Nota
Un pedacito de realidad: la renuncia de Cristina en dos cuadras

Texto: Claudia Acuña
El primer síntoma se hizo evidente en la panadería, cuando el protocolar saludo de ¿»cómo estamos»? recibió una respuesta inesperada:
-Tristes
Recién entonces noto que las tres mujeres de guardapolvo celeste y variopinta edad comparten esa pesadumbre que derrumba los hombros. La señora que está a mi lado a la derecha mueve la cabeza afirmando y la de la izquierda, negando, pero ambas son formas de confirmar ese mismo sentimiento.
¿Qué pasa?
La pregunta es la hija noble de la ignorancia.
Pasa que en el barrio de Almagro, en esas pocas cuadras que no representan ni al país ni a la opinión pública, ni al pueblo ni a Doña Rosa, la noticia del renunciamiento de la postulación a la Presidencia de la Nación de Cristina Fernández de Kirchner ha caído como una piedra. Una más de las tantas que han soportado en estos tiempos, pero no una cualquiera. Es aquella que anticipa la tormenta que esta orfandad provoca en un escenario económico y político que perciben inestable.
Para que quede claro: esto es exactamente lo que me transmiten las cinco mujeres en la panadería. Parece increíble porque supera con creces el análisis de cualquier periodista radial, televisivo o redsocialista, pero quizás eso hable más del estado actual de los Mal Llamados Medios que de la capacidad de leer señales políticas que la argentina promedio ha desarrollado para sobrevivir.
Queda así claro que es necesario ir a la peluquería del barrio para comprobar si lo normal es lo extraño.
Confirmado: hay asamblea de mujeres con la cabeza pintada de celeste oxigenado, algunas con fragmentos de papel plateado en las puntas de las mechas, otras con gorras infladas también plateadas. Seis en total, más las tres personas que las atienden. Conversan sobre política, claro, porque es el tema del día y porque así chequean la info que escucharon, la confrontan con lo que sintieron y la procesan con lo que vieron para concluir en lo que piensan, ya sea distinto, ya sea similar, pero siempre enriquecido por el uso de la propia voz en alto y en grupo. La línea que traza ahora el diálogo va del anuncio de la renuncia a Vaca Muerta, pasando por Massa, Wado, el litio y el segundo puesto que obtuvo el voto en blanco en Tierra del Fuego. Con todo este despliegue intentan comprender el sentido de la frase con la que la vicepresidenta justificó su decisión:
“No voy a ser mascota del poder”.
La señora de la gorra inflada -46 años, treinta de comerciante- dirá que esa frase anticipa cómo va a estar condicionado el próximo Presidente, sea quien sea. La que tiene el flequillo atrapado en el papel -34, empleada de un juzgado del fuero comercial- completa:
-“Es cierto, más allá de que lo de la renuncia no lo sea”.
Luego de un breve intercambio sobre si el anuncio fue producto de la especulación o el hartazgo, lo que sigue es lo que inquieta: ¿qué hacer? La pregunta hace evidente que este grupo y estas cuadras y este barrio están conmovidos por lo que viene después. El adelante.
La noticia del renunciamiento, quizá sea triste, pero no mala, provoco como para azuzar el fuego de la charla. Las palabras que aparecen entonces refieren a la necesidad de un cambio, de un algo más, pero también del cansancio, del agotamiento que representa ser esta generación, ser mujer, ser de este barrio y estas cuadras, y poner el cuerpo cada vez que la política se queda sin líder y confunde eso con quedarse “sin futuro”.
Entonces ¿qué pasa?
Repito la pregunta esta vez por wasap a Nancy Pazos, una colega que ahora mismo está recorriendo los palacios para recoger información y opiniones para su columna política, a mi gusto la más lúcida e informativa de la actualidad.
Traduzco su respuesta :
Versión Los que Piensan Mal de Eya: Nunca quiso. Cree que pierden igual y no se quiere inmolar.
Versión Los que Piensan Bien de Eya: Está segura de que no la van a dejar, que la Corte se va a interponer a último momento y que eso sería catastrófico para el peronismo.
Versión Los que Piensan en Ella: No quedó igual tras el atentado. La bala le entró.
Veinte cuadras después, al llegar al Congreso ya hay carteles que convocan para el próximo 25 a Plaza de Mayo con la consigna “Cristina Presidenta”.
¿Qué pasa?
La pregunta adquiere así una condición de futuro, de incertidumbre, de calesita a la espera de quien arranque la sortija.
Nota
Proyecto Litio: un ojo de la cara (video)

En un video de 3,50 minutos filmado en Jujuy habla Joel Paredes, a quien las fuerzas de seguridad le arrancaron un ojo de un balazo mientras se manifestaba con miles de jujeños, en 2023. Aquella represión traza un hilo conductor entre la reforma (in) constitucional de Jujuy votada a espaldas del pueblo en 2023, y lo que pasó un año después a nivel nacional con la aprobación de la Ley Bases y la instauración del RIGI (Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones).
Pero Joel habla de otras cuestiones: su pasión por la música como sostén. El ensayo artístico que no se concretó aquella vez. Lo que le pasa cada día al mirarse al espejo. La búsqueda de derechos por los hijos, y por quienes están siendo raleados de las tierras. Y la idea de seguir adelante, explicada en pocas palabas: “El miedo para mí no existe”.
Proyecto Litio es una plataforma (litio.lavaca.org) que incluye un teaser de 22 minutos, un documental de casi una hora de duración que amplía el registro sobre las comunidades de la cuenca de las Salinas Grandes y Laguna Guayatayoc, una de las siete maravillas naturales de Argentina, que a la par es zona de sequía y uno de los mayores reservorios de litio del mundo.
Además hay piezas audiovisuales como la que presentamos aquí. La semana pasada fue Proyecto Litio: el paisaje territorial, animal y humano cuando el agua empieza a desaparecer.
Esos eslabones se enfocan en la vida en las comunidades, la economía, la represión y la escasez del agua en la zona.
Litio está compuesto también por las noticias, crónicas y reportajes que venimos realizando desde lavaca.org y que reunimos en esta plataforma.
Un proyecto del que podés formar parte, apoyando y compartiendo.
El video de 3,50 minutos
Nota
Orgullo

Texto de Claudia Acuña. Fotos de Juan Valeiro.
Es cortita y tiene el pelo petiso, al ras en la sien. La bandera se la anudó al cuello, le cubre la espalda y le sobra como para ir barriendo la vereda, salvo cuando el viento la agita. Se bajó del tren Sarmiento, ahí en Once. Viene desde Moreno, sola. Un hombre le grita algo y eso provoca que me ponga a caminar a su lado. Vamos juntas, le digo, pero se tiene que sacar los auriculares de las orejas para escucharme. Entiendo entonces que la cumbia fue lo que la protegió en todo el trayecto, que no fue fácil. Hace once años que trabaja en una fábrica de zapatillas. Este mes le suspendieron un día de producción, así que ahora es de lunes a jueves, de 6 de la mañana a cuatro de la tarde. Tiene suerte, dirá, de mantener ese empleo porque en su barrio todos cartonean y hasta la basura sufre la pobreza. Por suerte, también, juega al fútbol y eso le da la fuerza de encarar cada semana con torneos, encuentros y desafíos. Ella es buena jugando y buena organizando, así que se mantiene activa. La pelota la salvó de la tristeza, dirá, y con esa palabra define todo lo que la rodea en el cotidiano: chicos sin futuro, mujeres violentadas, persianas cerradas, madres agotadas, hombres quebrados. Ella, que se define lesbiana, tuvo un amor del cual abrazarse cuando comenzó a oscurecerse su barrio, pero la dejó hace apenas unas semanas. Tampoco ese trayecto fue fácil. Lloró mucho, dirá, porque los prejuicios lastiman y destrozan lazos. Hoy sus hermanas la animaron a que venga al centro, a alegrarse. Se calzó la bandera, la del arco iris, y con esa armadura más la cumbia, se atrevió a buscar lo difícil: la sonrisa.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Al llegar al Congreso se pierde entre una multitud que vende bebidas, banderas, tangas, choripán, fernet, imanes, aros, lo que sea. Entre los puestos y las lonas que cubren el asfalto en tres filas por toda Avenida de Mayo hasta la Plaza, pasea otra multitud, mucho más escasa que la de otros años, pero igualmente colorida, montada y maquillada. El gobierno de las selfies domina la fiesta mientras del escenario se anuncian los hashtag de la jornada. Hay micros convertidos en carrozas a fuerza de globos y música estridente. Y hay jóvenes muy jóvenes que, como la chica de Moreno, buscan sonreír sin miedo.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Sobre diagonal norte, casi rozando la esquina de Florida, desde el camión se agita un pañuelazo blanco, en honor a las Madres, con Taty Almeyda como abanderada. Frente a la embajada de Israel un grupo agita banderas palestinas mientras en las remeras negras proclaman “Nuestro orgullo no banca genocidios”. Son quizá las únicas manifestaciones políticas explícitas, a excepción de la foto de Cristina que decora banderas que se ofrecen por mil pesos y tampoco se compran, como todo lo mucho que se ofrece: se ve que no hay un mango, dirá la vendedora, resignada. Lo escaso, entonces, es lo que sobra porque falta.
Y no es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Nota
Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

(Escuchá el podcast completo: 7 minutos) Coca Cola, Nestlé, Danone & afines nos hacen confiar en ellas como confiaríamos en nuestra abuela, nos cuenta Soledad Barruti. autora de los libros Malcomidos y Mala leche. En esta edición del podcast de lavaca, Soledad nos lleva a un paseíto por el infierno de cómo se produce, la cuestión de la comida de verdad, y la gran pregunta: ¿quiénes son los que realmente nos alimentan?
El podcast completo:
Con Sergio Ciancaglini y la edición de Mariano Randazzo.

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