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Sojalandia: cómo es el modelo del campo PRO

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El gobierno profundiza el agronoegocio con nuevos nuevos transgénicos, más agrotóxicos, el impulso a la ley de semillas y despidos en Agroindustria que implican la desaparición de la Secretaría de Agricultura Familiar. Un panorama de especulación, juicios que no prosperan (gracias al nuevo presidente de la Corte, entre otros) y un modelo que viene tambaleando no sólo por las sequías. Por Darío Aranda.
La peor sequía en cincuenta años”, es uno de los motivos que argumenta el gobierno nacional para explicar la crisis económica-social (y política) que atraviesa el país. Y sí, hubo sequía. Pero claramente no sólo el clima tiene la culpa.
La cosecha de soja 2017/2018, estimada por la Bolsa de Cereales de Buenos Aires en 52 millones de toneladas, esta vez fue de 47 millones. En tanto la de maíz fue de 35 millones, inicialmente estimada en 40 millones.
El cambio climático, uno de los factores determinantes de sequías e inundaciones, tiene entre sus factores fundamentales a la deforestación. En 2017 fueron arrasadas en el mundo 15,8 millones hectáreas de bosques, un promedio de 30 canchas de fútbol por minuto, según datos de la oenegé internacional Global Forest Watch (Observatorio Forestal Mundial).
En Argentina el seguimiento más completo de la deforestación es realizado por Greenpeace. En 2017 publicó un informe sobre el desmonte en el norte del país, en base a datos oficiales e imágenes satelitales. Denunció que en Argentina se produce el 4,3 por ciento de la deforestación mundial y precisó que el país es uno de los diez más que más desmontaron en los últimos 25 años: se arrasaron 7,6 millones de hectáreas de bosques nativos, lo que equivale a la superficie de Entre Ríos.
Desde la sanción de la Ley de Bosques en 2007, hasta 2014 se destruyeron 2,1 millones de hectáreas.
Entre las causas sobresale el avance de la frontera agropecuaria.
Esto también es parte de “la tormenta”.+

Puertas giratorias

Hoy en una empresa y mañana en el gobierno. Hoy en alguna función del Estado y mañana en una compañía. Puede ser en un Ministerio, una secretaría, el Congreso Nacional, en las legislaturas provinciales o en el Poder Judicial. “Puertas giratorias” se llama la práctica de “conflictos de intereses”, un eufemismo que roza la corrupción.
Ricardo Buryaile fue vicepresidente de Confederaciones Rurales Argentinas (CRA), una de las entidades de la Mesa de Enlace; de hecho su figura se hizo conocida en el marco del conflicto por la resolución 125. También es estanciero de Formosa, con campos de soja y ganadería. Fue el primer ministro de Agroindustria de Macri.
La Asociación de Productores de Siembra Directa (Aapresid) es uno de los mayores actores de lobby en favor del modelo transgénico, con alianza incondicional con las multinacionales de semillas y agrotóxicos. Ignacio Garciarena, de la regional 25 de Mayo (Buenos Aires), asumió como Secretario de Agricultura.
La presidenta de Aapresid, Beatriz “Pilu” Giraudo, asumió también en Agroindustria, pero con un cargo especial: “Coordinadora de Políticas para el Desarrollo Sustentable”. En noviembre de 2017, Buryaile fue reemplazado por Luis Miguel Etchevehere, presidente de la Sociedad Rural Argentina (SRA), la entidad agropecuaria más antigua y conservadora del país, aliada de golpes militares y de gobiernos neoliberales.
A días de asumir, ratificó el rumbo del agronegocio e hizo una férrea defensa de los agrotóxicos: “El glifosato no causa ningún tipo de daño”. Y dejó una advertencia: “No pretendan frenar la producción en nombre de una imaginaria pureza ambiental”.
Una decena de organizaciones campesinas y de la agricultura familiar repudiaron el nombramiento: “Con Etchevehere como ministro de Agroindustria el Gobierno clarifica aún más el campo que desea el Gobierno, un campo despoblado en manos de grandes terratenientes que producen para exportación. Excluidos quedamos quienes vivimos y producimos alimentos sanos”. La circular era firmada por la Unión de Trabajadores de la Tierra (UTT), el Movimiento Nacional Campesino Indígena (MNCI), el Movimiento Campesino Liberación y la Cátedra de Soberanía Alimentaria de la Facultad de Medicina de la UBA, entre otros.

Pro-Agronegocio

Entre las primeras medidas de Macri en relación al campo se destacó la de eliminar retenciones (impuesto a la exportación) a productos agropecuarios. También y en particular la baja gradual a la soja, en clara diferenciación con el kirchnerismo y su resolución 125 de impuestos a la soja. La medida fue celebrada por la Mesa de Enlace, comunicadores que publicitan la actividad del agronegocio (también llamados “periodistas agropecuarios”) y por las empresas de transgénicos y agrotóxicos.
Un medida de 10.000 millones de pesos, reconoció el gobierno. Desde el diario económico El Cronista estimaron, en base a la devaluación en 2016, una cifra distinta: 60.000 millones de pesos.
Por otro lado, desde que asumió el macrismo se aprobaron dieciséis transgénicos. Mucho tuvo que ver que se mantuvo en el cargo un funcionario clave del kirchnerismo: Martín Lema, director de biotecnología, espacio que da la aprobación “científica” a los transgénicos, generalmente en base a estudios de las mismas empresas. Las beneficiadas fueron Monsanto, Pioneer, Dow, Syngenta, Indear, Bayer y Tecnoplant.
Otro hecho inédito: se liberó para consumo la primera papa transgénica del continente, que no fue aprobada en ningún país de América Latina ni de Europa. Las mesas argentinas ya pueden tener papa transgénica sin que se haya informado nada a los consumidores.
En julio pasado, cuatro ministros dieron una conferencia de prensa para legitimar las fumigaciones con agrotóxicos. Sergio Bergman (Ambiente), Lino Barañao (Ciencia), Adolfo Rubinstein (Salud) y Luis Miguel Etchevehere (Agroindustria) avanzaron, en línea con los pedidos de las empresas, y propusieron que no haya distancias mínimas para fumigar con glifosato, 2-4D, atrazina y otros agrotóxicos. Presentaron un documento llamado “lineamientos para aplicación de fitosanitarios”, que cumple todos los pedidos de las empresas para “regular la aplicación de fitosanitarios”: no fija distancias mínimas para proteger a la población, no tiene en cuenta los efectos crónicos (largos periodos de tiempo) de los agroquímicos en las personas, no aborda el impacto tóxico de la mezcla de químicos e invisibiliza cientos de estudios científicos de universidades públicas que dan cuenta de las consecuencias del glifosato.
Los cuatro ministros, a través de doce principios y 23 recomendaciones, impulsan una ley nacional para facilitar aún más las fumigaciones y legislar con menos distancias en los municipios. “También los antibióticos, si no se aplican bien, pueden tener consecuencias fatales”, simplificó el ministro de Ciencia, Lino Barañao. Defensor del modelo transgénico, Barañao había dicho que el glifosato (herbicida pilar del modelo sojero) era como “agua con sal”. En conferencia de prensa volvió sobre un argumento similar: “Uno se puede morir hasta tomando agua en mucha cantidad”.

Desierto verde

Desde diciembre de 2015, al asumir la alianza Cambiemos, se profundizó el desfinancimiento de la Secretaría de Agricultura Familiar, área dedicada al trabajo con campesinos, indígenas y pequeños productores. Oscar Alloatti, con experiencia en gestión en Santa Fe, inició un proceso impiadoso de ajuste y despidos. En Jujuy avanzaron sobre los delegados sindicales de la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE), en Chaco el nuevo delegado provincial, Gustavo Nuñez (protegido del ex gobernador y actual legislador radical, Angel Rozas) hizo lo propio, con despidos masivos y amenazas. Un caso insólito se vivió en Santiago del Estero, donde el referente provincial de la SAF, Carlos Cejas Lescano, está vinculado con inmobiliarias denunciadas de vender ilegalmente predios de familias campesinas.
El macrismo aprovechó la precarización laboral de los trabajadores y comenzó con los despidos. Entre diciembre de 2016 y septiembre de 2016 la dupla Buryaile-Alloatti dejó sin trabajo a 250 personas y cortaron los mínimos financiamientos que tenían para asistir a las familias campesinas.
Los despidos siguieron por tandas. Ya con Etchevehere al frente del Ministerio y Santiago Hardie en Agricultura Familiar, en enero y abril de 2018 echaron a un centenar de trabajadores de Ciudad de Buenos Aires, Córdoba, Mendoza, La Pampa, Salta, Tucumán, Misiones y Río Negro. Y bajaron de rango la SAF, que pasó a ser subsecretaría. El 31 de agosto, Etchevehere despidió a 565 trabajadores, 447 del área de agricultura familiar. Ante la movilización a la sede principal del Ministerio, en la calle Paseo Colón, el Gobierno reprimió a los trabajadores.
También modificó el Monotributo Social Agropecuario, que permitía tener obra social y jubilación a las familias campesinas. El Ministerio de Agroindustria dejó de realizar aportes (cubría la mitad del cargo de la obra social) y perjudicó así a 50 mil familias rurales.
El desguace de la Subsecretaría de Agricultura Familiar es la mayor muestra, no la única, de la política del gobierno para debilitar la agricultura campesina. Según datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), organismo que siempre apoyó al agronegocio, reconocen que la agricultura familiar produce el 80 por ciento de los alimentos del planeta. En Argentina, las organizaciones campesinas estiman en cambio que producen al menos el 60 por ciento de los alimentos que se consumen en el país.
Según datos oficiales de 2014, la agricultura familiar en Argentina representa el 20 por ciento de las tierras productivas, son casi el 80 por ciento del total de productores, abarca 250.000 establecimientos productivos e incluye a 2.000.000 de personas. Desde 2014 está vigente la Ley 27.118 (de “reparación histórica para la agricultura familiar”), que define la tierra como un bien social, promueve la creación de un banco de tierras y suspende los desalojos campesinos por tres años, entre otros puntos. Establecía un presupuesto de 1500 millones de pesos anuales que nunca fueron asignados. En tres años, el macrismo tampoco otorgó presupuesto para la ejecución y cumplimiento de una Ley nacional.
Mucho menos hubo políticas oficiales para regularizar las tierras en manos de campesinos y pueblos indígenas. Según datos oficiales de la misma SAF, de 2013, en Argentina existen al menos 9,3 millones de hectáreas de campesinos e indígenas que son pretendidas por el sector privado o estatal. La tierra en disputa equivale a 455 veces la superficie de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires: son 857 casos que afectan a 63.843 familias. En la mitad de los casos, las familias campesinas e indígenas sufrieron violencia para que abandonen sus campos, y el 64 por ciento de los conflictos comenzó en las últimas dos décadas y tiene relación con el modelo agropecuario. “Sin dudas que (el inicio de las disputas) debe leerse a la luz del cambio e innovación tecnológica y el impacto de la expansión de la frontera agrícola sobre los agricultores familiares”, afirma el estudio publicado por el Ministerio de Agricultura de la Nación.

Semillas made in

«Quien controla las semillas controla la alimentación” es una consigna que ya es bandera de los movimientos campesinos y que hace eco del manejo estratégico del inicio de todo el proceso: tres compañías controlan en el mundo el 60 por ciento del mercado. Son Monsanto-Bayer (29,3 por ciento), Dow-Dupont (21,3) y Syngenta-ChemChina (9,2).
Las empresas exigen desde hace años una nueva Ley de semillas en Argentina, que contemple “regalías extendidas” (no quieren sólo cobrar al momento de la venta, sino también cada vez que se reutilicen las semillas). Esto implica limitar el “uso propio”, una práctica milenaria que implica sembrar, cosechar y con esas semillas obtenidas volver a sembrar.
Durante el kichnerismo hubo intentos por avanzar con la llamada “ley Monsanto”, pero fue frenada por la resistencia de organizaciones campesinas, académicos críticos y por sectores del mismo oficialismo. Desde que asumió, el macrismo se propuso volver a la cara con una nueva ley de semillas. Con la gestión Buryaile ingresaron proyectos a comisiones del Congreso pero este año (con fuerte lobby de las empresas) se intentó que pase las comisiones, con acuerdos para llegar al recinto.
“Se abrió un camino para reconocer las patentes de semillas”, tituló Clarín en junio de 2018, en un artículo que afirmaba que “las principales entidades de productores y de la industria acordaron discutir los disensos y luego presentarán un avance en el Congreso”. El “acuerdo” fue entre empresas, funcionarios y algunas de las organizaciones de la Mesa de Enlace. El Gobierno emitió un comunicado que empujaba: “El Ministerio de Agroindustria promueve el consenso para la actualización de la ley de semillas”.
Medio centenar de organizaciones sociales, campesinas, ambientales y sectores académicos conforman la Multisectorial contra “la Ley Monsanto de Semillas”, como la llaman. Denuncian allí que no se los escucha en el debate y rechazan los intentos de modificar la ley. “Las semillas agrícolas han sido y siguen siendo una creación colectiva de los pueblos. El material genético que contiene es preexistente, y no el resultado de un invento humano. Es por esto, por la historia del trabajo humano que contiene, que no puede ser patentado”, explicaron.

Impunidad doméstica

Monsanto (adquirida por la alemana Bayer) fue condenada en Estados Unidos por causarle cáncer a Dewayne Johnson, trabajador rural que manipuló durante años el herbicida Roundup (ver nota Monsanto Papers de este número). “Desde el anuncio de la sentencia a favor de Johnson, las acciones de Bayer han bajado más de 18 por ciento, lo cual se tradujo en una pérdida de cerca de 18 mil millones de dólares. Bayer teme que otra ola de juicios se desate pronto en Estados Unidos por el uso del agrotóxico Dicamba con la soja transgénica Xtend, también de Monsanto, que está dañando los cultivos de otros agricultores”, afirmó Silvia Ribeiro, una de las mayores especialistas en el accionar de las multinacionales transgénicas, integrante del Grupo de Acción sobre Erosión, Tecnología y Concentración (ETC).
Monsanto tiene más suerte en los tribunales de Argentina. En abril de 2009, la Asociación de Abogados Ambientalistas recurrió con un amparo a la Corte Suprema. En un hecho sin precedentes y que apuntó al emblema del modelo de agronegocios, la oenegé solicitó que el Gobierno determine en 180 días el efecto sanitario de los químicos agrarios, cargó responsabilidades sobre los estados provinciales de Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe, y también apuntó a Monsanto. La presentación judicial citó media docena de estudios científicos que describen los males de los agrotóxicos y destacó la necesidad de priorizar la protección del ambiente y la salud de los pueblos por sobre una actividad económica.
“La Corte durmió la causa durante dos años y luego se declaró incompetente”, recordó Enrique Viale, impulsor del amparo. Fernando Cabaleiro, de la organización Naturaleza de Derechos, explica que aún hay cuatro causas que involucran a Monsanto, tres en la Corte Suprema de Justicia de la Nación.
La soja transgénica Intacta (que reemplaza a la aprobada en 1996) fue autorizada, según consta en la denuncia, de forma irregular. La aprobaron sólo siete de los 47 integrantes de la Comisión Nacional de Biotecnología (Conabia). En la demanda se plantea la ausencia de evaluación de impacto ambiental, la forma inadecuada en la evaluación de riesgo cancerígeno y se cuestiona cómo se aprueban los transgénicos en Argentina (en base a estudios de las empresas, con mayoría de integrantes de las compañías). En la denuncia se solicita la suspensión de la soja Intacta y la cancelación de la comercialización. La causa fue iniciada en el 213 y desde hace dos años se espera la decisión de la Corte Suprema.
Otra causa que involucra a Monsanto comenzó en 2007, cuando reclamó el derecho de cobrar canon extra por sus “desarrollos” transgénicos, buscando que se le reconociera el derecho de propiedad por toda una planta que lleva los transgenes que la hacen tolerante al herbicida glifosato. Pero la Sala III de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil y Comercial Federal, en noviembre de 2015, frenó la pretensión de Monsanto. “La molécula de ADN recombinante y las células modificadas no constituyen una invención (de Monsanto) porque son materia viva y preexistente en la naturaleza. Ese material genético tiene la aptitud de generar una planta completa y los países tienen la facultad de declarar no patentables a las plantas”, afirmó el fallo, firmado por los jueces Guillermo Alberto Antelo y Ricardo Gustavo Recondo. El fallo judicial determinó que las semillas no son una invención de la multinacional, sino de la naturaleza.
Monsanto recurrió a la Corte Suprema en mayo de 2016. Y aún no hubo sentencia. “El expediente estuvo diez meses en el despacho del juez Carlos Rosenkrantz (nuevo presidente del tribunal). Es curioso porque él fue rector de la Universidad de San Andrés, donde se promueven los posgrados del agronegocios, donde tiene fuerte incidencia Monsanto. Mientras que en cuatro meses pasó por los despachos de los otros cuatros integrantes supremos. Veremos cuándo y cómo falla el máximo tribunal, la sentencia de Cámara es una pieza jurídica magistral e inobjetable”, señaló Cabaleiro.
Más de 80 organizaciones socioambientales de Argentina y el mundo, con la reconocida activistas Vandana Shiva a la cabeza, se presentaron ante la Corte solicitando una instancia de “Amigos del Tribunal”, a fin de recomendar al tribunal supremo que confirme la sentencia de la Cámara.
Rosenkrantz reemplaza a Ricardo Luis Lorenzetti, quien presidió la Corte desde 2004. El currículum vitae de Lorenzetti tiene 52 páginas (en el sitio del máximo tribunal). Una veintena de veces aparece destacada su especialidad: el “derecho ambiental”. En catorce años como juez, nunca emitió sentencia contra el agronegocio de transgénicos y agrotóxicos, más bien al contrario.

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Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

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A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.

Por María del Carmen Varela

Fotos Lina Etchesuri para lavaca

Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.

Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.

Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.

Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.

El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.

Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.

Continuará.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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La vida de dos mujeres en la Isla de la Paternal, entre la memoria y la lucha: una obra imperdible

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Una obra única que recorre el barrio de Paternal a través de postas de memoria, de lucha y en actual riesgo: del Albergue Warnes que soñó Eva Perón, quedó inconcluso y luego se utilizó como centro clandestino de detención; al Siluetazo de los 80´, los restoranes notables, los murales de Maradona y el orfanato Garrigós, del cual las protagonistas son parte. Vanesa Weinberg y Laura Nevole nos llevan de la mano por un mapa que nos hace ver el territorio cotidiano en perspectiva y con arte. Una obra que integra la programación de Paraíso Club.

María del Carmen Varela

Las vías del tren San Martín, la avenida Warnes y las bodegas, el Instituto Garrigós y el cementerio de La Chacarita delimitan una pequeña geografía urbana conocida como La Isla de la Paternal. En este lugar de casas bajas, fábricas activas, otras cerradas o devenidas en sitios culturales sucede un hecho teatral que integra a Casa Gómez —espacio dedicado al arte—con las calles del barrio en una pintoresca caminata: Atlas de un mundo imaginado, obra integrante de la programación de Paraíso Club, que ofrece un estreno cada mes.

Sus protagonistas son Ana y Emilia (Vanesa Weinberg y Laura Nevole) y sus versiones con menos edad son interpretadas por Camila Blander y Valentina Werenkraut. Las hermanas crecieron en este rincón de la ciudad; Ana permaneció allí y Emilia salió al mundo con entusiasmo por conocer otras islas más lejanas. Cuenta el programa de mano que ambas “siempre se sintieron atraídas por esos puntos desperdigados por los mapas, que no se sabe si son manchas o islas”.

La historia

A fines de los ´90, Emilia partió de esta isla sin agua alrededor para conocer otras islas: algunas paradisíacas y calurosas, otras frías y remotas. En su intercambio epistolar, iremos conociendo las aventuras de Emilia en tierras no tan firmes…

Ana responde con las anécdotas de su cotidiano y el relato involucra mucho más que la narrativa puramente barrial.  Se entrecruzan la propia historia, la del barrio, la del país. En la esquina de Baunes y Paz Soldán se encuentra su “barco”, anclado en plena isla, la casa familiar donde se criaron, en la que cada hermana tomó su decisión. Una, la de quedarse, otra la de marcharse: “Quien vive en una isla desea irse y también tiene miedo de salir”.

A dos cuadras de la casa, vemos el predio donde estaba el Albergue Warnes, un edificio de diez pisos que nunca terminó de construirse, para el que Eva Perón había soñado un destino de hospítal de niñxs y cuya enorme estructura inconclusa fue hogar de cientos de familias durante décadas, hasta su demolición en marzo de 1991. Quien escribe, creció en La Isla de La Paternal y vio caer la mole de cemento durante la implosión para la que se utilizó media tonelada de explosivos. Una enorme nube de polvo hizo que el aire se volviera irrespirable por un tiempo considerable para las miles de personas que contemplábamos el monumental estallido.

Emilia recuerda que el Warnes había sido utilizado como lugar de detención y tortura y menciona el Siluetazo, la acción artística iniciada en septiembre de 1983, poco tiempo antes de que finalizara la dictadura y Raúl Alfonsín asumiera la presidencia, que consistía en pintar siluetas de tamaño natural para visibilizar los cuerpos ausentes. El Albergue Warnes formó parte de esa intervención artística exhibida en su fachada. La caminata se detiene en la placita que parece una mini-isla de tamaño irregular, sobre la avenida Warnes frente a las bodegas. La placita a la que mi madre me llevaba casi a diario durante mi infancia, sin sospechar del horror que sucedía a pocos metros.

El siguiente lugar donde recala el grupo de caminantes en una tarde de sábado soleado es el Instituto Crescencia Boado de Garrigós, en Paz Soldán al 5200, que alojaba a niñas huérfanas o con situaciones familiares problemáticas. Las hermanas Ana y Emilia recuerdan a una interna de la que se habían hecho amigas a través de las rejas. “El Garrigós”, como se lo llama en el barrio, fue mucho más que un asilo para niñas. Para muchas, fue su refugio, su hogar. En una nota periodística del portal ANRed —impresa y exhibida en Casa Gómez en el marco de esta obra— las hermanas Sosa, Mónica y Aída, cuentan el rol que el “Garri” tuvo en sus vidas. Vivían con su madre y hermanos en situación de calle hasta que alguien les pasó la información del Consejo de Minoridad y de allí fueron trasladas hasta La Paternal.  Aída: “Pasar de la calle a un lugar limpio, abrigado, con comida todos  los días era impensable. Por un lado, el dolor de haber sido separadas de nuestra madre, pero al mismo tiempo la felicidad de estar en un lugar donde nos sentimos protegidas desde el primer momento”. Mónica afirma: “Somos hijas del Estado” .

De ser un instituto de minoridad, el Garrigós pasó a ser un espacio de promoción de derechos para las infancias dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia de Argentina (SENAF), pero en marzo de este año comenzó su desmantelamiento. Hubo trabajadorxs despedidxs y se sospecha que, dado el resurgimiento inmobiliario del barrio, el predio podría ser vendido al mejor postor.

El grupo continúa la caminata por un espacio libre de edificios. Pasa por la Asociación Vecinal Círculo La Paternal, donde Ana toma clases de salsa.

En la esquina de Bielsa (ex Morlote) y Paz Soldán está la farmacia donde trabajaba Ana. Las persianas bajas y los estantes despojados dan cuenta de que ahí ya no se venden remedios ni se toma la presión. Ana cuenta que post 2001 el local dejó de abrir, ya que la crisis económica provocó que varios locales de la zona se vieran obligados a cerrar sus puertas.

La Paternal, en especial La Isla, se convirtió en refugio de artistas, con una movida cultural y gastronómica creciente. Dejó de ser una zona barrial gris, barata y mal iluminada y desde hace unos años cotiza en alza en el mercado de compra-venta de inmuebles. Hay más color en el barrio, las paredes lucen murales con el rostro de Diego, siempre vistiendo la camiseta roja del Club Argentinos Juniors . Hay locales que mutaron, una pequeña fábrica ahora es cervecería, la carnicería se transformó en  el restaurante de pastas Tita la Vedette, y la que era la casa que alquilaba la familia de mi compañera de escuela primaria Nancy allá por los ´80, ahora es la renovada y coqueta Casa Gómez, desde donde parte la caminata y a donde volveremos después de escuchar los relatos de Ana y Emilia. 

Allí veremos cuatro edificios dibujados en tinta celeste, enmarcados y colgados sobre la pared. El Garrigós, la farmacia, el albergue Warnes y el MN Santa Inés, una antigua panadería que cerró al morir su dueño y que una década más tarde fuera alquilada y reacondicionada por la cheff Jazmín Marturet. El ahora restaurante fue reciente ganador de una estrella Michelín y agota las reservas cada fin de semana.

Lxs caminantes volvemos al lugar del que partimos y las hermanas Ana y Emilia nos dicen adiós.

Y así, quienes durante una hora caminamos juntxs, nos dispersamos, abadonamos La Isla y partimos hacia otras tierras, otros puntos geográficos donde también, como Ana y Emilia, tengamos la posibilidad de reconstruir nuestros propios mapas de vida.

Atlas de un mundo imaginado

Sábados 9 y 16 de agosto, domingos 10 y 17 de agosto. Domingo 14 de septiembre y sábado 20 de septiembre

Casa Gómez, Yeruá 4962, CABA.

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Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

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Se concretó este martes la marcha de personas con discapacidad y familiares, frente a quienes el gobierno hizo más de lo mismo: envió Policía y Gendarmería a amedrentarlos y amenazarlos, pese a que no estaban siquiera rompiendo el protocolo. Los gendarmes y policías tuvieron así la notable actitud de empujar y agredir a manifestantes con discapacidad que estaban reclamando pacíficamente por la motosierra aplicada a sus tratamientos, lo cual rompe toda frontera de la palabra «vulnerable».

Compartimos aquí la crónica realizada por el diario autogestivo Tiempo Argentino al respecto, reflejo de lo que está ocurriendo en el país.

Por Tiempo Argentino

Fotos: Antonio Becerra.

En protesta por el veto presidencial a la Ley de Emergencia, organizaciones de personas con discapacidad concentraron frente al Congreso, rodeado por policías y gendarmes. El reclamo se multiplicó en distintos puntos del país.

“Vallaron todo, nos rodearon de una manera exagerada. No es una movilización agresiva, nunca lo fue. No era necesaria tanta policía, tanta militarización”, criticaba Fernanda Abalde mientras emprendía la retirada de la masiva concentración frente al Congreso contra el veto de Javier Milei a la Ley de Emergencia en Discapacidad. Coordinadora de un centro de profesionales en neurodesarrollo y hermana de una persona con discapacidad a quien le recortaron las pensiones, sufre en carne propia el ajuste y el maltrato sobre el sector, que afecta tanto a prestadores como familias.

“Hay mucho maltrato del sistema a las familias, no es un sistema accesible. No solo en lo económico, es agresivo. Este año fue terrible. Hasta junio no estaban autorizados tratamientos presentados en noviembre del año pasado, por ejemplo. Siempre hubo un golpe a la discapacidad, pero este año fue muy atípico, recortaron muchos tratamientos, demoraron las autorizaciones, se planchó el nomenclador”, enumeró Abalde, coordinadora de Pulsar NeuroSocial y miembro del colectivo de Prestadores en Unidad CABA y GBA. “Es un sector con mucha demanda y se lo está desmantelando. Hay muchas familias que no pueden costear sus tratamientos”, lamentó en diálogo con Tiempo.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Represión como respuesta

La protesta había comenzado 11.30. Pasado el mediodía la concentración ya era masiva y comenzó el operativo represivo, con un número desproporcionado de efectivos de Policía Federal y Gendarmería que empujaban incluso a grupos de manifestantes entre los que había personas en silla de ruedas que gritaban contra el veto y solo portaban carteles por los derechos de las personas con discapacidad.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

La Ley de Emergencia en Discapacidad busca revertir un panorama que por estos días es desolador. Según un informe reciente de la Red por los Derechos de las Personas con Discapacidad (REDI), la pensión por invalidez laboral está congelada en $217.000 y una maestra de integración en la escuela común cobra solo $3.000 la hora, con una demora de 180 días. Todo esto, mientras se recortaron pensiones por discapacidad y la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS) proyecta recortar otros cientos de miles. Se trata de pensiones de 270 mil pesos, más un bono que lleva el total a poco más de 300 mil.

“Uno va pidiendo ayuda en la familia, se hace lo que se puede. Pero esperemos que este hombre recapacite”, pidió ante las cámaras Olga, una jubilada que marchó ante el Congreso, dirigiéndose a Milei. “Hay remedios que tuve que suspender. Hay muchas cosas que tienen que cambiar en la casa para poder subsistir. Para poder seguir adelante por mi hija”, dijo a C5N.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Un reclamo federal

La masiva protesta frente al Congreso se replicó también en distintos puntos del país. “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”, había anunciado la Asamblea De Trabajadores de Inclusión (ATI) al convocar para este martes a una Jornada Federal por la Ley de Emergencia en Discapacidad.

Córdoba fue escenario de las protestas más concurridas. Desde la Plaza San Martín de Córdoba Capital, Virginia Els –presidenta de la Cámara de Prestadores de Discapacidad de Córdoba (Capredis)- destacó el gran número de familias que se sumó a reclamar, junto a prestadores, transportistas y profesionales. “El veto incrementó el reclamo. Ahora estamos intentando alzar la voz para que los diputados escuchen el reclamo y vuelvan a votar la ley con los dos tercios necesarios para que se sostenga. Fue algo multitudinario, con mucha más participación de familias que antes, resaltó.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Los motivos de protesta son varios, pero todos tienen que ver con frenar el maltrato y el ajuste sobre el sector, ante una política cruel que afecta a todos los actores del circuito. “Reclamamos que se actualicen los aranceles, que se contemplen otros criterios para las auditorías. El tema de las prestaciones está en una etapa crítica: las instituciones están cerrando”, advirtió.

El embate contra el sector es tal que está generando un nivel de unidad inédito: “En Córdoba, prestadores, instituciones, profesionales independientes, familias, personas con discapacidad, estamos todos muy unidos. Estamos todos trabajando a la par. Es algo que nunca había sucedido. Nos unió el espanto”, resumió Els.

Franco Muscio, terapista ocupacional al frente de un centro de día en la zona de Sierras Chicas, se acercó a la capital provincial para participar de la protesta. “El servicio es cada vez más precario, una situación alarmante y angustiante y un Estado nacional que no da respuesta. Este año es imposible sostener las prestaciones. Cada vez hay más recortes. No sé cómo vamos a seguir. Las familias son las más perjudicadas”, sentenció ante las cámaras. “Sin espacios como los nuestros, se pierde calidad de vida. Hace diez años que estoy en esto. Nunca había pasado algo así”.

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