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Si el río suena, hay minera
Los vecinos denuncian que un proyecto de la dictadura es reflotado por los gobiernos nacional y de Chubut para abastecer de electricidad a las mineras.
Hugo Rodrigues ceba un mate que –sin ofender a otros materos del Cono Sur– podría figurar entre las maravillas del mundo. Estamos en una cabaña bella, que construyó con sus propias manos y con un aguilucho que nos mira por la ventana, rodeada de un jardín en pendiente, donde Hugo maneja un vivero llamado El Ñire, ubicado en Corcovado, pueblo cordillerano a 100 kilómetros de Esquel donde el geop hizo de las suyas en marzo (ver aparte). La aldea está cruzada por el propio río Corcovado, al que otras tradiciones llaman Carrenleufú, que desemboca en Chile con el nombre de Palena, y el valle es una fiesta de bosque nativo, río potente, suelo fértil, montañas nevadas… y mate, cuyo secreto revela Hugo: “El agua es de vertiente. La ves surgir, limpia y helada. La hice analizar y es perfecta, y la traigo con una manguera hasta casa”. En el mundo actual, tomar lo que podría llamarse “agua verdadera” es una especie de privilegio ajeno a las canillas urbanas y a las botellitas de supermercado cotizadas según la paridad dólar.
Pero todo peligra. En Corcovado, los pobladores empezaron a movilizarse y crearon Amigos y Vecinos de la cuenca del Carrenleufú, una de las tantas asambleas argentinas que en este caso se plantan frente a la construcción de La Elena, una represa ideada en tiempos de la dictadura militar, retomada por el menemismo y reflotada en esta era de minería a cielo abierto, por los gobiernos nacional y chubutense: la idea no dicha es que La Elena sea un engendro capaz de abastecer a las mineras de electricidad a costa de reventar el ambiente. Hugo: “Éste es un capitalismo que sólo ve el negocio sin importarle a qué va a echar mano. Te descoloca, más habiendo otras alternativas incluso en la lógica capitalista. Pero buscan los últimos rincones que van quedando para acapararlos, saquearlos, o usá el verbo que quieras. No importa la sociedad, ni el ambiente, ni la vida. Es la explotación por la explotación misma”. El aguilucho sale volando. Conviene conocer el resto de la historia aferrado al mate.
Nuevo paradigma
“La idea original, en época de la dictadura y después retomada durante el menemismo era hacer un total de 6 represas para embalsar 10.000 hectáreas por un costo de 800 millones de dólares” cuenta Rodrigues, que hace 22 años se mudó a Corcovado desde Ciudad Evita buscando un estilo de vida diferente. “Todo se manejó siempre en secreto. En 2003 se reflotó el plan, los vecinos nos organizamos, la cosa se desinfló, pero en 2006 un informe del Ministerio de Economía nacional replanteó la construcción de una gran represa de 40 metros de altura, 150 metros de largo, 1.700 hectáreas embalsadas, entubando al río a lo largo de 7 kilómetros para desviarlo a las salas de máquinas y generar energía por 100 megavatios, transmitidas en líneas de alta tensión”, relata Rodrigues.
Cada una de esas acciones implica un desastre, empezando por el hecho de que en el mundo ha cambiado el paradigma de la energía hidroeléctrica al comprobarse que es infinitamente más lo que destruye (de modo irreversible) que lo que genera. Ya en 2000 la Comisión Mundial de Represas reconocía que el conflicto social y el daño ecológico era tal que convenía buscar opciones alternativas. En 1992, en la Cumbre de la Tierra organizada en Río de Janeiro, los gobiernos adhirieron al nuevo concepto de desarrollo sustentable que considera determinante la conservación del ambiente y la equidad social (a esto le falta un incierto acto de magia posterior: que hagan lo que dicen). Por esos cambios de perspectiva de la ciencia (la seria, no el shopping) Ricardo Carrere, del Movimiento Mundial por los Bosques Tropicales (wrm) describió a las represas como dinosaurios en vías de extinción, sólo favorecidas por grandes multinacionales que aún tratan de vender maquinarias y tecnologías a países y gobiernos lo suficientemente ignorantes o corruptos como para comprarlos.
Idea de futuro
En tiempos de Videla decían que la energía de La Elena sería para la planta de aluminio de Aluar. Durante la gestión kirchnerista se planteó algo simpático: la represa sería energía “limpia” para las petroleras patagónicas (energía sucia). Hoy las cosas son más claras, el proyecto minero en el sur del continente está necesitando energía y agua, y los vecinos chilenos de Alto Palena, a 30 kilómetros de Corcovado, fueron los que dieron la señal de alarma, mientras el secretario de Infraestructura chubutense Alejandro Pagani reconocía que quieren reactivar La Elena “para vender la energía”. El proyecto Navidad –plata y plomo en la meseta chubutense desde el año próximo– siempre puede ser un cliente. En ambos lados de la frontera, con el aporte de las comunidades mapuche, las asambleas están coordinando cómo resistir. Hugo: “Nunca nadie vino a hablar con los vecinos, a decir qué quieren hacer”. Un proyecto como La Elena serviría, eso sí, para incrementar puestos de trabajo en la industria del prostíbulo, los casinos, la policía y la seguridad privada, las burocracias estatales, mientras el potencial productivo y turístico de la zona (mucho más amplio e infinitamente duradero) se ahoga bajo el embalse.
¿Hay opciones? Obvio. Los vecinos informan que incluso el gas es menos contaminante, y podría funcionar como transición energética hasta llegar a aprovechar una clave de futuro: la capacidad de 500.000 megavatios que tiene la Patagonia (contra 100 que producirían La Elena u otros similares) a partir del viento, la energía eólica. Claro que si eso se aplica a que las mineras destruyan la región y envenenen el agua, se vuelve al comienzo: el negocio y la explotación subordinando a la vida. Vecinos como los de Corcovado, Esquel, y tantos otros, ninguneados por las empresas mediáticas asociadas a estos negocios, son los únicos que parecen aportar a una idea que hoy suena revolucionaria, propuesta por Albert Camus hace demasiado tiempo: “Salvar lo que aún puede ser salvado para que el futuro sea simplemente posible”.
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Créase o no
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Ojos que nos ven
Chicos de la secundaria de la escuela de gestión social Creciendo Juntos, de Moreno y del colegio primario N° 58 de Villa Corina, Avellaneda, dieron forma a esta propuesta de pensar juntos el tema que despierta los fantasmas más autoritarios: la inseguridad, el delito y la criminalización de la pobreza. Éstas son sus propuestas.
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