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Estudiando México

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Por qué los estudiantes son el blanco de la represión de estado. Al día siguiente de tomar El Zócalo por asalto, los estudiantes tuvieron que volver a movilizarse para liberar a 49 detenidos. El rol de las escuelas rurales en la resistencia al modelo neoliberal más salvaje de Latinoamérica. Por Eliana Gilet, desde México.

Estudiando México

A las cuatro de la tarde del 26 de setiembre de 2016 hay estudiantes de todos lados y por todos lados, que se organizan rápido en filas y columnas. No paran de cantar: “Lucha, lucha, lucha/ no dejes de luchar/ por una educación científica y popular”.

Conmemoran así el ataque a los normalistas de Ayotzinapa, una marca generacional para estos chavos, que deben ser de los jóvenes más pobres de México que logran acceder a una carrera de nivel terciario.

Lo que sucedió en Ayotzinapa se conoce aquí como La Masacre de Iguala -que toma el nombre de la ciudad en dónde fueron atacados los estudiantes, en el Estado de Guerrero-, el momento más, profundo y doloroso como ninguno, de una línea de agresión y represión estatal que viene de antes y ha continuado después. El último episodio de esta larga lista ocurrió al día siguiente de la marcha conmemorativa de Ayotzinapa.

Fue el 27, en uno de los estados del sur de México, Michoacán, tras una emboscada policial que se los llevó  cuando cortaban una ruta federal, 49 estudiantes estuvieron cuatro días presos. Mientras el Ministerio Público armaba la acusación en su contra para presentarla ante el juez de control (según el nuevo sistema acusatorio puesto en marcha en el sistema penal mexicano) la gente se movió para exigir la libertad de los estudiantes. Quemaron autos, se concentraron en la terminal de autobuses cuando los empresarios cortaron el transporte y más: retuvieron a cinco policías, con el apoyo de varias comunidades indígenas autónomas de la meseta Purépecha, hasta que todos los estudiantes fueron liberados.

Es la lección que aprendieron las poblaciones mexicanas: hay que reaccionar rápido y contundente, o los desaparecen o matan o procesan con causas armadas.

“Todo se realizó como medio de presión para la libertad de nuestros compañeros y creemos que fue efectivo con los últimos detenidos, pero seguimos teniendo ocho compañeros presos. Entendemos que, como siempre, su liberación fue producto de la movilización. Nuestros compañeros son presos políticos. Fueron detenidos mientras planteaban nuestras exigencias como normalistas del Estado, pero sólo hemos recibido represión y detenciones como respuesta del gobierno”, me explica una de las estudiantes de Michoacán, que se organizan en torno a la ONOEM (Organización de Normales Oficiales del Estado de Michoacán), una de las coordinadoras autónomas de estudiantes.

La joven se refiere a lo ocurrido el 15 de agosto de 2016, cuando 43 estudiantes de ese mismo Estado fueron detenidos en tres acciones policiales simultáneas. En la primera, detuvieron a 38 estudiantes en una carretera federal en donde hacían “actividades de boteo”. En criollo: mangueaban a los automovilistas. A esa misma hora, pero en Morelia, la capital del Estado, la policía detuvo a otros tres estudiantes de la Normal Superior, que prepara futuros profesores de secundaria. Los últimos dos estudiantes apresados ese día fueron detenidos cuando bajaban del autobús que los  llevaba de vuelta a la Escuela Rural de Tiripetío, en donde viven durante la semana. Era lunes, iban de regreso.

La justicia los acusó primero de haberse robado un patrullero de la policía estatal con ocho palos como armas. Como resultaba descabellada una turba de 43 estudiantes robándose tan poca cosa, la acusación se ciñó sobre los 8 estudiantes de Tiripetío.

Una semana antes, el presidente del Consejo Coordinador Empresarial del Estado, Arcadio Méndez Hurtado, salió a la prensa a exigir represión contra los normalistas michoacanos, especialmente contra los de las escuelas normales rurales, “en donde se prepara a los estudiantes con tácticas de guerrilla”.

El rol de los medios

n mes antes, los estudiantes nucleados en la Organización de Normales del Estado de Michoacán (ONOEM) habían armado “una trinchera” en un municipio indígena de la sierra: allí depositaron cerca de cien camiones y otros vehículos de distribución de productos de empresas privadas y trasnacionales. ¿Por qué lo hicieron? “Para presionar a los empresarios, que son los que verdaderamente manejan al gobierno, a atender nuestros reclamos”, respondió la estudiante consultada.

“Quieren desmovilizarnos, pero ocasionan lo contrario. En estas semanas hemos comprobado el apoyo total de las comunidades indígenas y de distintos sectores de la sociedad, a pesar de las campañas mediáticas montadas en nuestra contra. Sabemos que cuando hacemos actividades culturales, como la de los dos años de Ayotzinapa o cuando levantamos el plantón en Morelia el 15 de setiembre, los medios no las muestran. La trinchera sigue en pie y, a pesar de las detenciones, no tuvieron suficientes pruebas para acusar a nuestros compañeros. Es la misma situación en que están los ocho del 15 de agosto: también son presos políticos y exigimos su inmediata liberación”, dice la normalista.

Uno de los abogados que actuó ante las dos detenciones –en un mes, fueron casi 80 estudiantes– resume: “La mecánica judicial a la que los enfrentaron ya es conocida y el nivel probatorio contra ellos es siempre muy bajo. Tienen los testimonios de los propios policías y no mucho más”. Señala que lo que hizo la diferencia entre el caso de agosto (donde los estudiantes siguen presos) y la de setiembre (liberados bajo medidas cautelares, que incluyen no poder manifestarse) fue la fuerte movilización.

“Las Normales vienen de una tradición radical, porque si no, no  les hacen caso. Es la precariedad de recursos lo que los obliga a movilizarse, ya sea por presupuesto o por plazas (cupos de inscripción). La toma de camiones es una de las prácticas más extendidas en el tiempo”, explica el periodista Luis Hernández Navarro.

La ofensiva hacia las escuelas normales, que busca achicar su importancia como cantera de maestros y profesores, así como ahogarlas económicamente recortando presupuestos y retardando el pago de las becas con las que sobreviven los estudiantes, han sido las tácticas blandas del Estado, una vez que la represión quedó vibrando en el cuerpo de los pibes.

Ser maestro en México

La Reforma Educativa, -una de las estructurales de Enrique Peña Nieto, con la que se mantiene un conflicto abierto hace más de tres años – permite que cualquier persona con un título universitario, que pase un examen de admisión, pueda dar clases.

A los normalistas también los meten en esa bolsa, eliminando así el acceso directo a una plaza que tuvieron todas las generaciones anteriores. Una de sus reivindicaciones actuales más urgentes es garantizar el acceso pleno a todos los egresados a un puesto de trabajo público, ya que son ellos los que se han preparado específicamente para la tarea.

Hernández Navarro explica que el ataque a las escuelas rurales de maestros – que a su vez son bilingües porque deben manejar el español y una lengua originaria, para poder trabajar en comunidades indígenas– es mayor porque “para la tecno-burguesía, los campesinos sobran. Si fuera por ellos lo más fácil sería desaparecerlos, pero no pueden: hay resistencia”.

La otra marca de los normalistas es su capacidad de autogestión estudiantil. La Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México, FECSM, es la organización de estudiantes más antigua del país: fue fundada en 1935.

“Los estudiantes tienen incluso responsabilidad en la vida institucional de la escuela, desde el momento en que participan de la selección de nuevos internos, un proceso que no es nada fácil de atravesar. Cada escuela normal del país tiene su propia vida interna, pero los estudiantes tienen un perfil común: todos vienen de un mundo de escasez”.

Las escuelas normales representan lugares que tienen la particularidad de ser un espacio en el que la transmisión generacional es muy fuerte.

Explica el periodista Hernández Navarro: “Hay una comunidad imaginaria que va más allá de los alumnos activos: incluye a los ex alumnos, que se mantienen muy vinculados a las dinámicas de las escuelas. Es un tejido invisible que va más allá del espacio físico de la escuela, que es inter-generacional e inter-comunitario, y que vive en estrecha relación con las luchas de las comunidades en donde están insertas.”

¿Cómo se explica la etapa actual de conflictos que están atravesando las escuelas rurales?

Está enmarcado en un ataque genérico a la educación pública, en la reforma laboral de la educación, que es una espada de Damocles que pende sobre los maestros. La Reforma pretende cambiar su relación con el Estado, hacerlos perder su seguridad en el empleo, someterlos a vigilancia y a evaluaciones permanentes. Es el mismo conflicto que pretende que los estudiantes que egresan de las normales rindan exámenes para conseguir plazas en las que trabajar. Como si el magisterio no fuera una profesión de Estado, como si fuera borrón y cuenta nueva.

El Zócalo por sorpresa

La gran particularidad de la marcha a los dos años de Ayotzinapa fue que logró llegar a El Zócalo, la principal plaza de la capital mexicana, algo que hace más de un año está vedado a las movilizaciones. Cuando la vanguardia marcada por los estudiantes que llegaron a la capital desde la Normal Rural de Ayotzinapa entendieron lo que significaba, aminoraron la marcha y se quedaron todos agazapados. A la voz de “ahora” emprendieron una corrida furibunda que siguieron los de Michoacán, Chiapas, Puebla, Aguas Calientes y, atrás, los estudiantes del Instituto Politécnico, de la Preparatoria 5, de distintas carreras universitarias. Así, corriendo, enérgicos, entraron en El Zócalo.

Desde el atrio, los padres de los 43 estudiante desaparecidos remarcaron que esos jóvenes, salidos del medio de la nada, han sido los principales aliados en su lucha. Y les agradecieron. “Nuestros hijos es lo único que tenemos nosotros, los pobres” dijo Mario González, padre de César Manuel, desaparecido.

Los normalistas aplauden porque saben que existir ya es una lucha ganada, que son el blanco a exterminar, el germen de maestros rebeldes y de trabajadores que llegan a todos los rincones de este México que duele.

Ahí está su peligro.

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Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes […]

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La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes salvaron de que los uniformados la pasaran por arriba. En medio del narcogate de Espert, quien pidió licencia en Diputados por “motivos personales”, las imágenes volvieron a exhibir la debilidad del Gobierno, golpeando a personas con la mínima que no llegan a fin de mes, mientras sufría otra derrota en la Cámara baja, que aprobó con 140 votos afirmativos la ley que limita el uso de los DNU por parte de Milei.

Por Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla.

Fotos: Juan Valeiro.

Un jubilado de setenta y tantos eleva un cartel bien alto con sus dos manos. 

“Pan y circo”, dice. 

Pero el “pan” y la “y” están tachados, porque en este miércoles, como en esta época, lo que falta de pan sobra de circo. El triste espectáculo lo ofrece una vez más la policía, hoy particularmente la de la Ciudad, que desplegó un cordón sobre Callao, casi a la altura de Sarmiento, para evitar que la pacífica movilización de jubilados y jubiladas llegara hasta la avenida Corrientes. Detrás de los escudos, aparecieron los runrunes de la motorizada para atemorizar. Y envalentonados, los escudos avanzaron contra todo lo que se moviera, con una estrategia perversa: cada tanto, los policías abrían el cordón y de atrás salían otros uniformados que, al estilo piraña, cazaban a la persona que tenían enfrente. Algunos zafaron a último milímetro. 

Pero los oficiales detuvieron a cuatro: el jubilado Víctor Amarilla, el fotógrafo Fabricio Fisher, un joven llamado Cristian Zacarías Valderrama Godoy, y otro hombre llamado Osvaldo Mancilla.

Las detenciones de Cristian Zacarías y del fotógrafo Fabricio Fisher. La policía detuvo al periodista mientras estaba de espaldas. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

En esa avanzada, una jubilada llamada María Rosa Ojeda cayó al suelo por los golpes y fue la rápida intervención de los manifestantes, del Cuerpo de Evacuación y Primeros Auxilios (CEPA), y de otros rescatistas los que la ayudaron. “Gracias a todos ellos la policía no me pasó por encima”, dijo. Su única arma era un bastón con la bandera de argentina.

Como en otros miércoles de represión, la estrategia pareciera buscar que estas imágenes opaquen aquellas otras que evidencian el momento de debilidad que atraviesa el Gobierno. Hoy no sólo el diputado José Luis Espert, acusado de recibir dinero de Federico «Fred» Machado, empresario extraditado a Estados Unidos por una causa narco, se tomó licencia alegando “motivos personales”, sino que la Cámara baja sancionó, por 140 votos a favor, 80 negativos y 17 abstenciones, la ley que limita el uso de los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU) por parte del Presidente. El gobierno anunció un clásico ya de esta gestión: el veto.

Por ahora, el proyecto avanza hacia el Senado.

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

El poco pan

La calle preveía este golpe, y por eso durante este miércoles se cantó:

“Si no hay aumento, 

consiganló, 

del 3% 

que Karina se robó”. 

Ese tema fue el hit del inicio de la jornada de este miércoles, aunque hilando fino carece de verdad absoluta, porque las jubilaciones de octubre sí registraron un aumento: el 1,88%, que llevó el haber mínimo a $326.298,38. Sumado al bono de 70 mil, la mínima trepó a $396 mil. “Es un valor irrisorio. Seguimos sumergidos en una vida que no es justa y el gobierno no afloja un mango, es tremendo cómo vivimos”, cuenta Mario, que no hay miércoles donde no diga presente. “Nos hipotecan el presente y el futuro también, cerrando acuerdos con el FMI que nos impone cómo vivir, y no es más que pan para hoy y hambre para mañana, aunque el pan para hoy te lo debo”. 

Victoria tiene 64 años y es del barrio porteño de Villa Urquiza. Cuenta que desde hace 10 meses no puede pagar las expensas. Y que por eso el consorcio le inició un juicio. Cuenta que otra vecina, de 80, está en la misma. Cuenta que es insulina dependiente pero que ya no la compra porque no tiene con qué. Cuenta que su edificio es 100% eléctrico y que de luz le vienen alrededor de 140 mil pesos, más de un tercio de su jubilación. Cuenta que está comiendo una vez por día y que su “dieta” es “mate, mate y mate”. Vuelve a sonreír cuando cuenta que tiene 3 hijos y 4 nietos y cuando dice que va a resistir: “Hasta cuando pueda”. 

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

A María Rosa la salvó la gente de que la policía la pasara por arriba. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

El mucho circo

Desde temprano hubo señales de que la represión policial estaba al caer. A diferencia de los miércoles anteriores, la Policía no cortó la avenida Rivadavia a la altura de Callao. Tampoco cortó el tránsito, lo que permitió que los jubilados y las jubiladas cortaran la calle para hacer semaforazos. Después de media hora, cuando la policía empezó a desviar el tránsito y la calle quedó desolada, comenzó la marcha, pero en vez de rodear la Plaza de los Dos Congresos como es habitual, caminó por Callao en dirección a Corrientes, hasta metros de la calle Sarmiento, donde se erigió un cordón policial y empezó a avanzar contra las y los manifestantes. 

Desde atrás, irrumpieron con violencia dos cuerpos en moto: el GAM (Grupo de Acción Motorizada) y el USyD (Unidad de Saturación y Detención), pegando con bastones e insultando a quienes estaban en la calle. “Vinieron a pegarme directamente, mi pareja me quiso ayudar y lo detuvieron a él, que no estaba haciendo nada”, cuenta Lucas, el compañero de Cristian Zacarías, uno de los detenidos.

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Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Cercaron el lugar una centena de efectivos de la policía porteña, que no permitieron a la prensa acercarse ni estar en la vereda registrando la escena. 

“¿Alguien me puede decir si la detención fue convalidada”, pregunta Lucas al pelotón policial. 

Silencio. 

“¿Me pueden decir sí o no?”. 

Silencio.  

Un comerciante mira y vocifera: “¿Sabés lo que hicieron a la vuelta? Subieron a la vereda con las motos”.

Otro se acerca y pregunta: “¿A quién tienen detenido acá, al Chapo Guzmán?”

“No”, le responde seco un periodista: “A un pibe y a un jubilado”.

La Comisión Provincial por la Memoria confirmó las cuatro detenciones (fue aprehendida una quinta persona y derivada al SAME para su atención) y cuatro personas heridas. El despliegue incluyó la presencia también de Policía Federal, Prefectura y Gendarmería detrás del Congreso mientras el despliegue represivo fue «comandado por agentes de infantería de la Policía de la Ciudad». El organismo observó que después de semanas donde el operativo disponía el vallado completo, en los últimos miércoles el dispositivo dejó abierta una vía de circulación que es la que eligen las fuerzas para avanzar contra los manifestantes.

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Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

También se hizo presente Fabián Grillo, papá de Pablo, que sufrió esa represión el 12 de marzo, en esta misma plaza, y continúa su rehabilitación en el Hospital Rocca. “Su evolución es positiva”, comunicó la familia. El fotorreportero está empezando a comer papilla con ayuda, continúa con sonda como alimento principal, se sienta y se levanta con asistencia y le están administrando medicación para que esté más reactivo. “Seguimos para adelante, lento, pero a paso firme”, dicen familiares y amigos. El martes, la jueza María Servini procesó al gendarme Héctor Guerrero por el disparo. El domingo se cumplirán siete meses y lo recordarán con un festival. 

Pablo Caballero mira toda esta disposición surrealista desde un costado. Tiene 76 años y cuatro carteles pegados sobre un cuadrado de cartón tan grande que va desde el piso del Congreso hasta su cintura:

  • “Roba, endeuda, estafa, paga y cobra coimas. CoiMEA y nos dice MEAdos. Miente, se contradice, vocifera, insulta, violenta, empobrece, fuga, concentra. ¿Para qué lo queremos? No queremos, ¡basta! Votemos otra cosa”.
  • “El 3% de la coimeada más el 7% del chorro generan 450% de sobreprecios de medicamentos”.
  • El tercer cartel enumera todo lo que “mata” la desfinanciación: ARSAT, INAI, CAREM, CONICET, ENERC, Gaumont, INCAA, Banco Nación, Aerolíneas, Hidrovía, agua, gas, litio, tierras raras, petróleo, educación. Una enumeración del saqueo.

El cuarto cartel lo explica Pablo: “Cobro la jubilación mínima, que equivale al 4% de lo que cobran los que deciden lo que tenemos que cobrar, que son 10 millones de pesos. No tiene sentido. Por eso, hay que ir a votar en octubre”.

Pablo mira al cielo, como una imploración: «¡Y que se vayan!».

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Artes

Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro

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La revista Llegás lanza la 8ª edición de su tradicional encuentro artístico, que incluye 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas. Del 31 de agosto al 12 de septiembre habrá espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. El festival llega con una victoria bajo el brazo: este jueves el Senado rechazó el decreto 345/25 que pretendía desguazar el Instituto Nacional del Teatro.

Por María del Carmen Varela.

«La lucha continúa», vitorearon este jueves desde la escena teatral, una vez derogado el decreto 345/25 impulsado por el gobierno nacional para vaciar el Instituto Nacional del Teatro (INT).

En ese plan colectivo de continuar la resistencia, la revista Llegás, que ya lleva más de dos décadas visibilizando e impulsando la escena local, organiza la 8ª edición de su Festival de teatro, que en esta ocasión tendrá 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas, en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. Del 31 de agosto al 12 de septiembre, más de 250 artistas escénicos se encontrarán con el público para compartir espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia.

El encuentro de apertura se llevará a cabo en Factoría Club Social el domingo 31 de agosto a las 18. Una hora antes arrancarán las primeras dos obras que inauguran el festival: Evitácora, con dramaturgia de Ana Alvarado, la interpretación de Carolina Tejeda y Leonardo Volpedo y la dirección de Caro Ruy y Javier Swedsky, así como Las Cautivas, en el Teatro Metropolitan, de Mariano Tenconi Blanco, con Lorena Vega y Laura Paredes. La fiesta de cierre será en el Circuito Cultural JJ el viernes 12 de septiembre a las 20. En esta oportunidad se convocó a elencos y salas de teatro independiente, oficial y comercial.

Esta comunión artística impulsada por Llegás se da en un contexto de preocupación por el avance del gobierno nacional contra todo el ámbito de la cultura. La derogación del decreto 345/25 es un bálsamo para la escena teatral, porque sin el funcionamiento natural del INT corren serio riesgo la permanencia de muchas salas de teatro independiente en todo el país. Luego de su tratamiento en Diputados, el Senado rechazó el decreto por amplia mayoría: 57 rechazos, 13 votos afirmativos y una abstención.

“Realizar un festival es continuar con el aporte a la producción de eventos culturales desde diversos puntos de vista, ya que todos los hacedores de Llegás pertenecemos a diferentes disciplinas artísticas. A lo largo de nuestros 21 años mantenemos la gratuidad de nuestro medio de comunicación, una señal de identidad del festival que mantiene el espíritu de nuestra revista y fomenta el intercambio con las compañías teatrales”, cuenta Ricardo Tamburrano, director de la revista y quien junto a la bailarina y coreógrafa Melina Seldes organizan Llegás.

Más información y compra de entradas: www.festival-llegas.com.ar

Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro
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Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

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A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.

Por María del Carmen Varela

Fotos Lina Etchesuri para lavaca

Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.

Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.

Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.

Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.

El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.

Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.

Continuará.

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Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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