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“Tenemos que preguntarnos qué riesgos estamos dispuestos a asumir respecto a una guerra nuclear”. Entrevista a Noam Chomsky

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En esta entrevista con el colectivo Periodistas Unidos, el prestigioso intelectual estadounidense reflexiona sobre las causas y consecuencias de la guerra en Ucrania.

Los líderes de la OTAN anunciaron el miércoles que la alianza planea reforzar su frente oriental desplegando muchas más tropas en países como Bulgaria, Hungría, Polonia y Eslovaquia -incluyendo miles de tropas estadounidenses- y enviando «equipos para ayudar a Ucrania a defenderse de las amenazas químicas, biológicas, radiológicas y nucleares». Y aunque la propia alianza de la OTAN no está proporcionando directamente armas a Ucrania, muchos de sus países miembros están enviando armas a Ucrania, incluyendo misiles, cohetes, ametralladoras y más.

Con toda probabilidad, el 24 de febrero el presidente ruso Vladimir Putin creía que su ejército invadiría Ucrania en cuestión de pocos días, cuando ordenó una invasión en el país vecino tras un largo y masivo despliegue militar en la frontera de Ucrania. Sin embargo, un mes más tarde, la guerra continúa y varias ciudades ucranianas han sido devastadas por los ataques aéreos rusos. Las conversaciones de paz se han estancado, y no está claro si Putin sigue queriendo derrocar al gobierno o si, por el contrario, pretende ahora una Ucrania «neutral».

En la siguiente entrevista, Noam Chomsky, académico de renombre mundial y líder de la disidencia, comparte sus pensamientos y puntos de vista sobre las opciones disponibles para poner fin a la guerra en Ucrania, y reflexiona sobre la idea de la guerra «justa» y si la guerra en Ucrania podría conducir al colapso del régimen de Putin. C.J. Polychroniou.

C.J. Polychroniou:  Ya llevamos un mes de guerra en Ucrania y las conversaciones de paz se han estancado. De hecho, Putin está subiendo el nivel de violencia mientras Occidente aumenta la ayuda militar a Ucrania. En una entrevista anterior, usted comparó la invasión rusa de Ucrania con la invasión nazi de Polonia. ¿La estrategia de Putin está entonces sacada  del mismo manual que usó Hitler? ¿Quiere ocupar toda Ucrania? ¿Intenta reconstruir el imperio ruso? ¿Es este el motivo por el que se han estancado las negociaciones de paz?

Noam Chomsky: Hay muy poca información creíble sobre las negociaciones. Algunas de las informaciones que se filtran parecen ligeramente optimistas. Hay buenas razones para suponer que si Estados Unidos aceptara participar seriamente, con un programa constructivo, las posibilidades de poner fin al horror aumentarían.

Cuál sería ese programa constructivo, al menos en líneas generales, no es ningún secreto. El elemento principal es el compromiso de neutralidad de Ucrania: no pertenecer a una alianza militar hostil, no albergar armas dirigidas a Rusia (incluso las llamadas engañosamente «defensivas»), no realizar maniobras militares con fuerzas militares hostiles.

Difícilmente puede considerarse algo inédito en asuntos internacionales, incluso donde no existe nada formal. Todo el mundo entiende que México no puede unirse a una alianza militar dirigida por China, emplazar armas chinas dirigidas a Estados Unidos y realizar maniobras militares con el Ejército Popular de Liberación.

En resumen, un programa constructivo sería todo lo contrario a la Declaración Conjunta sobre la Asociación Estratégica entre Estados Unidos y Ucrania firmada por la Casa Blanca el 1 de septiembre de 2021. Este documento, que tuvo poca repercusión, declaraba enérgicamente que la puerta de Ucrania para entrar en la OTAN (la Organización del Tratado del Atlántico Norte) estaba abierta de par en par. También había «finalizado un Marco Estratégico de Defensa que crea una base para la mejora de la cooperación estratégica en materia de defensa y seguridad entre Estados Unidos y Ucrania», proporcionando a Ucrania armas avanzadas antitanque y de otro tipo, junto con un «sólido programa de entrenamiento y ejercicios acorde con el estatus de Ucrania como Socio de Oportunidades Mejoradas de la OTAN.»

La declaración fue otro ejercicio intencionado de meter el dedo en la llaga. Es otra contribución a un proceso que la OTAN (es decir, Washington) ha estado perfeccionando desde que Bill Clinton violó en 1998 la firme promesa de George H.W. Bush de no ampliar la OTAN hacia el Este, una decisión que suscitó fuertes advertencias de diplomáticos de alto nivel como George Kennan, Henry Kissinger, Jack Matlock, (el actual director de la CIA) William Burns, y muchos otros, y que llevó al secretario de Defensa William Perry a estar a punto de dimitir en señal de protesta, al que se unió una larga lista de otros con los ojos abiertos. Eso, por supuesto, además de las acciones agresivas que golpearon directamente las preocupaciones de Rusia (Serbia, Irak, Libia, y crímenes menores), llevadas a cabo de tal manera que se maximizara la humillación.

No requiere demasiado empeño sospechar de que la declaración conjunta fue un factor que indujo a Putin y al estrecho círculo de «hombres duros» que lo rodean a decidir intensificar su movilización anual de fuerzas en la frontera ucraniana, en un esfuerzo por ganar algo de atención hacia sus preocupaciones en seguridad, en este caso sobre la agresión criminal directa – que, de hecho, podemos comparar con la invasión nazi de Polonia (en combinación con Stalin)-.

La neutralización de Ucrania es el elemento principal de un programa constructivo, pero hay más. Debería haber movimientos hacia algún tipo de acuerdo federal para Ucrania que implique un grado de autonomía para la región del Donbass, siguiendo las líneas generales de lo que queda de Minsk II. De nuevo, esto no sería nada nuevo en asuntos internacionales. No hay dos casos idénticos y ningún ejemplo real se acerca a la perfección, pero existen estructuras federales en Suiza y Bélgica, entre otros casos, e incluso en Estados Unidos hasta cierto punto. Unos esfuerzos diplomáticos serios podrían encontrar una solución a este problema, o al menos contener las llamas.

Y las llamas son reales. Se calcula que unas 15.000 personas han muerto en el conflicto de esta región desde 2014.

Eso deja de lado Crimea. En cuanto a Crimea, Occidente tiene dos opciones. Una es reconocer que la anexión rusa es simplemente un hecho por ahora, irreversible sin acciones que destruirían Ucrania y posiblemente mucho más. La otra es ignorar las muy probables consecuencias y hacer gestos heroicos sobre cómo Estados Unidos «nunca reconocerá la supuesta anexión de Crimea por parte de Rusia», como proclama la declaración conjunta, acompañada de muchos pronunciamientos elocuentes de otros que están dispuestos a condenar a Ucrania a una catástrofe total mientras hacen propaganda sobre su valentía.

Nos guste o no, esas son las opciones.

¿Quiere Putin «ocupar toda Ucrania y reconstruir el imperio ruso»? Sus objetivos anunciados (principalmente la neutralización) son bastante diferentes, incluida su declaración de que sería una locura intentar reconstruir la antigua Unión Soviética, pero puede que tuviera algo así en mente. Si es así, es difícil imaginar lo que él y su círculo siguen haciendo. Para Rusia, ocupar Ucrania haría que su experiencia en Afganistán pareciera un picnic en el parque. A estas alturas eso está muy claro.

Putin tiene la capacidad militar -y a juzgar por Chechenia y otras escapadas, la capacidad moral- para dejar a Ucrania en ruinas. Eso significaría que no hay ocupación, no hay imperio ruso y no hay más Putin.

Nuestros ojos se centran, con razón, en los crecientes horrores de la invasión de Ucrania por parte de Putin. Sin embargo, sería un error olvidar que la declaración conjunta es sólo uno de los placeres que la mente imperial está conjurando en silencio.

Hace unas semanas hablamos de la Ley de Autorización de Defensa Nacional del presidente Biden, tan poco conocida como la declaración conjunta. Este brillante documento -citando de nuevo a Michael Klare- aboga por «una cadena ininterrumpida de estados centinela armados por Estados Unidos -que se extienden desde Japón y Corea del Sur en el norte del Pacífico hasta Australia, Filipinas, Tailandia y Singapur en el sur y la India en el flanco oriental de China»- destinada a rodear a China, incluyendo a Taiwán, «de forma bastante ominosa.»

Cabe preguntarse cómo sienta a China el hecho de que, según se informa, el comando Indo-Pacífico de Estados Unidos esté planeando mejorar el cerco, duplicando su gasto en el año fiscal 2022, en parte para desarrollar «una red de misiles de ataque de precisión a lo largo de la llamada primera cadena de islas».

Para la defensa, por supuesto, por lo que el gobierno chino no tiene motivos de preocupación.

Hay pocas dudas de que la agresión de Putin contra Ucrania no cumple con la teoría de la guerra justa, y que la OTAN también es moralmente responsable de la crisis. Pero, ¿qué pasa con el hecho de que Ucrania arme a los civiles para luchar contra los invasores? ¿No está esto moralmente justificado por los mismos motivos que la resistencia contra los nazis?

-La teoría de la guerra justa, lamentablemente, tiene tanta relevancia en el mundo real como la «intervención humanitaria», la «responsabilidad de proteger» o la «defensa de la democracia».

A primera vista, parece una obviedad que un pueblo en armas tiene derecho a defenderse de un agresor brutal. Pero, como siempre en este triste mundo, surgen preguntas cuando se piensa un poco en ello. Por ejemplo, la resistencia contra los nazis. Difícilmente podría haber habido una causa más noble.

Uno puede ciertamente entender y simpatizar con los motivos de Herschel Grynszpan cuando asesinó a un diplomático alemán en 1938; o los partisanos entrenados por los británicos que asesinaron al asesino nazi Reinhard Heydrich en mayo de 1942. Y uno puede admirar su coraje y su pasión por la justicia, sin reservas.

Sin embargo, ese no es el final de la historia. El primero proporcionó a los nazis el pretexto para las atrocidades de la Kristallnacht [Noche de los Cristales] e impulsó el programa nazi hacia sus horribles consecuencias. El segundo condujo a las impactantes masacres de Lidice.

Los acontecimientos tienen consecuencias. Los inocentes sufren, quizás terriblemente. Estas cuestiones no pueden evitarse por personas con un mínimo sentido moral. Las preguntas no pueden dejar de surgir cuando consideramos si armar y cómo a aquellos que se resisten valientemente a la agresión asesina.

Eso es lo de menos. En el caso que nos ocupa, también tenemos que preguntarnos qué riesgos estamos dispuestos a asumir respecto a una guerra nuclear, que no sólo supondrá el fin de Ucrania, sino mucho más allá, hasta lo verdaderamente impensable.

No es alentador que más de un tercio de los estadounidenses esté a favor de «emprender una acción militar [en Ucrania] aunque se arriesgue a un conflicto nuclear con Rusia», tal vez inspirados por comentaristas y líderes políticos que deberían pensárselo dos veces antes de hacer sus imitaciones de Winston Churchill.

Tal vez se puedan encontrar formas de proporcionar las armas necesarias a los defensores de Ucrania para repeler a los agresores, evitando al mismo tiempo las graves consecuencias. Pero no debemos engañarnos creyendo que se trata de un asunto sencillo, que se resuelve con pronunciamientos audaces.

-¿Prevé usted una evolución política dramática dentro de Rusia si la guerra dura mucho más tiempo o si los ucranianos resisten incluso después de que hayan terminado las batallas formales? Al fin y al cabo, la economía rusa ya está asediada y podría acabar con un colapso económico sin parangón en la historia reciente.

-No sé lo suficiente sobre Rusia ni siquiera para aventurar una conjetura. Una persona que sí sabe lo suficiente como para «especular» -y sólo eso, como nos recuerda- es Anatol Lieven, cuyas ideas han sido una guía muy útil en todo momento. Considera muy poco probable que se produzcan «acontecimientos políticos dramáticos» debido a la naturaleza de la dura cleptocracia que Putin ha construido cuidadosamente. Entre las conjeturas más optimistas, «el escenario más probable», escribe Lieven, «es una especie de semi-golpe, que en su mayor parte nunca se hará público, por el que Putin y sus colaboradores inmediatos dimitirán ‘voluntariamente’ a cambio de garantías de su inmunidad personal frente a la detención y de la riqueza de su familia. Quién sucedería como presidente en estas circunstancias es una cuestión totalmente abierta».

Y no es necesariamente una cuestión agradable de considerar.

Noam Chomsky es profesor laureado de la Universidad de Arizona y catedrático emérito de Lingüística del Massachusetts Institute of Technology, es uno de los activistas sociales más reconocidos internacionalmente por su magisterio y compromiso político. Su libro más reciente es “Climate Crisis and the Global Green New Deal: The Political Economy of Saving the Planet”.

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Chaco: continúa la Marcha Multisectorial desde el Impenetrable hasta Resistencia

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Una larga marcha que va del Impenetrable chaqueño a la Capital -casi 300 kilómetros- reclama la entrega urgente de comida para merenderos, comedores y programas sociales al gobierno provincial. Además, señala al nacional bajo la consigna “Milei: basta de hambre, ajuste, entrega y represión”. Hoy dos columnas que provenían de distintas comunidades se unieron y dormirán en Castelli; mañana siguen, mientras arman los petitorios y conforman una Multisectorial de campesinos, comunidades originarias, sindicatos, productores y hasta la Iglesia.

Informe: Luchas del Chaco

El hambre y la falta de respuestas impulsan la larga marcha de las comunidades del Impenetrable chaqueño. Hoy y luego de recorrer a pie 50 kilómetros las dos columnas en que se organizó esta marcha acamparon en Castelli, a casi 300 kilómetros de Resistencia, a donde se dirige esta protesta para exigir que el gobierno provincial entregue comida para los merenderos, para los comedores escolares y para los programas de asistencia alimentaria.

Este jueves 8 de agosto una columna partió desde Miraflores y otra desde Bermejito. Cada una se nutrió de comunidades del Impenetrable. Hoy y en un emotivo encuentro, las dos columnas se abrazaron en la entrada de Juan José Castelli, luego de caminar durante casi dos días. Denuncian así la dura situación que se vive en el Chaco: el hambre y la falta de comedores escolares y comunitarios. La multitud, que provenía de diversas comunidades, marchó por la ciudad bajo la consigna: “Milei: basta de hambre, ajuste, entrega y represión”.

La columna de Miraflores estuvo compuesta por personas de Fortín Belgrano, Sauzalito, Sauzal, Vizcacheral, Misión Nueva Pompeya, Wichí, entre otras, mientras que la columna de Villa Río Bermejito reunió a habitantes de El Espinillo, La Leonesa, Las Palmas, Pampa del Indio, parajes rurales y localidades aledañas.

Ahora se encuentran acampando en el acceso de Castelli y se preparan para armar los petitorios y convocar a la Mesa Intersectorial, que estará integrada por campesinos, originarios, asociaciones comunitarias, asociaciones sociales, iglesias, pequeños productores, intendentes, etc..

El objetivo es claro: que se abran las negociaciones con el gobierno de la provincia y se de respuesta urgente a las demandas alimentarias.

Continuará…

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La procesión por dentro: 8va Marcha de San Cayetano

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Desde temprano en Liniers, hasta la Plaza de Mayo, miles de personas peregrinaron una vez más bajo la consigna Paz, Pan, Trabajo, Tierra y Techo. En la Plaza se calculó, moderadamente, 200.000 personas. La descripción de un desastre social durante esa procesión, en la voz de quienes encarnan la falta de esos cinco derechos básicos ausentes. El avance de lo narco como símbolo de lo único que progresa en los barrios ante la falta de trabajo y de futuro. Los comedores sin comida. Los mayores, las mujeres y los niños: quienes más sufren. El lugar de la educación y de la democracia. El tejido social roto, mientras la organización contiene lo que puede. El hambre como un crimen, y la protesta criminalizada. El Nunca Más para los derechos humanos de ayer, de ahora y siempre.

Por Lucas Pedulla. Fotos de Juan Valeiro para lavaca.org

Oración: 

“¡Oh Glorioso San Cayetano! Padre de la Providencia, no permitas que en mi casa me falte la subsistencia y de tu liberal mano una limosna te pido en lo temporal humano”.

Susana vende espigas con la estampita de San Cayetano en Liniers, frontera entre el conurbano y la Ciudad de Buenos Aires, pero no dice ningún precio. “Vendo por lo que me quieran ayudar, algunos me dieron 100 pesos, otros 200”, dice, 41 años, vecina de Merlo, a ocho estaciones de tren de este Liniers que, a las 8.30 de la mañana, se está preparando para una nueva peregrinación, como hace ocho agostos, a Plaza de Mayo. 

La procesión por dentro: 8va Marcha de San Cayetano

Fotos de Juan Valeiro para lavaca.org

La bandera de la cabecera retoma el tríptico que reza esta estampita (“Paz, Pan y Trabajo”) y le suman dos urgencias más: “Tierra y techo”. Pero a Susana se le cae la primera lágrima, simplemente, cuando se le pregunta cómo está: “Tengo a mi hijo en la cárcel de Marcos Paz hace cinco años. Estoy criando a mis dos nietos y no cobro nada. La señora lo dejó. Tengo que salir a la calle a changuear, para traer el sostén, pero no me alcanza: lavo ropa, limpio veredas, corto el pasto, cartoneo: lo que sea. Los comedores a veces te dan, a veces no. A veces encuentro muchos bichos en el alimento. Tengo una nieta celíaca. Estamos muy mal”.

Vive en una villa, costeando el río. “Ayer me robaron una garrafa”, dice, y llora por lo que eso significa este año en esta época en este país. “Un envase está caro, 12 mil pesos, pero ellos lo venden por nada, por droga, y yo no tengo con qué cocinar. No tengo palabras para este Gobierno. Estamos olvidados”.

Así arranca la procesión.

Fotos de Juan Valeiro para lavaca.org

Mano amiga

Frente a Susana, sobre la avenida Rivadavia, se acomodan las columnas. La primera impresión es que la convocatoria es menor en comparación con años anteriores, aunque la mayoría de los movimientos sociales llamó a concentrar directamente en Plaza de Mayo. Al arco de organizaciones que integran la Unión de Trabajadoras y Trabajadores de la Economía Popular (UTEP), se plegaron sindicatos de la CGT, las dos CTA y organismos de derechos humanos. La otra diferencia con años previos es que la marcha caminará los 14 kilómetros por un solo carril, custodiado por cordones de policías de la Ciudad que dejan así una imagen que algunos comentan con una sonrisa: “Los policías también peregrinan”.

Alejandra tiene 36 años e integra un comedor en Dock Sud, Avellaneda, en la frontera sur del conurbano. “No tenemos alimentos. Sólo el municipio nos da, pero no alcanza, y la escena que vemos todos los días es Doña Elsa, la cocinera, tratando que la comida alcance para todos”. ¿Cuántos son? “Más de 200 familias por día. La gente trae el hambre, la pobreza, un abrazo. Eso es lo que necesitamos en este momento: una mano amiga”.

La procesión por dentro: 8va Marcha de San Cayetano

Fotos de Juan Valeiro para lavaca.org

Piensa lo que significa el hostigamiento del Gobierno a organizaciones sociales, la persecución a sus dirigentes, el vaciamiento a los comedores: “No quieren vernos unidas. Nos tiene como enemigos y el objetivo es que las personas también nos vean así. Pero somos las organizaciones sociales las que estamos en el barrio y llevamos adelante las políticas públicas que propone el Estado. Pero este Estado no propone nada, y sin política pública solo estamos nosotras, tratando de que el barrio la pase menos mal”. 

Cuál es la salida: “Estar en la calle y seguir haciendo fuerza en comunidad”.

La tarifa narco

Otra dimensión la aporta Hugo, trabajador de la rama de Construcción en el Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE) en González Catán, partido de La Matanza, que caminará los 14 kilómetros de Liniers a Plaza de Mayo con una carretilla: “Representa a miles de trabajadores que hoy se están quedando sin laburo por las políticas de este Gobierno”. Cuenta que el barrio está difícil, y que ante la falta de trabajo y de changas los vecinos ya no tienen para parar la olla: “Y donde no está el Estado ni hay trabajo, el narco avanza”.

En el barrio lindero al suyo, en enero, se produjo la masacre de Catán, donde cinco vecinos fueron asesinados emboscados por un grupo que buscaba controlar la toma de un barrio. “De alguna manera somos los únicos que estamos conteniendo esa problemática. La cosa se visibilizó mucho pero quedó en la nada, y muchos vecinos se fueron por miedo. Nosotros tratamos de contener: hoy los chicos no pueden cargar la SUBE para ir al colegio, ni comer una buena comida a la noche, y eso les impide estudiar. Hay muchos pibes que están sin una orientación de cómo va a ser un futuro. Las familias están destruídas, muy rotas”.

Qué significa allí lo narco: “Es una pata más para que lleven a cabo sus políticas y destruir directamente al pueblo, rompiendo el tejido social”. 

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En Catán, cuenta, a un chico le están ofreciendo entre 20 mil y 30 mil pesos por día por vender. Al mismo tiempo, una vecina del barrio 21/24 coincide en la misma cifra: 20 mil pesos por hacer de “campana”, en turnos de cinco horas. “¿Me vas a decir que el Estado no lo ve? -pregunta Hugo-. Lo vemos nosotros, que avanzan y avanzan, y agarran a nuestros hijos de soldado, porque un chico que no puede comprarse unas zapatillas termina en manos de ellos”.

Turnarse para comer

Jessica tiene 33 años y trabaja en un comedor de la Corriente Clasista y Combativa (CCC) en el barrio Tierra Alta de Malvinas Argentinas, al norte del conurbano: “El otro día se nos desmayó un abuelito. Fue a pedir comida el martes y se nos desmayó porque el último bocado que había comida era del sábado”. 

Antes abrían todos los días, pero la crisis de los alimentos los obligó a reducir a martes y jueves. Están cocinando una olla de 120 litros: “No alcanzan las 100 porciones diarias para la fila del hambre que se arma del barrio”. En esa fila se cruza con vecinos que votaron a Milei en las elecciones de 2023 pero que, dice, le comunican su desilusión: “Sobre todo los que pasaron de pagar 6000 pesos de luz a que les llegue una boleta de 150 mil”.

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Otra escena de esta crisis: “Mi hijo me contó que en su escuela se tuvieron que turnar para ver quién se lleva la caja de mercadería: tiene aceite, harina, arroz, lata de arvejas. Antes llegaba para todos, no te salvaba el mes, pero era una ayuda. Ahora, de los 30 cupos, llegan 10, y tienen que ser los niños mismos los que evalúan”.

-¿Cuántos años tienen?

-Once años.

Cuándo se va este hombre

La marcha continúa. En las esquinas se paran vecinos y vecinas de los barrios a filmar la movilización, otros salen a las puertas de sus negocios ya con los celulares en mano. A la altura de Caballito, el cordón de policías de la Ciudad que peregrina desde Liniers cambia de guardia. “Perdón, ¿estamos en democracia?”, pregunta un señor por la cantidad de efectivos, y se marcha meneando la cabeza. Otro cuenta que está haciendo un streaming para Alemania. ¿Es periodista? “No, terrorista: soy jubilado”, dice, e informa que en Plaza de Mayo hay mucha gente. Ale, 35 años, es paraguayo, y mira todo al lado de su moto con mochila de Rappi esperando que llegue algún pedido. “No opino de política”, dice, y sólo informa que estar todo el día arriba de la moto le da “el doble de dinero” que su anterior trabajo en la construcción: “Así estamos”, remata. A Llelicsa le preocupan mucho “los abuelitos que duermen en la calle”, pero confía que la cosa va a mejorar: “Soy venezolana”.

Ana, argentina jubilada de 70 años, mira con seriedad, aunque a simple vista no es posible determinar si con aprobación o con rechazo. ¿Qué piensa? “Milei parecía muy bueno y se ganó la confianza del pueblo diciendo que iba contra la casta, pero realmente está en contra de los trabajadores”, dice. Una duda: ¿entonces no lo votó? “Yo no voto por principios, pero creía mucho en lo que decía -responde-. Yo cobro la mínima, los pobres son cada vez más pobres, y encima no atiende a los discapacitados. Además se pelea con todo el mundo, habla groseramente de todos, humilla a hombres y mujeres”. 

Cuenta su dieta: “Como una comida al día. Tomo mi desayuno, que es un café con unas tostadas. Después, a las tres o cuatro de la tarde me hago un almuerzo. Tipo seis me tomo unos matecitos. Y a la noche avena con mitad agua y mitad leche, si es que tengo leche. No llego con 260 mil pesos, ¿vos entendés?, y eso que trabajé toda mi vida”.

¿Conoce otras personas desencantadas como ella? “Totalmente”, suspira.

¿Y qué dicen? “Todo el tiempo están pensando cuándo se va este hombre”.

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El chipá y la arrepentida

La peregrinación llega y es aplaudida por una Plaza de Mayo llena. Los organizadores calcularon con moderación: 200.000 personas. La columna ingresa por Avenida de Mayo. Uno de los que entra es Tomás, otro de los caminó desde Liniers, aunque no milita en ninguna organización: acompañó todo el trayecto vendiendo dos roscas de chipa a 1.500 pesos. “Trabajaba en un restorán en Rivadavia y Jujuy, pero cerró el año pasado y desde entonces no encuentro laburo: repartí CV en un montón de lados pero no te llama nadie”, dice, y cuenta que se la rebusca con estas changas. 

Vive en el barrio de Congreso con su mujer: “Ella votó a Milei”. ¿Y qué piensa hoy? “Está arrepentida: tiene que ir a limpiar tres o cuatro casas y pagar un montón de transporte. No le da la plata”, dice y se detiene porque dos personas se le acercan a comprarle chipa.  

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¿Qué es hoy lo emocionante?

Sobre el escenario empiezan los discursos. El secretario general de la CTA Autónoma, Hugo “Cachorro” Godoy, destaca la unidad expresada en esta convocatoria por las centrales sindicales. Por su parte, el secretario general de la UTEP, Alejandro Gramajo, llama a continuar la lucha “con la fuerza de la paz, el amor, la solidaridad y el compromiso militante de cada compañero y compañera”. Y la Madre de Plaza de Mayo Línea Fundadora, Taty Almeida, una de las convocantes, lee un comunicado, al lado del Premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel: “Es emocionante ver nuestra querida Plaza de Mayo llena de personas que estamos exigiendo basta de hambre”. 

El comunicado habla del hambre, de miseria planificada, de la pobreza y la indigencia, y la destrucción de derechos en medio de discursos de odio y visitas a genocidas. A su vez, reclama por el esclarecimiento del asesinato de Susana Montoya en Córdoba.

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Reproducimos sus palabras:

  • “Esta misma Plaza nos vio surgir como colectivo de Madres en plena dictadura en búsqueda de nuestros hijos e hijas, reclamando su aparición con vida. Y siempre lo decimos: nuestros 30.000 lucharon por una Patria justa, libre, soberana y solidaria. Quienes estamos hoy acá levantamos las mismas banderas. Por eso decimos: ¡el hambre es un crimen!”
  • “El gobierno de Milei y Villarruel está sometiendo al hambre y desocupación a miles de familias en todo el país. En ocho meses de gestión, llevaron a la pobreza a más del 55 por ciento y la indigencia a más del 20. No son sólo números: es la historia de cada familia que ya no puede tener un techo, que no puede poner pan en la mesa, que no tiene trabajo, porque nos gobierna la crueldad”. 
  • “A la destrucción de los derechos, se suma un plan de persecución y represión a la protesta social, criminalizando a la oposición y buscando impedir cualquier forma de resistencia. La miseria planificada ha vuelto a ser parte de un gobierno. Esto sucede en un contexto de discursos y prácticas de odio, negacionismo y hasta apología del terrorismo de Estado, y cuando diputados oficialistas se juntan con genocidas para planificar la impunidad. Como organismos de derechos humanos, reclamamos justicia por el asesinato de Susana Montoya en Córdoba. También reclamamos protección para su familia ante las amenazas recibidas”. 
  • “Todos los derechos están en peligro con este gobierno. Los sociales, los económicos, los políticos, los culturales. Porque gobiernan para un sector muy reducido del país”.
  • “Estamos aquí también para exigirle, para reclamar de manera urgente que Milei y Pettovello entreguen la comida. Porque si el hambre es un crimen, los que esconden la comida en los galpones son criminales”.

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Roberto de la Cruz Gómez, detenido por manifestarse contra la Ley Bases: “El miedo no construye ningún derecho”

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Fue detenido por manifestarse en contra de la Ley Bases y, desde entonces, está preso en Ezeiza desde hace casi 2 meses (al igual que Daniela Calarco Arredondo) con casi nula atención judicial: la defensora oficial no le llevó ni una copia de la causa, pero sí la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH), cuyos representantes son los únicos que lo visitan.

Pidió a la jueza María Romilda Servini que lo reciba para que le muestren las pruebas que justifican su detención; si no lo consigue asegura a lavaca que iniciará una huelga de hambre.

En esta entrevista brinda su versión de los hechos, sin vueltas: “No tengo nada que ocultar, porque yo no hice nada”, afirma este hombre de 44 años que pasó de vivir de Grand Bourg a su lugar de trabajo porque no podía pagar el aumento del transporte.

El momento de su detención, filmado por lavaca. Su causa como un “libreto”, que pasó de acusarlo de terrorista y responsable de un golpe de Estado, a resistencia a la autoridad y daños a bienes públicos. Su versión sobre la supuesta foto que lo incrimina. Su historia, su conciencia, y su lección: “Quédenese tranquilos, si quieren manifestarse hay que salir, no tengan miedo: el miedo no construye ningún derecho”.

Por Franco Ciancaglini

“¿Me aguantás que traigo una silla?”

Roberto se prepara porque sabe que la charla se viene larga. Está ávido de contar su versión de los hechos que lo tienen hace 56 días preso en el penal de Ezeiza. Al final de la charla, cuando le pregunto si quiere omitir algo de lo que hablamos, dirá sin vueltas: “No, no: poné todo. No me perjudica en nada, porque te digo la verdad: no hice nada. No tengo nada que ver”.

A continuación, lo que hizo y lo que no hizo Roberto de la Cruz Gómez el día de la votación de la Ley Bases en el Senado.

Y lo que piensa.

País en picada

La charla con Roberto (44 años) ocurre el mismo día en que se anuncia la instrumentación de parte de la Ley Bases. Y esa es una conexión que trae él, prendido a las noticias que transmite la tevé del Módulo 5 Pabellón 6 de la cárcel de Ezeiza: “¿Te enteraste lo del colectivo?” comienza relatando otra noticia ocurrida en Florencio Varela: “Cargaron el colectivo con tanta gente que se rompió el piso mientras iba andando, un muchacho se cayó al asfalto y el colectivo lo pisó con las ruedas, se murió”, relata, azorado.

¿Qué simboliza para él esta muerte? “Que el país se está yendo en picada. Que la gente se va a ir cayendo muerta. Que tenemos un Estado ausente, que es imposible viajar, imposible llegar a tu trabajo, volver a tu casa. Que te llenan de aumentos. Ese colectivo no estaba en condiciones de viajar, y así van a ir pasando cosas… Es la primera muerte de un trabajador”.

Roberto tiene una lectura de la realidad capaz de conectar hechos aislados como parte de una misma trama: lo llamamos para hablar de su caso, pero él habla de quienes –como él– también están sufriendo. “En este gobierno hubo muchas muertes por esto, como por no recibir los medicamentos oncológicos”, sigue sobre esta realidad silenciosa que acaso es parte del sistema en el que –sabe– él está encarcelado.

Otra noticia, mientras la da un sorbo al mate: “Hoy leí también que una de cada cinco personas es indigente. Esa gente está metiéndose adentro de los tachos de basura. Está pidiendo comida, vendiendo medias, porque se hace imposible vivir. Hay por lo menos tres jubilados que se han suicidado, uno incluso escribió una carta diciendo que así no podía vivir más”.

Roberto de la Cruz Gómez, detenido por manifestarse contra la Ley Bases: “El miedo no construye ningún derecho”
Roberto de la Cruz Gómez, en una foto que él mismo subió a su Tik Tok.

La vida antes de la cárcel

Roberto es de Grand Bourg. Tiene 44 años. Hasta el momento de su detención trabajaba en una panadería del barrio porteño de Once, a dos colectivos y un tren de su casa: 2 horas por viaje. Cumplía las 8 horas, 6 días a la semana incluyendo los feriados, ya que las panaderías casi no cierran.

Cuando responde cuánto ganaba, avisa: “Agarrate Catalina: ganaba 5.700 pesos por día, por 8 horas. Me pagaban por quincena”.

No hace falta sacar muchas cuentas para entender que no llegaba ni al ya devaluado sueldo básico.

En febrero, según la resolución 5 del punto 3 firmada por el secretario de Transporte, se dispuso un aumento en trenes y colectivos según un esquema que sigue aplicándose hoy para más aumentos. Hasta aquel momento –mes y pico antes de la sanción de la Ley Bases– el boleto de tren que pagaba Roberto pasó a 200 pesos y el de colectivo, a casi 100. Alrededor de 600 pesos por día que Roberto debía sacar de su sueldo (le quedan 3.900 x por día) solo para llegar al trabajo. “Me tengo que comprar un aceite y me sale 2 lucas. Carne no como. El pan, la sal… era vivir para comer. Nada más”.

Roberto pensó una variante para no perder el trabajo: irse a vivir a la panadería. “Cuando empezaron a subir las cosas hablé con el dueño y le dije: mirá, se me hace imposible con el viaje, ¿me das la oficina para armarme una pieza? Me dijo que si, que no tenía ningún problema. Mi día franco volvía a mi casa; después vivía lamentablemente ahí”.

El día de la sanción de la Ley Bases cayó 12 de junio, miércoles, día de franco.

El día de la detención

Su voz del otro lado del teléfono suena paciente y reflexiva, tal vez producto de que el tiempo en la cárcel abunda, pero además habla con la seguridad de quien se sabe víctima de una injusticia.

Roberto no pierde su lucidez ni la conciencia de por qué llegó allí: “Yo fui a manifestarme contra la Ley Bases, no te voy a decir que pasaba por ahí”. ¿Por qué se manifestó?: “A mí no me convenía por la ley de trabajo, que justo hoy veo que están por instrumentarla”.

Roberto había ido a la plaza ya el día martes después del trabajo (sale a las 21), porque algunas organizaciones anunciaban una vigilia. Tenía una bandera de argentina a la que ató a un palo y sobre la que escribió con marcador, sobre la mesa de la panadería, una leyenda:

–“No a la Ley Bases. Patria si, colonia no”.

La llevó tanto ese martes de noche como al día siguiente, temprano por la mañana.

Dio unas vueltas por Congreso, y se sorprendió por el desmedido operativo de seguridad. “Me fui a comer a mi trabajo, y volví de nuevo a la Plaza”, cuenta. “Cuando volví ya había una humareda, se ve que habían prendido fuego un auto. Ni me acerqué. Llegué y salí una cuadra antes de Sáenz Peña. La policía había cruzado el vallado hasta justo frente a Congreso, a Callao, y habrán hecho tres, cuatro pasos para adentro. No avanzaban, se quedaban ahí tirando balas de goma. Y la gente no salía corriendo, se estaba escondiendo de las balas y de los gases, atrás de unas vallas. No era una barricada, era para cubrirnos de los gases. No la pusimos ni nosotros, estaba ahí. Y el palo era mi bandera”.

Roberto grafica el momento que, supuestamente, quedó sellado en una foto que figuraría en la causa; él no la vio personalmente: “Hasta el día de hoy no me mandaron la causa. La abogada (la defensora oficial Florencia Gabriela Plazas) me dijo que no me la podía traer porque no tenía presupuesto para imprimirla…”.

Sobre la foto: “Lo único que tienen es una foto mía con un palo junto a otros manifestantes. Ese palo era de la bandera que había hecho el día anterior. Supuestamente dicen que estaba agrediendo a la policía desde ahí. En la foto se ve que ninguna de las personas estaba con piedras, ni botellas ni nada”.

A Roberto lo detendrían más de una hora después de ese suceso, momento captado por lavaca:

Sigue su relato: “De ahí empieza a avanzar la policía para seguir tirando. Empezamos a ir para atrás, había jubilados que decían: ‘Vamos a quedarnos’. Yo les decía: ‘Mejor vámonos’ y empezamos a sacar a la gente porque pensamos que iban a venir las motocicletas: a esas no les importa si estabas manifestándote o no. Seguimos retrocediendo, diciendo, ¿hasta dónde van a tirar balas? Llegamos hasta 9 de Julio. Ahí estaban las motos, la Policía Federal. Estaban deteniendo personas, había un grupo de chaleco azul que manoteaba gente”.

El relato de Roberto coincide con el de todos y todas las detenidos: mientras la policía tiraba, las motos amedrentaban y policías de chaleco azul cazaban arbitrariamente. Son famosos los casos de vendedores ambulantes o de un joven que salía del subte y quedaron detenidos. La 9 de Julio, a varias cuadras del Congreso, podía parecer una zona de descanso frente a la Plaza Congreso. Fue en cambio el lugar, o la trampa, donde la policía esperaba para la mayoría de esas detenciones.

Roberto: “Entonces volvemos por donde veníamos, de nuevo hacia la Plaza. No había por donde salir. Cuando me vuelvo llego hasta Sáenz Peña y pregunto si se puede pasar para el otro lado, habían hecho un cordón. Digo: yo soy manifestante, quiero pasar del otro lado. No, no se puede pasar, no se pasa más, no pueden entrar más a la plaza”.

Y entonces, la detención: “Al lado del cordón me agarran, no es que me corrió la policía ni nada”.

¿Resistencia a la autoridad? “No me resistí para nada, le dije ‘pará, pará’, y se me tiraron encima, me caí con el codo y uno me pisó y me sacó las zapatillas pisándome; les pedí que me pasaran la zapatilla y me la dieron. Me ataron con un precinto y me llevaron corriendo con una zapatilla menos, yo tenía la otra en la mano, estaba toda la plaza mojada, llegué lleno de barro”.

El mundo del revés: “Si ellos no hubiesen empezado a reprimir, no pasaba nada. Y si yo no me acercaba, no me detenían, yo solo quería pasar para el otro lado. Yo no tengo por qué irme corriendo”.

Roberto fue llevado al lugar donde estaba el resto de los detenidos, sobre la calle Hipólito Yrigoyen, justo al lado del Congreso; a metros, mientras tanto, las y los senadores sesionaban. “Ahí estaba Remigio (Ramón Ocampos, 64 años, también detenido), el famoso parrillero, las tres chicas… Ah, importante: a mí no me leyeron los derechos en ningún momento. No podían encontrar testigos, como no encontraron a nadie me subieron adentro; en la causa dice que vinieron dos personas y es mentira”.

Luego de lo que Roberto calcula fue una hora, les avisan que serían trasladados a la Superintendencia de Investigaciones Federales, ubicada en Lugano. En el camión celular ocurre una escena insólita: “Yo tenía todavía mi celular. Entonces le dije a un amigo que me estaban llevando detenido. Y le aviso al dueño de mi trabajo: “Dani, por ahí llego más tarde a trabajar mañana”. Porque cundo me pregunta por qué me llevan detenido, me dicen ‘por resistencia a la autoridad’”. Pensé: bueno, mañana me largan”.

Al rato del viaje, su celular vuelve a sonar. Era su amigo. “Me dice: ‘¿Estás ahí con el parrillero? En el noticiero está saliendo que vos sos terrorista’. ¡Ni siquiera habíamos llegado a Lugano!”.

En paralelo, el presidente Javier Milei felicitaba a las fuerzas por haber parado un golpe de Estado y acusó a los detenidos de terroristas.

En Lugano, los “terroristas” eran alrededor de diez. “Estábamos todos sentados hablando. Algunos ya venían con la causa inventada. Yo dije: ‘A mi me detuvieron queriendo pasar de un lado a otro’. El parrillero dice: ‘Yo estaba subiendo la parrilla y me tiraron al piso’… Le preguntamos a la policía y nos dicen que estábamos detenidos por resistencia a la autoridad. A todos los detenidos nos dijeron eso. Y es más, ahí en Lugano es donde el comisario dijo: mañana se van, quédense tranquilos”.

Desde entonces lleva 56 días preso, al igual que Daniela Calarco.

El “terrorismo” y los palazos

¿Qué pensás de que el Presidente te dijera terrorista?

Me causa gracia. Porque de verdad creo que este tipo (por Milei)… él fue a Israel, él sabe lo que son los ataques terroristas… Ataques terroristas son los que hace Israel con Palestina, lo que hace Palestina con Israel, es lo que pasó en la AMIA. Prender fuego cosas (por la gente que prendió fuego) no es un ataque terrorista. Yo encima ni eso hice. Creo que el tipo vive en una fábula”.

Enumeración: “Después de terrorismo pasó a hablar de golpe de Estado. Después, supuestamente, sedición. Y más tarde el cargo bajó a intimidación pública”, cuenta sobre las tipifaciones de los delitos que supuestamente cometió. De ninguno el poder judicial pudo reunir pruebas y finalmente los cargos por los cuales se justifica su detención son “resistencia a la autoridad” y “daños a bienes públicos del Estado”. Los mismos que pesan sobre Daniela Calarco.

¿Es una causa armada? “No lo pensé. Son libretos, no son causas. Me inventaron cuatro causas y no me pudieron comprobar nada. Lo único que tienen es una foto con un palo, y no estoy rompiendo nada. Así que de daños no tienen nada. Y resistencia a la autoridad, es imposible. Si estaban con balas de goma, con Gendarmería, ¿cómo me voy a resistir?”.

Frente a la represión, Roberto sabe que estar ahí era su derecho: “Yo me como un derecho y me tiraron gas pimienta, balas de goma…”. Otra mirada sobre las operaciones: “Según Patricia Bullrich el kirchnerismo quería bajar la Ley Bases. Y el kirchnerismo no hizo nada. Yo he estado ahí y he visto a La Cámpora, jóvenes de veintipico de años que cuando se armó el quilombo se fueron todos corriendo. Los vi. En plenos disturbios no quedó nadie de La Cámpora. Los ‘hostiles’ como dice la causa, éramos los que marchábamos, los jubilados y gente suelta”.

Corrección: “En realidad los únicos hostiles fueron los policías. Ellos estaban tirando del vallado para este lado, balas de goma, gas pimienta. Y yo creo que la gente se cansó ese día. Vos querés marchar y te ponen una valla y te tiran balas de goma, para que te vayas. Como dijo ese periodista Majul: ‘Si vos veías eso, te tenías que ir a tu casa’. ¿Por qué me tengo que ir? Si yo tengo el derecho de estar parado ahí, ¿por qué tengo que recibir gas pimienta, balas de goma? Yo he visto señoras grandes que recibían palazos. La gente sale a protestar y ahora lo que quieren hacer es detener a la gente. Que pongan un comunicado: si salen a manifestarse, van presos. Bueno, es más o menos lo que dijo Adorni”.

Que me muestren las pruebas”

A falta de patrocinio privado, la causa de Roberto de la Cruz Gómez es representada por la defensora pública de Gabriela Plazas. Él resume su actuación de esta manera: “No se les cayó una idea para defenderme”. Y retoma el símbolo de las focotopias: “No me trajeron la fotocopia de la causa. Imagínate cómo me defendieron”.

En cambio, resalta el acompañamiento de la APDH, que incluye dos visitas semanales además de las fotocopias para las que la defensora oficial no tiene presupuesto.

A falta de intermediarios legales, Roberto decidió enviar una carta él mismo en formato de pronto despacho para que la jueza María Romilda Servini lo atienda.

Es el segundo que elabora: “En el primero me contestó que no podía porque se iba de vacaciones por la feria judicial. Bueno, ya volvió. Si no me responde me voy a declarar en huelga de hambre y hacerla cargo de mi seguridad. Quiero que me diga por qué estoy detenido, cuáles son las razones… La defensora me dijo que la jueza tiene un montón de argumentos pero no tiene pruebas. Pero con argumentos no puede dejarme detenido. Yo quiero que me muestren las pruebas”.

Mientras espera la respuesta, que debe llegar en las próximas horas, Roberto ensaya otra conclusión de lo que le está pasando: “Ellos me tienen detenido por un capricho, un capricho de este gobierno que quiere darle una lección a la gente. Pero a la gente no le importa, va a salir igual”.

Confía en que, a falta de pruebas, más pronto que tarde estará en la calle: “Tengo ganas de seguir con mi vida cotidiana. Seguir trabajando, ser un ciudadano como todos. Mantener mi trabajo, porque si no trabajo no voy a poder ni existir. Y creo que el que tiene trabajo tampoco va a poder…”.

Sabe que no tiene prensa en los noticieros que mira desde la cárcel, pero aprovecha la conversación porque quiere enviar un mensaje. Desde el Módulo 5 del Pabellón 6 del penal de Ezeiza, un hombre preso por manifestarse pide calma y alienta:

– Quédense tranquilos: si quieren manifestarse hay que salir, no tengan miedo. El miedo no construye ningún derecho.

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