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El Culebrón Timbal: Aguante el lejano oeste

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 Comenzó con una banda de garage y hoy es una movida cultural que enlaza a más de cuarenta organizaciones barriales. Hacen de todo -discos, radio, teatro, publicaciones, talleres, cortos, caravanas y ferias- con un mismo objetivo: convertir la cultura en un territorio de encuentro y transformación social.

El Culebrón Timbal: Aguante el lejano oeste

Debajo de un tinglado del Moreno profundo, ocho músicos ensayan para grabar su nuevo disco custodiados por un títere de tamaño humano con la fisonomía de Ernesto Che Guevara. El líder revolucionario tiembla con esos extraños acordes que mezclan el rock suburbano con la murga y el candombe. El cd, que se llamará El Cuenco de las Ciudades Mestizas, saldrá a la venta en pack junto a un cortometraje y a un cómic, todo realizado por la Productora Escuela Cultural Comunitaria El Culebrón Timbal: un entusiasta emprendimiento nacido en 1994 como una típica banda rockera juvenil que hoy se convirtió en el motor político de treinta organizaciones sociales de la zona oeste del Gran Buenos Aires. Entre otras muchas cosas, ya logró imponer el presupuesto participativo en San Miguel, nada menos que el municipio que supo ser la patria chica del otrora carapintada Aldo Rico.
Eduardo Balán, el polifuncional cantante de la banda, marca un tres con sus dedos y se larga a cantar. El Chivo, Sergio Di Mario, asiente con su barba candado y comienza a rasgar con furia la guitarra. Ambos formaron parte del embrión fundacional de El Culebrón, durante el apogeo de la fiesta menemista. Ahora orillan los 40 y duplican en edad a los cuatro percusionistas del grupo, todos chicos formados en la Escuela de Arte Popular que la banda creó en 1999 en La Huella, el predio del barrio Cuartel v, de Moreno, donde la productora tiene su base de operaciones. Por allí circulan 250 jóvenes y adultos que a lo largo de dos años aprenden teatro, escenografía, plástica, producción audiovisual, música, edición de sonidos y murga.
“Queremos desarrollar una productora contundente y sólida, que parezca un destino posible para los pibes de los barrios humildes. Tiene que ser contundente en cuanto a lo técnico, a lo político y a lo estético. Las obras de teatro barrial no tienen por qué tener malos textos, ni mala iluminación. Eso lo que hace es reforzar la estigmatización y el lugar de la víctima. Hace falta otra escuela cultural, distinta a la que promueve la industria. Tiene que ser un modelo de organización popular que asuma la tarea de crear productos, acciones y estrategias que tengan que ver con la cultura participativa y democrática. Pero si hacemos boludeces para pobres y viene un famoso que hace algo con calidad, perdemos”, se explaya Balán, tan verborrágico como apasionado.
El cantante se acerca al micrófono esquivando latas de pintura y esculturas de telgopor. Anuncia: “Vamos con Bolita Boliyé”, uno de los temas que incluirá el próximo disco. El Chivo se demora alisando su melena llovida y aprovecha para explicar: “Hacemos rock con mucho del conurbano. Acá hay una bocha de inmigración del norte, de países limítrofes y, de una manera no consciente, todo ese mosaico se integra en nuestra música. Contamos historias de ficción para mostrar la vida del Gran Buenos Aires”. Pero para evitar cualquier tipo de malos entendidos enseguida lanza una advertencia: “Ojo, le damos mucha importancia a la música y a los talleres, pero no nos quedamos ahí. Lo nuestro es una construcción para el cambio social”.

Érase una vez un bondi
El primer show del Culebrón se realizó en La Trastienda, ese local –como se dice ahora, afrancesado– de San Telmo. El segundo fue en Fuerte Apache. Y el tercero, en un asentamiento de Budge. “Había una identidad adentro nuestro que nos tiraba para el trabajo en los barrios”, confiesa Balán.
Por ese entonces apareció el primer disco llamado El Culebrón Timbal. Estaba acompañado de un comic, dibujado por la voz del grupo, cuyo protagonista estaba inspirado en un personaje que en aquellos días derrochaba centimiles en los diarios: Néstor Sopapita Merlo, un joven de 21 años que murió baleado por la policía mientras intentaba asaltar, junto a su novia, la casa en la que vivía una familia boliviana en una villa de Caseros.
Como muchas bandas de rock, aquel Culebrón soñaba con un colectivo propio. Y rápidamente se dio el gusto: “Buscamos un bondi medio fané en El Colmenar, una cooperativa de vecinos de Moreno que creó su propia línea de transporte. Lo pagamos a los premios”, confiesa Balán. A bordo del Carromato Cultural –tal como lo bautizaron-, el grupo llegó a los piquetes más bravos de La Matanza. “No era lo mismo para enfrentar la represión, que unos tipos corten una ruta solos a que aparezca un escenario montado, con una banda tocando”, argumenta el cantante. Aquellas experiencias llevaron a Balán y los suyos a grabar su segundo disco: Territorio.
Tal vez inspirados en aquel viaje iniciático del Che, El Culebrón recorrió a bordo del viejo Mercedes Benz buena parte de Latinoamérica: Uruguay, Chile, Bolivia, Perú y Brasil, donde visitó a los Sin Tierra. “Nuestro delirio era llegar a Chiapas, pero se nos rompió el micro en Ecuador”, revela Balán. Aquel viaje duró tres meses y derivó en una crisis. “Los pibes que querían un clásico grupo de rock se fueron a la mierda y nos quedamos los que buscábamos un proyecto político-cultural”, describe el cantante.
Los que emprendieron la nueva aventura alquilaron una casa abandonada en Monte Castro, en la que montaron un “conventillo cultural y solidario” que se transformó en un verdadero suceso. A tal punto, que el dueño –impresionado por el desfile continuo de gente- decidió duplicarles el alquiler en agosto de 2003, lo que puso al Culebrón de patitas en la calle. Pero Balán y su gente no se amilanaron. Continuaron con su producción itinerante por los barrios y grabaron su tercer disco, llamado 2163, el número de la calle Sanabria donde estaba aquella vieja casona que ya no los contenía.

Fiesta, que fantástica esta fiesta
Aquel disco lo presentaron en el teatro Ateneo. Sin embargo, ya habían definido que su estética estaba en las antípodas de un espectáculo tradicional y se asemejaba, más bien, a una fiesta: “Mientras que la primera variante supone que unos actúan y otros miran, pasivos, la segunda opción implica una construcción colectiva donde todos participan”, señalan. Por esa misma razón, aquella vez el público y los artistas se fundieron casi en una misma cosa.
Con esa filosofía festiva El Culebrón encara la mayoría de sus propuestas artísticas. El Aguante Cultural tal vez sea la actividad-símbolo del grupo, en la que llegan a participar 1.200 vecinos. En cada uno de estos encuentros, desarrollados al aire libre en las plazas de los barrios, los artistas locales ocupan el escenario. También se monta una radio abierta, una feria de microemprendedores que apuestan a la economía social, una carpa con talleres de arte y una exposición sobre el trabajo de las organizaciones comunitarias de la zona. Si bien por el momento se realizan seis aguantes por año, la expectativa consiste en que en algún momento haya uno por semana. “Es un modelo de acción pública cultural y multisectorial que se organiza en un territorio”, explica Balán intentando teorizar sobre la movida que su grupo inventó. Pero enseguida se preocupa por traducir: “Fundamentalmente es un espacio de encuentro con la gente. El nuevo modelo cultural se hace localmente o no se hace. No es verdad que lo grande o masivo sea mejor que lo chico. Al poder le sirve abandonar el territorio, a nosotros, que tenemos que dar una batalla cultural, todo lo contrario. Queremos rescatar el poder que no está organizado. Cuando la gente logra darse una forma, se inventa poder. Hay que dejar de delegar y asumir protagonismo”.
Cada Aguante Cultural se organiza en conjunto con las organizaciones comunitarias locales. En la acción conviven el club de fútbol, la escuela, los grupos de rock juveniles, la murga y el ballet folklórico, el centro de jubilados y la radio local, de manera que la organización misma ya resulta una suerte de taller intensivo de planificación participativa y comunicación vecinal. Un bastidor, apoyado en un costado del galpón donde ensaya El Culebrón, tal vez sea el mejor símbolo del entramado que genera este tipo de trabajos: decenas de clavitos rotulados con el nombre de diversas entidades están unidos con un piolín, conformando una red que parece emular las sólidas telas que tejen las arañas.
Los distintos proyectos del Culebrón se van retroalimentando unos a otros. Por eso, en los Aguantes también se exhiben producciones de la Escuela de Arte Popular. Una de las obras teatrales que más suceso causó en más de 15 barrios del Oeste fue Caretas y Robabroches, coordinada por Raúl Shalom –director de teatro y miembro del Culebrón– y escrita y actuada por los adolescentes del barrio El Ceibo, quienes también confeccionaron el vestuario, compusieron la música y fabricaron los títeres gigantes con los cuales comparten el escenario. Basada en personajes reales, el nombre de la puesta hacía referencia a dos bandas –“las de los pibes tranqui y la de los chorros”, explican los protagonistas– que se enfrentaban entre sí hasta terminar unidas contra el policía, el vecino que exige mano dura, el candidato prometelotodo y el dealer de la zona.

El galán del rioba
El viejo Mercedes Benz, pintado de rojo furioso, todavía sigue rodando. Lleva tres enormes mascarones de papel maché en su frente. Mientras la banda ensaya, José Luis Soto pone primera, el motor ronronea y el carromato cultural comienza a corcovear por los cráteres de Moreno. Estaciona frente a una escuela, en el Barrio San Alberto, para comenzar con los talleres que El Culebrón organiza todos los sábados bajo el nombre de Barrio Abierto. Tres decenas de chicos que no superan los diez años lo esperan. El chofer baja con mucho esfuerzo un escenario desmontable y un sinnúmero de latas de galletitas y de aceite reconvertidas en coloridos instrumentos de percusión. Los pibes se dividen en tres grupos, elaboran disfraces y empiezan a preparar diferentes performances que después representarán arriba del escenario.
Alejandro Bermúdez no para de sacar fotos con una pequeña cámara digital. Albañil, de 22 años, es uno de los integrantes del Taller de Comunicación que conforman los jóvenes del barrio Cuartel v. Ahora están por editar una publicación local que se llamará El Escarabajo y registra lo que sucede en esta actividad para escribir una nota. “Yo me acerqué al polideportivo de La Huella para participar en los campeonatos de vóley. Después me enteré de que se estaba formando un grupo de comunicación organizado por El Culebrón y me interesó”, confiesa el reportero que interrumpe abruptamente la charla para no perderse la toma de la final del campeonato de bolita con que se cierra la jornada.
La jueza del torneo de bochín es la insobornable Mariel Rosciano, coordinadora de los talleres de Barrio Abierto. La rubia, de 27 años, es una de las últimas incorporaciones de El Culebrón, que en su staff ya reúne a 17 integrantes. Actriz y productora artística, decidió dejar atrás las luces de neón que la tuvieron, entre otras cosas, como protagonista de Retocadas-Humor Ovárico. “Ya no disfrutaba del mundo del espectáculo comercial. Esto es distinto, por ahí más agotador pero más gratificante.”
Rosciano dice que su máximo objetivo consiste en formar gente para que el proyecto pueda continuar más allá de su presencia o la de los miembros históricos del Culebrón. También sueña con que la Escuela Popular de Arte no sea un mero lugar de esparcimiento sino también que ofrezca una salida laboral. Por eso, ya piensa en llevar a algunos de los chicos que participan de los talleres para que trabajen con productores independientes que ella conoció en su otra vida. Además de los talleres, Mariel se encarga de producir el cortometraje que acompañará a El Cuenco de las Ciudades Mestizas. Si bien lo protagonizan personajes reconocibles en el barrio, se trata de una ficción fantástica que transcurre en el Cruce de Derqui.
El actor principal es Cristian El Mono Soto, un joven de 22 años que trabaja en un vivero y coordina las actividades de Barrio Abierto junto a Rosciano. Casado y con una niña recién nacida, el muchacho –a fuerza de filmación– se está convirtiendo en el galán del barrio. “Hago de un pibe de la zona, que anduvo en la droga, salió y quiere hacer una nueva vida. Se junta con un político que lo traiciona y termina teniendo un problema, porque lo mata”, describe mientras mueve ampulosamente sus manos, manchadas de la témpera amarilla con las que hasta hace minutos pintaba los disfraces que confeccionaba junto a los chicos del Barrio San Alberto.
A los técnicos de la filmación –varios de ellos trabajan en Canal 9– les cuesta creer que Cristian no es un actor profesional. El muchacho integra un grupo teatral autodidacta, Esperanza Joven. Cuenta que se acercó a El Culebrón porque pocas cosas le dan tanta satisfacción como “sacarles una sonrisa a los pibes”. Desde este año, la organización le paga cien pesos por coordinar el taller semanal. “No es fácil decidir a quién renta la organización y a quién no, –admite Balán– laburamos contra la cultura del asistencialismo. Se distribuyen los recursos en función del proyecto político-cultural. En el caso de Cristian, no nos podíamos dar el lujo de que abandone la coordinación de los talleres por ir a trabajar un día más al vivero.”
El Culebrón comenzó obteniendo recursos a través de subsidios provistos por el Estado o fundaciones nacionales e internacionales. Hoy, el cincuenta por ciento de su presupuesto proviene de los ingresos que genera la propia organización a través de la venta de servicios a distintas entidades o al propio Estado: la edición de publicaciones, el diseño de afiches y páginas web, la provisión de talleres o recitales son algunos de ellos.
El crecimiento de la organización obligó a sus miembros a tomar decisiones estructurales. Además de Rosciano, este año se integraron un gestor cultural y una mujer que proviene de unicef. “Cada vez crecíamos más y no era fácil delegar. Además, nos metíamos en discusiones grosas sin herramientas teóricas para defenderlas. Necesitábamos capacitarnos e incorporar gente que nos ayude a dar la pelea conceptual, política y productiva”, señala Balán, que enseguida advierte: “Pero en El Culebrón estamos todos en igualdad de condiciones. No queremos convertirnos en una oenegé que elabora proyectos con el mero objetivo de sostener a sus equipos técnicos”.

La Posta
Apenas treinta pasos a la izquierda del tinglado donde ensaya El Culebrón, retumba otra música. “Escuchá esto chabónnn, escucháaaa”, recomienda Julián Sánchez, de 19 años, arrastrando las palabras hasta que se desvanecen en el aire. El Turco, como le dicen, es locutor y operador de fm La Posta, la radio comunitaria que El Culebrón Timbal creó junto a otras organizaciones en el predio de La Huella.
La cumbia está puesta al mango y El Turco sigue el ritmo moviendo hasta el último músculo de su cuerpo. Con una mano sacude su mate cebado en vasito de cumpleaños y con la otra, el micrófono, que sólo deja de surcar el aire cuando el muchacho decide intervenir –con esa voz tan típica de programa bailantero– para arengar a los oyentes: “Mucho mp3, mp4 pero sabésss, chabónnn, los temas que yo tengo están en mi tdk”.
La radio tiene un alcance de 8 kilómetros, se escucha en San Miguel, Pilar, el centro de Moreno y José C. Paz. Su transmisión es básicamente musical. Según el momento, pueden escucharse chamamés, rock o música misionera. Y a la hora de la merienda, canciones infantiles. Sin embargo, la función más importante que cumple la emisora es la de brindar servicios. “Por la radio se difunden campañas como la entrega de medicamentos oncológicos gratuitos, los horarios de los partidos de la Liga de Fútbol Callejero, pedidos de vecinos, avisos de talleres de capacitación –explica Julián– Acá nadie es profesional, todos estamos aprendiendo.”
fm La Posta nació como complemento del periódico La Posta Regional, una publicación que sostienen 35 organizaciones sociales de Moreno, Malvinas Argentinas, José C. Paz y San Miguel. Cada una de ellas elabora sus propios artículos y El Culebrón se encarga del diseño y la edición. Tanto el periódico como la radio cumplieron un papel fundamental en el Movimiento por la Carta Popular, otra iniciativa que tuvo como protagonista a la banda. Durante el año pasado, se realizaron 1.500 encuestas a familias de 40 barrios para conocer cuáles eran sus necesidades y demandas. El objetivo de la campaña consiste en elaborar con ellas diversosproyectos de ley y obligar a las legislaturas locales a votarlos.
Bajo el lema “la democracia que queremos es posible” y con los resultados obtenidos se confeccionó una especie de manifiesto que fue publicado en la edición de abril de La Posta Regional. Además, las organizaciones se dividieron en seis comisiones: Economía Social, Deporte y Fútbol Callejero, Derechos Humanos, Infraestructura y Servicios Públicos, Herramientas Legales y Cultura, coordinadas por El Culebrón Timbal.
Las organizaciones de San Miguel son las que más avanzaron con la Carta Popular. Lograron que el Concejo Deliberante local aprobara la Ley de Presupuesto Participativo. Aunque, dicen, hecha la ley… Hasta ahora, la Comuna no fijó qué porcentaje del gasto municipal quedará a cargo de la decisión de los vecinos. Por esa razón, Balán es el primero que abandona el ensayo. “Me tengo que rajar”, avisa a sus compañeros y emprende raudo viaje hacia el Barrio Manuelita, a 15 minutos de La Huella. En la Unión de Familias Obreras –una sociedad de fomento fundada en 1956 por la militancia sindical– está a punto de comenzar una asamblea de organizaciones locales para debatir estrategias que ayuden a definir la situación. “Con que sólo se determine un diez por ciento para el presupuesto participativo, cada uno de los 30 barrios de San Miguel contará con 400.000 pesos anuales para las obras que considere necesarias, más allá de las que decida hacer por su cuenta el gobierno”, explica el cantante.
Las organizaciones que conforman el Movimiento por la Carta Popular coinciden, cada fin de año, en otra actividad diseñada por El Culebrón: La Caravana Cultural por los Barrios. Nada menos que un desfile de carrozas que transitan por los cuatro municipios de la zona, en los que habitan 1.200.000 habitantes.
Cada carroza es una síntesis del trabajo anual. Son trasportadoras de creación y denuncias, aunque –asegura Balán- la estética de El Culebrón está muy lejos del arte de protesta. Para explicarlo, cita al filósofo francés Alain Badiou: “En esta época es políticamente potente estar más cercanos a la comedia que a la tragedia, porque la tragedia siempre es el relato de cómo los grandes poderes definen el destino de los hombres. En cambio, la comedia, siempre es un relato que muestra cómo los pequeños poderes transforman la realidad”.
“La batalla –sigue Balán– hay que darla contra la industria cultural, que es profundamente antidemocrática. Los mecanismos más importantes de producción y distribución cultural están formateados por las empresas que nos miran a todos como clientes”, argumenta. “Pero mientras la producción del sistema es cada vez más lineal y previsible –analiza– hay un fuerte movimiento de emancipación a través de la acción cultural.”
Balán sueña con que la Caravana Cultural este año entre a la Capital. También con crear un propio canal de televisión comunitaria, con series y programas nacidos en la Escuela de Arte Popular. Para muchos, podría ser la utopía de un soñador. Pero él sabe que todo lo que vive hoy nació como una aventura juvenil, tocando rock and roll en un desvencijado garage.

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Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes […]

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La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes salvaron de que los uniformados la pasaran por arriba. En medio del narcogate de Espert, quien pidió licencia en Diputados por “motivos personales”, las imágenes volvieron a exhibir la debilidad del Gobierno, golpeando a personas con la mínima que no llegan a fin de mes, mientras sufría otra derrota en la Cámara baja, que aprobó con 140 votos afirmativos la ley que limita el uso de los DNU por parte de Milei.

Por Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla.

Fotos: Juan Valeiro.

Un jubilado de setenta y tantos eleva un cartel bien alto con sus dos manos. 

“Pan y circo”, dice. 

Pero el “pan” y la “y” están tachados, porque en este miércoles, como en esta época, lo que falta de pan sobra de circo. El triste espectáculo lo ofrece una vez más la policía, hoy particularmente la de la Ciudad, que desplegó un cordón sobre Callao, casi a la altura de Sarmiento, para evitar que la pacífica movilización de jubilados y jubiladas llegara hasta la avenida Corrientes. Detrás de los escudos, aparecieron los runrunes de la motorizada para atemorizar. Y envalentonados, los escudos avanzaron contra todo lo que se moviera, con una estrategia perversa: cada tanto, los policías abrían el cordón y de atrás salían otros uniformados que, al estilo piraña, cazaban a la persona que tenían enfrente. Algunos zafaron a último milímetro. 

Pero los oficiales detuvieron a cuatro: el jubilado Víctor Amarilla, el fotógrafo Fabricio Fisher, un joven llamado Cristian Zacarías Valderrama Godoy, y otro hombre llamado Osvaldo Mancilla.

Las detenciones de Cristian Zacarías y del fotógrafo Fabricio Fisher. La policía detuvo al periodista mientras estaba de espaldas. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

En esa avanzada, una jubilada llamada María Rosa Ojeda cayó al suelo por los golpes y fue la rápida intervención de los manifestantes, del Cuerpo de Evacuación y Primeros Auxilios (CEPA), y de otros rescatistas los que la ayudaron. “Gracias a todos ellos la policía no me pasó por encima”, dijo. Su única arma era un bastón con la bandera de argentina.

Como en otros miércoles de represión, la estrategia pareciera buscar que estas imágenes opaquen aquellas otras que evidencian el momento de debilidad que atraviesa el Gobierno. Hoy no sólo el diputado José Luis Espert, acusado de recibir dinero de Federico «Fred» Machado, empresario extraditado a Estados Unidos por una causa narco, se tomó licencia alegando “motivos personales”, sino que la Cámara baja sancionó, por 140 votos a favor, 80 negativos y 17 abstenciones, la ley que limita el uso de los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU) por parte del Presidente. El gobierno anunció un clásico ya de esta gestión: el veto.

Por ahora, el proyecto avanza hacia el Senado.

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

El poco pan

La calle preveía este golpe, y por eso durante este miércoles se cantó:

“Si no hay aumento, 

consiganló, 

del 3% 

que Karina se robó”. 

Ese tema fue el hit del inicio de la jornada de este miércoles, aunque hilando fino carece de verdad absoluta, porque las jubilaciones de octubre sí registraron un aumento: el 1,88%, que llevó el haber mínimo a $326.298,38. Sumado al bono de 70 mil, la mínima trepó a $396 mil. “Es un valor irrisorio. Seguimos sumergidos en una vida que no es justa y el gobierno no afloja un mango, es tremendo cómo vivimos”, cuenta Mario, que no hay miércoles donde no diga presente. “Nos hipotecan el presente y el futuro también, cerrando acuerdos con el FMI que nos impone cómo vivir, y no es más que pan para hoy y hambre para mañana, aunque el pan para hoy te lo debo”. 

Victoria tiene 64 años y es del barrio porteño de Villa Urquiza. Cuenta que desde hace 10 meses no puede pagar las expensas. Y que por eso el consorcio le inició un juicio. Cuenta que otra vecina, de 80, está en la misma. Cuenta que es insulina dependiente pero que ya no la compra porque no tiene con qué. Cuenta que su edificio es 100% eléctrico y que de luz le vienen alrededor de 140 mil pesos, más de un tercio de su jubilación. Cuenta que está comiendo una vez por día y que su “dieta” es “mate, mate y mate”. Vuelve a sonreír cuando cuenta que tiene 3 hijos y 4 nietos y cuando dice que va a resistir: “Hasta cuando pueda”. 

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

A María Rosa la salvó la gente de que la policía la pasara por arriba. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

El mucho circo

Desde temprano hubo señales de que la represión policial estaba al caer. A diferencia de los miércoles anteriores, la Policía no cortó la avenida Rivadavia a la altura de Callao. Tampoco cortó el tránsito, lo que permitió que los jubilados y las jubiladas cortaran la calle para hacer semaforazos. Después de media hora, cuando la policía empezó a desviar el tránsito y la calle quedó desolada, comenzó la marcha, pero en vez de rodear la Plaza de los Dos Congresos como es habitual, caminó por Callao en dirección a Corrientes, hasta metros de la calle Sarmiento, donde se erigió un cordón policial y empezó a avanzar contra las y los manifestantes. 

Desde atrás, irrumpieron con violencia dos cuerpos en moto: el GAM (Grupo de Acción Motorizada) y el USyD (Unidad de Saturación y Detención), pegando con bastones e insultando a quienes estaban en la calle. “Vinieron a pegarme directamente, mi pareja me quiso ayudar y lo detuvieron a él, que no estaba haciendo nada”, cuenta Lucas, el compañero de Cristian Zacarías, uno de los detenidos.

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Cercaron el lugar una centena de efectivos de la policía porteña, que no permitieron a la prensa acercarse ni estar en la vereda registrando la escena. 

“¿Alguien me puede decir si la detención fue convalidada”, pregunta Lucas al pelotón policial. 

Silencio. 

“¿Me pueden decir sí o no?”. 

Silencio.  

Un comerciante mira y vocifera: “¿Sabés lo que hicieron a la vuelta? Subieron a la vereda con las motos”.

Otro se acerca y pregunta: “¿A quién tienen detenido acá, al Chapo Guzmán?”

“No”, le responde seco un periodista: “A un pibe y a un jubilado”.

La Comisión Provincial por la Memoria confirmó las cuatro detenciones (fue aprehendida una quinta persona y derivada al SAME para su atención) y cuatro personas heridas. El despliegue incluyó la presencia también de Policía Federal, Prefectura y Gendarmería detrás del Congreso mientras el despliegue represivo fue «comandado por agentes de infantería de la Policía de la Ciudad». El organismo observó que después de semanas donde el operativo disponía el vallado completo, en los últimos miércoles el dispositivo dejó abierta una vía de circulación que es la que eligen las fuerzas para avanzar contra los manifestantes.

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También se hizo presente Fabián Grillo, papá de Pablo, que sufrió esa represión el 12 de marzo, en esta misma plaza, y continúa su rehabilitación en el Hospital Rocca. “Su evolución es positiva”, comunicó la familia. El fotorreportero está empezando a comer papilla con ayuda, continúa con sonda como alimento principal, se sienta y se levanta con asistencia y le están administrando medicación para que esté más reactivo. “Seguimos para adelante, lento, pero a paso firme”, dicen familiares y amigos. El martes, la jueza María Servini procesó al gendarme Héctor Guerrero por el disparo. El domingo se cumplirán siete meses y lo recordarán con un festival. 

Pablo Caballero mira toda esta disposición surrealista desde un costado. Tiene 76 años y cuatro carteles pegados sobre un cuadrado de cartón tan grande que va desde el piso del Congreso hasta su cintura:

  • “Roba, endeuda, estafa, paga y cobra coimas. CoiMEA y nos dice MEAdos. Miente, se contradice, vocifera, insulta, violenta, empobrece, fuga, concentra. ¿Para qué lo queremos? No queremos, ¡basta! Votemos otra cosa”.
  • “El 3% de la coimeada más el 7% del chorro generan 450% de sobreprecios de medicamentos”.
  • El tercer cartel enumera todo lo que “mata” la desfinanciación: ARSAT, INAI, CAREM, CONICET, ENERC, Gaumont, INCAA, Banco Nación, Aerolíneas, Hidrovía, agua, gas, litio, tierras raras, petróleo, educación. Una enumeración del saqueo.

El cuarto cartel lo explica Pablo: “Cobro la jubilación mínima, que equivale al 4% de lo que cobran los que deciden lo que tenemos que cobrar, que son 10 millones de pesos. No tiene sentido. Por eso, hay que ir a votar en octubre”.

Pablo mira al cielo, como una imploración: «¡Y que se vayan!».

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Artes

Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro

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La revista Llegás lanza la 8ª edición de su tradicional encuentro artístico, que incluye 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas. Del 31 de agosto al 12 de septiembre habrá espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. El festival llega con una victoria bajo el brazo: este jueves el Senado rechazó el decreto 345/25 que pretendía desguazar el Instituto Nacional del Teatro.

Por María del Carmen Varela.

«La lucha continúa», vitorearon este jueves desde la escena teatral, una vez derogado el decreto 345/25 impulsado por el gobierno nacional para vaciar el Instituto Nacional del Teatro (INT).

En ese plan colectivo de continuar la resistencia, la revista Llegás, que ya lleva más de dos décadas visibilizando e impulsando la escena local, organiza la 8ª edición de su Festival de teatro, que en esta ocasión tendrá 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas, en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. Del 31 de agosto al 12 de septiembre, más de 250 artistas escénicos se encontrarán con el público para compartir espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia.

El encuentro de apertura se llevará a cabo en Factoría Club Social el domingo 31 de agosto a las 18. Una hora antes arrancarán las primeras dos obras que inauguran el festival: Evitácora, con dramaturgia de Ana Alvarado, la interpretación de Carolina Tejeda y Leonardo Volpedo y la dirección de Caro Ruy y Javier Swedsky, así como Las Cautivas, en el Teatro Metropolitan, de Mariano Tenconi Blanco, con Lorena Vega y Laura Paredes. La fiesta de cierre será en el Circuito Cultural JJ el viernes 12 de septiembre a las 20. En esta oportunidad se convocó a elencos y salas de teatro independiente, oficial y comercial.

Esta comunión artística impulsada por Llegás se da en un contexto de preocupación por el avance del gobierno nacional contra todo el ámbito de la cultura. La derogación del decreto 345/25 es un bálsamo para la escena teatral, porque sin el funcionamiento natural del INT corren serio riesgo la permanencia de muchas salas de teatro independiente en todo el país. Luego de su tratamiento en Diputados, el Senado rechazó el decreto por amplia mayoría: 57 rechazos, 13 votos afirmativos y una abstención.

“Realizar un festival es continuar con el aporte a la producción de eventos culturales desde diversos puntos de vista, ya que todos los hacedores de Llegás pertenecemos a diferentes disciplinas artísticas. A lo largo de nuestros 21 años mantenemos la gratuidad de nuestro medio de comunicación, una señal de identidad del festival que mantiene el espíritu de nuestra revista y fomenta el intercambio con las compañías teatrales”, cuenta Ricardo Tamburrano, director de la revista y quien junto a la bailarina y coreógrafa Melina Seldes organizan Llegás.

Más información y compra de entradas: www.festival-llegas.com.ar

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Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

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A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.

Por María del Carmen Varela

Fotos Lina Etchesuri para lavaca

Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.

Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.

Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.

Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.

El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.

Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.

Continuará.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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