diferente a la que está respondiendo ahora. Siento mucha bronca e indignación, pero al mismo tiempo tengo la esperanza de que en las calles, con la resistencia, haya otro desenlace que no sea cerrar las puertas”.

“Cuando la patria está en peligro, todo está permitido, excepto no defenderla”.

José de San Martín.

Clases abiertas, presupuestos cerrados / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

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Gabriel García Márquez: periodismo, ambiente, el nudo de la soledad, y las victorias sobre la muerte

Gabriel García Márquez había abierto mis ojos, neuronas y corazón sin proponérselo con sus libros y sus artículos, pero cuando por una carambola yo estaba por cumplir una especie de sueño despabilado, el de poder entrevistarlo ahí, en Cartagena de Indias, hace exactamente 30 años, me dijo: -No estoy aceptando entrevistas, porque debo escribir. Pero además, me duele una muela.

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Una muela, zapatos blancos y un charco. Un edificio llamado Máquina de escribir. Flores amarillas frente al mar, un dibujo de puño y letra. Lo narco las drogas. Su paso por Buenos Aires y la señora que venía de la verdulería. La memoria, lo real, las mujeres, el ambiente, el fin de la humanidad. El Nobel, los diluvios, las pestes, las guerras eternas. Las respuestas de la vida frente a los sordos poderes de la muerte. La cordialidad, la generosidad, el humor. Hace diez años murió Gabriel García Márquez, dicen. Lavaca publicó esta nota -estos recuerdos- aquel día, cuando se conoció la última noticia sobre ese escritor que nunca dejó de sentirse cronista, y decía que el periodismo es el mejor oficio del mundo.

Texto: Sergio Ciancaglini, lavaca.org
El señor Gabriel García Márquez había abierto mis ojos, neuronas y corazón sin proponérselo con sus libros y sus artículos, pero cuando por una carambola yo estaba por cumplir una especie de sueño despabilado, el de poder entrevistarlo ahí, en Cartagena de Indias, hace exactamente 30 años, me dijo:
-No estoy aceptando entrevistas, porque debo escribir. Pero además, me duele una muela.

Yo sabía que García Márquez había rechazado contactos con un enviado de Times, con periodistas de la televisión japonesa, y con suecos indescifrables. Un humilde cronista argentino quedaba naturalmente fuera de juego. Le respondí que lo compadecía, y que frente a un dolor de muelas no había argumento, clemencia, ni ruego que esgrimir de mi parte. Cuando me estaba despidiendo desolado, me detuvo:
-Pero a las 3 de la tarde puede ser. Voy antes al dentista, a ver si lo soluciona.
Esa historia revolotea en mi cabeza desde hoy, cuando estaba con Osvaldo Bayer grabando el programa de radio Decí Mu, y nos interrumpió el teléfono. Osvaldo atendió, dio media vuelta, anunció: “Murió García Márquez”, y me dejó alborotados los ojos, las neuronas y el corazón.
Revolotea la historia porque aquella tarde me encontré con un escritor que cambió la historia de la literatura, que había ganado el Nobel, pero que fue capaz de decirme: “Todo eso está muy bien, pero yo me siento periodista”. Quisiera contar lo que aún no he olvidado de aquel encuentro para mí inolvidable.
García Márquez volvió efectivamente a las 3 de la tarde, bajó de su Mercedes, y miró preocupado el charco oceánico que un aguacero de Cartagena de Indias, Colombia, le había instalado en la playa de estacionamiento. Llevaba zapatos blancos, pantalones blancos y guayabera blanca, como cantante de sábado televisivo. Cruzó el charco apoyándose en los tacos. Al llegar a la otra orilla nos dijo “pasen por favor” a mí y al fotógrafo, enviados por una de las autodenominadas “revistas de actualidad” a cubrir las noticias sobre un asunto entonces llamativo, letal para los colombianos e incomprensible para nosotros: el narcotráfico.
No existían los celulares ni Internet, o sea que todo esto se ubica en la prehistoria de 1984, con la carambola de estar en el charco correcto, y de que un dentista providencial había rescatado del dolor a su paciente. García Márquez nos hizo subir. El edificio tenía balcones escalonados hacia la playa: lo llamaban Máquina de escribir. El departamento tenía dos ambientes, con vista al mar, una verdadera máquina de escribir (¿Olivetti, Remington, dónde estará la revista donde publiqué la nota?). El escritorio miraba al mar. Y había flores amarillas que siempre conviene tener a mano, explicó, para ahuyentar a la mala suerte.
Me planteó que no aceptaba hablar si lo grababa o si tomaba notas. Me dijo algo más o menos así: “No me gustan los grabadores, prefiero que conversemos con libertad, y que todo dependa de tu atención. Luego tú escribirás lo que te parezca, y eso es un beneficio para mí: los periodistas me mejoran. La memoria mejora a la realidad”.

Gabo en Argentina
La publicación original de Cien años de soledad ocurrió en Argentina gracias a una editorial llamada Sudamericana, que ya no existe. Fue en mayo de 1967, plena dictadura de Juan Carlos Onganía, y el lanzamiento fue acompañado por una entrevista realizada por Ernesto Schóo, editada por Tomás Eloy Martínez y publicada en tapa por la revista Primera Plana que dirigía Jacobo Timerman.
García Márquez me contó que el éxito del libro fue inmediato. “Ahí, en Buenos Aires, empezó todo”, me dijo. Sudamericana había dispuesto editar 5.000 ejemplares, lo que para Gabo era un despropósito y el augurio de un fracaso para el libro de un desconocido escritor colombiano. Pero esa primera edición se vendió en 15 días, y la segunda fue de 10.000 ejemplares. En junio Gabo llegó a Buenos Aires. Me contó que viajó con Mercedes Barcha, su esposa: “Estábamos en un café y vimos pasar a una mujer que llevaba la bolsa de sus compras, con lechugas y tomates y Cien años de soledad”. La pareja fue al Instituto Di Tella a ver una obra de Griselda Gambaro, y el público los ovacionó de pie. Mientras él me lo contaba, todavía asombrado, yo recordaba que eran tiempos de The Beatles, revolución cubana, hippies, peronismo clandestino, rebeliones nacientes y todos los embriones de cambio, desventuras y utopías que se desplegarían en los años siguientes.
Cien años de soledad fue el libro de la época, y de varias generaciones. Tengo las dos ediciones que mis padres compraron para poder leerlo en simultáneo. Macondo era una patria. Entre la feria y la intelectualidad, miles de libros seguían vendiéndose y además se exportaban. El éxito se contagió en Europa, esto avivó el interés por otros autores (Juan Rulfo, Mario Vargas Llosa) y estalló el llamado boom de la literatura latinoamericana. “Buenos Aires fue generosa conmigo. Nunca volví. No sé por qué. Tal vez por una superstición: a un lugar donde todo fue tan perfecto, quizás convenga no volver” me dijo, o creo que me dijo, mirando el Caribe.

Periodismo, droga y entusiasmo
Aquel día de 1984 García Márquez me contó una novela que estaba intentando escribir. No tenía título. Al año siguiente la reconocí ya publicada: me había anticipado El amor en los tiempos del cólera. Pero me dijo que pese a todo se seguía sintiendo fundamentalmente un periodista. “Escribo literatura como periodismo, con método. Todos los días intento tener dos páginas listas” me dijo sobre algo que hoy habría que traducir a unos 5.000 caracteres. “Tienen que estar impecables, sin tachaduras. Y tengo un truco: siempre dejo escrito el comienzo de lo que pienso escribir al día siguiente, para que me resulte más fácil comenzar”. Pero varias veces explicó esa idea de no diferenciar ambos oficios. “La crónica es como un cuento o una novela sobre algo real”. Algo más: “Tanto en la literatura como en el periodismo hay que ganarse al lector, capturarle el interés para que se quede leyendo”.
Planteó una teoría sobre las redacciones de periódicos y revistas: para él están puestas de cabeza, invertidas. El staff de las publicaciones ubica en el rol principal a directores y jefes que engordan junto a un escritorio y editorialistas que monologan desde su propia jaula.
“Pero ese esquema debería ser exactamente a la inversa. Los cronistas son quienes cumplen la labor principal porque son los que están afuera, donde las cosas ocurren”. En vista del contexto colombiano le pregunté si alguna vez se había drogado para escribir y me contestó: “No me hace falta. Yo nací drogado”.
Un detalle: fue la única vez en mi vida que pedí un autógrafo. En Cartagena sólo conseguí un ejemplar de El coronel no tiene quien le escriba. Le expliqué que no era para mí sino para mi novia. “¿Se llama la señorita?” Se lo dije. Dibujó un tallo, cinco pétalos, y escribió: “Para Claudia, con una flor. Gabo 84”.

Gabriel García Márquez: periodismo, ambiente, el nudo de la soledad, y las victorias sobre la muerte

Aquel día, además, me regaló los seis tomos de su obra periodística, publicados por la editorial Oveja Negra. Y organizó todo para que, una vez en Bogotá, un auto con su chofer fuera a buscarnos al hotel para llevarnos al aeropuerto. “Así van más tranquilos” dijo, y nunca supe si se le había cruzado alguna sombra para disponer ese viaje. Nunca pude evitar recordarlo como una persona amable, entusiasta, alegre, generosa.
Con el tiempo entendí que esa cordialidad, ese entusiasmo, ese interés por el otro, era un modo ético y hasta político de pararse frente a la vida.

Ideas
En sus obras periodísticas pude leer las primeras crónicas que publicó en El Universal, de mayo de 1948, cuando era un chiquilín de 21 años. La primera celebra que se suspendió el toque de queda militar, al que define como símbolo de una decadencia. “Con este mundo materializado donde los peces de colores tienen que abrirle agua a los submarinos, con esta civilización de pólvora y clarines, ¿cómo se nos puede pedir que seamos hombres de buena voluntad?” y plantea que quizás ahora la gente pueda ir a dormir mansamente “antes de que los relojes doblen la esquina de la medianoche”. Luego escribe sobre indios, negras, retratos de la ciudad y de la época. Escribió sobre cine, sobre deportes, sobre todo. La pasión por conocer y por contar lo que el mundo estaba desplegando ante sus ojos.
A fines de los 50 García Márquez participó en Cuba con los argentinos Jorge Massetti, Rodolfo Walsh y Rogelio García Lupo en los primeros pasos de Prensa Latina, idea que puso en marcha Ernesto Guevara, hasta que el lado soviético de la vida isleña desplazó a este elenco por otro más dócil.
García Márquez nunca perdió la afinidad con el propio Fidel Castro. El director argentino Eduardo Mignogna contaba que cierta vez, invitado a La Habana, estaba comiendo con García Márquez cuando el propio Fidel cayó de improviso y comenzó a hablar con sabiduría de crítico sobre la historia del cine argentino, mientras Gabo se quedaba irremediablemente dormido en un rincón. Pero más allá del sueño o de los discursos de Fidel, García Márquez se plantó en defensa de Cuba como una cuestión cultural y estratégica frente a los Estados Unidos y la densa idea de controlar vida y obra del resto del continente.

Las ventajas de la vida
Cuando me contó la noticia, le pregunté al propio Osvaldo Bayer sobre Gabo: “Tenía mi edad, pero yo aprendí de él. Es el mejor escritor que ha tenido Latinoamérica. Aprendí con él a amar la literatura, ver las cosas que se pueden hacer y crear. Para mí fue un hombre que luchó por la libertad, o sea un libertario, y cumplió la misión que tiene un intelectual: escribir para todos, para mejorar la sociedad, y para seguir soñando”.
De todas las ideas y escritos de Gabo, frecuentemente abominados por las academias, no resulta demasiado conocida su exposición al recibir el Nobel de Literatura en 1982, llamado La soledad de América Latina, que resulta un manifiesto por la descolonialidad, para usar términos actuales. “La independencia del dominio español no nos puso a salvo de la demencia” dijo ante la academia sueca. Repasa los golpes de Estado, crímenes y matanzas ocurridos en el continente. “Me atrevo a pensar que es esta realidad descomunal, y no sólo su expresión literaria, la que este año ha merecido la atención de la Academia Sueca de la Letras. Una realidad que no es la del papel, sino que vive con nosotros y determina cada instante de nuestras incontables muertes cotidianas, y que sustenta un manantial de creación insaciable, pleno de desdicha y de belleza, del cual éste colombiano errante y nostálgico no es más que una cifra más señalada por la suerte. Poetas y mendigos, músicos y profetas, guerreros y malandrines, todas las criaturas de aquella realidad desaforada hemos tenido que pedirle muy poco a la imaginación, porque el desafío mayor para nosotros ha sido la insuficiencia de los recursos convencionales para hacer creíble nuestra vida. Este es, amigos, el nudo de nuestra soledad”.
Al recibir el Nobel de Literatura, García Márquez hacía periodismo sobre la realidad del continente, incluyendo la situación argentina: “Ha habido 5 guerras y 17 golpes de estado, y surgió un dictador luciferino que en el nombre de Dios lleva a cabo el primer etnocidio de América Latina en nuestro tiempo. Mientras tanto, 20 millones de niños latinoamericanos morían antes de cumplir dos años, que son más de cuantos han nacido en Europa desde 1970. Los desaparecidos por motivos de la represión son casi 120 mil, que es como si hoy no se supiera donde están todos los habitantes de la cuidad de Upsala. Numerosas mujeres encintas fueron arrestadas dieron a luz en cárceles argentinas, pero aun se ignora el paradero y la identidad de sus hijos, que fueron dados en adopción clandestina o internados en orfanatos por las autoridades militares. Por no querer que las cosas siguieran así han muerto cerca de 200 mil mujeres y hombres en todo el continente, y más de 100 mil perecieron en tres pequeños y voluntariosos países de la América Central, Nicaragua, El Salvador y Guatemala. Si esto fuera en los Estados Unidos, la cifra proporcional sería de un millón 600 muertes violentas en cuatro años”.
Otro concepto: “La interpretación de nuestra realidad con esquemas ajenos sólo contribuye a hacernos cada vez más desconocidos, cada vez menos libres, cada vez más solitarios”.
Y otro: “Sin embargo, frente a la opresión, el saqueo y el abandono, nuestra respuesta es la vida. Ni los diluvios ni las pestes, ni las hambrunas ni los cataclismos, ni siquiera las guerras eternas a través de los siglos y los siglos han conseguido reducir la ventaja tenaz de la vida sobre la muerte”.
Se preguntó por qué le habrían dado a él semejante distinción, y postuló que se trató de un homenaje a la poesía: “En cada línea que escribo trato siempre, con mayor o menor fortuna, de invocar los espíritus esquivos de la poesía, y trato de dejar en cada palabra el testimonio de mi devoción por sus virtudes de adivinación, y por su permanente victoria contra los sordos poderes de la muerte”.

Mujeres, aborto y ambiente
Cuando le preguntaron sobre las prioridades de la humanidad para las próximas décadas, propuso que las mujeres asuman el manejo del mundo. “Alguien dijo: ‘si los hombres pudieran embarazarse, el aborto sería casi un sacramento’. Ese aforismo genial revela toda una moral, y es esa moral lo que tenemos que invertir. Sería, por primera vez en la historia, una mutación esencial del género humano, que haga prevalecer el sentido común –que los hombres hemos menospreciado y ridiculizado con el nombre de intuición femenina- sobre la razón –que es el comodín con que los hombres hemos legitimado nuestras ideologías, casi todas absurdas o abominables”.
Y luego plantea: “La humanidad está condenada a desaparecer en el siglo XXI por la degradación del medio ambiente. El poder masculino ha demostrado que no podrá impedirlo por su incapacidad de sobreponerse a sus intereses. Para la mujer, en cambio, la preservación del medio ambiente es una vocación genética. Es apenas un ejemplo. Pero aunque sólo fuera por eso la inversión de poderes es de vida o muerte”.
Son solo ideas sueltas para pensar, discutir, y leer, ahora que el reloj dobló no sé qué esquina, tras la malparida noticia sobre la muerte de Gabriel José de la Concordia García Márquez, hace unas cuantas horas de soledad.  

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Nota

La Ronda en la mirada de Lucía Prieto

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Sexta entrega del registro colaborativo de la ronda de las Madres de Plaza de Mayo, realizada por la fotógrafa Lucía Prieto. Toda la producción será entregada a ambas organizaciones de Madres y al Archivo Histórico Nacional. Invitamos a quienes tengan registros de las rondas realizadas estos 40 años a que los envíen por mail a [email protected] para sumarlos a estos archivos. Esta iniciativa es totalmente autogestiva.

Cuando Alejandra López y Claudia Acuña me propusieron hacer este registro pensé  en el concepto de ronda, en la perfección del circulo, en lo mandálico de la continuidad, que no se distingue dónde termina y dónde comienza otra vez. Pensé en los jueves a lo largo de los años, en lo infinito, en la necesidad de lo grupal para que su movimiento sea fluido, en la potencia de lo colectivo. Las madres convirtieron la orden de circular en una astuta rebeldía infinita, que como todo lo que conlleva movimiento, es también transformadora. 

Fue, entonces, la idea de continuidad y de legado la que me hizo construir mi relato en el diálogo entre la juventud y las madres.

Entre esxs jóvenes están NIETES que así ,en inclusivo, se definen cómo la tercera generación en lucha: “Somos nietes de los 70 e hijes de la lucha de los 90“. Nacieron desde la necesidad de mantener viva la memoria y como las madres, entendieron que la fuerza de la resistencia reside en lo colectivo.

La Ronda en la mirada de Lucía Prieto

Sobre Lucía Prieto

Nací en 1984 en la ciudad de Buenos Aires, pero crecí y me crié en el Oeste del conurbano

bonaerense. Desde 2004 resido y trabajo en CABA. Me dedico a la fotografía hace más de 12

años y, aunque mi formación fue primariamente autodidacta, tuve la suerte de encontrarme con muchxs  maestrxs en el camino. Mis ejes de trabajo y mis intereses se centran en los feminismos, los derechos humanos y las problemáticas socioambientales.

La Ronda en la mirada de Lucía Prieto
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LA NUEVA MU. La vanguardia

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