Nota
La situación en el Mariano Acosta: vigilar y castigar (y no arreglar nada)

Julio Pasquarelli (foto) es el vicerrector de la escuela Mariano Acosta, puesto en la mira de la ministra Soledad Acuña a partir de falsas acusaciones de haber propiciado la toma de la escuela, cuando las cosas fueron muy distintas: se había pronunciado explícitamente contra la toma, aunque de acuerdo con el contenido del reclamo estudiantil. El docente viene recibiendo amenazas y amedrentamientos de distinto tipo, y también apoyos. Este miércoles a las 12.30 en la puerta del establecimiento (Urquiza 277 de Buenos Aires) habrá una conferencia de prensa de otras escuelas y organizaciones para brindar respaldo a este profesor que trabaja en el Mariano Acosta hace 28 años. El centro real del problema que originó los reclamos sigue siendo la falta de mantenimiento, el peligroso deterioro de un edificio considerado Monumento Histórico, viandas que aplican a las categorías de alimento vacío, o comida chatarra, según los gustos. Sobre esas y otras cuestiones de fondo no hay pronunciamientos oficiales ni tweets que digan por qué sigue sin hacerse durante años lo que la comunidad educativa y la lógica más elemental reclaman. Por Francisco Pandolfi.
En la Escuela Normal Superior en Lenguas Vivas Número 2 “Mariano Acosta”, del barrio porteño de Once, la mayoría de los reclamos hechos este año al gobierno de la Ciudad, siguen sin solucionarse. Esto generó que en el invierno las y los alumnos hayan realizado un “frazadazo”, para denunciar que no está tan bueno Buenos Aires cuando se estudia con frío; y lo que motivó, también, que el viernes 23 de septiembre la asamblea del Centro de Estudiantes votara tomar el colegio secundario. La toma sucedió desde ese día a la noche hasta el lunes 26 al mediodía, para no perder horas de clase.
El miércoles 28, en un abrazo que la propia comunidad llevó a cabo en puerta de la institución, para solidarizarse con las familias y estudiantes amenazados por las autoridades porteñas, el vicerrector del Mariano Acosta, Julio Pasquarelli, tomó el micrófono: “Yo les he dicho que no estoy de acuerdo con la toma, pero a la toma la sostiene la falta de mantenimiento, los bajos salarios, el maltrato a los docentes, el disciplinamiento a las familias”. El martes 8 de noviembre, la ministra de Educación Soledad Acuña publicó un hilo de tweets en el que afirma que “durante la toma ilegal del Mariano Acosta, su vicerrector se paró frente a los alumnos a alentar la toma con micrófono en mano y una actitud prepotente que está muy lejos de la ejemplaridad que requiere su rol”.
Todo falso. No sólo porque la toma había terminado dos días antes, sino también porque su vicerrector se había pronunciado en contra de la decisión estudiantil. Acuña comunicó que se le iniciará un “procedimiento para ejercer las sanciones correspondientes”.
Julio Pasquarelli tiene 50 años y es profesor de psicología y sociología. Se lo nota calmo, pese a este nuevo amedrentamiento en forma de sumario administrativo, del que él aún no sabe nada. Dice a lavaca: “Hasta el día de hoy no estoy notificado de ningún inicio de sumario. Me enteré por los medios de comunicación, nada por vías formales, lo cual representa una falla ética y legal, y refleja que esto más que nada es una operación de prensa, que probablemente decante en un sumario. Una sanción por supuestas conductas inapropiadas o desaforadas en el marco de la toma, lo cual es un error porque yo no hablé en la toma. Al principio me preocupé, sobre todo por mi hijo. Lo llamé y le expliqué que no se asustara, que indudablemente me querían asustar. Hace un mes y medio, las amenazas fueron de muerte y ahora son mediante procesos legales. Acuña dice que yo incentivé la toma cuando fue todo lo contrario. De hecho, en la entrevista anterior con ustedes lo volví a aclarar (https://lavaca.org/notas/entrevista-a-julio-pasquarelli-vicerrector-del-mariano-acosta-trabajamos-en-condiciones-pauperrimas-y-degradantes/)”.
–Acuña te cuestiona haber “bajado línea” y “adoctrinado”.
–Decir eso es menospreciar a los adolescentes, subestimarlos. Los estudiantes tienen una militancia que muchas veces no coincide con la idea de la escuela, de hecho en este ejemplo se puede ver bien: no estábamos a favor de la toma y los estudiantes la tomaron igual, así que esto del adoctrinamiento no aplica. Lo que sí hay en la institución son libertades que permiten tener ideología propia, un centro de estudiantes con listas que se votan. Entonces, pienso que ellos creen que el adoctrinamiento es permitir la militancia en la escuela y la militancia es imposible prohibirla en cualquier establecimiento, porque cada cosa que uno haga siempre representa una postura, una posición en la vida. Es imposible no comunicar, es imposible no tener una práctica política… somos seres políticos. Lo que buscan es que la gente se asuste y deje de reclamar por sus derechos.
–¿Recibiste alguna otra amenaza?
–Recibo por parte del gobierno de la Ciudad muchísima violencia. Yo pensaba que trabajaba en el Acosta hace 25 años y haciendo memoria son 28. Es la primera vez en tanto tiempo que a la escuela le están llegando con bastante asiduidad pedidos de informes sobre mi situación, las horas que cumplo, los cargos que tengo. Da la impresión que se trata de un mensaje de vigilancia que se está volviendo constante.
El hombre que no estaba de acuerdo

“Yo no estaba de acuerdo con la toma, pero sí con los requerimientos”, dice Julio, que también es profesor de Educación Sexual Integral y de talleres de masculinidades.
Los “requerimientos” son el eje principal de la cuestión, que no deben salirse de la centralidad. “Lo único que logramos en este último mes es que empezaran a blindar los vidrios y te diría que casi nada más. La ley 25.171 del año 1999 declaró al Mariano Acosta como Monumento Histórico, por lo cual menos todavía tendríamos que hacer muchos reclamos para su resguardo. Sin embargo, seguimos sin tener mantenimiento, seguimos con las celosías que se caen a la calle o a los patios internos. Seguimos sin tener informes de infraestructura”.
–¿Hay más?
–Seguimos con todo lo que es de madera en mal funcionamiento. Los postigos y las persianas tienen muchos años y están deteriorados, por eso el peligro de que se caigan. Este es un reclamo que hicimos hace mucho para que reparen los marcos de la puerta, porque si se cambian los vidrios pero no se hace un tratamiento a la madera, al ser tan antigua y seca, se vuelve a mover y vuelve a fracturar al vidrio. Por otro lado, está todo lo que tiene que ver con la reparación de las paredes, la pintura de la escuela, la revisión de los baños. Sólo arreglaron dos aulas del nivel inicial, pero hay otras dos que no fueron reparadas. En relación a las aulas, ninguna de las puertas tiene cerradura, no se pueden cerrar; en las puertas de la planta baja se caen las varillas que sostienen los vidrios. En relación a las viandas, el nivel nutricional no se modificó, sigue siendo exactamente el mismo.
Redes y espaldas
Mañana miércoles a las 12.30 se llevará a cabo en la puerta de la escuela (Urquiza 277, CABA) una conferencia de prensa en la defensa de Julio Pasquarelli. “La convocó la comunidad educativa para exponer esta situación. Hay una solidaridad muy grande de organismos de derechos humanos y de otras escuelas. La propia comunidad lo ha tomado como propio al ataque; no a mí, sino al Mariano Acosta en general”. En las redes sociales, una campaña de estudiantes dignifica su labor: “Acá hay espalda”, se lee sobre decenas de alumnas y alumnos que lo aguantan. El lema que se hizo viral hace referencia a su discurso en la puerta de la escuela, que originó la persecución: «Este equipo directivo tiene la espalda suficientemente grande para que cuando toquen a un solo padre, a un solo estudiante, a un solo docente, vamos a salir a luchar y no lo vamos a permitir». La comunidad educativa no olvida a quien salió a defenderla. Expresa Julio: “No me hubiera imaginado nunca este apoyo; la campaña en las redes; la unidad entre hijos, madres y padres solidarizándose conmigo; los directivos de cada nivel de la escuela repudiando los dichos de la ministra. Hay una situación de persecución y de amedrentamiento muy clara, que todo el mundo está pudiendo leer y ha generado una unidad por la que estoy muy agradecido”.
–Hablamos mucho del asedio, de lo doloroso. ¿Qué sentimientos genera este acompañamiento?
–Mucha emoción. Cuando vi al primer chico de espaldas con esa leyenda que decía “Pascuarelli, acá hay espalda”, me puse a llorar. Después fue creciendo y se tomó como frase ya no solo en el Mariano Acosta sino en otras escuelas, para referenciarse directamente a la escuela pública. Dentro de todo lo malo, lo más valioso que tengo es que los chicos me preguntan cómo estoy y si preciso algo.
–En este último mes tomaste una repercusión pública que no tenías anteriormente, ¿qué reflexión hacés?
–Me parece importante aclarar que toda la primera mitad del año 2022 estuvimos con el rector Marcelo Carpintero reunidos en infinitos encuentros con mantenimiento e infraestructura para buscar soluciones a una escuela que se venía abajo. Y las respuestas fueron tan pocas que el reclamo tuvo que salir afuera, porque realmente nadie escuchaba. Yo no sé cuánto tiempo más me va a quedar en el cargo; si me van a echar, si me van a poner a disponibilidad. Lo que sí sé es que mientras sea vicerrector voy a seguir peleando por lo que considero justo. Si la escuela tiene los arreglos que necesita, si estudiantes y docentes tienen la comodidad para trabajar, yo no voy a seguir peleándome con nadie ni exponiéndome. No tengo una ambición de militancia política, nunca la tuve; ni estoy usando a la escuela como excusa de visibilización personal porque hace 28 años que trabajo acá y no salí nunca en los diarios. Lo que ocurre es que en esta función necesito ser fiel a lo que prometí a mis compañeros que me votaron: defender sus causas hasta mi último día y que el Mariano Acosta esté en las condiciones que nos merecemos.
Nota
Mía: Cuando el arte abraza

Mía es una obra de teatro que podríamos encuadrar dentro del biodrama o autoficción. Y es mucho más: es grito, es abrazo y, también es un espejo. La actriz y médica psquiatra Mercedes Bertuzzi expone en escena su propia historia: una situación de violencia machista que sufrió por parte de una ex pareja. Este sábado 18 de marzo y en el marco del 8M, esta obra testimonial se presenta en MU Trinchera Boutique a las 21 hs, entradas a la gorra.
“Los primeros años, luego de salir, fueron de mucha confusión, angustia y mucha bronca. Escribir me permitía depositar esas emociones en el texto. El primer objetivo fue descargar. Siempre estuvo el deseo de poder denunciar a través de ese texto que iba escribiendo, pero no estaba segura de si iba a encontrarle la forma. En el proceso empecé a entrenar con Marina Otero, ella hace autoficción, y ahí algo se destrabó, la vi, vi la obra”, cuenta Mercedes. Al terminar de escribir el texto, tomó conciencia de que no era exclusivamente autorreferencial sino que involucraba la historia de muchas otras. Así tomó coraje para llevarla a la escena. “En cada función se me acercan decenas de mujeres emocionadas a abrazarme diciéndome ‘somos muchas’. Todas pasaron por una situación de violencia o acompañaron a otra mujer que la pasó. Siempre termino la función con ganas de gritar cada vez más fuerte el texto de esta obra. Siento que estoy entregando mi historia al colectivo y eso hace que ya no me pese, ya no lucho contra ella. Cada mujer que se identifica con la historia se la apropia un poquito y le va dando más cuerpo al personaje de Mía”.
Con sus herramientas artísticas, Mercedes logró una obra poética, sin golpes bajos, con ironía y momentos muy divertidos.
En una escena, dos niñas juegan a ser actrices, prueban vestuario y declaman en nombre del amor. Las palabras son extraídas de las típicas canciones románticas de cantantes famosos, las que hemos aprendido y cantado a lo largo de los años. “Para quienes fueron víctimas, no es fácil hablar. La violencia nos deja mudas, vacías, solas, no hay palabras que alcancen para explicar. El arte nos habilita un lenguaje a través del cual poder decir lo indecible, nos devuelve la voz, en la forma que cada una elija expresarse. Y para quienes son público, adentrarse a la temática desde una propuesta artística creo que les permite hacerlo sin tantas resistencias. Te permite escuchar con otra disponibilidad. El relato atravesado por la dramaturgia, la música, los cuerpos. Mantiene su fuerza y su crudeza, pero es amortiguado de ternura, poesía, risa. Y eso permite que hablemos de violencia con personas que quizás no se acercarían de otras formas”.

Cada vez que Mía fue presentada en distintos teatros —Mercedes quiere que la obra circule y abra a la reflexión— los comentarios de personas del publico se multiplican: “Presencié ese mismo diálogo”, “sentí exactamente eso”, “estuve en pareja con un tipo igual”. No solo es reparador para ella sino para muchas. “Romper el silencio es imprescindible. Me sigue sorprendiendo la cantidad de mujeres que se acercan después de la función a abrazarme emocionadas por haber ‘contado su historia’, estuvieron ahí mismo o acompañaron a otra. De todas las edades, todas las clases sociales. Es escalofriante, es triste. Pero es también esperanzador encontrarnos. Ya no nos estamos quedando calladas, estamos denunciando y estamos convencidas de cambiar esa realidad. El haber sido víctima de violencia ya no queda solo como una herida que duele y mejor callar y olvidar. Hoy somos víctimas enojadas, creativas y sobre todo, en red. Compartir Mía me abrió los ojos a eso… Es mi historia, es la de muchas otras y, por suerte, es parte de la historia que estamos modificando”.
MU Trinchera Boutique, Riobamba 143
Sábado 18 de marzo a las 21 hs
Actúan: Mercedes Bertuzzi, Juliana Gotta, Gonzalo Pungitore, María Tibi
Entradas “a la olla”.
Podés reservar en este link:
Nota
Punitivismo y feminismo en el caso de Lucía Pérez: una mirada sobre esa falsa dicotomía

La abogada trans Cristina Montserrat Hendrickse analiza por qué es falsa la dicotomía que pretenden instalar sectores que siempre trabajan para categorizar las divisiones del movimiento feminista. Así crean grietas sociales que les permiten alentar congresos, investigaciones y polémicas de las cuales viven.
Por Cristina Montserrat Hendrickse
Una corriente muy minoritaria de los feminismos entiende que reclamar la sanción penal del femicidio es una actitud punitivista.
Llegan a tal conclusión partiendo del concepto de que el castigo refuerza la violencia.
Evidentemente la idea de la que se parte es correcta, pero el error de la conclusión reside en asociar pena a castigo. En no distinguir la finalidad de la pena que impone nuestro Derecho de la triste realidad de castigo que significa la ejecución efectiva de las penas privativas de libertad.
Los feminismos en nuestro país se encuentran justificados jurídicamente en la Convención Contra Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW, por sus siglas en inglés) incorporada a nuestra Constitución en 1994; la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra La Mujer (Convención de Belem do Pará) que es un tratado internacional de jerarquía superior a las leyes; y las leyes nacionales y provinciales que reglamentan a estos tratados.
Nótese que la convención de Belem do Pará obliga a los Estados a “sancionar” la violencia de género, además de prevenirla y erradicarla. El marco jurídico “sancionatorio” por excelencia es el Derecho Penal.
De allí que en nuestro sistema de derecho pretender eludir o abolir la punición de la violencia de género resulta jurídicamente anticonvencional, y por tanto anticonstitucional.
No por ello se deja de valorar el aporte del antipunitivismo feminista en cuanto sostiene que el castigo refuerza la violencia. Pero el problema del antipunitivismo reside en cuestionar al sistema (de origen convencional interamericano) de sanción de la violencia de género, y no al sistema de castigo que en los hechos (y apartándose del Derecho) sucede con la aplicación de la pena.
En efecto, la finalidad esencial de las penas privativas de la libertad es la reforma y la readaptación social de los condenados (art. 5.6. de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, también incorporada a nuestra Constitución en 1994), sin olvidar el mandato de que “…Las cárceles de la Nación serán sanas y limpias, para seguridad y no para castigo de los reos detenidos en ellas…” (artículo 18 de la Constitución Nacional). De ambas reglas de jerarquía superior surge que la finalidad jurídica de las penas no es el castigo, como erradamente lo entiende cierta expresión del feminismo antipunitivista, sino la resocialización.
De allí que se impone una diferenciación entre “antipunitivismo” y “abolicionismo” que permita distinguir: si se pretende que la pena no se constituya en castigo sino como resocialización (antipunitivismo); o si se pretende abolir todo tipo de pena (abolicionismo penal).
La primera debería hacer foco en una reforma penitenciaria feminista, que lejos de reforzar el patriarcado lo deconstruya, no aboliendo las penas, sino modificando su ejecución a la finalidad que el impone el Derecho.
La segunda implicaría la abolición de todas las prisiones; y además, el desafío de construir respuestas ante los crímenes o lo que cada sociedad considera crímenes.
Evidentemente el castigo refuerza la violencia. Por lo que el mismo debe ser eliminado del sistema de ejecución penal, pero no el sistema de sanción; salvo que se sostenga el abolicionismo, teoría también respetable, pero que resulta anticonstitucional en nuestro sistema de Derecho, al menos en materia de violencia de género ya que la República Argentina se obligó ante la comunidad interamericana a sancionarla.
Toda decisión que se aparte de ese compromiso violentaría el sistema jurídico argentino y comprometería a nuestra Nación frente a la Comunidad Interamericana exponiéndonos a ser destinatarios de reclamos, cuando no de sentencias condenatorias, ante el sistema interamericano de Derechos Humanos.
En resumen: debatamos sobre las cárceles, no sobre las penas.
Cristina Montserrat Hendrickse
Nota
Pergamino: sentencia contra los agrotóxicos y triunfo de la comunidad frente a un intendente

La Corte Suprema de Justicia de la Nación confirmó la distancia de 1.095 metros dentro de las cuales están prohibidas las fumigaciones terrestres con agrotóxicos, y de 3.000 metros para las aéreas. De ese modo denegó el recurso de amparo presentado por el intendente pro agronegocio de Pergamino, Javier Martínez. La denuncia original había sido presentada por Sabrina Ortiz (en la foto principal), vecina de Pergamino, que en su reclamo contra el envenenamiento cotidiano que sufrían ella, su familia y sus vecinos, y sin encontrar quien la defendiera legalmente, terminó recibiéndose de abogada para encarar sus propias causas. La sentencia de primera instancia había sido dictada por el juez del juzgado penal 2 de San Nicolás Carlos Villafuerte Ruzo.
Frente a la ratificación de la Corte dijo a Sabrina Ortiz a lavaca, entre otras cosas:
- “Se me vinieron a la mente un montón de recuerdos de personas que la pasaron muy mal, personas que ya no están incluso, que fueron víctimas de este modelo y que perdieron la vida por esta causa”.
- “Celebro por duplicado porque cada batalla que damos tenemos oponentes muy fuertes, corporaciones, intereses políticos, corrupción, sectores del agronegocio. Entonces, en parte estoy feliz porque aunque sabemos que la solución sería que sea agrotóxicos cero para todo el mundo, no sólo para esta región, podemos decir que es un pasito más que estamos dando hacia el buen vivir”.
Publicamos además la nota completa realizada en la revista MU.
Por Francisco Pandolfi

Un fallo de la Corte Suprema de Justicia ratificó la distancia de 1.095 metros de prohibición de fumigaciones terrestres y de 3.000 metros para las fumigaciones aéreas, denegando el recurso de amparo que había presentado nada menos que el intendente de Pergamino, Javier Martínez, pretendiendo fumigar en todas partes, pese a las denuncias sobre los efectos de los agrotóxicos en la comunidad, el suelo, el aire y el agua.
El fallo en primera instancia, apelado por Martínez, había sido del Juez Carlos Villafuerte Ruzo, titular del Juzgado Penal Número 2 de San Nicolás, en septiembre de 2019, como medida protectoria paliativa urgente frente a las masivas fumigaciones.

Quien realizó la denuncia original ante la justicia federal fue la activista ambiental y abogada Sabrina Ortiz, también víctima de los agrotóxicos. Ante este fallo de la Corte Suprema de la Nación, explica a lavaca: “Esperábamos la resolución desde hace bastante tiempo, con muchas expectativas, pese que los últimos fallos que ha tenido la Corte en materia ambiental no han sido para nada alentadores. Sin embargo, para nosotros era casi seguro que iba a fallar a favor. Se me vinieron un montón de situaciones a la cabeza, sobre todo por cómo comenzó esta causa, por la salud de mis hijos, por las afectaciones que tuvieron, con las afectaciones que tuve en mi cuerpo; se me vinieron a la mente un montón de recuerdos de personas que la pasaron muy mal, personas que ya no están incluso, que fueron víctimas de este modelo y que perdieron la vida por esta causa. Fueron recuerdos muy tristes, muy angustiantes, dolorosos, del vivir cotidiano, de hecho todavía están en controles mis hijos y hay un montón de gente que la sigue sufriendo”.

Relata también con asombro: “Me da mucho dolor, que sea el propio municipio el que intenta ir en contra de la salud de las personas. Me da mucha impotencia que el intendente Javier Martínez sea quien quiere que nos fumiguen en la cabeza. Al mismo tiempo, celebro por duplicado porque cada batalla que damos tenemos oponentes muy fuertes, corporaciones, intereses políticos, corrupción, sectores del agronegocio. Entonces, en parte estoy feliz porque aunque sabemos que la solución sería que sea agrotóxicos cero para todo el mundo, no sólo para esta región, podemos decir que es un pasito más que estamos dando hacia el buen vivir”.
Aquí, el viaje, la investigación y la nota completa sobre la situación en Pergamino publicada en la revista MU: La capital del veneno.
https://lavaca.org/mu163/mu-en-pergamino-la-capital-del-veneno/

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