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El INADI, Microsoft y cía
Con el auspicio de la corporación Microsoft, el Instituto Nacional contra la Discriminación (INADI) convoca para este jueves a una jornada promoviendo la «inclusión digital». Parece un chiste de la revista Barcelona, pero no: las jornadas son un ejemplo más de las presiones que esa corporación ejerce sobre el Estado argentino para imponer sus prácticas monopólicas, que «incluyen» la imposición de programas cuyos costos son privativos para la mayor parte de la comunidad. Así lo expresa un comunicado de Hipatia -organización global en defensa del libre conocimiento de la que lavaca forma parte- donde se denuncia la política de criminalización que esta corporación está llevando a cabo contra organizaciones sociales, vendedores ambulantes y pymes. Además, se solicita que el Inadi acompañe las denuncias «de discriminación tecnológica», ya que los usuarios de software libre «no pueden comunicarse o interoperar con las prestadas con estos productos comerciales. Ejemplos concretos: los usuarios de sistemas de software libre, como Gnu/Linux, no pueden procesar los impuestos ante el AFIP; usuarios de Firefox no pueden entrar a numerosos sitios, y personas que no tienen licencias de Office no pueden redactar documentos .doc y Excel que se solicitan en numerosos trámites».

Jorge Vega Iracelay, Director de Asuntos Jurídicos y Corporativos Región Cono Sur de Microsoft se sentará junto a la presidenta del INADI María José Lubertino en la mesa de apertura de las Jornadas.
El comunicado expresa:
«Hipatia, comunidad global en defensa del libre conocimiento, quiere expresar su profundo rechazo a las Jornadas organizadas por el INADI auspiciadas por la corporación Microsoft bajo el engañoso título «Programa de Inclusión Digital: Internet para todos y todas«. Consideramos estas jornadas un hecho inédito, por calificarlo de alguna manera, ya que el organismo que brega contra la discriminación comete un acto discriminatorio, en tanto:
1) La inclusión digital solo puede ser garantizada por quienes no comercian con ella. El software libre no es tan solo una opción de mercado. Es la posibilidad creada por quienes -convencidos de que el conocimiento no es una mercancía- construyeron una herramienta que garantiza que la inclusión digital sea libre, abierta y democrática.
2) Desde diferentes ámbitos se ha trabajado mucho para defender a la comunidad argentina de las extorsiones de Microsoft. Estas extorsiones obligaron al Estado a pagarle fortunas en los peores momentos de la crisis económica. La política de persecución penal continúa hoy hacia organizaciones clave en la defensa de derechos, como el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) o la Central de Trabajadores Argentina (CTA), entre otras.
3) La única finalidad de Microsoft es obligar a la comunidad argentina a comprar sus licencias, cuyo costo promedio es de 100 dólares. Intenta criminalizar a quienes se resisten a esta exclusión, como prueba los numerosos litigios que promueve contra vendedores ambulantes y pymes, propiciando operativos represivos. ¿Quiénes serían los excluidos si Microsoft logra imponer su aspiración monopólica?
4) Consideramos que el INADI se preste, de esta manera, a la operación de marketing de una corporación es un claro ejemplo de hasta dónde llega la política de presión de Microsoft. El auspicio de estas jornadas forma parte de la estrategia de confusión que necesita crear para borrar del ideario social toda posible «competencia» en momentos en que países como Uruguay, Venezuela, Bolivia, Paraguay y Brasil han dado muestras concretas de cómo el Estado garantiza la inclusión digital al establecer políticas públicas que combaten el monopolio de Microsoft.
Por último, solicitamos al Inadi que acompañe las denuncias de discriminación ante el Estado nacional, provinciales y municipales y empresas de servicios públicos por exclusión y discriminación tecnológica causadas por el software de Microsoft y otras empresas. Esto se origina cuando las personas físicas y jurídicas que utilizan software que no es provisto por Microsoft no pueden comunicarse o interoperar con las prestadas con estos productos comerciales. Ejemplos concretos: los usuarios de sistemas de software libre, como Gnu/Linux, no pueden procesar los impuestos ante el AFIP; usuarios de Firefox no pueden entrar a numerosos sitios, y personas que no tienen licencias de Office no pueden redactar documentos .doc y excel que se solicitan en numerosos trámites».
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Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

Hoy se cumplen 23 años de los asesinatos de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki que estaban movilizándose en Puente Pueyrredón, en el municipio bonaerense de Avellaneda. No eran terroristas, sino militantes sociales y barriales que reclamaban una mejor calidad de vida para los barrios arrasados por la decadencia neoliberal que estalló en 2001 en Argentina.
Aquel gobierno, con Eduardo Duhalde en la presidencia y Felipe Solá en la gobernación de la provincia de Buenos Aires, operó a través de los medios planteando que esas muertes habían sido consecuencia de un enfrentamiento entre grupos de manifestantes (en aquel momento «piqueteros»), como suele intentar hacerlo hoy el gobierno en casos de represión de sectores sociales agredidos por las medidas económicas. Con el diario Clarín a la cabeza, los medios mintieron y distorsionaron la información. Tenía las imágenes de lo ocurrido, obtenidas por sus propios fotógrafos, pero el título de Clarín fue: “La crisis causó 2 nuevas muertes”, como si los crímenes hubieran sido responsabilidad de una entidad etérea e inasible: la crisis.

Darío Santillán.

Maximiliano Kosteki
Del mismo modo suelen mentir los medios hoy.
El trabajo de los fotorreporteros fue crucial en 2002 para desenmascarar esa mentira, como también ocurre por nuestros días. Por aquel crimen fueron condenados el comisario de la bonaerense Alfredo Franchiotti y el cabo Alejandro Acosta, quien hoy goza de libertad condicional.
Siguen faltando los responsables políticos.
Toda semejanza con personajes y situaciones actuales queda a cargo del público.
Compartimos el documental La crisis causó 2 nuevas muertes, de Patricio Escobar y Damián Finvarb, de Artó Cine, que puede verse como una película de suspenso (que lo es) y resulta el mejor trabajo periodístico sobre el caso, tanto por su calidad como por el cúmulo de historias y situaciones que desnudan las metodologías represivas y mediáticas frente a los reclamos sociales.
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83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

83 días.
Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.
83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.
83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.
83 días y seis intervenciones quirúrgicas.
83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo.
83 días hasta hoy.
Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro.
Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”.
Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).
Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca.
El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”.
La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».
La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería.
Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.
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