Nota
Próceras: ¿dónde están las mujeres en la historia argentina?
La obra Próceras de Tamara Goldenberg recorre distintas imágenes de la historia argentina haciendo foco en la presencia y el lugar de la mujer. Desde fotos familiares hasta monumentos y edificios, el recorrido visual visibiliza y cuestiona a quienes escribieron la historia: hombres. Cuál es el poder de la imagen. La diferencia entre pintura fotografía. Y la pregunta que invita a hacernos cargo: ¿Qué imágenes tendrá nuestro presente en un futuro?
El trabajo de Tamara Goldenberg puede ser mirado cómo una pregunta que, más que ir en busca de una respuesta, permite volver a observar lo que nos contaron, lo que ya miramos y lo que todavía no vimos. “Me empecé a cuestionar qué rol ocupaba la mujer en el relato histórico y cuál es el peso de representación, del poder de la imagen, en la construcción histórica”, explica sobre los inicios en el año 2017 de un trabajo que empieza a entenderse ya desde el nombre: Próceras.
Tamara es una joven nacida en 1988 que estudió fotografía en la Escuela de Fotografía Creativa Andy Goldstein, publicidad en la Escuela de Creativos Publicitarios y la Licenciatura de Diseño Gráfico en UCES. Participó de diversas muestras grupales y selecciones. Con Próceras expuso en distintas salas una muestra que enfoca en la presencia de mujeres en la historia argentina y que conecta también con su propia biografía.

«Pequeñas próceras»: niñas disfrazadas para festejos patrios escolares.
Cómo se gestó
Tamara comenzó indagando fotos en su propio álbum familiar; de ahí paso a pinturas históricas a las cuales le fue sacando fotografías con un encuadre distinto, enfocadas en el rol de la mujer en esa imagen. Después se metió de lleno en el Archivo General de la Nación y empezó a trabajar con fotos de archivo de monumentos: ¿había de mujeres? En esa otra instancia frecuentó lugares de poder como la Casa Rosada o el Congreso para ver dónde aparecían ellas. También intervino símbolos y representaciones patrias. “Son muchas cosas sueltas que arman un universo”, explica después del raid.
Una sorpresa: en el techo del salón presidencial se encuentra esta imagen:
Así armó una investigación visual que cuestiona una narración única e inequívoca sobre los hechos de la temprana historia argentina. Y dice: “La historia fue así, no se va a cambiar, pero se puede hacer una relectura, indagar esos lugares y ver qué se sigue sosteniendo hoy en día. Lo que representa el trabajo es preguntarme qué ficciones me interesarían que hayan pasado o pasen”.
En este proceso, ¿Que encontraste en la imagen que no tienen otros soportes?
La imagen tiene más potencia de lo que pensaba. Una imagen puede ser codificada por cualquier persona. Es de lectura rápida, es persuasiva. Imágenes fotográficas de esa época no hay: son todas pinturas; entonces la construcción de esa imagen es ficción. Nosotros nos basamos en la educación de una imagen ficticia. En ese caso para mí hoy el trabajo es cuestionarla. También se pueden armar nuevas ficciones de ese momento. Ahora hay nuevas pinturas que se hicieron de Juana Azurduy, por ejemplo, o hay una mujer que apareció que habría salvado una batalla, pero algunas de esas mujeres no tienen nombre en el relato o no hay fotografías. Los autores de esas ficciones también eran hombres: por ahí en las que se armen de ahora en más a las chicas les den otro lugar.
¿Hoy pasa otra cosa con las imágenes con las que estamos escribiendo la historia?
Lo que se puede modificar hoy es la diversidad de miradas. Me parece que se va a ver ese cambio en varios años… La multiplicidad de miradas puede llegar a dar otra visión, aunque también hay nuevas hegemonías que se tratan de romper desde otro lado. Lo mejor es que podamos ser muchas, muchos, muches los que lo podamos hacer. La multiplicidad de lecturas, de visiones y de relatos es lo que va a hacer un cambio más grande, que escriba otra historia.
Mirá a Próceras acá
Nota
Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

Hoy se cumplen 23 años de los asesinatos de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki que estaban movilizándose en Puente Pueyrredón, en el municipio bonaerense de Avellaneda. No eran terroristas, sino militantes sociales y barriales que reclamaban una mejor calidad de vida para los barrios arrasados por la decadencia neoliberal que estalló en 2001 en Argentina.
Aquel gobierno, con Eduardo Duhalde en la presidencia y Felipe Solá en la gobernación de la provincia de Buenos Aires, operó a través de los medios planteando que esas muertes habían sido consecuencia de un enfrentamiento entre grupos de manifestantes (en aquel momento «piqueteros»), como suele intentar hacerlo hoy el gobierno en casos de represión de sectores sociales agredidos por las medidas económicas. Con el diario Clarín a la cabeza, los medios mintieron y distorsionaron la información. Tenía las imágenes de lo ocurrido, obtenidas por sus propios fotógrafos, pero el título de Clarín fue: “La crisis causó 2 nuevas muertes”, como si los crímenes hubieran sido responsabilidad de una entidad etérea e inasible: la crisis.

Darío Santillán.

Maximiliano Kosteki
Del mismo modo suelen mentir los medios hoy.
El trabajo de los fotorreporteros fue crucial en 2002 para desenmascarar esa mentira, como también ocurre por nuestros días. Por aquel crimen fueron condenados el comisario de la bonaerense Alfredo Franchiotti y el cabo Alejandro Acosta, quien hoy goza de libertad condicional.
Siguen faltando los responsables políticos.
Toda semejanza con personajes y situaciones actuales queda a cargo del público.
Compartimos el documental La crisis causó 2 nuevas muertes, de Patricio Escobar y Damián Finvarb, de Artó Cine, que puede verse como una película de suspenso (que lo es) y resulta el mejor trabajo periodístico sobre el caso, tanto por su calidad como por el cúmulo de historias y situaciones que desnudan las metodologías represivas y mediáticas frente a los reclamos sociales.
Nota
83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

83 días.
Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.
83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.
83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.
83 días y seis intervenciones quirúrgicas.
83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo.
83 días hasta hoy.
Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro.
Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”.
Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).
Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca.
El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”.
La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».
La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería.
Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.
Esta es parte de la vida que no pudieron matar:
Nota
La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen
Una obra teatral que recurre al milagro como ingrediente imprescindible para una transformación. Un niño santo en un pueblo perdido. Su primera intervención paranormal desata furor y de todas partes van a suplicarle lo imposible. La transfiguración de Miguelito Pepe es un unipersonal con la dramaturgia y dirección de Martina Ansardi en el que el actor Tuco Richat se pone en la piel de varios personajes que dialogan con lo sagrado y lo profano. Este viernes 30 de mayo a las 20.30 podés ver en MU Trinchera Boutique la primera de tres funciones.
Por María del Carmen Varela.
La transfiguración de Miguelito Pepe gira en torno a un fenómeno que sucede en un pueblo norteño. Miguelito, un niño de Famaillá, se convierte de la noche a la mañana en la gran atracción del pueblo. De todas partes van a conocerlo y a pedirle milagros. En todo el pueblo no se habla de otra cosa que del niño santo, el que escucha los pedidos de quien se le acerque y concede la gracia.
La obra tiene dramaturgia y dirección de la activista y artista travesti Martina Ansardi, directora teatral, actriz, bailarina, coreógrafa y socia de Sintonía Producciones, quien la ideó para que fuera itinerante.
Se trata de un unipersonal en el que el actor Tuco Richat se luce en varios personajes, desde una secretaria de un manosanta que entrega estampitas a quien se le cruce en el camino, una presentadora de televisiòn exaltada a un obispo un tanto resentido porque dios le concede poderes a un changuito cualquiera y no a él, tan dedicado a los menesteres eclesiásticos.
La voz de la cantante lírica Guadalupe Sanchez musicaliza las escenas: interpreta cuatro arias de repertorio internacional. A medida que avanza la trama, Richat irá transformando su aspecto, según el personaje, con ayuda de un dispositivo móvil que marca el ritmo de la obra y sostiene el deslumbrante vestuario, a cargo de Ayeln González Pita. También tiene un rol fundamental para exhibir lo que es considerado sagrado, porque cada comunidad tiene el don de sacralizar lo que le venga en ganas. Lo que hace bien, lo merece.
Martina buscó rendir homenaje con La transfiguraciòn de Miguelito Pepe a dos referentes del colectivo travesti trans latinoamericano: el escritor chileno Pedro Lemebel y Mariela Muñoz. Mariela fue una activista trans, a quien en los años `90 un juez le quiso quitar la tenencia de tres niñxs. Martina: “Es una referenta trans a la que no se recuerda mucho», cuenta la directora. «Fue una mujer transexual que crió a 23 niños y a más de 30 nietes. Es una referenta en cuanto a lo que tiene que ver con maternidad diversa. Las mujeres trans también maternamos, tenemos historia en cuanto a la crianza y hoy me parece muy importante poder recuperar la memoria de todas las activistas trans en la Argentina. Esta obra le rinde homenaje a ella y a Pedro Lemebel”.
Con el correr de la obra, los distintos personajes nos irán contando lo que sucedió con Miguelito… ¿Qué habrá sido de esa infancia? Quizás haya continuado con su raid prodigioso, o se hayan acabado sus proezas y haya perdido la condición de ser extraordinario. O quizás, con el tiempo se haya convertido, por deseo y elección, en su propio milagro.
MU Trinchera Boutique, Riobamba 143, CABA
Viernes 30 de mayo, 20.30 hs
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