Sigamos en contacto

CABA

Práctica de vida: Los campamentos sanitarios de la Facultad de Rosario

Publicada

el

Con poquito aportás muchísimo ¡Sumate!

Hace casi diez años es la instancia de graduación de estudiantes de Medicina. Relevaron 38 territorios, encuestaron más de 120 mil vecines y participaron unos 5.000 graduades. Hoy la práctica está en duda por la asunción de nuevas autoridades. Qué peligra: del alerta por las fumigaciones con agrotóxicos a la construcción comunitaria de la salud. Por Lucas Pedulla
La trampa está en la hache.
La aclaración tiene sentido porque, al pronunciarlo, el nombre de John Snow no remite al padre de la epidemiología moderna, sino al personaje de Game of Thrones. Allí, Jon Snow es el hijo bastardo de la Casa Stark, el lugar donde habitan los parias de ese mundo fantástico -o no tanto-, tierras heladas que separan las fronteras del “mundo civilizado” de las habitadas por los salvajes y la muerte.
Pero John Snow (con hache) es considerado el padre de la epidemiología moderna porque, entre otras cosas, en 1854 demostró que la epidemia de cólera en Londres era causada por el consumo de aguas contaminadas por materias fecales. “Nadie sabía qué era el cólera, porque el virus se aísla recién ese año en Italia, y no había WhatsApp para estar informados”, explica el médico Damián Verzeñassi, director del Instituto de Salud Socio Ambiental (ISSA) y uno de los creadores de los Campamentos Sanitarios, un dispositivo de relevamiento realizado por estudiantes como práctica final de sus estudios de la carrera de Medicina en la Facultad de Ciencias Médicas de Rosario, en los que descubrieron patologías y enfermedades asociadas a la cercanía de territorios expuestos a los agroquímicos y a los efectos del modelo agroindustrial. La continuidad de los campamentos hoy esta en duda debido a la asunción de nuevas autoridades en la Facultad, que no sólo apartaron a Verzeñassi como responsable académico de la Práctica Final sino que no dieron respuestas sobre qué pasará con este proyecto y hasta lo describieron como un “costo” para la Universidad.
Verzeñassi cuenta que el médico Snow desplegó un mapa de Londres y dibujó puntos negros en las casas de las personas que morían de cólera. “Así ve que la expansión de la epidemia seguía la misma línea que la cañería de agua de la ciudad. Y dice: ‘No sé qué hay, pero lo que está enfermando a la gente, sale de este pozo. Hay que cerrarlo’”.
¿Qué respondieron las autoridades?
Verzeñassi dice: “John Snow no solo no fue prendido fuego, ni tampoco obligado a presentar estudios de laboratorios, sino que por las dudas le hicieron caso y cerraron el pozo. Conclusión: se terminó el cólera en Londres. 150 años después nuestras autoridades están peor para tomar decisiones. ¿Por qué? El desarrollo de la ciencia ha servido no para acelerar el tiempo de cierre de la bomba, sino para prolongarlo. Cuando lo designan padre de la epidemiología moderna por el estudio de georreferenciamiento, ese es el camino a seguir. Pero cuando las Madres de Ituzaingo Anexo, en Córdoba, presentan su famoso censo de cáncer del barrio, las autoridades las tratan de locas”.
Junto con las asambleas de todo el país, los Campamentos Sanitarios se convirtieron en el mecanismo que habilitó dar vuelta el debate: la batalla principal, como en la serie, es de un modelo de vida contra otro de muerte.

La ciencia bastarda

El nacimiento de los Campamentos Sanitarios está contado en la edicción 77 de MU (Hechos Pelota). Fue la propuesta después de que designaran a Verzeñassi como responsable académico de la Práctica Final, el ciclo con el que se recibían las futuras camadas de profesionales: el equipo entendió que si el último año equivale al 30% de la carrera en carga horaria, y la mayoría es práctica, les alumnes debían pasar por una instancia de esfuerzo colectivo a través de una experiencia que vinculara al estudiante y a la universidad con la comunidad, en una evaluación integradora.
Los acusaron de querer transformar la graduación en una “orgía colectiva” y en un “campamento de gitanos”. También los estudiantes: no querían recibirse durmiendo cinco días en el piso de un galpón de una comunidad que no conocían. Casi diez años después de que la UNR aprobara la modalidad, la realidad es otra: el equipo lleva realizados 38 campamentos, más de 120 mil vecinos encuestados y al menos 5.000 estudiantes graduados, que hoy forman parte del armado de la práctica.
Los realizan en pueblos de no más de 10 mil habitantes, con encuestas hechas por grupos de entre 50 y 120 estudiantes a partir de diversas metodologías. Hay excepciones, como fue el caso de San Salvador, en Entre Ríos: hicieron un relevamiento epidemiológico con metodología de muestreo aleatorio para cubrir un municipio de 14 mil habitantes. Como en muchos pueblos, acudieron por la petición de la Municipalidad, alertada por las denuncias de los vecinos de casos de cáncer. (MU 75). El estudio les dio la razón: las muertes, las enfermedades y los suelos y arroyos contaminados por plaguicidas alertaban sobre el perfil típico de un pueblo fumigado.
La imagen se repite en los otros 37 campamentos. Ana Zamorano, del equipo: “Las enfermedades se sostuvieron y el modelo de producción creció, pero hay una diferencia: de cuatro años a esta parte la gente ya sabe por qué se enferma. Y te lo dice. Hoy ya no se sienten unos locos que están gritando, pero sí están esperando algún tipo de respuesta. Y no sé si estamos a la altura de las comunidades, pero sí queremos estar presente en esa construcción. Fue un camino de poder entender qué nos está pasando”.
¿Qué nos está pasando?

Construir la trama

El último campamento fue en Villa Elisa, en Entre Ríos: 145 estudiantes realizaron 1.404 encuestas en una cobertura de casi el 70% de las manzanas de la comuna. Los resultados asombraron: además de los casos de cáncer e hipotiroidismo por sobre la media nacional, detectaron muchos casos de depresión y suicidios. “Antes aparecían como percepciones de problemas de salud en la comunidad. Ahora, directamente, como problemas de salud en las casas. Muchos jóvenes”.
El equipo cuenta que en Villa Elisa hubo un boom demográfico: tuvo un siglo para llegar a una población de 10 mil habitantes, pero en los últimos seis años creció más de la mitad. “No me animaría a decir que los problemas son únicamente por una cuestión genética, tampoco a que es por los agrotóxicos o a que perdieron el arraigo a su territorio, pero tampoco me animo a decir que ninguna de estas cosas tiene que ver”.
Sin embargo, la presencia del campamento habilitó una situación particular en la comunidad: los dos clubes de barrio se juntaron después de 20 años de rivalidad para trabajar en conjunto. No solo albergaban a los estudiantes, sino que les hacían de comer. Más de 100 vecinos se juntaron al tercer día a llevarles tortas y comida casera. Y el día de la presentación del informe con los datos preliminares, la ciudad habilitó el camión de bomberos que los acompañó con la sirena encendida en una peregrinación al centro cultural del distrito: “Fue una fiesta, y la gente caminaba con nosotros”.
Frente a un modo de producción que enferma y deprime, ¿qué significan entonces los Campamentos Sanitarios como dispositivo comunitario?
Estamos en un momento histórico donde la construcción de enfermedades es parte de la geopolítica de dominación a nivel mundial. Después de Villa Elisa, pensamos que no podemos agotar la mirada de los Campamentos solo en la evaluación de los estudiantes. En momentos de crisis civilizatoria, quizá la salida sea pensar cómo recuperar la trama para construir salud. Y esto es un ejemplo que lo visibiliza: no habría campamento sin trama previa. Sin entramado entre el cuerpo docente, armándolo; entre cuerpo docente y los estudiantes; entre los estudiantes mismos; entre nosotros con las instituciones sociales; entre esas instituciones y las organizaciones sociales de su territorio. Desde una mirada larga, entender que el Campamento puede ser una parte importante en la reconstrucción de esa trama, redimensiona todo para nosotros. Le da otro sentido. Otro peso. Y nos permite pensar que quizá no se trate de contar cuál es el resultado en términos estadísticos, sino de poder encontrar el hilo con el cual hacer nuestro aporte al tejido de la sociedad que queremos y que necesitamos que haya.
Los campamentos también tuvieron otras repercusiones. En San Antonio de Areco (provincia de Buenos Aires), el Concejo Deliberante prohibió la fumigación aérea en todo el distrito: “Hoy trabaja por la soberanía alimentaria”. En Chabas, al norte de Santa Fe, el intendente electo recibió los resultados del relevamiento que había encargado su predecesor: se encontró de lleno con todas las enfermedades del modelo. “Cambió la lógica de producción del pueblo: por ejemplo, quitó impuestos a quienes decidieran trabajar con la agroecología y armó una feria del pueblo”.
Y se preguntan: “¿Esto fue por los campamentos? No. Pero es un aporte de la universidad. Trabajamos con intendentes de todos los colores. ¿Por qué no estamos en condiciones de pensar proyectos que trasciendan las pequeñeces político partidarias y puedan profundizarse en la construcción colectiva comunitaria?”.

Entrenar la sensibilidad

En este tiempo el equipo también tuvo que sortear algunos obstáculos internos de la facultad. Por ejemplo, a fines de 2016, las oficinas donde guardaban -hasta ese momento- las casi 100 mil encuestas de los campamentos aparecieron encadenadas. Denunciaron persecuciones y hasta los trataran de “ecowarriors”, en un contexto en el que Verzeñassi había sido el único médico latinoamericano en el Tribunal Internacional contra Monsanto en La Haya. También desaparecieron algunos de los cuadros de los campamentos en los pasillos. El fantasma volvió a agitarse este año, cuando el triunfo de un nuevo decano hizo correr el rumor de que iban a remover al equipo de la Práctica Final y de los campamentos. La incertidumbre continuaba hasta el cierre de esta edición cuando le comunicaron a Verzeñassi que, si bien ya no sería el responsable académico de la Práctica, mantendrían la estructura de los Campamentos. “Por lo pronto, sabemos que el campamento previsto para septiembre en Hasenkamp (Entre Ríos) se va a hacer. Después, no tenemos certezas sobre qué va a suceder”. ¿Será el último? Reflexiones: “Hay mucha gente en la universidad trabajando para construir un acercamiento con la comunidad, pero la institución aún no se ha dado ese debate. Perdimos un tiempo simbólico de hacerlo con los 100 años de la Reforma Universitaria y de debatir así qué rol estamos cumpliendo y por qué la universidad está ausente en la discusión de lo que ocurre en la trama de nuestro pueblo. El punto clave es cómo repensar la universidad en contextos de crisis nacional, institucional, de soberanía y social”.
¿Qué pistas nos dejan los Campamentos?
Es un dispositivo que excede lo transdisciplinar y habla de una vinculación interuniversitaria. Trabajamos con equipos de la Universidad Nacional de General Sarmiento para cartografía social; de La Plata para análisis de contaminación de aire y suelo; de la UBA por nutrición; de Córdoba por epidemiología; de Entre Ríos por kinesiología y laboratorio. Y de los Campamentos también aparecen los Congresos de Salud Socioambiental, que en su primera edición tenía como objetivo poner en evidencia el impacto de los agronegocios. En la tercera, fue la cuna del nacimiento de la Unión de Científicos Comprometidos por la Sociedad y Naturaleza en América Latina. Y en la quinta, discutir ciencia digna para la salud de la madre tierra, para interpelar la tecnociencia mercenaria y empezar a plantear la apertura de conceptos que permitan las interconexiones con el espacio en el que uno está. Y poder así sentir que somos una célula de ese cuerpo, y no un quiste.
¿Qué hay más allá de lo que finalmente ocurra con los campamentos?
El punto también pasa por el equipo: trabajamos permanentemente para no perder la sensibilidad. Buscamos visibilizar los problemas, pero sensibilizar a los estudiantes. Y una de las formas de ver la realidad es que vos estés ahí, en el piso de un galpón, viviendo en ese territorio y relacionándote de otro modo. Poner a la facultad en ese lugar. Y eso genera un montón de cosas que no podemos medir en un indicador matemático: desde una alumna con agorafobia que nos agradeció llorando porque en un campamento pasó 4 horas sin esconderse de nadie hasta médicos de Bolivia que vinieron a formarse y van a replicar la experiencia. Eso nos hace pensar cuál es el próximo paso. Lo que vemos siempre es la punta del iceberg, y si no trabajamos la parte de abajo no vamos a generar esa transformación. ¿Cómo pensamos otro dispositivo para trabajar en concreto la base y sin correr el problema por atrás? Ejemplo: la agroecología. Tenemos que romper la lógica de demostrar solo el daño, y construir salud y vida.

CABA

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Publicada

el

Con poquito aportás muchísimo ¡Sumate!

A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.

Por María del Carmen Varela

Fotos Lina Etchesuri para lavaca

Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.

Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.

Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.

Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.

El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.

Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.

Continuará.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Seguir leyendo

CABA

La vida de dos mujeres en la Isla de la Paternal, entre la memoria y la lucha: una obra imperdible

Publicada

el

Con poquito aportás muchísimo ¡Sumate!

Una obra única que recorre el barrio de Paternal a través de postas de memoria, de lucha y en actual riesgo: del Albergue Warnes que soñó Eva Perón, quedó inconcluso y luego se utilizó como centro clandestino de detención; al Siluetazo de los 80´, los restoranes notables, los murales de Maradona y el orfanato Garrigós, del cual las protagonistas son parte. Vanesa Weinberg y Laura Nevole nos llevan de la mano por un mapa que nos hace ver el territorio cotidiano en perspectiva y con arte. Una obra que integra la programación de Paraíso Club.

María del Carmen Varela

Las vías del tren San Martín, la avenida Warnes y las bodegas, el Instituto Garrigós y el cementerio de La Chacarita delimitan una pequeña geografía urbana conocida como La Isla de la Paternal. En este lugar de casas bajas, fábricas activas, otras cerradas o devenidas en sitios culturales sucede un hecho teatral que integra a Casa Gómez —espacio dedicado al arte—con las calles del barrio en una pintoresca caminata: Atlas de un mundo imaginado, obra integrante de la programación de Paraíso Club, que ofrece un estreno cada mes.

Sus protagonistas son Ana y Emilia (Vanesa Weinberg y Laura Nevole) y sus versiones con menos edad son interpretadas por Camila Blander y Valentina Werenkraut. Las hermanas crecieron en este rincón de la ciudad; Ana permaneció allí y Emilia salió al mundo con entusiasmo por conocer otras islas más lejanas. Cuenta el programa de mano que ambas “siempre se sintieron atraídas por esos puntos desperdigados por los mapas, que no se sabe si son manchas o islas”.

La historia

A fines de los ´90, Emilia partió de esta isla sin agua alrededor para conocer otras islas: algunas paradisíacas y calurosas, otras frías y remotas. En su intercambio epistolar, iremos conociendo las aventuras de Emilia en tierras no tan firmes…

Ana responde con las anécdotas de su cotidiano y el relato involucra mucho más que la narrativa puramente barrial.  Se entrecruzan la propia historia, la del barrio, la del país. En la esquina de Baunes y Paz Soldán se encuentra su “barco”, anclado en plena isla, la casa familiar donde se criaron, en la que cada hermana tomó su decisión. Una, la de quedarse, otra la de marcharse: “Quien vive en una isla desea irse y también tiene miedo de salir”.

A dos cuadras de la casa, vemos el predio donde estaba el Albergue Warnes, un edificio de diez pisos que nunca terminó de construirse, para el que Eva Perón había soñado un destino de hospítal de niñxs y cuya enorme estructura inconclusa fue hogar de cientos de familias durante décadas, hasta su demolición en marzo de 1991. Quien escribe, creció en La Isla de La Paternal y vio caer la mole de cemento durante la implosión para la que se utilizó media tonelada de explosivos. Una enorme nube de polvo hizo que el aire se volviera irrespirable por un tiempo considerable para las miles de personas que contemplábamos el monumental estallido.

Emilia recuerda que el Warnes había sido utilizado como lugar de detención y tortura y menciona el Siluetazo, la acción artística iniciada en septiembre de 1983, poco tiempo antes de que finalizara la dictadura y Raúl Alfonsín asumiera la presidencia, que consistía en pintar siluetas de tamaño natural para visibilizar los cuerpos ausentes. El Albergue Warnes formó parte de esa intervención artística exhibida en su fachada. La caminata se detiene en la placita que parece una mini-isla de tamaño irregular, sobre la avenida Warnes frente a las bodegas. La placita a la que mi madre me llevaba casi a diario durante mi infancia, sin sospechar del horror que sucedía a pocos metros.

El siguiente lugar donde recala el grupo de caminantes en una tarde de sábado soleado es el Instituto Crescencia Boado de Garrigós, en Paz Soldán al 5200, que alojaba a niñas huérfanas o con situaciones familiares problemáticas. Las hermanas Ana y Emilia recuerdan a una interna de la que se habían hecho amigas a través de las rejas. “El Garrigós”, como se lo llama en el barrio, fue mucho más que un asilo para niñas. Para muchas, fue su refugio, su hogar. En una nota periodística del portal ANRed —impresa y exhibida en Casa Gómez en el marco de esta obra— las hermanas Sosa, Mónica y Aída, cuentan el rol que el “Garri” tuvo en sus vidas. Vivían con su madre y hermanos en situación de calle hasta que alguien les pasó la información del Consejo de Minoridad y de allí fueron trasladas hasta La Paternal.  Aída: “Pasar de la calle a un lugar limpio, abrigado, con comida todos  los días era impensable. Por un lado, el dolor de haber sido separadas de nuestra madre, pero al mismo tiempo la felicidad de estar en un lugar donde nos sentimos protegidas desde el primer momento”. Mónica afirma: “Somos hijas del Estado” .

De ser un instituto de minoridad, el Garrigós pasó a ser un espacio de promoción de derechos para las infancias dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia de Argentina (SENAF), pero en marzo de este año comenzó su desmantelamiento. Hubo trabajadorxs despedidxs y se sospecha que, dado el resurgimiento inmobiliario del barrio, el predio podría ser vendido al mejor postor.

El grupo continúa la caminata por un espacio libre de edificios. Pasa por la Asociación Vecinal Círculo La Paternal, donde Ana toma clases de salsa.

En la esquina de Bielsa (ex Morlote) y Paz Soldán está la farmacia donde trabajaba Ana. Las persianas bajas y los estantes despojados dan cuenta de que ahí ya no se venden remedios ni se toma la presión. Ana cuenta que post 2001 el local dejó de abrir, ya que la crisis económica provocó que varios locales de la zona se vieran obligados a cerrar sus puertas.

La Paternal, en especial La Isla, se convirtió en refugio de artistas, con una movida cultural y gastronómica creciente. Dejó de ser una zona barrial gris, barata y mal iluminada y desde hace unos años cotiza en alza en el mercado de compra-venta de inmuebles. Hay más color en el barrio, las paredes lucen murales con el rostro de Diego, siempre vistiendo la camiseta roja del Club Argentinos Juniors . Hay locales que mutaron, una pequeña fábrica ahora es cervecería, la carnicería se transformó en  el restaurante de pastas Tita la Vedette, y la que era la casa que alquilaba la familia de mi compañera de escuela primaria Nancy allá por los ´80, ahora es la renovada y coqueta Casa Gómez, desde donde parte la caminata y a donde volveremos después de escuchar los relatos de Ana y Emilia. 

Allí veremos cuatro edificios dibujados en tinta celeste, enmarcados y colgados sobre la pared. El Garrigós, la farmacia, el albergue Warnes y el MN Santa Inés, una antigua panadería que cerró al morir su dueño y que una década más tarde fuera alquilada y reacondicionada por la cheff Jazmín Marturet. El ahora restaurante fue reciente ganador de una estrella Michelín y agota las reservas cada fin de semana.

Lxs caminantes volvemos al lugar del que partimos y las hermanas Ana y Emilia nos dicen adiós.

Y así, quienes durante una hora caminamos juntxs, nos dispersamos, abadonamos La Isla y partimos hacia otras tierras, otros puntos geográficos donde también, como Ana y Emilia, tengamos la posibilidad de reconstruir nuestros propios mapas de vida.

Atlas de un mundo imaginado

Sábados 9 y 16 de agosto, domingos 10 y 17 de agosto. Domingo 14 de septiembre y sábado 20 de septiembre

Casa Gómez, Yeruá 4962, CABA.

Seguir leyendo

Actualidad

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Publicada

el

Con poquito aportás muchísimo ¡Sumate!

Se concretó este martes la marcha de personas con discapacidad y familiares, frente a quienes el gobierno hizo más de lo mismo: envió Policía y Gendarmería a amedrentarlos y amenazarlos, pese a que no estaban siquiera rompiendo el protocolo. Los gendarmes y policías tuvieron así la notable actitud de empujar y agredir a manifestantes con discapacidad que estaban reclamando pacíficamente por la motosierra aplicada a sus tratamientos, lo cual rompe toda frontera de la palabra «vulnerable».

Compartimos aquí la crónica realizada por el diario autogestivo Tiempo Argentino al respecto, reflejo de lo que está ocurriendo en el país.

Por Tiempo Argentino

Fotos: Antonio Becerra.

En protesta por el veto presidencial a la Ley de Emergencia, organizaciones de personas con discapacidad concentraron frente al Congreso, rodeado por policías y gendarmes. El reclamo se multiplicó en distintos puntos del país.

“Vallaron todo, nos rodearon de una manera exagerada. No es una movilización agresiva, nunca lo fue. No era necesaria tanta policía, tanta militarización”, criticaba Fernanda Abalde mientras emprendía la retirada de la masiva concentración frente al Congreso contra el veto de Javier Milei a la Ley de Emergencia en Discapacidad. Coordinadora de un centro de profesionales en neurodesarrollo y hermana de una persona con discapacidad a quien le recortaron las pensiones, sufre en carne propia el ajuste y el maltrato sobre el sector, que afecta tanto a prestadores como familias.

“Hay mucho maltrato del sistema a las familias, no es un sistema accesible. No solo en lo económico, es agresivo. Este año fue terrible. Hasta junio no estaban autorizados tratamientos presentados en noviembre del año pasado, por ejemplo. Siempre hubo un golpe a la discapacidad, pero este año fue muy atípico, recortaron muchos tratamientos, demoraron las autorizaciones, se planchó el nomenclador”, enumeró Abalde, coordinadora de Pulsar NeuroSocial y miembro del colectivo de Prestadores en Unidad CABA y GBA. “Es un sector con mucha demanda y se lo está desmantelando. Hay muchas familias que no pueden costear sus tratamientos”, lamentó en diálogo con Tiempo.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Represión como respuesta

La protesta había comenzado 11.30. Pasado el mediodía la concentración ya era masiva y comenzó el operativo represivo, con un número desproporcionado de efectivos de Policía Federal y Gendarmería que empujaban incluso a grupos de manifestantes entre los que había personas en silla de ruedas que gritaban contra el veto y solo portaban carteles por los derechos de las personas con discapacidad.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

La Ley de Emergencia en Discapacidad busca revertir un panorama que por estos días es desolador. Según un informe reciente de la Red por los Derechos de las Personas con Discapacidad (REDI), la pensión por invalidez laboral está congelada en $217.000 y una maestra de integración en la escuela común cobra solo $3.000 la hora, con una demora de 180 días. Todo esto, mientras se recortaron pensiones por discapacidad y la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS) proyecta recortar otros cientos de miles. Se trata de pensiones de 270 mil pesos, más un bono que lleva el total a poco más de 300 mil.

“Uno va pidiendo ayuda en la familia, se hace lo que se puede. Pero esperemos que este hombre recapacite”, pidió ante las cámaras Olga, una jubilada que marchó ante el Congreso, dirigiéndose a Milei. “Hay remedios que tuve que suspender. Hay muchas cosas que tienen que cambiar en la casa para poder subsistir. Para poder seguir adelante por mi hija”, dijo a C5N.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Un reclamo federal

La masiva protesta frente al Congreso se replicó también en distintos puntos del país. “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”, había anunciado la Asamblea De Trabajadores de Inclusión (ATI) al convocar para este martes a una Jornada Federal por la Ley de Emergencia en Discapacidad.

Córdoba fue escenario de las protestas más concurridas. Desde la Plaza San Martín de Córdoba Capital, Virginia Els –presidenta de la Cámara de Prestadores de Discapacidad de Córdoba (Capredis)- destacó el gran número de familias que se sumó a reclamar, junto a prestadores, transportistas y profesionales. “El veto incrementó el reclamo. Ahora estamos intentando alzar la voz para que los diputados escuchen el reclamo y vuelvan a votar la ley con los dos tercios necesarios para que se sostenga. Fue algo multitudinario, con mucha más participación de familias que antes, resaltó.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Los motivos de protesta son varios, pero todos tienen que ver con frenar el maltrato y el ajuste sobre el sector, ante una política cruel que afecta a todos los actores del circuito. “Reclamamos que se actualicen los aranceles, que se contemplen otros criterios para las auditorías. El tema de las prestaciones está en una etapa crítica: las instituciones están cerrando”, advirtió.

El embate contra el sector es tal que está generando un nivel de unidad inédito: “En Córdoba, prestadores, instituciones, profesionales independientes, familias, personas con discapacidad, estamos todos muy unidos. Estamos todos trabajando a la par. Es algo que nunca había sucedido. Nos unió el espanto”, resumió Els.

Franco Muscio, terapista ocupacional al frente de un centro de día en la zona de Sierras Chicas, se acercó a la capital provincial para participar de la protesta. “El servicio es cada vez más precario, una situación alarmante y angustiante y un Estado nacional que no da respuesta. Este año es imposible sostener las prestaciones. Cada vez hay más recortes. No sé cómo vamos a seguir. Las familias son las más perjudicadas”, sentenció ante las cámaras. “Sin espacios como los nuestros, se pierde calidad de vida. Hace diez años que estoy en esto. Nunca había pasado algo así”.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”
Seguir leyendo

Lo más leido

Anticopyright lavaca. Todas nuestras notas pueden ser reproducidas libremente. Agradecemos la mención de la fuente. ©2025 Agencia lavaca.org. Riobamba 143, Ciudad Autónoma de Buenos Aires - Argentina - Editor responsable: Cooperativa de Trabajo Lavaca ltda. Número de propiedad intelectual: 50682265 - [email protected] | Tel.: +54 9 11 2632-0383

Vistas el día de hoy: 37.032