Nota
Las reformas educativas que propone Milei: adiestrar al ciudadano

Cómo afectan las propuestas de la llamada Ley Ómnibus a la educación pública y qué representan como proyecto pedagógico
Texto: Marisa Bolaña
Discépolo nos mostró que la indiferencia del mundo puede ser feroz. “Cuando rajés los
tamangos buscando ese mango que te haga morfar.”, “verás que todo es mentira, que
al mundo nada le importa…” Por eso estas líneas intentan no ser indiferentes a las
reformas que promueve la Libertad ¿Avanza?
En estos días se discute el megaproyecto de Ley “Omnibus” (¿Mi Lei?) entre perros, insultos, pedidos de bala, viajes a Mar del Plata y besos apasionados. Vemos el espectáculo en directo mientras sentimos los primeros efectos de las medidas, esas que el FMI promueve. Es claro: no hay plata; no para nosotrxs.
Uno de los aspectos que pretende modificar la Ley es la Educación.
Según la LLA el sistema escolar constituye una organización que puede ser interpretada como proveedora de un servicio, que entrega un bien o produce un bien/objeto/producto. Es por esto por lo que puede ser medida, cuantificada, regulada y estructurada sobre la base de estándares comerciales. Reducen los procesos educativos a las estructuras económicas borrando todo rasgo social, político y subjetivo en los procesos formativos. Los docentes brindan un servicio o venden un bien que los clientes pueden comprar de acuerdo con sus posibilidades e intereses.
Las posiciones políticas de LLA son extremas porque reniegan de regulaciones sociales y dan rienda suelta al mercado, a la libre circulación de capitales y mercancías,. En este marco proponen eliminar la estructura del sistema educativo en pos de liberar al bien/mercancía/servicio para su libre circulación. Al renegar de las estructuras estatales y públicas, consideran que la mejor educación es la privada, en las casas, con maestros particulares y sin ningún tipo de regulación.
Esta concepción economicista de la educación como bien y como servicio no es nueva: se introdujo en la década de 1970 y se ha ido incorporando al sentido común.
Así cotidianamente nos referimos a la gestión de las escuelas, a la calidad de la educación, a la importancia de tener buenos resultados en las pruebas Pisa, ya que estamos convencidos que todo eso es un indicador de cómo está la escuela, de cuál es su calidad.
Aunque no tenemos muy claro qué significa ni cual es la relación con los organismos internacionales o con el presupuesto o con las sucesivas reformas educativas en los
últimos 40 años.
Desandemos el camino.
Teorías y prácticas
En los años 60 se desarrolla la llamada Teoría del Capital Humano (Sí, igual que el
ministerio nacional que nuclea varios ex ministerios convertidos ahora en secretarías entre ellas la de Educación). Se plantea que si un país quiere salir de su condición de subdesarrollo económico debe invertir en uno de los capitales que posee: el humano. Es decir, la población pierde su condición de ciudadanía para ser vista como un bien/capital/objeto/mercancía, ya no se forma ciudadanos plenos, ni personas solo instrumentos para la productividad. Esto generó
un cambio de enfoque en políticas educativas. La conjunción de esta teoría con la
teoría de la tecnocracia (gobierno de los técnicos/especialistas/estadistas) es el
puntapié para la transformación del sentido político de los sistemas educativos.
Lo que produce:
- 1. Se reducen los procesos educativos a la capacitación para el empleo (empleabilidad,
- 2. desarrollo de competencias para las sociedades modernas/industriales/digitales).
- 3. Se supedita lo que se enseña en las escuelas a la demanda del sistema
- productivo, adecuado a los requerimientos del mercado laboral.
- 4. Se considera a la población como un objeto/mercancía más dentro de las posesiones de los Estados.
- 5. Se genera de este modo una ingeniería educativa que diseña el planeamiento de los sistemas para tornarlos eficientes y eficaces, es decir, con los menores recursos lograr grandes
- resultados. El modelo de esa planificación es por resultados, por producto (perfil del egresado, metas del sistema, objetivos a lograr), estableciendo la conducta observable y medible que debe desarrollar el alumno.
El concepto de enseñanza-aprendizaje es uno de los elementos fundantes de esta concepción que simplifica procesos complejos. Reduce el aprendizaje a “cambios de conducta manifiestos que pueden ser medidos” y que serían el resultado de ciertas actividades propuestas por quien enseña. Enseñar es -para esta teor{ia-ofrecer actividades estructuradas para obtener ese aprendizaje/resultado. La consecuencia es la estandarización de la educación, la mecanización y la evaluación por resultados. Se trata, básicamente, de sustituir el proceso educativo por simples mecanismos de adiestramiento.
Paradigmas y leyes
En la década del 80 se instala con fuerza el paradigma de la eficacia escolar, un enfoque cuantitativo basado en el rendimiento y los resultados académicos de los alumnos. Se extiende la práctica de evaluaciones “objetivas” como el múltiple choice, item de completamiento, unir con flechas, centradas en la medición de logros y alcances de objetivos. (Alcanzó los objetivos, mucho, poquito, nada…)
Con el avance de las concepciones mercantilistas en la sociedad en los años 90 se incorporan con mayor fuerza los conceptos de: eficacia, eficiencia y calidad de la educación
En Argentina en 1993 se sancionó la Ley Federal de Educación que significó un desguace de la educación en nombre de la Transformación educativa. Con esa dicha ley y reforma se cambió la estructura del sistema (¿quién se acuerda de la EGB y del Polimodal?), se desarmó la educación técnica, extendió los años de la formación docente, habilitó la privatización y sobre todo, instaló la noción de que la educación es un bien.
A estas políticas algunos autores las denominan “neoliberalismo pedagógico”, pero prefiero retomar a Norma Paviglianitti (la primera académica argentina en levantar la voz en contra de estas políticas allá por 1991) quien la denominó “Nueva Derecha”.
Lo viejo impone
La propuesta de LLA en educación no propone aumentar el presupuesto, ni reducir los
subsidios a las escuelas privadas. Tampoco propone unificar el sistema educativo para
la formación de subjetividades para el ejercicio de una ciudadanía plena y la
construcción de sociedades democráticas. En cambio, sus intenciones profundizan las
concepciones mercantilistas, la competitividad y la fragmentación educativa y social.
Refuerza la función de la escuela como “estacionamiento de niñeces y adolescencias”
y la formación profesional por competencias, altamente tecnificada, instrumental y a
merced de la necesidad e influjo de las corporaciones y el mercado global.
El efecto en la cotidianidad estará dado por el avance en las jurisdicciones de
normativas que acompañen estas propuestas. En el caso de CABA ya se ha avanzado
en el desmantelamiento del sistema escolar público, la supeditación de la formación a
los requerimientos empresariales y corporativos, y probablemente esto profundice.
Habrá que ver si dejamos a la escuela-empresa-fábrica de robots o hacemos una
escuela pública y democrática. O si, como nos cantó Discépolo: “Ya nadie comprende si hay que ir al colegio…”
Nota
Orgullo

Texto de Claudia Acuña. Fotos de Juan Valeiro.
Es cortita y tiene el pelo petiso, al ras en la sien. La bandera se la anudó al cuello, le cubre la espalda y le sobra como para ir barriendo la vereda, salvo cuando el viento la agita. Se bajó del tren Sarmiento, ahí en Once. Viene desde Moreno, sola. Un hombre le grita algo y eso provoca que me ponga a caminar a su lado. Vamos juntas, le digo, pero se tiene que sacar los auriculares de las orejas para escucharme. Entiendo entonces que la cumbia fue lo que la protegió en todo el trayecto, que no fue fácil. Hace once años que trabaja en una fábrica de zapatillas. Este mes le suspendieron un día de producción, así que ahora es de lunes a jueves, de 6 de la mañana a cuatro de la tarde. Tiene suerte, dirá, de mantener ese empleo porque en su barrio todos cartonean y hasta la basura sufre la pobreza. Por suerte, también, juega al fútbol y eso le da la fuerza de encarar cada semana con torneos, encuentros y desafíos. Ella es buena jugando y buena organizando, así que se mantiene activa. La pelota la salvó de la tristeza, dirá, y con esa palabra define todo lo que la rodea en el cotidiano: chicos sin futuro, mujeres violentadas, persianas cerradas, madres agotadas, hombres quebrados. Ella, que se define lesbiana, tuvo un amor del cual abrazarse cuando comenzó a oscurecerse su barrio, pero la dejó hace apenas unas semanas. Tampoco ese trayecto fue fácil. Lloró mucho, dirá, porque los prejuicios lastiman y destrozan lazos. Hoy sus hermanas la animaron a que venga al centro, a alegrarse. Se calzó la bandera, la del arco iris, y con esa armadura más la cumbia, se atrevió a buscar lo difícil: la sonrisa.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Al llegar al Congreso se pierde entre una multitud que vende bebidas, banderas, tangas, choripán, fernet, imanes, aros, lo que sea. Entre los puestos y las lonas que cubren el asfalto en tres filas por toda Avenida de Mayo hasta la Plaza, pasea otra multitud, mucho más escasa que la de otros años, pero igualmente colorida, montada y maquillada. El gobierno de las selfies domina la fiesta mientras del escenario se anuncian los hashtag de la jornada. Hay micros convertidos en carrozas a fuerza de globos y música estridente. Y hay jóvenes muy jóvenes que, como la chica de Moreno, buscan sonreír sin miedo.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Sobre diagonal norte, casi rozando la esquina de Florida, desde el camión se agita un pañuelazo blanco, en honor a las Madres, con Taty Almeyda como abanderada. Frente a la embajada de Israel un grupo agita banderas palestinas mientras en las remeras negras proclaman “Nuestro orgullo no banca genocidios”. Son quizá las únicas manifestaciones políticas explícitas, a excepción de la foto de Cristina que decora banderas que se ofrecen por mil pesos y tampoco se compran, como todo lo mucho que se ofrece: se ve que no hay un mango, dirá la vendedora, resignada. Lo escaso, entonces, es lo que sobra porque falta.
Y no es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Nota
Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

(Escuchá el podcast completo: 7 minutos) Coca Cola, Nestlé, Danone & afines nos hacen confiar en ellas como confiaríamos en nuestra abuela, nos cuenta Soledad Barruti. autora de los libros Malcomidos y Mala leche. En esta edición del podcast de lavaca, Soledad nos lleva a un paseíto por el infierno de cómo se produce, la cuestión de la comida de verdad, y la gran pregunta: ¿quiénes son los que realmente nos alimentan?
El podcast completo:
Con Sergio Ciancaglini y la edición de Mariano Randazzo.
Nota
Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después
Otro miércoles de marcha al Congreso, y una encuesta: ¿cuál es el pronóstico para el domingo? Una pregunta que no solo apunta a lo electoral, sino a todo lo que rodea la política hoy, en medio de una economía que ahoga: la que come en el merendero; el que no puede comprar medicamentos; el que señala a Trump como responsable; la que lo lee en clave histórica; y los que aseguran que morirán luchando, aunque sean 4 gatos locos. Crónica y fotos al ritmo del marchódromo.
Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla
Fotos Juan Valeiro
El domingo son las elecciones legislativas nacionales pero también es fin de mes, y Sara marchó con un cartel que no necesitaba preguntas ni explicación: “Soy jubilada y como en un merendero”.
Tiene 63 años, es del barrio Esperanza –Merlo, oeste bonaerense–, y para changuear algo más junta botellas y cartón, porque algunos meses no le alcanza para medicamentos: “El domingo espero que el país mejore, porque todos estamos iguales: que la cosa cambie”.

El miércoles de jubilados y jubiladas previo a las elecciones nacionales de medio término –se renuevan 127 diputados y 24 senadores– tuvo, al menos, tres rondas distintas, en una Plaza de los Dos Congresos cerrada exclusivamente para manifestantes. Nuevamente el vallado cruzó de punta a punta la plazoleta, y los alrededores estuvieron custodiados por policías de la Ciudad para que la movilización no se desparramara ni tampoco avanzara por Avenida de Mayo, sino que se quedara en el perímetro denominado “marchódromo”. Un grupo encaró, de todas formas, por Solís, sobrepasó un cordón policial y dobló por Alsina, y se metió de nuevo a la plaza por Virrey Cevallos, como una forma de mostrar rebeldía.
Unos minutos antes, un jubilado resultaba herido. Se trata de Ramón Contreras, uno de los rostros icónicos de los miércoles que llegó al Congreso cuando aún no estaba vallado después de la marcha por el recorte en discapacidad, y mientras estaba dando la ronda alrededor del Palacio un oficial lo empujó con tanta fuerza que cayó al suelo. “Me tiraron como un misil –contó a los medios–. Me tienen que operar. Tengo una fractura. Me duele mucho”. La Comisión Provincial por la Memoria (CPM) presentó una denuncia penal por la agresión: “Contreras fue atacado sin razón y de manera imprevista”.

La violencia desmedida, otra vez, sobre los cuerpos más débiles y más ajustados por un Gobierno que medirá esa política nuevamente en las urnas. Jorge, de 69 años, dice que llega con la “billetera muerta”. Y Julio, a su lado, resume: “Necesito tener dos trabajos”.
Juan Manuel es uno de esos jubilados con presencia perfecta cada miércoles. Una presencia que ninguna semana pasa desapercibida. Por su humor y su creatividad. Tiene 61 años y cada movilización trae mínimo un cartel original, de esos que hacen reír para no llorar. Esta vez no sólo trae un cartel con una inscripción; viene acompañado de unas fotocopias donde se leen una debajo de la otra las 114 frases que creó como contraofensiva a la gestión oficialista.
La frase 115 es la de hoy: “Milei es el orificio por el que nos defeca Trump”.

Muestra la lista que arrancó previo a las elecciones de octubre de 2023. Sus primeras dos creaciones:
- “Que no te vendan gato por león”.
- “¿Salir de la grieta para tirarse al abismo?”.
Y elige sus dos favoritas de una nómina que seguirá creciendo:
Sobre el veto al aumento de las jubilaciones: “Milei, paparulo, metete el veto en el culo”.
Sobre el desfinanciamiento de las universidades: “Milei: la UBA también tiene las facultades alteradas”.
Juan Manuel le cuenta a lavaca lo que presagia para él después de las elecciones: “Se profundizará el desastre, sea porque pierda el gobierno o porque gane, de cualquier forma tienen la orden de hacer todo tipo de reformas. Como respuesta en la calle estamos siendo 4 gatos locos, algo que no me entra en la cabeza porque este es el peor gobierno de la historia”.

Sobre el cierre de la marcha, en uno de los varios actos que se armaron en esta plaza, Virginia, de Jubilados Insurgentes y megáfono en mano, describió que la crisis que el país está atravesando no es nueva: “Estuvo Krieger Vassena con Onganía, Martínez de Hoz con la última dictadura, Cavallo con Menem, Macri con Caputo y Sturzenegger, que son los mismos que ahora están con este energúmeno”. La línea de tiempo que hiló Virginia ubica ministros de economía con dictaduras y gobiernos constitucionales en épocas distintas, con un detalle que a su criterio sigue permaneciendo impune: “La economía neoliberal”.
Allí radica la lucha de estos miércoles, dice. Su sostenibilidad. Porque el miércoles que viene, pase lo que pase, seguirán viniendo a la plaza para continuar marchando. “Estar presente es estar activo, lo que significa estar lúcido”, define.

Carlos Dawlowfki tiene 75 años y se convirtió en un emblema de esa lucidez luego de ser reprimido por la Policía a principio de marzo. Llevaba una camiseta del club Chacarita y en solidaridad con él, una semana después la mayoría de las hinchadas del fútbol argentino organizaron un masivo acompañamiento. Ese 12 de marzo fue, justamente, la tarde en que el gendarme Héctor Guerrero hirió con una granada de gas lacrimógeno lanzada con total ilegalidad al fotógrafo Pablo Grillo (todavía en rehabilitación) y el prefecto Sebastián Martínez le disparó y le sacó un ojo a Jonathan Navarro, quien al igual que Carlos también llevaba la remera de Chaca.
Carlos es parte de la organización de jubilados autoconvocados “Los 12 Apóstoles” y habla con lavaca: “Hoy fui a acompañar a las personas con discapacidad y me di cuenta el dolor que hay internamente. Una tristeza total. Y entendí por qué estamos acá, cada miércoles. Y sentí un orgullo grande por la constancia que llevamos”.
La gente lo reconoce y le pide sacarse fotos con él. “Estás muy solicitado hoy”, lo jode un amigo. Carlos se ríe, antes de ponerse serio: “Hay que aceptarlo, hoy somos una colonia. Pasé el 76 y el 2001, y nunca vi una cosa igual en cuanto a pérdida de soberanía”. De repente, le brota la esperanza: “Pero después del 26, volveremos a ser patria. Esperemos que el pueblo argentino tenga un poquito de memoria y recapacite. Lo único que pido es el bienestar para los pibes del Garrahan y con discapacidad. A mí me quedarán 3, 4, 5 años; tengo un infarto, un stent, así que lucho por mis nietos, por mis hijos, por ustedes”.

Carlos hace crítica y también autocrítica. “Nosotros tenemos un país espectacular, pero nos equivocamos. Los mayores tenemos un poco de culpa sobre lo que ocurrió en las últimas elecciones: no asesoramos a nuestros nietos e hijos sobre lo que podía venir y finalmente llegó. Y en eso también tiene que ver la realidad económica. Antes nos juntábamos para comer los domingos, ahora ya no se puede. No le llegamos a la juventud, que votó a la derecha, a una persona que no está en sus cabales”.
Remata Carlos, antes de que le pidan una selfie: “Nosotros ya estamos jugados pero no rendidos. Estos viejos meados -como nos dicen- vamos a luchar hasta nuestra última gota. Y cuando pasen las elecciones, acá seguiremos estando: soñando lo mejor para nuestro país”.


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