Nota
Qom: Sin solución, pero con mesa
Llegando por Hipólito Yrigoyen, el acampe tiene una antesala que es un gran tendedero de ropa, una reja, que al sol seca las prendas mojadas en la lluvia del sábado que trajo al nuevo enemigo qom: el frío invernal que cayó sobre Buenos Aires. En eso están los indígenas y otros voluntarios cuando este lunes 2 de mayo, cerca de las 19, llego a una 9 de Julio atravesada por un gran camión de correo: las bolsas de ropa donadas suben, en cadena, a este gigante de Andreani que llevará todo hasta Formosa, donde están los otros, y donde debieran estar éstos.
Del otro lado, casi cien personas atraviesan la 9 de julio y detienen el tránsito en plena hora pico. Los policías silbatean sin sentido el descontrol, y molestan acaso el canto indígena que se celebra en plena avenida:
Cinco siglos resistiendo,
Cinco siglos de coraje,
Manteniendo la esencia.
Y después:
A la orilla de la ruta, viven mis hermanos,
Miren a los perseguidos, llamado pueblo qom,
Primavera perseguida, llamado pueblo qom.
(Un taxi pasa y grita que vayamos a laburar, que siempre lo mismo, que no puede ser…)
La reunión
Todo es parte de los imprevistos que tuvo esta tarde de mayo en que, por primera vez, referentes de la comunidad qom La primavera fueron atendidos en Casa Rosada. Atrás quedó la conferencia de prensa que exigía, otra vez más, que alguien los atienda. Los panfletos sobre la huelga de hambre están también obsoletos. “Mucha gente se tiene que ir…¿Cuándo llegará Félix?” pregunta alguien. Los que se tienen que ir son los qom. Poco antes de la medianoche llega una combi, bajan Félix Díaz, algunos compañeros, integrantes de organismos de derechos humanos, cinco horas después de haber subido al mismo vehículo, al calor de las sonrisas y un canto unánime:
Los todavía presentes habían esperado y combatido el frío a puro baile y mate.
Hay mucha expectativa, y cierto aire de victoria (en el discurso, en los agradecimientos) que se desvanecen ante la lectura del documento recién firmado en la Casa Rosada: se abrió una Mesa de trabajo y diálogo. Dice Félix, contundente: “No puedo decir que estoy feliz”.
El acampe tiene casi cinco meses desde que la represión en Formosa provocó dos muertos, decenas de heridos, decenas de ranchos quemados a los qom que reclaman por tierras que les pertenecen y han quedado entrampadas en el circuito sojero y en proyectos provinciales que desconocen esa posesión de territoriso indígenas, que reconocen las leyes internacionales. Tuvo que intervenir la Comisión Interamericana de Derechos Humanos reclamando al Estado Argentino que garantice, mientras el conflicto contnúa, la vida de los qom.
La mesa está servida
La Mesa estará compuesta por funcionarios del gobierno formoseño, del propio Ministerio del Interior, de Desarrollo Social, del gobierno formoseño encabezado por el kirchnerista Gildo Infrán. Y además, integrantes de Madres de Plaza de Mayo, el CELS, la APDH (Asamblea Permanente por los Derechos Humanos) de la Matanza y Nacional, la Defensoría del Pueblo, Parques Nacionales, Los Institutos Nacionales contra la Discriminación (INADI) y de Asuntos Indígenas (INAI), y la Secretaría de Pueblos Originarios de la CTA, según enumera Félix. La primera cita será a las 18 del lunes próximo (9 de mayo), y así cada quince días.
Es curiosa esa periodicidad de los encuentros, que en nada atienden la urgencia del caso: entre reunión y reunión, los qom deberán esperar dos semanas (en 9 de julio, en el frío). Pero también a esto atiende el documento firmado por el Ministro del Interior, Florencio Randazzo, Félix Díaz y los organismos recién mencionados que se ofrecen como “garantes”. El documento interpela a Díaz a que “consulte” a sus compañeros sobre la posibilidad de levantar el acampe. El tiempo dirá si estas son condiciones o extorsiones. Mientras tanto, Félix refirió estas palabras en casi quince minutos de discurso:
- “Es un paso importante”.
- “Es una brecha de diálogo”.
- “Sirve para empezar a discutir una política indígena”.
- “Hay cosas que no podemos negociar”.
- “No es la solución a nuestros pedidos”.
Luego, el micrófono giró entre algunos que lo habían acompañado a la reunión con Randazzo:
- Pérez Esquivel: “La reunión fue positiva. Esperemos que estos acuerdos sean cumplidos; los organismos seremos garantes de esto. Ojalá sea un primer paso en la relación del Estado con los pueblos originarios”. Denunció, otra vez, al feudo de Gildo Insfrán.
- Pablo Pimentel, de la APDH de La Matanza: “Es un papel, ahora hay que concretarlo”.
- Nora Cortiñas: “¿Hacía falta esperar tantos meses para esto?”.
Nota
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Nota
Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

Hoy se cumplen 23 años de los asesinatos de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki que estaban movilizándose en Puente Pueyrredón, en el municipio bonaerense de Avellaneda. No eran terroristas, sino militantes sociales y barriales que reclamaban una mejor calidad de vida para los barrios arrasados por la decadencia neoliberal que estalló en 2001 en Argentina.
Aquel gobierno, con Eduardo Duhalde en la presidencia y Felipe Solá en la gobernación de la provincia de Buenos Aires, operó a través de los medios planteando que esas muertes habían sido consecuencia de un enfrentamiento entre grupos de manifestantes (en aquel momento «piqueteros»), como suele intentar hacerlo hoy el gobierno en casos de represión de sectores sociales agredidos por las medidas económicas. Con el diario Clarín a la cabeza, los medios mintieron y distorsionaron la información. Tenía las imágenes de lo ocurrido, obtenidas por sus propios fotógrafos, pero el título de Clarín fue: “La crisis causó 2 nuevas muertes”, como si los crímenes hubieran sido responsabilidad de una entidad etérea e inasible: la crisis.

Darío Santillán.

Maximiliano Kosteki
Del mismo modo suelen mentir los medios hoy.
El trabajo de los fotorreporteros fue crucial en 2002 para desenmascarar esa mentira, como también ocurre por nuestros días. Por aquel crimen fueron condenados el comisario de la bonaerense Alfredo Franchiotti y el cabo Alejandro Acosta, quien hoy goza de libertad condicional.
Siguen faltando los responsables políticos.
Toda semejanza con personajes y situaciones actuales queda a cargo del público.
Compartimos el documental La crisis causó 2 nuevas muertes, de Patricio Escobar y Damián Finvarb, de Artó Cine, que puede verse como una película de suspenso (que lo es) y resulta el mejor trabajo periodístico sobre el caso, tanto por su calidad como por el cúmulo de historias y situaciones que desnudan las metodologías represivas y mediáticas frente a los reclamos sociales.
Nota
83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

83 días.
Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.
83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.
83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.
83 días y seis intervenciones quirúrgicas.
83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo.
83 días hasta hoy.
Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro.
Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”.
Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).
Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca.
El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”.
La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».
La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería.
Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.
Esta es parte de la vida que no pudieron matar: