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Parar la olla: La crisis desde los barrios

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Más hambre y menos consumo. La droga, la policía y las organizaciones. El trabajo digno, la economía y la autogestión. La actualidad argentina y los futuros posibles, desde la cooperativa de recicladores Bella Flor de José León Suárez y la Unión Solidaria de Trabajadores de Avellaneda. Por Lucas Pedulla.

Son las once de la mañana de un martes helado y en el Centro Comunitario 8 de Mayo, en José León Suárez, la cocinera Clara Beatriz Vega -43 años, 18 en el Centro- revuelve con cuchara de madera un guiso burbujeante que cuida a fuego medio en una olla de metal de 50 litros. La rodean niños y niñas en remera. Ella, parada en puntas de pie sobre un banquito rojo, calcula que hace dos años el comedor funcionaba para 23 familias de lunes a sábado. “Hoy estamos en 47”, dice, sin dejar de revolver.

De fondo hay un taller de percusión, y en una de las paredes una cartulina naranja refleja algunas ideas escritas por esos niños. Parece un juego, pero es un programa político: en una columna se lee “lo que no” y en la otra, “lo que sí”.

Lo que no: Violencia, pegarse, escupirse, malaspalabras, agarase a las piñas, gritarse, enpugarse, matarse, entrar a la cocina sin permiso.

Lo que sí: amarnos, conpartir, escucharnos, ser amable, abrazarnos tiernamente, bañarnos.

Alguien podrá decir que hay faltas de ortografía, pero lo que revela la cartulina naranja pegada a una pared de un comedor de una cooperativa de reciclaje en el fondo del partido de San Martín, al norte del conurbano bonaerense, es otra cosa. Es hasta dónde hay que ir para aprender a leer, con lucidez, el caos.

Lo escribieron niñas y niños de 5 a 11 años del Centro Comunitario 8 de Mayo, apenas uno de los 56 asentamientos y villas de la zona, construido literalmente sobre la basura. El nombre es por su natalicio: este mayo sopló los 20 años de una experiencia territorial que aglutina comida, talleres, capacitaciones y cooperativas de reciclado que crearon un trabajo notable para el medio ambiente y los cirujas que vivían de lo que encontraban en la Quema, el relleno del CEAMSE que recibe casi 17.000 toneladas diarias de desperdicios de 34 municipios del conurbano y de la Ciudad de Buenos Aires.

Parar la olla: La crisis desde los barrios

Las chicas de Bella Flor, entre el comedor y el basural.
Foto: Nacho Yuchark

Hambre que quema

Hoy hay paro docente y María Noemí Amarilla -45 años, 18 en el Centro, 7 hijos-, una de las coordinadoras de la mañana, lo apunta como un dato. “Los chicos desayunan acá, almuerzan acá y meriendan acá. Ellos se levantan y lo que hacen es manotear el primer recipiente que encuentran y se vienen, porque saben que acá va a haber alguien que les va a lavar la manito, la carita y les va a dar una fruta”.

¿Vienen solos? “En el barrio tenemos un gran problema que es la adicción a las drogas. La tenemos en la esquina. Y muchos de los papás de los nenes tienen problemas con la droga y el alcohol”. ¿La droga es paco? “La droga es todo, no sólo paco. Y eso hace que no sólo tengamos que entregar un desayuno y un almuerzo, sino también ponerle una media al que viene descalzo, bañarlo, cambiarlo. La situación no es sólo la pobreza: hay que visualizar este tema como una enfermedad. Los chicos tienen el kiosco a mano y se complica más. Por eso, este es un lugar de contención”.

Niños de seis años que vienen a buscar el guiso solos. “Los tupper que traen son más grandes que sus manitos”, describe Clara.

¿Y qué hacen ustedes?

Los acompañamos para que no se quemen.

Datos de la basura

Lorena Pastoriza -ex cartonera, actual recicladora de basura- es el motor del Centro Comunitario 8 de Mayo: fue su fundadora y hoy integra la Cooperativa de Reciclado Bella Flor, que da trabajo a unas 100 personas del barrio. Su pequeña oficina es un trailer con elementos encontrados en la Quema, al lado de una montaña de basura que se acumula para ser procesada luego en el galpón. “Vi en un noticiero un título que era como estar viendo la tele en el 2001: hablaba de recesión económica”.

¿Ven eso en el barrio?

No lo vemos: lo sentimos. El hambre impacta, además, visualmente. La basura es el indicador de cómo estamos socialmente consumiendo: podés medir la política y la economía a través de la basura. Por ejemplo, hace siete u ocho años, podíamos tener un camión lleno de botellas de vino y de Coca Cola cada 15 días. Hoy, con mucha suerte, estamos sacando uno cada 40. Y no es ni un chasis completo: antes eran 65 fardos, hoy sacamos 45, y tiene que pasar más de un mes. Eso te indica la caída del consumo. El vidrio también: de un tacho por semana pasamos a uno cada tres semanas.

¿Qué encuentran?

Yerba. Papel higiénico.

En Bella Flor saben que la yerba es, muchas veces, el reemplazo de un plato de comida. Jesús Amengual, del Centro, sigue dando números más certeros que el INDEC: “Tratamos 180 mil kilos de basura por día: recuperamos alrededor de 24 mil. Antes era un 35%, hoy estamos debajo del 15”.

Nora Rodríguez, 50 años, otra de las referentes del Centro, completa el panorama económico: “En estos últimos dos años se duplicó la complicación: cada vez tenemos menos material para reciclar. ¿Y sabés por qué? Porque volvió la gente a la calle: con carros, con pequeños changuitos, con cirujeo manual”.

La ecuación es menos fuentes de trabajo, menos materiales y más gente en la calle. Lorena: “En el barrio eso se traduce en la descomposición de la familia. La pobreza la arranca en pedazos, la destripa. Es una característica de la marginalidad. Y a eso sumá las drogas, las nuevas armas que usa el sistema para hacernos pelota”.

Desde la cocina del comedor, y con la misma precisión con la que separa zanahorias, corta cebollas, abre bolsas de arroz y mide la salsa para una olla de 50 litros, María dice: “La droga empezó a pegar muy fuerte hace dos años y medio”. Los vecinos cuentan que hace tres años se menudeaba marihuana, pero hoy el negocio es la cocaína. “Ni siquiera es cocaína: es crack”, precisa Lorena. Jesús suma a la complejidad: “Y el transa tampoco es el enemigo: es parte de una economía emergente de un barrio en una sociedad que se descompone. Atrás se esconde un negocio donde está la policía, el fiscal, el juez y el político, pero sólo cae el gil que es un vecino que hace eso para vivir”.

Una secuencia del barrio que no sale en Netflix: “Los soldaditos de la esquina están vendiendo. Llega la Brigada de la Bonaerense. Los soldaditos gritan ‘elisa, elisa’, la señal de alerta. Escapan. La Brigada copa la esquina. Lo insólito: comienza a vender por la ventanilla del móvil. Llega la Gendarmería. La Brigada escapa. Los gendarmes rompen las casas y se llevan al vecino drogado que estaba tirado en la esquina”.

Lorena: “Antes no había los muertos que tenés hoy en el barrio: hoy tenés uno por semana. Eso no estaba, no había esa violencia. Y también están cambiando las formas de matar o morir: hoy se usa prender fuego, como cualquier serie narco. Cambió la forma. ¿Por qué? No tengo análisis: hay que pensarlo. Pero esto se está dando”.

Jugar en equipo

En la otra punta del conurbano, y también desde la basura, floreció hace 15 años una organización. La Unión Solidaria de Trabajadoras (UST), en Avellaneda, es una cooperativa que se hizo cargo de recuperar y forestar el relleno sanitario del CEAMSE luego del cierre de Techint, en 2003. Eran 35 compañeros y hoy son 77, sin contar quienes trabajan en el polideportivo, en el centro agroecológico, en el bachillerato popular, en el comedor, todo construido por ellos mismos: entonces son 150. No sólo recuperaron trabajo, sino que crearon vida. Un ejemplo literal: plantaron 38 mil árboles en 350 hectáreas.

“Nos pasamos reuniones tratando de ver cómo nos ordenamos, nos organizamos y, sobre todo, cómo salimos de esta situación”, resume el proceso actual Mario Barrios, referente de la UST. “No veo otra salida que un gran quilombo, y eso siempre lo paga la gente más pobre. ¿Vamos a empezar a discutir si aumentan el salario social complementario de los que se están cagando de hambre? ¿En una sociedad tan fragmentada, donde los mismos pobres hablan de los negros de mierda y de las pibas que se embarazan por la asignación? Ahí nos han llevado”.

¿Qué salidas se ven, entonces?

Es complejo. Venimos trabajando eso con muchas organizaciones a nivel país, donde la situación está igual o peor: todas prevén un estallido, que la cosa no aguanta. Ahora: ¿cuáles son las estrategias? ¿Cómo nos juntamos más? ¿Cómo nos cuidamos? No hemos trazado una hipótesis en caso de que la conflictividad avance, pero sí planteamos cómo potenciamos nuestras organizaciones para defendernos y cuidarnos. O se resuelve por las buenas o por las malas, y por las malas pierde el que menos puede. Las diferencias son brutales: no merecemos pasar por la situación que estamos pasando, y eso es producto de la decadencia de la dirigencia que tenemos.

El logro de organizaciones como la UST fue saltar sobre los dirigentes.

Soy un convencido de que la economía social es una salida al sistema capitalista: lo demostramos. Pudimos hacer cosas que ni nos hubiésemos imaginado. Hoy hay 120 pibas que juegan al hockey en nuestro polideportivo, los chicos en fútbol infantil, la escuela secundaria. Veníamos en velocidad pensando el recambio generacional, la universidad de los trabajadores, pero ahora estamos trayendo de nuevo a nuestros jubilados para ayudar a pasar la situación compleja que atraviesa a las cooperativas.

¿Cómo se hace, en estos contextos, para hacer cosas que nunca imaginaste?

Nadie creyó que las pudiéramos concretar sin que se haga lo que normalmente pasaba: no nos choreamos plata, no cagamos a nuestros compañeros. Ante la decadencia, eso parece mucho. El combustible es la confianza en el otro. Y la herramienta es la comunidad. El orgullo más grande es que nada es de uno, sino de todos”.

Parar la olla: La crisis desde los barrios

Mario Barrios, de la UST.
Foto: Nacho Yuchark

Claves para subsistir

La Bella Flor y la UST son dos raras avis en esta cancha embarrada: a pesar de todo, siguen produciendo. “Al menos no tan heridas”, resaltan en José León Suárez. “Laburamos muchísimo en la época en que muchos hicieron la plancha o, por ahí, jugaron más a hacer política. Nosotros seguimos sembrando. Nuestro gol fue pensar en que el proyecto productivo se sostenga. Pensamos en la autonomía y en la autogestión de toda la organización. Así metimos la planta de reciclado: eso sostiene la pata educativa. Lo que nos permitió subsistir fue no habernos prestado como objeto de ningún partido de ningún color, de los que ganaban 70 lucas y nos pelotudeaban cuando vos ganabas nada, pero que hoy son los que vienen a pedirte laburo. A nosotros no nos dieron nada. Y fue el momento más crítico del comedor: no teníamos para hacer un guiso porque el único programa nos lo sacaron para dárselo a la ´orga nacional´. Hay una falta de respeto enorme a las organizaciones de base: la dirigencia va por un lado y las realidades de los sujetos por otro”.

¿Y en Avellaneda? Barrios: “Todo lo que hicimos fue con la inversión concreta de la plata de nuestros compañeros. Y hubo una buena gestión. Pero este Gobierno profundizó todo lo peor y no dejó una cagada por hacer. Nos peleamos mucho con el gobierno anterior: nosotros somos militantes barriales, la mayoría viene del peronismo, y le exigimos mucho más que a Macri. ¿Ahora qué podíamos esperar? Nada. Nosotros ya deberíamos tener la ley de expropiación en marcha, los créditos blandos que siempre pedimos y las políticas públicas para no quedar a merced de esta gente”.

Un cachito de cielo

¿Qué se puede hacer con tanta basura alrededor? En José León Suárez, Nora cuenta que empezó a cirujear a los 16 años: “Ser ciruja es ser libre. Trabajás con libertad, no tenés horarios ni que darle explicaciones a nadie. Es un trabajo que te dignifica porque no salís a chorear. Y te enseña a valorar mucho, porque si cirujeás una pava, la valorás. O un colchón, una plancha, una secadora de pelo. Todo lo que es mío, lo gané yo”.

Teresa Pérez, 34 años, es la coordinadora educativa del Centro: por los talleres pasan 100 niñas y niños del barrio de hasta 15 años. “Este relleno sanitario es el único que tiene aceptación de los vecinos porque hay muchos recicladores. El CEAMSE tiene 2.000 tipos, 2.500 camioneros, 500 policías, 5.000 cirujas, y el que se queda sin laburo sabe que tiene la Quema: es la opción para no morirse de hambre. Eso lo aprendí acá: con la Asignación Universal por Hijo como base de ingreso, el pobre se la rebusca. Eso no quita la responsabilidad del Estado: el profesor de matemática del Centro lo sostiene la cooperativa. ¿Cómo puede ser que lo mantenga una cooperativa de cirujas y el Estado diga que no hay recursos? ”.

Lorena piensa: “Macri hizo todos los deberes. Ya está. Terminó. ¿Qué sentido tiene discutirlo? Tenía un mandato del Banco Mundial, del FMI: lo cumplió. Ahora no tengo idea lo que se viene. Pero asusta. En el morfi, claramente, impacta. Entre hoy y el 2000 no hay diferencia: creció la demanda en comedores, las pibas empiezan a tener enfermedades broncorrespiratorias, los hospitales están inundados. El reciclado de la pobreza es terrible. La diferencia, me parece, es la militacia. No nos es igual pensar la resistencia hoy que en 2001. También porque cambian las formas. Son más perversas. Y la violencia de Estado se nos está haciendo común. La ejecutan y nosotros estamos haciendo agua, pensando en quiénes pueden ser los candidatos del 2019. Realmente estamos en otra dimensión. Mi frase es: la salida fue, es y será siempre colectiva. Llamala utopía, esperanza o como quieras. Es lo único que nos da un cachito de cielo. Siempre. Es una forma de vivir. Y tiene que ver con quiénes somos nosotros, de dónde venimos, por quién fuimos paridos. Hay una memoria”.

Jesús: “Una memoria de organización con una base de amor, de arte y de educación”.

Lorena suma: “Y que no es discursiva, sino de acción. Estamos llenos de discursos. Pero el tema ahora es cómo salimos de esta. Por ahí es donde tenemos que hilar fino. Mirarnos. Sentirnos. Es hasta una obligación que tenemos los que asumimos más responsabilidades, porque ahí va a estar la diferencia de cuántas vidas más o menos nos lleven estos procesos: nadie quiere más muertos en una plaza o en una esquina. No queremos más sangre nuestra. No queremos más mártires. Por eso, tenemos que ser muy criteriosos. Estamos obligados a repensarnos”.

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Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes […]

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La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes salvaron de que los uniformados la pasaran por arriba. En medio del narcogate de Espert, quien pidió licencia en Diputados por “motivos personales”, las imágenes volvieron a exhibir la debilidad del Gobierno, golpeando a personas con la mínima que no llegan a fin de mes, mientras sufría otra derrota en la Cámara baja, que aprobó con 140 votos afirmativos la ley que limita el uso de los DNU por parte de Milei.

Por Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla.

Fotos: Juan Valeiro.

Un jubilado de setenta y tantos eleva un cartel bien alto con sus dos manos. 

“Pan y circo”, dice. 

Pero el “pan” y la “y” están tachados, porque en este miércoles, como en esta época, lo que falta de pan sobra de circo. El triste espectáculo lo ofrece una vez más la policía, hoy particularmente la de la Ciudad, que desplegó un cordón sobre Callao, casi a la altura de Sarmiento, para evitar que la pacífica movilización de jubilados y jubiladas llegara hasta la avenida Corrientes. Detrás de los escudos, aparecieron los runrunes de la motorizada para atemorizar. Y envalentonados, los escudos avanzaron contra todo lo que se moviera, con una estrategia perversa: cada tanto, los policías abrían el cordón y de atrás salían otros uniformados que, al estilo piraña, cazaban a la persona que tenían enfrente. Algunos zafaron a último milímetro. 

Pero los oficiales detuvieron a cuatro: el jubilado Víctor Amarilla, el fotógrafo Fabricio Fisher, un joven llamado Cristian Zacarías Valderrama Godoy, y otro hombre llamado Osvaldo Mancilla.

Las detenciones de Cristian Zacarías y del fotógrafo Fabricio Fisher. La policía detuvo al periodista mientras estaba de espaldas. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

En esa avanzada, una jubilada llamada María Rosa Ojeda cayó al suelo por los golpes y fue la rápida intervención de los manifestantes, del Cuerpo de Evacuación y Primeros Auxilios (CEPA), y de otros rescatistas los que la ayudaron. “Gracias a todos ellos la policía no me pasó por encima”, dijo. Su única arma era un bastón con la bandera de argentina.

Como en otros miércoles de represión, la estrategia pareciera buscar que estas imágenes opaquen aquellas otras que evidencian el momento de debilidad que atraviesa el Gobierno. Hoy no sólo el diputado José Luis Espert, acusado de recibir dinero de Federico «Fred» Machado, empresario extraditado a Estados Unidos por una causa narco, se tomó licencia alegando “motivos personales”, sino que la Cámara baja sancionó, por 140 votos a favor, 80 negativos y 17 abstenciones, la ley que limita el uso de los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU) por parte del Presidente. El gobierno anunció un clásico ya de esta gestión: el veto.

Por ahora, el proyecto avanza hacia el Senado.

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

El poco pan

La calle preveía este golpe, y por eso durante este miércoles se cantó:

“Si no hay aumento, 

consiganló, 

del 3% 

que Karina se robó”. 

Ese tema fue el hit del inicio de la jornada de este miércoles, aunque hilando fino carece de verdad absoluta, porque las jubilaciones de octubre sí registraron un aumento: el 1,88%, que llevó el haber mínimo a $326.298,38. Sumado al bono de 70 mil, la mínima trepó a $396 mil. “Es un valor irrisorio. Seguimos sumergidos en una vida que no es justa y el gobierno no afloja un mango, es tremendo cómo vivimos”, cuenta Mario, que no hay miércoles donde no diga presente. “Nos hipotecan el presente y el futuro también, cerrando acuerdos con el FMI que nos impone cómo vivir, y no es más que pan para hoy y hambre para mañana, aunque el pan para hoy te lo debo”. 

Victoria tiene 64 años y es del barrio porteño de Villa Urquiza. Cuenta que desde hace 10 meses no puede pagar las expensas. Y que por eso el consorcio le inició un juicio. Cuenta que otra vecina, de 80, está en la misma. Cuenta que es insulina dependiente pero que ya no la compra porque no tiene con qué. Cuenta que su edificio es 100% eléctrico y que de luz le vienen alrededor de 140 mil pesos, más de un tercio de su jubilación. Cuenta que está comiendo una vez por día y que su “dieta” es “mate, mate y mate”. Vuelve a sonreír cuando cuenta que tiene 3 hijos y 4 nietos y cuando dice que va a resistir: “Hasta cuando pueda”. 

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

A María Rosa la salvó la gente de que la policía la pasara por arriba. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

El mucho circo

Desde temprano hubo señales de que la represión policial estaba al caer. A diferencia de los miércoles anteriores, la Policía no cortó la avenida Rivadavia a la altura de Callao. Tampoco cortó el tránsito, lo que permitió que los jubilados y las jubiladas cortaran la calle para hacer semaforazos. Después de media hora, cuando la policía empezó a desviar el tránsito y la calle quedó desolada, comenzó la marcha, pero en vez de rodear la Plaza de los Dos Congresos como es habitual, caminó por Callao en dirección a Corrientes, hasta metros de la calle Sarmiento, donde se erigió un cordón policial y empezó a avanzar contra las y los manifestantes. 

Desde atrás, irrumpieron con violencia dos cuerpos en moto: el GAM (Grupo de Acción Motorizada) y el USyD (Unidad de Saturación y Detención), pegando con bastones e insultando a quienes estaban en la calle. “Vinieron a pegarme directamente, mi pareja me quiso ayudar y lo detuvieron a él, que no estaba haciendo nada”, cuenta Lucas, el compañero de Cristian Zacarías, uno de los detenidos.

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Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Cercaron el lugar una centena de efectivos de la policía porteña, que no permitieron a la prensa acercarse ni estar en la vereda registrando la escena. 

“¿Alguien me puede decir si la detención fue convalidada”, pregunta Lucas al pelotón policial. 

Silencio. 

“¿Me pueden decir sí o no?”. 

Silencio.  

Un comerciante mira y vocifera: “¿Sabés lo que hicieron a la vuelta? Subieron a la vereda con las motos”.

Otro se acerca y pregunta: “¿A quién tienen detenido acá, al Chapo Guzmán?”

“No”, le responde seco un periodista: “A un pibe y a un jubilado”.

La Comisión Provincial por la Memoria confirmó las cuatro detenciones (fue aprehendida una quinta persona y derivada al SAME para su atención) y cuatro personas heridas. El despliegue incluyó la presencia también de Policía Federal, Prefectura y Gendarmería detrás del Congreso mientras el despliegue represivo fue «comandado por agentes de infantería de la Policía de la Ciudad». El organismo observó que después de semanas donde el operativo disponía el vallado completo, en los últimos miércoles el dispositivo dejó abierta una vía de circulación que es la que eligen las fuerzas para avanzar contra los manifestantes.

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También se hizo presente Fabián Grillo, papá de Pablo, que sufrió esa represión el 12 de marzo, en esta misma plaza, y continúa su rehabilitación en el Hospital Rocca. “Su evolución es positiva”, comunicó la familia. El fotorreportero está empezando a comer papilla con ayuda, continúa con sonda como alimento principal, se sienta y se levanta con asistencia y le están administrando medicación para que esté más reactivo. “Seguimos para adelante, lento, pero a paso firme”, dicen familiares y amigos. El martes, la jueza María Servini procesó al gendarme Héctor Guerrero por el disparo. El domingo se cumplirán siete meses y lo recordarán con un festival. 

Pablo Caballero mira toda esta disposición surrealista desde un costado. Tiene 76 años y cuatro carteles pegados sobre un cuadrado de cartón tan grande que va desde el piso del Congreso hasta su cintura:

  • “Roba, endeuda, estafa, paga y cobra coimas. CoiMEA y nos dice MEAdos. Miente, se contradice, vocifera, insulta, violenta, empobrece, fuga, concentra. ¿Para qué lo queremos? No queremos, ¡basta! Votemos otra cosa”.
  • “El 3% de la coimeada más el 7% del chorro generan 450% de sobreprecios de medicamentos”.
  • El tercer cartel enumera todo lo que “mata” la desfinanciación: ARSAT, INAI, CAREM, CONICET, ENERC, Gaumont, INCAA, Banco Nación, Aerolíneas, Hidrovía, agua, gas, litio, tierras raras, petróleo, educación. Una enumeración del saqueo.

El cuarto cartel lo explica Pablo: “Cobro la jubilación mínima, que equivale al 4% de lo que cobran los que deciden lo que tenemos que cobrar, que son 10 millones de pesos. No tiene sentido. Por eso, hay que ir a votar en octubre”.

Pablo mira al cielo, como una imploración: «¡Y que se vayan!».

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Artes

Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro

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La revista Llegás lanza la 8ª edición de su tradicional encuentro artístico, que incluye 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas. Del 31 de agosto al 12 de septiembre habrá espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. El festival llega con una victoria bajo el brazo: este jueves el Senado rechazó el decreto 345/25 que pretendía desguazar el Instituto Nacional del Teatro.

Por María del Carmen Varela.

«La lucha continúa», vitorearon este jueves desde la escena teatral, una vez derogado el decreto 345/25 impulsado por el gobierno nacional para vaciar el Instituto Nacional del Teatro (INT).

En ese plan colectivo de continuar la resistencia, la revista Llegás, que ya lleva más de dos décadas visibilizando e impulsando la escena local, organiza la 8ª edición de su Festival de teatro, que en esta ocasión tendrá 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas, en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. Del 31 de agosto al 12 de septiembre, más de 250 artistas escénicos se encontrarán con el público para compartir espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia.

El encuentro de apertura se llevará a cabo en Factoría Club Social el domingo 31 de agosto a las 18. Una hora antes arrancarán las primeras dos obras que inauguran el festival: Evitácora, con dramaturgia de Ana Alvarado, la interpretación de Carolina Tejeda y Leonardo Volpedo y la dirección de Caro Ruy y Javier Swedsky, así como Las Cautivas, en el Teatro Metropolitan, de Mariano Tenconi Blanco, con Lorena Vega y Laura Paredes. La fiesta de cierre será en el Circuito Cultural JJ el viernes 12 de septiembre a las 20. En esta oportunidad se convocó a elencos y salas de teatro independiente, oficial y comercial.

Esta comunión artística impulsada por Llegás se da en un contexto de preocupación por el avance del gobierno nacional contra todo el ámbito de la cultura. La derogación del decreto 345/25 es un bálsamo para la escena teatral, porque sin el funcionamiento natural del INT corren serio riesgo la permanencia de muchas salas de teatro independiente en todo el país. Luego de su tratamiento en Diputados, el Senado rechazó el decreto por amplia mayoría: 57 rechazos, 13 votos afirmativos y una abstención.

“Realizar un festival es continuar con el aporte a la producción de eventos culturales desde diversos puntos de vista, ya que todos los hacedores de Llegás pertenecemos a diferentes disciplinas artísticas. A lo largo de nuestros 21 años mantenemos la gratuidad de nuestro medio de comunicación, una señal de identidad del festival que mantiene el espíritu de nuestra revista y fomenta el intercambio con las compañías teatrales”, cuenta Ricardo Tamburrano, director de la revista y quien junto a la bailarina y coreógrafa Melina Seldes organizan Llegás.

Más información y compra de entradas: www.festival-llegas.com.ar

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Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

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A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.

Por María del Carmen Varela

Fotos Lina Etchesuri para lavaca

Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.

Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.

Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.

Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.

El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.

Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.

Continuará.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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