CABA
La mala educación
Abraham Gak. Su gestión al frente del colegio Carlos Pellegrini es tan inolvidable como su salida, resistida durante 29 días por padres y alumnos. Desde esa experiencia concreta, reflexiona sobre el significado de educar adolescentes hoy. Y se pregunta, como ellos, para qué sirve la secundaria, cómo se construye la autoridad y cuáles son los pasos necesarios para reinventarlas. Él tiene ya algunas respuestas pero, como siempre, pensadas para hacer pensar. Con ustedes, Gak, el profesor que provoca a la reflexión.Mientras deambula por los pasillos de la Facultad de Ciencias Económicas, el profesor honorario Abraham Gak lleva su mano al costado de la boca para enunciar un secreto: “Acá se forman 50.000 yuppies”, susurra y se ríe socarronamente. El hombre camina hacia el primer piso del edificio, donde se encuentra su pequeña y modesta oficina que contrasta con un pomposo nombre: “Área de Proyectos Estratégicos”. En ella trabaja como director del Plan Fénix, un programa económico elaborado por prestigiosos profesionales que desean un desarrollo más equitativo de Argentina. Gak se acovacha en ese lugar desde que tuvo que dejar su cargo de rector de la Escuela Superior de Comercio Carlos Pellegrini a principios de este año, tras protagonizar un incidente pocas veces visto: sus propios alumnos tomaron el establecimiento durante 29 días para intentar evitar que lo removiesen. En ese lapso no permitieron que ingresara el nuevo rector que –según denunciaron los estudiantes– pertenece a los sectores más conservadores de la academia.
A lo largo de su gestión, que duró 14 años, Gak logró transformar el perfil del prestigioso colegio. El Pelle –como lo llaman cariñosamente sus estudiantes– había dejado de destacarse por la enseñanza de asientos contables para comenzar a cosechar laureles por el importante acento social que teñía a las asignaturas escolares: los alumnos de primer y segundo año, por ejemplo, realizaban trabajos solidarios como parte de la currícula académica. Eran más de 1.000 adolescentes que año tras año, guiados por otros 120 chicos de los años superiores, colaboraban con sectores excluidos de la sociedad: pueblos originarios, ancianos, comedores populares, escuelas rurales, discapacitados, chicos en situación de calle, entre otros.
En su largo paso por ese colegio Gak se contagió con tanta virulencia de la vitalidad y de la rebeldía adolescentes, que hoy puede disimular muy bien sus 78 años. Allí también adquirió un conocimiento empírico sobre el sistema educativo que le da autoridad para hacer afirmaciones como esta:
“La crisis por la que atraviesa el secundario, cuya expresión más notoria es el retraso, la reiterada repitencia y el abandono de una enorme franja de jóvenes de la escolaridad, da cuenta del sostenimiento de la desigualdad, de la segmentación y del carácter elitista que lo caracterizó en sus comienzos. La realidad demostró que la escuela reproduce el orden social al generar la expulsión –en un sistema que no contempla las diferencias– de quienes se encuentran en situación de inferioridad, ratificando así la injusticia. Soy sumamente crítico con la escuela secundaria actual, que no tomó en cuenta los grandes cambios que se produjeron en el país y en el mundo.”
Causas y efectos
Gak sabe de qué está hablando:
Un reciente estudio efectuado por la Secretaría de Programación del Ministerio de Trabajo de la Nación revela que del total de jóvenes de entre 15 y 24 años, un 45% no estudia y un 11,7% (más de 700.000) ni trabaja ni estudia.
Datos publicados el mes pasado por la Dirección de Informática y Planeamiento de la provincia de Buenos Aires, el distrito más poblado del país, señalan que la deserción escolar aumentó un 130 por ciento desde el año 2.000: pasó de un 7 a un 16 por ciento. Además, se incrementó en un 9 por ciento la cantidad de estudiantes que deben repetir el año.
De acuerdo con datos que figuran en un informe de la Dirección General de Cultura y Educación bonaerense sobre “eficiencia interna”, en el periodo de 1999/2000 a 2005/2006 el fracaso en la promoción anual subió del 4 al 9 % en la matrícula de un millón de alumnos que cursaron los últimos años de la ya derogada egb y el Polimodal, que ahora pasaron a formar la Educación Secundaria.
Según el informe, el punto crítico estuvo en el 8° año de la egb (ahora 2° de Secundaria), donde se registró un pico del 15.9 % de repitencia.
En la Inspección General de Escuelas bonaerenses calculan que este año hay unos 350 mil adolescentes que abandonaron la escuela, y si se les suman quienes nunca se integraron al sistema, la cifra podría llegar al medio millón.
En la Capital Federal, el distrito con mejor performance del país, a pesar de la campaña Deserción Cero la cifra es de casi el 6% y afecta a 200 mil adolescentes.
“Con estos índices de repitencia y deserción –vaticina Gak– en diez años tendremos una población adulta que no estará preparada para vivir en el siglo 21. Es cierto que hoy la escuela ya no garantiza el ascenso social, pero sin la escuela la movilidad social es imposible”.
Para evitar tanta deserción, advierte Gak, la escuela debería brindar una atención personalizada a cada estudiante. “Si un chico falta tres días seguidos –sugiere– hay que acercarse y preguntar si está enfermo, si está preso, si lo mataron, si fue a trabajar o si no quiere seguir estudiando”. Además, señala, se necesitan políticas que vayan más allá de lo estrictamente escolar: “Es necesario generar mecanismos para que las familias se vean motivadas para que el adolescente no deje la escuela para ir a trabajar, sea en el ámbito laboral o el doméstico. Y esto supone que el Estado ofrezca un ingreso universal por chico”, propone.
Razones del fracaso
Los motivos del fracaso de la escuela secundaria, dice el profesor honorario, también hay que buscarlos en otras razones. El ex rector estira su diestra, como quien ofrece dar un apretón de manos, y lanza un desafío: acercarse a cualquier secundario y preguntarle a los alumnos para qué sirve la educación media. “Van a contestar que no sirve para nada. –apuesta–. Parecería que lo que se enseña está muy alejado de sus intereses. Que la escuela responda a sus expectativas es fundamental para que el chico se identifique y para eso hoy hace falta un docente diferente. El profesor ya no tiene que formar a los estudiantes a su propia imagen y semejanza, sino a imagen y semejanza de los propios chicos”.
Gak dice que el docente que hoy enseña a sus alumnos sin aprender de ellos, no sirve. “Y hay muchos que no sirven”. Amplía: “El chico no llega a la escuela con conocimiento cero. Tiene acceso a muchísima información a través de Internet, la televisión, la radio, la familia. Esto implica dar lugar a muchas discusiones, porque el docente ya no es el único que sabe dentro del aula”.
Alejado de la visión histórica de la escuela como instrumento de reproducción social, Gak considera que la misión de la escolarización de hoy es otra: “Tiene que potenciar uno de los elementos fundamentales que poseen los jóvenes: su capacidad de pensar que pueden transformar el mundo. Para eso el chico necesita saber pero también pensar con la mayor audacia posible. El docente que no entienda eso, no va a cumplir bien su tarea”.
¿Y cómo se transforma un docente? “No es fácil”, sentencia Gak, que opina que la mayoría de los institutos de formación “son un desastre”. El problema, dice, es que tanto gobiernos como sindicatos reducen sus negociaciones a la variante salarial. “Mejorar las condiciones de vida de los profesores es una condición necesaria para mejorar la educación, pero de ningún modo la única”, explica para poner sus palabras en contexto.
Qué es la autoridad?
El primer paso para cambiar la educación, sugiere Gak, consiste en preguntarse qué egresados se pretenden. Él tiene su respuesta: “El objetivo de la escuela media es ayudar a que el adolescente se forme como individuo, como ciudadano y que fortalezca la autoestima. Debe colaborar para que pueda desarrollar su personalidad y su futuro. También tiene que darle a conocer sus derechos, sus obligaciones y despertar el pensamiento crítico. Pero ya no tiene sentido, como en los orígenes, darles a los chicos formación técnica para la salida laboral o bachiller para el estudio superior. Si la escuela le permite descubrir la belleza del conocimiento, ese chico puede aprender cualquier cosa en cualquier momento. Sí tiene que ayudarlo a despertar su vocación para que aflore una vida feliz, para que trabaje en lo que le gusta y no persiga sólo un fin material”.
Apasionado por los jóvenes, Gak intenta una y otra vez calzarse zapatos adolescentes para poder entender qué pasa por sus cabezas. Mientas era rector no dudaba en fotografiarse en medio de las vueltas olímpicas –el ritual que los egresados realizan como ceremonia de despedida– o en debatir políticamente como un par con el presidente del Centro de Estudiantes. En ningún momento sintió que esas situaciones mellaran su autoridad: “Si el profesor prepara las clases, llega a horario, no falta, no utiliza las calificaciones para imponer disciplina y admite determinadas actitudes propias de los chicos –como el lenguaje– va a ser respetado.”
Se divierte cuando, para reafirmar su idea, enumera algunas de las decenas de veces que fue víctima de las travesuras de los chicos. En una oportunidad, recuerda, un alumno escribió en medio del pizarrón “Gak puto”. La osadía lo puso a prueba. El entonces rector llamó al estudiante a su despacho y, lejos de mostrarse ofendido, convirtió el episodio en una lección: “Nuestro trabajo en la escuela es educar contra la discriminación. Cuando vos escribiste eso tuviste una expresión peyorativa contra los que tienen una inclinación sexual diferente a la tuya, por eso tengo que sancionarte”, le dijo Gak que, lejos de la demagogia, lo suspendió un día.
Reinventar la escuela
Gak, un trasgresor asumido, señala que el comportamiento adolescente adquirió en los últimos años un importante grado de agresividad y violencia. “El pogo es un divertimento que de alguna forma es también una expresión de violencia”, ejemplifica, pero aclara: “No se trata de mal comportamiento, sino de nuevas costumbres que traen implícitos determinados mensajes. Cuando se tratan de ´boludo´ no se ofenden, son sus formas de comunicarse. Tenemos que elaborar qué significan esas actitudes. Losl adolescentes viven en un ámbito de mucho rechazo por parte de los adultos: los patovicas no los dejan entrar al boliche, la policía los persigue, los que caminan por la vereda los pisotean cuando están sentados en un umbral o también se los agrede cuando se difunde esa idea persistente de que no tienen nada en la cabeza”.
El ex rector advierte que la escuela ya no puede buscar la uniformidad, como antaño, sino que tiene respetar las necesidades e intereses de cada chico y de cada comunidad. Esa tarea, aclara, no debe ser patrimonio exclusivo de los docentes: “También deben participar psicólogos, sociólogos, politólogos y, sin ninguna duda, las familias. Algunos se enojan con esta realidad y dicen que la escuela no tiene que dar de comer. Sí: la escuela tiene que dar de comer. Los que no tienen que dar de comer son los maestros, no es esa su función. Este modelo que propongo no existe, no hay de dónde copiarlo, pero hay que hacer la experiencia, inventarlo”.
Aprendiendo de los pibes chorros
Un paso en esa dirección pareció dar a fines del año pasado cuando un grupo de adolescentes que vivían en la calle asaltaba a sus alumnos del Pellegrini para apropiarse de celulares y zapatillas. Doscientos padres se reunieron en la escuela para pedir mano dura contra los “pibes chorros” y Gak decidió dar una nueva lección, esta vez a los padres: “Habían redactado un petitorio que elevaron al gobierno que no mencionaba para nada la situación de los chicos. Yo les dije, entonces, que no estaba de acuerdo, que había una ausencia de mirada hacia esos pibes. No veía a estos chicos como delincuentes, sino como víctimas de una situación social de la que solos no podían salir. Si no ocurrieran estas cosas nadie pensaría en ellos. Entonces, les pregunté a los padres si estaban dispuestos a becarlos para que vuelvan a una escuela: todos contestaron que sí.” El entonces rector no se quedó ahí y se comunicó con las autoridades del Ministerio de Desarrollo Social para que el Estado mejorara la calidad de vida de esos chicos que habían sido detenidos por la policía. “Cuando propongo una escuela de puertas abiertas, el objetivo es crear una institución que trascienda lo meramente escolar para configurarse como un centro de producción cultural y de encuentro comunitario. De esta manera la institución se constituirá en un referente para los jóvenes y su familia. El tiempo y el espacio ocioso que hay en toda escuela tendrían que ser apropiados a través de diferentes proyectos deportivos, culturales, sociales, recreativos y de servicio. Además, si la escuela trabaja en red con otras organizaciones de la comunidad, los alumnos podrán identificar problemas y analizarlos con aportes multidisciplinarios”.
Gak confiesa que tiene elaborado un proyecto piloto que fue presentado en distintas instancias estatales. “Todos me dicen que está muy bueno, que me apoyan, pero nadie se atreve a ejecutarlo”, sostiene antes de calzarse la gorra rapera y posar, desafiante, en medio de lo que definió como una incubadora de yuppies.
Artes
Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro

La revista Llegás lanza la 8ª edición de su tradicional encuentro artístico, que incluye 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas. Del 31 de agosto al 12 de septiembre habrá espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. El festival llega con una victoria bajo el brazo: este jueves el Senado rechazó el decreto 345/25 que pretendía desguazar el Instituto Nacional del Teatro.
Por María del Carmen Varela.
«La lucha continúa», vitorearon este jueves desde la escena teatral, una vez derogado el decreto 345/25 impulsado por el gobierno nacional para vaciar el Instituto Nacional del Teatro (INT).
En ese plan colectivo de continuar la resistencia, la revista Llegás, que ya lleva más de dos décadas visibilizando e impulsando la escena local, organiza la 8ª edición de su Festival de teatro, que en esta ocasión tendrá 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas, en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. Del 31 de agosto al 12 de septiembre, más de 250 artistas escénicos se encontrarán con el público para compartir espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia.
El encuentro de apertura se llevará a cabo en Factoría Club Social el domingo 31 de agosto a las 18. Una hora antes arrancarán las primeras dos obras que inauguran el festival: Evitácora, con dramaturgia de Ana Alvarado, la interpretación de Carolina Tejeda y Leonardo Volpedo y la dirección de Caro Ruy y Javier Swedsky, así como Las Cautivas, en el Teatro Metropolitan, de Mariano Tenconi Blanco, con Lorena Vega y Laura Paredes. La fiesta de cierre será en el Circuito Cultural JJ el viernes 12 de septiembre a las 20. En esta oportunidad se convocó a elencos y salas de teatro independiente, oficial y comercial.
Esta comunión artística impulsada por Llegás se da en un contexto de preocupación por el avance del gobierno nacional contra todo el ámbito de la cultura. La derogación del decreto 345/25 es un bálsamo para la escena teatral, porque sin el funcionamiento natural del INT corren serio riesgo la permanencia de muchas salas de teatro independiente en todo el país. Luego de su tratamiento en Diputados, el Senado rechazó el decreto por amplia mayoría: 57 rechazos, 13 votos afirmativos y una abstención.
“Realizar un festival es continuar con el aporte a la producción de eventos culturales desde diversos puntos de vista, ya que todos los hacedores de Llegás pertenecemos a diferentes disciplinas artísticas. A lo largo de nuestros 21 años mantenemos la gratuidad de nuestro medio de comunicación, una señal de identidad del festival que mantiene el espíritu de nuestra revista y fomenta el intercambio con las compañías teatrales”, cuenta Ricardo Tamburrano, director de la revista y quien junto a la bailarina y coreógrafa Melina Seldes organizan Llegás.
Más información y compra de entradas: www.festival-llegas.com.ar

CABA
Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.
Por María del Carmen Varela
Fotos Lina Etchesuri para lavaca
Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.
Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.
Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.
Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.
El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.
Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.
Continuará.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
CABA
La vida de dos mujeres en la Isla de la Paternal, entre la memoria y la lucha: una obra imperdible

Una obra única que recorre el barrio de Paternal a través de postas de memoria, de lucha y en actual riesgo: del Albergue Warnes que soñó Eva Perón, quedó inconcluso y luego se utilizó como centro clandestino de detención; al Siluetazo de los 80´, los restoranes notables, los murales de Maradona y el orfanato Garrigós, del cual las protagonistas son parte. Vanesa Weinberg y Laura Nevole nos llevan de la mano por un mapa que nos hace ver el territorio cotidiano en perspectiva y con arte. Una obra que integra la programación de Paraíso Club.
María del Carmen Varela
Las vías del tren San Martín, la avenida Warnes y las bodegas, el Instituto Garrigós y el cementerio de La Chacarita delimitan una pequeña geografía urbana conocida como La Isla de la Paternal. En este lugar de casas bajas, fábricas activas, otras cerradas o devenidas en sitios culturales sucede un hecho teatral que integra a Casa Gómez —espacio dedicado al arte—con las calles del barrio en una pintoresca caminata: Atlas de un mundo imaginado, obra integrante de la programación de Paraíso Club, que ofrece un estreno cada mes.
Sus protagonistas son Ana y Emilia (Vanesa Weinberg y Laura Nevole) y sus versiones con menos edad son interpretadas por Camila Blander y Valentina Werenkraut. Las hermanas crecieron en este rincón de la ciudad; Ana permaneció allí y Emilia salió al mundo con entusiasmo por conocer otras islas más lejanas. Cuenta el programa de mano que ambas “siempre se sintieron atraídas por esos puntos desperdigados por los mapas, que no se sabe si son manchas o islas”.


La historia
A fines de los ´90, Emilia partió de esta isla sin agua alrededor para conocer otras islas: algunas paradisíacas y calurosas, otras frías y remotas. En su intercambio epistolar, iremos conociendo las aventuras de Emilia en tierras no tan firmes…
Ana responde con las anécdotas de su cotidiano y el relato involucra mucho más que la narrativa puramente barrial. Se entrecruzan la propia historia, la del barrio, la del país. En la esquina de Baunes y Paz Soldán se encuentra su “barco”, anclado en plena isla, la casa familiar donde se criaron, en la que cada hermana tomó su decisión. Una, la de quedarse, otra la de marcharse: “Quien vive en una isla desea irse y también tiene miedo de salir”.
A dos cuadras de la casa, vemos el predio donde estaba el Albergue Warnes, un edificio de diez pisos que nunca terminó de construirse, para el que Eva Perón había soñado un destino de hospítal de niñxs y cuya enorme estructura inconclusa fue hogar de cientos de familias durante décadas, hasta su demolición en marzo de 1991. Quien escribe, creció en La Isla de La Paternal y vio caer la mole de cemento durante la implosión para la que se utilizó media tonelada de explosivos. Una enorme nube de polvo hizo que el aire se volviera irrespirable por un tiempo considerable para las miles de personas que contemplábamos el monumental estallido.
Emilia recuerda que el Warnes había sido utilizado como lugar de detención y tortura y menciona el Siluetazo, la acción artística iniciada en septiembre de 1983, poco tiempo antes de que finalizara la dictadura y Raúl Alfonsín asumiera la presidencia, que consistía en pintar siluetas de tamaño natural para visibilizar los cuerpos ausentes. El Albergue Warnes formó parte de esa intervención artística exhibida en su fachada. La caminata se detiene en la placita que parece una mini-isla de tamaño irregular, sobre la avenida Warnes frente a las bodegas. La placita a la que mi madre me llevaba casi a diario durante mi infancia, sin sospechar del horror que sucedía a pocos metros.
El siguiente lugar donde recala el grupo de caminantes en una tarde de sábado soleado es el Instituto Crescencia Boado de Garrigós, en Paz Soldán al 5200, que alojaba a niñas huérfanas o con situaciones familiares problemáticas. Las hermanas Ana y Emilia recuerdan a una interna de la que se habían hecho amigas a través de las rejas. “El Garrigós”, como se lo llama en el barrio, fue mucho más que un asilo para niñas. Para muchas, fue su refugio, su hogar. En una nota periodística del portal ANRed —impresa y exhibida en Casa Gómez en el marco de esta obra— las hermanas Sosa, Mónica y Aída, cuentan el rol que el “Garri” tuvo en sus vidas. Vivían con su madre y hermanos en situación de calle hasta que alguien les pasó la información del Consejo de Minoridad y de allí fueron trasladas hasta La Paternal. Aída: “Pasar de la calle a un lugar limpio, abrigado, con comida todos los días era impensable. Por un lado, el dolor de haber sido separadas de nuestra madre, pero al mismo tiempo la felicidad de estar en un lugar donde nos sentimos protegidas desde el primer momento”. Mónica afirma: “Somos hijas del Estado” .
De ser un instituto de minoridad, el Garrigós pasó a ser un espacio de promoción de derechos para las infancias dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia de Argentina (SENAF), pero en marzo de este año comenzó su desmantelamiento. Hubo trabajadorxs despedidxs y se sospecha que, dado el resurgimiento inmobiliario del barrio, el predio podría ser vendido al mejor postor.
El grupo continúa la caminata por un espacio libre de edificios. Pasa por la Asociación Vecinal Círculo La Paternal, donde Ana toma clases de salsa.
En la esquina de Bielsa (ex Morlote) y Paz Soldán está la farmacia donde trabajaba Ana. Las persianas bajas y los estantes despojados dan cuenta de que ahí ya no se venden remedios ni se toma la presión. Ana cuenta que post 2001 el local dejó de abrir, ya que la crisis económica provocó que varios locales de la zona se vieran obligados a cerrar sus puertas.
La Paternal, en especial La Isla, se convirtió en refugio de artistas, con una movida cultural y gastronómica creciente. Dejó de ser una zona barrial gris, barata y mal iluminada y desde hace unos años cotiza en alza en el mercado de compra-venta de inmuebles. Hay más color en el barrio, las paredes lucen murales con el rostro de Diego, siempre vistiendo la camiseta roja del Club Argentinos Juniors . Hay locales que mutaron, una pequeña fábrica ahora es cervecería, la carnicería se transformó en el restaurante de pastas Tita la Vedette, y la que era la casa que alquilaba la familia de mi compañera de escuela primaria Nancy allá por los ´80, ahora es la renovada y coqueta Casa Gómez, desde donde parte la caminata y a donde volveremos después de escuchar los relatos de Ana y Emilia.
Allí veremos cuatro edificios dibujados en tinta celeste, enmarcados y colgados sobre la pared. El Garrigós, la farmacia, el albergue Warnes y el MN Santa Inés, una antigua panadería que cerró al morir su dueño y que una década más tarde fuera alquilada y reacondicionada por la cheff Jazmín Marturet. El ahora restaurante fue reciente ganador de una estrella Michelín y agota las reservas cada fin de semana.
Lxs caminantes volvemos al lugar del que partimos y las hermanas Ana y Emilia nos dicen adiós.
Y así, quienes durante una hora caminamos juntxs, nos dispersamos, abadonamos La Isla y partimos hacia otras tierras, otros puntos geográficos donde también, como Ana y Emilia, tengamos la posibilidad de reconstruir nuestros propios mapas de vida.
Atlas de un mundo imaginado
Sábados 9 y 16 de agosto, domingos 10 y 17 de agosto. Domingo 14 de septiembre y sábado 20 de septiembre
Casa Gómez, Yeruá 4962, CABA.
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