Nota
Retrato de un servicio: el agente infiltrado en la agencia de noticias Rodolfo Walsh
Luego de difundir un comunicado público a través de Internet, la agencia periodística Rodolfo Walsh convocó una conferencia de prensa para el martes 7 de mayo a las 15, en el local de CORREPI. La razón: confirmaron que tenían un infiltrado de la Policía Federal operando en la agencia desde hacía más de diez años. El agente Alejandro Américo Balbuena ingresó a la Walsh en el año 2002, durante la presidencia de Eduardo Duhalde.
Uno de los miembros de la agencia, explica:” La agencia Walsh viene trabajando desde el comienzo con el conjunto de las organizaciones del campo popular. Esto de ninguna manera es un ataque a nosotros, es un ataque a todas esas organizaciones, y los convocamos acá para tomar todas las decisiones en conjunto. La agencia Rodolfo Walsh fue solamente el medio del que se valió este agente para acceder a todas aquellas organizaciones. Que quede claro: esta conferencia no es nuestra, es de todas las organizaciones que se ven afectadas por el espionaje del Estado”.
Identikit
Alejandro Américo Balbuena estudió periodismo en los años noventa en el Instituto Santo Tomás de Aquino de San Martín. En el 2002 ingresó a Éter y estudió producción radial. Actualmente continúa realizando su licenciatura de Comunicación en la Universidad de San Martín. Aquellos que lo conocen, resaltan su rigurosidad académica.
“Hace veinte días nos llegó esta información, por una fuente nuestra. Pudimos acceder una lista con nombres, de la cual no tenemos copia. Allí figura justamente el nombre de Américo Alejandro Balbuena, como oficial de inteligencia de la división de Datos y Análisis. Nos dijeron que estaba trabajando como Policía Federal desde la dictadura. Finalmente, nuestro abogado, el doctor Eduardo Suárez, pudo corroborar esta información el jueves pasado, a través de una fuente directa del Ministerio de Seguridad”, explica Rodolfo, el miembro de la agencia que hizo ingresar a Balbuena a partir de una relación personal que venía desde la infancia.
“Balbuena fue compañero mío en la escuela primaria. Luego, perdimos el contacto, pero era vecino del barrio. Nos volvimos a encontrar más de veinte años después, estudiando periodismo. Cuando se dio la rebelión popular de diciembre de 2001 nos cruzamos en la calle, él estaba colaborando con la red de corresponsales populares de radio La Tribu. Rápidamente se alejó de esa red, y es ahí cuando, a partir de la relación personal que teníamos, se sumó a la agencia con nosotros. Yo lo consideraba un amigo, hemos vivido muchas cosas. Estuvimos muchos años juntos”.
Algo que les llamaba la atención a los miembros de la agencia (todos tienen otros trabajos, porque la agencia no funciona como ingreso fijo) era la disponibilidad horaria de Balbuena. Según el, trabajaba en una maderera, pero siempre estaba disponible como para cubrir las movilizaciones, fueran a la mañana, a la tarde o cualquier día de la semana y por eso se transformó en una cara conocida para las organizaciones a las que se acercaba en su rol de cronista. Recién ahora, corroboraron que la maderera de la que hablaba Balbuena ni siquiera existe.
Quedaron bajo el accionar de Balbuena familiares de Cromañón, de Luciano Arruga, de la Masacre de Avellaneda y de otras víctimas de la represión estatal. También organizaciones como la Federación Universitaria de Buenos Aires, La Alameda, Quebracho, Trabajadores del Subte, entre muchas otras.
Gustavo Vera, referente del movimiento La Alameda, explicó desde su experiencia cómo operaba este agente: “Siempre hacía sus notas al final, cuando todos los medios se iban y las organizaciones se quedaban hablando de cosas más internas. Él se acercaba y usaba el prestigio bien ganado que tiene la agencia Walsh, a ver si podía pescar alguna información interna que fuera útil para la dependencia. Ahora nosotros sabemos que trabaja para una dependencia que depende de la superintendencia del Interior, de Delitos federales y complejos, a cargo del comisario mayor Jorge Carlos Lunas”.
Tanto la agencia Walsh como las organizaciones sociales presentes concluyen con el siguiente reclamo: “Acusamos al gobierno nacional y a todos los estados provinciales, responsables de la represión y de muchas otras cosas de las cuales de las cuales se valieron para desarticularnos, como el proyecto X. Lo que decimos es que esto no es algo casual: es una política de Estado”. Exigen, además, el desmantelamiento del aparato de espionaje interno, la apertura de la lista de los infiltrado y la entrega de los archivos con la información recabada.
Nota
Proyecto Litio: un ojo de la cara (video)

En un video de 3,50 minutos filmado en Jujuy habla Joel Paredes, a quien las fuerzas de seguridad le arrancaron un ojo de un balazo mientras se manifestaba con miles de jujeños, en 2023. Aquella represión traza un hilo conductor entre la reforma (in) constitucional de Jujuy votada a espaldas del pueblo en 2023, y lo que pasó un año después a nivel nacional con la aprobación de la Ley Bases y la instauración del RIGI (Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones).
Pero Joel habla de otras cuestiones: su pasión por la música como sostén. El ensayo artístico que no se concretó aquella vez. Lo que le pasa cada día al mirarse al espejo. La búsqueda de derechos por los hijos, y por quienes están siendo raleados de las tierras. Y la idea de seguir adelante, explicada en pocas palabas: “El miedo para mí no existe”.
Proyecto Litio es una plataforma (litio.lavaca.org) que incluye un teaser de 22 minutos, un documental de casi una hora de duración que amplía el registro sobre las comunidades de la cuenca de las Salinas Grandes y Laguna Guayatayoc, una de las siete maravillas naturales de Argentina, que a la par es zona de sequía y uno de los mayores reservorios de litio del mundo.
Además hay piezas audiovisuales como la que presentamos aquí. La semana pasada fue Proyecto Litio: el paisaje territorial, animal y humano cuando el agua empieza a desaparecer.
Esos eslabones se enfocan en la vida en las comunidades, la economía, la represión y la escasez del agua en la zona.
Litio está compuesto también por las noticias, crónicas y reportajes que venimos realizando desde lavaca.org y que reunimos en esta plataforma.
Un proyecto del que podés formar parte, apoyando y compartiendo.
El video de 3,50 minutos
Nota
Orgullo

Texto de Claudia Acuña. Fotos de Juan Valeiro.
Es cortita y tiene el pelo petiso, al ras en la sien. La bandera se la anudó al cuello, le cubre la espalda y le sobra como para ir barriendo la vereda, salvo cuando el viento la agita. Se bajó del tren Sarmiento, ahí en Once. Viene desde Moreno, sola. Un hombre le grita algo y eso provoca que me ponga a caminar a su lado. Vamos juntas, le digo, pero se tiene que sacar los auriculares de las orejas para escucharme. Entiendo entonces que la cumbia fue lo que la protegió en todo el trayecto, que no fue fácil. Hace once años que trabaja en una fábrica de zapatillas. Este mes le suspendieron un día de producción, así que ahora es de lunes a jueves, de 6 de la mañana a cuatro de la tarde. Tiene suerte, dirá, de mantener ese empleo porque en su barrio todos cartonean y hasta la basura sufre la pobreza. Por suerte, también, juega al fútbol y eso le da la fuerza de encarar cada semana con torneos, encuentros y desafíos. Ella es buena jugando y buena organizando, así que se mantiene activa. La pelota la salvó de la tristeza, dirá, y con esa palabra define todo lo que la rodea en el cotidiano: chicos sin futuro, mujeres violentadas, persianas cerradas, madres agotadas, hombres quebrados. Ella, que se define lesbiana, tuvo un amor del cual abrazarse cuando comenzó a oscurecerse su barrio, pero la dejó hace apenas unas semanas. Tampoco ese trayecto fue fácil. Lloró mucho, dirá, porque los prejuicios lastiman y destrozan lazos. Hoy sus hermanas la animaron a que venga al centro, a alegrarse. Se calzó la bandera, la del arco iris, y con esa armadura más la cumbia, se atrevió a buscar lo difícil: la sonrisa.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Al llegar al Congreso se pierde entre una multitud que vende bebidas, banderas, tangas, choripán, fernet, imanes, aros, lo que sea. Entre los puestos y las lonas que cubren el asfalto en tres filas por toda Avenida de Mayo hasta la Plaza, pasea otra multitud, mucho más escasa que la de otros años, pero igualmente colorida, montada y maquillada. El gobierno de las selfies domina la fiesta mientras del escenario se anuncian los hashtag de la jornada. Hay micros convertidos en carrozas a fuerza de globos y música estridente. Y hay jóvenes muy jóvenes que, como la chica de Moreno, buscan sonreír sin miedo.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Sobre diagonal norte, casi rozando la esquina de Florida, desde el camión se agita un pañuelazo blanco, en honor a las Madres, con Taty Almeyda como abanderada. Frente a la embajada de Israel un grupo agita banderas palestinas mientras en las remeras negras proclaman “Nuestro orgullo no banca genocidios”. Son quizá las únicas manifestaciones políticas explícitas, a excepción de la foto de Cristina que decora banderas que se ofrecen por mil pesos y tampoco se compran, como todo lo mucho que se ofrece: se ve que no hay un mango, dirá la vendedora, resignada. Lo escaso, entonces, es lo que sobra porque falta.
Y no es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Nota
Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

(Escuchá el podcast completo: 7 minutos) Coca Cola, Nestlé, Danone & afines nos hacen confiar en ellas como confiaríamos en nuestra abuela, nos cuenta Soledad Barruti. autora de los libros Malcomidos y Mala leche. En esta edición del podcast de lavaca, Soledad nos lleva a un paseíto por el infierno de cómo se produce, la cuestión de la comida de verdad, y la gran pregunta: ¿quiénes son los que realmente nos alimentan?
El podcast completo:
Con Sergio Ciancaglini y la edición de Mariano Randazzo.

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