Nota
Los caza imágenes: cómo fue la detención de los reporteros gráficos y por qué la Policía no quiere fotos

Esta foto la sacó el propio Bernardino Avila previo a ser detenido.
Foto: Bernardino Avila.
Dos fotógrafos que presenciaron el operativo policial durante la protesta de los trabajadores de Madygraf coinciden en que fue la detención de Bernardino Ávila, de Página 12, la que desencadenó la represión y las posteriores detenciones. Según el fotógrafo freelance Joaquín García Conde, “fue muy evidente que la detención de Ávila fue buscada”. Todos quienes estuvieron en la protesta de la imprenta recuperada-que denunciaba una licitación irregular del Ministerio de Educación- coinciden en que la manifestación era pacífica y desmienten las versiones que dejó trascender el jefe de seguridad de la Ciudad, Marcelo D´alesandro: no hubo agresión intencional a los policías ni tampoco se cortaron todos los carriles de la calle.
Para la defensoría 13 que actuó de oficio, los videos que circulan por redes bastan para avalar estas versiones y convertir en víctimas a quienes los gobiernos porteño y nacional tratan de victimarios: dos reporteros gráficos, un trabajador de la imprenta recuperada y una persona que acompañaba el reclamo (cuyo nombre trascendió como Quimey Miguez). Los cuatros están acusados de “lesiones leves, atentado y resistencia a la autoridad” y hasta el cierre de esta nota aguardan para prestar declaración en la Fiscalía 17 de la Ciudad luego de estar detenidos en la Comuna 8. Según la defensora Paula Lagos, “la racionalidad indica que se archive la causa por los videos de la represión”.

El momento en que tres policías detienen a Bernardino Ávila.
Foto: Joaquín García Conde.
Pero en esta historia urgente –que se teje mientras le toman declaración a los imputados, tras lo que se espera sean liberados- nada parece tan simple: según las charlas fuera de la comisaría en la comuna 8, la relación entre la policía (en particular, la Policía de la Ciudad) y los reporteros gráficos se viene tensando desde hace un tiempo. Uno de los propios fotógrafos que cubrieron el cudernazo de hoy supo reconocer a un policía de la Ciudad que “ya lo había reprimido hace dos años”. Desde la votación de la reforma previsional, fechan algunos, pasando por la votación del Presupuesto 2019 y otros hitos represivos que incluyen el verdurazo de la semana pasada en Constitución, los reporteros aseguran que la situación cambió y que la Policía ya no sólo no se deja fotografiar pasivamente, sino que pasó – como es evidente- a la ofensiva. “Es cada vez peor, está cada vez más difícil salir a cubrir en la calle. Se siente. Con los reporteros hay como una saña especial. ¿Por qué? Porque los ponemos en evidencia, porque hacemos imágenes que los describen como son. Eso es lo que los violenta”, asegura Joaquín García Conde, fotógrafo freelance. “Ya venimos siendo marcados los reporteros. Estamos acostumbrados a que nos filmen, a que nos puteen cuando pasamos por al lado”. Matías Baglietto, fotógrafo de La izquierda Diario, cree que la saña no es sólo con los reporteros sino con los trabajadores en general, pero reconoce: “Desde el mes de la desaparición de Santiago Maldonado, sí, la hay. Les molesta que te acerques”.
García Conde: “Pero lo de hoy ya fue muy evidente: lo tenían marcado y lo fueron a buscar. Nos estamos hablando con todos los colegas que estabámos ahí y todos sentimos lo mismo: que lo fueron a buscar”.

Una de las fotos de Joaquín García Conde que registra el momento de las detenciones.
La reconstrucción: “Lo fueron a buscar”:
La reconstrucción del contexto de las detenciones de hoy implica ir a la génesis de la protesta de los trabajadores de Madygraf, una imprenta recuperada que denuncia fue perjudicada por el Ministerio de Educación en una licitación millonaria. “Nos metimos en una licitación del Estado y fuimos los mejores oferentes, en precio y en calidad”, relataba minutos después de la represión la trabajadora María de los Ángeles Plett. “Como trabajadores venimos demostrando que nuestra cooperativa tiene toda la capacidad para imprimir manuales. No es la primera vez que nos presentamos a una licitación, no vamos a errar en ese sentido, tenemos la prueba de que presentamos todo en regla, bajo sus requisitos. Y el Ministerio de Educación dice que por irregularidades propias de ellos, dicen que el sobre de la cooperativa les llegó abierto: problema de ellos. Nosotros cumplimos con todo lo que teníamos que hacer y no nos la quieren dar. Hace 4 años que venimos gestionando la gráfica: no solo producimos sino quela ponemos al servicio de la sociedad. Por eso hicimos el cuadernazo, porque es la herramienta que tenemos para llegar a gente de la zona, a los niños donde el Estado no llega, porque es una forma de contarle a la sociedad el reclamo que estamos haciendo”.
El parentesco entre el verdurazo y el cuadernazo es evidente: ambos grupos de trabajadores eligieron como protesta la entrega de sus producciones a las personas, en el espacio público pero sin interrumpir la circulación de vehículos y transeúntes. Por ello, la represión de este tipo de protestas-propuestas queda en evidencia, como describe Angeles Plett: “La represión de hoy fue tremenda, una brutalidad enorme, nos estábamos manifestando pacíficamente, habíamos liberado los carriles que había que liberar y vino una provocación terrible de la policía, que desencadenó una represión. Se llevó presos a 4 compañeros, entre ellos Roberto Torres. El compañero de Pagina 12 es casualmente el que le sacó una foto a la anciana en el verdurazo”.
Plett remarca el “casualmente” para demostrar que no hubo, en la detención de Ávila, ninguna casualidad. Los dos fotógrafos que estuvieron en el momento de su detención cuentan lo que vieron de la siguiente manera:
- Matías Baglietto, La Izquierda Diario: “Lo que vi, objetivamente, es que cuando ellos se formaron para avanzar, poner el escudo, Ávila lo que hizo fue acercarse desde el otro lado, a las espaldas de los policías. Se acerca como para registrar eso porque se notaba que los tipos estaban para avanzar, o que se venía un gas o algo; cuando él se acerca uno lo empuja y lo quiere sacar. No quiere que registre desde cerca lo que iba a pasar. Ahí empiezan los empujones. En ese momento se desvía lo que era la manifestación hacia Rivadavia, empiezan empujones a Bernardino, empezaron a acercarnos y había trabajadores de Madygraf impidiendo que se lo lleven”.
- Joaquín, fotógrafo freelance: “Éramos, como mucho, 100 personas tranquilas. Un vallado policial nos rodeaba; no estaba pasando nada. De hecho, lo que pasó fue por fuera de la movilización: de pronto, vemos que del otro lado del vallado policial, tres policías lo empiezan a seguir a Bernardino. Él empieza a caminar hacia atrás, mientras los policías le gritaban y lo empujaban. Cuando nos acercamos, ahí es que se le tiran arriba, lo forcejean, le pegan palazos y se le paran dos policías encima. Ahí vienen más efectivos, que nos corren a todos violentamente. Y al rato vino el camión celular donde se lo llevaron”.

Bernardino Ávila, al ser detenido por la Policía de la Ciudad, en el camión celular antes de ser trasladado a la Comuna 8.
Foto: Joaquín García Conde
El otro fotógrafo detenido, Juan Pablo Barrientos de revista Cítrica, también sufrió el mismo modus operandi policial. Según llegó a relatar antes de quedar incomunicado, fue detenido mientras estaba fotografiando de cerca la detención de Bernardino. Tanto él como Ávila le aclararon a los efectivos que, por si no habían visto sus cámaras, ellos eran reporteros gráficos que estaban trabajando cubriendo la manifestación. Ya era tarde. García describe a la actitud policial como “muy violenta, para con la prensa sobre todo. Nos tiraron gases y repartieron palazos”.
Sobre el argumento policial (y mediático) de que los policías respondieron a una agresión de Avila, Baglietto es categórico: “Eso es mentira. Lo que hizo el fue acercarse cuando se venían venir, el aire se corta. Lo que hace Ávila es acercarse para estar re contra pegado a la acción. Lo quieren sacar, no quiere que el tipo registre de cerca. Lo querían correr”.
Baglietto, de nuevo, remarca que además de los periodistas hubo un trabajador detenido, y que entre todos existió una solidaridad marcada que conecta reporteros con pasión, medios independientes y fábricas recuperadas.
Todos tienen el mismo objetivo: poder trabajar y vivir mejor.
Nota
Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

Hoy se cumplen 23 años de los asesinatos de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki que estaban movilizándose en Puente Pueyrredón, en el municipio bonaerense de Avellaneda. No eran terroristas, sino militantes sociales y barriales que reclamaban una mejor calidad de vida para los barrios arrasados por la decadencia neoliberal que estalló en 2001 en Argentina.
Aquel gobierno, con Eduardo Duhalde en la presidencia y Felipe Solá en la gobernación de la provincia de Buenos Aires, operó a través de los medios planteando que esas muertes habían sido consecuencia de un enfrentamiento entre grupos de manifestantes (en aquel momento «piqueteros»), como suele intentar hacerlo hoy el gobierno en casos de represión de sectores sociales agredidos por las medidas económicas. Con el diario Clarín a la cabeza, los medios mintieron y distorsionaron la información. Tenía las imágenes de lo ocurrido, obtenidas por sus propios fotógrafos, pero el título de Clarín fue: “La crisis causó 2 nuevas muertes”, como si los crímenes hubieran sido responsabilidad de una entidad etérea e inasible: la crisis.

Darío Santillán.

Maximiliano Kosteki
Del mismo modo suelen mentir los medios hoy.
El trabajo de los fotorreporteros fue crucial en 2002 para desenmascarar esa mentira, como también ocurre por nuestros días. Por aquel crimen fueron condenados el comisario de la bonaerense Alfredo Franchiotti y el cabo Alejandro Acosta, quien hoy goza de libertad condicional.
Siguen faltando los responsables políticos.
Toda semejanza con personajes y situaciones actuales queda a cargo del público.
Compartimos el documental La crisis causó 2 nuevas muertes, de Patricio Escobar y Damián Finvarb, de Artó Cine, que puede verse como una película de suspenso (que lo es) y resulta el mejor trabajo periodístico sobre el caso, tanto por su calidad como por el cúmulo de historias y situaciones que desnudan las metodologías represivas y mediáticas frente a los reclamos sociales.
Nota
83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

83 días.
Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.
83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.
83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.
83 días y seis intervenciones quirúrgicas.
83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo.
83 días hasta hoy.
Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro.
Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”.
Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).
Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca.
El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”.
La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».
La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería.
Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.
Esta es parte de la vida que no pudieron matar:
Nota
La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen
Una obra teatral que recurre al milagro como ingrediente imprescindible para una transformación. Un niño santo en un pueblo perdido. Su primera intervención paranormal desata furor y de todas partes van a suplicarle lo imposible. La transfiguración de Miguelito Pepe es un unipersonal con la dramaturgia y dirección de Martina Ansardi en el que el actor Tuco Richat se pone en la piel de varios personajes que dialogan con lo sagrado y lo profano. Este viernes 30 de mayo a las 20.30 podés ver en MU Trinchera Boutique la primera de tres funciones.
Por María del Carmen Varela.
La transfiguración de Miguelito Pepe gira en torno a un fenómeno que sucede en un pueblo norteño. Miguelito, un niño de Famaillá, se convierte de la noche a la mañana en la gran atracción del pueblo. De todas partes van a conocerlo y a pedirle milagros. En todo el pueblo no se habla de otra cosa que del niño santo, el que escucha los pedidos de quien se le acerque y concede la gracia.
La obra tiene dramaturgia y dirección de la activista y artista travesti Martina Ansardi, directora teatral, actriz, bailarina, coreógrafa y socia de Sintonía Producciones, quien la ideó para que fuera itinerante.
Se trata de un unipersonal en el que el actor Tuco Richat se luce en varios personajes, desde una secretaria de un manosanta que entrega estampitas a quien se le cruce en el camino, una presentadora de televisiòn exaltada a un obispo un tanto resentido porque dios le concede poderes a un changuito cualquiera y no a él, tan dedicado a los menesteres eclesiásticos.
La voz de la cantante lírica Guadalupe Sanchez musicaliza las escenas: interpreta cuatro arias de repertorio internacional. A medida que avanza la trama, Richat irá transformando su aspecto, según el personaje, con ayuda de un dispositivo móvil que marca el ritmo de la obra y sostiene el deslumbrante vestuario, a cargo de Ayeln González Pita. También tiene un rol fundamental para exhibir lo que es considerado sagrado, porque cada comunidad tiene el don de sacralizar lo que le venga en ganas. Lo que hace bien, lo merece.
Martina buscó rendir homenaje con La transfiguraciòn de Miguelito Pepe a dos referentes del colectivo travesti trans latinoamericano: el escritor chileno Pedro Lemebel y Mariela Muñoz. Mariela fue una activista trans, a quien en los años `90 un juez le quiso quitar la tenencia de tres niñxs. Martina: “Es una referenta trans a la que no se recuerda mucho», cuenta la directora. «Fue una mujer transexual que crió a 23 niños y a más de 30 nietes. Es una referenta en cuanto a lo que tiene que ver con maternidad diversa. Las mujeres trans también maternamos, tenemos historia en cuanto a la crianza y hoy me parece muy importante poder recuperar la memoria de todas las activistas trans en la Argentina. Esta obra le rinde homenaje a ella y a Pedro Lemebel”.
Con el correr de la obra, los distintos personajes nos irán contando lo que sucedió con Miguelito… ¿Qué habrá sido de esa infancia? Quizás haya continuado con su raid prodigioso, o se hayan acabado sus proezas y haya perdido la condición de ser extraordinario. O quizás, con el tiempo se haya convertido, por deseo y elección, en su propio milagro.
MU Trinchera Boutique, Riobamba 143, CABA
Viernes 30 de mayo, 20.30 hs
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