CABA
Café sin patrón: la confitería Piazza, recuperada
Doce trabajadores y trabajadoras recuperaron en plena pandemia la histórica confitería a dos cuadras del Congreso. Salarios impagos, presiones y maltrato laboral. La salida cooperativa y autogestiva. ¿Qué cambia en las personas cuando se toma una decisión así? Los desafíos de las empresas recuperadas para lo que viene. Por Lucas Pedulla.

La última vez que la hizo bajar a la oficina para hablar sobre las posibilidades del trabajo en la confitería, Analía González sintió que, efectivamente, sería el último diálogo. Con 41 años, 10 de ellos abriendo las puertas todos los días a las 6:30 de la mañana, entendía que cada escalón que bajaba de Piazza era una certeza. Sin saberlo aún, en el subsuelo de la histórica cafetería ubicada a 200 metros de Congreso, se estaba horneando algo más que las medialunas que, dicen quienes saben, son las más ricas de toda la Ciudad de Buenos Aires. Ella sabía qué ingredientes estaban bajo cocción:
“Cada cuatro años cambiaba la razón social”.
“Cuando vino el macrismo la problemática se acentuó. Allí no solo la cambió, sino que nos borró la antigüedad”.
“No teníamos recibo de sueldo”.
“No teníamos aportes”.
“No pagaba las cargas sociales”.
“El aguinaldo ya era algo que no entraba en nuestro vocabulario”.
“Lo mismo con los feriados”.
“Teníamos sueldos de 17 mil pesos, pero a veces solo pagaba por día: 500 pesos, 300, otros decía que no podía dar nada”.
“Cuando empezó la pandemia, el día que cerró, me dio 1.000 que me debía. A otro compañero le dio 300 y le dijo que lo administrara bien porque se venían tiempos difíciles”.
La estrategia del dueño Hugo Fogel era la misma: hacía bajar a les 12 trabajadores de Piazza de forma individual. “Así dividía mucho. Ese día me dijo que pensara en ideas para activar: ‘Hay compañeros que no me sirven más y no voy a poder llamar a otros’”.
¿Y qué le dijiste?
Que él mismo me estaba ayudando a generar ideas. Le dije que la salida es colectiva. Y me fui.
La salida fue colectiva: el 7 de septiembre hicieron una asamblea en la puerta. Fogel llegó y no lo dejaron pasar. Le explicaron cada uno de los ingredientes. Y la decisión final: armar una cooperativa para sostener las fuentes de trabajo.
Hoy Analía es la presidenta.
El limbo pandémico
Piazza está ubicada en la Plaza Lorea frente a la Plaza de los Dos Congresos, desde 2001. Ricardo Arcajo –44 años, cafetero y cajero– entró a trabajar en 1993, cuando el bar estaba en Paraguay y Maipú. Recuerda que la empresa era la principal proveedora de medialunas de diversos restaurantes, comercios y empresas en la ciudad. Otra vida, otra época, otros dueños. Hace 15 años Fogel compró el fondo de comercio, y allí las condiciones empezaron a cambiar. “Con los viejos dueños no podemos decir nada. Lo malo empezó con este. Yo tengo dos hijas, una de 21 y otra de 8, y con mi señora veníamos hablando de que en algún momento íbamos a tener que bancar. La pasamos mal. Mi suegra tuvo que salir a apoyarnos. Toda esta etapa fue muy dura”.
César Rodríguez –49 años, 11 como camarero– tiene cinco hijos. “Sobreviví gracias a la ayuda de mi mamá, y también pude conseguir un pequeño subsidio de La Matanza por mercadería. Sin esa ayuda, económicamente no sé qué hubiera hecho. Y las deudas no eran solamente con nosotros: Fogel quedó debiendo 12 meses de alquiler, y calculá que son 60 mil pesos por mes. Un millón entre las boletas de luz y gas. Más expensas”.
Tampoco –aclara Analía– esas deudas sirvieron para cubrir los salarios. “Su frase de cabecera era: ‘Ponete la camiseta’. ¿Cuánto más? ¿Qué más querés? Nosotros tenemos de 40 para arriba. Hoy por hoy el mercado laboral te pide hasta 30, y ahí. Todos somos gastronómicos, rubro que ya venía golpeado durante el macrismo, y es imposible ponerte en relación de dependencia en otro lado. Y la problemática se acentuó”.
Las condiciones laborales también eran pésimas: “En invierno trabajábamos con campera como si estuviéramos en un cerro y en verano, con 40 grados de calor porque no había un ventilador. Ni por los clientes lo hacía”. César recuerda que un día una clienta le dijo que pusiera un aire acondicionado. La respuesta: “Si tanto te interesa, dales trabajo vos”. Otra recurrente: “Si no te gusta, tenés otros bares para ir”.
La situación era de angustia. Damián Montenegro tiene 32, es pastelero hace 12, y por si fuera poco tuvo a su segundo hijo, Benicio, en medio de la incertidumbre laboral. “No tenía obra social ni plata para el hospital”. Yanina Sosa –25, camarera hace 6– se volvía todos los días a su casa en Moreno con mucha amargura. “Frustrada por el trato. Era la más chica y me tomaba de boluda. No podía ni ir al baño que me seguía a todos lados. Iba a agarrar otro trabajo y justo declararon la pandemia. Quedé en el limbo”.
Hicieron un encuentro por Zoom para poder verse y hablar. Surgieron las primeras inquietudes. Analía comentó que tenía un contacto en el Ministerio de Desarrollo Social. La pusieron en diálogo con Eduardo Vasco Murúa, histórico referente del sector en el Movimiento Nacional de Empresas Recuperadas (MNER) y actual Director Nacional del área en la Secretaría de Economía Social. Empezaron a hablar de la posibilidad de la recuperación. Julio Acuña –55 años, 12 como cocinero– fue claro: “No tenemos nada que perder”. Las familias les apoyaban. Analía tiene dos hijos y recuerda lo que le dijo el de 13 años: “Mamá, aunque comamos arroz todos los días, no importa”.
Tomaron la decisión. El 7 de septiembre, acompañadxs de otras cooperativas integrantes del MNER, hicieron la asamblea en la puerta y le dijeron a Fogel que ya no podía ingresar y que no pertenecía más a Piazza. Ese día César llegó a su casa a las 22:30. “Sentí un alivio. Nunca había llegado tan relajado. Siempre con malhumor, con angustia, a veces me acostaba sin comer por todo lo que vivíamos. La señora de un compañero nos mandó un mensaje: ‘Es la primera vez que veo feliz a mi marido’”.
Empezaba una nueva etapa.
Hacer caja
Recibieron el apoyo de los vecinos, del barrio y de otras empresas recuperadas. César se sorprendió de las donaciones y las mercaderías que recibieron: “Nunca me ayudó nadie, y de repente ver algo así fue impresionante”. A partir de las disposiciones porteñas, pudieron sacar las mesas a la calle para empezar a trabajar. En este momento hay cinco mesas ocupadas: “Empezamos a hacer caja. Nos pudimos llevar un pesito cada uno para empezar a sobrevivir. Pudimos limpiar. O sea, las cosas se podían hacer”.
Analía también destaca el apoyo de la Dirección Nacional de Empresas Recuperadas. “La autogestión existe y somos nosotros los que sacamos el trabajo adelante. No necesitamos de una persona diciendo lo que hay que hacer”. Hoy no solo reciben apoyos e insumos de otras fábricas –Farmacoop o Aceitera La Matanza, por ejemplo– sino que también piensan con otras empresas proyectos para mejorar las maquinarias.
La cooperativa expresará en su nombre esa renovación: La Nuova Piazza. César cuenta con entusiasmo el nuevo diseño del nombre, las modificaciones que le harán al frente del local, las ideas para las sillas y las mesas, la importancia de poder trabajar con productos e insumos de otras recuperadas, cooperativas y empresas de la economia social, y el deseo de generar nuevas fuentes de trabajo. “Yo era anti todo, anti política, anti organización. Llegaba a mi casa de malhumor, me ponía Netflix, y chau. Era muy cerrado, un ermitaño. El cooperativismo lo defino como humanidad. Pensar en el otro. Ser compañeros, solidarios. Te abre mucho la mente. Algunos cambios sí son buenos”.
Junto con la fábrica de alfajores La Nirva (MU 148) y la pizzería 1893 (MU 150), La Nuova Piazza es una de las tres empresas recuperadas en plena crisis económica y sanitaria. El cocinero Julio había encontrado trabajo en una textil para poder tener algún ingreso durante la cuarentena. Cuando le contaron, no dudó y se sumó al equipo con sus compañeros y compañeras. “No sé si lo estamos evaluando ahora, pero sabemos que hicimos algo groso. Para nuestras familias. Para nuestros hijos. Fue un logro muy importante. No sabíamos que podíamos hacer esto. Y lo hicimos. Antes había desunión, llegabas a tu casa mal, con dos mangos”.
¿Y cómo están?
Hoy pensamos que tenemos futuro.
Pre–ocupaciones
Al cierre de esta edición, además de apoyar y asesorar a lxs 12 trabajadxs de La Nuova Piazza la Dirección Nacional de Empresas Recuperadas, que conduce Murúa dentro del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación, está brindando respaldo a las 40 familias de la Cooperativa 1º de Mayo, un aserradero recuperado en 2010 en General Roca, Río Negro. Hace semanas que están bajo una amenaza de desalojo luego de un fallo de la Cámara de Apelaciones Civil y Comercial de la ciudad. Murúa subraya que apelarán a la Corte Suprema de Justicia.
Los desalojos están suspendidos por decreto presidencial con motivo de la pandemia, pero Murúa apunta que es el momento de discutir la Ley de Recuperación de Unidades Productivas, una histórica demanda del sector que este año ingresó nuevamente al Congreso: “Necesitamos que se trate de una vez por todas esa ley. Ese sería el modo de darle seguridad jurídica al conjunto de empresas recuperadas. Y, también, serviría para recuperar a las que no tengan la posibilidad de seguir funcionando como sociedades anónimas”.
Los puntos más importantes del proyecto: “Recuperar un bien social para el conjunto de la sociedad. Declarar de utilidad pública el trabajo, el bien más escaso no solo en la Argentina, sino en el mundo. Y que la empresa la adquiera el Estado y sea cedida a los trabajadores en comodato, convirtiendo esas deudas en un activo”.
En la MU 148 (nota Es por abajo), Murúa destacaba la importancia de lograr potenciar el sector de la economía popular y solidaria en su conjunto. Después de más de seis meses de cuarentena, el balance de la gestión –dice– presenta sinsabores. “Por un lado, hay un trabajo desarrollado con apoyo económico que estamos logrando brindar. Tenemos más de 40 proyectos a punto de salir que tienen que ver con capital de trabajo e incorporación de maquinaria. Mucho del presupuesto que soñábamos estuvo destinado a la urgencia. Es lo amargo de la situación, porque ya veníamos de cuatro años de mal gobierno”.
Desde la Dirección avanzaron en poder evitar los cortes de servicios y lograr convenios para aplicar tarifa diferenciada que se tradujo en rebajas de hasta el 30%. Murúa destaca tres caminos a seguir trabajando: “El fortalecimiento del capital del trabajo. La generación de un fideicomiso para asegurar créditos para cooperativas. Y complementar la demanda de las empresas, para dar una respuesta a la comercialización de nuevos productos en ventas”.
Artes
Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro

La revista Llegás lanza la 8ª edición de su tradicional encuentro artístico, que incluye 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas. Del 31 de agosto al 12 de septiembre habrá espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. El festival llega con una victoria bajo el brazo: este jueves el Senado rechazó el decreto 345/25 que pretendía desguazar el Instituto Nacional del Teatro.
Por María del Carmen Varela.
«La lucha continúa», vitorearon este jueves desde la escena teatral, una vez derogado el decreto 345/25 impulsado por el gobierno nacional para vaciar el Instituto Nacional del Teatro (INT).
En ese plan colectivo de continuar la resistencia, la revista Llegás, que ya lleva más de dos décadas visibilizando e impulsando la escena local, organiza la 8ª edición de su Festival de teatro, que en esta ocasión tendrá 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas, en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. Del 31 de agosto al 12 de septiembre, más de 250 artistas escénicos se encontrarán con el público para compartir espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia.
El encuentro de apertura se llevará a cabo en Factoría Club Social el domingo 31 de agosto a las 18. Una hora antes arrancarán las primeras dos obras que inauguran el festival: Evitácora, con dramaturgia de Ana Alvarado, la interpretación de Carolina Tejeda y Leonardo Volpedo y la dirección de Caro Ruy y Javier Swedsky, así como Las Cautivas, en el Teatro Metropolitan, de Mariano Tenconi Blanco, con Lorena Vega y Laura Paredes. La fiesta de cierre será en el Circuito Cultural JJ el viernes 12 de septiembre a las 20. En esta oportunidad se convocó a elencos y salas de teatro independiente, oficial y comercial.
Esta comunión artística impulsada por Llegás se da en un contexto de preocupación por el avance del gobierno nacional contra todo el ámbito de la cultura. La derogación del decreto 345/25 es un bálsamo para la escena teatral, porque sin el funcionamiento natural del INT corren serio riesgo la permanencia de muchas salas de teatro independiente en todo el país. Luego de su tratamiento en Diputados, el Senado rechazó el decreto por amplia mayoría: 57 rechazos, 13 votos afirmativos y una abstención.
“Realizar un festival es continuar con el aporte a la producción de eventos culturales desde diversos puntos de vista, ya que todos los hacedores de Llegás pertenecemos a diferentes disciplinas artísticas. A lo largo de nuestros 21 años mantenemos la gratuidad de nuestro medio de comunicación, una señal de identidad del festival que mantiene el espíritu de nuestra revista y fomenta el intercambio con las compañías teatrales”, cuenta Ricardo Tamburrano, director de la revista y quien junto a la bailarina y coreógrafa Melina Seldes organizan Llegás.
Más información y compra de entradas: www.festival-llegas.com.ar

CABA
Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.
Por María del Carmen Varela
Fotos Lina Etchesuri para lavaca
Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.
Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.
Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.
Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.
El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.
Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.
Continuará.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
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La vida de dos mujeres en la Isla de la Paternal, entre la memoria y la lucha: una obra imperdible

Una obra única que recorre el barrio de Paternal a través de postas de memoria, de lucha y en actual riesgo: del Albergue Warnes que soñó Eva Perón, quedó inconcluso y luego se utilizó como centro clandestino de detención; al Siluetazo de los 80´, los restoranes notables, los murales de Maradona y el orfanato Garrigós, del cual las protagonistas son parte. Vanesa Weinberg y Laura Nevole nos llevan de la mano por un mapa que nos hace ver el territorio cotidiano en perspectiva y con arte. Una obra que integra la programación de Paraíso Club.
María del Carmen Varela
Las vías del tren San Martín, la avenida Warnes y las bodegas, el Instituto Garrigós y el cementerio de La Chacarita delimitan una pequeña geografía urbana conocida como La Isla de la Paternal. En este lugar de casas bajas, fábricas activas, otras cerradas o devenidas en sitios culturales sucede un hecho teatral que integra a Casa Gómez —espacio dedicado al arte—con las calles del barrio en una pintoresca caminata: Atlas de un mundo imaginado, obra integrante de la programación de Paraíso Club, que ofrece un estreno cada mes.
Sus protagonistas son Ana y Emilia (Vanesa Weinberg y Laura Nevole) y sus versiones con menos edad son interpretadas por Camila Blander y Valentina Werenkraut. Las hermanas crecieron en este rincón de la ciudad; Ana permaneció allí y Emilia salió al mundo con entusiasmo por conocer otras islas más lejanas. Cuenta el programa de mano que ambas “siempre se sintieron atraídas por esos puntos desperdigados por los mapas, que no se sabe si son manchas o islas”.


La historia
A fines de los ´90, Emilia partió de esta isla sin agua alrededor para conocer otras islas: algunas paradisíacas y calurosas, otras frías y remotas. En su intercambio epistolar, iremos conociendo las aventuras de Emilia en tierras no tan firmes…
Ana responde con las anécdotas de su cotidiano y el relato involucra mucho más que la narrativa puramente barrial. Se entrecruzan la propia historia, la del barrio, la del país. En la esquina de Baunes y Paz Soldán se encuentra su “barco”, anclado en plena isla, la casa familiar donde se criaron, en la que cada hermana tomó su decisión. Una, la de quedarse, otra la de marcharse: “Quien vive en una isla desea irse y también tiene miedo de salir”.
A dos cuadras de la casa, vemos el predio donde estaba el Albergue Warnes, un edificio de diez pisos que nunca terminó de construirse, para el que Eva Perón había soñado un destino de hospítal de niñxs y cuya enorme estructura inconclusa fue hogar de cientos de familias durante décadas, hasta su demolición en marzo de 1991. Quien escribe, creció en La Isla de La Paternal y vio caer la mole de cemento durante la implosión para la que se utilizó media tonelada de explosivos. Una enorme nube de polvo hizo que el aire se volviera irrespirable por un tiempo considerable para las miles de personas que contemplábamos el monumental estallido.
Emilia recuerda que el Warnes había sido utilizado como lugar de detención y tortura y menciona el Siluetazo, la acción artística iniciada en septiembre de 1983, poco tiempo antes de que finalizara la dictadura y Raúl Alfonsín asumiera la presidencia, que consistía en pintar siluetas de tamaño natural para visibilizar los cuerpos ausentes. El Albergue Warnes formó parte de esa intervención artística exhibida en su fachada. La caminata se detiene en la placita que parece una mini-isla de tamaño irregular, sobre la avenida Warnes frente a las bodegas. La placita a la que mi madre me llevaba casi a diario durante mi infancia, sin sospechar del horror que sucedía a pocos metros.
El siguiente lugar donde recala el grupo de caminantes en una tarde de sábado soleado es el Instituto Crescencia Boado de Garrigós, en Paz Soldán al 5200, que alojaba a niñas huérfanas o con situaciones familiares problemáticas. Las hermanas Ana y Emilia recuerdan a una interna de la que se habían hecho amigas a través de las rejas. “El Garrigós”, como se lo llama en el barrio, fue mucho más que un asilo para niñas. Para muchas, fue su refugio, su hogar. En una nota periodística del portal ANRed —impresa y exhibida en Casa Gómez en el marco de esta obra— las hermanas Sosa, Mónica y Aída, cuentan el rol que el “Garri” tuvo en sus vidas. Vivían con su madre y hermanos en situación de calle hasta que alguien les pasó la información del Consejo de Minoridad y de allí fueron trasladas hasta La Paternal. Aída: “Pasar de la calle a un lugar limpio, abrigado, con comida todos los días era impensable. Por un lado, el dolor de haber sido separadas de nuestra madre, pero al mismo tiempo la felicidad de estar en un lugar donde nos sentimos protegidas desde el primer momento”. Mónica afirma: “Somos hijas del Estado” .
De ser un instituto de minoridad, el Garrigós pasó a ser un espacio de promoción de derechos para las infancias dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia de Argentina (SENAF), pero en marzo de este año comenzó su desmantelamiento. Hubo trabajadorxs despedidxs y se sospecha que, dado el resurgimiento inmobiliario del barrio, el predio podría ser vendido al mejor postor.
El grupo continúa la caminata por un espacio libre de edificios. Pasa por la Asociación Vecinal Círculo La Paternal, donde Ana toma clases de salsa.
En la esquina de Bielsa (ex Morlote) y Paz Soldán está la farmacia donde trabajaba Ana. Las persianas bajas y los estantes despojados dan cuenta de que ahí ya no se venden remedios ni se toma la presión. Ana cuenta que post 2001 el local dejó de abrir, ya que la crisis económica provocó que varios locales de la zona se vieran obligados a cerrar sus puertas.
La Paternal, en especial La Isla, se convirtió en refugio de artistas, con una movida cultural y gastronómica creciente. Dejó de ser una zona barrial gris, barata y mal iluminada y desde hace unos años cotiza en alza en el mercado de compra-venta de inmuebles. Hay más color en el barrio, las paredes lucen murales con el rostro de Diego, siempre vistiendo la camiseta roja del Club Argentinos Juniors . Hay locales que mutaron, una pequeña fábrica ahora es cervecería, la carnicería se transformó en el restaurante de pastas Tita la Vedette, y la que era la casa que alquilaba la familia de mi compañera de escuela primaria Nancy allá por los ´80, ahora es la renovada y coqueta Casa Gómez, desde donde parte la caminata y a donde volveremos después de escuchar los relatos de Ana y Emilia.
Allí veremos cuatro edificios dibujados en tinta celeste, enmarcados y colgados sobre la pared. El Garrigós, la farmacia, el albergue Warnes y el MN Santa Inés, una antigua panadería que cerró al morir su dueño y que una década más tarde fuera alquilada y reacondicionada por la cheff Jazmín Marturet. El ahora restaurante fue reciente ganador de una estrella Michelín y agota las reservas cada fin de semana.
Lxs caminantes volvemos al lugar del que partimos y las hermanas Ana y Emilia nos dicen adiós.
Y así, quienes durante una hora caminamos juntxs, nos dispersamos, abadonamos La Isla y partimos hacia otras tierras, otros puntos geográficos donde también, como Ana y Emilia, tengamos la posibilidad de reconstruir nuestros propios mapas de vida.
Atlas de un mundo imaginado
Sábados 9 y 16 de agosto, domingos 10 y 17 de agosto. Domingo 14 de septiembre y sábado 20 de septiembre
Casa Gómez, Yeruá 4962, CABA.
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