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La magia renga

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La Renga. Esta vez la cita fue en La Plata. Y nuevamente, las dos noches en las que colmaron el Estadio Único no fueron noticia. La omisión no hace más que resaltar qué esconde este modelo que inspira a una generación de músicos que crece renga.

La magia renga“Si toca La Renga, yo estoy ahí, no importa si llueve o truene, yo estoy ahí.” El testimonio, que bien podría pertenecer a cualquiera de los 85 mil jóvenes que se movilizaron el 23 y el 24 de junio hasta el Estadio Único de La Plata, cobra fuerza propia en boca del sonidista Jorge Leggio. ¿Cómo es que un tipo de 42 años, ex taxista y padre de dos hijos, llega a ponerse la camiseta de los que, en cualquier otro contexto, serían solamente personas que requieren sus servicios de sonidista? Las palabras con las que el Chizzo cerró el recital del sábado en La Plata son una buena forma de comenzar a descifrar el interrogante.
Tres horas y treinta y tres temas después de rock para los dientes, el rubio cantante motoquero, siempre proclive a esquivar las peroratas en las que caen algunos de sus colegas, se planta delante de la multitud y recuerda:
-La Renga no somos sólo los que estamos arriba del escenario, hay una persona en cada rincón de este lugar para que todo salga bien.
Acto seguido, Tanque marca cuatro compases sentado en una batería lanzamisiles tierra-aire y arremete con Hablando de la libertad, algo así como una Biblia para encarar la existencia:
 
“Morir queriendo ser libre,
encontrar mi lado salvaje,
ponerle alas a mi destino,
romper los dientes de este engranaje”.
 
Esta metáfora estructuralista de la realidad también podría servir para desentrañar el funcionamiento de esta pyme que conforman unas decenas de amigotes.
La Renga respira horizontalidad, pero no en el estricto término de la palabra, ya que sería una necedad negar el mayor peso específico que tienen aquellos que componen y ejecutan las canciones que cautivan, respecto de aquel que se pasa toda una tarde poniendo el lomo para poder armar el escenario. Pero, claro está, así como una moto depende esencialmente de su motor, también necesita del caño de escape. Dicho así, parece una obviedad, pero La Renga siempre fue consciente de que se necesita tanto del músico como del plomo para materializar un espectáculo. Esta concepción que gira en torno al grupo de trabajo provoca que todos se sientan protagonistas de una misma película, en la que cada uno escribe la historia de La Renga, pero también la propia. Dice Leggio: “La Renga fue una universidad para todos nosotros, porque nos fuimos profesionalizando mientras crecíamos. Por eso les voy a agradecer de por vida lo que hicieron por mí. Estoy con ellos desde que no sabía nada y ellos siempre me dicen que tampoco sabían nada. Crecimos entre todos”.
 
Quizá Pipo, el iluminador, tampoco sabía nada cuando empezó. Tampoco Fito y Tachi debían haber armado muchas escenografías antes de La Renga. Y Gaby seguro que no hizo ninguno de estos nuevos ladricursos de management. Ni el Cabezón tiene una agencia de prensa. Pero con el resultado puesto, es difícil que alguien se anime a criticar este emprendimiento que arrancó sin nadie ciento por ciento profesional, aunque lejos del amateurismo y formó un equipo que pudo demostrar, partido a partido, que estaba para campeón. Y eso se logra cuando, cada uno en su función, se siente en la obligación de estar a la altura de las circunstancias. Por eso, las palabras de Leggio dejan la certeza de que va a volverse amargado a su casa si La Renga no suena bien esta noche.
Es probable que lo mismo sienta cualquiera de los chicos que trabajan en su gauchita, pero productiva al fin, empresa de sonido que les permite operar, al mismo tiempo, a Callejeros, Los Gardelitos, El Bordo y La Covacha, una segunda generación de esa aglutinación que la prensa -tan perezosa como especializada- denominó “rock barrial”. De aquí se desprende, también, que los usuarios de esta generalización todavía nos deban una mirada crítica sobre la particularidad de cada exponente de este universo poético y musical. El promedio de edad de estos peligrosos músicos, terroristas del buen gusto, ronda los 26. Y como La Renga debe andar por los 40, se estableció una relación, no paternalista, sino de hermandad. Los múltiples lazos estrechados generaron, también, que entre las mismas bandas compartan personas en determinadas funciones. El caso Leggio es el que está más a mano.
 
Mover montañas
Los alrededores del Estadio Único parecen un hormiguero. A medida que las hormigas labradoras se dirigen al núcleo cargando algo para brindar, son interceptadas por las hormigas volanteras. Ahí están, por ejemplo, los chicos de El Bordo difundiendo su próxima fecha en la ciudad de Córdoba. En octubre de 2006 llenaron Obras de boca en boca sin acudir al bombardeo publicitario, otra costumbre heredada de La Renga, que se cansó de reventar estadios con sólo poner un mensaje en su página de Internet. Para este doblete platense, La Renga pegó afiches callejeros, alejados del circo mediático para atraer a la muchedumbre. ¿O acaso alguien se lo imagina al Chizzo en Mañanas informales cantando La balada del diablo y la muerte al lado del Payaso Malaonda? De lo que se trata es de que el público vaya en busca del artista y no al revés. Es decir, La Renga prefiere hacer dos River con los que quisieron enterarse, antes que cinco, potenciados a partir de una efectiva campaña publicitaria. En ese hipotético caso la gente va a estar, de eso no quedan dudas. Pero, ¿cuántos de los que irían sabrían por qué?
Mientras los guantes de lana entorpecen su tarea de hormiga volantera –aunque lo protejan de un frío polar– Ale Kurz, cantante y guitarrista de El Bordo, confiesa lo que todavía le impresiona de La Renga: “Cómo el mensaje que baja del escenario se transmite después entre el mismo público”. Y delimita territorios: “La comunión que se genera en La Renga es muy opuesta a la de los festivales sponsoreados”.
¿Por ejemplo?
En el Quilmes Rock no te aceptan los volantes, te miran raro o lo tiran al piso en tu cara. Acá, hasta lo que vos sabés que no te van a ir a ver nunca porque no les interesa, se paran y te dan unas palabras de aliento. Cuando el año pasado se largó a llover en Mar del Plata, podría haber habido incidentes. Pero al que va a ver a La Renga no se le ocurren esas cosas.
Kurz se refiere al estreno de Truenotierra, el último disco de La Renga, el 16 de diciembre pasado, en el Estadio Mundialista de Mar del Plata. Un fin de semana soñado de playa, sol y roncanrol se truncó cuando un alerta meteorológico mañanero se transformó, a la tardecita, en una tormenta eléctrica que, rayos y centellas mediante, arruinó cajas de sonido, empapó el escenario y amenazó con suspender la velada. La situación se complicó aun más cuando la falta de electricidad no permitía informar lo que estaba pasando. A priori, se podría haber aventurado que, después de semejante gasto en pasajes, entrada y estadía, una eventual frustración haría enojar a los pibes. Error. Sacaron el cobertor del campo de juego para construir entre todos un enorme techo provisorio. Y ahí nomás, cayeron uno tras otro los cánticos, terriblemente amenazantes para los que ven en esto una futbolización del asunto. Los hits de la previa fueron “olelé, olalá, la lona es de los pibes, la lona no se va” y “el que no grita la lona para qué carajo vino”. El barro hasta las rodillas, el frío y el hambre no existen cuando se trata de La Renga, que tuvo que salir a tocar en condiciones precarias, desde el punto de vista de un espectáculo diezmado: sin pantallas, con menos escenografía, pero con mucho, pero mucho aguante. Eso sí que fue rock barreal. Y ahí es cuando el rock más tiene que ver con el fútbol: al partido siguiente, hay revancha.
 
Estrellas vs. personas
Mientras la luna se asoma en La Plata, el frío insiste y se abre la temporada de gorritos de lana. Ale Kurz, su hermano Diego –también guitarrista de El Bordo– y el batero Migue y su rocker hermano menor que toca la viola, esperan impacientes la llegada del Gordo, bajista, el muchacho. El que sí aparece es Facu, parte del staff permanente, y con malas noticias: el Gordo se quedó varado en el kilómetro 15 con Nenke, uno de los encargados del puesto de remeras durante los shows. Allí resuelven quedarse a esperarlos porque amigos son los amigos. Y más amigos son si comparten, como en este caso, una banda de rock. Este tipo de situaciones (alguien que trajo a su hermano menor, uno que se quedó en la ruta) se repiten con pocas coordenadas de diferencia. Mientras tanto, Ale sigue con el juego de las diferencias. “Cuando fuimos al Quilmes Rock a ver a Los Piojos e Intoxicados, antes tocó Ojos de Brujo, una banda que nada tenía que ver con ellos. Pero lo impresionante es que toda esa gente, con mayor poder adquisitivo, los chiflaba y les tiraba cosas. En un recital de La Renga te puedo asegurar que nunca, pero nunca, se va a chiflar a una banda soporte. No importa el estilo que haga. A lo sumo querrán que toque La Renga, pero faltarle el respeto, nunca.”
Un par de horas más tarde, pocos minutos antes de que se apaguen todos los reflectores del estadio para dar comienzo al recital, Ale llega a la conclusión de que ese espíritu fraternal, que genera un respeto por el otro, responde a que sobre el escenario no hay ningún tipo de histeria porque “no hay estrellas, sino personas que hacen música”. El Chizzo nunca buscaría algún tipo de escándalo redituable, así como el Tete no es de los tipos que saltaría de un noveno piso a una pileta mientras ensaya uno de sus trompos marca registrada. La enumeración amenaza con tornarse interminable hasta que aparece Eli Suárez, cantante y guitarrista de Los Gardelitos, que hace poco menos de dos meses tocó ante 12 mil personas en la cancha auxiliar de Ferrocarril Oeste. Eli pasa, saluda, promete volver y su morocha porra se pierde entre la multitud. Hoy le toca, igual que a los chicos de El Bordo, ser público. Igual que aquel 4 de diciembre de 2004, cuando La Renga volvió a tocar en la cancha de Huracán con un condimento extra: esa vez se dispuso el escenario en el centro del campo, con miles de rengueros rodeándolos.
 
Acciones vs. palabras
El grado de igualdad con que se relaciona la banda con sus compañeros de trabajo está íntimamente ligado a la consecuencia directa que tiene la puesta en escena de El ojo del huracán: todos ven igual de bien, no importa la ubicación. El enorme fogón humano que se arma recuerda a esa Pedagogía del oprimido (1970), del teórico y educador brasileño Paulo Freire. Freire desarmó el sistema tradicional educativo y propuso, entre muchas otras cosas, dejar de sentarse en jerárquica fila, mirando hacia el frente, para formar una ronda. Así el lugar del maestro es el de un eslabón más en el proceso de aprendizaje. La epopeya pedagógica de La Renga quedó registrada en El ojo del huracán, el dvd más vendido de la historia del rock argentino: 30 mil copias en tres meses. La soberbia realización, con una edición que apabulla, corrió por cuenta del Cholo Stokelj y Martín López, dos chicos que entrevistaron a la banda en 1994 para un trabajo práctico de la escuela de periodismo tea. Con el tiempo, aquellos dos aprendices de periodistas se hicieron un lugar en el corazón de la familia renga.
Ahora el Ojo regresó a La Plata, y hacia cualquier lugar donde mire se ve gente que se pregunta cómo piensa hacer la banda para subir al escenario sin la pasarela que estaba en Huracán. Bueno: así como demostraron tomarse con mucha mesura y tranquilidad el traje de ídolos que les calzaron, no se andan con verduritas cuando hay que poner la carne al asador. Por eso, una intimidante estructura metálica parada sobre una de las plateas recibe dos explosiones lanzadas desde lo más alto del estadio para que, lentamente, esa torre comience a enderezarse hasta formar un puente por el que la banda ingresa al Ojo de un estadio en el que se gastaron 100 millones de dólares, cuando se habían presupuestado 20. Vaya paradoja: el colmo de la honestidad dentro del colmo de la corrupción.
El regreso a casa se retrasa más de la cuenta porque a las 2 de la mañana todavía hay largas filas de autos intentando empalmar el acceso a la Autopista 25 de Mayo para volver a la Capital. El panorama es más desolador cerca del estadio, donde tuvo lugar el epicentro del huracán, que confirmó su potencia cuando repite la ceremonia al día siguiente. En un domingo de ballotage porteño, La Renga vuelve a convocar multitudes sin despeinarse, lo que a esta altura es la envidia de cualquier político. Los dos candidatos finalistas deberían aprender bien la lección: la credibilidad se construye desde las acciones, no desde las palabras. Un ejemplo: la reacción de La Renga ante Cromañón. Mientras músicos, managers, productores y periodistas, entre otros expertos, se dedicaron a repartir culpas en un momento delicado, La Renga se pronunció sin palabras. El 9 y 10 de julio de 2005 invitaron a seis bandas por noche. La Renga no se queja de que “ahora no hay lugares para tocar”: comparte el suyo. Ese gesto de generosidad, también es un consejo mudo: siempre mantener el espíritu under, aun en la cima del huracán.
 
Días después, en una Ciudad de Buenos Aires que acababa de decidirse por Macri, Salva Tiranti, cantante de La Covacha, recuerda qué fue lo primero que le llamó la atención en los primeros shows de La Renga en el Galpón del Sur: “En ese momento no había una expresión rockera que no fueran los Ratones Paranoicos. Y La Renga tenía una estética que se vinculaba con lo que nosotros queríamos hacer”. Con las mismas intenciones de hoy, montaban todo desde cero cuando terminaban las obras de teatro programadas por el actor Lito Cruz. Y así como a Salva lo inspiraron esas funciones en las que la claridad de la mañana se colaba en el mítico reducto de Humberto I y Entre Ríos, ¿cuántos de los espectadores que calentaron las dos heladas noches de La Plata serán parte del recambio generacional rockero del mañana? La pregunta que surge, entonces, en este nuevo suelo porteño es inquietante: ¿qué condiciones piensa ofrecerles la Ciudad para que puedan expresarse, afirmarse, encontrar y encontrarse con su público?
“La Renga es un halo de esperanza”, tranquiliza Salva, bajando el grado de dramatismo. La Renga demostró que se puede, que un grupo de amigos puede cumplir las metas que se proponga y ser exitoso, siempre y cuando se entienda la palabra éxito como la posibilidad de poder vivir de lo que a uno le gusta sin pisar al de al lado. Que el compañerismo, la nobleza y la libertad son valores que todavía vale la pena construir con acciones.
Es curioso o no -según el grado de escepticismo de cada uno- que el grueso de los medios nacionales haya vuelto a ignorar un hito más en la carrera de la banda más popular del rock argentino. Sobre todo ahora que ese rock argentino pasa por el momento más institucionalizado de su historia. !Si hasta Telenoche tiene su espacio dedicado al rock nacional, junto al pronóstico meteorológico y a las noticias deportivas! ¿Qué pasa? ¿Acaso La Renga no es un modelo a difundir? ¿Qué puede pensar un chico que abre el diario y se encuentra con que su realidad no existe? Basta con desplegar el suplemento Espectáculos de Clarín del lunes 25 para volverse a preguntar: ¿qué es noticia? ¿85 mil personas que sacudieron a La Plata o las imágenes de la fiesta retro que organizó Araceli González para su cumpleaños número 40? Será cuestión de hacerle caso a lo que dice el Chizzo en A la carga mi rocanrol. Aunque muchos quieran “desterrar la canción de la vida”, van a “estar perdiendo el tiempo” porque el canto de La Renga “ya tiene otras bocas”.
Y eso, nadie lo puede callar.

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El teatro sale a la calle por la derogación del decreto 345

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A 44 años del atentado al Teatro Picadero en plena dictadura, distintas salas, artistas, productores y gestores organizan un encuentro para conectar pasado y presente. De Teatro Abierto al Festival ENTRÁ, la organización contra el desmantelamiento del sector, representado en el decreto 345, para defender la cultura, la identidad y crear lo que viene.

Por María del Carmen Varela

El 6 de agosto de 1981, a pocos días de haberse iniciado el ciclo Teatro Abierto, el Teatro Picadero sufrió un atentado que lo dejó en ruinas. Por eso, 44 años después, bajo otro ataque sistemático a la cultura, la comunidad teatral sale a la calle para recordar y exigir.

La propuesta reza:

El Teatro está Abierto: ENTRÁ.

La historia no se repite igual, pero rima.

El miércoles próximo, de 17.30 a 19.30, en la puerta del Teatro Picadero, Pasaje Santos Discépolo 1857, CABA, trabajadorxs de las artes escénicas se reunirán para celebrar que el teatro sigue abierto y para defender al Instituto Nacional del Teatro que por el decreto 345 está siendo desmantelado.

La gacetilla anuncia la participación de Lorena Vega, Valeria Lois, Elisa Carricajo, Laura Paredes, Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y Mariano Sayavedra leyendo framentos de “Decir sí” de Griselda Gambaro, “El Acompañamiento” de Carlos Gorostiza, “Parlamento” del grupo Piel de lava y “Civilización” de Mariano Saba. Un diálogo entre obras que fueron parte de aquel ciclo y obras contemporáneas que hablan de nuestro presente. También habrá un cierre musical a cargo de Talleres Batuka.

Sigue la gacetilla: «Les invitamos a este evento que es, a su vez, un acto de conmemoración y un encuentro de resistencia. Como Teatro Abierto en los 80, hoy desde ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) seguimos encontrándonos para defender nuestra identidad cultural, nuestro teatro».

El texto poético que acompaña el mitín:

Ayer fue dictadura, hoy es democracia simulada

Ayer fue incendio, hoy es apagón

Ayer fue teatro como refugio, hoy es como grito

Ayer fue unión de artistas, hoy es red federal viva

Ayer y hoy: el teatro vuelve a responder como acto político y vital

En defensa de la cultura, exigimos la derogación del decreto 345.

Entrá porque es urgente

Entrá porque es ahora.

El emblemático ciclo Teatro Abierto arrancó el 28 de julio de 1981 en en el Teatro Picadero. Su organización fue un acto de resistencia en un contexto de dictadura que censuraba a dramaturgxs, directorxs teatrales, actores y actrices de la escena nacional. Un grupo de dramaturgxs comenzó a reunirse en la sede de Argentores para poner al teatro en acción: Así nació Teatro Abierto. Con una programación de 21 obras breves, se proyectó la realización de 3 funciones por día durante 3 meses. Con dramaturgxs como Carlos Gorostiza, Carlos Somigliana, Roberto Cossa, Pacho O´Donell, Griselda Gambaro y Aída Bortnik, entre otrxs, el ciclo se convirtió en un verdadero fenómeno artístico apenas iniciado. El público respondió a la convocatoria y se agotó la venta de abonos casi de inmediato. Una semana después, el 6 de agosto, se produjo el atentado que destruyó al Picadero. Al día siguiente se produjo una concurrida asamblea en el Teatro Lasalle y decidieron continuar. Varias salas teatrales ofrecieron sus instalaciones y finalmente el Tabarís, clásico espacio de la revista porteña, fue el elegido para reanudar el ciclo. Una semana más tarde, volvió Teatro Abierto con un apoyo multitudinario por parte del público que llenó la sala hasta la última función.

Contacto: +54 9 11 6914-3033 (Ana)

[email protected]

Instagram: @festivalentra

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Villa Lugano: una movilización en contra del “Máster Plan”

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Vecinas y vecinos del barrio del sur porteño resisten ante una obra que está haciendo el gobierno de la Ciudad a espaldas de la comunidad: tala de centenares de árboles añosos, el cierre de varios ingresos y egresos de la autopista Dellepiane y la colocación de un nuevo peaje (a 4 km de otro ya existente) para ampliar la recaudación. El silencio del gobierno local y el ruido de sus topadoras arrasando el espacio verde y público. La voz de la organización popular que no calla y sale a la calle, otra vez –este viernes y en una caravana de autos– para visibilizar lo que pasa en una de las zonas más postergadas de CABA: a las 18 horas desde Dellepiane Sur y Montiel hasta Dellepiane Norte y Piedra Buena.

Por Francisco Pandolfi

Desde noviembre del año pasado la comunidad de Villa Lugano resiste a una obra que ya está haciendo el Gobierno de la Ciudad sin licencia social ni escuchar a la vecindad: el Máster Plan Autopista Dellepiane, con un costo de más de 7.000 millones de pesos, tala de centenares de árboles, cierre de 14 ingresos y egresos a la autopista y otro peaje (a cuatro kilómetros del de avenida Lacarra). 

La organización popular no cesó desde el momento en que se enteraron de la iniciativa. Asambleas, audiencias públicas, semaforazos, volanteadas en los distintos sub barrios que forman parte de este barrio porteño bien al sur porteño. Y guardias, para evitar el talado de árboles en lo que las y los vecinos denuncian como “un ecocidio”, que está sucediendo desde marzo.

La comunidad hizo un relevamiento casa por casa con los frentistas a la autopista Dellepiane: más del 70% no tenía idea de la existencia del Máster Plan. Presentaron por escrito pedidos de información pública a AUSA (Autopistas), APRA (Agencia de Protección Ambiental), Ministerio de Infraestructura y a la Secretaría de Gobierno y Vínculo Ciudadano porteño, sin respuestas.

Sin embargo, la obra empezó aún incumpliendo la promesa de que antes habrían mesas de trabajo en conjunto. Este viernes, la comunidad decidió volver a manifestarse, en una caravana de autos para seguir visibilizando la problemática. Desde lavaca hablamos con el colectivo de vecinos apartidario No dividan Lugano que está al frente de denunciar la obra. 

Sobre lo negativo y lo positivo de la obra, dirán: “El Master plan Autopista Parque Dellepiane fue presentado como una mejora para el sur de la ciudad, pero en la práctica profundiza las desigualdades urbanas, degrada el ambiente y fragmenta el territorio. Lo negativo es abrumador”, y enumeran: 

• Implica la tala de más de 500 árboles añosos, sin plan de reforestación efectivo.

• Aumenta la huella de carbono y destruye espacios verdes sin compensación.

• Instala un Metrobus central inaccesible, que obliga a cruzar pasarelas extensas sin rampas adecuadas ni soluciones reales para personas mayores o con movilidad reducida.

• Divide al barrio aún más, eliminando accesos, aislando sectores y obstaculizando la vida cotidiana.

• No contempla una red multimodal de transporte, ni bicisendas, ni centros de transferencia.

• Instaura peajes en tramos que eran gratuitos, generando un nuevo costo para vecinos que hacen trayectos cortos todos los días.

Agregan: “Lo positivo, si lo hay, podría haber sido la oportunidad de pensar el área como un verdadero corredor verde y sustentable. Pero nada de eso fue incorporado, ni escuchado”. Y vuelven a enumerar, en este caso, sobre lo que es fundamental denunciar en esta obra:

• Fue diseñada sin participación ciudadana efectiva, sin diálogo real con la comunidad.

• Incumple múltiples normativas locales y nacionales, desde la Constitución de la Ciudad hasta leyes de accesibilidad, ambiente y derechos ciudadanos.

• Avanza a pesar de un amparo ambiental colectivo presentado por vecinos, vulnerando el Acuerdo de Escazú y los principios de justicia ambiental.

La obra es impulsada por el Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (GCBA), a través de su empresa estatal AUSA (Autopistas Urbanas S.A.), con financiamiento internacional de la CAF –Banco de Desarrollo de América Latina. Las veces que lavaca quiso comunicarse con la Secretaría de Gobierno y Vínculo Ciudadano porteño fue imposible. Nadie atiende. En relación a AUSA el prensa de la empresa explicó que la política interna es “no dar entrevistas en ON, que con los medios se manejan así”.

Dicen las y los vecinos: “El proyecto fue aprobado sin estudios de impacto ambiental adecuados, sin matrices de costo-beneficio transparentes y sin haber sido sometido a procesos participativos válidos. Hoy, la obra está en plena ejecución, avanzando a toda velocidad sin haber sido revisada tras la presentación del amparo ni durante las mesas de trabajo convocadas por la Justicia, una vez que ya habían iniciado la obra”.

¿Las mesas de trabajo están sirviendo de algo? ¿Hay escucha del gobierno porteño y de la empresa?

Las mesas de trabajo fueron convocadas por orden judicial. Pero en la práctica, no hay escucha real. El GCBA y AUSA llegan a las mesas con el proyecto cerrado, sin brindar información clave, sin contestar a los pedidos de acceso a la información, ni frenar las obras mientras se debate. Las propuestas alternativas presentadas por los vecinos (como usar colectoras, premetro, u otros modelos de movilidad sustentable) ni siquiera fueron consideradas. Las mesas han sido una formalidad dilatoria mientras la obra avanza sin freno.

¿Qué perjuicios ya están sucediendo y cuáles sucederán?

Tala de árboles, pérdida de sombra, humedad y biodiversidad; rotura de veredas, ruidos permanentes, vibraciones y molestias en la vida diaria; corte de accesos históricos, dejando barrios desconectados. Y si no se frena habrá un aumento de inseguridad vial, con colectivos cruzando carriles rápidos en maniobras riesgosas; aislamiento de sectores enteros del barrio; encarecimiento de la vida cotidiana por peajes, más transporte y pérdida de comercios barriales; mayor contaminación ambiental y sonora; desvalorización de las propiedades y deterioro del entorno.

¿Por qué este viernes 1 de agosto la comunidad hará una caravana?

Porque ya no alcanza con reclamar en silencio ni esperar respuestas que no llegan. Convocamos a una caravana vecinal pacífica para visibilizar el conflicto, frenar el avance destructivo de la obra, y exigir participación real. Será una caravana con autos, banderas argentinas y carteles. Queremos que nos vean y que nos escuchen.

La caravana saldrá a las 18 horas desde Dellepiane Sur y Montiel y finalizará en Dellepiane Norte y Piedra Buena. Participarán familias, organizaciones barriales, ambientalistas, arquitectos, docentes, jubilados, comerciantes. Al finalizar, se realizará una ceremonia simbólica con Flavia Carrión, antropóloga y comunicadora de sabiduría ancestral, en el Día de la Pachamama. “Será un acto de gratitud ambiental, una pausa colectiva para honrar a los árboles y el esfuerzo de toda nuestra gente; para agradecerle a la Tierra por seguir aguantándonos. Un momento para reencontrarnos con lo esencial: la naturaleza, la vida en comunidad y la defensa de lo que amamos”.

Esta misma vecindad organizada se formó el año pasado con el nombre “No dividan Lugano”, cuando evitó que el gobierno porteño hiciera una serie de pasos bajo a nivel, que hubiesen significado un abanico de perjuicios para el barrio. En ese entonces, cuando llegaron las topadoras, mujeres y hombres se atrincheraron para defender árboles de más de 100 años. En esta crónica contamos lo que fue ese proceso comunitario.

Un año después, el barrio de Lugano sigue en pie de resistencia. “Somos una comunidad que se levanta para defender a su barrio. Ya presentamos más de 800 firmas, relevamientos propios y propuestas alternativas. Pero nos siguen ignorando, y la obra sigue destruyendo. Por eso salimos a la calle, otra vez, y así lo seguiremos haciendo cada vez que haga falta”.

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Marcha de jubilados: balas y bolitas

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Siete detenidos y al menos 30 personas heridas, entre jubilados, curas, trabajadores de prensa (lavaca, Cítrica, Infonews, El Destape y C5N, entre ellos), defensores de derechos humanos, y un niño de 4 años que estaba con su familia en la Plaza de los Dos Congresos. Ese es uno de los saldos de otra semana de represión brutal a la protesta de cada miércoles, esta vez coordinada por la Policía de la Ciudad, que disparó postas de goma, balines con gas pimienta, granadas aturdidoras, golpeó con escudos y lanzó un nuevo tipo de gas que producía tos y vómitos. El despliegue también implicó tareas de inteligencia ilegal con efectivos que filmaban y fotografiaban manifestantes, según denunció la Comisión Provincial por la Memoria (CPM), que también relevó «policías armados con postas de plomo que están prohibidos». Los carteles, las reflexiones, y la creatividad: algunos integrantes de la marcha terminaron jugando a las bolitas en la calle con los balines policiales. 

Por Lucas Pedulla y Francisco Pandolfi. Fotos Juan Valeiro/ lavaca.org

Marcha de jubilados: balas y bolitas

El padre Paco Olveira muestra los balines que golpean y expulsan gas pimienta. Terminaron jugando con ellos a la bolita sobre la acera.

Otro miércoles de protesta de jubilados y otro miércoles de represión feroz y absurda enfocada principalmente a jubilados y a la prensa que cubría lo que estaba ocurriendo. Con ataques directos a los ojos y a los cuerpos. A las cámaras y a los celulares que registraban la bestialidad de las fuerzas de seguridad –el fotógrafo de lavaca, Juan Valeiro, entre ellos, con quemaduras de primer grado en el cuello y en la oreja–. No es difícil imaginar lo que hubiese ocurrido si ese ataque le hubiera llegado directamente a los ojos. Esta vez fue la Policía de la Ciudad la encargada de lanzar gases y disparos a mansalva en la intersección de Avenida de Mayo y Luis Sáenz Peña cuando la movilización pretendía ir hacia la Casa Rosada.

Marcha de jubilados: balas y bolitas

El fotógrafo Juan Valeiro de lavaca, uno de los periodistas atacados, como ocurrió con profesionales de Cítrica, Infonews, El Destape y C5N.

Hubo 7 detenidos (Agustín Cano, Leandro Maristains, Alejandro Carrizo, Federico Burgos, Francisco Ramos, Hugo Eischler y Javier Mendoza) y al menos 30 heridos según la Comisión Provincial por la Memoria (CPM), entre ellos un niño de 4 años que estaba en la Plaza de los Dos Congresos junto a su familia.  

Marcha de jubilados: balas y bolitas

Escenas de otro miércoles de violencia estatal absurda.

Más allá de la violencia ordenada por la ministra de Seguridad Patricia Bullrich, la concentración de jubilados tuvo un eje concreto de reclamo: el “no al veto” del gobierno nacional a la suba de las jubilaciones y la emergencia en discapacidad. Sin embargo, Javier Milei ya avisó que vetará las leyes aprobadas por el Congreso. Tiene plazo hasta el lunes 4 de agosto, tiempo destinado a ofrecer distintas cuestiones no públicas a diputados que se sumen a apoyar el veto, como ha venido ocurriendo. ¿El argumento del oficialismo contra un ínfimo aumento a jubilados? “Va en contra del equilibrio fiscal”.

Marcha de jubilados: balas y bolitas

Una de las jubiladas víctimas del coraje policial contra ellas, y de un nuevo gas tóxico, un símbolo de esta época.

Con la camiseta de Independiente y máscara del Hombre Araña, un jubilado entendió el mapa económico que traza esa decisión, y lo señaló con un cartel en tono bíblico: en el Génesis se habla de un sueño con vacas gordas y vacas flacas, referencia a los períodos de prosperidad y a los de dificultades. El jubilado escribió una actualización argentina de aquella imagen que ya no tiene forma de sueño sino de pesadilla. 

  • “Vacas gordas, jubilados flacos”.
Marcha de jubilados: balas y bolitas

El Hombre Araña es del Rojo, y releyó el Génesis.

Números y un café

Carlos trabajó cuarenta años en el Correo y no falta ningún miércoles a la marcha de jubilados y jubiladas con su remera ya mítica de Chacarita. Tanto, que casi nadie sabe que se llama Carlos y la gente le dice “Chaca”. Hoy caminó por Rivadavia con dos vendas que le envolvieron sus dos antebrazos. “Como todos los miércoles, venimos a reclamar y te cagan a palos. Acá tenés la prueba”, dijo a lavaca  mostrando sus moretones. “Pero ya lo dije: esta sangre mía Bullrich la va a pagar”.

Héctor acaba de cumplir 75 años: “Decir que la suba de las jubilaciones atenta contra el equilibrio fiscal es una payasada. Milei lo deja claro cuando le baja las retenciones al campo, como dijo el sábado en la Sociedad Rural. Para nosotros nada y para los ricos todo, esa es la política del gobierno. ¿El beneficio para el campo no genera déficit fiscal? Milei es una máquina de mentir”. El hombre cuenta sus propias y reales retenciones: “Ya no salgo más que los miércoles acá. Ya no tengo la vida que tenía antes, no puedo viajar ni tomarme un café”.

Marcha de jubilados: balas y bolitas

Policías en acción, frente a jubilados que reclaman por sus haberes amputados por la motosierra.

De ratificarse el veto a los jubilados, la suba de agosto no será del 7,2% como fija la ley aprobada (el haber mínimo $441.600), sino del 1,62% en base al último índice de inflación de junio de 2025, por lo que la jubilación mínima será de $ 314.243,51.

Abus en la calle 

Alicia tiene 63 años y lleva un pañuelo firmado por siete de sus nietos: “Abus en lucha”, “Aguanten los jubilados”. No entiende la distribución de la riqueza. O sí, pero la ve obscena: “La baja de las retenciones y el veto a los jubilados es una guasada total”. Sus retenciones: “Ya no me puedo dar más un gustito. Vivo el día a día, ya no estoy comprando nada ni semanal ni mensual”.

En la marcha hubo muchos carteles al respecto: 

  • No al veto: nuestra indigencia es tu superávit
  • Ni veto ni represión: fuera el FMI
  • No al veto a las leyes en jubilaciones
  • No al veto: cobarde estafador (y la cara de Milei). 

Ana, 74 años, trajo su propia pancarta: “Baja las retenciones a los ricos, hambrea a los viejos”. Cuenta que su hijo trabaja en el Correo y teme ser despedido, que su nieta encontró trabajo en un Todo Moda pero la echaron a los dos meses. Para ella todo el pueblo debería movilizarse: “No sólo los jubilados y los del Garrahan. Todos”. 

Marcha de jubilados: balas y bolitas

No hay plata para el cine argentino (el Gaumont como símbolo) pero sí para filmar ilegalmente a manifestantes.

Walter (66) y Julio (62) llegaron de Campana, norte de la provincia de Buenos Aires. Sumaron otros dos carteles: “Viejo: no te quedes en tu casa, vení a luchar” y “Ayudame a luchar. El próximo viejo sos vos”. Walter movió la cabeza de un lado para el otro al recordar el discurso de Milei en la Sociedad Rural: “Un tipo desquiciado, frente a toda la oligarquía, los terratenientes, los dueños de la tierra. Él mismo dice: ‘soy cruel’. Nos la está haciendo parir. Nos quitó la medicación, todo un desastre”.

Julio coincidió: “Ahí ves realmente para quién gobierna. Hasta el que tiene séptimo grado, como yo, se da cuenta”. 

Marcha de jubilados: balas y bolitas

Jubilado hablándole a la pared.

Roberto, 62 años, de Trelew (Chubut), lo escucha: “Pero hay que seguir viniendo, compañeros. Son totalmente inescrupulosos. Hoy hablaba con un amigo que me decía que había que respetar el voto popular, pero Hitler también ganó con el voto popular. Si no salimos a la calle, no sé qué más va a pasar”. 

Vallas a donde vayas

El Congreso estuvo totalmente vallado. Vallas sobre Entre Ríos, Riobamba, Yrigoyen, Rivadavia. “Este quilombo lo hizo la Buillrich”, gritó un cincuentón a los automovilistas que se quejaban porque avanzar por las calles lindantes era un imposible.

Luis llevó un cartel: “Menstruación=sueldo de jubilado; viene una vez y se va a los tres días”. Dijo que lo escuchó a Milei cuando anunció en La Rural la baja de las retenciones al agro. “Lo que me dolió fue que la gente aplaudió cuando dijo que iba a vetar nuestro aumento. La gente del campo aplaude a todos los que empiezan con la “m” de mierda: Martínez de Hoz, Menem, Macri y ahora Milei”. 

Marcha de jubilados: balas y bolitas

Mensaje para el tal vez próximo embajador de Trump en Argentina. Un apellido que parece un mandato.

Después de la radio abierta, como cada miércoles, empezó la movilización. Las columnas bajaron a Hipólito Yrigoyen, cuya circulación no estaba cortada y marcharon por la calle. “Luche que se van”, fue otra vez el hit, al que siguió “que se vayan todos”. Uno de los temas, con dedicatoria explícita: “A dónde está, que no se ve, esa famosa CGT”. Nobleza obliga: ni la CGT ni ningún partido político, con la cabeza en las elecciones legislativas y no en la calle.

La violencia y las bolitas

Sobre Yrigoyen, casi Luis Sáenz Peña, se divisaba un camión hidrante que se retiró. La columna dobló al final de la Plaza para ir hacia Avenida de Mayo con la intención de seguir la marcha hacia Plaza de Mayo. Sin embargo, en otro operativo de pésima coordinación –esta vez por la Policía de la Ciudad– la manifestación se mezcló entre autos y colectivos que seguían pasando. 

Marcha de jubilados: balas y bolitas

“¡Por la vereda!”, gritaron algunos jubilados. Pero en ese momento, los efectivos cortaron de cordón a cordón empezando con la respuesta física violenta. El operativo estuvo acompañado, como suele ocurrir, por oficiales con cámaras que filmaron y sacaron fotos (con el objetivo de realizar algún tipo de “inteligencia” y amedrentamiento a quienes ejercen el derecho de reclamar). 

La movilización avanzó pero rápidamente empezaron las detonaciones de escopeta con postas de goma y de granadas. Dispararon balines de armas byrna, redondos y de colores, que impactaban en los cuerpos, provocando lastimaduras y liberación del gas que llevan dentro. También lo hicieron sobre la vereda, donde se supone que no hay “protocolo”. Detuvieron, golpearon y gasearon fundamentalmente a trabajadores y trabajadoras de prensa, como cada semana. El efecto de esos spray, que poseen una sustancia espesa y viscosa: penetra los poros y quema durante horas. El fotógrafo de lavaca, Juan Valeiro, como otros reporteros (Cítrica, Infonews, C5N y El Destape, entre otros), fueron atendidos en la misma plaza y en el Instituto Patria. “Quemadura de primer grado”, diagnosticaron a nuestro compañero.

Marcha de jubilados: balas y bolitas

¿Qué escudan los escudos?

Nadie fue ajeno a esta nueva ofensiva. La policía disparó un gas que generaba tos hasta el punto de provocar arcadas y vómitos. La sensación era extraña, porque no había un sabor ácido ni picante, pero provocaba una tos ronca. El efecto llegaba incluso a las calles aledañas, aparentemente ajenas al la marcha. “El registro del despliegue policial evidencia su brutalidad e irracionalidad”, denunció la CPM, organismo que precisó otro detalle alarmante: “Se relevaron también policías armados con armas con postas de plomo que están prohibidas, y acciones de inteligencia ilegal”. 

Agregó la CPM que el ataque incluyó a defensores de derechos humanos, cuyo hostigamiento tenía como fin evitar el registro de los hechos.

Sin embargo, la gente no se fue.

La gente se quedó. La policía avanzaba, seguía gaseando, y la gente siguió. 

“¡Tienen miedo!”, gritó una jubilada. “¡Tienen miedo!”.

Uno de los primeros detenidos había sido el padre Paco Olveira. Lo golpearon, lo gasearon y lo salvó la gente. Se llevó de recuerdo dos de los balines de la Policía. “Es el último arma que trajo Bullrich”, explica y muestra a lavaca. “Te tiran y salta el gas. No te deja respirar. Y duele, porque nos dieron unos cuantos en los pies. Gracias a Dios hoy no tiraron a los ojos”.

De fondo, la jubilada siguió gritando: “¡Tienen miedo!”.

Otro miércoles de protesta de jubilados se diluía entre detenciones y balines de gas. Entre un cordón con armas largas sobre Rivadavia y un grupo de la motorizada dispuesto a salir sobre Rodríguez Peña. Sin embargo, mientras el padre Paco seguía mostrando los balines, alguien propuso:

–Juguemos a las bolitas.

Todos se rieron, por el absurdo de la situación. 

De nuevo, frente al horror, la creatividad social. 

Y así, frente a policías que seguían filmando ahora una burla, un párroco y una jubilada arrodillados en la calle, jugaron a las bolitas con los balines para cerrar otro miércoles argentino.

Marcha de jubilados: balas y bolitas
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