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El Delta del Paraná, y la realidad en llamas

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Mientras las discusiones de campaña se vuelcan monocordemente a lo que ocurre en la farándula política – de izquierda a derecha- el país vive realidades que expresan los principales desafíos del presente y el futuro. Los incendios actuales en la zona de Las Lechiguanas, Delta del Paraná, como símbolo del modelo económico que deja a las comunidades en medio de las cenizas y la autorganización. Voces y fotos desde el lugar de los hechos, para comprender lo que en verdad está pasando.

Por Francisco Pandolfi

En las costas lindantes al Delta del Paraná la vida parece estar sumergida en un loop de incendios que no cesan. Pasan los días. Pasan las semanas. Pasan los meses. Y no pasa nada, salvo el fuego.

El Delta se extiende a lo largo de 300 km., tiene una superficie aproximada de 17.500 km² que es compartida por las provincias de Santa Fe, Entre Ríos y Buenos Aires. Los focos sobre el territorio insular corresponden a la jurisdicción entrerriana. Allí, las estadísticas ya no sorprenden:

-“Desde el 19 de agosto, en las Islas Lechiguanas se quemaron un total de 18.661 hectáreas. Y en las de Victoria más de 12 mil desde el 25 de agosto, en un foco que sigue prendido”, le dice a lavaca Enrique Sierra, naturalista de San Pedro, mientras convive con el humo. 

-“Sólo en la última semana hubo 2.323 focos de calor, lo que representa el número más alto de 2021”, informan desde el museo de Ciencias Naturales Antonio Scasso de San Nicolás. -La suma en estos ochos meses es de 9253 focos, por lo que este año ya pasó a ser el segundo en cantidad de focos, sólo superado por el apocalipsis ambiental del año pasado.

-“Hasta julio de este año llevaba registradas 151.800 hectáreas quemadas y ayer terminé de relevar las de agosto: 80.350 en todo el Delta del Paraná. Solo en este año llevamos 232.150”, cuenta César Massi, naturalista e integrante de la Red Nacional de Humedales (Renahu).

Algo huele mal

Las Islas Lechiguanas sufrieron en 2020 la quema de casi el 60% de sus 250 mil hectáreas. Se emplazan a pocos kilómetros de las costas bonaerenses de Baradero, San Pedro, Ramallo y San Nicolás. Hasta allí llegaron las cenizas, en menor o mayor medida.

Evangelina Romano es parte de la organización Unidos por la Vida y el Medioambiente de Ramallo. Hace mucho que huele mal: “Vivimos llenos de humo porque cuando baja la humedad, baja el rocío y ahí es donde más se concentra. Por lo general, los síntomas aparecen en la población mediante la picazón de ojos y garganta. Casi no se puede respirar”. Agrega: “Ya estamos cansados y con mucha impotencia de que nadie resuelva esto de una vez. Al amanecer, en la ruta no se ve nada, el humo invisibiliza todo y hay posibilidad de accidentes continuamente”.

Imágenes del humo en plena ruta de ramallo.

Guadalupe Nava es parte de Conciencia Ecológica de San Pedro y también huele mal: “Se trata de los peores incendios que sufrimos este año y ocho meses; vivimos con todo el cielo tapado durante una semana, respirando humo y la lluvia de cenizas permanente”. Añade: “Mi sensación es que redoblaron la apuesta quienes están interesados en las quemas. Acá en frente se incendiaron casi veinte mil hectáreas en pocos días. Para hacer un comparativo y tomar dimensión, toda la zona urbana de San Pedro ocupa sólo mil”.

El humo de las islas de Victoria viajó a Villa Constitución. De esta localidad al sur de Santa Fe es Edgardo Fontana, cofundador y ex guardaparque de la reserva natural Isla del Sol, hoy tapada por un gris que nada tiene de natural: “Estamos frente a uno de los ecocidios más lamentables que han ocurrido en América Latina, ejecutado por grupos minoritarios de poder que hacen un daño extraordinario a la vida en general. No hay medidas que se tomen y la Justicia parece estar totalmente aletargada así como los sistemas de gobierno que están en una situación de poder inferior frente a los verdaderos dueños de la tierras en el Delta del Paraná”. Amplía: “Actualmente hay focos a lo largo y ancho del horizonte entrerriano desde Santa Fe hasta el sur bonaerense, es un desastre extraordinario. Siento mucha congoja, una tristeza notable por la desaparición de ecosistemas, ver en llamas a nidos, coipos, carpinchos, zorros, al lobito de río, pequeños y maravillosos insectos polinizadores. La destrucción se ha profundizado, sin que se tomen las medidas necesarias desde el poder político. La Ley de Humedales es un ejemplo de la mirada egoísta y cortita de la mayoría de los diputados. Muy pocos están junto al pueblo”.

La Ley que falta

El mes pasado la Multisectorial Humedales impulsó una travesía náutica que desde Rosario navegó 350 kilómetros por el Río Paraná para entregar un petitorio en el Congreso Nacional. Junto a más de 380 organizaciones exigieron el tratamiento, sanción e implementación de la Ley de Humedales, que desde noviembre pasado está paralizada en la Comisión de Agricultura y Ganadería de la Cámara de Diputados. Si no se vota este año, volverá a perder estado parlamentario como en 2016.

Magalí es activista de la Multisectorial Humedales de Rosario: “En la travesía paramos en distintas localidades y en Alsina, por ejemplo, nos contaron que nunca cesan los focos y que ante la falta de respuesta del Estado se organizan grupos de brigadistas para apagarlos”. Complementa: “En la Multi contamos con algunos equipos y ayer varios brigadistas voluntarios fueron a San Nicolás para ayudar a apagar el fuego. Hace unos días pasé por ahí y la cortina de humo era terrible, parecía la bomba de Hiroshima”.

Las 30 mil hectáreas quemadas recientemente equivalen a una ciudad y media de Buenos Aires. Las 80 mil en todo agosto, a cuatro ciudades de Buenos Aires. Kike Sierra y César Massi, dos naturalistas que llevan adelante un trabajo encomiable de relevamiento ante la falta de estadísticas oficiales y rápidas, contextualizan aún más la catástrofe: “El Estado mide poco y mide mal. Sobre el año pasado, estipularon 320 mil hectáreas quemadas, pero sólo lo hicieron hasta septiembre. Esa cifra quedó en el imaginario popular, lo cual es una lástima porque contribuye a subestimar el tema. Sólo el año pasado se incendiaron 683.900 hectáreas y con las de este año ya estamos ya superamos las 900 mil hectáreas en los últimos veinte meses”, retrata Massi. O sea, 45 ciudades de Buenos Aires.

“El Servicio Nacional de Manejo del Fuego y el Ministerio de Ambiente de Nación no dan nunca la cantidad de hectáreas totales. Lo peor de todo es que todavía no se evaluó cuánto se perdió en fauna, en flora y en suelos, porque los suelos se calcinan y grandes incendios como estos los calcinan hasta 10 cm de profundidad. Los registros los hago yo, semana a semana. El Estado no te brinda esa información, porque no la hace”, explica Kike. ¿Por qué no los hace? Argumenta Massi: “La Fundación Ambiente y Recursos Naturales hizo un pedido de informe y desde el Ministerio de Ambiente le respondieron que no tenían recursos para hacer esas mediciones. Lo puedo hacer yo en mi casa, pero el Estado ‘no tiene recursos’. Es espantoso. Los focos de incendios a veces ni se reportan. Hay una falta de información muy grande, no hay datos oficiales fiables. Me tomé el tiempo de hacer este trabajo para que al menos sepamos qué se quemó, porque es muy difícil hacer una política de combate de incendio si no sabés cuánto y dónde se quema”.

Silencio oficial

Según el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, en 2020 se quemaron 1.106.621 hectáreas. Es decir, un 0,29% de la superficie de Argentina. Para esta cartera, el 95% de los incendios son adrede. Sin embargo, a las condiciones actuales que favorecen la propagación del fuego, como la sequía, la escasez de lluvias y la bajante del río Paraná, se suma la falta de controles estatales y de articulación conjunta. Pese a que desde el 19 de agosto se desataron los nuevos incendios en las Islas Lechiguanas, el ministro Juan Cabandié recién ayer se pronunció en su cuenta de twitter: “Desde @AmbienteNacion estamos presentes, desde el fin de semana, en la zona de las Islas del Paraná, aportando medios aéreos para el combate del fuego. Mientras tanto, nos encontramos a la espera de que la provincia solicite sumar recursos”. Ni Juan Cabandié, ministro de Ambiente y Desarrollo Sustentable; ni Leonardo Grosso, presidente de la Comisión de Ambiente de Diputados; ni José Ruiz Aragón, presidente de la Comisión de Agricultura y Ganadería de Diputados, han respondido a los pedidos de entrevista de lavaca

Los humedales tuvieron sus cinco minutos de fama cuando los carpinchos visibilizaron la modificación de su hábitat de 1600 hectáreas en Nordelta. Sobre eso sí, el círculo rojo mediático pasó horas hablando. Mientras, en loop, el otro círculo rojo sigue arrasando con el Delta del Paraná: en lo que va del año se prendió fuego la superficie equivalente a 145 Nordeltas, y miles y miles de carpinchos.

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Desde que se inició este año desde el Observatorio de Violencia Patriarcal Lucía Pérez registramos 100 femicidios, casi 1 por día. 

La víctimas fueron desde mujeres de 83 años, como Ana Angélica Gareri, en Córdoba, a una adolescente como Pamela Romero, de 16, en Chaco; y una bebé de 3 años en González Catán. 

En este 2025 ya registramos 85 tentativas de femicidio.

En el 2025 registramos en todo el país 77 marchas y movilizaciones que se organizaron para exigir justicia por crímenes femicidas. 

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En nuestro padrón de funcionarios denunciados por violencia de género, podés encontrar el registro clasificado por institución estatal y provincia. Hasta la fecha, tenemos contabilizados 161 funcionarios del Poder Ejecutivo, 120 del Poder Judicial, 72 del Poder Legislativo, 71 de las fuerzas de seguridad y 71 de la Iglesia Católica. 

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En el padrón que compila datos oficiales sobre denuncias de violencia de género, podés encontrar datos sobre cantidad de denuncias por localidad y la frecuencia con que la recibimos. Un ejemplo: este mes la Oficina de Violencia Doméstica (OVD) de la Corte Suprema de la Nación informó que durante el primer trimestre de este año recibió un promedio de 11 denuncias por día de violencia contra las infancias.

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Otro: el Ministerio Público Fiscal de Salta informó que no alcanzan al 1% las denuncias por violencia de género que son falsas.

En nuestro padrón de desaparecidas ya registramos 49 denuncias.

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Lo que revela toda esta información sistematizada y actualizada es el resultado que hoy se hace notorio con una cifra: 100.

Más información en www.observatorioluciaperez.org

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5 años sin Cecilia Gisela Basaldúa: crónica desde Cruz del Eje

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Pasaron cinco años del femicidio de Cecilia Basaldúa en Capilla del Monte. Tres años de un juicio que absolvió a un imputado sin pruebas. Cuatro fiscales, cuatro policías presos y numerosas movilizaciones, desde Buenos hasta Córdoba, para exigir la verdad, ese compromiso que aún es la certeza que falta.

Fotos y crónica de María Eugenia Morengo para cdmnoticias.com.ar

25 de abril. Cruz del Eje. El GPS calcula unos 2 kilómetros. La entrada a la ciudad está envuelta de un aire viscoso. Una avenida se extiende en silencio y después de atravesarla, la llegada a los Tribunales se convierte en un ritual: una reminiscencia de lo que fue, una promesa de lo que debe ser. El pedido por Verdad y Justicia, es una demanda que crece. Cada letra se ubica en el mismo lugar que ocuparon tres años atrás. Las escaleras de la justicia cruzdelejeña son de un cemento gastado. Raspan, duelen.

5 años sin Cecilia Gisela Basaldúa: crónica desde Cruz del Eje

¿Qué pasó en Capilla del Monte? El papá y la mamá de Cecilia, Daniel Basaldúa y Susana Reyes, están cargados de bolsas, llenas de carteles con el rostro de su hija, multiplicado. Son como una red que se estira a lo largo de esos 868 kilómetros que conectan a Buenos Aires con el noroeste de Córdoba. El camino recurrente que transitan para llegar a la verdad..

Sin previo aviso, adentro del edificio de Tribunales Daniel y Susana se anuncian. Quieren ver al todavía fiscal Nelson Lingua, quien aún está a cargo de la investigación de la causa, antes de que asuma como nueva fiscal, Sabrina Ardiles. Afuera todavía se respira la niebla. La espera alerta a los policías. Quieren saber si van a venir más personas.

      – Lo hacemos para cuidarlos –dice la mujer de uniforme.

Piden datos, intentan tomar nota de lo que es una rutina inventada.

–La policía a nosotros no nos cuida –reacciona Susana y en un intercambio sin sentido, se alejan.

Silvia Rivero es la prosecretaria de la fiscalía, se acerca afuera y los llama. El fiscal se hizo un lugar en la agenda del día viernes. Adentro, el reflejo del piso de tribunales es como un espejo que se extiende, entre mocasines, tacos, alpargatas y zapatillas.

La preocupación de la familia es evidente. El recibimiento del fiscal es cordial. Se explica ante los recientes cambios que pronostican para el mes de mayo a Sabrina Ardiles, como la persona que estará sentada en el mismo sillón inmenso de cuerina, desde donde ahora, les habla Lingua. La dra. Rivero, también explica, y confirma que nunca se dejó de investigar. La necesidad de la confianza es una tregua durante esa hora de reunión, los tecnicismos se suspenden y las palabras se abren en una cronología de datos, guardados en la memoria indeleble de Daniel Basaldúa.

5 años sin Cecilia Gisela Basaldúa: crónica desde Cruz del Eje

La medida del tiempo de la causa, son las fojas de expedientes que se acumulan. La inspección judicial realizada en el mes de agosto del año 2024, por los posibles lugares donde Cecilia pudo haber estado en Capilla del Monte antes de su muerte, dejó en evidencia la dudosa hipótesis de la anterior fiscal de Instrucción de Cosquín, Paula Kelm, quien había asegurado que Cecilia había llegado por sus propios medios al lugar donde apareció sin vida. Mientras que en el transcurso de estos años, cada vez son más los policías que estuvieron en la búsqueda e investigación, presos por violencia de género:

Adrián Luquez, ex sub comisario, detenido por amenazas con armas de fuego a su pareja. Hoy en libertad, se fue a vivir a San Luis. Ariel Zárate, ex sub comisario de la Brigada de Investigaciones de la Departamental Punilla Norte –preso por violencia de género.  Diego Concha, ex director de Defensa Civil, encargado de la búsqueda –condenado a prisión perpetua por el crimen de Luana Ludueña y por la causa de violencia de género hacia su ex mujer, y Diego Bracamonte, ex comisario departamental, a cargo del operativo de la búsqueda –preso por violencia de género.

El tiempo de la justicia es una curva enredada, en apariencia, inofensiva. El tiempo de la justicia es el de las burocracias que definen su forma de proceder. El tiempo, es de una lentitud que lastima. Las letras se vuelven a guardar.

Son las cuatro de la tarde y el sol avanza en la siesta de Capilla del Monte. En la plaza San Martín, alrededor del Jardín de la Memoria, se arman los gacebos, se pone un aguayo, se llena de flores. Rojas, amarillas, lilas, celestes, el monte aún está florecido. Contrayerba, lavanda, romero, palo amarillo, incayuyo, ruda, los sahúmos se arman. Una compañera comienza a preparar el fuego.

Más lejos, sobre la calle Pueyrredón, en la puerta de la Secretaría de Turismo, la concentración crece. Llegan de todas las direcciones. Con tambores y repiques, con banderas y ofrendas. Una combi estaciona, descienden vecinos y vecinas que subieron en Córdoba y en distintas partes del Valle de Punilla.

5 años sin Cecilia Gisela Basaldúa: crónica desde Cruz del Eje

La batucada suena, es un comienzo en cuenta regresiva. La marcha avanza a contramano. Hay una indignación que toma el ritmo de los tambores, trepa en el repique y todo se hace canción. La calle techada de Capilla del Monte es un anfiteatro de barricadas. Los sonidos viajan a través de la mejor acústica para el reclamo: ¡Vecino, vecina, no sea indiferente nos matan a Cecilia en la cara de la gente. Cecilia presente!

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“Este es un día especial y este lugar es especial porque tiene mucho que ver con lo que le pasó a Cecilia”, comienza Daniel en la puerta de la comisaría de Capilla del Monte, “hay muchos policías involucrados en el caso. Ya lo hemos denunciado muchas veces, pero parece que no alcanza”, dice mirando a los uniformados que permanecen parados como  granaderos.

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Daniel les recuerda que durante el año pasado, la policía de Capilla debió haber realizado  notificaciones a tres personas para declarar en los Tribunales de Cruz del Eje, pero no lo hicieron. Las testimoniales pudieron efectivizarse, porque intervinieron los abogados de la querella, Daniela Pavón y Gerardo Battistón. En ese mismo reclamo, la abogada Pavón  se acerca y también hace pública la falta de atención institucional que hay para las víctimas de violencia de género en la localidad.

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Susana, Daniel y Daniela Pavón

La familia de Ezequiel Castro, asesinado por la policía de Córdoba, se adelante y los abraza. Alguien grita que ahí mismo, en la comisaría, apareció ahorcado Jorgito Reyna, hace 12 años, atado con la manga de su campera a la reja de una ventana, pocos centímetros más alta que él. Que su causa, también sigue impune y que los golpes que tenía no fueron suficientes para demostrar  que lo habían torturado. Que a pesar de no bajar los brazos, las familias sienten que el duelo es un proceso tan profundo, como inacabado.

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Susana y Daniel permanecen frente a una multitud, observan hacia adelante y hacia atrás. Saben que la comisaría es señalar lo que siempre llega al mismo lugar: complicidad. “A las chicas les pedimos que no tengan miedo, que denuncien -acentúa Susana- que no se dejen asustar con los policías ni con nadie, nadie tiene derecho a venir a violentarnos”.

 El espacio público es un canal clave para recordar que los asesinos de Cecilia están libres, “y que muchos andan dando vueltas por acá”, dice Daniel y remarca que no dejarán de venir a Capilla del Monte, hasta que los responsables del femicidio de su hija, estén presos.

La llegada a la plaza San Martín es un círculo de candombe que la nombra. Hace cinco años que se insiste en las mismas palabras, como un tajo que se abre en el cemento, una cicatriz que se agranda en medio de la incertidumbre: ¿Qué pasó con Cecilia?

Tal es el encubrimiento que las responsabilidades se hacen obvias.

La ronda se acerca al altar. Es un asedio a la justicia que falta. Desde el micrófono se invita a dejar una ofrenda en memoria de Cecilia, a conjurar entre todas y todos ese momento, esa memoria. En el  centro de una plaza que se anochece, resuena una voz grabada -desde algún punto del Abya Yala- Lolita Chávez, lideresa maya de los pueblos K’iche de Guatemala, habla entre los yuyos que comienzan a perfumar lo que no se puede detener. Cada rama seca que se enciende se hace una intención, un pájaro que se dispara, restos del día que se van:

 “Hoy 25 de abril levantamos nuestra fuerza sagrada, y nuestro poder popular feminista. Reconociendo la memoria, la historia, el vientre en la sangre, de Cecilia Basaldúa. Ese femicidio no debe quedar en la impunidad (…). Con la fuerza de nuestras ancestras, con los fuegos sagrados que encendemos, levantamos nuestra expresión de indignación  y lo comunicamos a los cuatro puntos cardinales. Para que nunca más haya este tipo de violencias contra nuestras vidas”.

Las copleras y la poesía toman el escenario. Las y los músicos hacen de Cecilia esa canción y en el centro del caldero caliente, el humo abre el cielo: hay una memoria que se desprende y una vida que cambió de idioma.

5 años sin Cecilia Gisela Basaldúa: crónica desde Cruz del Eje

En medio del algarrobo que sostiene los carteles de Memoria, Verdad y Justicia, una placa de cerámica con el rostro de Cecilia, también observa. El día queda atrás y en el fondo de la noche, las palabras todavía están en suspenso, son un silencio que pronto dirá.


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