Nota
Un gol al ángulo: fútbol y amparo contra el tarifazo
Con la calle como estadio y el Ministerio de Energía de tribuna, la primera acción pública de la Multisectorial disputó la #CopaAranguren en pleno microcentro porteño. También se anunció la presentación de un amparo colectivo para frenar el aumento indiscriminado de tarifas que pone en peligro la fuente laboral de miles de personas en todo el país.
Con la calle como estadio y el Ministerio de Energía de tribuna, la primera acción pública de la Multisectorial disputó la #CopaAranguren en pleno microcentro porteño. También se anunció la presentación de un amparo colectivo para frenar el aumento indiscriminado de tarifas que pone en peligro la fuente laboral de miles de personas en todo el país.
María Eva Lossada, presidenta del Hotel Bauen -preocupada por la suba de tarifas que llevó la luz de uno de los bastiones de las empresas recuperadas de 40 mil a más de 300 mil pesos- está parada frente a un arco de fútbol, mientras grita indicaciones a sus compañeras en pleno ataque. No hay césped ni línea de cal, sino cemento y policías. Tampoco hay luces ni tribunas, sino la sede del Ministerio de Energía y Minería, en Paseo Colón e Yrigoyen, pleno microcentro porteño.
La cancha improvisada es también la sede de la primera acción pública de la Multisectorial contra el tarifazo, formada hace casi dos semanas en el Bauen, donde una asamblea abierta de 200 trabajadoras y trabajadores de cooperativas, fábricas y empresas recuperadas, clubes de barrio, pymes, comercios, centros culturales, sindicatos, centros de jubilados, bibliotecas y asociaciones de consumidores votó la presentación de un amparo colectivo para la Ciudad de Buenos Aires y la realización de la #CopaAranguren, que llegó a ser tendencia en Twitter en estos tiempos hollywoodenses de monasterios, bolsos y offshores.
Los trofeos fueron igual de creativos: un sol de noche, una linterna y una orden de compra por 500 pesos para velas. “Es una manera de protestar apelando a la ironía, pero la verdad es que estamos en una situación de crisis”, dice María Eva. “En cualquier momento cerramos nuestra fuente de trabajo porque no tenemos cómo sostenerla. Las cooperativas se sostienen con los recursos que se van generando: o pagamos a los compañeros los retiros o cerramos porque no podemos pagar la luz. Nos vino la factura con un aumento de más del 600 por ciento. Lo mismo en gas. Por eso estamos acá: decimos no. Por más que quisiéramos pagar, no podemos. Es así de simple. Porque también están los compañeros que tienen familia y no pueden llevar el pan a la casa. Recién ahora terminamos de pagar los retiros. Es bastante grave. Entonces, estamos acá porque queremos que se tome conciencia”.
La conciencia, en esta tarde futbolera, llega a puro gol.
La tarifa confiscatoria
La situación alarmante de todos los actores que componen la multisectorial está generando movilizaciones, protestas y medidas judiciales en todos los puntos del país. En Capital salieron a la calle la semana pasada, marcharon hasta el Ministerio de Energía. Allí consiguieron la conformación de una mesa de trabajo y la garantía del subsecretario de Coordinación de Política Tarifaria, Andrés Chambouleyron, de que no hubiera cortes de. Debían reunirse esta semana para discutir un nuevo cuadro tarifario, pero el gobierno la postergó para el martes que viene.
A su vez, un informe del Centro de Documentación de Empresas Recuperadas de la UBA -coordinado por el antropólogo social Andrés Ruggeri- presentado en el Bauen el martes, resume el estado del movimiento autogestivo hoy. “Planificada o no, la política (hacia el sector) parece ser un ataque por varias vías, sin que aparezca -en lo posible- el gobierno directamente, siempre con la justificación ideológica basada en la “inversión” y la “eficiencia” en términos de mercado”, concluye el estudio. “Para eso además de las señales de tolerancia a los empresarios vaciadores y hacia los jueces para avanzar sobre las ERT existentes y posibles, el desguace de las pocas herramientas estatales para apoyo, los ataques directos a través de los vetos, se apunta al ahogo económico junto al resto de la economía productiva” .
Amparo colectivo
Luego de la #CopaAranguren, se realizó una conferencia, en la cual el abogado de la Federación Argentina de Cooperativas y Trabajadores Autogestionados (Facta), Ataliva Dinani, anunció la presentación de un amparo colectivo para los sectores afectados en la Ciudad de Buenos Aires, que quedó radicado en el Juzgado Contencioso y Administrativo Federal N°12, a cargo de la doctora Marra Giménez. “Entre los lineamientos, en primer lugar, cuestionamos la falta de la convocatoria a una audiencia pública para discutir las tarifas, tal como lo fija la ley. El gobierno pretende usar una audiencia convocada en 2005, 11 años atrás, para justificar un aumento que va del 1.000 por ciento, en caso de comercios, al 400 por ciento, en otros sectores”.
La medida judicial también cuestiona la falta de protección del derecho al trabajo, ya que los aumentos pone a las trabajadoras y los trabajadores ante la “disyuntiva de pagar la luz o de llevar algo de comida a sus casas”. En tercer lugar, se planteó el “carácter confiscatorio” sobre los retiros de las personas que trabajan en cooperativas de trabajo, medianas empresas, clubes de barrio y centros de cultura. “Son organizaciones que no tienen un fin de lucro, sino que nutren en un fin cultural a los distintos barrios de la Capital, pero que ven una política de gobierno que cambia el paradigma en el cual el servicio es considerado una mercancía más, como si la luz fuera un lujo y no un derecho social que tienen todos los ciudadanos”.
La verdad de la locura
“Uhhh”, se grita en la calle, y el grito suena expectante. La pelota rueda, sortea divertida las piernas y las motos de los policías que separan la cancha del tránsito, y se mete debajo de un colectivo. Un voluntario de las cooperativas curtidoras corre a buscarla, haciendo señas a los automovilistas, y reanuda el partido desde el lateral. El juego no es brusco, teniendo en cuenta el contexto, pero cada gol se grita con el alma .
“Esta actividad es la muestra de la unidad de todos los sectores”, sintetiza Cristian Font, de la Unidad Nacional de Clubes de Barrio, compuesta por 2 mil clubes afiliados sin pagar cuota social. En el país hay más de 20 mil. “Tenemos un gobierno nacional que busca sectorizarnos y darnos soluciones por separado, que, además, son insuficientes. Esta es la respuesta: estamos todos juntos contra el tarifazo que nos llevó puesto a todos”.
¿Cómo están hoy los clubes de barrio? “El cuadro es una situación casi de knock out: clubes que están iniciando el cese de actividades, que han bajado la térmica, a los que le han cortado el servicio de gas y que si tenían una pileta no están haciendo más natación, porque les dicen que, por tener pilera, no son prioritario para la tarifa social. Pero los funcionarios no saben que tienen una cuota mínima, que prestan esas piletas para que otras instituciones puedan usarla gratuitamente, incluso la escuela pública. El 80 por ciento de los chicos que concurren a nuestras instalaciones está becado, y la verdad es que teníamos todas las herramientas para que fuera un buen año: teníamos una ley, 300 millones en el presupuesto nacional, pero este gobierno nos contestó con un tarifazo, un ajuste, que nos está llevando al cierre de puertas”.
Apoyado contra una columna, con la mirada clavada en el partido, está Francisco Manteca Martínez, de la cooperativa Textiles Pigue, donde el gas pasó de 30 mil a 200 mil pesos. “Nosotros tenemos en claro que acá hay una política que tiene un enemigo para los trabajadores: este gobierno. Todas estas actividades unen, incluso a varias corrientes o a las distintas maneras de pensar de cada cooperativa, aunque no podemos equivocarnos en términos de lo central: acá hay un ajuste, hay devaluación, hay inflación, hay apertura de las importaciones y ellos le dicen sinceramiento. La verdad es que es una locura”.
¿Esa locura provoca tener que pensar estrategias? “Hay un enemigo. Nada de juntarse por el espanto: nos juntamos porque somos compañeros. En estos 12 años se han visto montones de este tipo de movilizaciones, con más o menos fuerza, pero lo que no hemos podido nunca lograr, y eso es un déficit, es una articulación verdadera de la producción y la comercialización entre los productos y los trabajadores de la economía social. Para eso tenemos que capacitarnos y seguir creciendo, porque nuestras producciones tienen que ser de calidad”.
La cosa intrépida
El torneo termina y María Eva suelta un grito cuando le otorgan a sus compañeras el sol de noche como premio. Es una lámpara puesta arriba de un trofeo. Misma descripción para la linterna. La orden de compra es una suerte de cheque enorme al estilo Susana Giménez.
Fabiana Solano, de Construyendo Cultura (uno de los espacios que integran Cultura Unida, que realizó hace unas semanas un apagón cultural en varios centros porteños), habla con la linterna en sus manos: “El premio está buenísimo, la circunstancia no. En los centros han llegado facturas con un aumento del 1.000 por ciento. Es muy difícil mantener actos regulares, sobre todo porque muchos trabajan más de noche que de día, y es cuando más se prende la luz. Es muy difícil mantenerlo, porque se sostiene con esfuerzo de todos. Y muchos espacios no tienen fines de lucro, ni hacen actividades que puedan recaudar para mantenerse”.
Fabiana deja una pista de época. “Muchas de los centros y de estos espacios que vemos hoy nacieron de la crisis del 2001, y tienen esa cosa intrépida de salir a buscar las cosas a la calle. Hoy es un día importante porque empieza a visibilizarse la Multisectorial que se comenzó a conformar en el Bauen. Y está bueno como espacio colectiva, teniendo en cuenta que todas las actividades se ven afectadas por las subas de tarifas. El premio es una excusa para estar acá”.
Fotos: Julieta Colomer/lavaca
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Nota
Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

Hoy se cumplen 23 años de los asesinatos de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki que estaban movilizándose en Puente Pueyrredón, en el municipio bonaerense de Avellaneda. No eran terroristas, sino militantes sociales y barriales que reclamaban una mejor calidad de vida para los barrios arrasados por la decadencia neoliberal que estalló en 2001 en Argentina.
Aquel gobierno, con Eduardo Duhalde en la presidencia y Felipe Solá en la gobernación de la provincia de Buenos Aires, operó a través de los medios planteando que esas muertes habían sido consecuencia de un enfrentamiento entre grupos de manifestantes (en aquel momento «piqueteros»), como suele intentar hacerlo hoy el gobierno en casos de represión de sectores sociales agredidos por las medidas económicas. Con el diario Clarín a la cabeza, los medios mintieron y distorsionaron la información. Tenía las imágenes de lo ocurrido, obtenidas por sus propios fotógrafos, pero el título de Clarín fue: “La crisis causó 2 nuevas muertes”, como si los crímenes hubieran sido responsabilidad de una entidad etérea e inasible: la crisis.

Darío Santillán.

Maximiliano Kosteki
Del mismo modo suelen mentir los medios hoy.
El trabajo de los fotorreporteros fue crucial en 2002 para desenmascarar esa mentira, como también ocurre por nuestros días. Por aquel crimen fueron condenados el comisario de la bonaerense Alfredo Franchiotti y el cabo Alejandro Acosta, quien hoy goza de libertad condicional.
Siguen faltando los responsables políticos.
Toda semejanza con personajes y situaciones actuales queda a cargo del público.
Compartimos el documental La crisis causó 2 nuevas muertes, de Patricio Escobar y Damián Finvarb, de Artó Cine, que puede verse como una película de suspenso (que lo es) y resulta el mejor trabajo periodístico sobre el caso, tanto por su calidad como por el cúmulo de historias y situaciones que desnudan las metodologías represivas y mediáticas frente a los reclamos sociales.
Nota
83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

83 días.
Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.
83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.
83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.
83 días y seis intervenciones quirúrgicas.
83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo.
83 días hasta hoy.
Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro.
Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”.
Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).
Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca.
El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”.
La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».
La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería.
Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.
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