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El parto de un modelo

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Zavalla, Santa Fe, y la agroecología. La foto muestra un campo de soja no transgénica y una evidencia: se puede producir sano, sin venenos, con más rentabilidad y sin negocios que viven a costa de enfermar al ambiente y a la sociedad. Una movida vecinal logró que Zavalla prohibiera los agrotóxicos y fomentara la agroecología. Proceso nada sencillo, con contradicciones, que muestra brotes de políticas públicas que necesitan más que buenas intenciones. De los dichos a los hechos, las apuestas de  la comunidad por otro futuro. Por Francisco Pandolfi.

El parto de un modelo
Fotos: Edu Bodiño

Campo. Campo. Y más campo. Al norte, al sur, al este y al oeste. Desde cualquier parte de la ínfima zona urbana de Zavalla, la mirada hacia los cuatro puntos cardinales dan el mismo resultado: campo. El casco urbano es un rectángulo de 100 hectáreas, en un pueblo de 17 mil, y poco más de 150 manzanas. La ruralidad supera el 99%. Como parte del núcleo sojero, la comuna integra dos departamentos santafesinos: San Lorenzo y Rosario. En ella se enclava la Facultad de Ciencias Agrarias, cuna de las prácticas agrícolas con agrotóxicos.

En este pequeño territorio el el que viven alrededor de 8 mil personas (5 mil según el censo de 2010) se entrelazan dos modelos productivos opuestos: con venenos y sin venenos. Dos mundos que se chocan en un mundo en sí mismo llamado Zavalla, repleto de disputas, debates, políticas públicas agroecológicas y no tanto, luchas y contradicciones. El proceso de agroecología en Zavalla es una ebullición, como en muy pocos lugares. La batalla cultural brota desde las calles y las organizaciones, desde la universidad y el Estado, rompiendo la paz que reflejan sus aceras a la hora de una siesta que parece extenderse durante todo el día, todos los días. 

Un poco de historia

La resistencia al modelo tóxico comenzó en 2009 cuando un grupo de vecinos creó una radio abierta para visibilizar los efectos de los agroquímicos en los cultivos y en la salud de la comunidad. Triunfo: dos años después se promulgó una ordenanza que prohibió instalar depósitos de agrotóxicos en el área urbana y suburbana, así como la aplicación terrestre a 800 metros de la zona urbana y la aérea a 3.000 metros.

La movida vecinal por la agroecología continuó y en 2019 hubo varias conquistas: la Comisión Comunal de Zavalla promulga ordenanzas estableciendo una zona de 200 metros desde el límite urbano, en la que solo se debe producir agroecológicamente. Se crea una tasa de cuidado ambiental ($700 anuales) para subsidiar a quienes produzcan en esa franja. Además, dentro de la facultad de Ciencias Agrarias se crea la Cátedra Libre de Agroecología y la Comuna de Zavalla adhiere a la Red Nacional de Municipios y Comunidades que fomentan la Agroecología (RENAMA).

Claudio Benítez nació en Zavalla hace 44 años. Es ingeniero agrónomo recibido en Ciencias Agrarias. Trabaja como asesor en Zavalla y en el municipio lindante de Pérez; también como difusor de la agroecología en el Ministerio de Medio Ambiente de Santa Fe. Integra la RENAMA y la Dirección Nacional de Agroecología, donde impulsa el programa de reducción de uso de plaguicidas para que los municipios dejen de usar tóxicos. “Padezco una enfermedad inmunológica por haber usado venenos. Es una enfermedad inflamatoria intestinal y mi cuerpo reacciona contra una parte del tejido mucoso del intestino generándome úlceras a lo largo del colon. Egresé en 2009 pero desde 2007 a 2013 hice investigaciones y desarrollo en la cátedra de Malezas, con herbicidas; empecé a tener graves problemas de salud hasta que en 2016 terminé internado. El doctor me dijo: ‘mirá Claudio, tu problema no es el intestino, tenés un veneno alojado en el hígado que se liberará de a poco’”. Agrega: “Cambié mi forma de vivir, me alejé de los venenos. Como ingeniero agrónomo soy muy estricto para autorizar una receta porque vivo en carne propia las consecuencias a las que se somete una persona que manipula, convive, respira un producto químico”.

Amplía: “En Zavalla la evidencia de enfermedades asociadas a plaguicidas es cada vez más evidente. La cuestión es cómo cambiás la conciencia de que se trata de venenos, sin importar la dosis ni cómo se los use. No alcanza con alejar las aplicaciones de los centros urbanos. Se necesita una profunda autocrítica y entender que el modelo químico es inviable desde lo ambiental, la salud y lo productivo. Podemos tener una restricción de 1.000 metros pero lo que se aplica está liberando un veneno al medioambiente que no se queda ahí. Cuando se abrió el frasco se liberó algo que no se sabe dónde va a terminar”.

Contradicciones

En la búsqueda de ese cambio de sistema, uno de los nudos de la cuestión pasa por lograr que los terrenos periurbanos que dejan de usarse de forma química, se transformen en tierras producidas agroecológicamente. Para esto en Zavalla se implementó la tasa de cuidado ambiental que hoy ronda los $1.100 por año. “La tasa le permitió a productores conocer lo que es la agroecología. Si no hubiesen tenido ese respaldo no hubieran entendido el proceso. Les dio un sustento económico y nos llevó a tener de dos a catorce productores agroecológicos”, explica Benítez. 

Guillermo Rajmil es el presidente comunal de Zavalla desde 2015. Integra el Partido Justicialista (Frente de Todos) y este es su cuarto periodo, ya que las elecciones son cada dos años. Recibe a MU en su oficina. Tiene 44 años, es médico clínico y productor agropecuario. “Este es el tercer año de la tasa y ya subsidiamos en una cifra cercana a los 4 millones de pesos para estimular la agroecología. En este ciclo hubo campos que dieron 72 quintales de maíz agroecológico, mientras que en los que se siguen usando agrotóxicos producen solo 50. Esto sin contar el costo mucho más alto que tiene la producción tradicional. Así el productor se va convenciendo que la mayor rentabilidad está en la agroecología. Buscamos que los 800 metros productivos no queden abandonados”.

¿Alcanza con 800 metros restrictivos a la fumigación terrestre?

Si algo es tóxico no tendría que permitirse, sin importar los metros. 

¿Y por qué se lo permite?

Porque es una discusión nacional y del mundo que no está dada. Los productos prohibidos no se aplican en la comuna. Hacemos el control no solo a 800 metros, sino a 3 mil metros a la redonda. Luego la discusión general tiene que darse en otros lugares.

¿El productor que recibe la tasa municipal la obtiene aunque use agrotóxicos por fuera de esa zona?

Sí, esta es una ley del periurbano. Buscamos que todo termine en producción agroecológica, pero trabajando realmente en algo sustentable. Se necesita tiempo para que la mayoría lo produzca pero no por una ley, sino porque es rentable y cuida el medio ambiente.

¿No es contradictorio que el Estado subsidie al productor que usa venenos?

El productor tiene que sobrevivir, seguir produciendo. No está haciendo algo ilegal, está permitido por el Estado. Como Estado condenamos lo ilegal, educando y trabajando en el cambio cultural.

¿No tienen la potestad como Estado comunal de poner sus propias reglas? 

Nosotros no, eso lo tiene el Congreso, los diputados, los senadores. 

¿Si en Zavalla la voluntad es que no se aplique más, como comuna no puede tomarse esa decisión?

En realidad no tenemos esa potestad porque vos podés poner todos los recursos de amparo, pero al estar habilitado en otros lugares, legalmente lo perderías. La justicia no termina avalando la prohibición total. Para quienes pensamos que el camino es la agroecología tener fallos adversos nos hace demorar el proceso.

Productores incluidos

Roberto Schonfeld muestra su soja agroecológica para la foto. La toca con una mano, con la otra, la mira y sonríe. En esa imagen hay una sentencia irrefutable: la demostración de que es posible producir soja no transgénica cuando se generan las condiciones necesarias. Siembra en sus doce hectáreas divididas en dos lotes, donde además ha producido trigo y avena. “Llevo cinco años sin aplicar veneno. La agroecología es más trabajosa, necesitás dedicarle tiempo y tener más herramientas, pero es más saludable. Antes tiraba veneno y listo, quemaba todo”. Describe el proceso artesanal: “Previo a sembrar tenemos que disquear la tierra, si está dura pasarle un cincel, rastrearla. Cuando aplicaba miraba a los cuatro vientos a ver qué pasaba, ahora lo que cosecho es sano y duermo tranquilo”. Simplifica la historia: “Si perjudica a la salud no se puede echar más, listo, hay que cumplirlo. Hice un clic”.

Tiene 53 años, tres perros pequeños que lo siguen a todos lados y lo escuchan decir que en la transición la tasa ambiental está siendo fundamental: “Más en estos tiempos de sequía. Sin ese subsidio íbamos a pérdida, esto es un proceso paulatino. A medida que mejore el suelo, mejorará el rendimiento. Ya se ven algunos cambios: volví a sentir el olor a tierra, está más fresca, más suave, más lisa, más negra. Y seguirá renaciendo”.

Benítez asesora sus campos: “La agroecología es rentable por sí sola desde cualquier punto de vista y hay fundamentos biológicos que lo explican. El manejo del suelo permite un incremento de la materia orgánica que a su vez retiene más agua en años donde la lluvia es un factor crítico. Entonces, el productor agroecológico tendrá un diferencial respecto al tradicional, que tiene el suelo más degradado y fertiliza con una sal que genera una sequía química”.

Darío Graziosi tiene 47 años y junto a su hermano producen en más de 600 hectáreas, desperdigadas en varios campos. En 60 lo hacen de manera agroecológica con la ayuda de la tasa ambiental. En el 90% restante continúan aplicando venenos. “El grueso lo seguimos haciendo en la agricultura tradicional. Hoy esto (hace el gesto del dinero) marca el rumbo. En esta zona la mayoría de los campos son arrendados por los pooles de siembra y el productor no tiene terreno propio, lo que hace más difícil hacer el salto a otro sistema”. 

Se contradice: “Lo que se viene haciendo en siembra directa, en cuanto a costos es mucho más caro con aplicaciones”. ¿Entonces? “Estamos tratando de hacer menos aplicaciones, primero por el costo y después por el tema de lo agroecológico, pero lleva más laburo, requiere trabajar el campo. Hoy la aplicación tumba yuyos y listo. Es difícil decirle a la gente que cambie todo, no quiere arriesgar; por eso la tasa ambiental es una buena idea porque te ayuda”. Concluye, ahora sin contradicciones: “Si te ponés a sacar números conviene sin aplicaciones, abaratás costos porque tirás menos, es una realidad”. Graziosi está produciendo maíz agroecológico y presagia una buena cosecha: “Sacaremos 60 quintales, es muy bueno el rendimiento”.

Claudio Benítez reflexiona sobre que el propio Estado subsidie a quien continúa contaminando: “Más de una vez lo he pensado y sí, es como que le estamos cobrando un peaje al uso de venenos, al mismo tiempo que damos permiso para que se utilice un plaguicida. Creo que termina siendo una externalidad del sistema. Ese productor tradicional empieza a vincularse con la agroecología a través de la tasa y convive con ambos modelos. Siento que es el precio a pagar. Parece contradictorio y de alguna forma lo es. Pero a mí me gustaría ver qué es lo que pasa con ese productor de acá a cinco años, si agrandó la superficie en agroecología o solo produce así en la que tiene subsidiada”.

Productores excluidos

Benítez cree que para demostrar que la agroecología es sustentable “lo que nunca debe hacer el Estado es abandonar a cada uno de los productores”. En ese camino de prueba y error, hubo varias experiencias que quedaron truncas tras relacionarse con la comuna. Mely y Nico tienen el almacén agroecológico “Alma y Vida”, en el que venden alimentos de otras organizaciones y productores del país, así como bolsones de verduras que extraen de sus dos huertas y el pan agroecológico amasado por sus propias manos. Su hijo Xaco, de un año recién cumplido, gatea por la tierra entre repollos y brócolis, acelgas y pimientos. Integran una red de huertas de pequeños productores de la zona. “Desde afuera se cree que Zavalla es la panacea de la agroecología y no es así. El Estado tiene varios proyectos, es verdad, y de hecho teníamos mucha ilusión con la propuesta del presidente comunal en 2019 de producir agroecológicamente. Así lo hicimos en la Eco Granja, que tuvo una hermosa etapa inicial, pero no existió el seguimiento de esa experiencia. Las semillas prometidas nunca llegaban a tiempo; se había roto un motocultivador y prometieron que bajarían un subsidio para reponerlo. Una, dos, tres veces nos dijeron que ya estaba… todavía lo seguimos esperando”, cuentan a MU mientras prenden el horno para meter otra serie de panes. “Cuando nos comentaron sobre la tasa municipal lo primero que pensamos fue que se trataba de una idea innovadora, espectacular, pero con el tiempo nos cansamos y nos fuimos por las promesas incumplidas. El lema dice que ‘Zavalla es verde’ pero mucho es una pantalla”. Eco Huerta hoy es un terreno de 4 hectáreas casi abandonadas, lleno de ramas.

Dara, Tiziano y Camila forman parte de la organización Activando, que nació en Ciencias Agrarias y hoy, por fuera de la universidad, crearon un espacio permacultural. Dara y Tiziano arropan a su hijo Aromo de 3 meses y no olvidan: “Nos serviría mucho un subsidio como el que cobran varios productores, pero cuando en 2019 la comuna inició el proceso agroecológico nos sumamos y rápidamente nos desilusionamos. Producimos en 12 hectáreas y tuvimos una muy buena cosecha sin saber dónde meterla porque desde el Estado no aparecieron más. Tenemos mucha desconfianza”. Camila complementa: “Fuimos muchas veces a la comuna y no nos escucharon. Nos abandonaron en etapas muy importantes de acopio y comercialización, que eran clave para demostrar que sí es posible lo agroecológico”.

Claudio Benítez hace la autocrítica: “La comercialización es un tema complejo y para el municipio fue algo crítico, particularmente en la Eco Granja y con la organización Activando, que iniciaron la transición agroecológica. Muchos de ellos sintieron el desamparo de qué se hace con lo que se produce, porque la agroecología necesita eso para ser diferencial. No podemos hacer un trigo agroecológico y mezclarlo en un mismo carro con uno tradicional: primero porque no es lo mismo, segundo porque no tiene la misma genética y tercero porque no tiene los contaminantes. Eso necesitaba de una estructura que no pudimos generar”. Sigue: “El proyecto contemplaba la participación de estudiantes, agrupaciones de jóvenes involucrados en la producción de alimentos sanos y soberanos. Teníamos que haber agotado los esfuerzos para sustentarlos y que Activando siga funcionando como faro, lo mismo el GEA desde la Cátedra Libre de Agroecología; hubo cuestiones que podíamos haber hecho y se nos escaparon de las manos”. 

Dando cátedra

El GEA es el Grupo de Estudiantes Autoconvocadxs, organización gestada en 2016 por diversos espacios universitarios de Ciencias Agrarias. Una de sus discusiones se basaba en los modelos de desarrollo y la producción agrícola ganadera desde una postura crítica. En 2019, junto a docentes, técnicos y productores crearon la Cátedra Libre de Agroecología y en ese mismo año se propusieron realizar “una producción agroecológica para tener anclaje en el territorio y no discutir desde el discurso”, le explica a MU Alan Blumenfeld, uno de los referentes del GEA. “Nuestro proyecto se llama La Tapera y surgió tras el convenio entre Zavalla y la RENAMA. La comuna, que invitó a quienes quisieran producir agroecológicamente, nos ofreció un lote de 20 hectáreas. Aceptamos con el compromiso de que nos acompañaría durante tres años para que sea sustentable. Logramos producir un trigo agroecológico, que además fue elaborado por Granja La Carolina, integrante de la Red de Comercio Justo del Litoral y logramos comercializarlo ahí. O sea, hicimos un producto y un proceso acorde con lo que entendemos por agroecología: no solo producir sin agroquímicos sino hacerlo con control de las tecnologías que se aplican; reproducibles a nivel predial o comunitario; que produzcan un alimento, no una mercancía; y que se venda a un precio justo acordado por productores”, detalla, dando otro ejemplo de cómo se puede producir agroecología con determinación y política pública.

“Sin embargo, el acompañamiento de la comuna fue significativo al principio, pero fue mermando. El punto de quiebre se dio cuando habiéndose comprometido a pagar el alquiler a los dueños de la tierra, no lo hizo durante mucho tiempo y los propietarios quisieron soltar el proyecto. Primero nos dijeron que no nos preocupáramos por el pago, después que si no era ese lote iba a ser otro. Y después nos soltaron la mano”. Sintetiza Alan: “Demostramos que se puede producir agroecológicamente, pero nos preocupa que desde lo municipal y lo nacional se termine abandonando a las organizaciones que le ponemos el cuerpo”.

Ciencias Agrarias ocupa un predio de 700 hectáreas, de las cuales 100 abarcan el casco central y el bosque, mientras que 600 son usadas para campo experimental. De estas 600 hectáreas, solo un pequeño terreno de 60 x 60 se destina a la práctica agroecológica que lleva adelante la Cátedra Libre, sin espacio físico donde tener una clase ni presupuesto. Lourdes Gil Cardeza,  40 años y docente de dicha cátedra, explica ese vacío: “No contamos con recursos, por falta de voluntad política. Es la facultad del agronegocio, conservadora, en la que se aprende de economía, comercialización y a hacer recetas agronómicas para el modelo”. También pone sobre la mesa cuestiones positivas que suceden en la comuna: “La tasa ambiental es una medida muy favorable, que interpela al vecino sobre lo que pasa. Que tengamos al presidente comunal hablando de agroecología es bueno. También es muy importante que se haya dejado de fumigar tras las ordenanzas. Siento que quieren hacer, pero no saben cómo y tampoco tienen el compromiso de querer formarse, porque no se trata sólo de encontrar en la agroecología el título que venda”.

La Facultad se emplaza dentro del Parque Villarino. En una de sus entradas dice: “En el Parque Villarino nos cuidamos colectivamente, usemos correctamente el cubreboca, nariz y mentón. No se pueden realizar acampes, reuniones, picnics y mateadas”. El cartel no especifica que esté prohibido el uso de agrotóxicos. Tiziano y Dara viven frente a la universidad: “Estamos a 100 metros de donde realizan sus prácticas con venenos. Cada vez que lo hacen tenemos que meternos adentro, porque nos están fumigando al lado”. 

Esto recién empieza

En Zavalla hasta los autos parecieran no hacer ruido, como si tuvieran un motor más silencioso. Como si se mimetizaran con el armonioso cantar de los pájaros en una tranquilidad absoluta. Veredas amplias, casas bajas, arbolado continuo en su pequeño pero creciente casco urbano. Hay un mix de calles asfaltadas y otras de tierra; de viviendas modernas y antiguas; de camionetas último modelo y chatas destartaladas que presagian un final no tan lejano. Pese a estar emplazada a solo 22 kilómetros al suroeste de Rosario, no sufre los efectos de la gran ciudad: ni el narcotráfico ni la pobreza extrema. A diferencia de otros municipios y ciudades donde no pasa nada relacionado a la agroecología, en Zavalla pasa de todo. Es un proceso vivo.

Pasa que hay un poderío rural sinigual, que lleva a que en medio de la ruta 33 que cruza el pueblo, un cartel de más de 7 metros de ancho anuncie la venta de sus “Agroquímicos”, como algo natural. Pasa que por dos décadas la cátedra de Malezas en Ciencias Agrarias aplicaba venenos a 100 metros de un jardín de infantes y de la escuela primaria, hasta que por la presión popular se corrió hace menos de dos años. Pasa que la comuna en los primeros días de mayo abrirá una fábrica de biopreparados, productos elaborados a partir de restos de origen vegetal, mineral o animal para mejorar el desarrollo de los cultivos sin usar venenos. Cuenta Claudio Benítez: “La biofábrica recibe las plantas, se procesan, se trabajan y se comercializan a los productores que no tendrán que recurrir a una empresa privada y pagar fortunas por los insumos. Este negocio ya lo estamos avizorando: vemos cómo Syngenta y Bioceres compraron empresas que venden biopreparados muy caros. Es una manifestación más de que la agroecología va a reemplazar al modelo imperante. A mí lo que me preocupa es saber qué posición va a tomar el Estado en relación a esto. Si va a hacer el foco en los campesinos y agricultores o en el lobby empresarial, ya que el reemplazo de los químicos va a generar un comercio asqueroso como lo tienen hoy los plaguicidas”.

En Zavalla pasa que hay activistas agroecológicos como Juliana Prósperi que critica que “no se fomenta la producción si sos un proletario convencional”. Y también pasa que la comuna en septiembre inaugurará un molino agroecológico “para producir harina que llegue a la góndola a igual o menor precio que la tradicional”, promete el presidente comunal Guillermo Rajmil. Y pasa que el 24 de marzo un grupo de vecinas y vecinos autoconvocados se junta a sembrar ceibos, lapachos, aromos, palos borrachos, jacarandas, a sembrar memoria. Y aire puro. Y conciencia: “Esta reforestación es para que la plaza recupere su propia memoria, con muchas plantaciones y para recordar qué nos pasó como sociedad porque no se hizo ninguna actividad desde la comuna”, dice Juliana y luego dice Manolo: “Sembramos, sí, pero también regamos, porque ahí está el ejercicio de todos los días”.

Pasan cosas en Zavalla que no se replican en otros lados. Claudio Benítez: “Dentro de un socio-agro-ecosistema complejo como es el núcleo sojero, en un pueblo donde está la Facultad de Ciencias Agrarias, se generó desde un municipio, con muy pocos recursos, un proyecto a través de políticas públicas muy sencillas que está promoviendo un proceso de agroecología. Estamos demostrando que los municipios tienen mucho por hacer. Y también, porque hay que decirlo, Zavalla no es la panacea, debemos hacer y mejorar muchísimo. Nuestra meta es que el modelo productivo en sus 17.500 hectáreas sea agroecológico”.

Y pasa, sobre todo, que la lucha de la comunidad seguirá en pos de una vida sin contaminantes. “Más que seguir luchando, nos vamos a plantar”, dice Dara, y cierra mirando a su bebé Aromo: “De todas las semillas, esta es la más importante: la generación que está llegando”.

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Villa Lugano: una movilización en contra del “Máster Plan”

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Vecinas y vecinos del barrio del sur porteño resisten ante una obra que está haciendo el gobierno de la Ciudad a espaldas de la comunidad: tala de centenares de árboles añosos, el cierre de varios ingresos y egresos de la autopista Dellepiane y la colocación de un nuevo peaje (a 4 km de otro ya existente) para ampliar la recaudación. El silencio del gobierno local y el ruido de sus topadoras arrasando el espacio verde y público. La voz de la organización popular que no calla y sale a la calle, otra vez –este viernes y en una caravana de autos– para visibilizar lo que pasa en una de las zonas más postergadas de CABA: a las 18 horas desde Dellepiane Sur y Montiel hasta Dellepiane Norte y Piedra Buena.

Por Francisco Pandolfi

Desde noviembre del año pasado la comunidad de Villa Lugano resiste a una obra que ya está haciendo el Gobierno de la Ciudad sin licencia social ni escuchar a la vecindad: el Máster Plan Autopista Dellepiane, con un costo de más de 7.000 millones de pesos, tala de centenares de árboles, cierre de 14 ingresos y egresos a la autopista y otro peaje (a cuatro kilómetros del de avenida Lacarra). 

La organización popular no cesó desde el momento en que se enteraron de la iniciativa. Asambleas, audiencias públicas, semaforazos, volanteadas en los distintos sub barrios que forman parte de este barrio porteño bien al sur porteño. Y guardias, para evitar el talado de árboles en lo que las y los vecinos denuncian como “un ecocidio”, que está sucediendo desde marzo.

La comunidad hizo un relevamiento casa por casa con los frentistas a la autopista Dellepiane: más del 70% no tenía idea de la existencia del Máster Plan. Presentaron por escrito pedidos de información pública a AUSA (Autopistas), APRA (Agencia de Protección Ambiental), Ministerio de Infraestructura y a la Secretaría de Gobierno y Vínculo Ciudadano porteño, sin respuestas.

Sin embargo, la obra empezó aún incumpliendo la promesa de que antes habrían mesas de trabajo en conjunto. Este viernes, la comunidad decidió volver a manifestarse, en una caravana de autos para seguir visibilizando la problemática. Desde lavaca hablamos con el colectivo de vecinos apartidario No dividan Lugano que está al frente de denunciar la obra. 

Sobre lo negativo y lo positivo de la obra, dirán: “El Master plan Autopista Parque Dellepiane fue presentado como una mejora para el sur de la ciudad, pero en la práctica profundiza las desigualdades urbanas, degrada el ambiente y fragmenta el territorio. Lo negativo es abrumador”, y enumeran: 

• Implica la tala de más de 500 árboles añosos, sin plan de reforestación efectivo.

• Aumenta la huella de carbono y destruye espacios verdes sin compensación.

• Instala un Metrobus central inaccesible, que obliga a cruzar pasarelas extensas sin rampas adecuadas ni soluciones reales para personas mayores o con movilidad reducida.

• Divide al barrio aún más, eliminando accesos, aislando sectores y obstaculizando la vida cotidiana.

• No contempla una red multimodal de transporte, ni bicisendas, ni centros de transferencia.

• Instaura peajes en tramos que eran gratuitos, generando un nuevo costo para vecinos que hacen trayectos cortos todos los días.

Agregan: “Lo positivo, si lo hay, podría haber sido la oportunidad de pensar el área como un verdadero corredor verde y sustentable. Pero nada de eso fue incorporado, ni escuchado”. Y vuelven a enumerar, en este caso, sobre lo que es fundamental denunciar en esta obra:

• Fue diseñada sin participación ciudadana efectiva, sin diálogo real con la comunidad.

• Incumple múltiples normativas locales y nacionales, desde la Constitución de la Ciudad hasta leyes de accesibilidad, ambiente y derechos ciudadanos.

• Avanza a pesar de un amparo ambiental colectivo presentado por vecinos, vulnerando el Acuerdo de Escazú y los principios de justicia ambiental.

La obra es impulsada por el Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (GCBA), a través de su empresa estatal AUSA (Autopistas Urbanas S.A.), con financiamiento internacional de la CAF –Banco de Desarrollo de América Latina. Las veces que lavaca quiso comunicarse con la Secretaría de Gobierno y Vínculo Ciudadano porteño fue imposible. Nadie atiende. En relación a AUSA el prensa de la empresa explicó que la política interna es “no dar entrevistas en ON, que con los medios se manejan así”.

Dicen las y los vecinos: “El proyecto fue aprobado sin estudios de impacto ambiental adecuados, sin matrices de costo-beneficio transparentes y sin haber sido sometido a procesos participativos válidos. Hoy, la obra está en plena ejecución, avanzando a toda velocidad sin haber sido revisada tras la presentación del amparo ni durante las mesas de trabajo convocadas por la Justicia, una vez que ya habían iniciado la obra”.

¿Las mesas de trabajo están sirviendo de algo? ¿Hay escucha del gobierno porteño y de la empresa?

Las mesas de trabajo fueron convocadas por orden judicial. Pero en la práctica, no hay escucha real. El GCBA y AUSA llegan a las mesas con el proyecto cerrado, sin brindar información clave, sin contestar a los pedidos de acceso a la información, ni frenar las obras mientras se debate. Las propuestas alternativas presentadas por los vecinos (como usar colectoras, premetro, u otros modelos de movilidad sustentable) ni siquiera fueron consideradas. Las mesas han sido una formalidad dilatoria mientras la obra avanza sin freno.

¿Qué perjuicios ya están sucediendo y cuáles sucederán?

Tala de árboles, pérdida de sombra, humedad y biodiversidad; rotura de veredas, ruidos permanentes, vibraciones y molestias en la vida diaria; corte de accesos históricos, dejando barrios desconectados. Y si no se frena habrá un aumento de inseguridad vial, con colectivos cruzando carriles rápidos en maniobras riesgosas; aislamiento de sectores enteros del barrio; encarecimiento de la vida cotidiana por peajes, más transporte y pérdida de comercios barriales; mayor contaminación ambiental y sonora; desvalorización de las propiedades y deterioro del entorno.

¿Por qué este viernes 1 de agosto la comunidad hará una caravana?

Porque ya no alcanza con reclamar en silencio ni esperar respuestas que no llegan. Convocamos a una caravana vecinal pacífica para visibilizar el conflicto, frenar el avance destructivo de la obra, y exigir participación real. Será una caravana con autos, banderas argentinas y carteles. Queremos que nos vean y que nos escuchen.

La caravana saldrá a las 18 horas desde Dellepiane Sur y Montiel y finalizará en Dellepiane Norte y Piedra Buena. Participarán familias, organizaciones barriales, ambientalistas, arquitectos, docentes, jubilados, comerciantes. Al finalizar, se realizará una ceremonia simbólica con Flavia Carrión, antropóloga y comunicadora de sabiduría ancestral, en el Día de la Pachamama. “Será un acto de gratitud ambiental, una pausa colectiva para honrar a los árboles y el esfuerzo de toda nuestra gente; para agradecerle a la Tierra por seguir aguantándonos. Un momento para reencontrarnos con lo esencial: la naturaleza, la vida en comunidad y la defensa de lo que amamos”.

Esta misma vecindad organizada se formó el año pasado con el nombre “No dividan Lugano”, cuando evitó que el gobierno porteño hiciera una serie de pasos bajo a nivel, que hubiesen significado un abanico de perjuicios para el barrio. En ese entonces, cuando llegaron las topadoras, mujeres y hombres se atrincheraron para defender árboles de más de 100 años. En esta crónica contamos lo que fue ese proceso comunitario.

Un año después, el barrio de Lugano sigue en pie de resistencia. “Somos una comunidad que se levanta para defender a su barrio. Ya presentamos más de 800 firmas, relevamientos propios y propuestas alternativas. Pero nos siguen ignorando, y la obra sigue destruyendo. Por eso salimos a la calle, otra vez, y así lo seguiremos haciendo cada vez que haga falta”.

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Actualidad

Marcha de jubilados: balas y bolitas

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Siete detenidos y al menos 30 personas heridas, entre jubilados, curas, trabajadores de prensa (lavaca, Cítrica, Infonews, El Destape y C5N, entre ellos), defensores de derechos humanos, y un niño de 4 años que estaba con su familia en la Plaza de los Dos Congresos. Ese es uno de los saldos de otra semana de represión brutal a la protesta de cada miércoles, esta vez coordinada por la Policía de la Ciudad, que disparó postas de goma, balines con gas pimienta, granadas aturdidoras, golpeó con escudos y lanzó un nuevo tipo de gas que producía tos y vómitos. El despliegue también implicó tareas de inteligencia ilegal con efectivos que filmaban y fotografiaban manifestantes, según denunció la Comisión Provincial por la Memoria (CPM), que también relevó «policías armados con postas de plomo que están prohibidos». Los carteles, las reflexiones, y la creatividad: algunos integrantes de la marcha terminaron jugando a las bolitas en la calle con los balines policiales. 

Por Lucas Pedulla y Francisco Pandolfi. Fotos Juan Valeiro/ lavaca.org

Marcha de jubilados: balas y bolitas

El padre Paco Olveira muestra los balines que golpean y expulsan gas pimienta. Terminaron jugando con ellos a la bolita sobre la acera.

Otro miércoles de protesta de jubilados y otro miércoles de represión feroz y absurda enfocada principalmente a jubilados y a la prensa que cubría lo que estaba ocurriendo. Con ataques directos a los ojos y a los cuerpos. A las cámaras y a los celulares que registraban la bestialidad de las fuerzas de seguridad –el fotógrafo de lavaca, Juan Valeiro, entre ellos, con quemaduras de primer grado en el cuello y en la oreja–. No es difícil imaginar lo que hubiese ocurrido si ese ataque le hubiera llegado directamente a los ojos. Esta vez fue la Policía de la Ciudad la encargada de lanzar gases y disparos a mansalva en la intersección de Avenida de Mayo y Luis Sáenz Peña cuando la movilización pretendía ir hacia la Casa Rosada.

Marcha de jubilados: balas y bolitas

El fotógrafo Juan Valeiro de lavaca, uno de los periodistas atacados, como ocurrió con profesionales de Cítrica, Infonews, El Destape y C5N.

Hubo 7 detenidos (Agustín Cano, Leandro Maristains, Alejandro Carrizo, Federico Burgos, Francisco Ramos, Hugo Eischler y Javier Mendoza) y al menos 30 heridos según la Comisión Provincial por la Memoria (CPM), entre ellos un niño de 4 años que estaba en la Plaza de los Dos Congresos junto a su familia.  

Marcha de jubilados: balas y bolitas

Escenas de otro miércoles de violencia estatal absurda.

Más allá de la violencia ordenada por la ministra de Seguridad Patricia Bullrich, la concentración de jubilados tuvo un eje concreto de reclamo: el “no al veto” del gobierno nacional a la suba de las jubilaciones y la emergencia en discapacidad. Sin embargo, Javier Milei ya avisó que vetará las leyes aprobadas por el Congreso. Tiene plazo hasta el lunes 4 de agosto, tiempo destinado a ofrecer distintas cuestiones no públicas a diputados que se sumen a apoyar el veto, como ha venido ocurriendo. ¿El argumento del oficialismo contra un ínfimo aumento a jubilados? “Va en contra del equilibrio fiscal”.

Marcha de jubilados: balas y bolitas

Una de las jubiladas víctimas del coraje policial contra ellas, y de un nuevo gas tóxico, un símbolo de esta época.

Con la camiseta de Independiente y máscara del Hombre Araña, un jubilado entendió el mapa económico que traza esa decisión, y lo señaló con un cartel en tono bíblico: en el Génesis se habla de un sueño con vacas gordas y vacas flacas, referencia a los períodos de prosperidad y a los de dificultades. El jubilado escribió una actualización argentina de aquella imagen que ya no tiene forma de sueño sino de pesadilla. 

  • “Vacas gordas, jubilados flacos”.
Marcha de jubilados: balas y bolitas

El Hombre Araña es del Rojo, y releyó el Génesis.

Números y un café

Carlos trabajó cuarenta años en el Correo y no falta ningún miércoles a la marcha de jubilados y jubiladas con su remera ya mítica de Chacarita. Tanto, que casi nadie sabe que se llama Carlos y la gente le dice “Chaca”. Hoy caminó por Rivadavia con dos vendas que le envolvieron sus dos antebrazos. “Como todos los miércoles, venimos a reclamar y te cagan a palos. Acá tenés la prueba”, dijo a lavaca  mostrando sus moretones. “Pero ya lo dije: esta sangre mía Bullrich la va a pagar”.

Héctor acaba de cumplir 75 años: “Decir que la suba de las jubilaciones atenta contra el equilibrio fiscal es una payasada. Milei lo deja claro cuando le baja las retenciones al campo, como dijo el sábado en la Sociedad Rural. Para nosotros nada y para los ricos todo, esa es la política del gobierno. ¿El beneficio para el campo no genera déficit fiscal? Milei es una máquina de mentir”. El hombre cuenta sus propias y reales retenciones: “Ya no salgo más que los miércoles acá. Ya no tengo la vida que tenía antes, no puedo viajar ni tomarme un café”.

Marcha de jubilados: balas y bolitas

Policías en acción, frente a jubilados que reclaman por sus haberes amputados por la motosierra.

De ratificarse el veto a los jubilados, la suba de agosto no será del 7,2% como fija la ley aprobada (el haber mínimo $441.600), sino del 1,62% en base al último índice de inflación de junio de 2025, por lo que la jubilación mínima será de $ 314.243,51.

Abus en la calle 

Alicia tiene 63 años y lleva un pañuelo firmado por siete de sus nietos: “Abus en lucha”, “Aguanten los jubilados”. No entiende la distribución de la riqueza. O sí, pero la ve obscena: “La baja de las retenciones y el veto a los jubilados es una guasada total”. Sus retenciones: “Ya no me puedo dar más un gustito. Vivo el día a día, ya no estoy comprando nada ni semanal ni mensual”.

En la marcha hubo muchos carteles al respecto: 

  • No al veto: nuestra indigencia es tu superávit
  • Ni veto ni represión: fuera el FMI
  • No al veto a las leyes en jubilaciones
  • No al veto: cobarde estafador (y la cara de Milei). 

Ana, 74 años, trajo su propia pancarta: “Baja las retenciones a los ricos, hambrea a los viejos”. Cuenta que su hijo trabaja en el Correo y teme ser despedido, que su nieta encontró trabajo en un Todo Moda pero la echaron a los dos meses. Para ella todo el pueblo debería movilizarse: “No sólo los jubilados y los del Garrahan. Todos”. 

Marcha de jubilados: balas y bolitas

No hay plata para el cine argentino (el Gaumont como símbolo) pero sí para filmar ilegalmente a manifestantes.

Walter (66) y Julio (62) llegaron de Campana, norte de la provincia de Buenos Aires. Sumaron otros dos carteles: “Viejo: no te quedes en tu casa, vení a luchar” y “Ayudame a luchar. El próximo viejo sos vos”. Walter movió la cabeza de un lado para el otro al recordar el discurso de Milei en la Sociedad Rural: “Un tipo desquiciado, frente a toda la oligarquía, los terratenientes, los dueños de la tierra. Él mismo dice: ‘soy cruel’. Nos la está haciendo parir. Nos quitó la medicación, todo un desastre”.

Julio coincidió: “Ahí ves realmente para quién gobierna. Hasta el que tiene séptimo grado, como yo, se da cuenta”. 

Marcha de jubilados: balas y bolitas

Jubilado hablándole a la pared.

Roberto, 62 años, de Trelew (Chubut), lo escucha: “Pero hay que seguir viniendo, compañeros. Son totalmente inescrupulosos. Hoy hablaba con un amigo que me decía que había que respetar el voto popular, pero Hitler también ganó con el voto popular. Si no salimos a la calle, no sé qué más va a pasar”. 

Vallas a donde vayas

El Congreso estuvo totalmente vallado. Vallas sobre Entre Ríos, Riobamba, Yrigoyen, Rivadavia. “Este quilombo lo hizo la Buillrich”, gritó un cincuentón a los automovilistas que se quejaban porque avanzar por las calles lindantes era un imposible.

Luis llevó un cartel: “Menstruación=sueldo de jubilado; viene una vez y se va a los tres días”. Dijo que lo escuchó a Milei cuando anunció en La Rural la baja de las retenciones al agro. “Lo que me dolió fue que la gente aplaudió cuando dijo que iba a vetar nuestro aumento. La gente del campo aplaude a todos los que empiezan con la “m” de mierda: Martínez de Hoz, Menem, Macri y ahora Milei”. 

Marcha de jubilados: balas y bolitas

Mensaje para el tal vez próximo embajador de Trump en Argentina. Un apellido que parece un mandato.

Después de la radio abierta, como cada miércoles, empezó la movilización. Las columnas bajaron a Hipólito Yrigoyen, cuya circulación no estaba cortada y marcharon por la calle. “Luche que se van”, fue otra vez el hit, al que siguió “que se vayan todos”. Uno de los temas, con dedicatoria explícita: “A dónde está, que no se ve, esa famosa CGT”. Nobleza obliga: ni la CGT ni ningún partido político, con la cabeza en las elecciones legislativas y no en la calle.

La violencia y las bolitas

Sobre Yrigoyen, casi Luis Sáenz Peña, se divisaba un camión hidrante que se retiró. La columna dobló al final de la Plaza para ir hacia Avenida de Mayo con la intención de seguir la marcha hacia Plaza de Mayo. Sin embargo, en otro operativo de pésima coordinación –esta vez por la Policía de la Ciudad– la manifestación se mezcló entre autos y colectivos que seguían pasando. 

Marcha de jubilados: balas y bolitas

“¡Por la vereda!”, gritaron algunos jubilados. Pero en ese momento, los efectivos cortaron de cordón a cordón empezando con la respuesta física violenta. El operativo estuvo acompañado, como suele ocurrir, por oficiales con cámaras que filmaron y sacaron fotos (con el objetivo de realizar algún tipo de “inteligencia” y amedrentamiento a quienes ejercen el derecho de reclamar). 

La movilización avanzó pero rápidamente empezaron las detonaciones de escopeta con postas de goma y de granadas. Dispararon balines de armas byrna, redondos y de colores, que impactaban en los cuerpos, provocando lastimaduras y liberación del gas que llevan dentro. También lo hicieron sobre la vereda, donde se supone que no hay “protocolo”. Detuvieron, golpearon y gasearon fundamentalmente a trabajadores y trabajadoras de prensa, como cada semana. El efecto de esos spray, que poseen una sustancia espesa y viscosa: penetra los poros y quema durante horas. El fotógrafo de lavaca, Juan Valeiro, como otros reporteros (Cítrica, Infonews, C5N y El Destape, entre otros), fueron atendidos en la misma plaza y en el Instituto Patria. “Quemadura de primer grado”, diagnosticaron a nuestro compañero.

Marcha de jubilados: balas y bolitas

¿Qué escudan los escudos?

Nadie fue ajeno a esta nueva ofensiva. La policía disparó un gas que generaba tos hasta el punto de provocar arcadas y vómitos. La sensación era extraña, porque no había un sabor ácido ni picante, pero provocaba una tos ronca. El efecto llegaba incluso a las calles aledañas, aparentemente ajenas al la marcha. “El registro del despliegue policial evidencia su brutalidad e irracionalidad”, denunció la CPM, organismo que precisó otro detalle alarmante: “Se relevaron también policías armados con armas con postas de plomo que están prohibidas, y acciones de inteligencia ilegal”. 

Agregó la CPM que el ataque incluyó a defensores de derechos humanos, cuyo hostigamiento tenía como fin evitar el registro de los hechos.

Sin embargo, la gente no se fue.

La gente se quedó. La policía avanzaba, seguía gaseando, y la gente siguió. 

“¡Tienen miedo!”, gritó una jubilada. “¡Tienen miedo!”.

Uno de los primeros detenidos había sido el padre Paco Olveira. Lo golpearon, lo gasearon y lo salvó la gente. Se llevó de recuerdo dos de los balines de la Policía. “Es el último arma que trajo Bullrich”, explica y muestra a lavaca. “Te tiran y salta el gas. No te deja respirar. Y duele, porque nos dieron unos cuantos en los pies. Gracias a Dios hoy no tiraron a los ojos”.

De fondo, la jubilada siguió gritando: “¡Tienen miedo!”.

Otro miércoles de protesta de jubilados se diluía entre detenciones y balines de gas. Entre un cordón con armas largas sobre Rivadavia y un grupo de la motorizada dispuesto a salir sobre Rodríguez Peña. Sin embargo, mientras el padre Paco seguía mostrando los balines, alguien propuso:

–Juguemos a las bolitas.

Todos se rieron, por el absurdo de la situación. 

De nuevo, frente al horror, la creatividad social. 

Y así, frente a policías que seguían filmando ahora una burla, un párroco y una jubilada arrodillados en la calle, jugaron a las bolitas con los balines para cerrar otro miércoles argentino.

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CABA

Super Mamá: ¿Quién cuida a las que cuidan?

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¿Cómo ser una Super Mamá? La protagonista de esta historia es una flamante madre, una actriz a la que en algún momento le gustaría retomar su carrera y para ello necesita cómplices que le permitan disfrutar los diferentes roles que, como una mamushka, habitan su deseo. ¿Le será posible poner en marcha una vida más allá de la maternidad? ¿Qué necesitan las madres? ¿Qué necesita ella?

Por María del Carmen Varela

Como meterse al mar de noche es una obra teatral —con dirección y dramaturgia de Sol Bonelli— vital, testimonial, genuina. Un recital performático de la mano de la actriz Victoria Cestau y música en vivo a cargo de Florencia Albarracín. La expresividad gestual de Victoria y la ductilidad musical de Florencia las consolidan en un dúo que funciona y se complementa muy bien en escena. Con frescura, ternura, desesperación y humor, abordan los diferentes estadíos que conforman el antes y después de dar a luz y las responsabilidades en cuanto al universo de los cuidados. ¿Quién cuida a las que cuidan?

La escritura de la obra comenzó en 2021 saliendo de la pandemia y para fines de 2022 estaba lista. Sol incluyó en la última escena cuestiones inspiradas en el proyecto de ley de Cuidados que había sido presentada en el Congreso en mayo de 2022. “Recuerdo pensar, ingenua yo, que la obra marcaría algo que en un futuro cercano estaría en camino de saldarse”. Una vez terminado el texto, comenzaron a hacer lecturas con Victoria y a inicios de 2023 se sumó Florencia en la residencia del Cultural San Martín y ahí fueron armando la puesta en escena. Suspendieron ensayos por atender otras obligaciones y retomaron en 2024 en la residencia de El Sábato Espacio Cultural.

Se escuchan carcajadas durante gran parte de la obra. Los momentos descriptos en escena provocan la identificación del público y no importa si pariste o no, igual resuenan. Victoria hace preguntas y obtiene respuestas. Apunta Sol: “En las funciones, con el público pasan varias cosas: risas es lo que más escucho, pero también un silencio de atención sobre todo al principio. Y luego se sueltan y hay confesiones. ¿Qué quieren quienes cuidan? ¡Tiempo solas, apoyo, guita, comprensión, corresponsabilidad, escucha, mimos, silencio, leyes que apoyen la crianza compartida y también goce! ¡Coger! Gritaron la otra vez”.

¿Existe la Super Mamá? ¿Cómo es o, mejor dicho, cómo debería ser? El sentimiento de culpa se infiltra y gana terreno. “Quise tomar ese ejemplo de la culpa. Explicitar que la Super Mamá no existe, es explotación pura y dura. No idealicé nada. Por más que sea momento lindo, hay soledad y desconcierto incluso rodeada de médicos a la hora de parir. Hay mucho maltrato, violencia obstétrica de muchas formas, a veces la desidia”.

Durante 2018 y 2019 Sol dio talleres de escritura y puerperio y una de las consignas era hacer un Manifiesto maternal. “De esa consigna nació la idea y también de leer el proyecto de ley”. Su intención fue poner el foco en la soledad que atraviesan muchas mujeres. “Tal vez es desde la urbanidad mi mayor crítica. Se va desde lo particular para hablar de lo colectivo, pero con respecto a los compañeros, progenitores, padres, la situación es bastante parecida atravesando todas las clases sociales. Por varios motivos que tiene que ver con qué se espera de los varones padres, ellos se van a trabajar pero también van al fútbol, al hobby, con los amigos y no se responsabilizan de la misma manera”.

En una escena que desata las risas, Victoria se convierte en la Mami DT y desde el punto de vista del lenguaje futbolero, tan bien conocido por los papis, explica los tips a tener en cuenta cuando un varón se enfrenta al cuidad de un bebé. “No se trata de señalarlos como los malos sino que muestro en la escena todo ese trabajo de explicar que hacer con un bebé que es un trabajo en sí mismo. La obra habla de lo personal para llegar a lo político y social”.

Sol es madre y al inicio de la obra podemos escuchar un audio que le envió uno de sus hijos en el que aclara que le presta su pelota para que forme parte de la puesta. ¿Cómo acercarse a la responsabilidad colectiva de criar niñeces? “Nunca estamos realmente solas, es cuestión de mirar al costado y ver que hay otras en la misma, darnos esa mirada y vernos nos saca de la soledad. El público nos da devoluciones hermosas. De reflexión y de cómo esta obra ayuda a no sentirse solas, a pensar y a cuidar a esas que nos cuidan y que tan naturalizado tenemos ese esfuerzo”.

NUN Teatro Bar. Juan Ramirez de Velazco 419, CABA

Miércoles 30 de julio, 21 hs

Próximas funciones: los viernes de octubre

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