Nota
Seré millones: Tomás Eloy Martínez, el autor de Santa Evita

“El cadáver de Evita es el primer desaparecido de la historia argentina. Durante 15 años nadie supo en dónde estaba. El drama fue tan grande que su madre (Juana Ibarguren) clamaba de despacho en despacho pidiendo que se lo devolvieran. Y murió en 1970 sin poder averiguar nada. A diferencia de los cadáveres desaparecidos durante la dictadura, que ruegan por ser enterrados, el cadáver de Evita clamó por ser ofrecido a la veneración. De algún modo, Santa Evita es el relato de esa conversión de un cuerpo muerto en un cuerpo político”.
Tomas Eloy Martínez (fallecido en 2010) fue el autor de la obra que, a 70 años de la muerte de Evita, se transformó en serie, protagonizada por Natalia Oreiro. Compartimos esta entrevista publicada en MU de diciembre de 2008 en la que Tomás habla de su vida: censuras, dictaduras, aventuras, la pasión, el periodismo y el valor de las utopías. Dos frases de un creador que nunca dejó de sentirse periodista.
«Si hay algo que me inquieta del periodismo actual es esa falta de pasión, esa comodidad con que se expresan las cosas. Para nosotros cada palabra siempre fue un juego de todo o nada, de vida o muerte. Y no quiero hablar como los viejos de un pasado ideal, sino que digo esto en honor a un futuro deseable».
“El periodismo no es un circo para exhibirse, sino un instrumento para pensar, para crear, para ayudar al hombre en su eterno combate por una vida más digna y menos injusta. Afirmemos, entonces, nuestro derecho a reclamar un mundo que no se parezca a ningún otro, y pongamos nuestra palabra de pie para ayudar a crearlo”.
Por Claudia Acuña
La foto está en la pared del estudio tapizado de libros y ni siquiera ocupa un lugar central. Es apenas un pequeño cuadrado enmarcado por el que asoman tres jóvenes cancheros. No miran a cámara, sino al futuro, que está al costado, desafiándolos. De izquierda a derecha: Tomás Eloy Martínez, Mario Vargas Llosa y Carlos Fuentes. El cuarto integrante de la banda está a cargo de la toma y se llama Guillermo Cabrera Infante. “El día que fuimos al cine con Los Beatles”, me dirá Tomás.
Ajá.
¿Y qué fueron a ver?
“El estreno de 2001, Odisea del Espacio”.
Ajá.
Significa, entonces, que la toma es de 1968, cuando los Beatles acababan de parir su Álbum Blanco y Tomás tecleaba sus notas en la revista Primera Plana. Significa, también, que este hombre de jean y remera que tengo enfrente tiene ahora 74 años y el paladar negro de los periodistas de raza.
Tomás es, ante todo, un caballero y con esa hidalguía cabalga su condición de sobreviviente –hincó el diente al pastel de la Historia, conoce su sinsabor y no se queja– que lo enfrenta ahora a una nueva batalla. Su salud no es buena, pero su actitud se parece a la de aquel muchacho de la foto, que mira hacia el costado dispuesto a lo que venga.
Tomás acaba de publicar su última novela, Purgatorio, que comienza con un párrafo perfecto:
“Hacía treinta años que Simón Cardoso había muerto cuando Emilia Dupuy, su esposa, lo encontró a la hora del almuerzo en el salón reservado de Trudy Tuesday”.
A partir de este desaparecido que aparece en la fantástica locura de su esposa, la historia corre hacia atrás, hacia la genealogía de ese delirio que comenzó cuando la dictadura rompió todas las barreras de la razón y de la vida. Dos cosas se imponen en este Purgatorio: cómo está escrito y desde dónde. La escritura tiene un perfume a clásico, entendiendo por esta palabra ese estilo que nunca envejece porque no responde a las modas, sino a los modos más nobles del lenguaje. Dónde se coloca el narrador es ya una marca de este autor que en todas sus obras elige estar al lado del lector, susurrándole la historia. En este caso, esa historia está en función de demostrar la omnipresencia del desaparecido, esa ausencia tan presente, tan palpable, tan vívida, ante la cual se desvanecen las artimañas más crueles de construcción del olvido.
La novela permite, sin duda, muchas lecturas, pero la mía se detiene en los detalles que Tomás zurció con el material que encontró en las revistas de la época y que dan cuenta de hasta dónde se hundió en la cloaca la profesión periodística. Se lo pregunto a él, que es casi un príncipe del oficio:
-Me niego a generalizar, porque generalizar es siempre una actitud fascista y cada tema tiene sus grises, sus contradicciones. Pero muchos, muchos textos de los que leí me produjeron un profundo asco. Me hicieron preguntar cómo es posible que la conciencia de un ser humano pueda caer tan bajo, pueda negar cualquier tipo de compasión, de comprensión por el otro, por lo otro, por aquello que es y piensa diferente. Creo que el peor de los daños, el más permanente de la dictadura fue la intención violenta de convertir a este país a una ideología de cuartel.
-¿Creés que por eso la literatura y el periodismo perdieron su capacidad de creación, que es finalmente hija de la desobediencia?
-Es que la literatura si no es desobediencia, no es. La literatura, como el periodismo, son centralmente actos de transgresión, maneras de mirar un poco más allá de tus límites, de tus narices. Todo lo que he escrito en la vida han sido actos de búsqueda de libertad. Nada me daba más placer –cuando publicaba mis primeros artículos en La Gaceta de Tucumán– que mi madre les dijera a mis hermanas: “Tenemos que ir a misa a rezar por el alma de Tomás que está totalmente perdida”.

En nombre propio
La primera vez que Tomás perdió el alma fue a los 9 años, cuando decidió ir detrás de un circo. La aventura le valió un mes de encierro, sin lecturas ni juegos. Dedicó el tiempo libre a escribir un cuento: la historia de un chico que burla el castigo de sus padres metiéndose dentro de una estampilla para así viajar por el mundo.
A los 16 ganó un premio provincial de poesía y al año siguiente, uno de narrativa que le otorgó el dinero necesario para perderse por segunda vez: viajó a Buenos Aires con la intención de conocer escritores. Cuando regresó a Tucumán, comenzó a estudiar Derecho, tal cual deseaba su familia, pero al poco tiempo se perdió por tercera y definitiva vez: cambió su carrera universitaria por Letras y empezó a trabajar en el diario La Gaceta. No hubo rezo que pudiera torcer ese destino.
Comenzó como corrector, y al poco tiempo pasó a la redacción como crítico de cine. Así llamó la atención del porteño diario La Nación, en el que trabajó desde 1957 hasta 1961. Su salida forma parte de la mitología periodística, pero la versión remixada que cuenta hoy, con pasión y sin rencor, le otorga un nuevo significado. Dirá Tomás, antes de que lleguemos al episodio de La Nación:
-De chico era un católico cerrado, creyente de todo lo que se tiene que creer para ser miembro de la Acción Católica.
-¿Y cuál es tu fe ahora?
-Me da una gran paz y una enorme felicidad saber que del otro lado no hay nada. Todo lo que queda de vos es lo que dejaste.
-“Tu identidad son tus recuerdos”. Es una frase que escribiste en Purgatorio y en La Novela de Perón. ¿Cuál es la identidad que forman tus recuerdos, si pudieses elegir entre dos o tres?
-La primera vez que escribí, que fue esa primera señal de rebelión, en ese caso contra mis padres. El segundo, quizá, sea esa sensación de extrañeza a la que me enfrentó el exilio. Es algo que intenté reflejar en esta novela, en la escena de la visita al Jardín del Exilio del Museo del Holocausto.
-¿Tus libros también forman parte de esos recuerdos que te definen?
-Reflejan momentos distintos y distintas actitudes mías para enfrentarlos.
-Tomemos el caso de La novela de Perón: apareció por entregas en la revista El Periodista, año 1985: fin de la dictadura.
-Fue una sublevación contra el cartón pintado con el que quería construirse esa historia. Lo que pretendía, al publicarla por entregas, era una mímesis con el Facundo de Sarmiento. Transmitir lo que yo creía que era el verdadero Perón: un Perón intervenido por López Rega.
-Que es el Perón que vos, generacionalmente, viviste…
-Que fue el que viví y padecí. A mí siempre me sorprendió cómo gente como Enrique Raab pudo notar inmediatamente y desde la plaza cosas sobre eso en lo que se había convertido el peronismo, que en esa época nadie veía. Enrique era militante del PRT y desapareció en el 77. Poco antes me escribió una carta –yo ya me había exiliado en Venezuela– para contarme que querían editar una revista crítica al gobierno y para pedirme que colaborara. Le contesté que era un honor inmenso, pero que me parecía muy peligroso para él, no sólo que yo escribiera sino que editara ese tipo de publicación. Me di cuenta, entonces, hasta qué punto no se veía en este país que el gobierno de Videla era represor, opresor y asesino. No se veía.
-Muchas cosas no se veían. ¿A qué atribuís esa ceguera?
-A todo ese aparataje de publicidad puesto al servicio de la propaganda.
-¿Tanto poder tiene para vos la palabra escrita?
-La palabra escrita siempre crea opinión y es poderosa. Pero ese poder no depende sólo de la dimensión de un medio. Ese poder también está presente en la fuerza y en la pasión con que se escribe. Si hay algo que me inquieta del periodismo actual es esa falta de pasión, esa comodidad con que se expresan las cosas. Para nosotros cada palabra siempre fue un juego de todo o nada, de vida o muerte. Y no quiero hablar como los viejos de un pasado ideal, sino que digo esto en honor a un futuro deseable. El otro día hablaba con unos chicos sobre la crítica literaria, que es un género prácticamente extinguido. ¿Por qué? Porque si hoy critican un libro de Piglia o de Aira tienen miedo de sufrir represalias…
-Y se sufren… Vos las sufriste: del diario La Nación te fuiste cuando censuraron tus críticas cinematográficas…
-El otro día Luis Saguier (actual director periodístico de La Nación) reunió a toda la redacción y me pidió que les narrara el episodio, casi como una ceremonia pública vindicatoria. Comencé por recordar que Ernesto (Schoó, el otro protagonista de esta historia) y yo éramos muy irreverentes. Ernesto con un estilo más educado, podría decirse, y yo con uno más irónico, pero los dos escribíamos realmente lo que se nos cantaba. Ernesto se burlaba de Mujica Láinez, por ejemplo o yo de Mallea, que eran intocables. Eran los Piglia o Aira de hoy. Por esa época, además, La Prensa comenzó a firmar las críticas que publicaba y La Nación no tardó en imitarla. Se firmaba con iniciales, pero todos los lectores nos identificaban. Un día publiqué una crítica sobre Los diez mandamientos que decía, burlonamente, “al fin puede escuchar a Dios hablar en letra gótica”. Y las grandes distribuidoras cinematográficas –United Artist, Paramount, entre otras– se enojaron y retiraron la publicidad. Representaba algo así como un millón de pesos por mes, mucho dinero. Lo que pedían, en concreto, era que nos despidieran a Ernesto y a mí. O que nos domesticaran. En honor a la verdad, debo decir que La Nación aguantó una semana, luego otra, hasta que finalmente me llamó el administrador, Enrique Drago Mitre, y me dijo: “¿Usted tiene conciencia de cuál es su trabajo en este diario?” Le contesté: “Por supuesto”. “¿Usted sabe que tiene que escribir lo que se le pide?” Le contesté: “Por supuesto, si me pagan mi salario”. El hombre consideró que estaba todo claro y pasó a darme las instrucciones: a partir de ese día debía remitirme a las órdenes que me daría un secretario de redacción, que me diría lo que tenía que escribir y cómo. “Perfecto –le contesté–. Entiendo lo que me dice: ustedes me dan las órdenes y publican lo que yo escribo, pero sin mi firma. Porque mi trabajo está en venta, mi firma, no”. A partir de ahí me mandaron a la sección Movimiento Marítimo. Aguanté tres días y renuncié.
-¿Cuál era tu situación personal?
-Tenía dos hijos, así que tuve que salir a buscar trabajo inmediatamente. Y no conseguía porque estaba en la lista negra. En esa época pelearse con una empresa periodística era pelearse con todas.
-Ahora también. Pero, a pesar de todo, ¿no fue esa renuncia la que te convirtió en Tomás Eloy Martínez?
-Sin duda. Tuve la enorme alegría de que gente como Godard, Truffaut y todos los grandes directores y críticos cinematográficos del momento firmaran un manifiesto en defensa de Ernesto y mía, contra la censura que el diario y las distribuidoras ejercían. Quizás ahora esto no sea tan extraño, pero por esa época era completamente novedoso. Y se publicó en todos los diarios europeos. Sin embargo, en mi vida concreta, tuve que trabajar un año llevando bandejas con sándwiches para alimentar a las modelos en una agencia de publicidad, ganando mendrugos. Recién después de ese largo año me llamó Jacobo Timerman para trabajar en Primera Plana.
-¿Y qué pasó cuando contaste todo esto en La Nación?
-Los chicos me aplaudieron. ¿Qué otra cosa iban a hacer si estaba el dueño adelante?
Cómo viajar a Japón
Tomás fue jefe de redacción de Primera Plana desde 1962 hasta abril de 1969, cuando la dictadura de Onganía la cerró. Fueron épocas tan épicas como aquella foto que lo muestra como un Beatle, aunque el beat criollo tenía sus límites que aprendió a sortear con imaginación.
-Una vez fui a platearle al administrador que quería ir tres meses a Japón para hacer una nota sobre los sobrevivientes de Hiroshima. La respuesta fue la de siempre: hizo cuentas. Luego de sumar prolijamente los costos de pasajes, estadía y comida, me dijo que esa nota representaba unos 5.000 dólares. No le importó el argumento que le di sobre cuánto ganaría una publicación capaz de hacer una nota como esa, así que le ofrecí un trato: “Mándeme a Japón y le traigo la nota y su dinero”. Y así fue. Estuve en Japón tres meses, hice la nota y como el vuelo de regreso hacía escala en París, aproveché para ir a L´Express y ofrecerle la nota a Françoise Giroud, la directora periodística de esa revista. Cuando se mostró interesada, le planteé los inconvenientes: primero tenía que publicarla Primera Plana y además, costaba 5.000 dólares. Aceptó y fue tapa de L´Express. Cuando volví a Buenos Aires le entregué al administrador de Primera Plana los 5.000 dólares.
-¿Y te los aceptó?
-¡Por supuesto!
Best seller
Cerrado el capítulo Primera Plana, Tomás se convirtió en corresponsal de Editorial Abril en París. Desde allí regresó para hacerse cargo de la dirección de la revista Panorama. Fue Massera, por entonces capitán de navío, quien pidió su cabeza por la nota que publicó sobre la masacre de Trelew. La tuvo: renunció. Luego, la Triple A lo persiguió con amenazas que lo llevaron al exilio en Venezuela, donde vivió desde 1975 hasta 1982. De allí partió a Washington, como becario, a terminar La novela de Perón. Nacía el escritor.
Ya en 1995, Santa Evita lo convirtió en el autor nacional contemporáneo más traducido a otras lenguas. Dirá Tomás sobre esa novela: “El cadáver de Evita es el primer desaparecido de la historia argentina. Durante 15 años nadie supo en dónde estaba. El drama fue tan grande que su madre (Juana Ibarguren) clamaba de despacho en despacho pidiendo que se lo devolvieran. Y murió en 1970 sin poder averiguar nada. A diferencia de los cadáveres desaparecidos durante la dictadura, que ruegan por ser enterrados, el cadáver de Evita clamó por ser ofrecido a la veneración. De algún modo, Santa Evita es el relato de esa conversión de un cuerpo muerto en un cuerpo político”.
Elogio de la utopía
Apenas un año después y cuando saboreaba ser best-seller, Tomás escribió un artículo con un título provocador: “Defensa de la utopía”. Regresaba en ese texto el periodista, legitimado por el éxito del escritor, para decirnos:
“Un hombre no puede dividirse entre el poeta que busca la expresión justa de nueve a doce de la noche y el gacetillero indolente que deja caer las palabras sobre las mesas de redacción como si fueran granos de maíz. El compromiso con la palabra es a tiempo completo, a vida completa. Puede que un periodista convencional no lo piense así. Pero un periodista de veras no tiene otra salida que pensar así. El periodismo no es algo que uno se pone encima a la hora de ir al trabajo. Es algo que duerme con nosotros, que respira y ama con nosotros”.
“El periodista no es un agente pasivo que observa la realidad y la comunica; no es una mera polea de transmisión entre las fuentes y el lector sino, ante todo, una voz a través de la cual se puede pensar la realidad, reconocer las emociones y las tensiones secretas de la realidad, entender el porqué y el para qué”.
“Es verdad que, en algunos casos, la brutalidad del Poder impone la retórica excluyente del silencio. Para poder hablar después hay que sobrevivir ahora. Ésa fue la desgarradora alternativa que afrontaron los internados de los campos de concentración, donde quiera existieron esos campos: en Auschwitz, en la isla Dawson, en las “peceras” de Buenos Aires. ¿Enfrentarse al Poder con la certeza de la derrota o fingir resignación ante el Poder para dar luego testimonio de la ignominia? Pero cuando el silencio dura demasiado tiempo, la palabra corre el riesgo de contaminarse, de volverse cómplice. Para hablar hace falta valor, y para tener valor hace falta tener valores. Sin valores, más vale callar”.
“Hay que cuidar las formas, me repetía un jefe de redacción en el diario donde me inicié cuando era adolescente. Hay que conciliar, me decía, hay que entender el juego del Poder. Ésa fue la primera enseñanza contra la cual me sublevé. Siempre he pensado (y éste es un tema para discutir largamente) que el periodismo no tiene sino dos formas que cuidar: la de su herramienta –el lenguaje–; y la de su ética, que no responde a otro interés que el de la verdad. No tiene por qué conciliar, con nada ni con nadie. Su misión es en eso idéntica a la del artista: revelar los abismos y las luces más secretos del hombre, agitar las aguas, estimular la imaginación, provocar el cambio, luchar sin sosiego para que las perezas y los conformismos que adormecen la inteligencia sean derribados con el mismo estrépito liberador que hace tres milenios hizo caer las murallas de Jericó.”
“El periodismo no es un circo para exhibirse, sino un instrumento para pensar, para crear, para ayudar al hombre en su eterno combate por una vida más digna y menos injusta. Afirmemos, entonces, nuestro derecho a reclamar un mundo que no se parezca a ningún otro, y pongamos nuestra palabra de pie para ayudar a crearlo”.
Tomás me dirá ahora una sola cosa al respecto: “Las utopías son lo único que nos permite desafiar a la muerte”.
Y así y de pie, me despide con un abrazo intenso que me regala como recuerdo.
Nota
1 año de la muerte de Daiana Abregú: Nadie se suicida en una comisaría
La joven de 26 años salió a bailar y luego apareció muerta en la celda de la comisaría comunal de la ciudad de Laprida. Cinco policías bonaerenses están imputados por triple homicidio y uno por encubrimiento. Sin embargo, la Justicia aún no definió con qué caratula elevará a juicio su caso: si por suicidio u homicidio. Hoy el pueblo saldrá a las calles para reclamar justicia.
Por Facundo Lo Duca
El 5 de junio de 2022 Daiana Abregú apareció muerta en la celda de la comisaría comunal de Laprida, en la provincia de Buenos Aires. Su muerte causó estupor en la ciudad ubicada a 400 kilómetros de Capital Federal, acostumbrada a la tranquilidad de la pampa bonaerense y reconocida por los monumentos que el enigmático arquitecto Francisco Salomone construyó durante la década del ’30.
Daiana había salido a bailar la noche del sábado 4 de junio. El domingo, alrededor de las siete de la mañana, fue de detenida por un móvil policial tras provocar disturbios en la vía pública. Sola, vestida con una campera de jean y bajo el custodio de tres policías, la joven quedó alojada en una celda de la comisaría comunal.
A las seis de la tarde de ese domingo, un patrullero llegó hasta la casa de Daiana, donde vivía con su hijo menor, sus hermanas y sus padres. Del auto bajaron dos policías: uno de ellos Marcelo Amaya, subcomisario de la estación policial.
Tras golpear la puerta, Laura Abregú ─la madre de la joven─, salió a su encuentro. Los efectivos la miraron fijo y dijeron una frase que al día de hoy todavía está en duda:
─Señora, su hija se quitó la vida.
La versión policial dijo que Daiana se suicidó en su celda, ahorcándose con su propia campera. La primera autopsia, realizada un día después de su muerte por la Asociación Pericial de Azul, sostuvo esa hipótesis luego de señalar una marca de ahorcadura en el cuello compatible a la prenda que llevaba cuando fue detenida.
La Comisión Provincial Por la memoria (CPM) intervino de inmediato en la causa como particular damnificado. Tras analizar los presurosos resultados de la primera autopsia, la organización de derechos humanos encontró una serie de irregularidades.
La autopsia no había respetado el Protocolo de Minnesota, una instancia que debe seguirse en casos de muertes bajo custodia del Estado. Los resultados del examen del cuerpo de la joven habían presentado graves falencias: no se realizaron radiografías ni fotografías completas, no se completaron extracciones de piel para determinar si algunas lesiones fueron producidas antes o después de su muerte y tampoco se realizaron filmaciones del examen, tal como lo establecen los protocolos vigentes.
La insistencia del abogado de la familia, Sergio Roldan, junto a la de la CPM, lograron que se realice una reaautopsia del cuerpo.
La Asesoría Pericial de La Plata fue finalmente el órgano encargado del procedimiento. El informe final de la reautopsia dio como resultado que Daiana Abregú no se habría ahorcado. Los peritos concluyeron que la víctima murió por una “asfixia mecánica de sofocación”. Además, no observaron lesiones en los músculos del cuello compatibles con el lazo de ahorcadura de la campera; también señalaron que existían lesiones en esa zona del cuerpo compatibles con signos de una posible autodefensa.
El fiscal del caso, Ignacio Calonje, quien se había mostrado reacio a una realizar un segundo examen del cuerpo, analizó los resultados de esa evaluación y ordenó que Adrián Osvaldo Núñez, Pamela Gisel DiBin, Juliana Zelaya y Leandro Esteban Fuhr ─los cinco policías bonaerenses presentes aquel 5 de junio de junio en la comisaría─ fueran encarcelados y acusados por homicidio triplemente calificado.
La decisión había traído calma a la familia y amigos de Daiana. Pero el pueblo, por otro lado, quedó dividido. A las marchas que se hacían frente a la comisaría solo acudían un pequeño grupo de vecinos que acompañaron a la familia desde un principio. “Muchos le creen a la policía porque Daiana viene de una familia humilde. Si fuera al revés, estarían acá. Laprida tiene sus matices”, contó una vecina a lavaca.
La situación procesal de los policías, sin embargo, tendría un giro que volvería toda al principio. Un tercer informe pericial, solicitado por el fiscal y realizado por la Policía Federal, analizó los dos últimos exámenes del cuerpo de Daiana.
A través de conjeturas estigmatizantes sobre la conducta de la joven y describiéndola como alguien “con consumos problemáticos de drogas”, algo que fue desmentido por su propia familia, la policía federal aseguró que Abregú finalmente se habría quitado la vida en su celda. Es decir, para la Federal alguien con supuestos “problemas de consumos” y “conflictos emocionales”, es un potencial suicida dentro de un calabazo.
Ese escenario habilitó a que liberaran a los cinco policías detenidos y que la hipótesis del suicidio volviera a cobrar relevancia para la justicia provincial, aunque continuaron imputados por homicidio.
La bonaerense, respaldada por otra fuerza de seguridad, así como también por el ministro Sergio Berni, intentaba salvar su presente. Pero sería condenada por su pasado.
La bonaerense de Laprida
En una investigación colaborativa con otros medios, Lavaca fue a Laprida para contar el funcionamiento de la policía y la comisaría. Los relatos de los vecinos describieron la violencia institucional en la que estaba sumergida la ciudad.
Picanas eléctricas, palizas a menores de edad y hasta torturas con bolsas de plástico en la cabeza eran moneda corriente dentro de los calabazos.
Lejos de alguna sanción, a algunos policías se los premiaba. Como es el caso de Adrián Nuñez, uno de los cinco implicados en la muerte de Daiana, y denunciado en más de un testimonio por algunos vecinos de Laprida. En 2021, Nuñez recibió un premio estimulo por su labor como oficial ayudante.
Dos expolicías que trabajaron en esa comisaría, además, le confirmaron a este medio los excesos de algunos colegas, como así también otros manejos internos de la dependencia policial. Todo bajo la tutela de dos comisarios: Christian Barrios y Marcelo Amaya, quienes dirigían la seccional cuando ocurrió lo de Daiana.
Otro dato no menor fueron los antecedentes de la comisaría. En el año 2003, Asuntos Internos del Ministerio de Seguridad bonaerense tenía previsto llegar al pueblo para revisar una serie de expedientes y documentación sensible referido a la comisaría. Sin embargo, el 21 de julio de ese año, un “depósito con documentación y otros elementos” del edificio se prendió fuego.
Los investigadores determinarían que el incendio habría sido intencional. Entre los policías que estaban en esa época en la estación, se encontraba Marcelo Amaya, el mismo que le dijo a la madre de Daiana que su hija se había quitado la vida. Amaya, junto a Christian Barrios, fueron desplazados de sus cargos.
En el mes de abril Calonje hizo un pedido para que el Cuerpo Médico Forense de la Corte Suprema de Justicia (CSJ) sea quien analice los resultados de las dos autopsias que se hicieron sobre el cuerpo de Abregú y contraste los resultados con los de la Policía Federal. De ese informe, saldrá finalmente la caratula con que el fiscal deberá elevar a juicio la causa: si por homicidio o suicido.
Amnistía Internacional tomó el caso de Daiana en 2022. Desde entonces, su historia forma parte de la campaña internacional por los derechos humanos que el organismo impulsa con el fin de que se esclarezca su caso. Según datos de la Comisión Provincial por la Memoria, entre 2012 y 2022, murieron al menos 215 personas en comisarías bonaerenses, un promedio de 20 por año.
Daiana falleció un 5 de junio, el mismo día que Laprida celebra el natalicio de su máximo prócer: el arquitecto de las pampas, Francisco Salomone.
Hoy, mientras algunos veneran edificios antiguos, los familiares y amigos de Daiana saldrán una vez más a las calles. A pedir justicia. A gritar: “Nadie se suicida en una comisaría”.
#NiUnaMás
3J: El Nunca Más del Ni Una Menos, con una asamblea histórica de Familiares Víctimas de Femicidios en Plaza de Mayo

Desde Jujuy, Santiago del Estero, Córdoba. De Mar del Plata, San Miguel del Monte, Monte Hermoso. Desde Tigre, Moreno, San Vicente. Desde todas partes del país, decenas de familiares de mujeres y personas trans asesinadas y desaparecidas se autoconvocaron en Plaza de Mayo para compartir el panorama de los distintos casos, con estas palabras como denominador común: narco, policía, fiscalía. También se escucharon ideas para combatirlo, entre la calle, el abrazo y la memoria, rescatando todo el arsenal de la lucha por los derechos humanos en Argentina. Por eso, el día del Ni Una Menos, junto a la Pirámide de Mayo se gritaron dos palabras que lo dicen todo: Nunca Más. Compartimos a continuación todas las voces que se escucharon en este 3J.
De todo lo que se dijo y escuchó en la asamblea, las familias armarán un documento para presentar ante las autoridades que deben llevar adelante las políticas para prevenir, erradicar y sancionar la violencia machista. Entre otras propuestas, se pidió una reparación para familiares y que el Procurador General de la Nación los reciba para trabajar en el entrenamiento de los fiscales en la búsqueda de pruebas.
Acompañaron la movida decenas de organizaciones sociales, sindicales y políticas (debajo, la lista completa), Periodistas Argentinas, la actriz Thelma Fardin y otras integrantes de Actrices Argentinas; y las funcionarias Ayelén Mazzina, Ministra de las Mujeres, Géneros y Diversidad de la Nación Argentina, y Flavia Delmas, subsecretaria de Políticas contra las violencias por razones de género del Ministerio de Mujeres de la Provincia de Buenos Aires.
Estuvo ausente, entre otrxs, Tehuel de la Torre, joven trans desaparecido, pero de la asamblea participó su madre.
El cierre del acto fue con arte. Primero, una batucada de mujeres copó el centro de la escena con las familias alrededor. Luego, vestidas de rojo, otro grupo de mujeres realizó una acción en la que cantaron y levantaron en alto fotos de víctimas de femicidios. Con la Casa Rosada de fondo, una cuerda de tambores cerró la jornada rodeada de emoción y aplausos.


Las voces de las familias
Familiares de Florencia Pennacchi, desaparecida
Tras 18 años, no tenemos noticias. Flor fue víctima en 2005 de desaparición forzada, con la complicidad de organismos oscuros. Pero además de casos como el de Florencia, quiero hablar de otras víctimas. La mamá de Florencia acaba de fallecer. Y a muchas madres, padres, hermanos, abuelos, tíos, sobrinos, amigos, el dolor punzante de la ausencia cambia la vida para siempre. Para que la impunidad suceda es necesaria una cadena de complicidad gubernamentales judiciales y policiales. Seguimos y estamos acá, porque somos la voz de aquellas silenciadas.
Marisa, mamá de Luna Ortiz
Hoy es un día para transformar el dolor en lucha. Esto nos da fuerza de familiares, emociona lo que estamos transitando, esta nuestra lucha después de este gran dolor. Y duele después por cómo somos violentados por este sistema judicial. Luna era una piba de barrio que luchaba por cada pibe, y no pudo llegar a la marcha por el ni una menos. Hoy sigo el legado de mi hija, porque la lucha empieza en los barrios.
Facundo, papá de Luna Ortiz
Es un día muy doloroso porque mientras se marchaba un 3 de junio de 2017 Luna fue captada por Isaias Villarreal. Hoy está en libertad, porque la justicia no reconoció el femicidio, y fue condenado por abandono de persona. Celebramos esta asamblea, para que se escuchen nuestros reclamos de leyes que no se cumplen, como la de patrocinio gratuito. Somos familias de laburadores. Luchamos contra cómplices gigantes como la justicia, la policía. La Ley Brisa, muy a cuenta gota, se cumple. Este lunes 12/6 en tribunales de San Isidro, invitamos a todos al juicio contra Villarreal para que sea condenado por femicidio.



Papá de Natalia Melmann, asesinada y torturada y violada en Miramar el 4 de febrero de 2001
La sentencia (Ricardo Panadero, condenado a perpetua este 17 de mayo, fue el cuarto policía condenado por su femicidio) fue lograda por la lucha y acompañamiento de un montón de personas. Porque la lucha no se abandona, se gana, como aprendimos de las Madres de Plaza de Mayo. Se puede. Es posible.
Thelma Fardin, actriz
Gracias por recibirme en este espacio. La lucha de Marta (Montero, mamá de Lucía Pérez) para mí es muy inspiradora. La primera vez que salí a la calle fue por lo de Lucía. Su lucha me inspira porque tras recibir el caso adverso por una justicia falsa nos dicen “mentirosas”, cuando la mentirosa es ella, la justicia. Te piden pruebas materiales en caso de abuso, como en muchísimos casos, como el de Lucía, como si el cuerpo flagelado no alcanza.En mi caso, tenemos mi testimonio, pero tampoco alcanza. Si no tengo pruebas materiales no alcanza. Organizades es la única salida.


Carlos Aliaga, Jujuy, hermano de Rosita, asesinada en 2015
Pasaron ocho años y el caso sigue impune. No hay ningún detenido. La investigación empezará de nuevo. Hay una luz de esperanza, queremos creer en la Justicia. Pero hasta hoy, hay un asesino suelto en las calles de Libertador, Jujuy. Hay mucha impunidad en Jujuy, muchos casos de femicidio.
Mónica, mamá de Iara Rueda
Mi hija fue asesinada en pandemia, en 2020, engañada. Sale a la ruta engañada para entregar un trabajo práctico. No volvió. No demoramos nada en salir a la ruta ni bien llegamos a casa y vimos que no estaba Iara. No demoramos nada en hacer la denuncia. Si tiene noviecito, te preguntan, si uno le hizo algo, te dicen en la comisaría… Difunda por las redes sociales, te dicen. Los minutos que pasaban cada vez eran peores. Nunca cerraron los perímetros cerca de mi casa. No había una patrulla ni un policía en el barrio esa noche. Pasaron seis días cuando me llaman y me dicen “todo lo que pidió lo va a tener mañana”. Era domingo por la noche, mi hija desapareció un miércoles. ¿Por qué mañana? Porque recién lo aprobaron al otro día, a diez cuadras de casa, en un descampado, apareció el cuerpo: estaba violada y semienterrada. El Estado estuvo ausente con mi hija. En Jujuy estaba el protocolo que debían salir a buscarla de manera inmediata. Estaba cajoneado ese protocolo. Ocho funcionarios terminaron imputados. Pero los premiaron como jueces o jubilados o llevados a otros lugares. Mi hija es un caso bisagra en la provincia porque los organismos por fin se pusieron a trabajar. Porque las familias nos unimos a marchar y así los juicios empezaron a salir. Encontré una frase en el libro de mi hija: “Eres más valiente de lo que crees, más fuerte de lo que parece y eres más inteligente de lo que piensas. Si seguís creyendo tus sueños se harán realidad”. Mi hija tuvo justicia pero nosotras estamos condenadas porque a nosotras nos toca llorar toda la vida.




Majo Herrera, mamá de Camila Cinalli
Nos seguimos preguntando dónde está Camila, desaparecida en 2015. El intendente de Monte lo único que hizo fue llevarme a Tucumán porque tenían una supuesta prueba. Fue mentira. Se venían las elecciones y no querían que se sepa qué pasó con ella. Tardaron cinco días en tomar la denuncia. Me decían que estaban con un noviecito. Mentira, te la roban como un perrito. Todos los días es la lucha. Y es poco el acompañamiento. No queremos más desapariciones ni femicidios.
Mamá de Agustina Fredes, Blanca Osan
A Agustina la asesinó el novio el 25 de abril de 2017. Le dieron 15 años. Quiero que lo condenen por la muerte de mi hija y mi nieto, porque ella estaba embarazada. No murió, como dicen, por el embarazo ectópico: fue violada con fierros de cromo, ahí le dañaron los órganos y mataron a su hijo. Mi hija no murió porque quiso: Matías Acevedo, militar de Mar del Plata, es el responsable.
Alfredo, papá de Carla Soggiu
Mi hija fue violada el 26 de diciembre de 2018 por la pareja. En enero de 2019 desaparece y aparece ahogada en el Riachuelo. Acciona el botón antipánico muchas veces. Tuvieron tiempo para ubicarla con botón que tiene GPS y da la ubicación exacta. Cuatro días después la encuentra personal de limpieza del riachuelo. Hay complicidad policial y judicial. Es mentira lo de la justicia independiente. Es mentira lo de la grieta. Defienden la impunidad de seres oscuros. Pero no vamos a abandonar la lucha. Nunca, mientras respiremos. Y van a tener que pagar los responsables por la muerte de mi hija.
Mamá de Analía Aros
Qué difícil. Qué difícil. Soy Ana Soto. Mi hija fue asesinada el 21 de marzo de 2017 por su pareja. Tuve justicia, es un alivio nada más porque nosotros seguimos el duelo. Su familia. Sus hijas. Hasta el día que nos vayamos de este mundo. Mi única terapia es acompañar a todas las madres que pasan el mismo dolor.




Susana, mamá de Cecilia Gisela Basaldúa
Estamos en representación de nuestros hijos que debieran estar acá. Cecilia tenía 36 años. En 2015 viaja a México para participar del Panamericano de hockey sobre hielo. Siguió viajando por América Latina. En 2019 regresó a Argentina. Me decía mamá, “América está sangrando por la pobreza que hay”. En marzo, iniciando la pandemia viaja a Capilla del Monte para escribir su libro. Llega a Capilla y no tenía lugar para quedarse. El 4-4-2020 es el último día que se comunica. A los días un hombre que la había alojado nos dice que tuvo un brote psicótico. Entramos en pánico, conseguimos permiso y viajamos. El 24 de abril llegamos a la tarde y nos dijeron que habían encontrado un cuerpo. Estaba muerta. La habían estrangulado, violado y asesinado. La policía no la buscó. Ahí comenzó nuestro martirio de buscar, de investigar. Que sigue. Estamos esperando que trabajen de verdad. Ahora hay nuevo fiscal pero desde noviembre hasta hoy, no hicieron nada.
Alfredo, papá de Cecilia Basaldúa
Pasó hace tres años. Vamos a seguir luchando. Queremos que Cecilia descanse en paz. No voy a largar nunca esta lucha. Es lo que tenemos que hacer todos. La policía en Argentina es muy violenta y no está educada. Lo primero que hacen es pegar. Los policías en Capilla del Monte son todos violentos, apañados por el Poder Judicial. La causa de Cecilia fue armada totalmente por la policía. Paula Klem es la fiscal de ahí, comprada por el narcotráfico. Hay un montón de causas armadas. Esas lacras tienen que pagar. Esperemos que esta vez investiguen y dejen de lado la corrupción. Ella me decía «papá, ¿de qué tengo que tener cuidado? Yo quiero ser libre».
Jhonny, papá de Claudia Patricia Tupa Latorre, fallecida el 10 de febrero de este año, mamá soltera de dos hijas
Murió en un local bailable por culpa de regenteadores de ese local. Pido justicia. Hoy la causa está en la fiscalía 62 de Ciudad de Buenos Aires: estamos esperando el examen toxicológico. Hubo envenenamiento. Los responsables son los del local y policías porque el local no estaba habilitado hace tres años. Hay complicidad.
Erika, amiga de Claudia Tuppa
Claudia era una compañera de Polo Obrero, fue asesinada este año, fue encontrada muerta en Joaquín Gonzalez y Rivadavia. no se sabe que hacía en ese lugar. El fiscal Ariel Tapur no hizo nada para investigar el caso. La inoperancia del fiscal nos impide tener justicia.. Ha dejado dos niñas en orfandad. Las amigas, rotas, sin una guía, porque ella era delegada. Hoy es otro día donde se recuerdan estos femicidios tenemos que sumar el de Claudia también.
Familiares de Sofía Fernández
Era una mujer trans que falleció en la comisaría 5° de Pilar. El 8 de abril la detuvieron en una situación confusa. El 10 de abril estaba muerta. En la boca tenía una bombacha y goma espuma. No sabemos más nada. Nos informan que Sofía se suicidó, lo que es totalmente mentira. En un mercado mercantilizado, la justicia quiere llenarse de plata. Debe haber un cambio total para terminar con estas injusticias. Los gobiernos permiten que esto suceda.




Abuela de Chiara Ramírez
Los padres de Chiara no tienen la fuerza para acompañar este camino porque tienen que criar 3 nietas. Mi nieta salió a un cumpleaños, ella no conocía a la mayoría de la gente. Salió a festejar y ante una pelea en el coche se empezaron a enfrentar los chicos y le pegaron un tiro en la cabeza. Salimos a la calle, cortamos rutas, quemamos gomas en la comisaría. La gente nos gritaba “vagos, vayan a trabajar dejen de pedir planes”. No: quiero justicia. Aprendan a defenderse, y no se dejen pegar.
Aixa Greco, hermana de Catherine Greco, asesinada el 8 de julio de 2022 en Cruz del Eje
La encontraron tirada en el piso con signos de ahorcamiento, quebraduras. El asesino está preso sólo porque tenía antecedentes de violencia de género. Borraron toda clase de pruebas en la casa , después empezaron a decir que se había matado. Salió que tenía golpes por todo el cuerpo: tenía raspaduras en la rodilla y signos en las muñecas como que había sido atada. Ahora nos están diciendo que el asesino puede quedar en libertad.
Marta Montero, mamá de Lucía Pérez
Queremos la reparación a las familias, reparación del Estado a cada una de las familias a las que nos matan a una hija. Cada una sabe lo que es levantarnos con los dolores en el alma, pero tenemos que comer. O como a mi marido, que tras treinta años lo echaron del trabajo porque faltaba por la causa. Mi propuesta es esta: queremos reparación, si quieren llamarle jubilación o como quieran; necesitamos una obra social, porque quienes mataron a nuestras hijas tienen todos los derechos: casa comida, médicos, seguro. Nosotros luchamos por las nuestras, lucharemos para que esa reparación exista. Otro pedido: una audiencia con el Procurador General de la Nación. Necesitamos fiscales acordes a la situación que les toque llevar. Si no están capacitados, deben recibir capacitación constante y supervisada. En una causa, si no se toman pruebas se hacen mal las investigaciones, y quienes pierden son las familias. Les agradezco por habernos acompañado, por ayudarnos y a las familias por todo el sacrificio que hacemos todo el tiempo. Todo el tiempo. Costeamos pasajes de familias, hospedajes para juicios… Debe haber Estado presente en tiempo y forma. No elegimos estar en este lugar. Pero estamos acá, desgraciadamente.




Las organizaciones que acompañaron
Sobre el final el micrófono se abrió y las siguientes organizaciones compartieron unas palabras:
· MTR 12 de abril
· Pan y rosas
· Las rojas
· AGD-UBA
· Crculo de amigas feministas
· ATE-CTA Autónoma
· MST
· PSTU
· Movimiento Teresa Rodriguez
· Marabunta
· Isadora – izquierda socialista
· MTL rebelde
· Romina del Plá, plenario de trabajadoras PO.
· Opinión socialista
Nota
El Nunca Más a la violencia patriarcal: foro en Plaza de Mayo

“Este 3J volvemos a salir a las calles” comienza diciendo el comunicado de las Familias de Víctimas de Femicidios Transfemicidios y Desapariciones, que convocan este sábado 3 de junio a su primer foro nacional.
Será desde las 12 hasta las 18 horas en Plaza de Mayo. Son más de treinta las familias que promueven la actividad y que compartirán sus experiencias, dolores y lucha durante la jornada. Llegarán desde distintos puntos del país: Mar del Plata, Santiago del Estero, Córdoba, Jujuy y distintos municipios de la Provincia de Buenos Aires.
La jornada incluirá dos mesas de intercambio, una marcha y una gran asamblea para elaborar a cielo abierto un petitorio que se presentará a las autoridades responsables de prevenir y responder con políticas concretas la violencia femicida. El documento se construirá así colectivamente.
El contexto: durante 2023, según el registro del Observatorio Lucía Pérez, se produjeron 139 femicidios y travesticidios que dejaron 76 infancias huérfanas. Y hubo además hasta ahora 133 tentativas de femicidios.
Se hicieron también 140 marchas para exigir verdad y justicia. Sin embargo, se sigue soportando un accionar judicial que alienta la impunidad de estos crímenes atroces. Un ejemplo: el reciente femicidio de la periodista correntina Griselda Blanco, que corre serios riesgos de quedar impune por el desempeño de la fiscalía.
Las actividades, familias convocantes y el documento completo de la convocatoria.
Programación de actividades
12hs: Mesa: Poder Judicial y construcción de la impunidad: las víctimas juzgan al sistema. Qué exigimos.
13hs – 16hs: Inicio de asamblea.
Coordina: Asamblea Nacional de Familias Víctimas de Femicidios, Transfemicidios y Desapariciones.
13.30hs: Marcha de las familias víctimas de femicidios, transfemicidios y desapariciones con organizaciones sociales desde el Av. de Mayo y 9 de Julio hasta Plaza de Mayo para abrazar a las familias. La asamblea recibe a la columna y sigue el debate.
16hs: Mesa: La red territorial que da batalla a la violencia patriarcal. Exposición de las organizaciones políticas y sociales que acompañan a las familias.
17hs. Acción artística
18hs: Cierre con llamada de tambores
Familias que convocan
Norma, mamá de Tehuel de La Torre | Marta y Guillermo, padres de Lucia Pérez | Susana y Daniel, padres de Cecilia Basaldúa | Marisa y Facundo, padres de Luna Ortiz | Alfredo y Roxana, padres de Carla Soggiu | Laura y Gustavo padres, hermanos y sobrinos de Natalia Melmann | Rodrigo, tío de Marina TripodI | Ezequiel, tio de Katerine Moscoso | Mónica y Juan, padres de lara Sabrina Rueda | Blanca, mamá de Agustina Fredes | Sonia, hermana de Joanna Córdoba I Susana, mamá de Julieta Gonzalez | María, mamá de Camila Cinalli | Noemi, mamá de Lia Martinez | Adriana, mamá de Pilar Riesco | Mariela, mamá de Paola Tacacho | Leticia, mamá de Georgina Grispi | Gabriel, hermano de Gisela Lopez | Matilde, mamá de Camila Peñalba | Analia, mamá de Camila Flores | Fabiana, mamá de Julieta Delpino | Lorena, hermana y tía de Susana, Bárbara, Micaela y Marisol | Marta, mamá de Johana Ramallo | Silvana, mamá de Agustina Fernández | Mónica, mamá de Julieta Ortega | Lisette, hija de Nancy y hermana de Micaela Fernández | Víctor, hermano de Micaela Catán | Graciela, tía de Vivi Altamirano | Alejandro, hermano de Sofi Fernández | Adriana, hija de Paula | Patricia, mamá de Micaela Rascovsky | Oscar, papá de Bárbara Zabala | Susana, mamá de Julieta González | Lorena, hermana de Laura Rivero y tía de Thiago | Mónica, mamá de Alejandra Álvarez.
Comunicado completo de la Asamblea Nacional de Familias Víctimas de Femicidios Transfemicidios y Desapariciones
Este 3J volvemos a salir a las calles, esta vez convocando a una asamblea y foro a cielo abierto en Plaza de Mayo, desde las 12 y hasta las 18. Las Familias Víctimas de Femicidios, Transfemicidios y Desapariciones nos proponemos elaborar así, escuchando, reflexionando y elaborando con todas las organizaciones sociales y personas, un petitorio que entregaremos luego a las autoridades responsables de implementar las políticas necesarias para frenar la impunidad y lograr Femicidios Nunca Más.
Soportamos un gran dolor al perder a nuestros seres queridos, pero la carga es todavía más grande porque tenemos que investigar nosotros, presentar pruebas, golpear puertas, exponernos ante violentos y mafiosos porque sea cual sea la fiscalía de turno, nada hacen. En desapariciones y femicidios relacionados con las distintas mafias de los territorios, la impunidad es todavía peor. Sabemos perfectamente que son cómplices y beneficiarios de los negocios ilegales. Es repetitivo en cada una de estas causas la falta de acceso a la justicia, la impunidad y el accionar del Poder Judicial. No sólo no investigan, sino que además intentan ensuciar la memoria de nuestras hijas, responsabilizando a ellas y a sus familias de haberse buscado su destino.
En este tipo de causas las familias tenemos que sacar de nuestros bolsillos y movernos para conseguir, por ejemplo, peritos de parte, ya que los peritos del Poder Judicial fallan a favor de los femicidas y abusadores garantizando la impunidad. Los costos elevados de las tasas al llegar a instancia de Corte Suprema también nos imposibilita acceder a la justicia. Somos familias trabajadoras, de barrios humildes, que tenemos salarios por debajo de la canasta familiar, por lo que dejamos de comer cuando tenemos que solventar todos estos costos ¿Sabe la población que para acceder a un juicio en la Corte Suprema hay que pagar trescientos mil pesos?
Las leyes, como la Ley de Víctimas o la Ley Micaela, son solo cuadros de decoración en las oficinas de las instituciones gubernamentales. Incluso en los distintos ministerios y secretarías de mujeres, que no dan salida alguna a los reclamos que elevamos. Cada vez que trabajan en un expediente, no tienen en cuenta que allí no hay solo papeles, que hay una vida que arrebataron de la peor manera, violentamente, pasando por las peores vejaciones y que detrás estamos las familias que sólo queremos verdad y justicia.
Ponemos en alerta a todas las familias de este país porque la violencia contra mujeres, trans y niñas no va a frenar mientras siga existiendo este régimen de impunidad. Si te matan o desapareces y no pasa nada, nadie va preso, a nadie investigan, nadie te busca. Y si salimos a reclamar, el Poder Judicial vuelve a violentarnos, una y otra vez. La violencia contra nuestras víctimas nunca frena. Esa es la máquina que alienta los femicidios.
No existe ninguna otra forma de conseguir justicia por nuestras víctimas sino es luchando.
Saludamos al gran movimiento de mujeres que nos ha dado el único respaldo que hemos tenido. Las familias nos hemos puesto de pie y no vamos a aceptar más impunidad. Convocamos a que demos esta lucha en unidad, con toda la fuerza.
Este sábado 3 de junio, realizaremos una asamblea y foro a cielo abierto en Plaza de Mayo, desde las 12 hs. El micrófono estará abierto para todas las familias, víctimas, activistas y organizaciones que deseen tomar la palabra.
Ni una menos. Ni una más. Basta de violencia. Basta de femicidios.
Basta de impunidad.
Asamblea Nacional de Familias Víctimas de Femicidios, Transfemicidios y Desapariciones
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