CABA
La vida en asamblea
La Asamblea lleva casi 22 meses de corte de ruta y cuatro años de lucha contra las pasteras. Cuenta con el aval de los que van y de los que no. ¿Cómo influyó el conflicto del campo, con Alfredo De Angeli incluido? Los argumentos alrededor del corte y la estrambótica reunión con un editor de Clarín.
Un entrerriano de lentes plantea punto por punto una propuesta de código de conducta de los asambleístas. Otro pide la palabra y replica que no hay que aceptar un código que imponga qué es lo que hay que hacer y pregunta por qué se está discutiendo eso.
Un tercero le dice al segundo: “Si hubieras venido a la asamblea te hubieras enterado de que votamos a favor de que un grupo hiciera una propuesta así: si no te gusta, participá en esa comisión”, lo desafía, plantando bandera. Y agrega que el código es un proyecto para discutir entre todos.
Una señora toma el micrófono para decir que lo que va a funcionar siempre en la Asamblea es la mezcla de tolerancia y sentido común.
Y sigue el debate que se va matizando con risas, aplausos, enojos, reconciliaciones. El que llega puede no entender ese mecanismo veloz, a veces polémico, siempre fluido, que en cuatro años de funcionamiento ha permitido que la Asamblea Ciudadana Ambiental de Gualeguaychú se alce como un ejercicio asombroso de democracia horizontal, participativa, a veces peliaguda y siempre inspiradora. Cuando “no pasa nada”, en Gualeguaychú, se reúnen asambleas de no menos de 100 ó 200 personas, dos veces por semana. Y cuando pasa algo, el número de asambleístas se multiplica por diez en horas, apenas se lanza la convocatoria por mails, radios o mensajes de texto.
Se juntan a intercambiar, discutir, acordar e imaginar formas de difusión de ideas y de acciones contra la contaminación y contra el modelo económico, tema que la Asamblea permitió poner al descubierto a partir de su propio nacimiento y de la decisión de cortar la ruta 136 que lleva al cruce del puente Libertador General San Martín, como rechazo a la instalación de dos pasteras. La finlandesa Botnia ya está humeando, fabricando y arrojando lo suyo al río Uruguay. La española Ence decidió emprender la retirada río abajo, a Conchillas, como para que el dilema sea ahora para la gente de Colonia (mu número 8: Uruguaychú). Como lo denunció hace mucho la Asamblea, ésas son apenas el comienzo de un proyecto pastero en el Cono Sur. De las nueve fábricas que se iban a instalar, por ahora hay confirmación sobre esas dos, y dos más. En una ferretería de Gualeguaychú se puede charlar sobre el tema como en un congreso de temas internacionales, o mejor: “Al no brindarles licencia social, consentimiento ciudadano, varios de esos proyectos deciden irse o por lo menos esperar ya que no quieren tener la oposición de las comunidades” comentan entre Sergio y Néstor. “Y nosotros vamos a seguir rechazando a las pasteras. Siempre”.
¿Pero qué pasa con la gente que no va a la Asamblea? Aquí se genera otra curiosidad. Todos los gualeguaychenses con los que uno puede cruzarse delegan en la Asamblea la capacidad de decisión. La consideran representativa, mientras ignoran a los políticos (principalmente nacionales y provinciales; a nivel local, el intendente justicialista Juan José Bahillo se ha mostrado siempre de acuerdo con la Asamblea). Carlos, en un kiosco: “Está mal que yo no vaya, tendría que participar más, pero todo lo que hace la Asamblea es producto de la discusión. Los políticos no me dan confianza alguna. Lo que decide la Asamblea es lo que quiere Gualeguaychú”. Roxana y Cristina, en una joyería: “Vamos a las marchas, la Asamblea somos todos, aunque no estés participando en cada reunión, y todos la apoyamos”. Las opiniones son todas de ese tipo: no participan, porque le tienen total confianza. ¿Eso es bueno o malo? Gustavo Rivollier, un histórico asambleísta: “No es bueno, porque nos tira una mochila pesada. Lo lindo de la Asamblea es la diversidad, la cantidad de debates, propuestas inteligentes e ingeniosas que se tiran cuantos más somos”.
Esa legitimidad práctica de la Asamblea pone tensos a muchos políticos y gobernantes. La teoría constitucional según la cual “el pueblo no gobierna ni delibera sino a través de sus representantes” (que serían los políticos) en la Asamblea sería tomada como un chiste de teatro de revistas. La situación de rebeldía y autodeterminación ciudadana de la ciudad también molesta a ciertos medios que, más que periodismo, defienden negocios e intereses, como en alguno de ellos se lo informaron a los propios asambleístas.
Este 2008 viene siendo un año raro para la Asamblea, al menos por dos razones:
1) El corte se hizo con la idea de impedir la construcción de Botnia, pero la pastera funciona (y contamina) desde noviembre de 2007. El dilema: ¿qué conviene hacer?
2) Parte de los integrantes de la Asamblea fueron también protagonistas del conflicto de los ruralistas con el gobierno por las retenciones. El caso emblemático es el dirigente de la Federación Agraria Alfredo De Angeli. ¿Ése es un dato a favor o en contra de la lucha planteada por la Asamblea? ¿Cómo cuestionar a Botnia, la contaminación y el monocultivo, sin cuestionar también el desmadre sojero que implica males similares? Y además, ¿cómo despegar la lucha de Gualeguaychú de la de los ruralistas, con De Angeli convertido en semejante imán de movileros? José Pepo Pouler, pizzero y asambleísta, cuenta que han acordado con el propio De Angeli que suspenda, al menos temporariamente, su participación.
Las rutas del corte
La enumeración que aparece en la vidriera es fascinante:
Imprenta
Santería
Sellos de goma
No a la papelera
Es uno de los múltiples negocios gualeguaychenses a los cuales se puede ingresar para detectar la temperatura social frente al corte. En general, uno encuentra dos posturas: seguir con el corte de ruta tal como está o, como opina Silvia en la imprenta-santería, “buscar formas más duras, porque yo sería más mala todavía”. Las repisas parecen una asamblea de muñecos de Vírgenes (la de San Nicolás, la de Luján) y santos (Cayetano y Expedito andan entre los más requeridos, el trabajo y la solución veloz de los problemas). Las impresiones se hacen al fondo. Silvia: “Estas fábricas fueron desplazadas del primer mundo, y eso es porque allá no les dejan ningún beneficio. Mandan la contaminación para acá. Es como cuando los conquistadores nos vendían espejitos de colores a cambio de oro. Lamentablemente el pueblo uruguayo le creyó al gobierno. Hasta le regalaron un puerto a esa empresa. Muy bien: aquí nadie va a permitir que las generaciones futuras se vean afectadas, así que habrá que seguir adelante. Sobre el corte, se podría abrir, volver a cerrar, hacerlo sorpresivo, más efectivo, pero la Asamblea es la que lo irá decidiendo. En este país sólo te escuchan cuando te plantás”. Gualeguaychú parece andar rumiando estas cuestiones.
Jorge Fritzler tiene reparto y local de venta de fiambres: “Yo estoy a favor de que el corte se mantenga, y a la vez se pueden seguir pensando acciones superadoras. Es con argumentos que hay que demostrar por qué hacemos lo que hacemos. Si me preguntás hoy, yo creo que hay que mantenerlo porque es un estandarte de la asamblea, nuestra acción permanente. Podría malinterpretarse, si lo levantamos, como una debilidad. Hay argumentos para modificarlo, pero que quede claro que no hablo de levantarlo, sino de hacer algo que sea todavía más efectivo”.
Gustavo Rivollier es técnico en computación: “Una cosa es la lucha, y otra el corte. La lucha contra Botnia nadie la cuestiona. Con el corte, yo tengo dentro mío diez razones para mantenerlo y diez razones para cambiarlo. Pero soy sólo uno de la Asamblea. Te diría que periódicamente hay que discutirlo de nuevo para renovar los argumentos que te sostienen, porque si no te quedás sin ideas. El corte fue pensando que Botnia parase la construcción y se fuese. Ahora ése resulta un fundamento muy chiquito. El corte se tiene justificar en otra cosa”. ¿Por ejemplo? “Es un símbolo de lucha y de resistencia. Y eso hay que mantenerlo”. ¿Cuál sería un argumento en contra? “Que te aleja del pueblo uruguayo. Es difícil conversar con alguien agarrándolo del cogote. Y lo nuestro no es contra los uruguayos. Es contra Botnia, que a veces es la que la saca más barata”.
Agrega Pouler: “La Asamblea no es sólo ambiental, es ciudadana, y permitió que cualquiera que se sienta ciudadano comparta esta lucha. Demostramos que horizontalmente las personas pueden opinar y mocionar sus ideas. El objetivo del corte es seguir demostrando que nunca le dimos el consentimiento social, ni se lo vamos a dar. Vamos a denunciar lo que estas empresas nos quieren imponer, que es un capitalismo salvaje con contaminación, desempleo, pocos ricos y muchos pobres. El dinero por el dinero. Eso es lo que estamos viviendo. Y no estamos de acuerdo”.
Otro de los asambleístas ya había planteado lo siguiente: “El sistema productivo va a desaparecer de la zona. El valor inmobiliario se derrumbó. Por un campo de 2.500 dólares ya no te dan ni 1.500. y como es zona contaminada, no te compran más carne, cereales, miel ni nada. Ojalá me equivoque pero si esto sigue, ¿sabés qué va a haber aquí dentro de diez años? Eucaliptos, sólo eucaliptos. El desierto verde. Eso significa millones de hectáreas de un árbol depredador, trabajo para casi nadie, y concentración de tierras”. Aquél fue el ajustado diagnóstico de Alfredo De Angeli para el número 1 de mu.
Conciencia Botnia
De Angeli no pudo ser detectado esta última vez, ya que se ha convertido en una especie de celebridad viajero-mediático-ruralista, que cosecha una especie de simpatía divertida de todos los que ahora lo ven más por televisión que por la calle. La simpatía no le ahorra miradas cautelosas en la Asamblea.
Pouler: “Él es dueño y señor de hacer lo que quiera, pero nos consultó qué hacer. Y conversando entre varios, pareció conveniente que no participara por ejemplo en la última caravana de autos que hubo al puente”.
¿Cómo combinan la soja y la lucha contra las pasteras?
Alfredo está en una causa ambiental, pero comprometido con otras cosas. Si al productor chico le dicen que tiene que hacer soja o trigo, y no lo hace, se queda sin trabajo. El problema es que no hay controles y tengo muchas dudas de que el gobierno quiera ir sinceramente contra los monocultivos. Yo estoy en contra de los monocultivos y hasta donde hemos conversado, también él.
Rivollier: “Para mi lo del campo, de alguna forma nos dejó pegados. Lo he discutido en la Asamblea, a mi en ese conflicto no me conforma ninguna de las dos partes. El campo sólo habla de su rentabilidad. El gobierno es el que impulsó el monocultivo sojero y lo que quería era quedarse con una tajada mayor. A nadie le importa el modelo ni el ambiente. Han mentido diciendo que la soja era la solución del hambre, y nunca informaron que es una proteína de baja calidad, para animales, que en el Garraham (hospital de niños) te decían que no le dieras a los chicos. El gobierno le pelea a los ruralistas diciendo que hay desmonte masivo. ¿Y quién impulsó eso, desde hace años? Y del otro lado, ustedes lo contaron con el mocase ¿Quién les quema los ranchos a los indígenas y los campesinos?”.
Rivollier teme un riesgo: “Que parezca que tenemos un doble estandard. Estamos contra la contaminación de Botnia y el monocultivo de eucalipto, pero aprobamos el de soja y el glifosato”. En el corte, Miguel Pérez definió a De Angeli como “un luchador”. Gustavo plantea: “Una cosa no quita la otra. Es un luchador con el tema Botnia, pero en esto defiende su interés personal y el de su gremio. Se transformó en otra cosa. Hay asambleístas que dicen ‘aprovechemos el buen momento de Alfredo’. Yo digo que no, para mí es abrir una debilidad en la Asamblea”.
Fritzler: “Es un debate bien complejo. Yo no tengo por qué defender la soja. Si hay que sembrar menos, que siembren menos. De todos modos lo central es Botnia. Y después hablemos de la soja, los basureros y todo lo demás”. Jorge, paradójicamente, cree que hay algo que agradecerle a la pastera: “Lo único bueno que ha traído es que tomáramos conciencia”.
¿Quién es estúpido?
Fritzler tiene 42 años, tres hijos, y en los últimos dos años y medio la participación en la Asamblea le dio vuelta la vida. “Algunos dicen que nos pagan, pero es al revés. Uno tiene que sacarle tiempo y fuerza al trabajo, a la familia, al descanso, para dedicarse. Y encontrar un equilibrio. No puede ser que no veas crecer a tus hijos. Dejé de atender la distribución de fiambre porque antes iba a un cliente, estaba cinco minutos y seguía viaje. Pero ahora me pongo a charlar, me preguntan, llegan otros, y al ratito se arma una mini asamblea. Tuve que dejar de hacerlo”. Asegura que la experiencia le abrió ideas y le rompió los moldes: “Te cambia la forma de percibir la vida. Me levantaba y leía Clarín o La Nación, y lo que decía un periodista era palabra santa: yo era un estúpido que me creía que lo que estaba escrito ahí era la verdad. Cuando empecé a ver cómo a mí mismo me distorsionaban lo que decía, me sacaban de contexto, ponían cosas que yo no había dicho, y en qué medida la realidad era totalmente distinta a lo que mostraban, ahí me di cuenta. Yo tengo que pensar que Botnia desparramó mucha plata. No digo que sean todos, pero hay varios periodistas que dejan de lado la verdad, cuando hay un peso de por medio”.
Pouler: “Yo no hablo más con ellos, porque ya dos periodistas de Clarín me contaron que mandan las notas y los editores les cambian todo, o ponen un título para tergiversar lo que escribieron. Botnia es inmaculada, y la Asamblea es lo peor. Botnia dijo en un momento que iba a invertir en esos grandes diarios. Avisos no aparecen, así que la inversión debe haber sido de otro tipo. La Asamblea impulsó la batalla de ideas, que consistió en ir a visitar a representantes de todas las religiones (judíos, protestantes, musulmanes y católicos), a embajadas y a los diarios Clarín y La Nación. A los que fueron a Clarín les dijeron que había posición tomada del diario contra nosotros. Así que ya uno se puede imaginar qué publican”.
En esa reunión participó Osvaldo Fernández, abogado y ex diputado provincial por el radicalismo e integrante de la Asamblea: “Estuvimos con Ricardo Roa. Planteó que Botnia no contamina. Le dimos todos los informes y elementos químicos, legales, sociales y ambientales para que viera que está equivocado. Pero insistió, y planteó que es posición tomada del diario frente a nosotros. Dijo que la mayoría de los periodistas del diario simpatizan con nuestra causa, pero que la empresa Clarín hace negocios. Le cuestionamos que habían publicado títulos desproporcionados y mal informados con temas como lo del supuesto paso de hinchadas de fútbol, y contestó: ‘vendemos diarios’. También dijo que la embajadora de Finlandia fue al diario a hacer lobby. O sea que nos encontramos con alguien totalmente parcial pro Botnia”. ¿Cuál fue el tono con el que les habló? Fernández es sintético: “Cinismo”.
En la Asamblea que presenció mu se discutió el código de derechos y obligaciones de los asambleístas. “La Asamblea no representa a nadie en particular. Acciona por el bien de todos los vecinos de Gualeguaychú y zona de influencia de la pastera Botnia” empiezan proponiendo. El punto 3 plantea: “Esta Asamblea define como base de desarrollo las propuestas, el debate, el respeto mutuo y la libertad de expresión”. Valores irritantes para el cinismo. El código aún debe ser votado.
En la Asamblea, además, se habló mucho, se discutieron documentos, posibilidades y dudas: {esa es su fuerza. Algo se está cocinando siempre allí, en cada palabra. Uno de los asambleístas en un momento dijo: “Acá no hacemos política, acá peleamos por la vida”. La curiosidad es que esa expresión tan cotidiana –pelear por la vida– está provocando todo esto, porque en un mundo como el de hoy, ésa es tal vez la idea más política que alguien pueda imaginar.
CABA
Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.
Por María del Carmen Varela
Fotos Lina Etchesuri para lavaca
Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.
Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.
Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.
Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.
El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.
Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.
Continuará.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
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La vida de dos mujeres en la Isla de la Paternal, entre la memoria y la lucha: una obra imperdible

Una obra única que recorre el barrio de Paternal a través de postas de memoria, de lucha y en actual riesgo: del Albergue Warnes que soñó Eva Perón, quedó inconcluso y luego se utilizó como centro clandestino de detención; al Siluetazo de los 80´, los restoranes notables, los murales de Maradona y el orfanato Garrigós, del cual las protagonistas son parte. Vanesa Weinberg y Laura Nevole nos llevan de la mano por un mapa que nos hace ver el territorio cotidiano en perspectiva y con arte. Una obra que integra la programación de Paraíso Club.
María del Carmen Varela
Las vías del tren San Martín, la avenida Warnes y las bodegas, el Instituto Garrigós y el cementerio de La Chacarita delimitan una pequeña geografía urbana conocida como La Isla de la Paternal. En este lugar de casas bajas, fábricas activas, otras cerradas o devenidas en sitios culturales sucede un hecho teatral que integra a Casa Gómez —espacio dedicado al arte—con las calles del barrio en una pintoresca caminata: Atlas de un mundo imaginado, obra integrante de la programación de Paraíso Club, que ofrece un estreno cada mes.
Sus protagonistas son Ana y Emilia (Vanesa Weinberg y Laura Nevole) y sus versiones con menos edad son interpretadas por Camila Blander y Valentina Werenkraut. Las hermanas crecieron en este rincón de la ciudad; Ana permaneció allí y Emilia salió al mundo con entusiasmo por conocer otras islas más lejanas. Cuenta el programa de mano que ambas “siempre se sintieron atraídas por esos puntos desperdigados por los mapas, que no se sabe si son manchas o islas”.


La historia
A fines de los ´90, Emilia partió de esta isla sin agua alrededor para conocer otras islas: algunas paradisíacas y calurosas, otras frías y remotas. En su intercambio epistolar, iremos conociendo las aventuras de Emilia en tierras no tan firmes…
Ana responde con las anécdotas de su cotidiano y el relato involucra mucho más que la narrativa puramente barrial. Se entrecruzan la propia historia, la del barrio, la del país. En la esquina de Baunes y Paz Soldán se encuentra su “barco”, anclado en plena isla, la casa familiar donde se criaron, en la que cada hermana tomó su decisión. Una, la de quedarse, otra la de marcharse: “Quien vive en una isla desea irse y también tiene miedo de salir”.
A dos cuadras de la casa, vemos el predio donde estaba el Albergue Warnes, un edificio de diez pisos que nunca terminó de construirse, para el que Eva Perón había soñado un destino de hospítal de niñxs y cuya enorme estructura inconclusa fue hogar de cientos de familias durante décadas, hasta su demolición en marzo de 1991. Quien escribe, creció en La Isla de La Paternal y vio caer la mole de cemento durante la implosión para la que se utilizó media tonelada de explosivos. Una enorme nube de polvo hizo que el aire se volviera irrespirable por un tiempo considerable para las miles de personas que contemplábamos el monumental estallido.
Emilia recuerda que el Warnes había sido utilizado como lugar de detención y tortura y menciona el Siluetazo, la acción artística iniciada en septiembre de 1983, poco tiempo antes de que finalizara la dictadura y Raúl Alfonsín asumiera la presidencia, que consistía en pintar siluetas de tamaño natural para visibilizar los cuerpos ausentes. El Albergue Warnes formó parte de esa intervención artística exhibida en su fachada. La caminata se detiene en la placita que parece una mini-isla de tamaño irregular, sobre la avenida Warnes frente a las bodegas. La placita a la que mi madre me llevaba casi a diario durante mi infancia, sin sospechar del horror que sucedía a pocos metros.
El siguiente lugar donde recala el grupo de caminantes en una tarde de sábado soleado es el Instituto Crescencia Boado de Garrigós, en Paz Soldán al 5200, que alojaba a niñas huérfanas o con situaciones familiares problemáticas. Las hermanas Ana y Emilia recuerdan a una interna de la que se habían hecho amigas a través de las rejas. “El Garrigós”, como se lo llama en el barrio, fue mucho más que un asilo para niñas. Para muchas, fue su refugio, su hogar. En una nota periodística del portal ANRed —impresa y exhibida en Casa Gómez en el marco de esta obra— las hermanas Sosa, Mónica y Aída, cuentan el rol que el “Garri” tuvo en sus vidas. Vivían con su madre y hermanos en situación de calle hasta que alguien les pasó la información del Consejo de Minoridad y de allí fueron trasladas hasta La Paternal. Aída: “Pasar de la calle a un lugar limpio, abrigado, con comida todos los días era impensable. Por un lado, el dolor de haber sido separadas de nuestra madre, pero al mismo tiempo la felicidad de estar en un lugar donde nos sentimos protegidas desde el primer momento”. Mónica afirma: “Somos hijas del Estado” .
De ser un instituto de minoridad, el Garrigós pasó a ser un espacio de promoción de derechos para las infancias dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia de Argentina (SENAF), pero en marzo de este año comenzó su desmantelamiento. Hubo trabajadorxs despedidxs y se sospecha que, dado el resurgimiento inmobiliario del barrio, el predio podría ser vendido al mejor postor.
El grupo continúa la caminata por un espacio libre de edificios. Pasa por la Asociación Vecinal Círculo La Paternal, donde Ana toma clases de salsa.
En la esquina de Bielsa (ex Morlote) y Paz Soldán está la farmacia donde trabajaba Ana. Las persianas bajas y los estantes despojados dan cuenta de que ahí ya no se venden remedios ni se toma la presión. Ana cuenta que post 2001 el local dejó de abrir, ya que la crisis económica provocó que varios locales de la zona se vieran obligados a cerrar sus puertas.
La Paternal, en especial La Isla, se convirtió en refugio de artistas, con una movida cultural y gastronómica creciente. Dejó de ser una zona barrial gris, barata y mal iluminada y desde hace unos años cotiza en alza en el mercado de compra-venta de inmuebles. Hay más color en el barrio, las paredes lucen murales con el rostro de Diego, siempre vistiendo la camiseta roja del Club Argentinos Juniors . Hay locales que mutaron, una pequeña fábrica ahora es cervecería, la carnicería se transformó en el restaurante de pastas Tita la Vedette, y la que era la casa que alquilaba la familia de mi compañera de escuela primaria Nancy allá por los ´80, ahora es la renovada y coqueta Casa Gómez, desde donde parte la caminata y a donde volveremos después de escuchar los relatos de Ana y Emilia.
Allí veremos cuatro edificios dibujados en tinta celeste, enmarcados y colgados sobre la pared. El Garrigós, la farmacia, el albergue Warnes y el MN Santa Inés, una antigua panadería que cerró al morir su dueño y que una década más tarde fuera alquilada y reacondicionada por la cheff Jazmín Marturet. El ahora restaurante fue reciente ganador de una estrella Michelín y agota las reservas cada fin de semana.
Lxs caminantes volvemos al lugar del que partimos y las hermanas Ana y Emilia nos dicen adiós.
Y así, quienes durante una hora caminamos juntxs, nos dispersamos, abadonamos La Isla y partimos hacia otras tierras, otros puntos geográficos donde también, como Ana y Emilia, tengamos la posibilidad de reconstruir nuestros propios mapas de vida.
Atlas de un mundo imaginado
Sábados 9 y 16 de agosto, domingos 10 y 17 de agosto. Domingo 14 de septiembre y sábado 20 de septiembre
Casa Gómez, Yeruá 4962, CABA.
Actualidad
Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Se concretó este martes la marcha de personas con discapacidad y familiares, frente a quienes el gobierno hizo más de lo mismo: envió Policía y Gendarmería a amedrentarlos y amenazarlos, pese a que no estaban siquiera rompiendo el protocolo. Los gendarmes y policías tuvieron así la notable actitud de empujar y agredir a manifestantes con discapacidad que estaban reclamando pacíficamente por la motosierra aplicada a sus tratamientos, lo cual rompe toda frontera de la palabra «vulnerable».
Compartimos aquí la crónica realizada por el diario autogestivo Tiempo Argentino al respecto, reflejo de lo que está ocurriendo en el país.
Por Tiempo Argentino
Fotos: Antonio Becerra.
En protesta por el veto presidencial a la Ley de Emergencia, organizaciones de personas con discapacidad concentraron frente al Congreso, rodeado por policías y gendarmes. El reclamo se multiplicó en distintos puntos del país.
“Vallaron todo, nos rodearon de una manera exagerada. No es una movilización agresiva, nunca lo fue. No era necesaria tanta policía, tanta militarización”, criticaba Fernanda Abalde mientras emprendía la retirada de la masiva concentración frente al Congreso contra el veto de Javier Milei a la Ley de Emergencia en Discapacidad. Coordinadora de un centro de profesionales en neurodesarrollo y hermana de una persona con discapacidad a quien le recortaron las pensiones, sufre en carne propia el ajuste y el maltrato sobre el sector, que afecta tanto a prestadores como familias.
“Hay mucho maltrato del sistema a las familias, no es un sistema accesible. No solo en lo económico, es agresivo. Este año fue terrible. Hasta junio no estaban autorizados tratamientos presentados en noviembre del año pasado, por ejemplo. Siempre hubo un golpe a la discapacidad, pero este año fue muy atípico, recortaron muchos tratamientos, demoraron las autorizaciones, se planchó el nomenclador”, enumeró Abalde, coordinadora de Pulsar NeuroSocial y miembro del colectivo de Prestadores en Unidad CABA y GBA. “Es un sector con mucha demanda y se lo está desmantelando. Hay muchas familias que no pueden costear sus tratamientos”, lamentó en diálogo con Tiempo.

Represión como respuesta
La protesta había comenzado 11.30. Pasado el mediodía la concentración ya era masiva y comenzó el operativo represivo, con un número desproporcionado de efectivos de Policía Federal y Gendarmería que empujaban incluso a grupos de manifestantes entre los que había personas en silla de ruedas que gritaban contra el veto y solo portaban carteles por los derechos de las personas con discapacidad.

La Ley de Emergencia en Discapacidad busca revertir un panorama que por estos días es desolador. Según un informe reciente de la Red por los Derechos de las Personas con Discapacidad (REDI), la pensión por invalidez laboral está congelada en $217.000 y una maestra de integración en la escuela común cobra solo $3.000 la hora, con una demora de 180 días. Todo esto, mientras se recortaron pensiones por discapacidad y la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS) proyecta recortar otros cientos de miles. Se trata de pensiones de 270 mil pesos, más un bono que lleva el total a poco más de 300 mil.
“Uno va pidiendo ayuda en la familia, se hace lo que se puede. Pero esperemos que este hombre recapacite”, pidió ante las cámaras Olga, una jubilada que marchó ante el Congreso, dirigiéndose a Milei. “Hay remedios que tuve que suspender. Hay muchas cosas que tienen que cambiar en la casa para poder subsistir. Para poder seguir adelante por mi hija”, dijo a C5N.

Un reclamo federal
La masiva protesta frente al Congreso se replicó también en distintos puntos del país. “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”, había anunciado la Asamblea De Trabajadores de Inclusión (ATI) al convocar para este martes a una Jornada Federal por la Ley de Emergencia en Discapacidad.
Córdoba fue escenario de las protestas más concurridas. Desde la Plaza San Martín de Córdoba Capital, Virginia Els –presidenta de la Cámara de Prestadores de Discapacidad de Córdoba (Capredis)- destacó el gran número de familias que se sumó a reclamar, junto a prestadores, transportistas y profesionales. “El veto incrementó el reclamo. Ahora estamos intentando alzar la voz para que los diputados escuchen el reclamo y vuelvan a votar la ley con los dos tercios necesarios para que se sostenga. Fue algo multitudinario, con mucha más participación de familias que antes”, resaltó.

Los motivos de protesta son varios, pero todos tienen que ver con frenar el maltrato y el ajuste sobre el sector, ante una política cruel que afecta a todos los actores del circuito. “Reclamamos que se actualicen los aranceles, que se contemplen otros criterios para las auditorías. El tema de las prestaciones está en una etapa crítica: las instituciones están cerrando”, advirtió.
El embate contra el sector es tal que está generando un nivel de unidad inédito: “En Córdoba, prestadores, instituciones, profesionales independientes, familias, personas con discapacidad, estamos todos muy unidos. Estamos todos trabajando a la par. Es algo que nunca había sucedido. Nos unió el espanto”, resumió Els.
Franco Muscio, terapista ocupacional al frente de un centro de día en la zona de Sierras Chicas, se acercó a la capital provincial para participar de la protesta. “El servicio es cada vez más precario, una situación alarmante y angustiante y un Estado nacional que no da respuesta. Este año es imposible sostener las prestaciones. Cada vez hay más recortes. No sé cómo vamos a seguir. Las familias son las más perjudicadas”, sentenció ante las cámaras. “Sin espacios como los nuestros, se pierde calidad de vida. Hace diez años que estoy en esto. Nunca había pasado algo así”.

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