CABA
San Trabajo: lo nuevo que se está moviendo
Una caravana convocada por organizaciones sociales colmó las calles porteñas con 100 mil personas que marcharon desde Liniers a Plaza de Mayo en el día de San Cayetano. Fue la aparición de otros actores sociales: los más humildes, los informales, las cooperativas. Adhirieron sectores sindicales. Reclamos por la falta de trabajo genuino y los tarifazos, llamados a la unidad, a la marcha federal y al paro nacional. Voces, colores, historias e ideas que fluyeron bajo el sol del domingo
Esta vez el contador mental entró en cortocircuito. En un momento de la tarde se hizo imposible seguir calculando las cuadras, las personas, las caras, las banderas, los colores, los cantos, las consignas y los carteles de la impactante movilización que organizaciones y movimientos sociales convocados por Barrios de Pie, la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP) y la Corriente Clasista y Combativa (CCC) sostuvieron desde las 9 de la mañana a lo largo de más de 10 kilómetros.
Liniers fue el punto inicial de la concentración. El santuario de San Cayetano, santo patrono de los trabajadores, y uno de los más populares en Argentina, fue el punto de encuentro más allá y más acá de lo religioso, de acuerdo a lo que se vislumbró en la caravana a puro sol. El punto de llegada fue la Plaza de Mayo, 110 cuadras más allá, donde algunas de las organizaciones habían preparado ollas populares y choripanes para los que venían marchando.
Según los cálculos de los organizadores en Plaza de Mayo, donde un gran escenario dejaba ver las consignas “Paz, pan y trabajo” y “Tierra, techo y trabajo”, la marcha rompió todos los cálculos: 100 mil personas. El número fue aún mayor si se tiene en cuenta la cantidad de personas que acompañaron sólo tramos de la caminata en cada barrio.
Como Noemí, por ejemplo, que habla desde las escalinatas de un Templo Evangélico en el barrio de Almagro, y saluda con los dedos en V: “Está muy difícil todo. Uno quisiera que a este gobierno le vaya bien para que nos vaya bien a todos, pero hay cosas que no están de acuerdo a las necesidades del pueblo. No se piensa en la gente que menos tiene, sino en la que más”.
O como Antonio, vendedor de roscas en la calle, que vive en la Villa 31 en Retiro, y dice: “La gente ya no puede estar pidiendo comida por todos lados. Tiene que haber alguien que sepa gobernar. ¿Sabés por qué? Los pobres están aplastados”.
Quizá sea por eso que, en este domingo fresco y a la vez casi primaveral, la calle tiembla.
3.200 pesos
Uno de esos temblores proviene de la marcha de Romina, militante de la CCC en La Matanza, que camina con un casco amarillo sobre su cabeza y una descripción precisa: “La situación no da para más. En este tiempo estamos sintiendo mucho la crisis, más nosotros que somos de la parte más pobre de La Matanza: González Catán, Laferrere, Casanova. Allá está peor que en otros lados. Mucha pobreza, mucha criatura, mucha gente. Y con un plan no hacés nada. Nosotros estamos en cooperativas de construcción, de cloacas, de agua”.
¿Cuál es la principal demanda en los barrios? “Lo alimenticio. La gente va a la escuela por más que no tenga clases. ¿Sabés por qué? Porque tienen comedor. Por lo menos comen una vez por día, o toman una copa de leche. Aunque últimamente no hay nada. Antes por lo menos te daban para los comedores, ahora ya ni eso. El gobierno se tira la pelota de un ministerio a otro. La situación cambió un 100 por ciento de un año para acá. En un grupo familiar tenías antes a uno que trabajaba en cooperativa o en alguna obra, y por lo menos la piloteaba. Ahora no tienen a nadie. El Gobierno tiene que generar trabajo. Yo no quiero un plan Argentina Trabaja, yo quiero laburar. No importa qué. Pero no quiero un plan que sabés que a veces te lo dan, y a veces no”.
¿Cuánto percibe un integrante de esas cooperativas? “Entre 3200 y 4000 pesos. Imaginate si tenés 4 o 5 personas en tu familia. A veces me sale alguna changa, como cortar el pasto, limpiar una zanja o lavar la ropa, pero tengo tres chicos y, a la vez, estoy sola. Se complica”.
Leonor, de Ingeniero Maschwitz (Escobar), marcha sosteniendo una de las tres T (por “Tierra, Techo y Trabajo”) junto a dos compañeras de la Federación de Cartoneros nucleada en la CTEP: “Somos 5200 sólo en una cooperativa, en Capital. La estamos viviendo bastante duro. Todo está caro. No se puede vivir. Nosotros vivimos el día a día y no podemos pagar un litro de aceite a 90 pesos en los barrios. Hoy un cartonero saca 300 pesos por día viniendo a trabajar más de 8 horas. Y el Gobierno de la Ciudad no nos cumple con lo acordado: ropa, indumentaria, bolsones. Y en estos días estamos viendo cada vez más necesidad y hambre. Tuvimos que inaugurar un merendero. Por todo eso marchamos. Lo bueno es que acá hay unidad, y unidos hacemos la fuerza”.
El vicio del círculo
Frente a todas las columnas de organizaciones sociales marcha el Movimiento Misioneros de Francisco. Santiago, de General Madariaga, camina con una pancarta que de un lado tiene el rostro del padre Carlos Mujica y del otro, al obispo Enrique Angelelli, símbolos de la Teología de la Liberación en Argentina. Asesinado uno en tiempos de la Triple A y el otro en un accidente fraguado durante la dictadura.
“Hoy se empieza a debatir nuevamente la Teología no como una forma de hacer política, sino como una forma de acompañar a los trabajadores. Acompañamos a los que no tienen pan en la mesa y se han quedado sin trabajo. Estamos reclamando pacíficamente en nombre del Papa Francisco para que se cambie para mejor la calidad de vida de los compañeros. En Madariaga hay cada vez más desempleo y se están abriendo cada vez más merenderos”.
¿Cuántos? “De diciembre a hoy se abrieron siete nuevos comedores. Estamos dando lo que la sociedad no recibe del Estado. Y la cantidad de chicos aumentó”. ¿Por qué? “Los padres se quedan sin trabajo y mandan a los chicos a los comedores. En algunos casos, hasta los padres vienen. En Madariaga, por ejemplo, no se permite la venta ambulante, y el que no puede vender tortas fritas no tiene para comprar el pan. Entonces es un círculo vicioso que hay que cambiar, primero, fijándose qué necesita la gente, y no las empresas. Si las empresas necesitan aumentar las tarifas, la gente se va a quedar sin comer. Contra eso marchamos”.
Cuando falla el consumo
Adriana no marcha, pero desde el cordón saluda la movilización.
-¿De dónde es?
-Caballito, lamentablemente.
-¿Por qué lamentablemente?
-Por son todos gorilas.
¿Qué le parece lo que está viendo?
-Estoy de acuerdo con todo lo que sea a favor de la gente y en contra de este Estado que tenemos ahora. Yo soy de la época del ‘76, y esto me da aire. Que la gente reaccione es bueno. Porque la cosa está mal, pero es parte de la política que ellos están implementando. O sea: lo están haciendo bien. No es un error, es una política que no está a favor de las grandes mayorías.
Más allá de su lamento por el barrio, el ruidazo del jueves en Caballito contra el tarifazo fue uno de los más potentes en la Ciudad. “Y… la gente no es pelotuda. Llega un punto en que el bolsillo te duele, aunque no tengas ideología, lo cual me parece horrible. Y si no podés consumir lo que llegabas a consumir, tarde o temprano vas a salir a la calle”.
Enrique, de Floresta, no pertenece a ninguna organización. Sólo camina tomado de la mano con su mujer, Ana. “Estamos hartos de todo lo que está ocurriendo. Toda la vida marché. Ahora con más razón: tengo 70 años y viví muchas de estas. Espero que la gente joven pueda cambiarlo. Hay que insistir. No hay que bajar los brazos nunca. Todo está mal, no hay algo particular: no hay trabajo, no alcanza el dinero. ¿Qué más hace falta? No hay que quedarse. Hay que salir y protestar. De a poco. Esto es un inicio. Hay que insistir. Hasta que nos oigan”.
El dato novedoso
Daniel Menéndez, coordinador nacional de Barrios de Pie, dice que la columna del movimiento llegó a unas 10 mil personas. “La principal demanda es el trabajo. A partir de la pérdida de la changa y de trabajo informal, vinieron todos los problemas. Los comedores colapsados, parroquias abarrotadas y más problemas con la droga, todo tiene que ver con una ausencia del Estado que mantiene lo peor de los aumentos permanentes de precios en lugar de generar empleo”.
¿Cómo se sigue después de la movilización? “Ahora la responsabilidad está en el campo del gobierno. Se ha demostrado y canalizado una expresión de un sector social que está mal. Ahora queda ver qué va a hacer el gobierno con estos reclamos, con este cuestionamiento a la política económica. No es que vinimos porque no teníamos nada que hacer un domingo, sino porque hay problemas concretos vinculados con la situación social”.
¿Cómo interpreta este hecho político? “Yo creo que es histórico. No recuerdo una expresión sobre un sector que está por afuera del mercado laboral, que no está expresado en los gremios tradicionales. Ha sido muy significativa y muy potente. Ahora estamos expectantes: pedimos que se declare la emergencia social y se dicte un comité de crisis. Si no, vamos a trabajar hacia la movilización federal”.
Barrios de Pie estuvo en el gobierno kirchnerista, pero fue de los movimientos sociales que rápidamente tomaron distancia. ¿Cómo se lee esta diversidad en la calle con un mismo reclamo? “Estamos expresando una demanda con legitimidad. No hay especulación política. Simplemente señalar la realidad que estamos viendo. No estamos militando más que por los intereses de los sectores populares. El dato novedoso es que hay sectores de la CGT que se acercan a este reclamo. El tiempo dirá. Si no se afloja la intensidad del ajuste, todos vamos a estar hablando con todos, espalda con espalda, buscando la mejor salida”.
Confluencias
Fredy Mariño, integrante de la Mesa Nacional de la CCC, describe cómo está la organización hoy:
“Tenemos, como otras organizaciones, cantidad de compañeros beneficiarios de planes sociales, de Argentina Trabaja, cooperativas que hacen viviendas, cañerías para agua potable, cloacas, que ambicionan a partir de su esfuerzo ganar medianamente un salario mínimo vital y móvil. Hay compañeros que ganan 3200 pesos con un índice inflacionario del 40 por ciento”.
Mariño piensa la jornada cuando la marcha viaja por Congreso: “El tema es cuál es el grado de unidad popular, porque sería difícil explicar esto si no entendés que las políticas de entrega, de hambre, de tarifazo, de inflación, en fin, de macrismo, nos une. Nosotros movilizamos unos 6 mil compañeros Es una jornada extraordinaria. El objetivo está logrado. El asunto es que esto continúe porque, la situación actual, no aguanta más”.
¿Cómo se logra? “Sabemos que hay tremendas diferencias políticas en esta confluencia, pero lo importante es la confluencia en las calles. Después, cada uno tiene sus salidas políticas. Construimos a partir de salir a la calle. Es tan simple y complejo como eso”.
Esteban “Gringo” Castro es secretario general de la CTEP, la organización de la economía popular cuya obra social aglutina a unos 25 mil afiliados: “Pensamos la jornada con estas consignas porque recuperan la memoria histórica de la lucha de los trabajadores. Hay una avidez por expresarse. Pero hoy lo planteamos desde el punto de vista de los trabajadores más humildes. Queríamos hacer visible eso. Y se dio en un proceso de unidad porque vinieron compañeros de la CGT, las CTA. Están dadas las condiciones para crecer en esa unidad. Nos gustaría avanzar hacia un paro nacional con movilización, con otra plaza abarrotada. No estamos dispuestos a volver a los 90”.
¿Cómo se lee esa diversidad que va desde sectores kirchneristas a organizaciones que incluso durante el acto han criticado al kirchnerismo? “Tenés que construir socialmente lo más amplio que puedas. Políticamente, la amplitud es difícil de lograr porque en procesos electorales todo se fragmenta. Pero hay que ir hacia una unidad social: por eso vas a ver a compañeros que somos kirchneristas y reivindicamos a Néstor y Cristina con sectores que han criticado y puesto el eje en lo que faltaba por hacer, más que en lo que se había hecho”.
Apuntes
Además de las organizaciones citadas, otras banderas: Seamos Libres, JP Evita, La Alameda, Movimiento Sur, Conadhu, bancarios, molineros, judiciales, Federación Universitaria de La Plata, la FUBA, Movimiento Popular La Dignidad. Entre otros dirigentes sindicales, se vio a Hugo “Cachorro” Godoy (secretario general de ATE Nacional), Sergio Palazzo (secretario general de La Bancaria), Hugo Yasky (CTA) y políticos como Jorge Taiana, Juan Manuel Abal Medina, Claudio Lozano, Fernando “Chino” Navarro.
Todos los oradores desde el palco apuntaron a la marcha federal y al paro nacional que, según el murmullo de estas calles colapsadas, cada vez está más cerca. También se pide por la reacción de las CGT frente al presente.
Alguien llevaba un cartel: “Macri, devolvenos el país que nos sacás todos los días”.
Subieron a saludar desde el palco la Madre de Plaza de Mayo-Línea Fundadora Nora Cortiñas y el Premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel.
También estaba el historiador y periodista Osvaldo Bayer, sentado frente al escenario. Una de las mayores ovaciones de la tarde.
Agarraditos
Joana es de Zárate y marcha con cartoneros y recicladores. Está vendiendo sandwiches de milanesa: “La situación está bastante brava. Cobramos 4 mil pesos. Imaginate: tengo una nena y le estoy pagando a la niñera 1500 pesos por mes”. A una cuadra de distancia habla Alicia, de la cooperativa de recicladores El Alamo: “Somos una de las 12 cooperativas que tiene contrato con la Ciudad, pero nuestros compañeros ya están sintiendo esta crisis. Más allá de los manejos políticos, el pueblo está sintiendo que empieza a peligrar lo más básico. Este primer paso espero que no sea el último, porque el que tiene trabajo y el que no, tienen que pelear muy agarraditos de la mano”.
Miriam, de Retiro, trabaja en una de las cooperativas de Barrios de Pie de barrido de limpieza y mantenimiento. “En el barrio estamos un poco complicados. Mucha gente se quedó sin trabajo. Mucha gente pobre. Por eso tratamos de participar en los movimientos sociales, porque en grupo podemos conseguir algo más”.
Facundo, también de Barrios de Pie (trabaja en una cooperativa que hace mantenimiento de edificios), se vino de Virrey del Pino (La Matanza), en medio de Plaza de Mayo: “Con un sueldo de 3100 pesos no llegamos a fin de mes. El aceite, los pañales: no llegás. Hoy combinamos con San Cayetano. Desde Liniers que estamos caminando. En el barrio la situación es desastrosa: tenemos gas envasado y la garrafa está 170 pesos, las calles se inundan, vivimos en casillas precarias. Es lamentable”.
Micaela Román, de la coordinación de Mujeres del Movimiento Evita en Chivilcoy: “Las medidas están pegando en los bolsillos de los compañeros. Esto es una demostración de fuerzas. El pueblo va a salir a la calle y no va a retroceder ni un centímetro de los derechos conquistados”.
A unos metros está Eva, jubilada, que se vino de Monte Grande con un cartel escrito a mano: “San Cayetano: ayudanos a recuperar los 12 mil puestos de trabajo”. No milita. ¿Por qué vino? “Estamos perdiendo todo lo conseguido. En 7 meses, todo para atrás. No hay nada que favorezca al trabajador. Nosotros, gracias a Dios, la podemos contar, pero la Argentina es una máquina: si uno no anda, no anda nadie. Ellos están haciendo lo que saben hacer. Pasa que fue tan bestia eso, que sentimos que nos quisieron asesinar de entrada”.
La Plaza repleta, ahora cantando el Himno, está viva.
Lo que se ve andar
Sobre 9 de Julio y Avenida de Mayo, apoyado en los barrotes de la boca del subte, está Héctor, empleado, hombre veterano que mira en silencio la marcha. Solo observa. ¿Qué ve? “Algo espectacular, fantástico. La verdad que al ver que la dirigencia sindical no hace nada, no moviliza, con este movimiento tendrían que arrancar de una vez por todas. La situación es una vergüenza. Indignante. Pero así son las cosas. Tiene que salir la gente, los trabajadores, los más humildes y necesitados, o no se va a mover nada. Yo estoy muy conmovido por esta marcha”.
Se lo ve: tiene los ojos como dos gotas de agua. “Por eso vengo a acompañar. No grito, no tengo bandera. Y de una vez por todas creo que los dirigentes sindicales se van a tener que poner al frente. No les queda otra, hermano, porque tarde o temprano los van a sacar del cogote”.
Héctor sigue mirando y hablando. “Soy un laburante, esto me impacta, pero cuando le impacta a los mas humildes además me pone en rebeldia, ¿entendés? Acá además de la muchachada hay gente grande, familias enteras participando. Estoy orgulloso de esta clase trabajadora. ¿Sabés que pasa? Tengo 70 años y viví muchas épocas. Tengo hasta bisnietos. ¿Qué nos espera así? Los medios trabajan de tal manera que la gente es capaz de votar contra sí misma. Yo creo que va a haber una salida. ¿Sabés por qué? Porque así no se aguanta más”.
Artes
Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro

La revista Llegás lanza la 8ª edición de su tradicional encuentro artístico, que incluye 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas. Del 31 de agosto al 12 de septiembre habrá espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. El festival llega con una victoria bajo el brazo: este jueves el Senado rechazó el decreto 345/25 que pretendía desguazar el Instituto Nacional del Teatro.
Por María del Carmen Varela.
«La lucha continúa», vitorearon este jueves desde la escena teatral, una vez derogado el decreto 345/25 impulsado por el gobierno nacional para vaciar el Instituto Nacional del Teatro (INT).
En ese plan colectivo de continuar la resistencia, la revista Llegás, que ya lleva más de dos décadas visibilizando e impulsando la escena local, organiza la 8ª edición de su Festival de teatro, que en esta ocasión tendrá 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas, en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. Del 31 de agosto al 12 de septiembre, más de 250 artistas escénicos se encontrarán con el público para compartir espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia.
El encuentro de apertura se llevará a cabo en Factoría Club Social el domingo 31 de agosto a las 18. Una hora antes arrancarán las primeras dos obras que inauguran el festival: Evitácora, con dramaturgia de Ana Alvarado, la interpretación de Carolina Tejeda y Leonardo Volpedo y la dirección de Caro Ruy y Javier Swedsky, así como Las Cautivas, en el Teatro Metropolitan, de Mariano Tenconi Blanco, con Lorena Vega y Laura Paredes. La fiesta de cierre será en el Circuito Cultural JJ el viernes 12 de septiembre a las 20. En esta oportunidad se convocó a elencos y salas de teatro independiente, oficial y comercial.
Esta comunión artística impulsada por Llegás se da en un contexto de preocupación por el avance del gobierno nacional contra todo el ámbito de la cultura. La derogación del decreto 345/25 es un bálsamo para la escena teatral, porque sin el funcionamiento natural del INT corren serio riesgo la permanencia de muchas salas de teatro independiente en todo el país. Luego de su tratamiento en Diputados, el Senado rechazó el decreto por amplia mayoría: 57 rechazos, 13 votos afirmativos y una abstención.
“Realizar un festival es continuar con el aporte a la producción de eventos culturales desde diversos puntos de vista, ya que todos los hacedores de Llegás pertenecemos a diferentes disciplinas artísticas. A lo largo de nuestros 21 años mantenemos la gratuidad de nuestro medio de comunicación, una señal de identidad del festival que mantiene el espíritu de nuestra revista y fomenta el intercambio con las compañías teatrales”, cuenta Ricardo Tamburrano, director de la revista y quien junto a la bailarina y coreógrafa Melina Seldes organizan Llegás.
Más información y compra de entradas: www.festival-llegas.com.ar

CABA
Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.
Por María del Carmen Varela
Fotos Lina Etchesuri para lavaca
Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.
Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.
Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.
Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.
El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.
Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.
Continuará.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
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La vida de dos mujeres en la Isla de la Paternal, entre la memoria y la lucha: una obra imperdible

Una obra única que recorre el barrio de Paternal a través de postas de memoria, de lucha y en actual riesgo: del Albergue Warnes que soñó Eva Perón, quedó inconcluso y luego se utilizó como centro clandestino de detención; al Siluetazo de los 80´, los restoranes notables, los murales de Maradona y el orfanato Garrigós, del cual las protagonistas son parte. Vanesa Weinberg y Laura Nevole nos llevan de la mano por un mapa que nos hace ver el territorio cotidiano en perspectiva y con arte. Una obra que integra la programación de Paraíso Club.
María del Carmen Varela
Las vías del tren San Martín, la avenida Warnes y las bodegas, el Instituto Garrigós y el cementerio de La Chacarita delimitan una pequeña geografía urbana conocida como La Isla de la Paternal. En este lugar de casas bajas, fábricas activas, otras cerradas o devenidas en sitios culturales sucede un hecho teatral que integra a Casa Gómez —espacio dedicado al arte—con las calles del barrio en una pintoresca caminata: Atlas de un mundo imaginado, obra integrante de la programación de Paraíso Club, que ofrece un estreno cada mes.
Sus protagonistas son Ana y Emilia (Vanesa Weinberg y Laura Nevole) y sus versiones con menos edad son interpretadas por Camila Blander y Valentina Werenkraut. Las hermanas crecieron en este rincón de la ciudad; Ana permaneció allí y Emilia salió al mundo con entusiasmo por conocer otras islas más lejanas. Cuenta el programa de mano que ambas “siempre se sintieron atraídas por esos puntos desperdigados por los mapas, que no se sabe si son manchas o islas”.


La historia
A fines de los ´90, Emilia partió de esta isla sin agua alrededor para conocer otras islas: algunas paradisíacas y calurosas, otras frías y remotas. En su intercambio epistolar, iremos conociendo las aventuras de Emilia en tierras no tan firmes…
Ana responde con las anécdotas de su cotidiano y el relato involucra mucho más que la narrativa puramente barrial. Se entrecruzan la propia historia, la del barrio, la del país. En la esquina de Baunes y Paz Soldán se encuentra su “barco”, anclado en plena isla, la casa familiar donde se criaron, en la que cada hermana tomó su decisión. Una, la de quedarse, otra la de marcharse: “Quien vive en una isla desea irse y también tiene miedo de salir”.
A dos cuadras de la casa, vemos el predio donde estaba el Albergue Warnes, un edificio de diez pisos que nunca terminó de construirse, para el que Eva Perón había soñado un destino de hospítal de niñxs y cuya enorme estructura inconclusa fue hogar de cientos de familias durante décadas, hasta su demolición en marzo de 1991. Quien escribe, creció en La Isla de La Paternal y vio caer la mole de cemento durante la implosión para la que se utilizó media tonelada de explosivos. Una enorme nube de polvo hizo que el aire se volviera irrespirable por un tiempo considerable para las miles de personas que contemplábamos el monumental estallido.
Emilia recuerda que el Warnes había sido utilizado como lugar de detención y tortura y menciona el Siluetazo, la acción artística iniciada en septiembre de 1983, poco tiempo antes de que finalizara la dictadura y Raúl Alfonsín asumiera la presidencia, que consistía en pintar siluetas de tamaño natural para visibilizar los cuerpos ausentes. El Albergue Warnes formó parte de esa intervención artística exhibida en su fachada. La caminata se detiene en la placita que parece una mini-isla de tamaño irregular, sobre la avenida Warnes frente a las bodegas. La placita a la que mi madre me llevaba casi a diario durante mi infancia, sin sospechar del horror que sucedía a pocos metros.
El siguiente lugar donde recala el grupo de caminantes en una tarde de sábado soleado es el Instituto Crescencia Boado de Garrigós, en Paz Soldán al 5200, que alojaba a niñas huérfanas o con situaciones familiares problemáticas. Las hermanas Ana y Emilia recuerdan a una interna de la que se habían hecho amigas a través de las rejas. “El Garrigós”, como se lo llama en el barrio, fue mucho más que un asilo para niñas. Para muchas, fue su refugio, su hogar. En una nota periodística del portal ANRed —impresa y exhibida en Casa Gómez en el marco de esta obra— las hermanas Sosa, Mónica y Aída, cuentan el rol que el “Garri” tuvo en sus vidas. Vivían con su madre y hermanos en situación de calle hasta que alguien les pasó la información del Consejo de Minoridad y de allí fueron trasladas hasta La Paternal. Aída: “Pasar de la calle a un lugar limpio, abrigado, con comida todos los días era impensable. Por un lado, el dolor de haber sido separadas de nuestra madre, pero al mismo tiempo la felicidad de estar en un lugar donde nos sentimos protegidas desde el primer momento”. Mónica afirma: “Somos hijas del Estado” .
De ser un instituto de minoridad, el Garrigós pasó a ser un espacio de promoción de derechos para las infancias dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia de Argentina (SENAF), pero en marzo de este año comenzó su desmantelamiento. Hubo trabajadorxs despedidxs y se sospecha que, dado el resurgimiento inmobiliario del barrio, el predio podría ser vendido al mejor postor.
El grupo continúa la caminata por un espacio libre de edificios. Pasa por la Asociación Vecinal Círculo La Paternal, donde Ana toma clases de salsa.
En la esquina de Bielsa (ex Morlote) y Paz Soldán está la farmacia donde trabajaba Ana. Las persianas bajas y los estantes despojados dan cuenta de que ahí ya no se venden remedios ni se toma la presión. Ana cuenta que post 2001 el local dejó de abrir, ya que la crisis económica provocó que varios locales de la zona se vieran obligados a cerrar sus puertas.
La Paternal, en especial La Isla, se convirtió en refugio de artistas, con una movida cultural y gastronómica creciente. Dejó de ser una zona barrial gris, barata y mal iluminada y desde hace unos años cotiza en alza en el mercado de compra-venta de inmuebles. Hay más color en el barrio, las paredes lucen murales con el rostro de Diego, siempre vistiendo la camiseta roja del Club Argentinos Juniors . Hay locales que mutaron, una pequeña fábrica ahora es cervecería, la carnicería se transformó en el restaurante de pastas Tita la Vedette, y la que era la casa que alquilaba la familia de mi compañera de escuela primaria Nancy allá por los ´80, ahora es la renovada y coqueta Casa Gómez, desde donde parte la caminata y a donde volveremos después de escuchar los relatos de Ana y Emilia.
Allí veremos cuatro edificios dibujados en tinta celeste, enmarcados y colgados sobre la pared. El Garrigós, la farmacia, el albergue Warnes y el MN Santa Inés, una antigua panadería que cerró al morir su dueño y que una década más tarde fuera alquilada y reacondicionada por la cheff Jazmín Marturet. El ahora restaurante fue reciente ganador de una estrella Michelín y agota las reservas cada fin de semana.
Lxs caminantes volvemos al lugar del que partimos y las hermanas Ana y Emilia nos dicen adiós.
Y así, quienes durante una hora caminamos juntxs, nos dispersamos, abadonamos La Isla y partimos hacia otras tierras, otros puntos geográficos donde también, como Ana y Emilia, tengamos la posibilidad de reconstruir nuestros propios mapas de vida.
Atlas de un mundo imaginado
Sábados 9 y 16 de agosto, domingos 10 y 17 de agosto. Domingo 14 de septiembre y sábado 20 de septiembre
Casa Gómez, Yeruá 4962, CABA.
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