Actualidad
Pacto de mayo, y el día de la dependencia

Se firmó el llamado Pacto de Mayo en los primeros minutos del 9 de Julio en Tucumán y más tarde, en Buenos Aires, se hizo un desfile militar en el que Javier Milei y Victoria Villarruel saludaron desde un tanque. El símbolo fue acompañado además por una pancarta entre el público: “Los carapintadas tenían razón”. El contenido del pacto, lo que decía la gente en Tucumán, la amenaza sobre el medio ambiente y los movimientos asamblearios. Desde los pueblos originarios consideraron el discurso de Milei como una «amenaza de muerte».
El Pacto de Mayo se firmó en los primeros minutos del 9 de julio en Tucumán, para evitar que el partido de Argentina se comiera la noticia, o por razones tal vez astrológicas. En la Casa de Tucumán, el pacto de 10 puntos resultó contradictorio con cualquier idea de la Independencia, mientras las cámaras de la transmisión oficial se afanaban en mostrar los rostros del vocero Adorni y de las ministras Petovello y Bullrich. En realidad fuera del Presidente y de los presidentes del Senado y Diputados (Abad y Menem), la figura a la que se le quiso dar mayor relevancia fue a la de Karina Milei, quien sucedió a los tres anteriores en el orden de importancia en las menciones del protocolo oficial. De allí nacen las hipótesis sobre consultas astrológicas para definir los horarios y coordenadas de determinados eventos oficiales, combinadas con las preferencias mediáticas de Santiago Caputo (convertido más en un hiperministro que en un asesor) para evitar que el partido de la Selección licuara este evento. Otro personajes relevante fue el gobernador tucumano Osvaldo Jaldo, uno de los primeros en saltar del peronismo al mileísmo con la facilidad que resulta habitual en estos casos. En la propia Casa de Tucumán, el ministro Luis “Toto” Caputo se sacó y publicó en X una selfie sonriente junto a Federico Sturzzenegger, otra performance destinada a cambiar el humor de los “mercados” frente al gobierno.

Imágenes del 9 de Julio en San Miguel de Tucumán. Fotos: Juan Valeiro.
Javier Milei centralizó una performance que reunió a 18 gobernadores –una suerte de reseteo de su relación con “la casta”– en medio de fanfarrias militares. El acto fue sorprendente por lo acartonado y artificial. Luego leyó un discurso ante los invitados convocados a aplaudir. El pacto como tal puede ser y será debatido, pero hay dos puntos que van en línea con lo que el gobierno viene intentando tanto a través del RIGI (Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones) como del DNU y la Ley Bases: la entrega de los recursos naturales (o bienes comunes) como hipotética forma de atraer corporaciones con dólares, y una apertura indiscriminada de la economía. La combinación de ambas cosas, como lo muestra la historia, jamás logró el efecto de supuesto enriquecimiento y progreso, sino lo contrario.
Los dos puntos mencionados son el 7º y el º10º.
7) “El compromiso de las provincias argentinas de avanzar en la explotación de los recursos naturales del país”.
10) “La apertura al comercio internacional, de manera que la Argentina vuelva a ser protagonista del mercado global”.
Milei se ocupó por atacar especialmente a las asambleas ambientales: «El compromiso que firmamos aquí, para el que vamos a necesitar la voluntad de las provincias, llama a explotar los recursos naturales que Dios nos ha dado. El bendijo a nuestra tierra con una riqueza enorme y nos dio la posibilidad de que en cada rincón de la Patria los argentinos puedan crear riqueza y desarrollar sus vidas de manera digna, pero los políticos han escuchado más la demanda de las minorías ruidosas y organizaciones ambientalistas financiadas por millonarios extranjeros que las necesidades de prosperar que tienen los argentinos».
Como en otros rubros, la falsedad o mentira es el eje de tal discurso. Las dos experiencias electorales a través de consultas populares frente a los proyectos mineros (en Chubut y Neuquén) arrojaron más de 80 % de rechazo a la minería a cielo abierto, sin contar puebladas como el Mendozazo de 2020 y el Chubutazo de 2021 por las mismas razones. No se trató de minorías ruidosas, y si los entonces gobernantes dejaron de impulsar los proyectos extractivos fue argumentando la paz social. Otro detalle con respecto a la oración del señor Milei es que en esos rincones de la patria no se “crea” riqueza, ni lo hacen “los argentinos”: la riqueza se extrae, y quienes lo realizan son corporaciones multinacionales que viven esperando este tipo de apoyos oficiales para incrementar sus actividades y ganancias a costa de las comunidades y de la economía del país.
En San Miguel de Tucumán las jornadas previas al pacto se vivieron como un gran maquillaje. Se pintaron la ruta de salida del aeropuerto, el puente del río Salí, se intentó sacar del mismo río la basura más visible, se pintó la fachada de la Casa de Tucumán.

La danza de las escobas. Foto: Juan Valeiro.
Un vendedor de escarapelas, que apoya a Milei, comenta sobre esto: “Hay una mugre bestial. Acá en el centro no tanto, pero tirate para las orillas: no podés ni caminar. Ahora, en una semana hicieron lo que no hicieron en toda la vida. Pero después, sigue lo mismo”. El vendedor planteó lo habitual sobre su apoyo a Milei: “No hay que perder la esperanza”.
Mientras tanto, las asambleas chubutenses rechazaban el Pacto de Mayo bajo un argumento: “Vienen por todo”. Viviana Moreno desde Esquel fue breve: «Hoy fue el día de la dependencia». La apertura de la economía y del país a las grandes potencias, las corporaciones, y la posibilidad del ingreso y egreso masivo de capitales que solo pueden provenir del narcotráfico y el lavado de dinero representan el fundamento de esa noción de «dependencia».
Jorge Nawel, de la Confederación Mapuche de Neuquén sumó en diálogo con lavaca una advertencia a la gravedad de la situación: «Vivimos en un país cuyo gobierno está absolutamente sometido a una deuda externa absolutamente injusta. Y se acaba de aprobar una que establece el RIGI, el régimen de incentivo para grande inversiones. Agregado a las palabras del presidente hoy en Tucumán, es todo una amenaza de muerte para el conjunto de todas las vidas de esta región».
«Vaca Muerta no solo es una fuente de recursos naturales. Es también el hábitat de las comunidades mapuche, de la población campesina y criancera criolla. Con la lógica extractivista criminal de de este gobierno, realmente nos preparamos para una de las peores invasiones que va a ocurrir».
Agregó Jorge Nawel: «Eso nos obliga a extremar las acciones, la capacidad, la creatividad, para organizarnos frente a semejante embestida que acaba de anunciar el Presidente».
Y las asambleas del Curru Leufu (Río Negro) emitieron una llamada rechazando el RIGI y estas políticas en la provincia. Las razones:
- “Porque amplia y profundiza un modelo impuesto en la década de 1990”.
- “Porque incentiva y da licencia por 30 años a proyectos que profundizan el saqueo, contaminan el agua y el aire, agota los bienes comunes de la naturaleza, asfixia las economías regionales y genera redes de corrupción a su alrededor”.
- “Porque establece una dictadura minera donde toda ley que limite el cumplimiento de este régimen será declarada nula de nulidad absoluta”.
- “Porque son proyectos donde los ganadores son las grandes corporaciones mundiales y los perdedores todos y todas los y las habitantes de la Argentina”.
- “Porque se basan en engaños y promesas incumplidas de trabajo, salud y prosperidad”.
- “Porque exacerba la matriz extractivista: saqueo y exportación de commodities”.
- “Porque si el régimen aprobado en la década del 90 era una súper oferta para las corporaciones, el RIGI es directamente un regalo”.
- “Llamamos al gobierno de Río Negro a no avanzar en ningún proyecto extractivista: Calcatreu, Amarillo Grande, Oleoducto Vaca Muerta Sur, Puerto petrolero en nuestro Golfo San Matías. No a Mekorot en Río Negro”.
- “Por la defensa de los Bienes comunes de la naturaleza. Por la defensa de los territorios que habitamos. Por una forma de producción que permita el buen vivir de todos y todas. El agua vale más que el oro, el petróleo, el litio”.
Fabiana Vega, justamente desde Rio Negro, comentó a lavaca: “Si hablamos de que se suspenden todas las otras leyes, incluida la Constitución Nacional por 30 años, nos están diciendo que es un golpe de Estado encubierto por los próximos 30 años. El panorama es nefasto”.
“¿Qué pensamos hacer? Plantarnos, informar y que reaccione la gente. Porque el poder está en la gente. Los que estamos saliendo ahora somos los mismos que hemos salido siempre, siempre, porque sabemos que lo que está en juego son nuestros proyectos de vida y las posibilidades de nuestros hijos y las generaciones que vienen”.
En Tucumán, antes del pacto, el gobernador Jaldo organizó un show en la Plaza Independencia con la participación de artistas locales, Panam, el Chaqueño Palavecino y Gladys la Bomba Tucumana. Ese fue el momento de mayor concentración de público pese al frio. A las 21.30 se terminó el espectáculo y la gran mayoría desconcentró y se fue a su casa. A nadie pareció interesarle acercarse al acto presidencial. Rosa Isabel Hoyos, docente de primaria: “Vengo a festejar la previa a la declaración de la independencia; lo que más me gusta es cantar el himno a las 12. A eso vengo, siempre”. Ninguna referencia ni percepción sobre la gravedad de lo que se firmaría. Su preocupación: “Lo raro es que siempre había pocotiempo entre que se termina el show y se cante el himno, pero ahora se va a cantar a medianoche. Me sorprende”.

¿Le interesa el tema de la firma del Pacto? “La verdad que no. No sé qué negocios hay… No veo ni tele, no veo política porque creo que estamos ajenos a toda la movida esa. Sí amo a mi país y creo que sí merecemos tener esperanza de progresar a pesar de que el gobierno tucumano no es del palo de Milei. Me parece fantástico que se pongan de acuerdo”. ¿La gente vino por el pacto o por el show musical? “Vienen por el show. Mucha gene viene porque es patriota, pero la mayoría viene por el show”.
Diego y Gabriel son jóvenes libertarios que buscan afiliaciones “así le mandamos diputados a Milei el año que viene”. Gabriel: “La gente entiende el cambio. Yo hablo con Uber, con la gente que tiene kioskos, y están totalmente esperanzados”. Diego. Si le dejan de poner palos en la rueda, yo creo que en un año empezamos el camino de mejoría. Con fe y esperanza la libertad avanza, como dice Scioli”.

Tucumán en modo Bullrich.
Más temprano hubo un intento de acto contra la presencia de Milei, «Ite al pingo Milei». Se iba a realizar en la Plaza San Martín, a unas 12 cuadras de la Casa Histórica, desde las 20.30 hs. Sin embargo, cerca de las 18.30 los presentes (integrantes de Patria Grande) fueron reprimidos por la policía y se llevaron detenidas a 5 personas. Al final de la noche aparentemente fueron liberadas, pero una quedó hospitalizado por los golpes de la policía. Fue la versión tucumana del “protocolo” de Patricia Bullrich.
La jornada del 9 continuó tras el regreso de Milei a Buenos Aires, con el Te Deum en la Catedral. Allí estuvo junto a Victoria Villarruel. El arzobispo Jorge García Cuerva planteó: “A muchos les falta el termómetro social de saber lo que viven los argentinos de a pie”.
Agregó: “Algo no está bien cuando tenemos dirigentes ricos y un pueblo trabajador muy pobre”. Planteó la necesidad de ser audaces: “jugarnos la vida por los que sufren, comprometernos con los más pobres y excluidos, viviendo la libertad de la mano del amor al prójimo, independizados de todo prejuicio y rechazo del otro por pensar distinto, independizados del odio que nos enferma y carcome desde las entrañas, independizados de la corrupción, del ventajismo, de los privilegios de algunos a costa de la indigencia de muchos”.
Luego sucedió el desfile militar. Victoria Villarruel, que no había viajado a la firma del Pacto de Mayo por una supuesta enfermedad, se curó velozmente y estuvo sonriente en el desfile en el que llamó la antención (o no) la pancarta en la que se leía “Los carapintadas tenían razón”. Hubo tanques, aviones, Milei y Villarruel sonrieron a bordo del tanque jugando a que miraban a quién disparar y saludando a las cámaras.

Actualidad
Marcha de jubilados: guerra, paz y fernet

El acto de jubiladas y jubilados volvió a exhibir este miércoles la absurda represión contra personas que trabajaron toda la vida y se manifiestan pacíficamente ante la licuación brutal de sus ingresos. Tras los golpes, las fuerzas de Gendarmería, Prefectura y Policía Federal (que no parecen estar donde deberían), recibieron orden de retirada, mientras la gente celebraba otra batalla ganada. El acompañamiento de personas discapacitadas, la creatividad de los carteles, las estampitas de la Virgen y las teorías sobre el fernet para describir parte de la actualidad.
Por Lucas Pedulla y Sergio Ciancaglini
Fotos: Juan Valeiro/ lavaca.org
El horario de marcha de jubilados y jubiladas de todos los miércoles es a las 15 horas: a la hora señalada ya había un jubilado detenido –Julio Vargas, luego liberado– y una decena de heridos entre gases, palos y escudos. Por ejemplo Carlos, más conocido como Chaca, el mítico hincha de Chacarita Juniors, en un día en el que el gobierno había anunciado descuentos en supermercados: “Ni enterado, pero ya nadie les cree nada. Mirá”, dice y muestra sus brazos golpeados, su codo ensangrentado, el labio partido por un golpe. “Hoy de vuelta nos fajaron. Pero que hagan todo lo que quieran hacer, ya se van”.

Golpes en los brazos, el labio partido y la sonrisa de Carlos Chaca: las fuerzas de Bullrich terminaron yéndose mientras la gente celebraba.
Tapar a Espert
Las agresiones incluyeron a la Prefectura Naval y a la Gendarmería, ubicadas en Rivadavia y Callao para castigar a personas ancianas mientras las fronteras siguen siendo un colador por el que entran y escapan narcos, según se informa cada día.

Un total de 20 heridos, según mencionó el Centro Provincial por la Memoria.
Después de la represión, la escenografía del Congreso volvió a evidenciar su irracionalidad: el cordón de policías federales, prefectos y gendarmes circundaba la plazoleta y abarcaba dos cuadras. Es la segunda semana consecutiva en la que el despliegue del operativo queda a cargo de las fuerzas federales, luego de varios miércoles donde la única fuerza que se veía era la Policía de la Ciudad.
“Esto se llama Operativo No Rompan Las Pelotas”, define Lorenzo, 73 años, vecino del partido bonaerense de San Martín. “No quieren mostrar debilidad y quieren tapar a Espert. Tienen mil quilombos, y creen que esto a Bullrich le suma puntos para su campaña”.

La marcha pacífica después de otra represión absurda. Gendarmería y Prefectura, ¿no deberían estar en otra parte?
Esa sumatoria todavía está por verse: alguien debió pensar algo distinto si hoy desistieron repentinamente de agredir a jubilados. El razonamiento de Lorenzo emparenta el despliegue policial con la candidatura de la ministra de Seguridad a una banca en el Senado, un lugar donde tendrá fueros que la podrían proteger ante un eventual avance en las causas por las diversas represiones que la tienen como la máxima responsable política, entre ellas el balazo que dejó al borde de la muerte al fotógrafo Pablo Grillo, hoy en rehabilitación.

Retenciones y fin de mes
A Lorenzo lo escucha Juan Manuel, uno de los tantos jubilados que redacta carteles que van marcando el ritmo de la época: lleva 115 frases anotadas en una libretita, ordenadas por fecha de creación.
Hoy exhibe dos, que aquí registramos:


Sobre esta última hipótesis, Juan Manuel hace un gesto con su mano derecha, como quien describe a algo que está rumbo a otra parte.
Despidiendo policías
Los que primero parten, en este caso, son los efectivos (?) federales. La gente de a poco fue sobrepasando al cordón policial, empujándolos hacia la vereda, hasta que de alguna parte llegó la orden de abandonar el lugar.
La manifestación los despide cantando: “Son todos narcos”. Lo pesado de los trajes policiales, sus escudos, armas y tonfas, hace cada movimiento más robótico, y en muchos sentidos más absurdo. El vallado que separa el punto de fuga de la plaza es tan grande que solo por un pequeño pasillo los cientos de efectivos se escabullen a un ritmo que permite que el estribillo que no cesa –“son todos narcos”– sea capturado por cientos de cámaras.

Una imagen resulta conmovedora. Alberto, un hombre ciego, camina con un bastón en la mano derecha y la izquierda la lleva apoyada –para guiarse– en el hombro de Sergio, que avanza en silla de ruedas.

Alberto y Sergio.
Forman parte de un pequeño grupo que incluye a Ariel, que tiene síndrome de Down, Remigia en su andador eléctrico, integrante de la CTA, Julito, también ciego, Sol, Daniel. Marcela y Leonor los acompañan y llevan una pequeña bandera que dice “Unidos por la especial”, en referencia a la educación especial eliminada, calcula Leonor, en más de 20 escuelas porteñas. Alguien que ve a ese pequeño grupo manifestarse plantea una posibilidad: “Este pueblo es invencible”.

Alberto dice: “No podemos dejar que nos quiten los derechos, nos pisoteen como un trapo sucio en el fondo de una casa”. Sergio agrega: “Hoy encima, como vienen las elecciones, te dicen que te van a dar descuentos en los supermercados. Nos toman de idiotas. Pero así les va a ir”.
Sobre las estampas y el fernet
Cuando se va el último policía, la plaza celebra. Entonces empieza la marcha, como cada miércoles. Aparece una tercera fuerza –Policía de la Ciudad– que sólo armará un cordón sobre Sáenz Peña para que la marcha no siga hasta Plaza de Mayo.
Allí está Patricia, 68 años, de zona norte del conurbano, que le reparte estampitas de la Virgen María a los policías.

La sonrisa de Patricia, observada por la policía y por un «eternauta» de prensa.
Algunos se ríen, otros permanecen inmutables, y ella dice: “Necesitamos bendiciones. Prefiero confiar en la misericordia. Es una forma de decirle al Presidente que se está equivocando. Confiemos en que puede escuchar, ¿no? Escuchó el resultado de las elecciones, pero no está escuchando la calle. Hay que seguir viniendo. Y pedir por los derechos del pueblo”.
La insistencia sonriente de Patricia genera lo inesperado: varios policías aceptan la estampa de la Virgen y le agradecen. Nadie sabe muy bien cómo interpretar eso. Ella arquea las cejas: “No se pueden conocer los caminos de la misericordia”.
Un poco más allá hay una celebración de cumpleaños, con orquesta de bombos y trompetas, con baile de jubiladas y jubilados al ritmo de «como a los nazis les va a pasar, a donde vayan los iremos a buscar».
Selva, 65 años, vecina del barrio porteño de Floresta tiene una bandera argentina atada como capa, gorrito celeste y blanco, y un cartel que ranquea entre los más llamativos de la jornada:

Su situación –dice– es como la de cualquier otra jubilada: “Tengo la suerte de tener mi casa, un baño con agua caliente, mi comida calentita, pero la veo feo para mis hijos”. Por eso no se pierde un miércoles. Tampoco pierde el humor: “Toda mi vida traté de ser respetuosa. No me gusta venir y pelear con la policía. Pero no nos vamos a dejar asustar. A mi hermana y a mí nos tiraron con el hidrante en el invierno pero seguimos luchando”.
¿Cómo seguimos? “Hay que ir a votar. Cada uno sabe en qué momento estuvo mejor. Hay que luchar. Siempre con esto”, dice y señala su obra de arte sobre el fernet: “Con la palabra y la sonrisa”.


Actualidad
Ni Una Menos con voz propia: lo que necesitamos escuchar

Por Claudia Acuña
Empecemos por el final, que es el principio de todo.
La mujer lleva una remera blanca con la cara de una de las masacradas encima del pullover y resguardada por un chaleco negro. Sostiene la cabeza con una mano mientras con la otra se frota la mollera donde recibió el golpe de un palo. No está sentada, sino derrumbada en la silla cuando comienza a hablar. Lo que dice y cómo lo dice es lo revelador porque esa mezcla de aturdimiento e información es lo que define esta jornada en la que miles de personas se movilizaron para decir aquello que necesitábamos nombrar en voz alta.

“No sé cómo terminamos así, pero ahí estamos” arranca.
Su joven hija la observa en silencio.
“Tenía de la mano a los chicos que se subieron al micro… quisieron acompañar, pero son muy chicos… y las madres… bueno: eso no es lo que importa ahora. Son chicos: eso es lo que importa. Y está bien que vengan a la marcha porque es una manera… ya saben, de salir de toda la lógica que quieren imponerles… Siento que sus manos tiemblan… Ellos que siempre se muestran tan… tan como que nada los afecta… y estaban agarraditos a mi mano… siento eso y me doy cuenta que son nenes, que hay que cuidarlos y no sé si puedo… y los chicos se sueltan y ahora… ¿dónde están?
Repite:
¿Dónde están?
Suspira:
“No doy más”.
Llora.
La abrazo.
Un vaso de agua, un ibupirac para el golpe, un mate, el silencio que riega sus lágrimas.
Sigue:
“Queríamos llegar al micro y no podíamos: estábamos encerradas por la policía. Tiraban gases. Golpeaban. Y cuando logramos doblar no sé por qué calle (era Solís) aparece un pelotón de motos con policías y ahí es como que me perdí, no sabía para dónde ir… Estaba paralizada… lo único que pensaba era por qué… por qué”.
Su joven hija la ubica:
“Por el periodista que se estaba riendo de nosotras”.
Se refiere a un cronista de La Nación+ que tuvo un gesto hacia las mujeres y fue repudiado por las manifestantes, lo que justificó que la policía comenzara a golpear y arrojar gases a las familias de las víctimas.
La mujer sigue:
“También se ríen de nosotras en las redes, pero bueno: eso no es lo que importa ahora… Lo que importa… (cierra los ojos en un largo silencio) Ya está. Ya estoy en eje otra vez: lo que importa es que tenemos que volver al barrio”.
La mujer llama al chofer del micro: las están esperando en el edificio con la cara de Evita, la ubica.

Lo que se mueve
Tres chicas muy jóvenes y muy empobrecidas masacradas con crueldad lograron algo imposible: que la marcha la encabecen sus familias. Detrás, miles de nadies. En el cordón de protección, las travas y putas de Constitución, las heroínas anónimas de la economía social, las jóvenes no binaries que protagonizaron la primera rebelión antifascista en aquel febrero que parecía tan lejano. Muy detrás los kioscos –encabezados por el de Ni Una Menos– todavía por delante de los partidos y los sindicatos, pero eso hoy tampoco es lo importante. Lo que suma es el todo porque es lo impredecible para los criminales que ejercen su saña sobre cuerpos que creen socialmente descartables. Que así no lo sea es lo que hace único a este movimiento y a este país, todavía: eso es lo importante.
Hay muchas madres acompañadas por hijas de la edad de las víctimas, aun cuando sin duda no comparten esos destinos sociales. Le pregunto a una –Isabela, 15 años– qué sintió cuando leyó la noticia. “Miedo”. Su madre, Carolina, completa. “Por eso le dije que había que estar hoy acá: lo que saca el miedo es salir a la calle”.
Le pregunto a otra –Dina Sánchez, secretaria general de la UTEP– qué representa esta marcha: “Estamos expresando con mucha contundencia que está pasando algo gravísimo: avanza el narcotráfico y no pasa nada. Desaparecen el Estado y no pasa nada. Matan pibas ¿y no pasa nada? No: acá estamos”.

Dina Sánchez, de la UTEP.
Le pregunto a Bianca, militante de izquierda, cómo seguir después de esto: “Para mi tendría que seguir con asambleas en todos los lugares porque esta pelea es muy grande. Tenemos que juntarnos a pensar cómo dar la batalla no sólo a estos femicidios crueles, al narcotráfico y a la pobreza, que es la madre de todas estas batallas. De arriba no va a venir ninguna idea ni mucho menos, una solución”.

Le pregunto a Georgina Orellano –trabajadora sexual y secretaria general de Ammar– qué expresa esta marea, pero hoy prefiere no hablar. Solo repite por el pequeño megáfono –que es el único lujo de la organización de la marcha– los tres nombres que duelen:
Lara.
Morena.
Brenda.

Georgina lo gritará mil veces a lo largo de las diez cuadras que separan Plaza de Mayo del Congreso y todavía más alto cuando pasa delante de la bandera que sostiene el pequeño grupo de Mujeres Abolicionistas, la vieja cicatriz que divide esas aguas. Y aunque eso no sea hoy lo importante me tienta decirlo: la bandera proclama “Ninguna mujer nace para puta”, frase robada a la activista boliviana María Galindo, quien batalla desde hace añares por terminar con esa grieta apelando al realismo: sin políticas sociales el abolicionismo suena negacionista. ¿Significa afirmar esto estar a favor de la explotación sexual? No: significa Lara, Morena, Brenda, mutiladas en vivo por Instagram. El horror aniquila disputas teóricas. Es cruel realidad: abre preguntas nuevas que hay que comenzar a responder urgente y colectivamente.
Ya está.
Recuperemos el eje.

Lo importante hoy quedó claro cuando en las calles de la ciudad este Ni Una Menos representado –al fin– por los bordes más castigados gritó con voz propia lo que necesitábamos escuchar:
“Yo sabía,
yo sabía
que a los narcos
los protege la policía
¡y la justicia!”.
Luego, vino el final: las familias de las víctimas acorraladas por la policía.
Y esa mujer que, como todas, necesita nuestro abrazo.

Actualidad
Marcha de jubilados: volvió la “coreo” represiva

El gobierno montó nuevamente una coreografía de represión buscando imágenes que ensamblen con la del presidente Javier Milei, su hermana Karina y el ministro Luis Caputo en Estados Unidos, alborozados por los tuits de Donald Trump y el nuevo endeudamiento del país. En Congreso pudo verse a lisiados marchando en sillas de ruedas, jubilados atacados y gaseados por la policía, la libertad de expresión en los carteles que dicen mucho más que los exmedios de comunicación. Reflexiones sobre préstamos y deudas y las primeras reacciones en la calle frente al triple femicidio de Lara, Brenda y Morena.
Por Lucas Pedulla y Francisco Pandolfi
Fotos: Tadeo Bourbon / lavaca.org
“La timba de la city es la tumba del país”.
Podría ser una síntesis de esta época. Es un cartel que lleva Juan Manuel, jubilado de asistencia perfecta los miércoles. Dice que espera que hoy no haya gases ni represión. Lo dice por un cuidado colectivo, pero también por una necesidad personal. Muestra contento, feliz, una entrada que sacó al teatro (Sala Lugones, del San Martín, $4000) para ver “El gran desfile”, sobre la Primera Guerra Mundial. Sus carteles, como los de tantas jubiladas y jubilados suelen decir más sobre la actualidad del país que los editoriales y comentarios del experiodismo que fatiga los medios.

Pero sus deseos sobre un miércoles sereno no serán órdenes porque a los 10 minutos, por reloj, la Policía Federal y la Prefectura empiezan a reprimir, en una imagen que pareciera que las Fuerzas vinieron a buscar.
El saldo: varias personas gaseadas, dos demoradas (entre ellas, una mujer embarazada de dos meses) y dos heridas fuera de peligro trasladadas por el SAME: Mabel, jubilada de 64 años, enfermera de Malvinas, a quien le pegaron con un casco y su cabeza dio contra el asfalto; y Diego Gómez, comunicador, al que gasearon y le pegaron con un palo. A ambos los llevaron al Hospital Ramos Mejía y para hacerles estudios.

La Prefectura gaseando a jubilados.


Mabel golpeada por la policía. Fue enfermera en Malvinas.
Para la foto
La ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, otra vez montó una coreografía de represión, buscando una imagen de violencia en las calles que dialoga con la del presidente Javier Milei y el ministro de Economía Luis Caputo con la directora del Fondo Monetario Internacional (FMI), Kristalina Georgieva, en Estados Unidos. La imagen llega también después de la reunión con Donald Trump, la noticia del swap de miles de millones de dólares de los que nada llega al país ni a su población, sino al esquema de vaciamiento financiero, con el agregado del supuesto pedido/orden de la Casa Blanca de que el gobierno retome el control político del Congreso.

Editorial sobre la actualidad argentina.
Por eso, en la previa de la marcha, algo de la disposición policial callejera olía extraño.
A diferencia de otros miércoles el vallado no cruzaba de punta a punta la plaza. El tránsito tampoco estaba cortado. Y la impronta Bullrich se veía en las fuerzas: el control de la calle estuvo a cargo de Prefectura y Policía Federal. Había gendarmes pero no intervinieron en la represión, que comenzó en Entre Ríos e Hipólito Yrigoyen, mientras un grupo de jubilados realizaba un semaforazo. Primero avanzó la Prefectura con violencia en el cuerpo a cuerpo con escudos frente al puñado de personas. Luego, cortaron el tránsito y colocaron las vallas, mientras desparramaron su gas tóxico sobre los manifestantes.




Teatro antidisturbio
Durante la marcha Juan Manuel, dudando sobre si ir o no al San Martín, analiza la economía argentina en este teatro antidisturbios: “El nuevo acuerdo con Estados Unidos potencia este circuito de guita en el que nos prestan y nos prestan, y solo nos queda más y más deuda que pagará el pueblo. Por eso siguen prestando. Es simple”.
Lo que más se escucha y se lee en la movilización de hoy está vinculado a la relación cada día más carnal con los Estados Unidos. Un señor espigado camina al grito de “vendepatria, Milei vende patria”. Otro hace lo mismo golpeando un jarrito de lata. Abundan los carteles alusivos: “cipayo”, “no faltan recursos, nos sobran ladrones”.

En la radio abierta, no van con vueltas: “Esta semana volvió a quedar claro que es un gobierno de transnacionales, que le sacaron las retenciones al campo mientras a nosotros nos tienen acá, dando vueltas en este marchódromo”. También hay carteles por el triple femicidio de las chicas de La Matanza: “Justicia por Lara, Brenda y Morena”.

Sin palabras
Una de las que vino a movilizarse es Amanda, que dice ser “barra y patotera”. Lo dice en el dorso de su guardapolvo blanco. Tiene 86 años y llega en bastón con un mantra que suelta al aire: “No nos han vencido; no nos han vencido”. Amanda dice que repite esto porque ya no tiene palabras para describir lo que ve. Que ya no quiere ni mencionar el apellido del presidente porque le hace mal a la salud. Señala su garganta y señala que le quedan atragantadas justo ahí. “A mi edad, pensé que ya había visto todo”.

Amanda cuenta que le gusta usar el diccionario y conocer palabras nuevas y que desde hace semanas tiene un pasatiempo: encontrar un adjetivo que encaje para describir a Javier Milei. “Pero ya se acabaron, no hay palabra que describa a este sinvergüenza que vino a sacarnos lo que no teníamos a los jubilados”. Amanda tiene 4 hijos. Uno de ellos está ahora en Hamburgo, Alemania, “puchereando”. Su hijo es músico, dice, y que se llama Ariel Prat. “Ambos estamos puchereando, él allá; y yo acá”.

El Himno al sol
Sobre avenida Rivadavia, tres jubilados y una jubilada en silla de ruedas van por el medio de la calle. Se detienen al sol y cantan el himno. Se emocionan. La Plaza, que había comenzado sin cortes de tránsito ni vallas, ahora está cercada y sin tránsito.

En otra postal del epílogo del miércoles, Zulema, de Jubilados Insurgentes, agarra el megáfono y dice a todos los vientos: «Ante la deuda externa que crece más y más, la única que nos queda es organizarnos cada vez más y más, no solo contra este gobierno sino contra todos los poderes que lo sostienen. Esto va a seguir, sea el gobierno que esté, y nos tiene que encontrar organizados y dispuestos a hacernos oir para que las cosas cambien».

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