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Arte de magia: pandemia y cultura independiente
Músicxs, actorxs, bailarinxs y espacios culturales comparten con MU las movidas y movimientos que crearon ante el aislamiento y el parate económico que afecta sus actividades, las primeras en cortar, las últimas en volver. Lo online, la gorra, los shows, la tienda, los videos, las fotos. La magia, el esfuerzo y el reclamo: que lleguen medidas, que eliminen impuestos y se reconozca este trabajo fundamental que sigue buscando no quedar aislado. Por María del Carmen Varela.
¿Cómo nombrar este tiempo que inhabilita el encuentro? “La anulación de la convivencia entre los cuerpos. Una prohibición de la reunión. Una interdicción del ritual. Una negación de la acción compartida”, plantea la escritora y dramaturga Laura Sbdar.
¿Cómo transitar la sucesión de días en que lo imposible reaviva el deseo? “En esa indagación podemos intentar cosas que se le parezcan, lo ‘más más más’ posible o inventar formas nuevas”.
Esas cosas lo más más más parecidas posibles y también formas nuevas suceden y se multiplican desde el inicio de la cuarentena. La pantalla es el punto de partida, la plataforma inevitable que nos transporta a otros territorios visibles y sonoros. Las yemas de los dedos se deslizan sin descanso por el microuniverso encapsulado detrás del cristal. El arte irrumpe.
¿Y qué hacen lxs artistxs en este momento? ¿De qué manera muestran lo que saben hacer? ¿Cómo generan sus ingresos? Performances en vivo, teatro online, clases virtuales, fiestas en vivo, radioteatros, streamings de música, charlas, relatos y poesía, audios por whatsapp que llegan en forma diaria, programas radiales, videos y películas gestados y ejecutados durante la pandemia.
El sector cultural es uno de los más afectados en este contexto. ¿A qué número de fase habrá que llegar para que una obra de teatro, de danza o un show musical ocurran en vivo y no detrás de una pantalla?
Nada es gratis
Cuando arrancó la cuarentena, la cantante de cumbia y otros géneros musicales Maira Jalil –nombre artístico Tita Print– y Julieta Laso –cantante de tango y otros ritmos, ex Fernández Fierro- tenían ya grabado y masterizado un tema de Tita: Mentira. Sólo faltaba filmar el videoclip. Quedaron separadas por 1.500 kilómetros: Tita en Ciudad de Buenos Aires y Julieta, en Salta junto a su pareja, la cineasta Lucrecia Martel. El desafío fue hacer el video sin recurrir al formato de pantalla partida, que era la opción más fácil en esta circunstancia. “Mentira es el primer single de mi nuevo disco Ser dama no es gratis y habla de un des-amor entre mujeres. Juli me mandó un video de ella con una máscara soldadora, piloto y guantes de trabajo, cantando a la luz de un foco, y me encantó el concepto. Me regaló esa idea de cuando el amor/desamor te pone a trabajar, a soldar lo que se rompió o a reconstruirte toda y nacer de nuevo al calor del trabajo con una misma. Pensé en cómo acoplarme a ese lenguaje y le pedí a mi carpintero amigo si me prestaba la amoladora, la camisa de trabajo y la máscara. La amoladora también tiró su magia de fuego y chispas y nos quedamos muy felices con el resultado. Poder repensarse y construir con lo que había fue algo bueno en medio de esta situación tan tremenda, una caricia al alma”, cuenta Tita. En cuanto al panorama que incumbe al sector cultural, agrega: “La pandemia es un gran golpe para la música y de la cultura en general. Podemos inventar videoclips caseros, ver la manera de grabar desde casa y gozarla lo más posible, pero lo que necesitamos son políticas públicas que nos reconozcan como trabajadorxs y que planteen cómo retomamos el trabajo, respetando el distanciamiento social y entendiendo que el streaming de ninguna manera reemplaza al vivo, ni como experiencia del público y de lxs artistxs, ni como ingreso económico, ni como nada”.
Matías Jalil es hermano de Tita, hijes de un taxista del barrio de Mataderos que amaba la cumbia –compuso una para la mamá de Tita y Mati– y hacía percusión con el volante cuando les llevaba a la escuela. Mati es guitarrista, compositor y director de la Orkesta Popular San Bomba, banda de cumbia con mix de ritmos latinoamericanos y balcánicos que arrancó hace una década y fue ganando cada vez más público gracias a su propuesta de baile cada vez que tocan en vivo. La última presentación antes del arranque de la cuarentena fue al aire libre en el carnaval de Pigüé. En la primavera tenían pensado festejar sus diez años con un festival ahora pospuesto, y están preparando un EP con nueva cantante. No pueden juntarse a ensayar, pero se reúnen de manera virtual una vez por semana para organizar actividades. Hacen un vivo los viernes con referentxs de bandas amigas, sorteos de sus primeros discos, remeras y cosas ricas y están preparando la fiesta Zoom Bomba con djs amigues, en la que se podrá participar gratuitamente y colaborar a la gorra virtual. Planean un show con entrada para presentar nuevos temas. “Es difícil para artistas independientes, hay que buscarle la vuelta. Nos presentamos a varios subsidios. Estamos en la trinchera, aguantándola, con amor y música”, cuenta Matías.
Otra de las bandas movilizadoras de cuerpos es la Delio Valdez. En lo que iba del año hasta el arranque de la cuarentena, ya habían hecho 25 shows. Tras los primeros días de desconcierto, tomaron una decisión como cooperativa: “Intentamos ampiar todas las posibilidades para generar ingresos porque el 90% de los provienen de shows en vivo. Así que lo primero que hicimos fue repartirnos de manera igualitaria los ingresos por derecho de autor. En vez de que los cobre cada compositor, los repartimos entre todes”, relata el clarinetista Santiago Moldovan. Algunes de les integrantes se venían dedicando al merchandising. Armaron el Almacén Lo de Valdez en Instagram y al cortarse los shows en vivo, agregaron buzos, remeras, güiros, pins y gorras. Hicieron videos caseros que tuvieron buena repercusión en las redes y están reacondicionando un espacio para que sea sede de la cooperativa y sala de ensayo de la banda. El 18 de julio cumplieron once años y lo festejaron desde su canal de YouTube con la presentación de un nuevo video y la posibilidad de aportar con un bono contribución.
Presente distópico
La banda de cumbia Sudor Marika decidió enfrentar este momento con la puesta en marcha del Distópico, un festival musical disidente que ya lleva dos ediciones. En la primera participaron Susy Shock, Son Pololos, Barbi Racanati y Gemma Ríos y en la segunda Ayelén Beker, Ro Tirita, Putite de Mamá y Marilina Bertoldi. “Decidimos activar este proyecto que busca, entre otras cosas, ayudar a sostener una escena disidente que se viene construyendo hace algunos años y desde distintos géneros musicales. El cruce es una de las características de nuestro festival que además juega a construir escenarios imaginarios, caseros, íntimos, con producciones que están filmadas solo para el festival, durante esta cuarentena”, relata Vicente Quintreleo, guitarra y voz. El festival es a la gorra virtual. “Así como nuestro sector fue el primero en parar, también va a ser el último en reactivarse. Esto nos hace saber que durante el 2020 seguramente no contaremos con escenarios ni espacios culturales, por lo menos en el AMBA, lo que nos afecta muchísimo tanto moral como económicamente”. Aclaran que van a sostener el festival durante el tiempo que sea necesario, pero no quieren acostumbrarse a estos modos distantes de relacionarse. Sueñan con un gran festival Distópico sobre un escenario, con cuerpos juntos, bailando y encontrándose, sin miedo.
Zona de contagio. Ese es el nombre de un ciclo de entrevistas que se realizan sábado por medio, mediante la plataforma Zoom y a la gorra virtual con idea de Juan y Matías Coulasso, gestores de Espacio Roseti. Pasaron referentes en artes escénicas, filosofía y cine. La bailarina, performer y directora Marina Otero conversó con la filósofa y escritora Esther Díaz. Fue un acto de condensación de experiencias, relatos, sentires, confesiones y la coincidencia de algunos aspectos de sus vidas que conmovió a las protagonistas de un encuentro virtual y emocional. También pasó por Zona de contagio el bailarín, coreógrafo y director Pablo Rotemberg, en una charla con el bailarín, actor y docente Sebastián Villacorta, sobre su trayectoria y muchas anécdotas. Antes de la charla podía verse el video de una obra emblemática de Rotemberg, El Lobo, estrenada en 2004. “Un material de archivo único, un tesoro oculto que vale la pena sacar a la luz”, dice Coulasso.
En Planta, espacio de investigación artística codirigido por la actriz y dramaturga Elisa Carricajo y el bailarín, coreógrafo y docente Juan Onofri Barbato, la propuesta es “Salud Audionautas”. Viajes de escucha, breves prácticas guiadas por voces de artistas. Son audioguías para recurrir a la imaginación y propiocepción. Ante la saturación de información visual, promueven “una interioridad a través de la escucha” desde una plataforma de audiollamada para grupos de hasta cien personas.
“Invitamos a artistxs a que produzcan prácticas que se guíen a través de la utilización de la voz sin imágenes ni interacción con los dispositivos. Tiene que ver con imaginarnos actividades y propuestas que produzcan una diferencia con la inercia que ya tenemos generada en el actual contexto que está muy tomado por las actividades virtuales de las cuales es muy difícil escapar”, cuenta Juan. Una de las acciones fue “Caminar con los pies”, en la que cada participante transita por las calles de su barrio, provisto de un celular con auriculares para ir escuchando la propuesta.
También en la vereda de lo sonoro aparece la idea de la bailarina y coreógrafa Josefina Gorostiza y el actor y docente Eddy García: un programa de radio, Pandemonium para la cultura, que puede escucharse en la web de lavaca.org. Sintieron que este es un momento para abrir los oídos. Entrevistas, micros sobre artes escénicas, propuestas literarias e información del sector cultural independiente son los ingredientes del Pandemonium que enfrenta la incertidumbre que genera la pandemia.
En sintonía con la escucha, surgió una experiencia teatral que viene funcionando muy bien: Amor de cuarentena. La idea nació de una decepción. El dramaturgo y escritor Santiago Loza hablaba sobre proyectos laborales con un productor uruguayo, y comentaron un artículo del diario español El País del 23 de abril cuyo titulo era “El otro fenómeno del confinamiento del que no se habla: el regreso de los ex”. Ambos notaron que ninguno había recibido ningún mensaje de sus ex amores durante la cuarentena. “En lo artístico, muchas veces aquello que no nos sucede por la vía de la realidad cotidiana nos lo inventamos desde la ficción y un poco en chiste, un poco en serio escribimos simulando un ex o una ex que te va dejando mensajes por whatsapp. La experiencia en sí misma no nace pensada como teatral, si queremos forzar alguna categoría podríamos llamarla sonoro-visual. Es una invitación a escuchar”, relata el director Guillermo Cacace. Durante 14 días consecutivos el “escucha” recibe en su celular mensajes del actor o actriz que haya elegido o, mejor dicho, de un o una ex que se contacta después de algún tiempo. Convocaron a Dolores Fonzi, Cecilia Roth, Camila Sosa Villada, Leonardo Sbaraglia y Jorge Marrale. “Es la primera vez que dirijo comunicándome por Zoom con los actores y actrices para ver por dónde pensar estas voces, estos personajes. El no poder reunirnos en una sala de ensayo hacía que los horarios fueran muy dispares. A la Roth le gustaba ensayar pasadas las diez de la noche. Sbaraglia me mandaba audios a las cinco de la mañana. Yo le quería dar una devolución en el momento pero esperaba a la mañana y seguíamos trabajando. Me gustó muchísimo respetar, ya que se podía, los distintos modos de cada persona”.
¿Qué pasa cuando los cuerpos no están presentes y toma más sentido el escuchar? “Está bueno discriminar entre los cuerpos que ya no están y los que están lejos y a los que podemos tener acceso mediante una pantalla o un audio. Quizás no es la manera que más nos gusta. Están, pero lejos. Amor de cuarentena generó un formato que tiene la particularidad de darnos un respiro a tanta pantalla, tanta imagen. Es una voz que quiere tocar, una voz táctil. La frecuencia sonora es algo que llega, que te toca: es física. Son modos de inventarnos proximidades en este momento”. ¿Qué recursos generan el entusiasmo por esta experiencia? “Quien está del otro lado asume un juego de roles por un ratito. Te hablo como si fueses mi ex y desde el momento en que no me lo negás, es porque entrás en el juego. No es que estás actuando diciendo un texto, también se actúa escuchando”.
Cacace lleva adelante Apacheta, su espacio de clases y ensayos, que había dejado impecable para iniciar las clases. Ahora está vacío y tuvo inconvenientes para pagar el alquiler. Como modo de subsistencia está dando clases online. “Como en tantos sectores de la cultura independiente la situación es desesperante. En medio de esta crisis lo interesante es armar comunidad. Está ARTEI, Escena, una nueva agrupación de técnicos y escenógrafos y se suma el PIT (Profesores Independientes de Teatro). Es muy alentador –en medio de tanto desastre– que existan estas agrupaciones, que también disparan el pensarnos juntos”. Parte de la recaudación de Amor de cuarentena se destinará a la Casa del Teatro y parte, por iniciativa de Camila Sosa Villada, al Archivo de la Memoria Trans.
Peligros de cierre
Los espacios culturales atraviesan -como todo el ámbito de la cultura independiente- un difícil momento. Se suma el pago de alquileres, servicios e impuestos que mantienen sus valores como si nada hubiera pasado. Para hacerle frente a la situación, florece la creatividad, los vivos por Instagram, organizan festivales virtuales y algunos hacen delivery de comidas.
Un festival solidario con la participación de artistas como Miss Bolivia, Barbi Recanati, Paula Maffia y Juli Laso, entre otrxs fue lo que propuso Casa Brandon junto a shows del dúo de gemelxs Opera Queer, Tita Print, Fucking Cuarentain (entrevistas a cargo de Michelle Lacroix) y El cuerpo expresivo, un ciclo de poesía erótica. También abrieron la cocina. “Los vivos los hacemos porque es importante seguir manteniendo una presencia y esto tiene que ver con los vínculos con la gente que genera con los espacios una pertenencia. Algo de plata se genera, no es mucha, se hace más porque somos unes enamorades y creemos profundamente en lo que hacemos”, dice Lisa Kerner, una de las fundadoras del lugar.
Otro espacio cultural que vino sumando gran cantidad de público, Feliza, está por cumplir tres años de vida. Sus hacedoras son Carla y Constanza: venían haciendo la fiesta Jolie, con la consigna “el miércoles es el nuevo sábado”. Jolie fue un éxito y les sirvió para ahorrar lo suficiente como para alquilar un espacio propio. La fiesta es la consecuencia de un foro que se llamaba Tres Jolie, donde más de 30.000 mujeres lesbianas y bisexuales de todo el mundo coincidían en hablar de cine, literatura, fotografía. Surgió la necesidad del encuentro físico, arrancó la Jolie con 20 personas y con el tiempo las fiestas llegaban a más de 1.000, con shows en vivo, performances y eventos de poesía. Coni: “Lo lindo de Feliza es no estar en el celular, pero por lo menos temporalmente las posibilidades de encuentro y de compartir el arte y la cultura se dan únicamente en Internet”. Hoy Feliza apuesta a los shows virtuales: el Festival del Orgullo, Karbaret Elektro Punk y van a celebrar su cumpleaños con un Festi-arcoiris de 6 días, con música, teatro, juegos e invitan a participar compartiendo foto-recuerdos. Tienen propuesta gastronómica y hace un mes arrancaron con delivery de tragos de autora.
El Teatro Mandril también se inclina por lo gastronómico: venden alimentos congelados y bebidas para generar recursos y sostener los ingresos de sus miembrxs y gastos mensuales. Hicieron vivos por Instagram a los que llamaron Mandril en casa, con la participación de artistas de la cooperativa y otrxs invitadxs. Lo recaudado se repartió entre la cooperativa, invitades y el Bachillerato Popular Mocha Celis. “Cuando surgió la posibilidad del streaming nos pusimos a pensar de qué manera ahora el Mandril deja de ser un teatro por un tiempo y pasa a ¿ser qué? ¿Un estudio de grabación? Fue buscar otra forma, ver de qué manera reinventarnos para seguir produciendo”, dice Emilia Cortelletti, socia de la cooperativa y acróbata.
Guau
Otro centro cultural que ve la pata gastronómica como una forma de generar recursos es el Tanque Cultural. “Hay varios servicios que no llegamos a pagar para dar prioridad al trabajo de les compañeres, pero sentimos el apoyo y la solidaridad que nos brindan vecines, amigues, familiares y en paralelo generamos nueva clientela, la mayoría nos eligen por ser un centro cultural cooperativo y porque ofrecemos variedad y calidad”. En cuanto a lo artístico, generan vivos con distintxs artistxs e intentan visibilizar la crisis de los espacios culturales.
El Tanque nació en 2017 como cooperativa con 16 socies que proponen un espacio en Mataderos. Su evento inauguración fue el festejo de cumpleaños de la artista Susy Shock.
“Somos uno más, de los cientos de espacios culturales que estuvieron al borde de cerrar, lo que aún puede suceder. Volver a preguntarse por el sentido de nuestra actividad nos resulta ineludible. No salimos rápidamente a reemplazar lo presencial por lo virtual, entendimos que ese vacío era una experiencia que teníamos que atravesar para salir de la alienación y construir desde allí una sensibilidad, desde un cuerpo vulnerable, quizás roto”, cuentan desde la Cooperativa Perra (ex Teatro del Perro) conformada por siete integrantes: técnicxs, bailarinxs, actorxs, gestorxs y músicxs. Realizan una olla popular los martes en coordinación con la Asamblea de Chacarita y también son sede para recibir donaciones para el Bachillerato Popular del Bajo Flores y del proyecto Artistas Solidarios que construyó una gran red durante este período de aislamiento. “Nos propusimos hacer un despliegue territorial para acercar a les vecines al teatro y construir redes necesarias para sortear la evidente crisis económica”. El 20 de agosto van a lanzar el Festival Jaurías del Mundo, con participación de reconocidxs artistxs de la danza, el teatro, la música, títeres y circo.
Los miércoles a las 22, a modo de ritual, la Orquesta Fernández Fierro sube un video que realizan sus integrantes de manera casera con sus celulares. Los lugares que tienen capacidad para menos de 300 personas no pueden llevar a cabo streamings pautados por el protocolo, que exige una persona cada 15 metros cuadrados, que sería una persona cada cuatro metros en un escenario, explica el Tano, iluminador de la banda y organizador de dos vivos con artistxs amigxs para recaudar fondos. “A la Fernández Fierro, con sus 13 músicos, se le hace difícil poder tocar en un escenario como el del CAFF que tiene 9 metros por 4. El protocolo fue como pedir un salvataje y lo que devolvieron fue un bote muy chiquito al que suben algunos y otros quedamos afuera, los que suben son los más poderosos que están viendo su propio ombligo”.
Los dedos del mago
Si alguien nos puede dar algunas pistas de cómo encarar este tiempo incierto es aquel que maneja saberes y prácticas para transformar lo ordinario en extraordinario, la carencia en abundancia: un mago. Nicolás Gentile porta este conocimiento. En época pandémica, lleva adelante “Ideotas de trasnoche”, “Amable traidor”, “Coliseo de magos”, “Copetín al paso” y otros eventos virtuales en los que despliega sus notables dotes de magia y desopilante actuación y en los que también participan invitades. Al darse cuenta de que el aislamiento no sería cuestión de pocos días, invirtió en algunos elementos tecnológicos que contribuyeran a mejorar la calidad de sus producciones. Clases de magia a magos de aquí y de otros países, charlas por zoom y shows online con invitación a participar de la gorra virtual forman parte de su sostén económico en estos meses.
¿Qué es esto? Dice Gentile mostrando sus dedos pulgar e índice separados por unos centímetros. Nada, dirían los más escépticos, reflexiona. O todo.
Con su truco y el virtuoso resultado Nico nos hace ver eso que hasta hace unos instantes, no parecía posible.
El arte sabe de esta potencia. O incluso de esa magia.
Si no hay, se inventa.
Si no existe, se crea.
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