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La pastilla para portarse bien

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Ritalina. Es el psicofármaco pediátrico más recetado. En Estados Unidos es una plaga y aquí, una tendencia peligrosa: según los registros, ya se duplicó la importación de la droga. Los especialistas alertan sobre el diagnóstico irresponsable de un síndrome que parece inventado por los laboratorios, para tranquilidad de maestros y padres.

H oy me olvidé de tomar la pastilla –anuncia Diego, de 9 años, a la maestra–; así que voy a estar un poco loquito.
La toma todos los días, antes de entrar a clase. Un rato después de tragarla ya se siente distinto: no molesta ni se sacude en el asiento. La maestra lo nota más atento, menos disperso. Y más obediente.
La pastilla “para portarse bien” es metilfenidato en 5 miligramos, mejor conocida por el nombre comercial: Ritalina. Es el más recetado de los psicofármacos para niños, una moda que nació en Estados Unidos y que aterrizó en las escuelas privadas de la zona de norte de Buenos Aires para extenderse ahora al resto del país.
“En estos momentos estamos viendo de 5 a 6 chicos medicados por aula”, revela Gabriela Dueñas, licenciada en educación y psicopedagoga de varios colegios de Olivos. “Tuvimos el primer alerta hace ya más de ocho años, cuando empezamos a recibir en las escuelas alumnos a los que les estaban recetando algún tipo de remedio que desconocíamos. Me acuerdo de que en el año 98, una profesora se acercó al gabinete psicopedagógico y nos dijo: ’Yo no soy médica, pero me resulta extraño que tantos chicos de un curso, cada uno con historias distintas, tengan un mismo diagnóstico y el mismo tratamiento’. Cuando comenzamos a mirar de qué se trataba sólo sabíamos eso, que había algo extraño, algo que nos llamaba la atención.”
En la mayoría de los casos se trataba de chicos a quienes se les había diagnosticado Déficit de Atención (dda) o Déficit de Atención con Hiperactividad (ddah), un síndrome que se aplica a niños inquietos, dispersos e impulsivos, como paso previo a recetarles la droga.
En Estados Unidos el uso de medicamentos psiquiátricos en niños está tan extendido que el tema apareció en un capítulo de Los Simpson: a Bart le recetan, para mejorar su rendimiento escolar, un psicotrópico en experimentación. Tras volverse paranoico y derribar un satélite espía, su madre decide que abandone el tratamiento.
 
Estimulantes
La Ritalina es una droga que actúa igual que las anfetaminas; aumenta el tiempo de atención, como lo hacen todos los estimulantes, desde la cafeína hasta la pastilla de éxtasis”, explica el neuropediatra León Benasayag. El especialista dice que hay situaciones en las que la medicación es “necesaria y efectiva”, pero expresa su desacuerdo, en cambio, sobre el diagnóstico de Déficit de Atención: ”Es una construcción de la industria farmacéutica que no tiene entidad médica”, sostiene.
¿Por qué lo dice?
Porque no hay pruebas de laboratorio que demuestren la existencia de un problema biológico que origine ese supuesto déficit de atención (como sería un hepatograma para diagnosticar una hepatitis o un análisis de colesterol). Se dice que lo que le pasa a estos chicos es que tienen un déficit de dopamina (un neurotransmisor clave para el funcionamiento de las neuronas), pero si les hacemos dosajes de dopamina en sangre y en orina no aparece nada de eso.
 
Bensayag, decano en su especialidad, va más allá: “El Déficit de Atención es presentado por quienes lo diagnostican en base a postulados falsos como ‘un trastorno genético’ o una ‘enfermedad’. Esto carece de respaldo científico y no hay evidencias de que esos niños tengan alteraciones orgánicas. Lo que se hace es aplicarles este ‘nombre’ a chicos que tienen alteraciones de muy diverso orden, donde encajan lo social, lo psicológico, la patología neurológica, lo psicopedagógico y lo emocional. Una consecuencia importante es que corremos el riesgo de proponer un tratamiento para un nombre y no para lo que realmente le ocurre al paciente”.
Aunque no hay estadísticas sobre la cantidad de recetas que se extienden al año, la prueba más clara de que el consumo de metilfenidato ha tenido un aumento creciente en Argentina son sus volúmenes de importación.
Para traer la droga al país es requisito pedir una autorización. De acuerdo a ese registro el especialista Juan Vasen –psicoanalista y psiquiatra infantil– aporta datos concretos:
 
En 2003 se pidió autorización para importar 23,7 kilos.
En 2004, 40,4 kilos: un cuarenta por ciento más.
En 2005, 49,5 kilos.
Y este año el pedido volvió a saltar a casi el doble: 80,4 kilos.
 
 
Autodiagnóstico
Antes de seguir con la nota, pedimos al lector que vuelva a su época de escuela primaria, a su banco de 4º grado, y conteste si al chico que fue le pasaba algo de esto:
 
¿A menudo no presta atención suficiente a los detalles o incurre en errores por descuido en las tareas escolares?
¿A menudo tiene dificultades para mantener la atención en tareas o en actividades lúdicas?
¿A menudo parece no escuchar cuando se le habla directamente?
¿A menudo no sigue instrucciones y no finaliza las tareas?
¿A menudo tiene dificultades para organizarlas?
¿A menudo evita, le disgusta o es renuente a dedicarse a tareas que requieren un esfuerzo mental sostenido?
¿A menudo extravía objetos necesarios para las tareas (por ej. juguetes, ejercicios escolares, lápices o libros)?
¿A menudo se distrae fácilmente por estímulos irrelevantes?
¿A menudo es descuidado en las actividades diarias?
 
Si contestó afirmativamente a seis de estos ítems, lo lamentamos: usted es candidato a convertirse en portador del Déficit de Atención.
Las preguntas son parte del Cuestionario de Conners, que se entrega a padres y maestros para que evalúen la conducta escolar de los chicos. El Cuestionario de Conners circula por Internet y ha tenido difusión en esas revistas que suelen animar la espera en peluquerías, con versiones adaptadas al coeficiente intelectual de sus editores. Por ejemplo:
¿Su hijo está como en la luna?
¿Se lo ve malhumorado y con cara de enojado?
Cada respuesta cosecha un puntaje, según la escala tradicional (las opciones son nada / poco / bastante / mucho). Al sumar los resultados ya se tiene un diagnóstico.
Los textos médicos sobre el Síndrome de Déficit de Atención aseguran que esta enfermedad a pesar de ser diagnosticada con este tipo de métodos tiene un origen genético. (Por supuesto, el test que consultó en la peluquería no cuenta porque no califica ni para método.)
“Completar el Cuestionario de Conners es el primer paso, dado generalmente por un docente, para recomendar la consulta con el psiquiatra y su correspondiente tratamiento”, apunta la psicopedagoga Dueñas.
Vasen agrega otro dato: el año pasado pusieron a prueba uno de estos cuestionarios en el Policlínico de Neuquén: según sus resultados, sobre 1.300 alumnos el 48% padecía dda.
 
Los padres
Patricia, la mamá de Martín, pasó por la experiencia de que su hijo tomara Ritalina. “Martín estaba en 4º grado y tenía problemas de conducta, era inquieto, tenía malas contestaciones, también en casa. Los maestros me sugirieron hacer una consulta con un psiquiatra, que le mandó hacer un electro y nos dio una medicación para ayudarlo a que tuviera mayor atención. La tomó durante un año. Al siguiente, la recomendación fue cambiársela por otra; cuando leí el prospecto casi me muero, porque ya era un antipsicótico.”
Juan Vasen cuenta que recibe cada vez más frecuentes consultas de padres a cuyos hijos les han diagnosticado dda:
Tener un diagnóstico de una “enfermedad” que no es tan “grave”’ (como podría serlo el autismo o la psicosis), no importa con cuánta inconsistencia se haya hecho, es inicialmente un alivio para los padres. Por otra parte, ¿cómo no van a recibir con beneplácito un medicamento que al potenciar el funcionamiento cortical hace que los chicos hagan lo que habitualmente no pueden hacer o no les interesa? Sin embargo, más que en un déficit de dopamina que les impida prestar atención, tendríamos que pensar si los chicos no pueden prestarla porque ya la han prestado a otros lados. Yo siempre digo que uno presta a quien le devuelve. Y la escuela, en un sentido, no le devuelve al chico lo que él espera cuando le presta su atención. Ahí se produce una ruptura, un desencuentro importante.
¿Por qué este desencuentro se califica como enfermedad?
Porque vivimos en una sociedad cuyos paradigmas más seductores son tecnocráticos. Eso quiere decir que las prácticas sociales tienden a ser reemplazadas por maniobras técnicas. Curar es una práctica, y administrar un medicamento es una técnica. Es mucho más fácil administrar un medicamento que curar. Educar, formar, es una práctica; capacitar es una técnica. Diagnosticar también es una práctica. Diagnosticar viene de discernir, de cerner, de encontrar lo diferente dentro de lo común, tiene que ver con el cerner la arena para encontrar pepitas de oro. En cambio clasificar es una técnica: se mete en una misma bolsa aquellos casos que tienen rasgos comunes. Esto es lo que se hace con el Déficit de Atención: se agrupa bajo ese nombre a chicos con dificultades de aprendizaje sin profundizar en qué le pasa a cada uno. Es una manera cuantitativa y cruda de llamar “enfermedad” a un problema de época, que tiene que ver con el cambio de lugar del niño, del padre y de la escuela, del Estado, del consumo y del mercado, todo lo que genera una infancia diferente de las que podíamos pensar hace 20 o 30 años. Chicos que están atentos a otras cosas, seducidos por otras cosas y contenidos de otras maneras.
 
En el colegio
El Colegio de la Ciudad está ubicado en Belgrano, cuarenta cuadras al sur de Olivos pero todavía en la zona norte. Su director, Néstor Abramovich, hizo en octubre pasado un llamado de alarma cuando encontró que el 3 por ciento de los alumnos estaban tomando metilfenidato u otros psicotrópicos. “A nosotros nos habían llegado ya medicados al secundario. Son chicos a los cuales, en general, se los ha comenzado a tratar con estas drogas en la primaria, a partir de 3º o 4º grado. En esto han colaborado bastante las escuelas, en el sentido de orientar y sugerir una derivación que conduce linealmente a este tratamiento.”
Luego de elaborar el tema con padres y docentes, en su colegio el porcentaje bajó al uno por ciento.
Sin embargo, quienes trabajan en educación advierten que la tendencia a usar estimulantes con los chicos (e incluso otro tipo de medicación como los antidepresivos) se ha ido difundiendo desde los sectores sociales medios altos a los medios-medios. A mediados de mayo, el problema fue abordado por la directora de área de educación especial porteña, Silvia Dubrovsky, quien sintetizó el cuadro de situación en una frase: “No es raro que dentro del aula nos encontremos con niños que vienen a la escuela medicados y que recién a media mañana estén en condiciones de estar en clase”.
Mucho más al sur de la ciudad, en San Cristóbal, Guillermo Volkind, director del secundario El Taller, confirma que allí han tenido casos de alumnos medicados. Volkind es parte del nuevo movimiento contra la patologización de la infancia. “Tuvimos el caso de un papá, que era médico y que decidió no suministrarle más la droga a su hijo porque un día la probó él y quedó muy desencajado. ‘Si a mí me pasó esto yo a mi hijo no se lo doy’, nos planteó. Recién un par de años después encontramos un artículo sobre qué era la ritalina y cómo se estaba difundiendo su uso.”
Patricia, la madre de Martín, también después de informarse decidió que su hijo dejara el tratamiento. “Empecé a investigar, me metí en Internet y decidí hacer más consultas. Una segunda psiquiatra me recomendó que no le diera nada y que, en todo caso, hiciéramos una terapia psicológica. Le sacamos todas las pastillas. Martín continúa siendo inquieto, pero siguió adelante con la escuela y le fue bien. Ahora está en primer año.”
En el año 2005, los laboratorios facturaron 150 millones de pesos en el rubro de estimulantes y otras drogas destinadas a chicos inquietos y desatentos en la escuela. Esos 150 millones expresaron un cincuenta por ciento más de ventas que en el año anterior. En Argentina, el mercado de la infancia es un territorio todavía a conquistar para la industria farmacéutica.
El sector ha presionado en el Congreso para que el Trastorno por Déficit de Atención sea declarado una discapacidad, lo que comprometería al Estado y a las obras sociales a adquirir los medicamentos que “curan” el dda, para suministrarlos en los hospitales y a sus afiliados.
Como parte de la misma estrategia, detrás del Síndrome por Déficit de Atención avanzan otras “enfermedades” de diagnóstico rápido. Gabriela Dueñas las enumera: “tea (Trastorno Específico de Aprendizaje), toc (Trastorno Obsesivo Compulsivo, el que sufre Jack Nicholson en la película Mejor imposible), tgd (Trastorno Generalizado de Desarrollo) y todd (Trastorno Oposicionista Desafiante)”, para los chicos-problema.
 
Hipótesis de moda
¿Por qué esta tendencia encuentra espacio en la Argentina 2007? Los tres especialistas consultados arriesgan sus hipótesis:
 
Dueñas: “Creo que tiene que ver con las ideologías que Zygmunt Bauman describe como la modernidad líquida. Optamos por las soluciones rápidas, ya. En este caso, la solución es una medicación que rápidamente obtura la dificultad. Eso es algo que se estimula desde la cultura en la que vivimos. Fijate que las propagandas son: ‘aprendé inglés sin estudiar’, ‘adelgace sin dejar de comer’, ‘fortalezca sus músculos sin hacer gimnasia’. Todas promotoras de la respuesta rápida”.
 
Vasen: “En general, la escuela antes contenía y la familia también, de una manera a veces autoritaria, rígida, es cierto. Pero lo que hay actualmente es del orden de la inconsistencia. Es decir, si antes la queja podía ser del lado del autoritarismo y la rebelión, en este momento es más bien del aburrimiento, de la falta de enganche, por la inconsistencia que propone la escuela en general. La investidura del maestro está deteriorada. Antes era vivido como un transmisor de saber y una fuente básica de formación para el niño, junto con los padres. En en estos momentos, llevado al extremo, lo que dice el maestro es una opinión más y el chico pasa a ser una suerte de cliente que pretende tener siempre razón y que se ubica en un lugar que no es el del que va a tratar de formarse para ser un ciudadano futuro, sino de aquel que va a tratar de adquirir algunas capacidades para después desempeñarse en el mercado laboral”.
 
Volkind: “Con los pibes hubo una suerte de ensañamiento. En lugar de verlos como víctimas de condiciones de vida, se los comenzó a mirar como peligrosos y aparecieron respuestas desde lo más mecánico. También tiene que ver con la vieja discusión sobre cuánto es biológico y cuánto social. No es casual que esto encuentre espacio en años en que se han destituido teorías que explican la complejidad de lo social y cuando tienen más aire teorías que explican lo psicológico desde la biología. Sobre esta tendencia a aislar el aspecto biológico del conflicto o del síndrome se montan los laboratorios”.
 
 
Con triple receta
Por su potencialidad adictiva, el metilfenidato está incluido en el listado de drogas de alta vigilancia controladas por la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (jife) de la onu. En Argentina se vende con receta por triplicado, es decir con el mismo tratamiento que la morfina.
Los especialistas advierten que el peligro de adicción no se limita al metilfenidato, sino que “buena parte, si no todas las drogas aprobadas para uso en Déficit de Atención, y particularmente los estimulantes, tienen potencial adictivo”, señalan Roberto Diez, Inés Bignone y María Serrate, titular de cátedra de Farmacología de la uba y médicas de la Unidad de Farmacovigilancia de la uba, respectivamente, en el libro “add ¿una patología de mercado?”
 
¿Son drogas de control?– pregunta MU a Vasen.
Sí, si se tiene en cuenta la masividad de su uso. Es cierto que hay muchos más chicos inquietos e hiperactivos, esto es un paradigma de nuestra época. Estos chicos en las escuelas, en las casas, son más demandantes, desafiantes, problemáticos, y requieren de un sobreesfuerzo. Desde este punto de vista, es claro que los medicamentos terminan siendo formas de control social de la infancia, porque toda intervención con un psicofármaco tiene un trasfondo autoritario, de restitución de un orden, de una normalidad. No quiere decir con esto que esté mal usar fármacos (me gustaría aclarar que yo, como médico, los utilizo), pero creo que el tema es utilizarlos en la medida en que se acompañan de una estrategia que apunte no solamente a un aquietamiento o a que los niños sean más “eficaces”, sino a una producción del chico para mejorar su situación.
 
Vasen pregunta: cuando la escuela, los padres, la medicina, el mundo adulto, no pueden leer con más detenimiento los síntomas de los chicos,. ¿a quién le falta, verdaderamente, prestar atención?

Artes

Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro

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La revista Llegás lanza la 8ª edición de su tradicional encuentro artístico, que incluye 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas. Del 31 de agosto al 12 de septiembre habrá espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. El festival llega con una victoria bajo el brazo: este jueves el Senado rechazó el decreto 345/25 que pretendía desguazar el Instituto Nacional del Teatro.

Por María del Carmen Varela.

«La lucha continúa», vitorearon este jueves desde la escena teatral, una vez derogado el decreto 345/25 impulsado por el gobierno nacional para vaciar el Instituto Nacional del Teatro (INT).

En ese plan colectivo de continuar la resistencia, la revista Llegás, que ya lleva más de dos décadas visibilizando e impulsando la escena local, organiza la 8ª edición de su Festival de teatro, que en esta ocasión tendrá 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas, en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. Del 31 de agosto al 12 de septiembre, más de 250 artistas escénicos se encontrarán con el público para compartir espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia.

El encuentro de apertura se llevará a cabo en Factoría Club Social el domingo 31 de agosto a las 18. Una hora antes arrancarán las primeras dos obras que inauguran el festival: Evitácora, con dramaturgia de Ana Alvarado, la interpretación de Carolina Tejeda y Leonardo Volpedo y la dirección de Caro Ruy y Javier Swedsky, así como Las Cautivas, en el Teatro Metropolitan, de Mariano Tenconi Blanco, con Lorena Vega y Laura Paredes. La fiesta de cierre será en el Circuito Cultural JJ el viernes 12 de septiembre a las 20. En esta oportunidad se convocó a elencos y salas de teatro independiente, oficial y comercial.

Esta comunión artística impulsada por Llegás se da en un contexto de preocupación por el avance del gobierno nacional contra todo el ámbito de la cultura. La derogación del decreto 345/25 es un bálsamo para la escena teatral, porque sin el funcionamiento natural del INT corren serio riesgo la permanencia de muchas salas de teatro independiente en todo el país. Luego de su tratamiento en Diputados, el Senado rechazó el decreto por amplia mayoría: 57 rechazos, 13 votos afirmativos y una abstención.

“Realizar un festival es continuar con el aporte a la producción de eventos culturales desde diversos puntos de vista, ya que todos los hacedores de Llegás pertenecemos a diferentes disciplinas artísticas. A lo largo de nuestros 21 años mantenemos la gratuidad de nuestro medio de comunicación, una señal de identidad del festival que mantiene el espíritu de nuestra revista y fomenta el intercambio con las compañías teatrales”, cuenta Ricardo Tamburrano, director de la revista y quien junto a la bailarina y coreógrafa Melina Seldes organizan Llegás.

Más información y compra de entradas: www.festival-llegas.com.ar

Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro
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Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

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A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.

Por María del Carmen Varela

Fotos Lina Etchesuri para lavaca

Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.

Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.

Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.

Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.

El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.

Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.

Continuará.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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La vida de dos mujeres en la Isla de la Paternal, entre la memoria y la lucha: una obra imperdible

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Una obra única que recorre el barrio de Paternal a través de postas de memoria, de lucha y en actual riesgo: del Albergue Warnes que soñó Eva Perón, quedó inconcluso y luego se utilizó como centro clandestino de detención; al Siluetazo de los 80´, los restoranes notables, los murales de Maradona y el orfanato Garrigós, del cual las protagonistas son parte. Vanesa Weinberg y Laura Nevole nos llevan de la mano por un mapa que nos hace ver el territorio cotidiano en perspectiva y con arte. Una obra que integra la programación de Paraíso Club.

María del Carmen Varela

Las vías del tren San Martín, la avenida Warnes y las bodegas, el Instituto Garrigós y el cementerio de La Chacarita delimitan una pequeña geografía urbana conocida como La Isla de la Paternal. En este lugar de casas bajas, fábricas activas, otras cerradas o devenidas en sitios culturales sucede un hecho teatral que integra a Casa Gómez —espacio dedicado al arte—con las calles del barrio en una pintoresca caminata: Atlas de un mundo imaginado, obra integrante de la programación de Paraíso Club, que ofrece un estreno cada mes.

Sus protagonistas son Ana y Emilia (Vanesa Weinberg y Laura Nevole) y sus versiones con menos edad son interpretadas por Camila Blander y Valentina Werenkraut. Las hermanas crecieron en este rincón de la ciudad; Ana permaneció allí y Emilia salió al mundo con entusiasmo por conocer otras islas más lejanas. Cuenta el programa de mano que ambas “siempre se sintieron atraídas por esos puntos desperdigados por los mapas, que no se sabe si son manchas o islas”.

La historia

A fines de los ´90, Emilia partió de esta isla sin agua alrededor para conocer otras islas: algunas paradisíacas y calurosas, otras frías y remotas. En su intercambio epistolar, iremos conociendo las aventuras de Emilia en tierras no tan firmes…

Ana responde con las anécdotas de su cotidiano y el relato involucra mucho más que la narrativa puramente barrial.  Se entrecruzan la propia historia, la del barrio, la del país. En la esquina de Baunes y Paz Soldán se encuentra su “barco”, anclado en plena isla, la casa familiar donde se criaron, en la que cada hermana tomó su decisión. Una, la de quedarse, otra la de marcharse: “Quien vive en una isla desea irse y también tiene miedo de salir”.

A dos cuadras de la casa, vemos el predio donde estaba el Albergue Warnes, un edificio de diez pisos que nunca terminó de construirse, para el que Eva Perón había soñado un destino de hospítal de niñxs y cuya enorme estructura inconclusa fue hogar de cientos de familias durante décadas, hasta su demolición en marzo de 1991. Quien escribe, creció en La Isla de La Paternal y vio caer la mole de cemento durante la implosión para la que se utilizó media tonelada de explosivos. Una enorme nube de polvo hizo que el aire se volviera irrespirable por un tiempo considerable para las miles de personas que contemplábamos el monumental estallido.

Emilia recuerda que el Warnes había sido utilizado como lugar de detención y tortura y menciona el Siluetazo, la acción artística iniciada en septiembre de 1983, poco tiempo antes de que finalizara la dictadura y Raúl Alfonsín asumiera la presidencia, que consistía en pintar siluetas de tamaño natural para visibilizar los cuerpos ausentes. El Albergue Warnes formó parte de esa intervención artística exhibida en su fachada. La caminata se detiene en la placita que parece una mini-isla de tamaño irregular, sobre la avenida Warnes frente a las bodegas. La placita a la que mi madre me llevaba casi a diario durante mi infancia, sin sospechar del horror que sucedía a pocos metros.

El siguiente lugar donde recala el grupo de caminantes en una tarde de sábado soleado es el Instituto Crescencia Boado de Garrigós, en Paz Soldán al 5200, que alojaba a niñas huérfanas o con situaciones familiares problemáticas. Las hermanas Ana y Emilia recuerdan a una interna de la que se habían hecho amigas a través de las rejas. “El Garrigós”, como se lo llama en el barrio, fue mucho más que un asilo para niñas. Para muchas, fue su refugio, su hogar. En una nota periodística del portal ANRed —impresa y exhibida en Casa Gómez en el marco de esta obra— las hermanas Sosa, Mónica y Aída, cuentan el rol que el “Garri” tuvo en sus vidas. Vivían con su madre y hermanos en situación de calle hasta que alguien les pasó la información del Consejo de Minoridad y de allí fueron trasladas hasta La Paternal.  Aída: “Pasar de la calle a un lugar limpio, abrigado, con comida todos  los días era impensable. Por un lado, el dolor de haber sido separadas de nuestra madre, pero al mismo tiempo la felicidad de estar en un lugar donde nos sentimos protegidas desde el primer momento”. Mónica afirma: “Somos hijas del Estado” .

De ser un instituto de minoridad, el Garrigós pasó a ser un espacio de promoción de derechos para las infancias dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia de Argentina (SENAF), pero en marzo de este año comenzó su desmantelamiento. Hubo trabajadorxs despedidxs y se sospecha que, dado el resurgimiento inmobiliario del barrio, el predio podría ser vendido al mejor postor.

El grupo continúa la caminata por un espacio libre de edificios. Pasa por la Asociación Vecinal Círculo La Paternal, donde Ana toma clases de salsa.

En la esquina de Bielsa (ex Morlote) y Paz Soldán está la farmacia donde trabajaba Ana. Las persianas bajas y los estantes despojados dan cuenta de que ahí ya no se venden remedios ni se toma la presión. Ana cuenta que post 2001 el local dejó de abrir, ya que la crisis económica provocó que varios locales de la zona se vieran obligados a cerrar sus puertas.

La Paternal, en especial La Isla, se convirtió en refugio de artistas, con una movida cultural y gastronómica creciente. Dejó de ser una zona barrial gris, barata y mal iluminada y desde hace unos años cotiza en alza en el mercado de compra-venta de inmuebles. Hay más color en el barrio, las paredes lucen murales con el rostro de Diego, siempre vistiendo la camiseta roja del Club Argentinos Juniors . Hay locales que mutaron, una pequeña fábrica ahora es cervecería, la carnicería se transformó en  el restaurante de pastas Tita la Vedette, y la que era la casa que alquilaba la familia de mi compañera de escuela primaria Nancy allá por los ´80, ahora es la renovada y coqueta Casa Gómez, desde donde parte la caminata y a donde volveremos después de escuchar los relatos de Ana y Emilia. 

Allí veremos cuatro edificios dibujados en tinta celeste, enmarcados y colgados sobre la pared. El Garrigós, la farmacia, el albergue Warnes y el MN Santa Inés, una antigua panadería que cerró al morir su dueño y que una década más tarde fuera alquilada y reacondicionada por la cheff Jazmín Marturet. El ahora restaurante fue reciente ganador de una estrella Michelín y agota las reservas cada fin de semana.

Lxs caminantes volvemos al lugar del que partimos y las hermanas Ana y Emilia nos dicen adiós.

Y así, quienes durante una hora caminamos juntxs, nos dispersamos, abadonamos La Isla y partimos hacia otras tierras, otros puntos geográficos donde también, como Ana y Emilia, tengamos la posibilidad de reconstruir nuestros propios mapas de vida.

Atlas de un mundo imaginado

Sábados 9 y 16 de agosto, domingos 10 y 17 de agosto. Domingo 14 de septiembre y sábado 20 de septiembre

Casa Gómez, Yeruá 4962, CABA.

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