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Criminalización en el Garrahan: el trabajo del ministerio

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Un vuelco, o una confirmación inesperada, surgió en el juicio que se lleva adelante contra cuatro trabajadores del Hospital de Pediatría Juan P. Garrahan cuando la inspectora del Ministerio de Trabajo que denunció supuesta “coacción agravada” (amenazas) en su contra durante la huelga de 2005, reconoció que la viceministra del área, Noemí Rial, fue quien le ordenó hacer esa denuncia en contra de los trabajadores. El propio Tribunal Oral 29 determinó que el juicio, que iba a extenderse hasta el 25 de abril, culmine el próximo viernes 12.
Criminalización en el Garrahan: el trabajo del ministerio
Debe recordarse que en el marco de aquel conflicto salarial se acusó a los trabajadores de “terroristas” y “delincuentes sanitarios” según las expresiones del entonces ministro de Salud Ginés González García. Los trabajadores, en aquel momento, llevaban catorce (14) años sin recibir aumento alguno de sus haberes.
Iris  y la viceministra
Este 8 de abril comenzó el juicio oral a los integrantes de la Junta Interna de ATE (Asociación de Trabajadores del Estado) del Garrahan por aquella huelga  de 2005, en el marco de una reactivación de causas que judicializan a casi treinta trabajadores por protestas sucedidas hace años.
Gustavo Lerer, uno de los acusados, cuenta a lavaca que las primeras dos jornadas fueron tan positivas que el juicio, proyectado hasta el 25 del corriente, se acortó hasta el viernes 12, día en el que convocan a una concentración a las puertas del tribunal. Uno de los argumentos que habría motivado esa decisión fue la declaración de una de las supuestas víctimas de “coacción agravada” (amenazas), la inspectora del Ministerio de Trabajo Iris Moyano, quien confesó ante el Tribunal que la viceministra de Trabajo, Noemí Rial, fue quien le ordenó  hacer la denuncia en contra de los trabajadores. “Lo cual confirma toda nuestra hipótesis de que esta es una persecución política de criminalización de la protesta donde funcionarios del Poder Ejecutivo utilizan la justicia penal para perseguir a los trabajadores”, dice Lerer.
En la calle
En el caso del Garraham los hechos ocurrieron hace 8 años y ya hubo fallos que determinaron falta de mérito en primera instancia y luego sobreseimiento. Pero a fuerza de apelaciones y de presión oficial para juzgarlos, finalmente llevaron a proceso a Gustavo Lerer (bioquímico, delegado general ATE Garrahan), Adriana Agüero (enfermera), Eduardo Luis García (enfermero) y Marcelo Mansilla (técnico de laboratorio). El Tribunal Oral en lo Criminal n° 29 de Capital es el que está reeditando aquella historia.
En la calle, una movilización de casi mil personas se acercó a manifestar su apoyo y a catalogar al juicio como “judicialización de la protesta”. “Fue un acto impresionante frente al juzgado, hasta en Mar del Plata cortaron una ruta en solidaridad con nosotros. Así empezó el juicio y ya ese comienzo nos daba la impresión de que estaba ganado porque la clase obrera gana los juicios en la calle y no en los recintos”, sostiene Lerer.
14 años congelados
Durante la jornada de ayer los imputados recordaron que el conflicto que llevó al paro del hospital – manteniendo las guardias mínimas- fue salarial: hacía 14 años que los sueldos estaban congelados, desde el comienzo del menemismo. En el medio aparecieron inspectores del Ministerio de Trabajo para confirmar si se cumplían las guardias mínimas. Uno de los acusados, Eduardo García, relata que en realidad querían registrar quiénes eran los que hacían paro: “Y eso sí que es ilegal. Yo me acerqué a preguntarles quiénes eran y la inspectora Iris Moyano empezó a gritar”, relata Mansilla en la revista mensual MU de marzo. “No somos tontos: jamás la toqué. Pero ella hizo ese aspaviento y salieron derecho a la Dirección del Hospital, que sabían perfectamente dónde quedaba pese a que esto es un laberinto: estaba todo armado”.
¿Terroristas? ¿Salvajes?
Mansilla está acusado de sacarles fotos a los inspectores, lo que no es un delito. A Eduardo García le incriminan haber “pechado” a la inspectora Moyano, “cosa que nunca ocurrió”. Y a Gustavo Lerer y Adriana Acuña los imputan por acudir a la puerta de la Dirección, tras la actuación de los inspectores, a cantar el repertorio musical habitual por esas fechas: “Atención, estamos defendiendo la salud de la Nación”. La inspectora Moyano hizo la denuncia por una “coacción agravada” que nunca existió. El por entonces ministro de Salud Ginés González García expelió públicamente que se trataba de un “grupo salvaje de delincuentes sanitarios que hacen terrorismo tomando como rehenes a los chicos”. Debe consignarse que los así calificados continúan trabajando desde entonces en el Garrahan atendiendo situaciones de alta complejidad como parte de su trabajo cotidiano.
La perla
Frente a aquel conflicto laboral, la viceministra del Ministerio de Trabajo, Noemí Rial, optó por una maniobra que fue la perla de la jornada del día 9 en el juicio. Lerer: “La testigo denunciante, la inspectora Moyano, confesó que Rial le ordenó hacernos la denuncia. Los abogados defensores le preguntaron si en su trabajo, con 30 años de experiencia, lo que le ocurría en el Garrahan era algo habitual en estos conflictos. Contestó que sí. Le preguntaron si siempre hacía denuncias de este tipo. Respondió que no, y finalmente confesó que cumplió una orden”.
A partir de esta declaración, la defensa recurrió al artículo 388 que entiende que apareció un “hecho nuevo” en el transcurso del juicio y pidió la “comparecencia de la ministra Rial” para que brinde explicaciones. Sin embargo, Lerer duda de que eso vaya a suceder.
La inconsistencia de las imputaciones – ya dictaminadas en dos ocasiones en esta misma causa-, y la ahora confesa maniobra según los dichos de la propia inspectora del Ministerio, lleva a los trabajadores a considerar como un “amedrentamiento” y una “criminalización” el reflote de estas causas más que a creer que efectivamente los vayan a juzgar. “Se juega al desgaste, la jornada de ayer fue larga, pero nosotros estamos muy confiados que lo que expresa el fiscal no se va a poder llevar adelante”, explicó a lavaca José Luis Matassa, secretario general de ATE Capital.
Las madres de los enfermos
Como testigos del juicio también desfilaron el otro inspector denunciante, Sergio Neira, el director adjunto del Hospital, la ex directora de Enfermería y la ex directora de Atención pediátrica.
De parte de la defensa los testigos incluyeron madres de chicos internados (para demostrar que no hubo falta de atención a los pacientes) y periodistas que siguieron el conflicto como Pablo Llonto.
Tras la sesión de hoy, los jueces adelantaron la culminación del juicio para el día viernes 12 de abril –cuando estaba proyectado hasta el 25-, “aparentemente por la contundencia de nuestras declaraciones, de los testigos y esta novedad aportada por la inspectora Iris Moyanol”, entiende Lerer.
Ese día, a las 12 y media del mediodía los trabajadores convocan a una movilización a las puertas del Tribunal Criminal n° 29, Paraguay 1536, cuando se espera que se dicte el fallo.
 

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Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

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Hoy se cumplen 23 años de los asesinatos de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki que estaban movilizándose en Puente Pueyrredón, en el municipio bonaerense de Avellaneda. No eran terroristas, sino militantes sociales y barriales que reclamaban una mejor calidad de vida para los barrios arrasados por la decadencia neoliberal que estalló en 2001 en Argentina.

Aquel gobierno, con Eduardo Duhalde en la presidencia y Felipe Solá en la gobernación de la provincia de Buenos Aires, operó a través de los medios planteando que esas muertes habían sido consecuencia de un enfrentamiento entre grupos de manifestantes (en aquel momento «piqueteros»), como suele intentar hacerlo hoy el gobierno en casos de represión de sectores sociales agredidos por las medidas económicas. Con el diario Clarín a la cabeza, los medios mintieron y distorsionaron la información. Tenía las imágenes de lo ocurrido, obtenidas por sus propios fotógrafos, pero el título de Clarín fue: “La crisis causó 2 nuevas muertes”, como si los crímenes hubieran sido responsabilidad de una entidad etérea e inasible: la crisis.

Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

Darío Santillán.

Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

Maximiliano Kosteki

Del mismo modo suelen mentir los medios hoy.

El trabajo de los fotorreporteros fue crucial en 2002 para desenmascarar esa mentira, como también ocurre por nuestros días. Por aquel crimen fueron condenados el comisario de la bonaerense Alfredo Franchiotti y el cabo Alejandro Acosta, quien hoy goza de libertad condicional.

Siguen faltando los responsables políticos.

Toda semejanza con personajes y situaciones actuales queda a cargo del público.   

Compartimos el documental La crisis causó 2 nuevas muertes, de Patricio Escobar y Damián Finvarb, de Artó Cine, que puede verse como una película de suspenso (que lo es) y resulta el mejor trabajo periodístico sobre el caso, tanto por su calidad como por el cúmulo de historias y situaciones que desnudan las metodologías represivas y mediáticas frente a los reclamos sociales.

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83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

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Pablo Grillo
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83 días.

Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.

83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.

83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.

83 días y seis intervenciones quirúrgicas.

83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo. 

83 días hasta hoy. 

Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro. 

Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”. 

Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).

Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca. 

El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”. 

La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».

La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería. 

Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.

Esta es parte de la vida que no pudieron matar:

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La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen

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Una obra teatral que recurre al milagro como ingrediente imprescindible para una transformación. Un niño santo en un pueblo perdido. Su primera intervención paranormal desata furor y de todas partes van a suplicarle lo imposible. La transfiguración de Miguelito Pepe es un unipersonal con la dramaturgia y dirección de Martina Ansardi en el que el actor Tuco Richat se pone en la piel de varios personajes que dialogan con lo sagrado y lo profano. Este viernes 30 de mayo a las 20.30 podés ver en MU Trinchera Boutique la primera de tres funciones.

Por María del Carmen Varela.

La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen

La transfiguración de Miguelito Pepe gira en torno a un fenómeno que sucede en un pueblo norteño. Miguelito, un niño de Famaillá, se convierte de la noche a la mañana en la gran atracción del pueblo. De todas partes van a conocerlo y a pedirle milagros. En todo el pueblo no se habla de otra cosa que del niño santo, el que escucha los pedidos de quien se le acerque y concede la gracia. 

La obra tiene dramaturgia y dirección de la activista y artista travesti Martina Ansardi, directora teatral, actriz, bailarina, coreógrafa y socia de Sintonía Producciones, quien la ideó para que fuera itinerante.

Se trata de un unipersonal en el que el actor Tuco Richat se luce en varios personajes, desde una secretaria de un manosanta que entrega estampitas a quien se le cruce en el camino, una presentadora de televisiòn exaltada a un obispo un tanto resentido porque dios le concede poderes a un changuito cualquiera y no a él, tan dedicado a los menesteres eclesiásticos.

La voz de la cantante lírica Guadalupe Sanchez musicaliza las escenas: interpreta cuatro arias de repertorio internacional.  A medida que avanza la trama, Richat irá transformando su aspecto, según el personaje, con ayuda de un dispositivo móvil que marca el ritmo de la obra y sostiene el deslumbrante vestuario, a cargo de Ayeln González Pita. También tiene un rol fundamental para exhibir lo que es considerado sagrado, porque cada comunidad tiene el don de sacralizar lo que le venga en ganas. Lo que hace bien, lo merece.

Martina buscó rendir homenaje con La transfiguraciòn de Miguelito Pepe a dos referentes del colectivo travesti trans latinoamericano: el escritor chileno Pedro Lemebel y Mariela Muñoz. Mariela fue una activista trans, a quien en los años `90 un juez le quiso quitar la tenencia de tres niñxs. Martina: “Es una referenta trans a la que no se recuerda mucho», cuenta la directora. «Fue una mujer transexual que crió a 23 niños y a más de 30 nietes. Es una referenta en cuanto a lo que tiene que ver con maternidad diversa. Las mujeres trans también maternamos, tenemos historia en cuanto a la crianza y hoy me parece muy importante poder recuperar la memoria de todas las activistas trans en la Argentina. Esta obra le rinde homenaje a ella y a Pedro Lemebel”.

Con el correr de la obra, los distintos personajes nos irán contando lo que sucedió con Miguelito… ¿Qué habrá sido de esa infancia? Quizás haya continuado con su raid prodigioso, o se hayan acabado sus proezas y haya perdido la condición de ser extraordinario. O quizás, con el tiempo se haya convertido, por deseo y elección, en su propio milagro. 

MU Trinchera Boutique, Riobamba 143, CABA

Viernes 30 de mayo, 20.30 hs

Entradas por Alternativa Teatral

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