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Lady Di

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Diana Bellessi, poeta. Inmensa e intensa es su poesía tal cual lo refleja el inusual libro de 1.200 páginas que la compila. La charla, como su obra, recorre política, sexo y otras pasiones.

Lady DiEs raro: fui la peor de todas y ahora me están santificando”, dice entre risas Diana Bellessi, mientras su perra Talita Kumi (10 años, rulos blancos), protagonista de varios de sus poemas se deja mimar por las visitas. La canonización (prematura, si se tiene en cuenta que, felizmente, todavía le queda mucho por escribir) se viene produciendo desde la publicación en 2009 de Tener lo que se tiene. Poesía reunida, un volumen de 1.200 y pico de páginas, once libros en un libro gordo y hermoso, el libro de los libros de Diana, un libro donde se escuchan el canto de los pájaros, el ruido de las hojas, el gemido de l@s amantes, el bombo de los piqueteros. Le cuento que anoté algunas frases de sus poemas en una libretita, para que sirvan de ayudamemoria y de ayudapregunta. “Entonces vamos a hablar de poesía, ¡qué lindo! ¡Dale nomás!”, propone.
 
“Yo prefiero invocar a lo claro / que atempera el horror de otra forma ”, parece resumir el último tramo de tu obra.
Me siento más convocada por los poemas claros, por los sentimientos claros y por la bella claridad de lo viviente… Algo de esto me ha pasado siempre, pero se ha intensificado en los últimos años. A ver si hablamos de lo mismo… ¿qué es para vos lo “claro”?
Pienso en la celebración de la naturaleza y lo que nos ofrece, en la posibilidad de embellecernos la vida contemplando lo que nos rodea.
En todo lo “inútil”, lo diminuto, lo casi invisible para nosotros, pobres seres humanos ocupados con tanto ruido y con tanto tráfico.
 
Tomo la libretita. Leo frases de dos poemas que expresan una misma idea.
 
“Yo podría sin cansarme / ser cronista de estas cosas día a día / ovillarme en la repetición y estar atenta /a los detalles que no cesan de cambiar…” y “Escribir más y más de lo mismo es otorgar consistencia al jardín”. Me recuerdan la película Smoke, con guión de Paul Auster, donde Auggey, el dueño de la cigarrería, le saca una foto a la misma esquina todos los días a la misma hora, porque cada día es irrepetible y quiere registrarlo…
Es lo mismo. Incluso si te fijás bien, la pasión por la carretera que se extiende a lo largo del mundo, que la he tenido en mi vida y que hecho uso de ella, es igual que volver a mirar una misma cosa día a día. Yo tuve un período en mi vida durante el cual viajé muchísimo, como mochilera, y lo único que quería era la novedad. Pero, ¿cuál era la gran novedad? La ruta al mediodía con el sol… Eso, que es como lo mismo, en un lado o en otro. ¿Qué hay detrás? No lo sé ni me importa. Es lo mismo que vivir en un mismo lugar, en una misma casa, mirar por la misma ventana y verlo siempre con originalidad. Cuando estás quieto en un lugar y volvés al mismo sitio, hay un ángulo aumentativo sobre lo que ya viste ayer, pero que hoy es diferente, porque lo ves a una hora diferente. Entonces el ñato que está sentado frente a una galería mirando siempre el mismo banano tiene una experiencia muy similar al mochilero. Me parece que es más rica la experiencia del que mira día a día lo mismo, pero yo no sé cómo será vivir sólo una o sólo la otra, porque aún repito períodos de ambas. Me parece que se complementan bien: me gustaría conocer nuevos lugares, pero si me preguntás dónde paso todo mi tiempo libre, todas mis vacaciones, es en el Delta, es un paisaje omnipresente en mi vida. Parece lo mismo, pero no es lo mismo, porque cambia constantemente. Yo leía en mu un artículo que habla de la inmovilidad que provoca el miedo, de cómo el miedo te calcifica. Entonces una cosa es estar ahí amarrado al sillón para que no te pase nada, y no te vayas a morir, y otra cosa muy distinta es estar sentado en el delta, mirando, y viendo como el mundo se transforma incesantemente.
También hay palabras que se repiten varias veces en tu obra: arcadia, gallineta, torcaz, perro…
Es un universo que se mueve y gira en repetición, y sin embargo no son parecidos los poemas de un libro a los de otro. Es como un jardín: en un primer vistazo ves las flores, y después mirás cómo eso se va haciendo con el paso del tiempo. Ningun invierno es igual, ningún verano es igual, y además está el otoño…
En un poema, Tratativas de la mirada, el plumaje naranja de las gallinetas y el verde del follaje conviven con las banderas rojas y “los jóvenes color canela con sus gorros y sus palos y pañuelos palestinos” del movimiento piquetero…
Claro: el lugar de los únicos parientes y el lugar del vacío, el descanso, son como dos cosas invertidas del mismo corazón y en esos años de tanto piquete y tanta movilización en las calles, no era cuestión de decir elegís este o elegís este otro. Ambos parecían ser la vida. Y digo “los parientes”, porque uno elige quiénes son sus parientes, unos eligen que sus parientes vivan en la zona norte y otros eligen que vivan en el sur, digamos… La elección reposa en una marca de clase difícil de borrar, personal de cada sujeto. De todas maneras, uno puede venir de donde venga, pero elige cómo vivir la vida.
… y vos, además, elegís cómo escribirla. En el libro Buena travesía, buena ventura pequeña Uli no te proponés tanto “evocar a lo claro”.
Lo que hay en Uli es una revuelta contra el lenguaje como comunicación. Las cosas que se cuentan en ese libro no son tan oscuras. La oscuridad está en el lenguaje, al que hay que romper para encontrar la voz propia en realidad.
Es de esas escrituras limítrofes, ¿no? Prosa poética, poesía narrativa.
En mi caso, siempre se supo que era poesía, no lo dudé nunca. Ahora, si me preguntás por qué Uli está escrito de manera horizontal, es una chifladura. Me parece que a ese tono de aguafuerte que tiene el libro le calzó mejor esa escritura horizontal que parece prosa.
Ahora, puede haber poesía sin prosa, pero no puede haber prosa sin poesía, excepto que hablemos del manual del lavarropas o algo así…
Estás diciendo que lo que vuelve viviente al lenguaje es eso que llamamos poesía…
Exacto.
Pero eso es una manera de decirlo. Yo no me atrevería a decir que la prosa de alguien es buena porque es poética, por ejemplo, yo creo en la visión de los géneros. En todo caso, la poética del prosista no es el verso. Es la manera en que planta el significante adentro del uno o el otro, sea que escribas en prosa o que escribas en verso. Esa cosa viviente que tiene la lengua cuando deja de ser comunicacional, para ser comunional. Va directo al cuerpo del otro. Sin eso no hay creación. Me parece que Uli no pasó por esa duda entre poesía y prosa, pasó por una especie de revolución interna con respecto a la lengua, yo lo leo y me mato de risa y de cariño, aunque a veces me pregunto por qué tenía que hacer tanto aspamento (risas), es como desmedido el gesto, como adolescente.
Por otro lado, en libros más recientes tenés poemas bien sencillos, como de celebración de la ia vida cotidiana, en la verdulería, hablando con la señora que te vende las papas…
Claro, a veces en el barrio te dicen “Te vi en el diario”, yo debo haber salido en el diario 150 mil veces, pero aún así cuando te dicen eso, les decís “Mmmm see”, y te vas con la cabecita baja… Es que somos todos personas comunes y silvestres, que además hacemos la tarea de escribir.
Volvamos a Uli: en ese libro aparecen el sexo como instrumento de opresión (“A la familia le arrancaron el clítoris con tenazas”) , pero también como la posibilidad del placer (“Ganar un espacio en tu nuca”): algo horrible o algo hermoso, según te toque en suerte.
Yo creo que las emociones que culminan y que empiezan en la sexualidad son de un calibre tremendo: por un lado dan belleza y confianza y resurgimiento de las mejores energías de la persona, y por otro lado son una pesadilla atroz para el sujeto. Conozco más las de la mujer porque soy mujer. En Uli estoy ocupada en estos asuntos: cuando escribo ese librito es porque me topo por primera vez con las feministas norteamericanas y con las primeras lecturas de ese feminismo salvaje de fines de los 60, y con las primeras movilizaciones de las lesbianas…
¿A quiénes leíste?
Bueno, Evelyn Read, por ejemplo, tenía una perspectiva trotskista de la opresión de la mujer a lo largo de la historia, otorgaba una nueva metáfora de la cual asirse. Todo el tiempo se inventan metáforas, porque la verdad no parece existir. La unica verdad es ser generoso y ser cariñoso… Las teóricas feministas asaltan el psicoanálisis creado por los machos, sobre todo por el Papá Freud, y generan nuevas metáforas, que a lo mejor ahora las leo y me dan risa, pero en aquel momento eran revolucionarias, como en The First Sex, de Elizabeth Gould Davis, un libro loco y furioso. Como no soy socióloga, ni historiadora, ni psicoanalista, las cosas se amontonaban de una manera náufraga y hermosa. Esos libros eran un volcán que además de la cabeza te rompían la sintaxis.
Hablemos de la frase “La ceremonia es un espacio cruzado por su voz”…
La voz del otro como una cosa que nos retumba y también como sujeto de una suerte de experiencia mística pero con seres humanos, pajaritos, gusanitos, más que con un dios monoteísta, omnipotente y lejano. En Eroica yo ya tengo casi todos mis poderes. Hoy en día lo leo con mucho cariño. Y jamás podría ahora volver a escribir ese libro. En Uli, el verso se extiende horizontalmente como si fuera una prosa; en Eroica, el verso se astilla en la página en blanco y se mueve por todos lados. Son dos momentos de lucha con el lenguaje.
Eroica tuvo legiones de imitadoras…
Puede ser, siempre hay un libro que resuena más que los demás. Igual son las chicas, porque los muchachos no sabrían qué hacer con eso… Hay unas huestes de lectoras a las cuales les encantó, que eso fue muy bonito (risas). Y después vino El jardín, que logró adhesiones de otro tipo, más de consenso, más “Parece que Diana Bellessi escribe bien”, pero también hubo chicas aferradas al timón de Eroica que se enojaron un poco. Creo que nos pasa a todos como lectores, cuando amamos un libro, queremos que los escritores sigan escribiendo de esa manera..
El problema es que conviertan a tu libro en una especie de bandera…
Lo peor que le puede pasar a un libro de un escritor es que hagan eso. Menos mal que después todo se acomoda y se colocan en un lugar más tranquilo.
Y, digamos, como lectora de teóricas feministas radicales, ¿no te hizo un poco de ruido esa lucha por incorporarse a una institución tan históricamente repudiada por las feministas lesbianas como el matrimonio?
Es como si se acabara ese tremendo goce revulsivo que tiene el amor homosexual, en el sentido de que parte del goce deviene de su proscripción. Pero bueno, vos te casaste con tu mujer…
¿Estuviste escuchando el debate en el Senado?
Escuché con más atención mientras más horroroso y más atroz era lo que se decía. Y precisamente, otra de las cosas buenas, es que esa gente le puso voz a esas cosas horrorosas. Salieron en todos los diarios, la televisión, en la radio y en Internet. Y eso también es muy importante, porque parte de la proscripción incluía el silencio. Y así escuchamos a Chiche Duhalde decir que tenía un amigo homosexual, como otros decían antes que tenían un amigo negro o un judío. Muchos de nosotros hemos estado contra el matrimonio y siempre creímos que la familia concebida de esa manera era una porquería y que lo único que hacía era reproducir la esclavitud como posesión, de las mujeres y los niños… Ya lo dijo Marx, ya lo dijo Engels, pero esto tiene otro cariz: no pasa porque te puedas casar, aunque es completamente lícito que te quieras casar, que quieras tener niños, que quieras tener una ley de herencia como cualquier otra persona considerada normal, que quieras tener salud pública para tu pareja y todo lo que esto implica, y todo eso es importante, pero hay algo más importante: que se introduzca una figura legal que te iguale. El solo hecho de ser homosexual no te convirtió antes en una persona subversiva, así que tampoco tiene que hacerlo después. Yo lo lamento por la gente que decía bueno, teníamos un buen reservorio entre los homosexuales, como no se podían casar, no lo podían decir, no lo podían mostrar, no podían nada, eran como una célula maligna que estaba a punto de irrumpir por debajo de la superficie social. Creo que eso va a seguir sucediendo con los homosexuales y con todo tipo de persona inquieta o molesta. La carga no tienen por qué llevarla sólo los homosexuales: el que quiere ser igualito a los hétero, que lo sea.
Ésta es una época en la cual se autodefine como “de izquierda” gente que adhiere al gobierno de Kirchner, al igual que gente que adhiere a la dictadura del proletariado. En una época la pregunta “¿qué es ser de izquierda?” no le interesba a nadie , ahora resulta que involucra a millones de personas.
¡Qué bueno! Andá a saber qué sale de ahí: los caminos que teníamos antes quedaron trabados. Las utopías revolucionarias que teníamos en los 70 ya no las creemos, entonces hay que inventar otras. Si ésta es una vía para inventar otras… si yo durante todos estos meses me sentara a escuchar 6/7/8 como quien va a misa… lo digo con ironía, pero también con respeto. Qué vamos a inventar ahora que tenemos simpatías por un capitalismo con un Estado fuerte pero que tenga algún mínimo gesto protector de las mayorías, que antes nos daba asco. Por algo no nos da asco ahora: pasamos por el 2000. Vimos morir de hambre a mucha gente… La utopía soviética y la china perecieron, y también la cubana, tal como nosotros la quisimos, la imaginamos y peleamos por ella. Tiene que salir algo nuevo de todo esto: qué será ese algo nuevo, andá a saber, pero me parece que lo van a inventar los que no tienen nada, los que son muy de abajo, que en Argentina han sido siempre peronchos. Yo vengo de una anarco izquierda sostenida hasta mis 60 pirulos, caminando bajo las banderas del Partido Obrero en los últimos años, y ahora soy prokirchnerista. Todos los días me pregunto sobre esta paradoja: es más, cuando empecé a hacerlo me daba miedo y vergüenza. Y ahora sólo veo paradoja. ¿Es sólo que me he puesto muy vieja, o está pasando otra cosa? Y cuando veo a tantos chicos jóvenes que les está pasando lo mismo, digo, bueno, ¿estamos frente al final de algo o el principio de algo? Esto te lo preguntás como cuando escribís un verso, porque si lo pasás por un régimen formal lógico, se va todo a la mierda. Ahora, cuando no lo pasás por un régimen formal lógico, es precioso: cuando lo pasás como el bárbaro, como lo pasó el peronismo. Por eso el peronismo es lo que es, todo el horror y toda la belleza del bombo en el corazón. Un sentimiento, como dice Leonardo Favio. En este país son todos peronistas, excepto unos pocos tarados, que no lo son y que a veces están a favor o en contra de tal o cual cosa. Entonces, ¿qué coño es el peronismo? Es una trampa, sin duda, pero las trampas tienen como puertitas.

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