Mu105
Logia de barrio
Crónicas del más acá, de Carlos Melone.
Siempre la intriga tuerce mi mirada e incendia mi imaginación. En la elegante calle Colombres, epicentro paquete de las Lomas de Zamora, la casona está apretada entre las torres y los edificios que han proliferado en los últimos años. En el frente se lee con claridad: “Logia Giuseppe Mazzini”.
Puertas y ventanas siempre cerradas, nunca vi entrar o salir a nadie y el misterio se apoderaba de mi mente afiebrada por la droga, paka paka y el jarabe para la tos.
¿Orgías? ¿Ritos Satánicos? ¿Ritos Angélicos?¿Feria Americana?
Mi despoblado sistema neuronal no dejaba de mirar el cerrado caserón cada vez que pasaba por ahí…
Uno ha leído tanta historia y tanta historieta, desde la Logia Lautaro hasta el Código Da Vinci, que da cosita propia de las almas sencillas, rudimentarias, elementales como Yo. Lo que demuestra que leer puede ser nocivo para la salud.
Atención niños y señores Padres. Y Madres. Y anexos.
Un día, distraído, vi un banner en la ventana de la Casona: “Cumpleaños de la Logia Giuseppe Mazzini: Tenida Blanca abierta a la comunidad”.
Me gustaba mucho lo de Tenida Blanca; un lenguaje antiguo, en la frontera de la obsolescencia y con un toque de glamour: ¿Hay Tenidas Negras?
Oportunidad para saber qué oscuros misterios (los misterios siempre son oscuros, si no, no tendría gracia) abrazaban la casa con el nombre del ilustre Giuseppe.
Fui con mi mamá, que tiene 83 pirulos y me iba a defender de cualquier degenerado. Después se sumó mi hijo que tiene 28 y no me iba a defender de ningún degenerado.
El día indicado allí estábamos, con un inquietante parecido con la Armada Brancaleone.
Mucha gente en un salón preliminar rectangular, una suerte de living con pisos de madera y una biblioteca de puertas y vidrio, ausente de imponencia, lejana de abrumar a nadie, y con libros más antiguos que la humedad. Humedad que marcaba presencia en paredes centenarias.
Numerosos cuadros con fotos y algún retrato de Maestros Venerables, que son los que cortan el bacalao. Todo envejecido, fuera de encuadre, borroso, descuidado.
Posiblemente escondan algún secreto ignominioso, aunque empecé a sospechar que era mero descuido y negligencia sudamericana.
Los presentes hablaban como seres humanos, sin señas extraviadas o lenguajes esotéricos. Todos vestían elegantemente y no vi pasar ninguna doncella en bolas para ser sacrificada.
Mi decepción se puso en marcha.
A un llamado, pasamos a un salón contiguo, muy viejo también. Seríamos unas cien personas. La disposición del salón era con tribunas laterales a nivel del piso, un corredor central y un altar donde el Venerable estaba sentado en un trono.
Literal.
En diferentes lugares del salón había otros “hermanos” (así se llaman entre sí) vestidos de riguroso traje, con unos delantalcitos muy coquetos con dibujos tipo Marta Minujin y (algunos) con unas lanzas de utilería (de utilería coreana). Los susodichos irían cumpliendo distintas tareas a lo largo de la ceremonia.
Luego entraron con solemnidad algunas delegaciones de otras logias, anunciadas en un clima que navegaba entre la displicencia rioplatense y la pomposidad ario-europea.
En un momento se cantó el Himno Nacional y luego el Venerable, un tipo joven y elegante, hizo una serie de preguntas al Hermano Vigilante (un nombre que deberían revisar) con respuestas pre establecidas sobre qué es una logia y qué función e importancia tiene.
Igualito que cuando aprendí el catecismo.
Yo seguía esperando que se apagaran las luces y aparecieran las minas en bolas.
Mi mamá estaba encantada y empecé a sospechar si no sería parte de una conspiración.
Un señor voluminoso de una logia cuyo nombre no recuerdo fue invitado al discurso cumpleañero. El señor explicó, en un tono afable y didáctico, que desde la Revolución Agrícola del Neolítico hasta los Almuerzos de Mirta Legrand, pasando por las experiencias del Capitán Nemo, en todo estuvieron las Logias y la Masonería.
Ya me parecía.
Las luces seguían encendidas y nadie bebía sangre ni preparaba ningún complot, ni orgía, ni nada…
Sobre el cierre del acto, muy similar a una ceremonia religiosa, anunciaron que La Logia distinguiría a personas por su aporte a la comunidad y a la Humanidad.
Así fue que les entregaron diplomas al Secretario de la Cámara de Comercio de Lomas de Zamora y a un funcionario de la Secretaría de Cultura de la Municipalidad.
Ya me parecía.
Después vendría una enrevesada gestión para una entrevista con el Venerable (ante las vueltas, mis sospechas recobraron vigor) y ligué una invitación a una nueva Tenida Blanca, en la cual dos jóvenes iban a realizar una suerte de promesa de ingreso a la Logia, con los padrinazgos correspondientes.
Al final de cuentas, misterios las pelucas. Todo abierto, nada de secreto. Ni fiesta negra, ni copas que se mueven solas, ni fulanos/as colgados de algún lado.
Ya me parecía…
Estaba en Disney.
Asistí.
La ceremonia se repitió casi calcado del Rito Católico de la Misa. Variaba el contenido, pero lo demás…
Dos pibes (eran menores) fueron ungidos en una larga ceremonia. Había mucha menos gente que en la anterior, todos vestidos como para casamiento.
Los ungidos estaban nerviosos y el más pequeño (14 años) todo el tiempo se sonreía, en lo que parecía un tic provocado por la tensión ceremonial.
Pensé que en cualquier momento lo atravesaban con los sables de utilería, pero no. Se ve que son muy berretas… los sables.
Hubo una cálida bienvenida de un hermano de 93 años (candidato para mi vieja) con una lucidez y claridad que mi única neurona y Yo nos miramos avergonzados.
Finalmente me entrevisté con el Venerable, más por una curiosidad personal que por una necesidad de esta crónica que, ya se sabe, no quiere a la gente. Cuando se lo dije, una sombra de preocupación corrió muy veloz por sus ojos.
“Soy boleta” pensé. Van a hacer la ceremonia conmigo, en vez de con Angelina Jolie o alguna de las Xipolitakis.
Ya me parecía.
Pero fue amable y educado, incluso cuando me pidió ver la nota antes de que se publique y le dije, siempre con una sonrisa, que no.
Me entregó su tarjeta personal donde se destaca su condición de abogado.
Lamentablemente, en ese momento no estaba mi mamá.
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