Derechos Humanos
Memoria, verdad, justicia y Norita

Nora Irma Morales de Cortiñas, alias Norita, falleció hace un año. Esta es una semblanza de una mujer que eligió la libertad, el pensamiento, el sentimiento, la resistencia cotidiana y la alegría. La publicamos el año pasado, como homenaje a un ejemplo que no tiene fecha de vencimiento.
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Nora como copilota de auto, y su agenda infinita. Nora, el clítoris, y su número de DNI. Nora y la pelopincho. Nora y la justicia. Nora y la inteligencia. El feminismo, el cannabis, la sensibilidad, y su teoría de las endorfinas. Su propuesta sobre qué hacer frente a la crisis actual. Y su respuesta a una consulta: ¿qué pasará con Madres el día que no haya más Madres?
Los relojes sostienen con una precisión insoportable que todo ocurrió –o dejó de ocurrir– a las 18.41 del jueves 30 de mayo de 2024, un rato después de la ronda de Madres de cada jueves a la que esta vez obviamente ella no había podido ir, internada. Tenía 94 años, cumplidos el 22 de marzo.
Es una de las figuras más importantes en la historia argentina, una mujer gigante que nunca quiso revelar cuánto medía, partidaria de los abrazos y de todas las luchas, y abanderada de la sonrisa y la cordialidad, oficios que se ejercen con el corazón. Se despidió para instalarse en el infinito. Estos son algunos retazos, algunas semblanzas, algunas palabras, para intentar desobedecer a la muerte.
Para recordar a una persona maravillosa, y para no decirle adiós.
Por Sergio Ciancaglini
Hace unos meses, ante acontecimientos electorales (a)narco capitalistas que son de público conocimiento, alguien le comentó a Nora Cortiñas: “Qué desastre lo que está pasando, ¿qué vamos a hacer frente a todo esto?”.
En lugar de hablar de lucha, resistencia, desobediencia civil, coraje y otras cosas que podían esperarse que salieran de sus labios ante semejante desafío, ella contestó, desde su silla de ruedas: “Una fiesta”.
Dio detalles: “En un barco, bailando y cantándole al río”.
Y se rio. Todo lo demás estaba sobreentendido. Ella sabía, tal vez desde siempre, que las cosas hay que concretarlas más que anunciarlas, y que la rebeldía debe aprender a alimentarse también de la celebración, el encuentro. La fiesta.
Es lo primero que se me ocurre recordar sobre Nora. Ante la muerte la memoria fragmenta las imágenes, como cuando se mira a través de unas ventanas o de unos ojos empapados. Perdón entonces por el estado de mis ventanas: estos son algunos fragmentos de lo que alcanzo a ver en la memoria, y que quisiera contar desordenadamente antes de olvidarlo.
El DNI
Una tarde en la sede de Madres Línea Fundadora. Nora revisa su cartera en la que lleva el pañuelo blanco, el verde por el aborto, crema de cannabis medicinal para su rodilla, una lata de sardinas y la agenda en la que anota sus hiperactividades cotidianas, entre otros secretos. Su agenda fue siempre el mejor mapa para comprender la conflictividad social argentina. Las luchas por la vida.
En la cartera está también su DNI: 0.019.538. “Fui de las primeras en la cola para sacarlo. El otro día, por un trámite, los empleados de un banco me dijeron que la máquina no podía interpretar un número tan bajo”.
La ayudé a cerrar la sede de Madres ese día mientras me apuraba: “Dale, dale, que tengo mucho que hacer”. Se puso el ponchito de barracán, agarró la cartera, el bastón, apagó la luz y cerró con llave. Al cerrar esa puerta, da media vuelta y abre un mundo. Nora se transforma en Norita, que en lugar de ser un diminutivo resulta un aumentativo, una clave, un código de acción.
Sale Nora de Madres y entra Norita a la calle, las plazas, las ciudades, los pueblos, las rutas, las fábricas, la naturaleza, los conflictos.
Entra a sus verdaderos lugares de acción: lo público, los espacios donde ocurren las cosas, o donde las cosas se manifiestan escapando de los encierros y del silencio.

La foto de portada: Martín Acosta. La que se ve sobre estas líneas, Alejandro Carmona. Ambas para la cobertura colaborativa. Enero 2024
Los sí y los no
Vi su DNI por primera vez en 2012, en Tribunales, cuando presentó un hábeas corpus por su hijo Carlos Gustavo Cortiñas, desaparecido el 15 de abril de 1977 a las 8.45 en la estación Castelar, cuando iba hacia su trabajo en el INDEC.
Aquel 10 de diciembre de 2012 fue también la primera y única vez, en décadas, que la vi llorar. Como cronista de lavaca, me tocó ser el único periodista presente en ese momento. Acompañaba a Nora Ana Careaga, desaparecida durante la dictadura, embarazada, a los 16 años, hija de Esther Careaga, una de las tres madres desaparecidas en diciembre de 1977. También estaba con Nora Adolfo Mango, del equipo de Derechos Humanos de la Iglesia de la Santa Cruz, epicentro de la desaparición de la propia Esther, Mary Ponce de Bianco y Azucena Villaflor de Devincenti, además de las monjas francesas Alice Domon y Leonie Duquet, tras la infiltración realizada por el marino genocida Alfredo Astiz.
Nora me explicó que su idea con el hábeas corpus era lograr que se abran los archivos sobre qué pasó con cada persona desaparecida, incluso su hijo: “Claro: nosotros no torturamos a los militares para que hablen. Depende de ellos. Y no hablan porque es parte de su culpabilidad y la demostración del crimen que cometieron. Lo mío es una pregunta sencilla y de madre. No tiene ninguna otra intención que saber dónde está mi hijo”. Como siempre, tenía la foto de Gustavo colgada del cuello, junto al corazón.
Durante la espera repasaba algunos no y algunos sí que plantearía ese mismo día al recibir el Doctorado Honoris Causa de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA: “No a la Ley Antiterrorista. No a Clarín ni a ningún tipo de monopolio. No a la megaminería a cielo abierto. No al glifosato, no a Monsanto. No a la discriminación a los pueblos indígenas. No al pago de la deuda externa inmoral, impagable y odiosa. Sí a la Justicia. Sí a la verdad. Sí a la memoria. Sí al apoyo a los juicios hasta que se condene al último genocida. Sí a la recuperación de la identidad para todos los jóvenes que fueron niños apropiados por el terrorismo de Estado. Sí a la reivindicación de la lucha de nuestras hijas, hijos, y del pueblo”.
La llamaron del despacho del juez Ricardo Warley y la secretaria Miriam Halata. Me pidió que fuese con ella. Le preguntaron la causa del hábeas corpus: “Es que sigo sin saber qué le pasó a mi hijo. Y yo quisiera que él, de algún modo…” La emoción la hizo callar. Me miró con los ojos inundados haciendo un gesto con su mano, tipo “no puedo”. Hubo unos segundos de silencio. Se repuso: “Quisiera que él sepa que siempre lo buscamos”.
El cine, la onda verde y los pelotudos
Una de nuestras salidas en los últimos años fue al cine, en 2022, para ver Argentina 1985. La pasé a buscar por el Congreso, el mismo en el que hoy se decide –o no– el posible remate del país, sobre el que ella tanto advirtió. Bajó con una persona que la acompañaba, plegamos en el baúl del auto la silla de ruedas que ya le resultaba inevitable y allí fuimos hacia el infierno de Puerto Madero. En el cine no pidió nada en especial, ubicaron su silla un pasillo, y vio conmovida la película. Saludó al director Santiago Mitre y a Dolores Fonzi con afecto y me dijo: “Vamos a comer algo”. Salió del cine, impermeable a los flashes y las celebridades. No sabía qué pensar de la película, que la había sacudido. La emocionaron muchas cosas, le pareció que faltaban otras: esta historia es tan infinita que siempre falta algo o mucho por contar.
Comimos con Marisa, su asistente, y con Claudia Acuña. Nora saludaba y conversaba con la gente de las mesas cercanas en ese restaurante de Avenida de Mayo. La llevamos a su casa de Castelar. Iba como mi copilota, era la una de la madrugada: “Mirá, ya lo tengo estudiado. Si agarramos la onda verde, no nos para nadie hasta la General Paz. ¿Sabés cuál puede ser el único problema?”.
La miré de reojo y replicó: “Los pelotudos”.
Arrancamos. Cuando algún auto o colectivo hacía una maniobra indescifrable, Nora saltaba: “¿Ves lo que te digo? Lo que hay que hacer es esquivar a los pelotudos, y así se llega bien a donde uno quiere”.
Empezar a romper
La primera vez de las Madres en Plaza de Mayo fue el sábado 30 de abril de 1977. El 15 había desaparecido Gustavo. Militaba en la Juventud Peronista. Flaco, sonriente, bigote setentista, pelo largo.
En la casa de Nora hay una foto en la que se lo ve mirando a los chicos de la Villa 31, en la que militó con el padre Carlos Mugica. “Tiene un gesto que me parece dolorido y comprometido con lo que está viendo. Pero fijate los chiquitos: son iguales a los que ves hoy en las villas”. Se queda pensando: “Nuestros hijos luchaban por la justicia social. Pero hoy la brecha entre ricos y pobres es todavía mayor que cuando se tomó esta foto”. Para esa mujer que había tenido que amoldarse al rol de ama de casa y profesora de alta costura, la desaparición del hijo representó el fin de muchas cosas. “Fue dejar la casa y salir a buscarlo. Y fue para todas igual. Mujeres comunes que no éramos de la academia, ni de los grupos de pensamiento. Pero hoy entiendo que ahí ya fuimos feministas. Ahí empezamos a romper”.
Relata Nora que los varones y esposos no intervenían en las rondas porque el horario de las 15.30 era de trabajo. “Pasaba otra cosa. Al ver a los milicos algunos padres decían ‘yo le dije a mi hijo que no se metiera’ y cosas así. Entonces eso no servía. Las madres no hacíamos esas cosas”. Confrontaban. El lugar común indica que el dolor enceguece, pero Nora piensa distinto: “El dolor nos hizo ver. Nos fortaleció, y nos ayudó a ser claras”.
Empezó a entender algunas charlas que había tenido con su hijo: “Una vez me dijo: ‘¿Sabés que te pasa, mamá? Te falta calle’. Aprendí. Ahora me pasé de calle. Más que en los libros, la concientización está en la calle. Esto significa moverse siempre. Y no pensar dos veces ”.
Mínima, vital y móvil
Más fragmentos.
Desde que cumplió 82 años se definió como mínima, vital y móvil.Mínima: Nunca escondió la edad, pero ocultaba su estatura.
“Ni a mis nietos se los digo”. En el jardín de su casa hay una pequeña piscina
de dos metros de largo y uno de profundidad. Me la mostró y me guiñó un ojo: “Me
meto con salvavidas”.
Vital: Parece inagotable, aunque no lo es. Hace años sufrió
un ínfimo ACV. “Hablé dos horas después de eso en un acto, y parada. Ni yo lo
puedo creer. Pero es un compromiso con nuestros hijos y nuestras hijas. No es
un sacrificio para nada. Cada día es estar donde hay una injusticia”.
Móvil: Sus idas y vueltas a Castelar en micros, trenes
y subtes fueron durante décadas una especie de gesta cotidiana en medio de la
multitud. Un día me contó: “El otro día bajaba del tren. En el medio del gentío,
un chico que iba a subir me vio, tenía un chocolate, me dijo ‘gracias por todo
lo que hacés’, me lo dio y subió. Me quedé en el andén con el chocolate
llorando de emoción. Ni sé el nombre. Solo sé que era un chico del oeste”.
Nora estuvo en la inauguración de la anterior y de la actual sede de lavaca: nuestra madrina. Siempre llegaba con flores. Allí, y en todas partes, la gente siempre le pidió fotos. Cuando le reclamaban sonrisas con el clásico “digan whisky”, Nora replicaba: “Digan clítoris”.
Un día me dijo: “La magia no nace porque sí. La tenés que crear con tu espíritu. El espíritu de ver el lado bueno de la vida. Si no hacés magia con lo que te pasa, es imposible sentir que lo que hacés está bien, que te genere alegría porque no estás entre los mafiosos”.
Me contó también que su biznieta Camila, a los 9 años, le dijo que los besos y los abrazos contagian gérmenes. “Pero el abrazo y las caricias estimulan las endorfinas que son lo que dan ganas de vivir. Cuando alguien está enfermo, lo acariciás, le das la mano y eso es terapéutico por las endorfinas. Así que en eso sí que tengo partido: soy partidaria de los besos y los abrazos”.Defendió siempre la democracia, por eso desconfiaba de los políticos. Varias veces votó metiendo un papel en el sobre, con estas palabras: “30.000 detenidos desaparecidos. No al extractivismo. No a la persecución a las comunidades indígenas. No a la deuda externa impagable, inmoral y odiosa. Me lo habrán anulado. No importa, saben que estuve ahí”.
En la Plaza, antes y hoy
Plaza de Mayo, jueves, 15.30.
Las Madres están partidas desde 1986, pero allí están. Girando siempre en sentido inverso al de las agujas del reloj, como para recuperar el tiempo detenido por el terror. Cada uno de los dos grupos (Asociación y Línea Fundadora) en el extremo opuesto de ese círculo alrededor de la Pirámide de Mayo que culmina con una estatua que representa a la Libertad. La libertad está inmóvil, mientras la memoria, la verdad y la justicia rondan alrededor. Esa vez ocurre en tiempos de Mauricio Macri. Al final de la marcha circular Nora toma un micrófono, presenta a gremialistas, a asambleístas anti mineros, a maestras de escuela, a familiares víctimas de femicidios, denuncia la deuda externa y eterna, y anticipa lo que vino desde entonces hasta hoy, “porque hay gente que se queja en la verdulería, pero no entiende que lo que le pasa es consecuencia de que se están llevando los dólares y las riquezas, y cada dólar se paga con hambre en nuestro país”.
Repaso lo que dijo aquel día, como si lo estuviese diciendo hoy. Dice que el gobierno (¿aquel gobierno?) es “negacionista, inmoral y ladrón”, y cuenta lo que está sintiendo. “Hoy no hay buenas noticias para dar, la buena noticia fueron esos chiquitos que vinieron de Lugano”.
Agrega: “No nos volvamos locos. Cada día me acuesto pensando ¿qué mal van a hacernos mañana? Es como que con cada acción, con cada decisión, quieren humillar. No lo logran, porque nos tienen que resbalar las cosas que dicen y hacen”.
Mira a la gente: “Siento que esta Plaza es mágica. Me siento feliz aquí. Me da pudor decirlo, con tantos desastres que pasan, pero es lo que siento viendo que tantas personas vienen, se encuentran, se abrazan, se reconocen”.
Salto a este 2024, en el que mis compañeras y compañeros de lavaca resolvieron reforzar el acompañamiento a cada marcha, cada vez con menos Madres, que sienten que lo que está en juego es seguir. Les debemos eso: acompañarlas en un momento así. Nora fue varias veces este año. Otros jueves empezó a no poder. Se organizó una cobertura fotográfica colaborativa de cada una de esas rondas. En esos giros vimos el nacimiento de Hermanxs (hermanos y hermanas de personas desaparecidas) y lo más nuevo: Nietes. Norita alcanzó a fotografiarse con esos grupos que fermentan el futuro.

Nora puño en alto, Elia Espén, y Nietes. Foto: Lucía Prieto para la cobertura colaborativa. Abril 2024.
Me llegan mensajes de hoy. Lina y Francisco están en Misiones, cubriendo el conflicto provincial. «Le dimos la noticia a la asamblea y acampe docente, le brindaron un aplauso. Fue muy emotivo». Claudia: «Fue muy fuerte estar en la ronda hoy, y verla a Elia Espén, y que transmitía tan claro y con el cuerpo que sabía, y nos miraba a los pocos que éramos, y decía ‘griten más fuerte’, y temblaba. Pedía que no dejemos de ir. Le agarré las manos y le dije que se quede tranquila, que íbamos a seguir». Lucas: «Por cada lágrima se me vienen mil sonrisas porque así iluminabas todo. No sólo por tu Gustavo, que llevabas siempre a la altura de tu corazón, sino en una calle conurbana que pedía a gritos la aparición de un pibe desaparecido por la Bonaerense, en una asamblea de algún pueblo fumigado, en cualquier marcha feminista, en cada fábrica recuperada. Decías: todo daño que nos hacen transformémoslo en amor». Franco: «Norita era magia subidora, sonrisa y puño en alto, se fue para no aguantar más a este gobierno, y estará más que viva que nunca».
Se me ocurrió hace tiempo preguntarle a Nora: ¿Cómo imaginar esa ronda cuando ya no queden Madres?
“Yo no me imagino nada. Nunca digo que esto va a ser así o asá. Lo que creo es que siempre hubo etapas con determinadas personas que vivieron y luego murieron. Es la ley de la historia, y de la vida. Ojalá nunca más tenga que haber Madres porque hay genocidios y represiones. Pero en nuestro caso, de algún modo estaremos en la Plaza. Y entonces habrá que ver qué es lo que nace”.
Me lo dijo sin miedo y sin nostalgia, haciendo bailar esa sonrisa alimentada en la calle con abrazos y resistencia, besos y valentía, magia y endorfinas.
Su última salida pública fue para ver el show de Susy Shock: una noche de alegría.
Hay tanto para contar, y tan poco para decir en esta noche triste, que tal vez solo alcance con repetir la palabra que le dijo aquel chico del Oeste que le regaló un chocolate en un andén, y que la emocionó: gracias. Mientras la imagino ahora mismo en un barco, bailando y cantándole al río.

Nora en la Cooperativa Lavaca, en la inauguración de nuestra trinchera. Año 2016.
Derechos Humanos
Andalgalá: intimación de la CIDH al Estado argentino por violaciones a los derechos humanos

El Estado argentino deberá responder por las sistemáticas violaciones contra los derechos humanos de las vecinas y vecinos de Andalgalá ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), en el marco del rechazo y la movilización que genera en la comunidad el proyecto de megaminería a cielo abierto denominado MARA (Minera Agua Rica-Alumbrera). El organismo internacional ya notificó al Estado nacional y le otorgó un plazo de tres meses para que presente sus observaciones en el marco de la denuncia impulsada por la Asamblea El Algarrobo. Se trata de un logro de la movilización del pueblo de Andalgalá que desde lavaca.org y MU venimos siguiendo desde hace más de 15 años. Llevan 821 caminatas, una por semana, los sábados a las 19, en rechazo a la megaminería. Una resistencia que no bajó los brazos pese al hostigamiento y la violencia institucional del Estado durante todos estos años.
(Fuentes: Asamblea El Algarrobo – Andalgalá, página No a la Mina y lavaca.org)
Fotos: Susi Maresca para la Asamblea El Algarrobo y para lavaca.org

La causa contra el Estado por violaciones a los derechos humanos fue presentada en abril del año 2024 por vecinos y vecinas de Andalgalá. Luego de ser estudiada por la CIDH, se les notificó de esta decisión. El Estado argentino deberá rendir cuenta por las acciones que ha adoptado la provincia de Catamarca durante todos estos años, como ser la vigilancia, judicialización, represiones, detenciones arbitrarias, criminalización de la protesta social, persecución e intimidación.
Sin embargo, estas son apenas algunas de las vulneraciones que han sufrido por defender el agua, el territorio y la vida, pero además por la sistemática denegación de sus derechos constitucionales de vivir en ambiente sano por parte del Poder Judicial provincial y la Corte Suprema de Justicia de la Nación (CSJN), con el único objetivo de avanzar con la explotación del proyecto Agua Rica, hoy denominado MARA (Minera Agua Rica Alumbrera). Se trata del yacimiento de oro, cobre y molibdeno Agua Rica que utilizaría la infraestructura de la mina Alumbrera, es decir, sus instalaciones para el procesamiento del mineral.
248 víctimas
La presentación fue efectuada por la abogada de la Asamblea, la doctora Mariana Katz en representación de más de 100 vecinos y vecinas, acompañada por el Colectivo Yopoy (los abogados Juan Pablo Vismara, Gabriel Bicinskas y Marcos Filardi), denunciando que 248 andalgalenses han sido víctimas del accionar violento y violatorio de derechos humanos por parte del Estado Argentino y ante el accionar del Estado catamarqueño, que se encuentra probado en 44 causas judiciales. Entre éstas, están las iniciadas por los vecinos y vecinas para defender sus derechos humanos, y que no han tenido respuestas. Además, se está denunciando el accionar persecutorio a través del Poder Judicial, con el armado de causas en contra de los defensores y defensoras del ambiente, a las que la justicia local aún no ha dado respuesta alguna, ignorando así derechos constitucionales.

El reclamo trasladado a los tribunales de Buenos Aires.
El proyecto MARA , que busca producir cobre, oro, plata y molibdeno en pleno cerro Aconquija, está comandado por tres empresas: la canadiense Yamana Gold, la suiza Glencore Internacional y la estadounidense Newmont Corporation. También son tres las normas jurídicas que debieran imposibilitar su realización: la Ley General del Ambiente, la prohibición de la explotación minera a cielo abierto que rige para la cuenca del Río Andalgalá y la Ley Nacional de Glaciares. “Sin embargo, vino la pandemia y en medio del aislamiento autorizaron la exploración avanzada en el Cerro Aconquija, que afecta también a la cuenca del río Choya. Ahí piensan hacer una escombrera, donde volcarán la explotación que realicen en la montaña, o sea, la cobertura vegetal y lo que ellos llaman la roca estéril, que para nosotros es nuestra biodiversidad”, dice a lavaca Sergio Martínez, uno de los antiguos vecinos de la asamblea El Algarrobo”.
Parte de las acciones de Glencore pertenecen a Blackrock, el fondo «buitre» de finanzas comandado el norteamericano por Larry Fink. Ese fondo tiene intereses en múltiples empresas, los principales bancos argentinos, yacimientos mineros en San Juan, y posee -a través de la propia Glencore- la propiedad de Viterra que, asociada al grupo Bunge, es una de las principales corporaciones del agro negocio a nivel mundial.

Las marchas en Andalgalá: todas las generaciones.
La Corte Suprema desoye el reclamo
Esta notificación de la CIDH da inicio al proceso de verificación de todas las violaciones de Derechos Humanos que la Asamblea El Algarrobo viene denunciando desde hace más de 15 años, pese a la violencia institucional de la que suele ser víctima.
Con la apertura del proceso ante la CIDH, de ahora en más la población de Andalgalá litigará con el Estado argentino: la respuesta a sus reclamos tendrá que ser brindada por la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación y la Dirección de Derechos Humanos de la Cancillería de la Nación, y esto implica que el Ministerio de Minería de la provincia no podrá emitir nuevas autorizaciones sobre la “etapa de exploración avanzada”, que implica un inicio de explotación de manera encubierta.
Esta decisión de la CIDH contrasta nítidamente con la tomada por la Corte Suprema de Justicia de la Nación, que días atrás rechazó el recurso extraordinario federal que interpuso la Asamblea para que no se cierre el amparo judicial iniciado en enero del 2010, y que tenía por objetivo que se impida la explotación del yacimiento Agua Rica, y que también ayer ratificó esa decisión, dejando abstracto este reclamo.
El fallo de la CSJN es apenas una muestra de cómo el Estado argentino en su conjunto desoye el reclamo y vulnera el derecho a vivir en un ambiente sano y apto para la vida digna.

La causa para rechazar el RIGI
La Asamblea El Algarrobo fue notificada además sobre la apertura de un expediente para evaluar la solicitud realizada ante el Ministerio de Economía, para que se rechace el pedido de adhesión al Régimen de Incentivos para Grandes Inversiones (RIGI), solicitado por Glencore. Ese es otro trámite que muestra las múltiples vías de resistencia encaradas por la comunidad, tanto en la calle, marchando todas las semanas, como en el ámbito judicial. Reconocen los vecinos y vecinas el apoyo que han recibido de diversas organizaciones, especialmente el Servicio de Paz y Justicia (SERPAJ) y a Amigos de la Tierra.
La Asamblea hizo saber a todos los funcionarios y empresarios que Andalgalá «no va a bajar los brazos», que van a continuar en esta lucha. Plantean: «Lo está en juego es la vida, el presente y el futuro». Y exigen que se cumplan las leyes y se respeten sus derechos: «Ese es el deber del Estado que el pueblo demanda».

El Aconquija: parte de lo que defiende la Asamblea El Algarrobo.
Derechos Humanos
Estela, 95 años y 140 nietos recuperados: ¡que los cumplas feliz!
Hoy cumple 95 años Estela Barnes de Carlotto, actual presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo. Su utopía era la de una vida normal. No pudo ser: la directora de escuela “antiperonista y aburguesada” sufrió el secuestro de su marido primero (liberado tras el pago de un rescate a los grupos de tareas) y más tarde el de su hija Laura, que parió en cautiverio y luego fue fusilada por la espalda. Para Estela comenzaba otra historia. Desde los gritos ante la Rosada, los cumpleaños simulados y las búsquedas insólitas, hasta el hallazgo de 140 vidas e identidades. ¿Qué simbolizan Abuelas? Modos posibles de ser y de hacer, frente a lo peor, y sin odio. Acción más que los discursos. Carácter, eficiencia y alegría. El efecto Milei y un consejo abuelístico. La nota publicada en MU, como humilde homenaje a una mujer. Y al Estilo Estela. Por Sergio Ciancaglini.
(más…)Derechos Humanos
Festival por Pablo Grillo: “Quisieron matarlo, pero no les salió”

Quiénes estuvieron y quiénes no, a siete meses del ataque al fotoreportero durante una de las marchas de jubilados. El significado de la solidaridad y la amistad: «Estamos revirtiendo eso de que ser turro esté de moda» dijo Fabián, el padre de Pablo.
Por Claudia Acuña
Sobre Hipólito Yrigoyen, a pocos metros de Solís, hay una herida en el asfalto que marca el lugar exacto en el que la Gendarmería Nacional atentó contra la vida del fotógrafo Pablo Grillo. Ahí mismo un manojo de colegas están ahora pegando con plasticola su foto, mientras Fabián, su papá, sintetiza todo lo que este festival solidario significa: “Quisieron matarlo, pero no les salió. Pablito está mejor y lo que lograron es potenciar el amor del pueblo. Ahora acá estamos revirtiendo eso de que ser turro esté de moda para que podamos mirar al otro como un amigo, un colega, un par”.

Fabián Grillo y las armas de creación masiva. «Pablito está mejor y lo que lograron es potenciar el amor del pueblo».
Hay chicos jugando al ajedrez y chicas pintando con acuarelas flores y pájaros. Hay músicos cantando rap y músicas cantando tangos. Hay jóvenes y veteranos bailando rock y milongas. Hay sol, mate y bandejas de sándwiches y alfajores caseros que se comparten. Hay fotos colgadas en las rejas de la plaza y en los cuellos de colegas de Pablo que acompañan a las familias, amigos, amigas y vecinos que se reunieron allí para acompañarse.

Chicas y chicos jugando y pensando.
Hay jubilados y jubiladas, por supuesto, porque finalmente Pablo estaba allí para registrar su batalla de todos los miércoles. Aquel 12 de marzo no era uno cualquiera: se habían sumado a la ronda hinchas de todos los clubes de fútbol con la intención explícita de proteger a las y los jubilados de la represión que sufrían cada miércoles y que ese día fue más brutal. Así lo ordenó la ministra de Seguridad Patricia Bullrich –ahora candidata a senadora, quizá para esconder las consecuencias legales tras los fueros– y la noticia fue otra: no ya el apoyo que podría haber contagiado la solidaridad de otros sectores, sino la imagen de un joven fotógrafo agonizando en el asfalto con el cráneo destrozado. “Si Pablo tiene la fuerza para pelear por su vida, nosotros también”, sintetiza Fátima, una de sus amigas de Remedios de Escalada, donde todos los viernes se realiza un semaforazo para exigir justicia y todos los meses un festival como este, que al cumplirse siete meses decidieron trasladar a la escena del ataque.

Jubilados acompañando la movida. El ataque a Pablo fue durante una de las marchas de los miércoles, el 12 de marzo.
Lo que no hay deja flotando un interrogante: a una semana se las elecciones nacionales no hay partidos ni políticos que ni siquiera se acercaran para la clásica foto. ¿Dónde están? Tampoco hay organizaciones sociales ni otros aparatos que aporten ni gente ni logística, que la familia consiguió a puro abrazo. Por ejemplo, el de SiPreBA –el sindicato de prensa porteño– que entre otras cosas se hizo cargo del sonido y los dos baños químicos exigidos por el gobierno porteño para otorgar el permiso, que se convirtieron en cinco: cuando la empresa proveedora se enteró para qué eran decidió aportar tres más.


La cicatriz en el asfalto, y el homenaje a Pablo, que sigue recuperándose.
Lo que sobra es armonía, esa extraña cualidad en peligro de extinción y que allí, sobre el asfalto herido, cura.

La vida sobreponiéndose a los proyectos de muerte.

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